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martes, 6 de abril de 2010

Capitulo- XCI - ¡¡POR FIN EN CASA!!

KAI
Pasamos la noche abrazados bajo la manta en el mismo lugar. Me despertó el cantar de unos pájaros que volaban cerca en busca de algo de comida.
Pestañeé un par de veces para despejarme y me senté en el suelo, completamente desnudo, como me había dormido la noche anterior.


SAYA
Abrí los ojos cuando sentí movimiento. Kai se había despertado.
Suspiré y me tapé con la manta hasta el pecho. Volví a cerrar los ojos adormilada.
Había tenido un sueño algo raro y la verdad es que había dormido algo mal.
Abrí los ojos de nuevo y miré a Kai.
-He… he soñado con Jack…


KAI
Me froté los ojos y miré a Saya cuando habló.
-¿Con Jack? –fruncí el ceño, eso sólo suponía que había sido una pesadilla. Me tumbé de nuevo a su lado y acaricié su frente con mi mano.
-¿Estás bien?



SAYA
Le miré y asentí.
-Si, estoy bien, no te preocupes, solo ha sido un sueño…- Suspiré de nuevo y me senté sobre el suelo tapándome con la manta.
-Es solo que… ha sido muy raro…- Fruncí el ceño y negué con la cabeza frotándome la cara con las manos para despejarme.
Le miré de nuevo y sonreí.
-No te preocupes.


KAI
Suspiré rascándome la frente.
-¿No me lo vas a contar? –la última vez no lo hizo, y quizá ahora tampoco querría hacerlo…
Me senté mirándola, no parecía nada grave, pero al menos esperaba que así me lo confiase.



SAYA
Le miré y suspiré. Lo primero que se me pasó por la cabeza era decirle que no, pero… tratándose de Jack, tal vez era mejor contárselo…
-No hay mucho que contar… ha sido muy raro… es como si estuviese por aquí…- Solté una risotada.
-Parece una locura, ya que tú pensarás que él está muerto, pero… no vimos su cadáver y esa cosa no le pudo absorber entero, tan solo el poder Sombra…- Negué con la cabeza.
-Lo siento… nada más levantarte te suelto esta tontería.


KAI
Negué con la cabeza y posé mi mano en la suya.
-Saya, el alma no se divide en mitades, seguro que aquella cosa se tragó a Jack aquella vez. Dime entonces por qué no está aquí intentando matarme… -la besé en la cabeza.
-Tú tranquila, todo ha pasado ya, no debemos preocuparnos por nada de eso.


SAYA
Le miré y asentí.
-Lo sé…- No me quedé muy convencida, pero intenté no demostrarlo delante de Kai. Bastante había pasado ya con ese cabrón como para que yo le tocase más las narices con el temita.
Suspiré y le miré, le agarré de la nuca con suavidad y le besé en los labios. Sonreí y le miré a los ojos sin apartarme mucho.
-Buenos días.- Le di un beso más corto.


KAI
Sonreí y sin separarnos le respondí.
-Buenos días. –le devolví también otro beso corto. El estar así de solos y esa situación me recordaba a una luna de miel…
-Si quieres algo de desayunar hay solamente galletas… -me encogí de hombros.



SAYA
Le miré y sonreí.
-¿Solo? No, me temo que no, señorito.- Cogí mi camiseta y mi tanga, me los puse y me levanté. La noche pasada, al estar todo a oscuras, no se pudieron ver los matorrales llenos de fresas.
-No sé tú, pero yo voy a desayunar fresas.- Cogí una del matorral llevándomela a la boca.
-¿Quieres?


KAI
Sonreí y me puse los calzoncillos.
-Sólo quiero si las coges tú y me las regalas, como hacías al principio, así están más ricas. –solté una risotada, lo único que se le pasaría por la cabeza sería decir que soy un vago.



SAYA
Le miré mientras me lamía los labios quitándome los restos de fresa. Alcé las cejas y solté una risotada.
-Pero que morro tienes, ¿no?- Sonreí de nuevo y arranqué otra fresa del matorral, me acerqué hasta Kai arrodillándome delante de él.
Posé la fresa en sus labios esbozando una sonrisa dulce.
-Muerde.


KAI
Sonreí y cogí la fresa entre mis dientes, no sin acariciar los dedos de Saya con mis labios al agarrar la fruta.
Me apoyé sobre mis manos inclinándome hacia atrás mirándola, ¿qué más podía pedir a parte de mi mujer y fresas?


SAYA
Sonreí y me puse los pantalones.
Le miré y solté una risotada, me estaba mirando… bajé la cabeza colorada.
-¿Por qué me miras tanto?- Me reí de nuevo cogiendo más fresas del matorral.
-¿Tengo la cara manchada?


KAI
Negué con la cabeza. Adoraba su cara sonrojada por la vergüenza, sobre todo cuando la que la hacía sonrojar era yo. Cogí mi ropa y empecé a vestirme.
-Supongo que tenemos que seguir, ¿no? –esbocé media sonrisa y la besé pillándola desprevenida.


SAYA
Abrí los ojos ampliamente cuando Kai me besó de sopetón.
Le miré y parpadeé varias veces.
-¿Eh?... supongo que si.- Negué con la cabeza y le di un golpe suave en el hombro con mi puño.
-No seas mamón, sabes que no me gusta que me beses así tan… de repente…- Cogí mi mochila y le miré.
-Venga, vámonos, anda.


KAI
Alcé las cejas cuando dijo eso y me levanté.
-¿En serio odias mis besos que te pillan desprevenida? Yo diría que más bien te picas un poco… -esbocé media sonrisa y cogí mis cosas cargándomelas encima. Menudo viajecito estábamos teniendo.


SAYA
Le miré de soslayo.
-Tche… ¿picarme, yo?- No me picaba, pero… siempre me hacia eso y me desarmaba…
-No me pico, amor mío, más quisieras tú.- Alcé la cabeza indignada y haciéndome la chula.
-Vamos, creído.- Le miré de reojo y empecé a andar.



KAI
Solté una risotada y me tapé la boca. Yo era un creído y ella una chula, menudo dúo…
La seguí, era capaz de dejarme atrás aunque fuese solo para vengarse.
-No quiero parecer un crío al preguntarte esto, pero… ¿cuánto falta? –me posicioné a su lado.



SAYA
Miré a Kai cuando me preguntó.
-Pues, un poco…- Me rasqué la nuca.
-Ya te dije deberías haberte quedado en el castillo, ya me ocupaba yo de todo.- Suspiré.
Este hombre siempre hacía lo que quería y después se quejaba… mira que se lo advertía…


KAI
La miré.
-En ningún momento me he arrepentido de venir, sólo preguntaba cuánto faltaba. –la agarré de la cintura y la pegué a mi pecho.
-¿Estás molesta conmigo por haberte besado sin avisar? –la besé de nuevo.


SAYA
Puse morritos de enfadada cuando me pegó a él y me besó de nuevo.
-¿Yo? No sé, tú verás…- Le miré de reojo.
-Lo único que pasa es que eres un creído y te piensas que besándome de sopetón y sin avisar me vas a tener enterita para ti, pues no, señor. – Me giré y seguí caminando haciéndome la cabreada.



KAI
Puse cara de entristecido y me acerqué a ella cogiéndola de la cintura por detrás.
-No te enfades… -agarré la piel de su cuello con suavidad entre mis labios y acaricié su vientre con la misma suavidad.
-Si sabes que no lo hago por eso. Lo hago porque adoro ver cómo te pones roja y adoro tus labios, tus besos… -la besé de nuevo, por la mejilla, cerca de los labios.


SAYA
Cerré los ojos poniéndome muy roja.
-A esto me refiero, eres un manipulador y sabes como hacerme perder la razón.- Giré la cabeza y le miré. Tenía las mejillas coloradas y acaloradas.
Le agarré de la nuca y le besé con suavidad sin apartar sus manos de mi vientre.
Le miré de nuevo y tragué saliva.
-¿Seguimos o… qué?


KAI
Sonreí ampliamente y asentí, como me gustaba verla así.
-Cuando tú desees. –la di un último beso más corto y la solté la cintura, pero la agarré de la mano, entrelazando mis dedos con los suyos.
-Para no perderme. –reanudé la marcha.



SAYA
Miré su mano agarrando la mía y después a él.
Sonreí y caminé cuando él lo hizo… seguro que esta pequeña excursión no se nos olvidaría a ninguno de los dos.
Seguimos caminando durante todo el día, tan solo paramos para llenar nuestras cantimploras, comer y… bueno… mimos…
En seguida nos pusimos de nuevo en marcha. Como se notaba que Draco ya no estaba. Antes, los bosques parecían más… “tristes”, sin vida, ahora eran como junglas, había más indicios de animales y bueno, se notaba mucho que él ya no estaba.
Alcanzamos la Aldea Agua al atardecer.
Me sorprendí mucho, pues la Aldea había crecido bastante. Había más casa, señal de que había más gente viviendo ahí. Con un poco de suerte, podrían fundar allí mismo un nuevo Reino.
-Bueno, pues ya hemos llegado.



KAI
Miré la pequeña aldea que ahora parecía ser más grande que la última vez. Se notaba que era un pueblo fuerte que seguía adelante.
-Se alegrarán mucho de verte. –sonreí y miré de nuevo las casas.
-Parece que se las apañan bastante bien.



SAYA
Miré a Kai y sonreí.
-Pues claro. Los Aquas no se rinden por nada, son muy orgullosos y siempre quieres sacar las cosas adelante…- Miré el pueblo y suspiré.
Era la naturaleza de “mi gente”. Cada elemental tenía una característica diferente, a los Aquas se les conocía mucho por el orgullo…
Miré de nuevo a Kai.
-Ya sabes por que soy tan orgullosa.- Sonreí y me dirigí hacía la supuesta entrada. Debía encontrar a Nidy y entregarle el tesoro, estaría mejor en sus manos que en cualquier otra parte.


