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viernes, 31 de julio de 2009

Capitulo- V- UN CHORRO DE AGUA FRESCA.

Aquí teneís el capitulo 5, donde descubrireís un secretiro entre dos miembros de la tripulación.


KARA
No pude hacer otra que reírme cuando la sandía cayó sobre la cabeza de Neo. Se lo tenía merecido por ser tan borde. Cuando la chica salió, me acerqué a él y le quité los pedazos de sandía que tenía por el pelo.
-La verdad es que te queda bien la sandía, ¿nunca te lo habían dicho?- Me reí quitándole un pipo de la nariz.
-Deberías tener más cuidado con lo que dices, las mujeres no nos dejamos pisotear así porque sí, ya deberías saberlo.



NEO
Kara se acercó después de que Saya me pegara un brutal puñetazo en la nariz, la sandía había impactado contra mi cabeza reventándose y poniéndome perdido.
Kara me limpió la cara quitándome los pipos.
-Si… esa mujer es una pesadilla… -Me limpié la cara con un trapo.
-No la soporto.- Gruñí y dejé el trapo encima de la mesa.
-Voy a darme una ducha, ahora te ayudo con lo que queda de las provisiones.- Salí quitándome la camiseta por el camino.



KARA
-Uy, que mal genio tienes a veces, tigre.- Dije apartándome para que pudiera pasar, antes de salir de la cocina se había quitado la camiseta, y pude ver su musculosa y enorme espalda. Me mordí el labio.
-Madre mía, que polvo tienes, hijo mío.- Dije volviendo a mis cosas.


NEO
Antes de salir, Kara soltó una frasecita algo tentadora, la verdad. Me giré y la miré cruzándome de brazos.
-Ya sabes que cuando quieras, nena.- Dicho esto, la guiñé un ojo sonriendo. Vaya, agradezco en parte a Saya que hiciera que la sandía se estrellara en mi cabeza.
La miré de arriba abajo y salí de la cocina en dirección a las duchas.




KARA
Me mordí el labio de nuevo, este hombre era mucho hombre, y con su cuerpo escándalo me haría pasar un buen rato. Miré a todas partes, terminé de ordenar la fruta y le seguí hasta las duchas, que por suerte, eran mixtas, y no podía echarme. Cuando llegué ya estaba desnudo, bajo el agua, con la cabeza hacia atrás y haciendo que el agua cayese por su pecho… Ay, madre. Me apoyé en el marco de la puerta, apoyando mi pierna en él y mirándole.
-Qué buen culo.





NEO
Me cago en 10, esta mujer me había seguido hasta las duchas. Giré la cabeza y la miré.
-¿Ya te has decidido?- Pregunté cerrando el grifo y acercándome a ella, estaba totalmente desnudo y empapado, pero me daba igual.
Apoyé uno de mis brazos en la pared justo al lado de su cabeza.
-¿Busca algo, mi capitana?- La pregunté casi en un susurro y esbozando media sonrisa.



KARA
Le miré de arriba abajo juguetona. Era muy musculoso y estaba muy bien formado… y dotado… En conclusión: Estaba para mojar pan.
-Sí, verás… Últimamente ando muy aburrida, te he visto así en pelota picada y he pensado, ¡oye! ¿Por qué no…? –Me acerqué a él posando mi mano en su pecho
- ¿Intentas seducir al piloto de la nave? Y aquí me ves. –dije, y acto seguido mordí su labio inferior tirando de él.


NEO
Sonreí cuando me mordió el labio, no dejé que me soltara, pues me arrimé a ella y la besé agarrándola de la cintura.
-Con que intentar seducir al piloto, ¿eh?- La agarré y la empotré contra la pared de la ducha volviéndola a besar. Esa mujer me volvía loco, tenía temperatura, genio y encima sus curvas me dejaban sin aliento.
-¿Y ahora que hacemos?-La pregunté besándola el cuello.





KARA
Me empotró contra la pared besándome, sonreí agarrándole de la nuca.
-¿Qué qué hacemos? –Solté una risotada.
- Tú me dirás qué hacemos, campeón… -dije mientras le arañaba la espalda con cuidado pero con fiereza.
-Eres tú el que me tiene aquí acorralada, digo yo que algo tendrías pensado.


NEO
Mis manos empezaron a desatarla los nudos de la parte de atrás de su corsé. Una vez despojada de él, me encaminé a por su camisa introduciendo las manos bajo ella. Deslicé los dedos por su vientre mientras la besaba con fogosidad.
-Pues ya que te tengo acorralada, ¿por qué no aprovechar?



KARA
Sonreí ampliamente y le cogí de nuevo de la nuca, besándole con pasión, cogiendo una mano suya y llevándola a mi cachete izquierdo, después palpé bien los músculos de su torso.
-Aprovechemos, aprovechemos.



NEO
La agarré bien del culo, pues era prieto y respingón, como a mi me gustaba, pues Kara era mi mujer 10, incluso su carácter era lo que yo buscaba en una mujer.
Mis labios volvieron a los suyos besándola con fuerza mientras dejaba caer su camisa sobre el suelo.
Me puse de rodillas delante de ella y empecé a besarla el vientre con la misma fuerza con la que la besaba en los labios. Agarré la tira del pantalón desabrochándola el botón.




KARA
Empezó a besarme el estómago, le acaricié la nuca echando mi cabeza hacia atrás, apoyé una mano en la pared, y sin querer, di al interruptor de la ducha, haciendo que ambos nos empapásemos, sonreí excitada mientras el agua se deslizaba por mi cuerpo.
Hice que se levantase, y le agarré de la espalda hincando las uñas, le besé el cuello con fiereza, dejándole una buena marca.




NEO
Esta mujer quería arrancarme la piel a tiras, seguro, o es que era muy fogosa y no se podía estar quieta.
Me besó el cuello dejándome una buena marca, genial, seguro que ahora había cachondeo con el chupetón, pero me daba igual, hacía tiempo que no probaba el calor de una mujer, ¿de que me quejo?
La bajé los pantalones dejando que me mostrara un bonito y sexy tanga negro, a juego con el sujetador.
La agarré uno de sus muslos acariciando la parte de atrás, desde el glúteo hasta la parte de atrás de la rodilla. Presioné la piel con mis dedos haciendo que alzara la pierna hasta la altura de mi cadera. En un momento estábamos pelvis con pelvis. Pasé mi mano por su vientre dirigiéndola hacia arriba con suavidad pasando entre sus pechos.
La agarré de la nuca y la besé introduciendo la lengua en su boca.




KARA
Jadeé excitada por cada roce que me hacía, me volvía loca, hacía mucho que un hombre no me trataba así.
-Me vuelves loca… -le dije, volviendo a juntar mis labios con los suyos, le mordí el labio de abajo y tiré de él pasando mis manos pos sus hombros bajando a su musculoso pecho.




NEO
Esbocé media sonrisa y la besé arrebatándola el sujetador que estaba mojado debido a que la ducha estaba abierta. El agua se deslizaba por su perfecto cuerpo con suavidad haciendo que su aspecto fuese más salvaje y tentador.
La besé el cuello acariciando uno de sus pechos con suavidad mientras escuchaba como jadeaba cerca de mi cuello.
-¿Te vuelvo loca, princesa? Entonces, ¿tu que haces conmigo? Porque me vuelves aún más loco.- Agarré la tirilla de su tanga acariciándola las caderas con las manos abiertas de par en par. Se lo fui bajando muy lentamente notando como se excitaba cada vez más contoneando su esbelta figura y esas curvas que me tenían atrapado.


KARA
Jadeé, agarrándole de la nuca y acariciándole el pelo de la coronilla, le besé con fogosidad, mientras con su ayuda, enredé su cintura con mis piernas apoyando mi espalda a la pared mojada. Le besé el cuello de nuevo, enganché la piel con los dientes y tiré. No era fogosa por cualquier cosa, y es que mi elemento era el fuego, por eso era tan ardiente.



NEO
Mis manos fueron directas a su trasero el cuál agarré con fuerza preparándome para penetrar, pues estaba bastante erecto y mi cuerpo lo pedía a gritos. Esperé un poco para excitarla más.
Una de mis manos fue directa a su entrepierna, la rocé los labios vaginales con la yema de mis dedos mientras la besaba el cuello con ansia.




KARA
Era un cabrón, de los que les molaba torturar, y eso conmigo no iba, porque aquí la que tortura soy yo. Le agarré de la mano.
-Saca tu mano de ahí, pirata, si no quieres que te la corte. – dije apartándola y llevándola de nuevo a mi culo, le volví a besar, haciendo que poco a poco penetrase. Jadeé excitada.
-Esto es lo que me gusta… -comencé a moverme hacia arriba y abajo, agarrándome de su espalda.





NEO
Retiró mi mano, así que a mi capitana no le gustaba la tortura, ¿eh? Bueno, eso tenía fácil arreglo.
Se movió cuando le penetré poco a poco, sonreí y apoyé las palmas de mis manos en la pared jadeando. La besé mientras aumentaba la marcha y el movimiento. Alcé la cabeza haciendo que el agua me refrescara el rostro.
Mis manos agarraron los cachetes de su culo haciendo que la penetración fuera más intensa y acentuada.
-¿Es esto lo que quieres?-Dije entre jadeos.

KARA
Mi cuerpo estaba aumentando de temperatura, yo no podía evitarlo, era mi naturaleza. Él al ser humano posiblemente se quemaría, por suerte el agua hacía que mi temperatura se contrarrestase, por lo que no me preocupé, ya se quejaría si le quemaba.
-Sí… -respondí a su pregunta besándole con intensidad.


NEO
La cosa iba bien, Kara estaba disfrutando, al igual que yo, pues era ardiente y sensual.
Yo la entregaba todo, pues era lo que quería y estaba dispuesto a dárselo.
La agarré fuertemente de las piernas envistiendo con intensidad pero sin mucha fuerza, pues no quería pasarme.
Jadeé dejando escapar un par de gemidos.
-Uf, nena…me quemas.-Sonreí y seguí aumentando la velocidad. Moví la pelvis y la cadera hacia arriba y abajo acariciándola el pecho empapado por el agua.



KARA
Sonreí, se estaba quemando, y era lógico, se tendría que dar una buena ducha de agua fría si no quería salir con secuelas… je, je…
-Lo siento, nene, es mi naturaleza… -tuve que callarme porque gemí, apretando las uñas en su carne.
-Madre mía, Neo… -le alabé jadeando.


NEO
Sonreí y la mordí el labio cuando gimió, quemaba, es verdad, pues su elemento es el fuego y como no, era ardiente tanto por fuera como por dentro.
-No te preocupes… -Jadeé y gemí.-… me gusta esta sensación.- La dije jadeando y sudando, menos mal que el agua caía fresca y me limpiaba la espalda.
Mis penetraciones eran mucho más considerables a medida que subía la temperatura y la excitación. Gemí agarrándome a ella clavándola los dedos en la piel de su espalda.




KARA
Estaba segura de que pronto llegaría al clímax, le agarré del pelo entrelazando mis dedos en él, jadeando de forma algo escandalosa, suerte que no había nadie por esta parte de la nave, pues estaba que casi se caía a cachos y no nos atrevíamos a acercarnos, pero…
-Vamos, campeón, sé que tú puedes… -dije animándole, mientras le daba un buen mordisco en el hombro.



NEO
Me mordió el hombro.
-Auch… no me muerdas.- Sonreí y para vengarme, envestí una vez con fuerza y fiereza.
Después volví a la marcha de antes, fue difícil, pues me encantaba la sensación de hacerla mía. Jadeé alto y gemí casi al mismo volumen que ella.
Estaba a punto de llegar, sentía como la quemazón de mi interior se acumulaba en el estómago y subía.
-Dios… estoy a punto, Kara.-La comenté excitadísimo.



KARA
Estaba a punto, este hombre era una máquina sexual, me volvía loca, apreté su espalda con los dedos, estaba tan excitada que no podía contenerme, por lo que gemía en alto, sin importarme quién escuchase.
-Neo… -jadeé. Alcé la cabeza y grité teniendo un orgasmo, él aún no había llegado, debía ser muy potente, la verdad, yo le agarré de la cabeza esperando a que llegase él también.




NEO
Kara tuvo el orgasmo antes que yo, cerré los ojos con fuerza tensando los cachetes del culo dejando que al fin escapara el orgasmo.
Eyaculé con potencia, pues hacía mucho que no estaba con una mujer, y eso de masturbarme no era lo mío… además… no había tiempo.
Respiré hondo jadeando, solté a Kara con cuidado, pero sin apartarla de mí.
Sonreí y la miré.
-Eres todo un volcán.-Me reí levemente jadeando. Me eché el pelo hacia atrás, estaba chorreando de agua, cerré el grifo y suspiré.


KARA
Respiré fuerte un par de veces y seguido, estaba agotada, sonreí mirándole.
-Eres todo un fiera, tigre. –cogí una toalla colgada y me tapé saliendo de la ducha.
-Ha sido un placer, piloto. –dije guiñándole un ojo y saliendo de la sala de las duchas con mi ropa mojada en el brazo.



NEO
Me apoyé en la pared tapándome con una toalla de cintura para abajo. Sonreí y la miré.
-Cuando quiera, mi capitana.- Esbocé media sonrisa y salí a los pocos minutos después de ella.
Esta mujer… ya era mía, le tenía en el bote.
Salí y me encontré con Erika que iba con unas toallas limpias, me imagino para la acampada en el reino de las hadas. Pasé de largo y sin mirarla, acto seguido entré en mi camarote a vestirme.


ERIKA
El Jefe me había ordenado ir a por unas toallas a las duchas, esperaba no encontrarme con ninguno de mis compañeros masculinos, sino…
Estábamos preparándonos para abandonar la nave e ir a pasar la noche al pueblo de las hadas y así dejar trabajar a los mecánicos.
Me acerqué a las duchas y me quedé algo cortada cuando vi salir a Kara y luego a Neo… Se suponía que el Jefe había escrito unas normas, el horario de las duchas, aunque fuera mixta, al Jefe no le gustaba tener a ninguna mujer cerca cuando tomaba un baño, así que la normativa era que por la mañana nos duchásemos las mujeres y por la noche los hombre, antes de cenar.
Me encogí de hombros, pues sabía perfectamente lo que había pasado, pero no era de mi incumbencia.

Capítulo IV - CUANDO TODO COMENZÓ

Sigue la historia, aquí os encontraréis una sorpresita :P


KAI
La Quimera había sufrido numerosos daños. Gran parte de la nave estaba destrozada, la sala de máquinas incendiada, había afectado a tres máquinas, y bajamos a tierra a base de usar las calderas, que iban mucho más lentas y la nave iba dando tumbos de vez en cuando. Como siempre, Jim echó la pota un par de veces y Neo estaba de un humor de perros por haberse quedado su “tesoro” en tan mal estado. La nación más cercana a nuestros pies era el País de la Naturaleza, donde habitaban los duendes y hadas, seres… pesados y ñoños. Aunque tenía un buen recuerdo de ese lugar, y fue donde Saya y yo nos declaramos, por así decirlo, aunque ahora ya daba igual, lo nuestro había acabado de la misma manera que empezó: repentinamente.

Aterrizamos en el puerto, a las afueras del bosque, donde era casi todo ciudad. Había muchas más naves, algunas de transporte, otras de mercancías… supuse que la única nave rebelde era la nuestra, pero había que mantenerse alerta por si las moscas. Neo no quiso separarse de Quimera ni un segundo, por lo que se quedó en la nave junto con Kara, custodiándola, mientras Jim y Erika se iban a por los materiales necesarios para repararla. Saya y yo fuimos a por provisiones. El estúpido del lobito nos siguió, ¿por qué no le pegaría un tiro? Ah, ya, porque luego Saya me lo pegaría a mí.


SAYA
Aterrizamos en un puerto para reparar la nave y reunir provisiones. Kara y Neo, al fin me aprendí los nombres, se quedaron dentro de la nave, Jim y Erika por otro lado y a mi, como no, me tocó ir con Kai, por si se me ocurría escaparme. Me tenía vigilada el muy desgraciado.
Menos mal que Tigre nos acompañaba, caminaba a mi lado derecho y de vez en cuando me lamía el brazo para que yo la acariciara el lomo o cualquier lado.
Suspiré mirando las demás naves intrigada. Giré la cabeza y miré a Kai. Su semblante era más serio que de costumbre, parecía más… ¿viejo? Me reí por lo bajo acariciando de nuevo el morro de mi lobo.
-¿Dónde vamos?- Le pregunté mirándole de reojo.



KAI
-A una tienda. –dije secamente, aunque bueno, mejor aumentar la información, o preguntaría más.
-Vamos a comprar provisiones y buscaré una herrería que arregle las armas que Jim no sabe arreglar. Después acamparemos en el bosque, hasta que arreglen la nave.



SAYA
Asentí ligeramente y le miré, sonreí y me acerqué dándole un beso en la mejilla.
-Gracias por ayudarme.- Dije simplemente, siempre que me salvaba la vida, nunca se lo agradecía, incluso estando como pareja, era uno de mis fallos.
-Pues nada, a por provisiones.


KAI
Y me lo agradecía ahora, ahora que ya me había olvidado, pues nada, que me de las gracias, ya se las tendría que dar yo por alguna otra cosa, aunque no fuese mi estilo pronunciar las palabras “por favor” y “gracias”.
Divisé una pequeña tienda en la cual había un escaparate con verduras y frutas.
-Bueno, en esta nación no se puede pedir carne. Neo enfurecerá. –entré seguido de Saya.
-Por cierto, el perro no puede entrar. –dije, antes de que ese… bicho entrase después de Saya.




SAYA
Entramos en una tienda de verduras y frutas, entró primero Kai y después yo. Vi que Kai se giraba hacia mí y miraba a Tigre.
-¿Perdón? ¿Los perros?- Sonreí.
-¿Entonces que haces tú dentro de la tienda?- Le empujé y le aparté entrando dentro de la tienda. Seguía siendo un gilipollas. Me hacía enfurecer de verdad. Caminé por uno de los corredores llenos de frutas y de verduras.


KAI
Puse los ojos en blanco y miré al lobo.
-Tú quieto ahí. –sabía que ese bicho no me odiaba, si no, no me habría “intentado” salvar aquella vez, hace mucho tiempo, y yo no es que le odiase, pero desde un principio, cuando aún estábamos casados, le había cogido rabia, no entendía muy bien por qué, pero ese bicho no me caía bien. Me acerqué a un puesto, cogí una manzana, la miré bien, estaba madura, de modo que la di un mordisco paseándome por los pasillos de la tienda.


SAYA
Me crucé con Kai por el pasillo de al lado por el cual iba él.
-¿Ahora te dedicas a robar fruta?-Pregunté con tono guasón. Me puse en frente de él y le miré a los ojos mientras mordía de su misma manzana. Sonreí y pasé de largo sin dejar de mirarle.
Se pensaba que me intimidaba, era cierto, pero yo también le intimidaba a él.
Salí de la tienda y le esperé apoyada en le marco de la puerta, que se las arreglara el mismo.




KAI
Mordió de mi manzana, entonces dejé de masticar el cacho que tenía en la boca, ¿qué tenía esa mujer en la cabeza? Tragué.
-¿Y tú te dedicas a robar de la fruta de otros? –pregunté mirando el mordisco. Ese mordisco cargado de… buah, paso. Se quedó mirándome, ¿qué? ¿Tenía monos en la cara o es que…? Oh, genial, me estaba…
-Esto ha sido por el beso, ¿a que sí? –salió de la tienda dejándome solo.
-Gracias. –dije con sarcasmo.


Al rato salí de la tienda con un buen saco lleno de frutas, ella esperaba en la puerta.
-¿Qué? ¿Nos vamos? –la puerta era tan pequeña que el saco no entraba bien, por lo que la di en la cabeza con él.
-Se siente. –dije canturreando.



SAYA
Al fin salió, cargado con un saco, al salir me golpeó la cabeza y encima se burló. Fruncí el ceño y cogí un tomate pocho, con moho y picado. Estaba en el suelo al lado de un canasto de tomates. Entrecerré los ojos y corrí hacia él espachurrándoselo en la cabeza. Todo el jugo del tomate le resbaló por la nuca y la cara, pasé por su lado y le miré sonriendo.
-Se siente.- Canturreé.


KAI
Me atizó con un tomate podrido en toda la coronilla y encima me hizo burla, como esperaba. Ella no se dio cuenta de que llevaba un plátano abierto en mi mano, el cual le espachurré en el centro de la cabeza.
-Te conozco demasiado, Saya, y no malgastes más fruta. –la miré bien, tenía un aspecto bastante cómico, no tuve otra que reírme.



SAYA
Como lo sabía, siempre guardaba algo para mí. Me plantó un plátano en toda la cabeza. Sonreí y me lo quité, estaba espachurrado.
-Kai.- Contesté sonriente. Acto seguido le hice la zancadilla haciendo que cayera hacia atrás, me subí encima de él y le restregué lo que quedaba de plátano en toda la geta.



KAI
-Oh, Dios, pareces una cría, mira como me has puesto. –dije limpiándome el plátano de la cara con la mano, se lo pasé por la frente y haciéndole marcas de indio.
-Vaya, ahora ya pareces una nativa del lugar. –dije levantándome del suelo y levantándola a ella, debíamos estar haciendo un ridículo espantoso.
-Anda, busquemos una fuente, o un manantial, que de eso aquí sobran. –dije quitándome un poco de plátano del ojo.
-Genial, ya verás como pase un mono por aquí si no me come la cabeza.



SAYA: Me reí divertida, pues la verdad es que me lo estaba pasando muy bien junto a él. Me levanté limpiándome el plátano de la frente, marcas indias dice.
Sonreí de nuevo quitándole un trozo de tomate del hombro.
-Si, será mejor.- Me miré la ropa, pues la camiseta negra la tenía manchada del tomate.
-Vaya por Dios, creo que me a salpicado cuando te lo he estrellado en la cabeza.- Me reí melodiosa volviendo mi mirada a le de él.
-Vamos, sobrevolando la zona he visto una fuente a pocos minutos de aquí. Está en una pequeña plazoleta, dentro de la ciudad.- Dije caminando hacia allí.
-Y para que veas que no soy rencorosa, limpiaré tu camisa.- Sonreí de nuevo y miré a Tigre.
-Ve a la nave, nos las arreglaremos solos, cachorro.- Mi lobo se acercó y me lamió lacara quitándome el resto del plátano, acto seguido se marchó hacia la nave.
-Ala, ya no te molestará, pero ten cuidado con lo que haces, yo también te vigilo.- Le miré sospechosa, seguro que notaría que iba de broma.
A los pocos minutos como dije yo, llegamos a la fuente de la plazoleta. Me acerqué y me lavé la cara con el agua. Cerré los ojos al sentirla tan fresca sobre mi piel, pues yo estaba hecha de ese elemento y no podía vivir sin el agua.
Me mojé la nuca retirándome el pelo hacia un lado.
-Dios… lo que daría por un bañito.- Dije para mí misma, pero seguro que Kai lo había escuchado. Me erguí y le miré.
-¿Ves? Una fuente.- Me llevé la mano al cinturón que se cruzaba con otro en mi vientre, con un movimiento ligero de los dedos, el cinturón se desprendió quitándome la capa de arriba que cubría mis pechos.
Me quedé con la camiseta de abajo que estaba manchada de tomate. Me miré una marca debajo del ombligo que seguro Kai reconocería, me giré levemente para que no se diera cuenta.
Pues esa marca era fatal para los dos, es la cicatriz que me dejó Rikki al atravesarme con su espalada y llevándose por medio al que sería nuestro primer hijo. Suspiré y me mojé la camiseta en la zona de la mancha dándole la espalda a Kai.
No quería que notase que me había puesto nerviosa y menos con temas que para él pertenecen al pasado, pero que para mí estaban presentes. Deslicé las yemas de mis dedos índice y corazón acariciando la cicatriz. Mis ojos se encharcaron por un momento recordando aquella escena.