KAI
Negué con la cabeza siguiéndola, debía ser verdad. Esperaba que su antiguo rey no apareciese, solos se las apañaban muy bien, y parecían incluso más felices aquí que en su reino con aquel bastardo como líder. Saya tenía razón, no necesitaban a nadie por encima de ellos.
Caminé junto a Saya hasta estar dentro de la aldea, la gente hacía su vida normal, era increíble ver cómo se las habían ingeniado para salir así adelante.


SAYA
La gente nos miró cuando entramos dentro del pueblo. Algunos me reconocían, los que eran más ancianos, otros no.
Pasamos por al lado de un grupo de niños de unos siete u ocho años, algunos más mayores.
Se quedaron mirándonos.
-Ala, ¿habéis vito que tío más serio? Seguro que es un guerrero, además lleva una espada.- Murmuró uno de ellos. Sonreí y miré al grupito de chico.
Me acerqué y me agaché para mirarles.
-Hola, peques, ¿conocéis a Nidy, verdad?- Los niños me miraron, aun que algunos aún seguían con la boca abierta mirando a Kai.
-¿A Nidy? Pues claro, ¿eres una amiga suya?- Solté una risotada. Era muy normal que esos niños tan pequeños no me conociesen, ahora no había ni rey ni ninfa, así que…
-Si, es una buena amiga mía y le traigo un regalo, ¿sabéis donde puedo encontrarla?- Los niños asintieron. El más mayorcito señaló hacia un pequeño lago.
-Está en la piedra del lago, siempre está ahí.- Asentí y me levante.
-Gracias, nenes.- Me acerqué a Kai de nuevo.


KAI
Esperé a Saya con los brazos cruzados y mirando de reojo a los niños que me miraban boquiabiertos, ¿no había guerreros en la aldea?
Miré a Saya cuando se acercó.
-Creo que deberías ir tú sola. Si necesitas algo estaré por aquí. –la besé en la mejilla, los niños seguían mirándome y alcé una ceja.
-Bueno… -me encogí de hombros.


SAYA
Miré a Kai y asentí.
-Está bien.- Miré a los niños que no apartaban la mirada de Kai. Me reí levemente.
-Mientras puedes contarles tus hazañas a estos críos, parecen intrigados.- Sonreí y me dirigí hacia el lago para encontrarme con Nidy, se alegraría de verme al igual que yo.



NIDY
Estaba sentada en la roca del lago, intentaba hacer figuras con el agua, pero sólo me salía lo de siempre, rizos, curvas…
Suspiré alzando dos largos chorros de agua enredándolos entre sí alzándolo muy alto. En ese lugar era donde mejor me sentía, rodeada de agua, de naturaleza, todo era puro. Dejé caer el agua sobre el lago.



SAYA
Llegué hasta el lago, donde vi a Nidy, sentada en la roca que había en medio del agua.
Sonreí y saqué de mi mochila el tesoro envuelto en el paño sin tocarlo con mis manos.
Suspiré y miré de nuevo a Nidy.
-Vaya, vaya, pero que chica más guapa.- Dije intentando poner voz de hombre. Me acerqué hasta la orilla.
-Te comía hasta la raspa, nena.


NIDY
Me giré cuando oí la voz de Saya…
-¿Saya? –estaba ahí, había venido a verme. Sonreí ampliamente y corrí por el agua hasta llegar a ella, la abracé con fuerza.
-Saya… -la había echado de menos, no había pasado tanto como la última vez, pero siempre me encantaba volver a verla.



SAYA
Sonreí y la abracé cuando vino a mí.
-Hola Nidy.- Me separé levemente y la miré.
-Veo que estás muy bien, me alegro.- Sonreí de nuevo, estaba mucho más mayor que la ultima vez que la vi. No había sido mucho, pero estaba muy cambiada.
-Te he traído algo.


NIDY
Sonreí mirándola, parecía más delgada que la última vez que la vi, ¿no comía bien?
-Con que hayas venido yo me doy totalmente por satisfecha. –sonreí abrazándola de nuevo, deseaba que se quedase…
La miré de nuevo.
-Bueno… supongo que no debo ser desagradecida… ¿qué me has traído?



SAYA
Sonreí y la miré.
-Nidy, ¿te acuerdas cuando era pequeña y te pasabas todo el día en el templo conmigo? Decías, que te gustaría ser como yo de mayor y poder cuidar de la gente como yo lo hacía, que en el fondo querías ser ninfa, ¿no?- La miré.
De pequeña pensaba eso, no sabía si había cambiado de parecer o no.


NIDY
Asentí.
-La verdad es que siempre he querido ser como tú… Ser una ninfa… Nunca he pensado en atarme a ningún hombre, y el contacto físico para mí es algo superficial… supongo que ser ninfa es idóneo para mí. –sonreí.
-Además, sé todo lo que una ninfa debe hacer. –la miré, ella me había enseñado todo lo que sabía sin quererlo.



SAYA
La miré y sonreí.
-Entonces…- Agarré el tesoro y lo destapé.
-… sabrás lo que quiero regalarte, ¿no?- Miré el tesoro y después a ella.
-Estos tesoros tienen algo especial y es que… puedes pedirle un deseo, pero solo uno.- Sonreí de nuevo.
-Y… creo que ya sé el deseo que le voy a pedir.


NIDY
Abrí los ojos ampliamente cuando me enseñó el tesoro del agua, hacía años que no lo veía, era precioso…
-Sa-Saya… -la miré.
-Me… ¿me estás diciendo que… que me vas a dar el tesoro a… mí? ¿Eso quiere decir que podré ser…? –tragué saliva, no podía creérmelo.


SAYA
Asentí y la miré.
-Claro, solo si tú lo deseas de corazón y prometes que cuidarás de él como se merece.- Sonreí.
-Seguro que tú lo harás mejor que yo.- Se lo ofrecí.
-Ten.


NIDY
-¿De… de verdad? –Saya hablaba en serio, quería que yo fuese la ninfa del agua…
Miré el tesoro y después a Saya, era una decisión que antes no habría dudado en aceptar, pero tan de repente…
-Saya… no podré volver a abrazarte… -tragué saliva, quería ser ninfa, era mi sueño, lo que más deseaba, pero verlo tan repentinamente hecho realidad me parecía irreal.



SAYA
La miré y me encogí de hombros.
-Bueno, has dicho que el contacto físico es lo de menos, ¿no? Pues ya está, olvídalo.- Sonreí y miré de nuevo el tesoro.
-No hace falta que lo cojas si no quieres ser ninfa, sabes que no te fuerzo.- La miré.
Estaba dudando, tal vez se había replanteado lo de cuidar del tesoro… la verdad es que era una vida muy esclavizada…


NIDY
Negué con la cabeza varias veces.
-No, no, quiero ser ninfa, Saya, es lo que más quiero… pero quiero abrazarte por última vez. Antes no podía hacerlo porque tú eras ninfa, ahora no podré hacerlo porque lo seré yo… sólo te pido un último abrazo… -suspiré y me acerqué a ella, rodeé su cintura con mis brazos con fuerza.


SAYA
-Vale, tranquila, no se acaba el mundo por un abrazo…- Froté su espalda con mis manos y suspiré.
-Además, tal vez no puedas abrazarme más, pero bueno, vendré a verte alguna vez. Así me contarás que tal te va.- Sonreí de nuevo y me separé para mírala.
-¿Estás lista?


NIDY
Suspiré y asentí. El sólo tocar esa esfera cambiaría toda mi vida…
Tragué saliva y alargué mi mano hasta el tesoro y posé ligeramente mi mano sobre él. Sentí una gran oleada recorrer mi cuerpo desde la punta de mis dedos hasta la nuca pasando por mí enteramente. Cerré los ojos por puro instinto, ¿ya era una ninfa?



SAYA
Sonreí y la miré mientras su cuerpo sufría aquel cambio repentino. Por un momento me vi reflejada en ella.
-Oye, no te queda nada mal el pelo azul.- Solté una risotada y la miré cuando la transformación acabó. Tenía el pelo azul oscuro y su piel había adquirido ese leve tono añil. Sus ojos ya no eran marrones si no azules oscuros al igual que su pelo.
Sonreí de nuevo y la entregué el tesoro.


NIDY
Me miré, mi piel tenía un tono azulado. Agarré uno de mis mechones, ya no era morena… Así era Saya, era como la había conocido a ella. Suspiré, no pensé nunca que llegaría a convertirme en ninfa…
Agarré el tesoro entre mis manos, yo era la única ahora que podía tocarlo, cogerlo, rezarlo, protegerlo…
Bajé la cabeza apretando el tesoro contra mi pecho.



SAYA
La miré y sonreí.
-Pues nada, yo ya he acabado aquí. Espero que seas feliz ahora y que sepas cuidar a la gente, ahora dependen de ti.- Suspiré y miré hacia el pueblo. Ya era hora de marcharme, yo también tenía ganas de volver a casa con los míos.
Miré a Nidy de nuevo son borrar la sonrisa de mi cara.
-Cuídate, ¿vale?


NIDY
Miré a Saya,
-Espera, ¿ya te vas? –adelanté un paso hacia ella.
-Pero… ¿sólo has venido por esto? Pero puedes quedarte un poco más, haremos una fiesta, quédate…


SAYA
Suspiré y la miré.
-Nidy, me gustaría quedarme, pero llevo mucho tiempo viajando de aquí para allá y Kai me ha acompañado… de lo único que tenemos ganas ahora es de poder volver a casa, compréndelo.- La miré y esbocé una leve sonrisa.
-Nosotros también necesitamos descansar…


NIDY
Asentí mordiéndome el labio.
-Supongo que tienes razón, no quisiera que te sintieses más tiempo lejos de casa, ya que para ti es tu hogar, con tu familia… Pero ya sabes que puedes venir cuando tú quieras, Kai compró la casita que hay cerca de aquí, así que cuando desees yo os recibiré. –sonreí.