KAI:
Cuando Saya se quitó la camiseta me dio una punzada en el corazón, pero intenté disimular, no me gustaba mostrar mis emociones, y estaba claro que aún me dolía lo que sufrimos ambos. Yo aún no estaba preparado para tener hijos, eso estaba claro, aún éramos muy jóvenes, yo solo tenía diecisiete años, pero simplemente me dolía el verle tan abatida y dolida. También el miedo de perderla había sido insoportable, y es lo que me dolía más cada vez que veía esa herida.
Suspiré apoyándome en el borde de la frente, cogí agua y me eché en la cara.
-…¿Te sigue doliendo? –le pregunté cuando vi que la rozaba. Entonces vi que sus ojos se encharcaban
-Eh, ¿estás bien? –le pregunté acercándome.



SAYA:
Kai me pilló, no se le escapaba ni una. Le miré de reojo.
-¿Eh?... n-no… no me duele… - Balbuceé a causa de los nervios, que para colmo descubrió también que tenía ganas de llorar.
-No es nada, Kai, tranquilo.- Me mojé la cara con el agua de la fuente secándome las lágrimas.
-Sensiblerías, y se que eso a ti no te gusta…- Miré su camisa.
-Trae, deja que te la limpie, no querrás dar imagen de jefe pirata guarro.- Sonreí levemente esperando a que me diera su camisa.



KAI:
Sabía que lo estaba pasando mal, y… aunque ya no estuviésemos casados, podía ser su amigo, ¿no? Me quité la camiseta, pero no se la di, la dejé apartada, para no marcharla a ella cuando la abracé, aún sentado en la fuente, hice que apoyase la cabeza en mi pecho, sabía que quería llorar, siempre lo sabía.
-Llora, no te avergüences por mí.



SAYA:
Se quitó la camisa y cuando fui a cogerla para lavársela, Kai la dejó apartada y me abrazó contra su pecho desnudo.
Me quedé atónita, pues no me imaginaba esa reacción en él. Mis manos pasaron a su espalda, una a la nuca y la otra a la altura de los omoplato. Mi respiración se agitó, cerré los ojos dejando que las lágrimas se me escaparan.
Apoyé la frente en su pecho, escuchaba su corazón, su palpitar, su piel, su olor…
Me vinieron a la mente tantas cosas, tantos recuerdos…Le quería, aún, le amaba.
Suspiré deslizando mis manos a lo largo de su espalda, me separé y le miré a los ojos.
Me quedé mirándole un par de minutos que para mí fueron eternos.
Cerré los ojos y me separé de él casi bruscamente y agarré la camisa.
-Perdemos el tiempo, te lavaré la camisa y nos marcharemos.-Mojé la zona dónde estaba la mancha y froté para que se disolviera.



KAI:
Como me imaginaba, Saya lo único que quería era desahogarse. En cuanto lloró un par de lágrimas en mi pecho se separó bruscamente y empezó a limpiar la camisa. No quería darme ninguna esperanza, pues no la había ya. Eran seis años los que llevábamos separados y no iba a cambiar la cosa ahora, y me dolía, pero lo aceptaba.
Suspiré y metí la mano en el agua, no estaba del todo fría, de modo que le bajé un par de grados con mi temperatura corporal, y bebí un poco, después me eché por la nuca y el pelo, que lo tenía lleno de tomate.
Se hizo un silencio incómodo mientras yo me limpiaba y ella lavaba mi camisa, pero a estas alturas de la vida, ¿quién lo iba a romper?
Antes sí, antes llegaba siempre alguien que hacía que esto no fuese más difícil, pero ahora estábamos solos, ¿rompería ella el silencio pidiendo que nos marcháramos, quizá?



SAYA:
Terminé de lavar la camisa de Kai que se lavaba el pelo y la nuca, yo también debía de lavármelo. Colgué la camisa en la rama de un árbol cercano y metí la cabeza bajo la fuente. Suspiré, pues estaba más fresca que antes, casi helada, seguro que había sido él, mejor, así se me refrescarían las ideas.
Me aparté de la fuente y eché la cabeza hacia atrás libre de plátano.
Agarré de nuevo la camisa y me acerqué a Kai.
-Ya está, impecable, algo mojada, pero limpia al fin y al cabo.- Se la entregué.
-A propósito… ¿Por qué me besaste?- Le miré a los ojos, sabía muy bien por que, pero desde entonces no me comentó nada y yo no pregunté si quiera.




KAI:
Menuda perlita me acaba de soltar. Seguro que era por rencor. Lo más seguro es que la hubiese gustado, nunca había rechazado mis besos, pero ahora que ya no había nada entre nosotros quizá la molestó.
-Pues… no lo sé, para darte suerte, llevarme suerte tuya, porque quizá no te volvía a ver, yo qué sé, son muchas cosas, no le tomes importancia, sabes que a veces hago cosas incoherentes.
Cogí la camisa y la eché a mi hombro, no me la iba a poner mojada, se arrugaría. Además, hacía una temperatura algo alta por la humedad concentrada, de modo que no me vendría mal.


SAYA
Me contestó, pero no era lo que realmente sentía ni lo realmente era. Se echó la camisa al hombro, yo me puse de nuevo los cinturones dispuesta a seguirle.
Miré el suelo indecisa, levanté la cabeza y me acerqué de nuevo a él, muy cerca.
Cogí aire y me atreví a perderme en su mirada.
-Hazlo de nuevo.-Dije casi en un susurro, seguro que se negaría, pero me daba igual, al menos lo intentaría.
-Bésame de nuevo.- Quería sentir sus labios contra los míos una vez más, fríos y ardientes a la vez. Su lengua deslizándose junto con la mía.
Mi mano fue directa a su nuca que acaricié con suavidad enredando los dedos con su pelo. Respiré agitada, y sin pensármelo hice que se arrimara mí juntando por fin sus labios a los míos, que los besé con desesperación y pasión.



KAI:
Me pidió que la besase de nuevo. Esta mujer me mataría con el tiempo, ¿de repente estaba enamorada de mí de nuevo? No podía explicarme las reacciones de Saya, pero ante todo, seguí su beso, con la misma pasión, la había echado de menos. A ella, a sus labios, a su piel, todo su cuerpo puro y perfecto era ahora lo que más codiciaba, más que cualquier tesoro. Posé las manos en su espalda, moviendo mis labios al compás de los suyos, con pasión, con la respiración agitada, con mis manos aferrándose a su piel como se la necesitase para vivir.
Era una reacción poco propia de mí perder los estribos, pero no estábamos en peligro, no afectaría en absoluto, salvo que después ella se arrepintiese, que no lo vería extraño, pero lo respetaría. Yo hacía lo imposible porque ella fuese feliz.



SAYA:
Respondió a mi beso con la misma pasión que yo le brindaba, todas las células de mí cuerpo cobraron vida haciendo que sintiera un escalofrío por la espalda, desde el coxis hasta la nuca. Cada movimiento que hacía con los labios, yo le respondía con otro distinto, saboreándole. Me aparté un poco para coger aire, pero no duré nada sin volver a encerrar sus labios entre los míos apasionados y ardientes. Le agarré de la nuca y me quedé mirándole a los ojos sin apartar el rostro del suyo, nuestros labios se rozaban cada vez que jadeábamos.
-Esto… es un beso.-Sonreí y dicho esto, le volví a besar, pues habían pasado seis años, pero aún así no podía dejar de quererle, desearle. Quería beber de su cuerpo frío, que me acariciara, como lo hacía antes, que me sedujera como él solo sabía. Sentime suya, darle todo lo que quisiera…pues eso era, le pertenecía, solo a él. Atrapé su labio inferior entre los míos y tiré con suavidad, pues mis besos eran así. Le miré jadeando y aún pegada a su cuerpo perfecto y del que tenía ganas.



KAI:
¿Era esto definitivamente una reconciliación? A mí verdaderamente me gustaría que así fuese, que volviésemos a estar juntos, que cada vez que tuviese sed de sus labios bebiese de ellos, que cada vez que necesitase compañía, sus brazos me la diesen. Muchos años llevaba ya sin ello, y el que volviese a mí era una idea que realmente me tentaba. Acaricié su pelo, entrelazando mis dedos en él, para sujetarla de la cabeza mientras seguía besándola. Esos labios que tan loco me tenían desde hacía años, que se derretían en los míos al contacto, pues ella era como el agua, flexible y fría. Cuando nos separamos levemente para coger aire yo aún la tenía agarrada de la cabeza, no nos separamos más de dejar nuestras narices juntas, aún con los ojos cerrados sonreí.
-¿Sabes que este es el lugar donde nos besamos por primera vez? –pregunté, y la di otro beso, más corto.



SAYA:
No sabía como explicar lo que sentía, lo que me hacía sentir aquel hombre, cada vez que me rozaba, con una mirada suya ya me tendría haciendo lo que él deseara.
¿Con una sonrisa? Mi mundo giraba en torno a él. ¿Con un beso? Sentía que había esperanza y la pasión que tan enjaulada he tenido durante estos seis años, salía a la luz a través de mis besos y mis caricias.
Me tenía agarrada de la cabeza para que la distancia fuera pésima entre sus labios y los míos. Sonreí cuando se acordó que en este mismo sitio dejé que me tocara.
-Si… nunca olvidaré, donde y como fue la primera vez que me besaste.- Le agarré de la espalda presionando suavemente mis dedos sobre su fría piel besándole de nuevo. Pues estar lejos de ellos me hacía sentir… mal.
-Sabes que siempre he sido tuya, lo sabes y te lo repito.- Le dije entre jadeos y mis labios fueron directos a su cuello, que lo rocé antes de depositar intensos besos sobre su piel, pues sabía que eso le volvía loco. La alarma de la Quimera interrumpió nuestro momento de besos y caricias. Me imagino que era para avisarnos de que nos reuniésemos para ver dónde acampábamos esta noche. Apoyé la frente en el pecho de Kai por un momento, suspiré y me separé lentamente de él.
-Te reclaman, Jefe.- Sonreí y me puse en camino. Giré la cabeza y le mire.
-Por si te quedas con la duda, sí, te quiero.- Volví la cabeza al frente y seguí caminado hacia la Quimera.


KAI:
Siguió besándome, agarrándome con ansia, y yo no me separaba de ella. Ambos seguíamos enamorados, y el separarnos fue, ahora lo entendía, un error. Ella había sufrido, yo había sufrido, y… Kai también había sufrido, no pasaron dos meses desde que nació cuando Saya decidió que nos separáramos, desde entonces no pasaba ni tres días seguidos con mi hijo. Ahora ese no era el caso, la alarma había sonado, y Saya se separó de mí. Me quedé callado y quieto mientras se fue alejando.
-…Yo… también. –dije, aunque dudaba que lo hubiese oído, lo había dicho muy bajo.


SAYA:
Sonreí cuando le escuché decir que el también me seguía queriendo, pues ya lo sabía, había insistido mucho en que me quedara en la Quimera con la excusa de que era importante para la misión y que podíamos colaborar ambos, pero… La verdad es que él quería tenerme cerca, aunque nunca lo dijese abiertamente. Se quedó quieto y callado, me giré y le miré.
-¿Pasa algo? ¿He dicho algo que no te gustara?-Pregunté con preocupación acercándome un par de pasos. Tenía miedo de meter la pata de nuevo y separarme de él.
-Si hay algo que he hecho o dicho que no te haya gustado… dímelo.- Le miré indecisa y dudosa, a lo mejor me había tomado muchas confianzas después de seis años, pero la verdad es que no me arrepentía de haberle besado.



KAI:
-¿Qué? No, no es nada. Eso sólo que… no sé, te has separado tan repentinamente que… -dije serio.
-Es igual, vayamos a la nave, nos necesitan ahora. –cogí el saco con las provisiones y me lo cargué al hombro, comencé a andar en dirección al puerto, me giré y la miré.
-¿Vienes?



SAYA:
Bajé la cabeza y miré al suelo, seguro que él esperaba algo más… Deseaba darle todo lo que él quería, pero no era el mejor momento, pues la tripulación nos esperaba… Bueno, a su Jefe. Suspiré y anduve hasta situarme a su lado.
-Pues claro que voy.-Sonreí alzando una de mis cejas juguetona.
-No eres capaz de apañártelas sin mí.-Mi sonrisa se ensanchó y le agarré del dedo índice un momento.
-Vamos.- Empecé a andar a su lado camino del puerto. Llegamos a los pocos minutos, Erika y Jim ya habían llegado hace rato y estaban junto a Tigre que permanecía tumbado en la sombra.
Al ver a Jim me acordé de que tenía que curarle la brecha y cambiarle la tirita.
Miré a Kai y le sonreí, acto seguido anduve hasta situarme al lado de Jim.
-¿Qué tal llevas la cabeza?-Le pregunté acercándome por detrás y en tono dulce, le agarré de la barbilla y le miré la frente despegándole con mucho cuidado la tirita.
-Vamos dentro, te lo curare con el botiquín.- Dije agarrándole de los hombros y entrando en la Quimera.


JIM
Estaba hablando… más bien discutiendo con Erika sobre si una ametralladora con base de acero era más sólida y resistente que una recubierta de metal, cuando llegó Saya, la exmujer del Jefe, por detrás y me preguntó qué tal la herida.
-Oh, bien, está mucho mejor, ya no me duele nada. –dije sonriendo, aunque eso cambió cuando me cogió de la barbilla, y me sonrojé otra vez. ¿Por qué tenía que acercarse tanto? ¿Es que no veía bien desde 10cm más lejos? Me metió dentro de la nave sin darme opción y yo no rechisté, por lo menos no pelearía más con Erika.


SAYA
Entramos en la nave y me acerqué al botiquín después de quitarle la tirita de la frente a Jim. Cogí el agua oxigenada y una gasa, me acerqué y le miré la herida, pues ya tenía costra y la infección había desaparecido, sonreí y me retiré para mirarle a la cara.
-Tienes suerte, encanto, no hace falta que te cure nada ni que te lo tape, pues la herida se cicatriza rápido.- Me alivió, pues el día anterior la tenía algo chunga.
-Pues nada, vaya y yo que quería ser tu enfermera particular.- Sonreí de nuevo cariñosamente.



JIM
Estaba tan cerca de mí que no podía borrar el rojizo de mis mejillas, ¡¡aléjate!! ¡Es incómodo!
-Je, je… -me reí como un estúpido cuando dijo lo de enfermera particular.
-Siempre me curo muy rápido, me viene de familia. –dije levantándome del banco donde estaba sentado.
-Esto… muchas gracias por todo, si puedo hacer algo por ti…


SAYA
Negué con la cabeza ligeramente y sonreí.
-No, no hace falta que te molestes por mí, a sido un placer ocuparme de tu herida, de verdad, no necesito nada.- Sonreí de nuevo.
-No te preocupes, ya puedes irte si quieres.-Dicho esto, guardé la gasa y el agua de nuevo en el botiquín.
-Bueno… creo que si que puedes hacer algo, pero no por mí, sino por ti. Tener más cuidado.- Le guiñé un ojo y me dirigí a la cocina por si tenía que ayudar con los alimentos.



JIM
Asentí sonriendo.
-Descuida, tendré cuidado. –y acto seguido salí escopetado, no fuera a ser que volviese a acercarse tanto que… que me fui, y punto.


KARA
Estaba descargando el saco que Kai había traído de provisiones. Todo verdura y fruta, menuda porquería, estas hadas debían estar escuálidas. Empecé a ordenar todo en armarios y la nevera.
-Por suerte queda carne en el congelador… -dije para mí misma cuando entró Saya, la exmujer de Kai, que nos ayudó en la pelea.
-Oh, vaya, una inquilina. –dije metiendo una lechuga en el cajón de la nevera.


SAYA
Entré en la cocina, Kara, la capitana, ordenaba la fruta y la verdura que Kai había comprado en la tienda de antes.
-Si, eso parece, una nueva inquilina.-Dije sin mucho interés. No la conocía, solo de haberla visto y oído gritar como una verdulera.
-Creo que no nos han presentado.- Me acerqué y me coloqué a su lado pasándola la ristra de tomates y a continuación una caja de fresas. Sonreí levemente, pues a Kai le encantan.
Miré a la chica que se alzaba a mi lado.
-Soy Saya.- La extendí una de mis manos.
-Y sí, la exmujer de tu Jefe al cual le tiro tomates podridos a la cabeza.- Intenté aguantarme la risa.



NEO
Quimera estaba echa papilla, le faltaba media popa y los tres motores principales destrozados. Al menos el panel de gravedad aún funcionaba y podía mantenernos en el aire.
Después de hablar con un mecánico del puerto y llegar a un acuerdo, entré dentro de la Quimera y bajé a la cocina, pude distinguir la magnífica figura de Kara ante la nevera colocando las verduras.
A su lado estaba Saya, ala cual no tragaba después de rajarme la cara y de que su lobo intentara descuartizarme.
Entré cuando Saya se acercaba a la mesa donde comíamos para abrir una bolsa llena de frutas, portaba en sus manos un cuenco de cristal grande, seguro que era para guardar las frutas ahí.
Pasé por su lado golpeándola el hombro y empujándola, sin darme cuenta, también di al cuenco, que se le cayó de las manos rompiéndose en mil pedazos cuando chocó contra el suelo.


KARA
Genial, Saya acababa de romper uno de los pocos cuencos que teníamos, justo el de cristal. Refunfuñé y me agaché a limpiar los cristales.
-Genial, muchas gracias, era un cuenco hecho especialmente para mí, fue un regalo de un amigo, ¿sabes cuánto lleva conmigo ese cuenco? –dije mirándola mientras recogía los pedazos rotos, me levanté y los dejé caer sobre el fregadero.
-A la mierda todo. –dije de mala leche.



NEO
Me agaché y ayudé a Kara a recoger los trozos de cristal que había por el suelo. Miré a Saya con el ceño fruncido.
-Si vas a estar aquí solo para molestar, mejor que te largues. Ya has hecho mucho por nosotros, y casi todo es joder, sobre todo al Jefe con tu mera presencia.- Dije aquellas palabras con frialdad mostrándola crueldad para que se marchara de una vez, pues no soportaba que se andará por mi nave como si nada.
Kara había demostrado ser una buena capitana y saber llevar el asunto con firmeza y sin desmoronarse.
Jim era un espléndido hacker, un gran operador y un magnifico manitas de la electrónica.
Erika, ser una buena francotiradora y salvarnos el culo en más de una ocasión.
Pero ella, ¿qué había hecho ella por nosotros?
-No sirves para nada en esta nave, así que, ya sabes preciosa.- Sonreí de forma malvada y me volví hacia la nevera.


SAYA
Neo me dedicó unas palabras llenas de rencor y crueldad. Le miré a los ojos mientras me soltaba su discursito de si debería estar aquí o no, que si era su nave, que no hacía nada por ellos, bla, bla, bla.
-¿Has terminado?-Le pregunté una vez que se giró hacia la nevera, esbocé media sonrisa y cuando se giró para contestarme, le propiné un puñetazo en la nariz haciendo que la sandía que portaba en las manos volara por los aires y acabara en su cabeza aplastada. Me reí viendo como los pipos de la sandía recorrían su cara dura.
-Pues mira, si que hago algo por ti, exfoliarte el careto.- Me reí y salí de la cocina dejando a Neo con la sandía reventada en su cabeza… Pobre sandía.

Capítulo III - LA ENCERRONA

Aquí el tercer capítulo, ¿lo estará leyendo alguien?

ERIKA
La chica nueva resultó ser la exmujer del Jefe, pues vaya, si que se llevaban bien. Ella le escupe y el mismo día se lleva el pobre un puñetazo en el labio, jo… En mi vida me casaré.
Me encontraba en lo que antiguamente se llamaba “el mástil”. Era la parte más alta de la nave, dónde veías todo el cielo y naves aliadas. Me encantaba subir hasta allí y hacer de vigía.
Limpiaba mis armas hasta que me llamó la atención una nave de vela negra, me levanté corriendo y apreté el botón de alarma. Me agarré a la barandilla y me dejé caer deslizándome por ella hasta llegar al puesto de mando.
-Es una nave mercante, seguro que de esas de trueque, querrá intercambiar algo.-Le comuniqué a mi capitana.



KARA
-¿Una nave mercante? Esas no traen más que problemas con ellas. –refunfuñé sentada en mi sillón de cuero, me levanté.
-Bien, intenta contactar con ellos antes que les de por tirarnos panfletos y pregúntales qué quieren.




ERIKA
Asentí y obedecía a mi capitana. Salí fuera, abriendo la compuerta principal. Corrí por el corredor hasta llegar a un pequeño balcón que permitía dejar paso a una pasarela.
Esperé hasta que les tuve a mi alcance. No me di cuenta, pero Saya se colocó a mi lado.
-¿Y tu de dónde sales?- La pregunté algo extrañada sin quitarle ojo a la nave vecina, muchas de esa naves podrían llevar espías y sin darnos cuenta abordarnos.




SAYA
La alarma sonó y me asomé por la ventana del camarote de Kai, avisté una nave muy familiar. La joven muchacha que me trajo hasta aquí salió a recibirles. No era buena idea, así que, decidí ir a echar un vistazo.
Me posicioné al lado de la niña y miré la nave.
-Es mercante…- Miré de nuevo a la chiquilla.
-No deberías haber salido.- La dediqué una sonrisa siniestra.
-Pero ya que estamos aquí, te encargarás de una cosita, es un favor pequeño, ¿esta bien?-Mi sonrisa seguía perfilando mis labios.
-Ve y llama a tu Jefe, tenemos trabajo.




ERIKA
Pero que tía más rara, primero me dice que no debería haber salido y ahora me comentaba que fuera en busca de mi Jefe, había trabajo dice.
Obedecí a regañadientes, pues no podía hacer otra cosa.
Entré de nuevo en le puesto de mando y avisé a mi Jefe.
-Señor, he avistado un barco mercante, les iba a echar cuando su ex…quiero decir, Saya, me lo ha impedido… ¿qué hacemos?



KAI
Suspiré. No le gustaba mi forma de mandar, pero en cuanto tenía ocasión se ponía a darle órdenes a mis súbditos, de puta madre. Me encanta esta mujer, qué colleja la iba a dar. Me levanté apartando la silla ruidosamente y seguí a Erika hasta donde estaba Saya. Volví a cruzarme de brazos.
-¿Se puede saber qué haces?



SAYA
Kai se presentó. No le entendía, primero me pregunta y me suplica que me quede para ayudarle y cuando lo estoy haciendo me llega con esa chulería.
No le miré, señalé la nave con la barbilla.
-¿Sabes que es eso?



KAI
La miré con ironía.
-No, Saya, soy un pobre retrasadito que no sabe qué es un barco de mercancías y trueques, no lo sé, lo siento, ¿me lo explicas tú? –le pregunté con sorna, ¿no era evidente? Llevaba seis años navegando y me había encontrado con decenas de esos, la mayor parte quedó arrasada y nosotros nos quedamos con sus tesoros, que era lo más divertido.



SAYA
Sonreí sin mirarle, pero que engreído era el pobre.
-¿Tú crees?- Le miré y luego el cielo.
-¿No lo hueles? Y que eres tan listo, deberías saberlo, ¿no?- Le pregunté en el mismo tono y pasando por su lado chocando mi hombro contra el suyo y apartándole.
-Esa nave no es mercante, es una nave enemiga, se huele la pólvora desde aquí, además lleva el sello de Draco en el casco, esta niña les a delatado la posición, si no hubiese salido y la hubieran visto ahora no se…- No me dio tiempo a terminar la frase, pues la nave que se suponía era mercante, nos disparó golpeando cerca de donde estábamos nosotros.
La chica cayó al suelo colándose por la barandilla y quedando colgada con el vacío a sus pies.
La agarré de la mano sujetándome a la barandilla mientras buscaba con la mirada a Kai.