SAYA
Asentí.
-Lo sé, y yo estaré encantada de volver aquí y de que me recibas.- Sonreí y eché un último vistazo al Lago. Suspiré y miré a Nidy de nuevo.
-Cuídate mucho, peque.- Sonreí ampliamente y me alejé de ella para volver con Kai. Estaría ansioso de volver a su castillo y poner todo en marcha de nuevo.



KAI
Los niños no paraban de hacer preguntas, que cómo luchaba, quién era… Eran muy curiosos. Miré a Saya cuando volvió y guardé la espada, a lo que los niños soltaron un “joooo”, de decepción.
Me incorporé y la miré, esperando a que llegase.
-¿Qué tal ha ido?


SAYA
Me acerqué hasta Kai rodeado de niños.
Sonreí y le miré.
-Bien, me ha ido estupendamente y… veo que a ti también.- Me reí. Los niños no paraban de intentar sacar la espada de Kai de su vaina.
-Como te descuides te la roban.


KAI
Agarré el mango de la espada para que los niños no pudiesen llevársela.
-No te preocupes… -miré a los niños.
-Hey, eso es mío, no me lo quitéis. –les fulminé con la mirada, pero no con rabia, o se asustarían de verdad… sólo retrocedieron riéndose.
-Yo me voy, ala, ahí os quedáis. –me di la vuelta y miré a Saya.
-Cuando tú digas.



SAYA
Me reí cuando los niños “vacilaron” de esa manera a Kai. Se marcharon corriendo cuando Kai empezó a andar dispuesto a marcharse.
Suspiré y miré la Aldea mientras Kai se alejaba.
Volví la mirada a Kai y suspiré de nuevo rascándome la nuca.
-Está bien, podemos irnos ya.- Caminé hasta ponerme a su lado.
-Aquí ya hemos acabado.


NIKY
No me lo podía cree, o me estaba volviendo loco o mis ojos me estaban jugando una mala pasada.
Aquella de allí al fondo no era otra que mi amada Saya, no… no podía ser ella.
Si, si que lo era… sonreí ampliamente y eché a correr hacia ella.
-¡Saya!- Me abalancé sobre ella y la abracé contra mí con fuerza.
-Eres tú, mi amor, sabía que algún día volverías a mí.- La miré agarrándola de la cara con mis manos.
-¿Has decidido abandonar a ese soso de…? ¿Cómo se llamaba? ¿Carlos?- Sonreí de nuevo.
-¡Bah! Da igual, lo importante es que estás aquí conmigo, mi queridísima Saya.- La abracé de nuevo… aun que… sentí una presencia detrás de mí.
Giré la cabeza y vi a… a…
-Uy… si estás tú… aquí…



KAI
Alcé las cejas cuando el plasta de Niky apareció y abrazó a Saya, y ni siquiera me vio hasta el último momento.
-Hombre… Gumersindo, ¿no? ¿Qué tal? –me crucé de brazos, Saya lo apartaría en cuestión de segundos.



NIKY
Miré al graciosillo cuando me llamó… ¿cómo coño me había llamado? ¿Gumer… qué? Compadecía a sus futuros hijos… a saber que nombres le ponía…
-Niky, me llamo Niky, Carlos, no lo olvides.- Volví la mirada a Saya y sonreí.
-Bueno… ¿por dónde íbamos? ¡Ah, si!- Puse morritos.
-¿No me vas ha besar alocadamente?


SAYA
Miré a Niky y alcé una ceja.
-Ejem…- Niky seguía ahí plantado con los morritos preparados… este tío parecía un pulpo, ¿de dónde sacaba tantos brazos?
-Niky, suéltame, anda.- Le miré de nuevo y entrecerré los ojos.
-Quita de una vez, sobón.- Aparté sus manos de un manotazo y me acerqué lo más posible a Kai agarrando su brazo… sabía que Niky volvería al ataque.




NIKY
Miré a Saya cuando me apartó sin darme un beso… jo…
-Pero que mala eres, me tienes muerto de hambre más de diez años y ni si quiera me dejas meterte mano…- Me crucé de brazos y suspiré.
-Vale, vale, ya me estoy quieto…- Miré a… ¿¿cómo cojones se llamaba el espantapájaros ese??
-¿Qué hacéis aquí?


KAI
Agarré a Saya de la cintura cuando se juntó a mí huyendo de Niky.
-Me parece que eso es algo que no te interesa a ti, Bonifacio. –sonreí, si Saya quería decírselo se lo diría ella.
-Por curiosidad, ¿nunca te cansas de molestar a Saya?



NIKY
Alcé las cejas y le miré.
-¿Molestarla? Yo no la molesto.- Fruncí el ceño y miré a mi Saya.
-Lo único que pasa es que llevo pillado por ella desde que era un crío y me repatea el no saber que vio ella en ti.- Me crucé de brazos indignado.
-Se cruza con el primer desconocido que encuentra y se deja hacer maravillas, pero me ofrezco yo y lo único que recibo son guantas.


KAI
Desvié la mirada, la verdad es que estaba en su derecho de sentirse así si llevaba tanto tiempo detrás de ella, pero Saya no quería estar con él…
Miré a Saya y suspiré.
-Esto… ¿quieres despedirte de él o nos marchamos?



SAYA
Miré a Kai mientras Niky hablaba solo.
-Podemos irnos ya, creo que Niky esta algo ocupado con sus quejas para tener que interrumpirle.- Suspiré y miré a Niky que seguía erre que erre.
Miré de nuevo a Kai sin soltar su brazo… sabía que si lo hacía Niky se volvería a lanzar sobre mí.
-Vámonos ya.


NIKY
Miré a Saya… ¿ya se iba?
-O-oye, espera, nenita, ¿ya te vas?- La agarré del brazo para que me mirase.
-Vale, jo… vete sin despedirte ni siquiera de mí…- Hice pucheritos.
-Eres muy malvada…- Suspiré.
-Vale, podéis iros, pero al menos no os vayáis de vacío. Aún os queda un buen camino de regreso a casa.- Les miré.
-Esperad un segundo, no os marchéis todavía, ¿eh?- Me alejé corriendo hacia la que era mi cabaña.
Al poco volví agarrando con una de mis manos las riendas pertenecientes al caballo que me seguía.
-Tomad, os lo regalo, así no tendréis que volver a pie.- Sonreí… tal vez con este regalo… Saya me diese un beso como recompensa.



SAYA
Miré a Niky cuando volvió acompañado de un caballo grisáceo… mierda…
Suspiré y le miré cuando le entregó las riendas a Kai.
Tragué saliva y miré al animal que relinchó. Retrocedí un paso y miré a Niky.
-Esto… gracias… Niky…


KAI
Negué con la cabeza suspirando y agarré las riendas del caballo, lo más seguro es que no lo usásemos, pero lo agarré igual.
-Gracias, Niky, un detalle por tu parte, ¿quieres algo a cambio? Siempre y cuando no sea nada que Saya no quiera hacer, claro está.



NIKY
Miré a Kai de soslayo.
-¿Pero quién te crees que soy? Yo no obligo a Saya ha hacer lo que ella no quiere, solo… hombre… un besito no me vendría nada mal.- Miré a Saya con carita de cordero degollado.
-Venga, anda, solo un besito, no es nada, una niñez… jo…- Me señalé la mejilla.
-Aquí me vale.


SAYA
Miré a Niky y suspiré… ya que se había molestado en traer al animal para nosotros… como él decía, tan solo era un beso… una niñez…
-Está bien, Niky, solo uno y en la mejilla…- Me acerqué para besarle en la mejilla, pero el muy cabrón giró la cabeza justo antes y me besó en los labios… ya sabía yo que algo se tenía guardado. Me aparté con la mano en la boca.
-¡Niky! Nada de trampas…- Le miré cabreada mientras el se reía triunfal.



NIKY
Me reí al ver la cara de Saya después de robarla un beso.
-Je, je, je, je… ¿te has puesto rojita, Saya?- Ella negó con la cabeza, pero se le notaban un montón la mejillas coloradas.
Me reí de nuevo.
-Si es que… algún día caerás, ya lo verás.- Me alejé para dejarles paso y que se fuesen.
-Pues nada, que tengáis buen viaje y, Saya, piensa en mi, ¿vale?- La guiñé un ojo y me encaminé hacia mi cabaña, aún tenía cosas que hacer, pero estaba feliz, al final había besado a Saya…


KAI
Negué con la cabeza y miré a Saya, estaba sonrojada por el beso de Niky, al final se había salido con la suya el capullo…
Suspiré.
-Supongo que ahora estará feliz y una de dos: o a la próxima vez que le veas se creerá que puede hacerlo cuanto quiera, o ya te dejará tranquila. –sonreí y la besé en la sien.
-Si no quieres no tienes por qué montarlo. –señalé al caballo.




SAYA
Miré a Niky mientras se marchaba con una sonrisa de oreja a oreja mientras yo me quedaba ahí como una tonta y encima colorada… como le odiaba…
Miré a Kai y suspiré.
Señaló al caballo el cual relinchó.
-Me da igual, a estas alturas de a vida…-Me encogí de hombros.



KAI
-Como tú quieras. –le miré y acaricié sus crines.
-Entonces montemos. –la cogí de la mano acercándola al caballo y la cogí de la cintura para subirla, sabía que no necesitaba ayuda, pero igualmente lo hice. Me subí tras ella.
-Entonces, ¿volvemos a casa? ¿O quieres hacer algo antes?