KAI
Genial, lo que nos faltaba, una nave enemiga. Atacó e hizo que nos tambaleáramos, Erika cayó al suelo rodando hasta quedarse colgada. En el mismo instante que Saya la agarraba de una mano y se sujetaba con la otra, yo agarré su mano libre y tiré, haciendo un desequilibrio con Saya, pero la subí hasta el suelo.
-Quiero que bajes a la parte del casco y hagas una barrera con el viento, no será difícil ahora, vamos. –le ordené levantándola agarrándola desde los hombros. El barco se acercaba cada vez más a nosotros, esto iba a ser divertido.
Agarré mi espada, sujeta a mi cinto, y la desenvainé, haciendo que el hielo del arma refulgiese con los rayos del sol.
-Vamos al lío. –dije mirando a Saya.



KARA
Una nave nos atacaba desde unos metros al noroeste, había alcanzado la parte trasera de la nave y un motor había dejado de funcionar.
-Mierda. –maldije.
-Neo, quiero que vayas a los cañones, necesitamos que Jim vaya a arreglar ese motor, ve, ¡ahora! –salí con él, pero fui a mi puesto de mando y cogí mis pistolas, que las guardaba en un armario. Cuando las tuve en mis manos las hice girar y las di un beso.
-Os quiero, pequeñas. –cerré el armario con el codo y salí corriendo tras Neo.



ERIKA
Al final nos atacaron, Saya tenía razón y por mi culpa casi morimos los tres. Saya me salvó de una muerte segura junto con Kai que la ayudó a ella. Se lo agradeceré toda mi vida.
Kai me ordenó que fuera a la parte del casco y creara una barrera con mi poder del viento. Llegué hasta allí y colocándome en el medio abrí los brazos en cruz concentrándome. Pues no era nada difícil, noté como la energía llegaba a mis manos y salía al exterior. Cerré los ojos y le ordené a mi energía que se extendiera más allá de estas paredes, que atravesara el metal y el hierro del casco y que cubriera por completo la Quimera y a mis seres queridos.
No era difícil sacarlo a la luz, lo que era difícil es mantenerlo.



JIM
Como Kara me había ordenado, bajé a toda prisa a la sala de máquinas, la máquina uno estaba ardiendo.
-¡¡Oh!! ¡Mierda, re-mierda! –corrí hacia allí.
-Tú no, eres la más importante, no me hagas esto… -dije mirando los daños bajo el fuego, no podía hacer nada así, me alejé para no quemarme. Saqué de mi bolsillo un micro de oído y me lo puse.
-Neo, Neo, ¿estás ahí? ¿Me oyes? El primer motor está ardiendo, no puedo arreglarlo así, creo que tendré que encender una de las calderas, ¿pero qué hago con el fuego? Yo no puedo apagarlo. –dije nervioso.



NEO
Salí junto con Kara y Kai, estábamos intentando que los enemigos no pasasen, la pobre de Erika estaba sola creando la barrera que no duraría mucho tiempo.
Jim me llamó por el micro de oído.
-¿Qué el motor está en llamas? Joder, joder, joder, joder. Vale, Jim, escucha, no lo toques y sal de ahí, ahora voy yo.- Miré a Kai.
-Señor, tengo que retirarme, Jim me necesita, uno de los motores está en llamas y lo más seguro es que explote, tengo que bajar y apagar el fuego.- Miré a Kara.
-Cuida de él.- Salí corriendo en dirección a la sala de máquinas.
-Jim, no lo toques, quédate ahí voy en seguida.


JIM
Asentí nervioso cuando me dio la orden de alejarme.
-Vale. –dije simplemente, después tosí, me dio una gran oleada de humo.
-Joder… -me alejé, vi como el fuego tocaba la tapa de la combustión.
-Oh… mierda, ¡mierda! –salí corriendo lo más rápido que pude, pero no acababa de llegar a la puerta cuando el motor explotó.
Creó una honda expansiva que me hizo desplomarme contra una de las columnas de metal, haciéndome una brecha en la frente. Caí inconsciente al suelo.



SAYA
Fue una trampa, una maldita trampa. Me tambaleé cuando el motor hizo explosión en la sala de máquinas.
-¡¿Y el chico?¡-Había oído decir que había un chico más en la sala de máquinas.
Los enemigos eran demasiado y llegaron a abordarnos, empezaron a entrar dentro de la Quimera a cascoporro.
-¡Mierda!-Grite lanzándome sobre uno.
-¡Se nos va de las manos!-Le rompí el cuello mientras miraba a mi alrededor, otra explosión hizo que cayese al suelo, pero esta vez no fue de dentro de la nave, sino de la nave enemiga. Pues volvió a disparar cerca de mi posición llevándose con el disparo media popa por delante.


KAI
Bajé corriendo al lado de Saya y la hice levantarse.
-Ten más cuidado. Quiero que vayas dentro y busques al tipejo ese. Si no está sal lo más rápido que puedas, y si está me llamas. Que no te maten. –dije mirándola a los ojos mientras introducía un micro de oído en su bolsillo.
-Ni se te ocurra salir herida de ahí, ¿entendido? –la tenía sujeta por la cintura, de modo que la acerqué más a mí, y la besé en los labios. Fue un beso breve pero se enteraría de lo que estaba hablando. La empujé dentro de la nave enemiga y corrí junto con Erika y Kara.



SAYA
Kai me agarró de la cintura y me ordenó que fuese a investigar en la nave enemiga.
Dios, que pesadilla de hombre, siempre con sus… ¿besos? ¿Me besó?
Me quedé un poco sin saber reaccionar hasta que me empujó dentro del barco enemigo.
-Este hombre me matará algún día.- Como él me ordenó, me adentré por los pasillos con la daga en mi mano. Parecía que toda la tripulación estaba arriba y que por el momento no me encontraría con nadie.
Me agarraron por detrás e intentaron ahogarme con un cuerda que la corté con la daga y esta fue a para al cráneo de mi atacante. Seguí por el pasillo, pues ya no andaba, más bien corría cargándome a todo el que se cruzaba en mi camino.
Llegué al camarote del capitán y abrí la puerta de una patada. Allí estaba, era él, James.
Sentado en una silla cubierto con su capucha negra, fui a avisar a Kai, pero él fue más rápido y me golpeó antes de encender el micro.
Me propinó un puñetazo en la cara haciéndome escupir sangre, antes de recuperarme me golpeó el estomago con la rodilla estampándome contra el suelo.
Intenté incorporarme algo mareada, lo veía todo borroso y la boca me sabía a sangre. Cuando le tuve en frente de mi, aproveché y le escupí una bola de sangre. James me agarró del cuello empotrándome contra la mesa partiéndola. Agarré la daga y se la clavé en un omoplato, chilló de dolor y yo acto que aproveché para darle un cabezazo quitándomelo de encima.
Cogí el micro y me lo puse en la oreja.
-¡Kai! ¡Está aquí, le tengo!-James me propinó una patada en la cara clavándome la daga en mi omoplato. Chillé de dolor soltando el micro.


KAI
Luchaba al lado de Kara, desmembrando y asesinando seguidores cuando Saya dijo que lo había encontrado.
-Kara, te dejo esto a ti, ten cuidado. –salí corriendo en dirección a la otra nave, llevándome por el camino la vida de otro seguidor que se cruzó entre mi espada y yo. Busqué a Saya por la nave, y cuando la encontré estaba en el suelo, con su propia daga clavada en el omoplato. Le vi, alcé mi espada en su dirección, evitando así que se acercase. Me agaché al lado de Saya sin dejar de vigilar al tipo y apliqué hielo a la vez que retiraba la daga.
-Así que tú eres James. –dije solamente.



JAMES
Una mujer entró en mi camarote, la había visto antes, pero no sé de que. Me giré con mi capucha tapándome el rostro levantándome hasta donde estaba ella. Fui más rápido, así que, sin pensármelo empecé a darle su merecido haciendo que sangrara por la boca. Sonreí malévolo y la propiné un rodillazo en el estomago.
Intentó comunicarse por un micro de oído, se lo arrebaté y con la misma daga con la que ella me hirió el hombro, la dañé a ella en el mismo punto. Le devolví la pelota.
Me reí cuando vi que gritaba de dolor, otro tío entro en escena, armado con una espada y con aspecto de cansado. Me retiré un par de pasos aún sonriendo.
-Si, soy James, los has adivinado, creo…- Sonreí de nuevo mirando a la chica que intentaba incorporarse.
-Ohm…ahora te recuerdo, eres la puta que se entrenaba conmigo en los campos de adiestramiento, por cierto, buen culo.- Me reí con ganas al ver sus caras.


KAI
Le miré con los ojos entrecerrados cuando dijo aquello, estaba, por supuesto, muy mal educado y consentido, ¿quién decía esas vulgaridades a esta edad? Puede que aún sea joven pero eso se pasaba de burrada. Me levanté ayudando a Saya, agarrándola de la cintura, la empujé con cuidado tras de mí.
-Ve a la Quimera, ya me ocupo yo. –dije agarrando la espada con ambas manos a la altura de mi cadera, apuntándole directamente a la cara.
-¿Le llevarías un mensaje a tu padre, muchacho? –al ver que asintió, sonreí.
-Dile que va a morir. –poco a poco me acerqué a la puerta haciendo que Saya me siguiese.
-Vete.


SAYA
Kai me ayudó a levantarme mientras me extraía la daga y me aplicaba hielo para cerrar la herida. Jadeé a causa del dolor colocándome a su lado.
Miré al infeliz que estaba frente a nosotros cuando dijo eso, cerré los puños con fuerzas y grite de ira acercándome con la intención de atacarle, pero Kai me tenía agarrada por la cintura, por lo que no pude hacer nada.
Me colocó tras él diciéndome que me marchara.
-¿Qué? Kai… no… no puedo irme y dejarte aquí solo, no, me niego rotundamente.-Miré de nuevo al criajo con asco y rabia.
-No voy a volver, me quedare contigo.- Le dije a Kai en un tono serio y decidido. No lograría sacarme de allí y él lo sabía.


JAMES
Que romántico y que ñoño, así que ese era Kai, sonreí e incliné levemente la cabeza cachondeándome de él.
-Oh, mis disculpas, su real majestad.- Le miré de nuevo riéndome.
-Y claro que le enviaré gustoso a ami padre ese mensaje, pero lo haría más gustoso si me llevara tu cabeza o, si no deseas morir, a la fulana que tienes detrás. Seguro que mi padre se lo pasaría bien con ella.- Sonreí y la miré.
-Yo lo comprobé.- Me reí cuando el reycito sacó su espada y me amenazó con ella.



KAI
Solté una risotada.
-Ya, verás, resulta que esta mujer es la reina, y mi… exmujer, así que te puedo decir de antemano que más fulana que tu madre no es… Yo lo comprobé. –miré a Saya de reojo.
-Saya, estás herida, quiero que te vayas e intentes ayudar al resto, aquí no puedes hacer nada, en cambio allí tenemos armas, que te den alguna de provecho. –la empujé fuera del camarote y cerré la puerta.
-¿Por dónde íbamos?


SAYA
-No, no, Kai, no puedes dejarme así…- Me echó del camarote cerrando la puerta. No era la primera vez que ese hombre me dejaba fuera de algún tema.
Me sentí impotente, no sabía que hacer, es verdad que en la Quimera había más gente que necesitaba ayuda, pero Kai…
Suspiré y me di la vuelta.
-Pues ahí te quedas.- Dije marchándome corriendo.



JAMES
Kai echó a la mujer, bien, un estorbo menos, pero me hubiera gustado llevármela de trofeo cuando acabara con el reycito.
-No, ¿por qué la echas? Nos estábamos divirtiendo.- Me reí burlón.
-Te felicito, pues es una autentica tigresa, pero una lástima que sea tu exmujer.- Agarré mi espada, la hoja era negra como el carbón, pues mi elemento era la sombra.




KAI
-Oh, descuida, estoy en proceso de recuperarla, dame tiempo. Y ahora, ¿qué tal si mandas a tus soldaditos detener el ataque? Mi amigo se cabreará mucho con los desperfectos de la nave, y no te gustaría que te arrancase la cabeza antes de llevarle el mensajito a tu padre, ¿no? –pregunté, cambiando de posición con la espada, girando sobre mí mismo.
-Te explico, tienes dos opciones: Retiras a tus soldados y le llevas el mensaje a tu padre o te mato aquí y luego a tu tropa, tú eliges, soy generoso.



JAMES
Me lo pensé un momento.
-Si, eres muy generoso, pero verás, deja que te explique yo a ti. Mi trabajo consiste en atacar y matar a todos los rebeldes que no acepten la ley de mi padre. Si hay alguno que mientras le desmembramos cambia de opinión, pues se salva, ¿ves? Así son las cosas. No puedo retirarme, pero tampoco voy a dejar que me mates.- Dicho esto, envestí contra él alzando la espada por encima de mi cabeza. Seguro que él se apartaría o pondría su espada entre nosotros, así que, esperé el momento indicado para descubrir su punto débil.



KAI
Se abalanzó sobre mí con rapidez, pero yo era más veloz aún, por lo que apoyé mi pie derecho a mi izquierda, haciendo una finta, me agaché cuando estaba a punto de darme de lleno en el hombro y moví mi espada haciendo un arco. Con el movimiento, rápido y certero, conseguí de un corte limpio arrebatarle su brazo derecho, que cayó al suelo sangrando. No bajé la guardia y me giré con la espada en alto, vigilándole.
-Eres un niño, no puedes contra mí.


JAMES
Fue más rápido que yo, se agachó antes de que la hoja de mi espada se incrustara en su hombro. Maldije por la bajo cuando su espada me arrancó el brazo de cuajo dejándome manco.
Me aparté de él chillando dolorido, tiré mi espada al suelo y le miré con asco.
-¡Maldito cabrón, arderás en el infierno junto con esa puta!- Me desvanecí utilizando mi poder de sombra. Uno a uno, mis soldados fueron retirándose de nuevo al interior de mi nave. Esto no quedaría así, acabaría con todos los rebeldes, y sobre todo con ese rey de pacotilla
.


SAYA
Justo cuando yo salía, los soldados enemigos entraban en su respectiva nave.
No lo entendía, ¿se habrían rendido? ¿Kai había logrado vencer a James?
Miré el pasillo por dónde entraban los soldados y por el que había salido yo, no me lo pensé dos veces, volví dentro en busca de Kai.



KAI
En cuanto todos los enemigos comenzaron a entrar a la nave yo me dispuse a salir corriendo, me choqué con un par de ellos, y a otro par me los llevé por delante. Cuando llegué a la superficie Saya venía de frente. La nave se estaba alejando de la Quimera.
-¡No! ¡Saya, salta! –para no perder más tiempo, envainé la espada en mi cinto, corrí al lado de Saya, la agarré de la cintura, subiéndola a mi hombro como un saco de patatas y salté a la Quimera, sólo pude agarrarme con una mano, estábamos colgando. Respiraba fuerte por el cansancio.
-Saya, con cuidado súbete a la nave. –dije agarrándola bien para que no cayese al vacío.



SAYA
Me encontré con Kai que me subió a su hombro y saltó hacia la Quimera.
Nos quedamos colgando, Kai se sujetaba con una mano jadeando de cansancio.
Me erguí agarrando la plataforma de la nave, y con todas mis fuerzas logré subir.
Alargué los brazos y agarré las manos de Kai.
-¡Vamos Kai! ¡Sube!- Le ayudé a subir tirando de él hasta que por fin acabamos encima de la nave.
Le miré temblorosa por el esfuerzo y porque él estaba tumbado encima de mi cuerpo, le miré a los ojos y sonreí, acto seguido le abracé por la cabeza cerrando los ojos aliviada.



KAI
Tiró de mí y acabé encima de ella, estaba jadeando del agotamiento, me miró a los ojos y me abrazó por la cabeza. No le di mucha importancia, ni buena ni mala, estaba agotado. Me dejé abrazar y apoyé la cabeza en su pecho suspirando aliviado, estábamos a salvo. No tardé mucho en recuperarme, y me levanté ayudándola a ella. Miré alrededor.
-¿Todos bien? –pregunté a mis compañeros.



NEO
Bajé a la sala de máquinas en busca de Jim, por Dios, que la explosión no le hubiera pillado.
Me quedé de pie, frente al primer motor, pues estaba destrozado y carbonizado. Tosí, pues había mucho humo y casi no se podía ni respirar.
-¡Jim! ¡Contéstame!-Seguí rebuscando entre los escombros.
-¡Mierda, Jim! ¡¿Dónde estás?!-Sonaba desesperado, pues no le encontraba hasta que una mancha en una columna llamó mi atención. Me acerqué y lo toqué.
-Sangre… ¡JIM! ¡Joder, JIM!-Retiré un pedazo de metal y al fin le encontré, estaba lleno de hollín y con la ropa medio quemada. Me agaché y le cogí entre mis brazos. Me levanté y salí de allí.
Llegué al puesto de mando y le tumbe en el banco tosiendo.
-¡Jim, venga, despierta!-Le zarandeé levemente, pero no reaccionaba, había inalado demasiado humo.
-No, joder… ¡Vamos Jim! ¡Despierta, no me hagas esto!-Le arranqué la camiseta y presioné su pecho varias veces para después hacerle el boca a boca.
-¡Vamos, Jimy, tu puedes, no nos dejes!


JIM
Había inhalado muchísimo humo después del golpe, estaba fatal, no podía ni moverme. Entonces oí la voz de Neo buscándome. Quería llamarle, pero no podía siquiera abrir los ojos, y la respiración me iba lenta, sentía que iba a morirme. Me levantó del suelo, y al salir pude inhalar un poco de oxígeno, pero mis pulmones estaban saturados de humo y seguía igual. Sentí que volvía a tumbarme, e intentó reanimarme, fue cuando pude respirar, y empecé a toser escandalosamente pero sin abrir los ojos. Inhalé todo el oxígeno que pude para recuperarme y abrí los ojos lentamente. Me dolía la cabeza a horrores, pues tenía una herida.
-Gracias… -dije con voz totalmente ronca.

NEO
Me alivió el ver que se reanimaba, empezó a toser cuando le hice le boca a boca de una manera atroz. Me senté a su lado, en el suelo, ya que él estaba tumbado en el banco.
-Menos mal, chico, me has asustado.-Dije limpiándome la cara con la manga de mi camiseta.
-Pensaba que no lo lograrías.-Sonreí y le revolví el pelo de manera cariñosa.
-Me alegro de que no te dieras por vencido, chaval. Sabes que aún te necesito.-Me levanté y le miré dedicándole una sonrisa.



JIM
Sonreí agotado, yo no me rendía tan fácilmente, un poco de humo no me mataría.
-Oye… -tosí- ¿Quién te crees que soy? Yo no me dejo matar por una mierda de explosión. –solté una pequeña risotada que hizo que me diese un ataque de tos.
-Mejor… que salga al aire libre… a pillar oxígeno, ya sabes… -dije respirando a bocanadas, intenté incorporarme pero me mareé enseguida y lo dejé.
-Oye, macho, ¿me echas una mano?



NEO
Jim se hacía el fuerte, sonreí y vi como intentaba incorporarse.
-Ey, cuidadín, no quiero que te despeñes por conseguir algo de aire…- ¿Aire? Se me ocurrió algo.
-Espérame aquí, ¿de acuerdo? No tardo.- Salí fuera y a los dos minutos volví acompañado de Erika.
-Aquí le tienes, ya sabes lo que te he dicho fuera, necesita “aire”.- Me alejé un poco para dejarla espacio. Si la idea que se me había ocurrido funcionaba, Jim se recuperaría en seguida.


ERIKA
Después de crear la barrera que el Jefe me mando crear, volví a la parte superior. Todo estaba hecho añicos, la nave daba pena… Mi barrera no había dado resultados…
Estaba afuera, tomando un poco de aire fresco y recuperándome de toda la energía gastada ahí, abajo.
Todos parecíamos estar bien, salvo Saya, pues la habían herido en todas partes… pobrecilla, tendré que enseñarla tácticas de tiro.
Kara, como siempre con ganas de más, esa chica no se saciaba jamás. Neo, seguro que tirándose de los pelos por los desperfectos en Quimera.
Miré al Jefe, era el único que no tenía mal aspecto, él y yo.
Sonreí y bajé la cabeza, entonces vi como Neo se acercaba a mí, venía negro y con la ropa casi carbonizada.
-¿Qué te a pasado?- Pregunté algo extrañada.
-Te as puesto muy moreno, ¿no?- Intenté aguantarme la risa, pero no pude y solté una pequeña carcajada.
Entonces fue cuando me habló de Jim, es verdad, Jim se encontraba en la sala de máquinas y hace nada había explosionado. Por suerte estaba bien.
Seguí a Neo, pues quería que fuese dentro junto con Jim, que estaba sentado en el banco con peor aspecto que el de Neo.
-Puf…. Estáis guapos los dos.- Sonreí y miré a Neo.
-Tranquilo, yo me encargo de todo.- Me gire hacia Jim y le agarré de los hombros sentándome a su lado.
Coloqué una de mis manos en su espalada a la altura de su omoplatos y la otra en su pecho, justo en la caja torácica cerca del diafragma y los pulmones.
Deje que la energía fluyese con facilidad, pues era algo sencillo, más sencillo que crear una barrera enorme.
Sonreí y miré a Jim, pues lo que estaba haciendo era limpiarle los pulmones de todo el humo tóxico que había inhalado.



JIM
Esta vez se había portado bien conmigo. Se levantó y sonrió, fue cuando me pidió algo a cambio, ya sabía yo que no podía ser tan perfecto. Sonreí, esta chica no tiene remedio. Entonces decidió dejármelo pasar.
-Gracias de nuevo. Te lo compensaré. –dije, no era de los que faltaban a su palabra, soy un pirata.
Salió fuera, miré a Neo.
-Gracias por salvarme. –busqué entre mis bolsillos por si había sobrevivido la cera especial.
-Ten. –le lancé la cajita.
-Es una cera especial para la nave, no hace falta pintar ni pulir, es como mágica o un anuncio: una pasada y listo. Me lo dieron en el País de la Naturaleza.


NEO
Erika hizo lo que la pedí, mi idea funcionó a la perfección y Jim se salvó. Me crucé de brazos y sonreí cuando me lo agradeció. Me lanzó una cajita de cera, sonreí y la atrapé sin dificultad en mi mano.
-Una pasada y listo, ¿eh?- Sonreí y me acerqué hasta él, le revolví el pelo.
-Ve cúrate esa herida, esta un poco fea.- Dicho esto salí a fuera para comprobar como estaban los demás.



SAYA
Toda la tripulación estaba bien, pero a mi me preocupaba el chico que estaba en la sala de máquinas. Vi como Neo, creo que se llamaba, iba en busca de Erika y ambos entraban. Escuché pronunciar el nombre de Jim, me imagino que ese era el chico.
Al poco salieron los dos, Erika seguida de Neo. Caminé hasta el interior de la Quimera y le encontré sentado en el banco lleno de hollín.
-¿Qué te a pasado? ¿Estás bien?- Pude percibir la sangre que le caía por la frente.
-Uy, eso tiene mala pinta.- Vi el botiquín en la pared al lado del puesto de mando, me acerqué y saqué algodón y agua oxigenada. Volví con Jim y me arrodille delante de él.
-Veamos.- Le examiné la frente.
-Por suerte no tendré que darte puntos.- Le dediqué una de mis sonrisas y acto seguido abrí el bote de agua oxigenada y mojé un pedazo de algodón.
-Te escocerá un poco, pues la herida está algo infectada, pero se sanará.- Le froté suavemente el algodón por la brecha limpiándole la herida y quitándole la sangre.
Una vez limpia y curada, se la tapé con una tirita.
-Pues ya está.- Sonreí y le coloqué el pelo de modo que la tirita no le molestara.