SAYA
Me subí al caballo con ayuda de Kai, aun que no me hacía falta, sabía montar a caballo… otra cosa era que les tenía miedo…
Suspiré acomodándome sobre la silla de montar mientras esperaba a que Kai se montase detrás de mí.
-No, podemos irnos ya… - Le miré y asentí.



KAI
Asentí e hice caminar al caballo, haciendo que se adentrase en el bosque, tocaba volver a casa.
El caballo por el momento no parecía dar problemas, y esperaba que siguiese así, no quería que Saya se sintiese incómoda.



SAYA
Suspiré y miré la Aldea mientras nos alejábamos por el bosque. Esperaba que le fuese todo bien a Nidy de hoy en adelante… ser ninfa es una tarea algo difícil, pero confiaba en que ella lo supiese hacer mucho mejor que yo.
Sonreí levemente, seguro que la gente de la Aldea se llevaría una gran sorpresa al ver a Nidy con su nuevo aspecto, sobre todo a Niky.
Suspiré de nuevo y volví la mirada al frente cuando perdí de vista la Aldea Aqua.
Nos adentramos poco a poco en el bosque, estaba empezando a anochecer, así que suponía que pararíamos a dormir, o no…



KAI
Miré el cielo cuando empezó a anochecer.
-Quizá deberíamos parar a comer algo y descansar hasta mañana, ¿no? –no paré el caballo hasta que encontramos un claro donde poder descansar.
-Creo que aquí es un buen lugar. –bajé del caballo y dejé mis cosas en el suelo.
-¿Te apetece comer algo?



SAYA
Me bajé del caballo cuando paramos en el claro para descansar. Miré a Kai y me encogí de hombros.
-Bueno… algo habrá que comer…- Dejé mi mochila enganchada a la silla del caballo, así no estorbaría. El caballo se alejó hasta un pequeño riachuelo donde la hierba era más verde.
Volví la mirada a Kai que dejaba sus cosas en el suelo y me senté a continuación sobre el suelo.



KAI
Saqué la comida de la mochila, esta vez comida en lata que podríamos preparar con fuego.
-Me parece que has cambiado la vida de Nidy, era lo que más quería, ¿no? Además has hecho feliz por unos días a Niky, pero… no te veo contenta. –la cogí de la barbilla para mirarla bien.


SAYA
Miré a Kai cuando me agarró de la barbilla para que le mirase. Suspiré y sonreí levemente.
-Si, estoy contenta, pero…- Negué con la cabeza.
-No es nada, sabes que siempre me preocupo por cosas que son solo tonterías…- Cogí una lata y miré para saber de que era.




KAI
Suspiré.
-Es… ¿por lo del sueño de aquella vez? ¿O alguna otra cosa? Sabes que puedes contármelo, no hace falta que te lo diga, pero… no sé… -la cogí de la cara y la besé en la mejilla.
-No te preocupes. –saqué un mechero para poder encender un fuego.



SAYA
Le miré mientras encendía el fuego.
-No es por el sueño de esta mañana, eso no tiene importancia ninguna…- Suspiré y dejé la lata al lado del fuego para que se calentase.
-Es solo que me preocupa un poco como le afecte a Nidy tener ahora una responsabilidad tan… grande…- Negué con la cabeza.
-Supongo que le irá bien…


KAI
Sonreí.
-A ti no te gustaba ser ninfa porque eres un espíritu libre que necesita estar donde desea y no quieta en un templo y encerrada toda la vida, por eso no lo llevabas bien, pero ella quiere serlo y estaba dispuesta a ello, ¿no? Entonces no tienes de qué preocuparte, y cuando quieras puedes ir a ver qué tal le va. –me encogí de hombros.
-Nada que no sepas ya.



SAYA
-Ya…- Miré el fuego moviendo de vez en cuando la lata para que no se quemase.
-Supongo que tienes razón…- Suspiré sonoramente y me recosté sobre el suelo tumbándome de costado. Apoyé la cabeza en mi brazo y me quedé en silencio escuchando los sonidos del bosque.


KAI
Desvié la mirada moviendo la lata.
-Creo que alguien necesita un abrazo. –sonreí y me tumbé a su lado, rodeando su cintura con mi brazo mientras la besaba en la cabeza.
-Pronto estaremos en casa. –la besé en la nuca.



SAYA
-Lo sé…- Miré el fuego pensativa.
No podía quitarme de encima esa preocupación y esa duda… confiaba en Nidy y sabía que lo haría muy bien, mucho mejor que yo, pero… el saber lo mal que lo pasé yo no me dejaba ver que no a todas las demás ninfas les pasaría lo mismo que a mí… no todas éramos iguales…
Alcé la cabeza cuando un rugido felino interrumpió el silencio del bosque.
Encima de un árbol nos contemplaba una pantera enorme, la cual volvió a rugir.



KAI
Abrí los ojos atento cuando oí un rugido. Observé la pantera que nos acechaba desde un árbol.
-Qué… -susurré, ¿una pantera? ¿De qué circo se había escapado?
Miré la espada, estaba a unos metros de mí, si quería agarrarla sin alterar a la pantera iba a resultar difícil sin una distracción, pero no se lo iba a pedir a Saya.
-Vale… tú que sabes más de naturaleza y tal… ¿sabes qué hacer? –susurré para no alterar al felino.


SAYA
Miré a Kai y alcé las cejas.
-¿Pero que dices? Yo no sé nada de estos animales, una cosa es que me gusten y otra muy diferente es que lo sepa todo de ellos.- Me incliné sobre el suelo sin quitarle ojo al animal que gruñía contemplándonos con sus enormes ojos amarillos.
El felino movió la cabeza hacía donde miraba Kai, su espada. La pantera rugió de nuevo y de un salto se situó frente a Kai en el suelo.
-Atrás, Kai, atrás.- Le agarré de la camisa obligándole a retroceder hacia mí.
La pantera nos miró y dio un par de pasos soltando de vez en cuando gruñidos. Sus ojos se clavaron en las latas de conserva que teníamos calentando… entonces me di cuenta de lo que estaba pasando.
Solté una risotada y agarré mi lata.
-No te preocupes, Kai, no nos hará daño.- Le señalé las latas.
-Creo que le hemos atraído con el olor de la comida.- Sonreí y me acerqué al animal abriendo la lata. La pantera se relamió los bigotes cuando el olor de la lata salió al exterior.
Acerqué la lata de la cual empezó a comer tan tranquilo.
Miré a Kai.
-No tengas miedo, comerá y se irá, punto.- Alargué la mano y acaricié la cabeza de la pantera mientras esta se ponía ciega de albóndigas enlatadas.



KAI
Me quedé algo trastocado cuando vi a la pantera comer la comida de la lata tan manso como un gato casero.
-Vamos, no me jodas. –suspiré llevándome una mano a la cabeza.
-¿Qué clase de bestia felina es? Es… es un minino… -resoplé. Lo bueno es que no nos había llegado a herir…



SAYA
Miré a Kai y me reí levemente.
-No hablemos de mininos, anda.- Volví la mirada a la pantera.
-No me obligues a recordarte que tú también pareces una bestia pero en realidad eres un minino juguetón.- Sonreí y miré al felino mientras se relamía los bigotes y echaba a andar de nuevo hacia el árbol. Me levanté y miré a Kai.
-Uuuh, que miedo, esa pantera me va ha matar ha lametones.- Me reí de nuevo sentándome al lado de Kai.



KAI
Negué con la cabeza.
-De toda la vida las panteras han sido criaturas salvajes y carnívoras, no… gatitos que comen comida en lata… Era normal que estuviese alerta, tú también te has puesto a la defensiva. –miré la lata que había devorado la pantera.
-Mmm, se ha comido la cena… -busqué otra lata en mi bolsa y miré al felino.
-Ladrón.


SAYA
Miré al animal que se subió encima de la rama aún lamiéndose los restos de la salsa de la lata.
La pantera miró a Kai y le dedicó un rugido antes de perderse entre las copas de los árboles.
Sonreí y miré a Kai.
-Anda, cena, no vaya a ser que aparezcan los lobos, los zorros y los conejos, esos si que son peligrosos.- Me reí y me tumbé sobre el suelo.
-En serio, mucho cuidado con los conejos.


KAI
Puse los ojos en blanco.
-Sí, malditos conejos, son los seres más peligrosos de la tierra, no quisiera cruzarme con uno. Como oiga gruñir a un conejo me acojono vivo… -cogí otra lata y la abrí.
-Espero que no aparezca un conejo a robarme la comida, no sabría si podría mirarle a los ojos… -empecé a comer.



SAYA
Le miré y me reí.
-Si, son unos animales muy malos, ¿eh? Pero si los cocinas están muy buenos.- Me reí de nuevo tumbándome de lado.
Suspiré y cerré los ojos sintiendo el calor del fuego en la cara.
-Al menos ahora el único “peligro” que corremos es que los animales nos roben, antes debíamos tener cuidado con los esbirros de Draco, así que…- Me encogí de hombros.



KAI
Asentí.
-Sí, ahora es más fácil, supongo, aún así sigo teniendo mucho pavor a esos animalillos peludos. –imité un escalofrío y seguí comiendo.
-Me gustaría comerme un buen plato de… de lo que quiera que pueda prepararme la cocinera del castillo… -miré la fecha de caducidad de la lata. Obviamente estaba muy lejana de caducar, pero tenía un sabor extraño.