JIM
Alguien se acercaba a la sala de mandos. Oh, no, era la chica de las piernas bonitas, ¿se habría dado cuenta de que la miraba?
-Eh… sí, ya estoy bien… -balbuceé. Vi que buscaba algo en el botiquín, ¿iba a curarme? Ay, no, por Dios, siempre me ponía nervioso cuando una mujer se me acercaba tanto. Como no, en toda la cara se me plantó. Era muy, muy guapa, más guapa que Kara… jo… Sentí como mis mejillas se tornaban en un color rosado. Mierda, ¿ya me estaba poniendo rojo? ¡Qué es la exmujer del Jefe! Si fuese una mujer… disponible podría sonrojarme todo lo que quisiese, pero ella no…
-Po-por suerte no ha llegado al hueso, jeje, soy un poco torpe a la hora de salir corriendo de explosiones… -genial, es la estupidez más grande que había dicho, un diez.


SAYA
Sonreí ante las palabras del chico.
-No pasa nada, tu eres malo corriendo y yo soy torpe…puffff, ni te lo imaginas.- Me levanté y vi que el chico estaba sin camiseta, me extrañé.
-¿Y tu camiseta?- Busqué a mi alrededor. Sonreí y la encontré en el suelo.
-Uy… está algo rota.- Sonreí de nuevo y la dejé encima del banco.
-Pues nada, Jim, cuídate esa herida, ¿eh? Mañana miraré que tal va y te cambiaré la tirita.- Le guiñé un ojo acariciándole la mejilla.
-Luego nos vemos.- Salí fuera con los demás.



JIM
Dijo que estaba sin camiseta, me miré, ¿¿cuándo me la había quitado?? Disimuladamente coloqué mis manos delante de mí de forma que no se me viese, sonreí.
-Me-me cuidaré, gracias. –sonreí, me guiñó un ojo y me acaricio la mejilla… ay, ay, ay, ay… Me puse más rojo, Dios Santo…
Salió y yo me abofeteé la cara con ambas manos.
-Dios, Jim, calla, calla, no pienses imposibles, ¡¡dios!! –me tumbé de un golpe en el banco.
Era tan guapa, su figura era tan perfecta… ¡¡NO!! Dios, que alguien me mate…

jueves, 30 de julio de 2009

Datos sobre la historia, podéis consultarlos si tenéis dudas ^^

Bien, he de decir que esta historia es, básicamente, la continuación de otra que hicimos anteriormente, pero mucho más currada.

La historia trataba de un grupo de cinco amigos que se unieron para acabar con los Sombra, los elemenos corrompidos.

Cuando ellos, junto a un gran ejército de elementales, acabaron con casi todos los Sombra, excepto con un grupo de resignados que afirmaban no apoyar los ideales de sus jefes.

Esta historia se remonta seis años después de la guerra, por lo que no podéis saber quién son algunos personajes mencionados en la historia, pues no los hemos presentado, pero aquí los tenéis, incluyendo a los dos protagonistas de la historia ^^


LOS CINCO REINOS.

PROTAGONISTAS:

Axel ---> Rey del País del Fuego. Gran luchador y experto con la espada. Es desobediente y no le gusta nada que le digan lo que debe hacer. Lo que más desea es la libertad y reinar algún día, pues tan solo es un chico de 16 años y como todo adolescente no sabe lo que quiere. Conoce a Eri en el País del Viento, en el colegio. Desde entonces se hacen buenos amigos, inseparables, pero el roce hace el cariño y los dos acaban enamorados, casados y con gemelos. Sora y Riku.


Eri--- > Estudiante en uno de los colegios más importantes del Reino del Viento. Vive con sus padres, aunque, no es feliz, pues su padre maltrata a su madre y encima la tiene encerrada en casa. Pero todo eso cambia cuando Axel se cruza por el camino de esta chica.


Kai--- >El rey del País de Hielo, frío y calculador, a Kai no le gustan las chiquilladas y menos que le molesten cada dos por tres con idioteces.
Vive en su palacio junto con sus dos hermanos pequeños, Hannah y Max.
Ascendió al trono teniendo tan solo 11 años.
Es el protagonista de nuestra nueva historia.
Conoció a Saya cuando eran pequeños, unos bandoleros acosaba a Saya, Kai entró en escena y la salvó, desde entonces Saya le debe un gran favor, aunque Kai no quiera reconocerlo.


Saya--- > Es la ninfa del Reino del Agua, le encanta la diversión y las peleas.
Kai la salvó de ser violada, se siente fuertemente atraída hacia él.
Al final ambos se enamoran y acaban casándose, pero esta pareja es como el perro y el gato, como los polos opuestos de un imán, no se soportan pero se atraen mutuamente.
Tienen un hijo, al que le ponen el mismo nombre que el de su padre.


Edward--- > Es un gran mecánico en el País del Electro, le encantan los coches y sobre todo estar con su novia Xan. Se convierte en el mejor amigo de Axel y de Eri.
Como no, acaba casándose con su novia y tienen un hijo.


Xan--- >En la novia y luego la mujer de Edward, con el que comparte un hijo. Es mañosa y no le gusta que la protejan, pues ella se basta sola con su bazoca al hombro.
Es buena tiradora y lo demuestra en la batalla que se libran contra los sombra.


Natty
--- >Es la mejor amiga de Axel, vive junto con su madre en el Reino del Fuego. Al principio le considera como a un amigo, pero poco a poco se da cuenta de que le quiere aún más que como a un amigo.
Pero no puede ser, ya que, Axel se enamora de Eri.
Al poco tiempo, Natty tiene una hija con la ayuda de Saya. El padre de la criatura se desentiende y Max, el hermano pequeño de Kai ocupa el lugar como pareja de Natty.

Max--- >Es el hermano pequeño de Kai, con 5 o 6 años, conoce a Saya de laque se enamora perdidamente hasta la edad de los 16, que se emboba con la dulzura de Natty, con la que tiene una hija conjunta y otra solo de ella, pero que igual la quiere como si fuese suya.

Hannah---> La hermana mediana de Max y Kai. Pasa de las reglas y odia a su hermano mayor por usurparla el puesto. Conoce a Rikki, el gobernante del Reino de las Sombras, y esta se enamora del malo malísimo. Decide marcharse con él para convertirse en un soldado sombra. Poco después de morir él ella tiene un hijo suyo.

Rikki--- >Es el segundo al mando, pues después de morir el rey de las sombras, este ocupa sus puesto.
Rikki cae enfermo y decide tener un hijo con Hanna para seguir el linaje. Hanna muere al poco tiempo después de conocer a Kuroi, su mejor amigo.
Hanna muere a manos de Xan, pues se mete en medio al intentar apartar a Kuroi.

Kuroi--- > Es el mejor amigo de Hanna, él se hace con la tutela del hijo de Hanna y le enseña a ser un buen soldado sombra.

Capítulo II - "EL QUE MANDA SOY YO"

Esperamos que os haya gustado el primero, he aquí el segundo ^^ Es más cortito, pero tiene sus puntos ;)


SAYA
¡¿Qué?! No, este hombre daba las cosas por hechas. ¿Quedarme, yo? ¿Ser parte de su tripulación? ¿Qué me mangonease como hacía con el resto? No, eso si que no.
-Kai, espera, yo no he…- Cerró la puerta antes de que yo acabase la frase. Cerré los puños con fuerza, ¡encima me volvió a encerrar con llave! Me acerqué a la puerta y le pegué una patada con todas mis fuerzas, no logré nada, solo aboyar el rectángulo de metal. Jadeé de la impotencia, sabía de sobra que no me gustaba estar encerrada y el muy cabrón…Se me ocurrió algo. Me concentré y busqué a Tigre con la mente, pues se comunicaba conmigo por telepatía.
-Tigre… necesito tu ayuda.- Le dije a través de mi mente, pero no sabía si me escucharía o no.


KARA
Había bajado al puesto de mandos donde estaba Neo, como siempre, serio y pasivo, qué hombre más aburrido. Me senté a su lado mirando los botones del gran panel.
-¿Qué? ¿Te diviertes? –le pregunté, aunque sabía que la respuesta lógicamente debía ser que sí, a este hombre le chiflaba su trabajo, y a mí me encantaría también si el estúpido de Kai no me lo pisase y si alguien me hiciese caso en esta mierda de nave. Le miré.


NEO
Seguía ante el timón, de vez en cuando cambiaba las palancas para apagar un motor y encender otro. Kara se acercó a mí y se sentó a mi lado en una silla. Sabía que se aburría conmigo, pero yo estaba cumpliendo con mi trabajo.
-¿Divertirme? Oh, si, me lo paso en bomba.- Dije con sarcasmo.
-Mi nave está hecha un asco, casi nos matan y seguimos aquí, como siempre…- La miré mientras bajaba una de las palancas y paraba la nave, esta no se caía, pues se mantenía gracias a las placas de gravedad. Me levanté y la miré.
-Mi trabajo es super.- Sin decir nada más, dejé el puesto de mando y me dirigí a la sala de máquinas, pues un motor estaba hecho papilla.
Bajé las escaleras y me quedé petrificado… Un enorme lobo albino se situaba en frente de mí, gruñéndome con furia y enseñando los colmillos, largos y afilados.
-Joder… ¡Capitán!- Subí de nuevo las escaleras, sabía de sobra que el lobo me perseguía.



KARA
Le miré asqueada, a veces los hombres podían ser tan… gilipollas…
-No es culpa mía que tu chatarra no sepa estarse sin caerse a pedazos, querido. –le dije en el mismo tono que él había empleado conmigo, con ironía. Me crucé de brazos cuando salió de la sala de mandos.
-Hombres, qué asco, de verdad. –me balanceé en la silla varias veces hasta que le oí gritar, me agarré al puesto de mandos para no caerme del sobresalto.
-Putas ratas… -dije mientras iba corriendo.
-¿Y ahora qué…? –chocó contra mí de lleno, haciéndonos caer a los dos al suelo, él encima de mí.
-¡Qué haces, imbécil! ¡Quítate de encima! –posé las manos en su pecho para apartarlo de mí, entonces vi un lobo dientes de sable saliendo de la sala de máquinas.
-Ohh… mierda, qué pedazo de rata…



NEO
Me choqué contra Kara y acabamos en el suelo, yo encima de ella. Miré de reojo hacia atrás y vi como el lobo venía corriendo, directo a nosotros. Mierda.
Agarré a Kara y la levanté.
-¡Vamos, corre!- La dije tirando de ella para poder coger las armas. El lobo nos perseguía allá donde fuésemos. Nos acorralo en una pared aullando y arrimando su hocico a mi cara, gruñó con fuerza con ademán de atacar, pero de repente, el lobo giró y se adentró al pasillo de los camarotes tranquilamente y meneando el rabo.
-Esto…-


KARA
El chucho nos acorraló contra la pared, cerré los ojos, no tenía otra cosa mejor que hacer si iba a desgarrarme la piel. Esperé… esperé… abrí un ojo lentamente, el lobo se estaba marchando, entonces abrí los ojos bien.
-¿Qué puñetas hace? –pregunté dando un paso al frente.
-¡Eh, lobito! ¿Es qué no me vas a comer? ¿Mi carne no es lo suficiente para ti? –pregunté agarrándome de un muslo incitándole.
-Vamos, carne fresca… bah. Tú no eres un lobo ni eres nada. –dije, acto seguido miré a Neo.
-¿Qué? ¿Te has hecho pis en los pantalones, eh?