SAYA
Le miré y sonreí.
-No te preocupes, en cuanto lleguemos al Reino podrás comer lo que quieras, ya lo sabes.- Apoyé la cabeza en uno de mis brazos y me encogí bostezando. Estaba tan relajada que había empezado a adormilarme.
Cerré los ojos y dejé que el sueño hiciera efecto en mí, entre el calorcito agradable de la fogata y los ruidillos del bosque…


KAI
Sonreí mirando cómo Saya se iba durmiendo. Después del pequeño incidente con la pantera se había calmado y parecía más tranquila, mejor la dejaba dormir.
Me acerqué y la besé en la cabeza con suavidad, mejor dejarla un poco con el calor, no le vendría mal.
Me senté cerca de ella apoyado en un árbol, cuidando de no transmitirle mi frío, aunque estuviese acostumbrada a él.
Miré al cielo, esperaba que no lloviese en lo que quedaba de camino.



SAYA
Me desperté temprano. La noche anterior había caído dormida en nada y por suerte había dormido del tirón toda la noche a pierna suelta, sin pesadillas ni malos sueños.
Cogí mi mochila y saqué mi cantimplora para poder beber de ella. Cuando fui a beber me acordé de que ya no tenía agua.
Me acerqué al riachuelo y me agaché para llenarla. El caballo estaba pastando a un lado, menos mal que no nos había dado problemas, no al meno a mí.



KAI
Suspiré frotándome la frente al despertarme, la hoguera se había apagado y Saya no estaba, esta mujer desaparecía de repente…
Me incorporé y miré a todas partes, supuse que había ido a beber agua o a cambiarse de ropa a otro lado.
Cogí mi mochila y saqué algo de desayuno, quería volver al camino cuanto antes.


SAYA
Bebí agua cuando terminé de llenar la cantimplora.
Volví hacia donde estaba Kai el cual ya estaba despierto. Le miré y sonreí.
-Buenos días.- Me acerqué a mi mochila y saqué una camiseta limpia, la que llevaba la tenía sudada y manchada de tierra.
-¿Qué tal has dormido?- Le pregunté quitándome la camiseta metiéndola en la mochila para lavarla cuando llegásemos a casa.



KAI
-Bueno… no muy bien, habría dormido mejor si hubiese dormido abrazado a ti, me parece que la costumbre no me deja dormir solo… -me encogí de hombros y seguí comiéndome la magdalena que tenía en la mano.



SAYA
Le miré mientras me ponía la camiseta limpia. Fruncí el ceño algo extrañada y me acerqué.
-¿Y… por qué no lo has hecho?- Cogí una magdalena y la partí por la mitad mirándole.
-¿Te he hecho algo por la noche? Al estar dormida no me he dado cuenta, si te he pegado, lo siento.- Le miré preocupada, esperaba no haberle hecho nada…



KAI
Sonreí y la cogí de la barbilla.
-Que va, si tú no has hecho nada. Lo que pasa es que te he visto tan a gusto junto al fuego que he decidido no transmitirte el frío al menos por una noche. –la besé y seguí desayunando.
-No te preocupes, estoy bien.


SAYA
Le miré aliviada, menos mal, no le había golpeado ni nada…
Le miré y suspiré. Me acerqué hasta él y me coloqué entre sus piernas rodeando su cintura con mis brazos. Apoyé la cabeza en su pecho y suspiré de nuevo sonriendo.
-Eres un tonto, Kai, ¿lo sabias? Con lo que me gusta a mí dormir abrazada a ti y vas y no me abrazas…- Alcé la cabeza y le besé en el cuello.
-Te odio.


KAI
Alcé una ceja, nada de lo que decía iba acorde a lo que hacía, pero bueno…
-Vaya, pues gracias, mi vida, yo… también… -sonreí y la acaricié la nuca y el pelo.
-Ya sé que te gusta dormir conmigo, a mí también, lo que pasa es que te vi tan a gusto junto al fuego que no me atreví a molestarte.


SAYA
Negué con la cabeza sin apartar mi rostro de su cuello.
-Noooo… sabes que prefiero tus fuertes y fríos brazos antes que el fuego de una fogata.- Hice pucheritos y le mordí por la garganta.
-No vuelvas a dejarme sola, me da mucho miedo cuando no me proteges tu por las noches.- Solté una risotada
-Ya me entiendes.


KAI
Puse los ojos en blanco y la besé.
-Seguro… pues si hoy has dormido de maravilla sin tener que aguantar a un tío con las manos heladas bajo la camiseta. –metí las manos debajo de su camiseta, pegándolas a sus riñones.



SAYA
Cogí una bocanada de aire cuando sentí sus manos tan frías sobre la piel de mi espalda.
Sonreí sintiendo como se me ponía la piel de gallina.
Rodeé su cuello con mis brazos acercándome más a él.
-¿Crees que tú frío me desagrada? Todo lo contrario, por que únicamente tú piel es fría, por dentro eres un gatito tierno.


KAI
Apoyé la frente en su hombro.
-Genial, soy un gatito tierno… -la miré.
-Pues el gatito esta noche quiere pasarla despierto con su dueña… -deposité un beso en su cuello acariciando su espalda.



SAYA
Le miré y sonreí.
-¿Despierto? ¿Qué piensas hacer esta noche, ladrón?- Solté una risotada cerrando los ojos mientras me besaba por el cuello. Me mordí el labio sonriendo y dejando que mi piel se erizase por completo.
Le agarré del pelo de la nuca para mirarle.
-¿Qué plan tienes pensado?-Pregunté y me acerqué agarrando su labio inferior entre mis dientes.



KAI
La agarré de la cintura mirándola a los ojos.
-Voy a hacerte ver las estrellas, la luna, y todos los astros del firmamento, vamos a celebrar que volvemos a casa y que nos vamos a casar. –la besé de nuevo, tirando de su labio inferior.
-¿Tienes ya una idea de mi plan?


SAYA
Le miré y alcé las cejas.
-Joder, tu no esperas hasta la noche de la boda, ¿eh?- Solté una risotada y me levanté.
-¿Y no piensas hacer una despedida de soltero? Por qué so si que tenía pensado hacer una, invitando a Natty, a Eri, a Xan… en fin, lo que es una buena despedida de soltera, son un boys incluido y… lo que surja.- Me reí y le miré.
-Tal vez nos emborrachemos y acabemos todas desnudas bañándonos en la fuente de la plaza.- Sonreí picarona.
-¿Te parece un buen plan?- Me reí.



KAI
Me encogí de hombros y sonreí.
-Puedes hacer lo que más te guste de despedida de soltera, siempre y cuando no te enamores de otro. –me rasqué la nuca.
-Eso siempre y cuando me dejes hacer una buena fiesta de soltero organizada por Axel… -me reí.


SAYA
Miré a Kai y me encogí de hombros.
-Ohm, por mí bien, que sea Axel quién la organice, total, es el único fiestero de entre los chicos.- Sonreí y cogí mi mochila colgándola de la silla de montar del caballo.
-¿Nos vamos ya, encanto?


KAI
Alcé las cejas.
-Pero, ¿me lo estás diciendo en serio? Si Axel solo piensa en desmadrarse, emborracharse y contratar señoritas que nos hagan lo innombrable, ¿en serio no te importa nada? –me levanté recogiendo mis cosas extrañado.



SAYA
Solté una risotada y le miré.
-No, por supuesto que no. No sois los únicos que os desmadraréis, nosotras también pensamos contratar a señoritos que nos hagan cosas innombrables e inolvidables.-
Sonreí como un angelito mirando a Kai.



KAI
Alcé las cejas de nuevo y me cargué la mochila a la espalda, ya veía por donde iban los tiros, ella lo que quería era pasárselo bien con otros hombres antes de casarnos y punto…
Suspiré.
-Pero qué mala eres, si tú no eres capaz de hacer eso.



SAYA
Le miré cuando se acercó. Me crucé de brazo y alcé una ceja.
-Ja…- Solté una risotada.
-¿Me estás poniendo a prueba, Kai? Por qué sabes que lo haré, es tan solo una despedida de soltera, nada más, bombón.- Sonreí pasando mi dedo índice por su barbilla.
-Tú puedes hacer lo mismo si lo deseas.


KAI
Me subí al caballo.
-Me parece que no, gracias… -abrí los ojos como platos, iba totalmente en serio… En fin, no podía decirla nada al fin y al cabo.
-Bueno, ¿nos vamos?


SAYA
Le miré cuando se subió al caballo. Me subí detrás de él y me agarré a su camisa para no caerme. Le miré, parecía muy sorprendido…
-¿Estás cabreado?- Seguro que si, Kai era un poco “posesivo” con esas cosas y no le gustaba la idea de verme rodeada de tías salidas mientras un tío cachas se desnuda delante de mí…
Suspiré… hombres, o eres suya o de nadie…



KAI
Negué con la cabeza.
-No, no estoy cabreado… -hice caminar al caballo.
-Es sólo que me ha sorprendido que lo dijeses en serio… pero bueno, ya te lo he dicho, mientras no te enamores… -la verdad es que la idea no me resultaba atractiva pero, ¿qué la iba a decir? No, no montes una fiesta antes de casarnos, no me da la gana que te diviertas… parecería un maldito secuestrador.



SAYA
Me reí y apoyé la barbilla en su hombro.
-¿Enamorarme? ¿De quién voy a enamorarme, Kai? Es el día antes a mi boda, no podría enamorarme de otra persona… sería una traición y no sería correcto, ¿no crees?- Le miré a la cara.
Se notaba que no estaba convencido con la idea de que montase una fiesta…
Suspiré y cerré los ojos un momento.
-No tienes por que preocuparte, no montaré ninguna fiesta.- Le miré y asentí.



KAI
-Pero… pero no te sientas culpable por mí, Saya, puedes montar la fiesta que tú quieras, no quiero ser la razón por la cual no te diviertas. Además, Eri te va a obligar a hacer una fiesta, y sin que te des cuenta te lo va a preparar todo y no vas a poder negarte, así que… -me encogí de hombros. Saya podía, no, debía divertirse, y si yo era un aburrido para ella con más motivo.



SAYA
Le miré y negué.
-Kai, sabes que iba de broma, aun que pareciese que iba en serio. No voy a montar ninguna fiesta y ni Eri ni nadie me va ha obligar, si quiere montar ella la fiesta que la monte, pero yo no iré.- Suspiré y apoyé la barbilla de nuevo en su hombro.
-¿Dónde voy a estar mejor que contigo?


KAI
Bajé los hombros.
-Pues con lo aburrido que soy en comparación a lo fiestera que tú eres en cualquier garito con música. –me reí, supuse que me había equivocado, la muy capulla a veces metía buenas trolas…
-Podrías salir aunque sea con Natty por ahí a dar una vuelta si quisieses, yo me quedaría con Max para no estar solo, sólo si quisieses, claro, también está la opción de pasar el día haciendo el ejercicio que más nos gusta.



SAYA
Sonreí y rodeé su cintura con mis brazos.
-O… también cabe la posibilidad de que… tú y yo salgamos aun garito de música, como dices tú.- Le miré atenta, sabía que la respuesta sería un rotundo y doloroso… bueno, tal vez doloroso no, pero si rotundo NO.
-Y después, hacer ese ejercicio que tanto nos gusta.


KAI
Fruncí el ceño y la miré.
-Espera… -me reí.
-¿Yo? ¿Garito? –volví a reírme.
-¿En serio me ves a mí dentro de un garito con música y rodeado de gente joven tomando alcohol? –me encogí de hombros, nunca había estado en uno, no sabía exactamente como era.


SAYA
Me reí levemente sin dejar de mirarle.
-Sabía que tu reacción sería esa.- Volví a reírme.
-No, Kai, en esos garitos no solo hay jóvenes bebiendo alcohol. También hay jóvenes bailando y… hambrientos de sexo.- Alcé las cejas soltando una risotada.
-Los garitos están para eso… más o menos.


KAI
Asentí.
-Así que con eso me estás diciendo que puede que haya muchachos jóvenes hambrientos de sexo que en el momento que me descuide intentarán seducirte, ¿no? Está bien, me lo apunto, saldremos de allí calentitos y me casaré con un ojo morado… -me reí, quizá eso también supondría que leonas hambrientas se me abalanzasen a mí…



SAYA
Me reí y le miré.
-No, tranquilo, si ven que vamos juntos no harán nada, además te olvidas de algo muy fundamental en todo esto Kai.- Le besé en la mejilla.
-Y es que tú eres el Rey y no osarán tocar a la mujer del Rey mientras que él no ordene lo contrario.- Sonreí.
-¿Me equivoco?


KAI
La miré de reojo.
-No todos en el mundo me conocen y pensarán que pueden hacer lo que les de la gana como si fueses una mujer cualquiera, con pareja o sin ella, y eres una mujer muy codiciada, cualquiera se fía de los niños de hoy en día. –esbocé media sonrisa, en mi reino sí que me conocían, pero, ¿quién me garantizaba que otros no vendrían a intentar a arrebatarme a Saya? Por supuesto no iba a pasar, de eso se encargaba ella misma.


SAYA
Sonreí.
-Bueno, si eso ocurriese, ya sabes de sobra que yo no dejaría que un niñato se me acercase y me tratase como si fuese un par de piernas con tetas.- Me abracé a él con más fuerza apoyando la mejilla en su espalda.
-Sabes que los niños no me interesan, donde estés tú, un hombre hecho y derecho, que se quiten los demás.- Suspiré y cerré los ojos.
-Tú eres el único que me puede tratar como quiera… menos como un par de piernas con tetas, claro, o te machaco.


KAI
-Sabes que nooo lo haré… -puse los ojos en blanco, me quería matar sin haber hecho nada.
-Sabes que también influyen otros factores y otras partes del cuerpo, también está el culo, y otros beneficios de los que puedo disfrutar que no son ni las piernas ni las tetas… -me reí.


SAYA
Solté una risilla sarcástica y le miré.
-Claro, claro, eso será si te dejo yo, majo. Te recuerdo que mi cuerpo es mío y de nadie más, que tu lo “poseas” o te beneficies de él una noche si y otra también no significa que te puedas beneficiar cuando a ti te de la gana, guapito.- Volví a apoyar la cabeza en su hombro.
-Humm.


KAI
Sonreí y descendí mi mano hasta su trasero.
-¿Cómo que no? –lo acaricié riéndome por dentro, sabía que podía hacerla mía cuando quisiese, pero se hacía la dura…
-A mí no me lo parece.



SAYA
Le si un manotazo en la mano apartándola de mi culo.
-Tú cabalga, cochino, y mira al frente no vaya a ser que te tragues una rama y te caigas del caballo.- Volví a cerrar los ojos como si no hubiese pasado nada.
-Y mantén las manos entretenidas con las riendas del caballo y no en otros sitios inadecuados.- Me acomodé suspirando.



KAI
Fruncí el ceño.
-Joder, ya no puedo ni meterle mano a mi mujer tranquilo mientras monto a caballo, ¿qué mierda de país es este? –seguí moviendo al caballo, esperaba llegar pronto y abrazar mi querida cama la cual me traía tan buenos recuerdos y tan buen descanso, benditos colchones.



SAYA
Suspiré cerré los ojos de nuevo. Estaba muy a gusto recostada sobre la espalda de Kai, el cual no volvió a meterme mano en ningún momento… si es que, lo que decía yo iba a misa…
Estaba tan relajada que llegué a dormirme, no sabía cuanto tiempo estuve dormida pero no me importaba mucho. No corríamos peligro y si así pasaba ya se encargaría Kai de avisarme.


KAI
Seguimos viajando todo el día. A la hora de comer no paré, ya que Saya estaba dormida y preferí no despertarla, por lo que seguimos hasta cerca de las siete, llegando al bosque que comunicaba el Reino del Agua con el del Hielo.
Miré al cielo y empezó a nevar sobre nosotros, pronto estaríamos en casa.


SAYA
Abrí los ojos lentamente cuando sentí algo frío caer sobre mi rostro. Me incorporé sentándome bien sobre el caballa. Aún seguía agarrada a Kai, ¿había viajado así todo el rato?
Miré al cielo, había empezado a nevar.
Me froté la cara y miré a Kai.
-¿Por qué no me has despertado? Te he dejado solo mucho tiempo…


KAI
Miré a Saya de reojo cuando me preguntó.
-Estabas dormida y supuse que si no te despertabas era porque necesitabas descansar… -me encogí de hombros.
-Ahora estarás al cien por cien de tus capacidades, espero. –sonreí.


SAYA
Le miré posando las manos en sus hombros.
-¿Al cien por cien? ¿Para qué quieres que esté al cien por cien? ¿Tengo que hacer algo?- Miré el camino, a lo mejor Kai me necesitaba para alguna cosa que obstaculizaba el camino, pero… no vi nada.
Me encogí de hombros y miré el paisaje. El suelo estaba ligeramente lleno de nieve, ya faltaba muy poco.



KAI
Bostecé.
-No, no tienes que hacer nada, simplemente es para saber si estás bien, porque ya falta poco, una o dos horas, lo justo para llegar y acostar a Kai con todos sus peluches, si no lo ha hecho su querido amigo James ya, claro… -sonreí.



SAYA
Sonreí y le miré.
-Pues eso espero, no es que no quiera acostar al niño, pero de lo que tengo ganas es que, en cuanto llegué me daré un buen baño, no una ducha, un buen baño de agua caliente para relajarme un poco. Con espuma y todas esas cosas relajantes…- Me reí levemente y seguí contemplando el camino.



KAI
Sonreí.
-Pues mientras tú te das un buen baño yo con una duchita me vale, porque quiero tirarme en plancha a la cama como si fuese una piscina olímpica… -la acaricié una de sus manos, posadas sobre mis hombros.
-A darnos la buena vida.


SAYA
Sonreí y le miré.
-Me parece muy bien.- Me acerqué más y le besé tras la oreja rodeando sus hombros con uno de mis brazos. Apoyé la cabeza en su hombro y suspiré.
El pobre estaba matado y yo en el fondo me sentía culpable por hacerle venir conmigo. Él intentaba convencerme de lo contrario, pero…
No tardamos mucho en llegar, tan solo una hora y media más o menos.
La ciudad ya estaba en movimiento y de las casa salían las luces pertenecientes a las lámpara interiores, cada uno en sus hogares. Del castillo también salía luz, estarían todos a punto de acostarse…
-Ya hemos llegado.


KAI
Sonreí e hice que el caballo acelerase levemente, quería llegar ya a casa.
-Parece que todo ha vuelto a la normalidad sin esperarnos, la gente vuelve a habitar sus casas como de costumbre… -me dirigí al castillo, mis guardias volvían a custodiar la entrada, pero nos dejaron pasar.
-Al fiiiin.


SAYA
Cuando nos acercamos al castillo, uno de los guardias se acercó y agarró las riendas del caballo en el que íbamos montados. Me bajé de detrás de Kai con la ayuda de otro soldado y miré al castillo con una sonrisa en los labios.
-Bienvenida seáis al fin, mi señora.-Miré al guardia que inclinó la cabeza en señal de respeto… vaya… ¿ya me consideraban su reina o era por qué Kai estaba delante?
-Gracias…- Contesté y sonreí mientras el guardia se llevaba al caballo a los establos.



KAI
Miré a Saya y me encogí de hombros.
-¿Lo ves? –la cogí de la mano y tiré de ella para adentrarnos en los pasillos, como había echado de menos mi castillo y todo lo que allí había.
-Parece que se han ido a la cama, es muy temprano. –miré el gran reloj de cuco que había en la pared, sólo eran las diez y cuarto.



SAYA
Miré a Kai cuando entramos en el castillo. Me encogí de hombros y miré el reloj… la verdad es que el único que estaría dormido sería Kai Jr.
-No sé, tal vez estén en la sala de estar…- Miré hacia la puerta que conducía al gran comedor y después al cuarto de estar donde solían los reyes descansar después de un día de trabajo o… yo que sé.


KAI
Asentí y la miré.
-Puedes ir subiendo, yo les diré que hemos llegado y todo eso. –la besé en la frente y me dirigí a la sala de estar, no sabía cuántos estarían allí, ya que habían surgido roces entre ellos.



SAYA
Asentí y miré a Kai mientras se alejaba hacia la sala de estar. Suspiré y miré las escaleras que conducían a los aposentos de Kai.
Subí las escaleras, me crucé con los empleados cambiando las sábanas y preparándolo todo para que pudiésemos descansar esa noche. Los empleados me miraron e inclinaron la cabeza cuando pasaron por mi lado… pues si… me tenían respeto, como si fuese la reina… ¿estarían enterados de que me volvería a casa con Kai? Pues claro, aquí todo el mundo sabía todo…
Suspiré y caminé hasta encontrarme con el cuarto de mi niño. Abrí la puerta y asomé la cabeza para ver si estaba dormido, y efectivamente, así era, estaba tumbadito en su cama arropado con las mantas.
Sonreí y entré cerrando la puerta tras de mí. Caminé hasta alcanzar la cama donde me incliné levemente para mirarle.
-Ya estamos aquí, peque.- Sonreí y le di un suave beso en la mejilla arropándole bien. Kai hizo ruiditos y se movió hacia un lado, pero por suerte no se despertó. Sonreí de nuevo y salí del cuarto en dirección al de Kai, donde me daría un buen bañito y después a descansar.



KAI
Avisé a los demás de que ya habíamos llegado. No parecieron atender mucho, pero no importaba. Me dirigí hacia las duchas para quitarme la suciedad y el mal olor que pudiera tener por el viaje, quizá acabaría dormido de pie en la ducha, pero era un riesgo que estaba dispuesto a correr.



SAYA
Entré en el baño y llené la bañera hasta arriba de agua caliente de tal manera que el espejo del cuarto de baño y los azulejos de las paredes se empañaron hasta tal punto en que los cuales no se reflejaba nada.
Me quité la ropa dejándola caer al suelo y me recogí el pelo en una coleta rápida. Sonreí y metí un pié en el agua. Cerré los ojos y suspiré cuando la noté tan calentita sobre mi piel. Metí el otro pié y me senté a continuación dejando que el agua mojase todo mi cuerpo aturdido y cansado.
Abrí el jabón y lo eché en el agua que rápidamente cubrió toda la bañera creando una aromática espuma blanca. Me recosté sobre la bañera apoyando la cabeza en ella. Cerré los ojos y suspiré de nuevo sacando una pierna fuerza del agua y dejándola reposar sobre el borde de la bañera
Sonreí y tarareé para mí sola, no me podía creer que estuviese de nuevo en casa.



KAI
Me di una ducha rápida, sin disfrutar mucho del agua limpia y caliente, no era lo que más me gustaba. Me coloqué la toalla alrededor de la cintura y me dirigí a la habitación. Todo seguía igual que antes, la cama, las sábanas… Eso había sido un milagro.
Me acerqué a la cama y poco a poco me fui acomodando en ella, disfrutando del momento.
-Sí, sí… oh… lo adoro. –cerré los ojos acomodando mis músculos resentidos.



SAYA
Al rato salí de la ducha, mi cuerpo entero estaba lleno de espuma. Salí de la bañera y me sequé el cuello con una toalla limpia. Me pasé la toalla por los brazos y el pecho para quitarme la espuma.
Había cogido un ligero camisón azul claro para acostarme, si por mi fuese, dormiría totalmente desnuda.
Me sequé las piernas poniéndome después las braguitas y acto seguido me solté el pelo saliendo del baño.
Encontré a Kai tirado sobre la cama tan solo con una toalla cubriéndole de cintura para abajo.
Sonreí y me acerqué hasta sentarme encima de él con cuidado. Posé mis manos sobre sus hombros y empecé a masajearle con suavidad.



KAI
-Mmm… -sentí que Saya me masajeaba los hombros, eso era el mismísimo cielo y yo estaba muerto…
-No sabes cuánto te adoro… -dejé que me masajease tranquila, me quedaría dormido si seguía así, pero no me importaba en absoluto, era mi querida cama otra vez…


SAYA
Sonreí y seguí haciéndole el masaje por los hombros y por lo ancho y largo de su espalda. Le miré, se notaba que estaba en el paraíso.
Me acerqué y deposité un beso sobre su nuca mojada sin dejar de masajearle con suavidad. Seguro que se quedaría dormido, mejor así, el pobre necesitaba descansar bien.
Le di otro beso en el cuello y otro más en el hombro. Le seguí colmando de besos mientras le masajeaba hasta que se quedase dormido. Después de todo lo que había hecho por mí se merecía eso y mucho más.



KAI
Sentí sus manos recorrer toda mi espalda y sus besos como si fuesen infinitos e incorpóreos, estaba flotando en una nube y… desvariando por el sueño…
-Gra… cias… -caí dormido por fin, y menuda noche me iba a pegar yo en mi camita… mí querida camita… con Saya esta vez.



SAYA
Miré a Kai cuando al final cayó dormido.
Sonreí tiernamente y me levanté para dejar que se tumbase todo lo largo que era. Me tumbé a su lado y me acurruqué junto a él apoyando la cabeza sobre el colchón. Posé mi mano en su pecho desnudo, el cual acaricié con suavidad mientras le miraba…
Me acerqué hasta su rostro y le miré más de cerca.
-Te quiero.- Susurré y acto seguido deposité un beso en sus labios. Volví a tumbarme acurrucada junto a su pecho. Cerré los ojos y esperé a caer yo también rendida, que no fue muy larga la espera…



ÁNIMA
Kai y Saya habían vuelto de su última misión, parecía que Kai estaba agotado y pronto se fueron a la cama. Poco nos faltaba a nosotros irnos también a dormir, sobre las once, Jimmy y yo ya estábamos en nuestro cuarto.
Me puse el camisón y me senté en la cama.
-Parece que ya está, seguro que mañana Kai se encargará de hablar con los sabios y podrás unirte a ellos. –sonreí.


JIMMY
Miré a Ánima y me tumbé boca arriba sobre la cama.
-Ya, bueno, no tengas tanta prisa, Kai viene muy cansado y lo último que querrá mañana es ponerse a arreglar lo mío, dale tiempo, antes tendrá otras cosas que solucionar.- Bostecé.
-¿Tanta prisa tienes en verme con la túnica de los sabios?- La miré y sonreí.


ÁNIMA
Sonreí encogiéndome sobre la cama abrazando mis piernas.
-Es que sé que quieres serlo y me gustaría que lo vieses hecho pronto. –me tumbé sobre él y pasé la yema de mis dedos por su barbilla.
-Jimmy… me pediste matrimonio aquel día en el barco… ¿cuándo vas a querer que nos casemos?


JIMMY
La miré y sonreí.
-Pues, cuando tú quieras, Ánima, todo lo dejo a tu elección.- Sonreí de nuevo y posé mis manos en la parte baja de su espalda.
-Por ejemplo, eso si que espero verlo hecho pronto.- Acaricié la punta de su nariz con la mía acariciando su espalda con mis manos.



ÁNIMA
Sonreí y le besé.
-No me gusta nada que dejes todo a mi elección, así no hay opinión de ambos y sólo hay lo que yo quiero y no me gusta porque me estás malcriando… -acaricié todo su rostro perfecto.


JIMMY
Me reí y la miré.
-¿Qué te estoy malcriando?- Me reí de nuevo y acaricié uno de sus muslos.
-No me digas que no te gusta porque es mentira, preciosa.- La di un beso en el cuello.
-Si te dejo las elecciones a ti es porque quiero que seas tú la que decida que es lo mejor para ti y para mí.- Volví a darla un beso en el otro lado del cuello.
-Yo acataré lo que tú quieras.


ÁNIMA
Me aparté ligeramente para que no llegase a mi cuello.
-No, no intentes distraerme con tus tretas, sabes que siempre caigo… -le tapé los labios con mi mano.
-No quiero ser yo la que decida todo, porque tú eres el que sabe tomar decisiones y las mías pueden ser erróneas, ¿sabes? –hinché los mofletes.
-Así que decide tú también.




JIMMY
Agarré su mano con suavidad apartándola de mi boca. La miré y suspiré.
-Ánima, esto no es una decisión errónea, no puede ser una decisión errónea, tan solo quiero que seas tú la que elija la fecha de nuestra boda, ya está, no te pido que decidas entre la vida y la muerte, nena.- Me reí y la miré.
-Oh, vamos, no te enfades.- Me giré tumbándome sobre ella. La besé por el cuello con suavidad un par de veces.
-¿Te parece tan malo que quiera que seas tú la que decide la fecha?


ÁNIMA
-Me parece malo que quieras que lo decida yo todo, parece que soy la mandamás aquí y que no hay elección para otra cosa… -le miré.
-¿Qué hay de tu opinión? ¿Es que te da igual todo? –bajé la mirada.
-Perdona, no me refiero a eso, es sólo que me siento culpable de ser yo la que decide todo, como si no te pidiese ningún tipo de opinión. –le miré.
-Yo quiero casarme contigo cuando tengamos algo bonito preparado, aunque sea un ramito de flores o algo…


JIMMY
La miré y suspiré quitándome de encima de ella. Me senté sobre la cama y me froté la nuca.
-No todo me da igual, Ánima, pero nada, déjalo, parece que te cuesta mucho elegir algunas cosas, ya me encargaré yo de todo…- Negué con la cabeza.
No la entendía, no la estaba dando a elegir algo malo, tan solo una maldita fecha, solo una simple fecha de boda…
Suspiré y me quedé mirando al suelo.


ÁNIMA
Suspiré sentándome sobre la cama, había vuelto a meter la pata…
-Jimmy… -me acerqué y le abracé por detrás.
-Es que… quiero saber también qué piensas tú… Has dicho que pronto, pero no es algo que pueda decidir yo sola. Puedo decirte tanto dentro de un mes como dentro de un año, yo no sé qué concepto tendrías tú de pronto, es por eso que quiero que también opines. –le cogí de la barbilla para que me mirase.
-¿Sugerencias?



JIMMY
Volví a girar la cabeza cuando me agarró de la nuca y me levanté.
-Olvídalo, ¿vale, Ánima? Ya me encargaré yo de todo, tú no tendrás que mover ni un dedo ya que no puedes hacerlo.- Negué con la cabeza.
-Dios… por una puta fecha…- Salí del cuarto.
Esta mujer se lo tomaba todo a la tremenda, por una simple niñez…



ÁNIMA
Tragué saliva cuando Jimmy salió así del cuarto…
Me senté y suspiré, desvié la mirada al suelo abrazando mis piernas… Si era verdad, era sólo una fecha, pero, ¿qué había de malo en sugerir?
Me tumbé sobre la cama, no sabía si Jimmy volvería y no me gustaría comprobarlo si no lo hacía. Se me encogió el estómago de pensarlo.



JIMMY
Caminé por el pasillo hasta que me alejé de la puerta de mi cuarto.
Me senté en el suelo y me quedé mirando la pared.
Parece que eso de darle a elegir a Ánima era para ella algo muy, muy, malo, algo demasiado difícil, ¿pero porqué?
Ella había sacado el tema, pero… parece que al que siempre le tocaba pringar era al menda…
Suspiré y me revolví el pelo cerrando los ojos.
Estaba claro, no volvería a sacar ese absurdo tema, si ella estaba interesada en casarse que lo demostrase.



ÁNIMA
Esperé largo rato tumbada en la cama, pero Jimmy no volvía, se había enfadado de verdad y no quería volver conmigo. Me senté sintiendo como se me humedecían los ojos y me levanté. Era una maldita fecha, si sería estúpida…
Abrí la puerta y me asomé, pero no le vi.
Suspiré, ¿a dónde habría ido ahora?
Caminé por el pasillo buscándole, tenía que arreglar aquello…


JIMMY
Seguí sentado en medio del pasillo pensando y comiéndome el coco por una gilipollez, pero Ánima me había cabreado de verdad con su inseguridad…
¿Qué si me daba igual todo? Si, claro, por eso estaba ahí, por eso había decidido cambiar, por que me daba todo igual…
Resoplé y apoyé la cabeza en la pared intentando relajarme.


ÁNIMA
Seguí caminando por el pasillo. Estaba todo tan a oscuras y tan silencioso que me pareció una película de miedo, yo y mis caguetas…
Suspiré echando bao, en ese sitio hacía mucho frío. Al fin pude ver a Jimmy sentado en el pasillo, estaba muy enfadado por mi culpa.
Me quedé parada sin saber qué decirle. Le había encontrado, le tenía delante, y sabía su estado de ánimo, ¿y qué le decía?
-J-Jimmy…


JIMMY
Abrí los ojos levemente cuando escuché la voz de Ánima.
Suspiré y los volví a cerrar.
-¿Qué quieres, Ánima? ¿Vienes ha decirme que no eres capaz tú sola de elegir una mierda de fecha? Pues, como sea todo así, mal vamos…- Suspiré con fuerza sin separar la nuca de la pared y sin abrir los ojos.


ÁNIMA
Cerré los ojos con fuerza tragando saliva. Jamás le había visto así de enfadado y no me gustaba para nada, ese no era mi Jimmy…
-Sólo… -me temblaba la maldita voz… -Sólo quería decirte que yo te quiero más que a nada y, bueno, ya lo sabes… pero que por ese motivo yo me casaré contigo cuando sea, el día que sea, como si es mañana mismo, me da igual la fecha siempre y cuando… sigas queriendo casarte conmigo… -no sabía si había hecho bien en decir eso, porque la respuesta me asustaba más que cualquier otra cosa.



JIMMY
Asentí y me levanté. Me crucé de brazos y la miré.
-Eso ya lo sé, entonces, si dices que te da igual el día, la fecha, ¿por qué no eres capaz de poner tú la fecha? Solo te he pedido eso, por que quiero que las cosas sean como tú quieras, para saber que es lo que prefieres y se me haga más fácil el hacerte feliz.- Suspiré.
-No lo hago por que te “malcríe” o te haga la “mandamás”, no, no lo hago por eso, lo hago para que tú puedas ser feliz, ya te lo he dicho, Ánima, yo acataré lo que tú quieras.


ÁNIMA
Bajé la cabeza.
-El problema es que no sé si diciéndolo yo sola no seré feliz únicamente, por eso pedía tu opinión, para… es igual. –le miré.
-¿Tú serás feliz casándonos el día que nos casemos? ¿Sea cuando sea? –me iba a dar un ataque entre el frío, los temblores y el corazón latiendo tan deprisa, me iba a caer redonda al suelo.


JIMMY
La miré y suspiré.
-¿Tú sabes lo qué estás diciendo? ¿Te das cuenta?- Negué con la cabeza.
-¿Cómo no voy a ser feliz el día en el que me case contigo? Es evidente que si lo seré, por eso te pedí que te cases conmigo, ¿no? Me da igual el día, la hora el lugar y todo lo demás, joder…- Suspiré y la miré… estaba quedándose helada, y temblaba como un flan… ¿tendría… miedo?
Suspiré de nuevo y me acerqué a ella. Pasé un brazo por detrás de su espalda y el otro por la parte trasera de sus rodillas cogiéndola finalmente en brazos.
Caminé con ella por el pasillo oscuro hasta la puerta de nuestro cuarto. Abrí la puerta y la cerré con el pie acercándome a la cama.
Deposité a Ánima sobre el colchón con suavidad y la tapé con la manta.
Me senté a su lado y la miré a los ojos.
-Escúchame, me da igual el tiempo que pasemos en la iglesia o donde quiera que se celebre la boda, ni si quiera me importa el día, como ya te he dicho… lo que de verdad me importa es lo que viene después, el tiempo que voy a estar contigo, toda mi vida a tú lado luchando por hacerte feliz, eso es lo único que me importa… nada más.



ÁNIMA
Me tapé la cara con la manta reprimiendo las lágrimas, siempre me hacía llorar, si no era porque se moría era porque me decía estas cosas que me emocionaban. ¡¡Maldito!!
-Te odio… -empecé a llorar como una imbécil, no podía evitarlo.
-Siempre me haces lo mismo, me asustas y luego lo arreglas haciéndome llorar como una niña que acaba de ver Titanic… -le miré por encima de la sábana.
-Entonces si te da igual cuando… casémonos mañana.



JIMMY
Miré a Ánima y solté una risotada.
-¿Mañana?- Esta mujer o calva o con tres pelucas…
Suspiré y negué.
-Me casaría mañana encantado, Ánima, pero, ¿no crees qué esas cosas ahí que prepararlas? Digo.- La miré de nuevo y suspiré.
-De momento, lo único que harás es dormir… ya hablaremos mañana más calmados…


ÁNIMA
Me sequé las lágrimas y me encogí en la cama, tenía razón respecto a eso, pero… ¡¡ah!! ¡Menudo lío con las malditas fechas! ¡Ojala no existiese el espacio tiempo!
-No te vayas, por favor. –me agarré a su brazo para no dejarle irse, si volvía a salir por esa puerta aunque fuese solo para ir al baño me iba a dar un telele de verdad.
-Perdona… Se me va la olla con respecto a estas cosas cada vez que me sueltas cosas así…



JIMMY
Suspiré y la miré cuando me agarró el brazo.
-No voy a irme…- Volví la mirada al suelo.
-Duérmete… yo no me moveré de aquí…- La tapé bien con la manta y suspiré de nuevo apoyando los codos en mis rodillas. Me froté la nuca y me quedé mirando al suelo esperando a que Ánima se durmiese…



ÁNIMA
Me tumbé al lado de Jimmy, pero él no lo hizo, quizá no se quería acostar… Cerré los ojos intentando dormirme, aunque me iba a llevar lo mío después de la movidita que se había montado…
Me abrigué bien, se estaba muy a gusto allí si te tapabas bien.



JIMMY
Miré de reojo a Ánima cuando se tumbó junto a mí, aun que yo estaba sentado sobre el colchón. No tenía sueño y si intentaba conciliarlo lo único conseguiría sería comerme el coco… y por una idiotez…
Suspiré y me froté la cara. Me giré y miré a Ánima. Agarré las mantas y las retiré tumbándome a su lado boca arriba. La agarré del brazo haciendo que se recostase sobre mi pecho y acto seguido volví a taparla con la manta. La besé en la cabeza mientras frotaba la manta con mi mano libre para calentarla, Ánima estaba helada y lo que menos deseaba es que se pusiese enferma.



ÁNIMA
Sonreí cuando Jimmy se tumbó a mi lado, todo era más fácil si él estaba ahí, cuidando de mí.
-No me dejes nunca. –apoyé la frente en su pecho rodeándole la cintura con mi brazo no sin taparme con la manta, aunque su calor corporal ya me satisfacía.



JIMMY
Suspiré y cerré los ojos acercándola más a mí. La volví a besar en la cabeza acariciando su espalda con una de mis manos.
-No lo haré…- La miré y suspiré. Volví a posar la cabeza sobre la almohada y cerré los ojos esperando a ver si podía dormir.
Esperaba que Ánima también durmiese un poco… mañana me ocuparía de organizar cosas importantes…