TIGRE:

Menudo susto se habían pegado aquellos dos, si fuera humano estaría riéndome a carcajadas.
La chica me incitó a que fuera y la devorase, giré la cabeza y la miré, acto seguido me concentré en conectar su mente con la mía.
-{No, gracias, la carne no es mi punto fuerte. Resérvala para el tío que tienes al lado}-Dicho esto, seguí mi camino en busca del olor se Saya.


KARA
Oí una voz en mi cabeza. Era una voz fuerte y penetrante, pero… ¿¿me hablaba el lobo?? Di un respingo sobresaltada.
-¡Qué cojones…! –empecé, pero cuando me dijo lo de la carne… me sonrojé.
-Puto chucho de mierda… -con paso ligero subí de nuevo a mi puesto.
-Cárgatelo tú si quieres, yo paso de tratar con mascotas de otros.



NEO
Kara dio un respingo a mi lado, la miré extrañado cuando se sonrojó y volvió a su puesto. Yo también debería hacerlo, pero no me fiaba del lobo, así que, le seguí, suponiendo que no intentara atacarme. Siguió caminando por el pasillo hasta pararse en frente del camarote de Kai, ¿qué andaba buscando en el camarote del Jefe?
El lobo aulló de una manera insoportable, me tapé los oídos, pues me dañaba hasta el tímpano. Le observé y vi como de un manotazo abría la puerta del camarote.
-Pero que coño…- Saya, la exmujer de Kai salió y le abrazó acariciándole el lomo, acto seguido se subió en él.
-Ey, ¿no pensarás irte? Kai ha ordenado que no te dejemos ir, así que….no…no te vayas.- Miré al lobo que volvía a gruñir.



SAYA
Tigre vino en mi busca, menos mal, tiró la puerta de un zarpazo y yo me subí a su lomo no sin antes agradecérselo.
-Vámonos de aquí, tenemos cosas que hacer.-Mi raptor se puso delante y me soltó que Kai había ordenado que no me dejaran ir.
-Dile a Kai, que es vuestro Jefe, no el mío.-Dicho esto, me puse en marcha esquivando al humano.


KAI
Me puse frente al pasillo cuando Saya intentaba salir por él. Genial, otra vez ese chucho, qué pesadez de bicho, ¿por qué no se moría de viejo? Me crucé de brazos.
-No me gusta nada que hayas roto la puerta, y menos que intentes irte sin despedirte de nadie. –dije serio.
-Quiero que te quedes, que nos ayudes a acabar con el Gobierno desde dentro, y si te vas ahora, no podrás hacer otra que caer y caer kilómetros hasta comerte el suelo, y no creo que te apetezca mucho. –suspiré, esa mujer era muy cabezota.
-Si te quedas tu trabajo se facilitará, porque no estarás sola, y ambos salimos ganando.



SAYA
Como no, el rey de Roma, me jodió la salida por el pasillo. Me apeé del lomo de Tigre y me puse en frente de Kai y con todas mis fuerzas la propiné un puñetazo en la cara.
-¡No puedes decidir por mi y menos encerrarme como si fuera tu prisionera o tú esclava!- Le miré con furia, era un maldito cabrón.
-Aterriza la nave y déjame ir, no quiero colaborar con vosotros, no quiero colaborar contigo, ¿me has oído? ¿Te queda bastante claro? Paso de tu tripulación de esta nave y sobretodo de ti.


KAI
Me propinó un puñetazo en toda la cara, genial, nadie me había hecho un regalo tan bonito desde hacía años, la miré mientras hablaba con mi labio partido y sangrando. Ella soltaba su charla, y bla, bla, bla, yo me pasé el reverso de la mano por la herida.
-Vale, mira, te explico. No voy a hacer que paren la nave, no voy a dejar que te vayas, y no voy a dejar que vuelvas a pegarme, así que aplícate el cuento tú también. Aquí mando yo, y estás aquí, ¿no? –la miré a los ojos, aún con los míos azules como el hielo.
-Reconsidéralo, es una oportunidad de ayudarnos mutuamente, acabaremos con Draco, de eso estoy más que seguro.



SAYA
Miré de reojo a Tigre, que se alejaba junto con Neo. Genial, me dejaba sola…Supongo que era porque no quería meterse en nuestras cosas.
Miré a Kai, le había partido el labio, no pensaba que le daría tan fuerte, de todos modos, se lo merecía por no dejarme ir y tomar las decisiones por mí.
-Si, supongo que mandas tú, pero a mi me estás obligando a colaborar, siempre intentas que haga lo que tu quieres y yo caigo como una gilipollas…y no sé porque.- Bajé la cabeza, no debería haberme metido en la nave desde un principio, todo me había salido al revés.


KAI
Puse los ojos en blanco.
-Yo sí que lo sé, pero no lo diré para que no te enfades más. –dije cruzándome de brazos y apoyándome en la pared.
-Yo te dejaría irte, Saya, me encantaría perderte de vista, lo sabes, pero te necesito aquí dentro. Somos pocos, como puedes ver, y nos haces mucha falta, sobre todo en los combates. Ahora te lo estoy pidiendo como amigo: Por favor, quédate y ayúdanos. –era muy raro y difícil verme pedir algo por favor, así que más le valía aceptar.


SAYA
¿Qué lo sabía? Yo si que sabía lo que sentía por él, Después de seis años y aún pensaba en él.
Se apoyó en la pared cruzándose de brazos, esta vez me lo pidió por favor. Suspiré y cerré los ojos apoyando la frente en uno de sus brazos.
-No, Kai, solo me necesitas tú, sabes que aquí no pinto nada si no estás tú.- Dicho esto me separé y le limpié la sangre que le caía por la barbilla.
-Ve y que te curen eso, estás sangrando.



KAI



Genial, me había pillado en cierto modo. Ella sabía perfectamente que siempre la había querido y por mucho tiempo que pasase y muchas putadas que me hiciese no podría dejar de quererla, pero aún así quiso volver a divorciarse de mí, porque no era la primera vez que lo intentaba. Yo sólo quería que ella fuese feliz, y si lo era estando sola es lo que me llevó a concederla el divorcio, cuántas veces me había arrepentido de ello.
-…Tú tómatelo como quieras, es mi última palabra. –dije apartándola de mí y largándome por el pasillo hasta mi camarote, cuya puerta estaba rota, por lo que decidí seguir por el pasillo.





SAYA
Su última palabra de momento. Se apartó de mí, eso me sintió como una puñalada, pero era lo mejor. Me divorcié de él por eso mismo, seguíamos caminos diferentes y ninguno nos conducía a la felicidad mutua, así que, decidí alejarme y vivir mi vida, pero nunca me doy cuenta de que mi vida es él.
Se alejó por el pasillo hasta que le perdí de vista, pues no me quedaba otra que aceptar su proposición y quedarme, era él es que estaba al mando, ¿no?

Capítulo I - EL REENCUENTRO

Aquí os dejamos el primer capítulo, esperamos que vaya enganchando ^^

SAYA

Habían pasado seis años después de la batalla en la que participaron mi familia y mis amigos. Conseguimos nuestro objetivo, recuperar los tesoros sagrados de los cinco reinos y unirlos en uno mediante un tratado.
Durante esos seis años el poder cayó en manos de un gobernante que trajo a nuestro mundo la dictadura. Todo lo que creímos que sería paz se convirtió en oscuridad y tinieblas. La gente ya no estaba segura, había más vandalismo y el nivel de la maldad aumentó.
Los tesoros que fueron creados para mantener el equilibrio entre el bien y el mal fueron unidos en uno, creando un arma capaz de destruir a la humanidad. El gobierno se separó en dos grupos: los seguidores de Draco, el dictador, y lo grupos rebeldes, nosotros.
Nos encargamos de hacer saber que aún hay esperanza de conseguir lo que en tantos siglos estábamos buscando. En grupos separados, armados y en naves nos rebelamos contra Draco y su ley.

Me encontraba en una de las naves más grandes del hangar, me colé junto con mi fiel amigo Tigre, mi lobo dientes de sable, nunca se separaba de mi lado, era mi niñera.
Me situé en la bodega, entre unas malolientes cajas llenas de lo que a mi me parecía pescado. Nunca se sabe lo que llevan los piratas, lo más seguro es que en vez de pescado fueran lo cadáveres de un par de militares.
Tigre se tumbó entre unas lonas, con lo grande que era, seguro que le descubrían, y yo permanecí en mi sitio, inmóvil, a la espera de que comenzara el viaje y cumplir con mi misión.

KAI

Era la tercera vez que atacábamos en esta ciudad, los soldados seguidores en el País de la Tierra sobraban por todos los costados. No éramos capaces de acabar con todos de una tacada, ni de dos, ni de tres, teníamos que retirarnos, pues nos habían descubierto y estaban a punto de darnos alcance.
Desde que Draco ascendió a gobernador todo había empeorado con el paso del tiempo. A todos los amigos con los que había luchado en la guerra no los había vuelto a ver desde entonces, cada uno se había quedado encerrado dentro de su propia nación, todos. Todos, excepto yo. Llevaba en el puesto de rey desde los once años, y sabía que algo no marchaba bien desde el principio. No muchos meses después de que mi mujer y yo nos separásemos decidí partir para formar una banda rebelde para acabar con el gobierno, dejando a mi hermano pequeño al mando del reino, y de mi hijo…


No había salido tan bien como esperaba, poco después de marcharme yo el País del Hielo recibió un ataque y gran parte de mi pueblo pereció en la lucha, pues todos los Fríos somos guerreros. Tampoco me iba del todo bien como pirata del aire, pues los seguidores eran muchos, y algunos se camuflaban en naves, por lo que a veces teníamos peleas innecesarias contra otros grupos rebeldes.

Una vez cumplida la misión, por así decirlo, volvimos a la nave a toda prisa. Yo seguía a mi grupo, entraron de uno en uno, y por fin me tocó a mí, que tuve que saltar, pues ya habían puesto la nave en marcha.
-¡Vamos, vamos! –grité para que acelerasen el motor, unos soldados nos apuntaban desde tierra con armas de fuego.
-¡Neo, dale caña a este trasto! –dije corriendo hacia los cañones.
-¡Jim, Erika! ¡Defender la nave! –oí como Kara me gritaba desde su puesto de mando, la estaba quitando el puesto de capitana, me coloqué al lado de Jim, que sujetaba un cañón.
-Prepárate. –dije secamente apuntando.


NEO

Conocí a Kai poco antes de que la dictadura sembrara el pánico y el miedo en todo el mundo. Él estaba dispuesto a crear un grupo rebelde, solo necesitaba una nave y una tripulación. La nave la tenía yo, pues Quimera es mi mayor tesoro, yo mismo la construí con mis propias manos. De la tripulación… que se encargara él mismo.

Acabábamos de cumplir una de nuestras miles de misiones en el reino de la tierra, nos superaban en número, así que, Kai propuso la retirada, obedecimos y corrimos a toda pastilla hacia mi nave. Entré yo primero y de una zancada me aproximé al timón, encendí el motor y me dispuse a darle marcha a mi preciosa nave… ¿Trasto?

-¡Si, si, ya voy!- Le contesté a Kai, pues no me gustaba nada el tono con el que se había dirigido a mi tesoro. Le dí más potencia a los motores y en menos de un segundo, mi joya emprendió el vuelo sacándonos del apuro.



KARA

Llevaba tres años dentro del grupo de rebeldes del borde de Kai, y nunca habíamos conseguido acabar con una tanda entera de soldados, siempre nos retirábamos. Este hombre era un cagado y no quería admitirlo. No sería la primera vez ni la última que salíamos corriendo de ese lugar, casi me conocía a los guardias que no nos habíamos cargado aún. Uno era moreno, alto y con cara de malas pulgas, el otro era un pelirrojo horrible que no hacía más que decirme barbaridades cada vez que me veía, ¿pero es que no se acordaba de mí de una vez para otra o qué?

Fuese como fuese, ya estábamos otra vez corriendo hacia la Quimera. Fui la segunda en subir, después de Neo, como corría el condenado. Me di toda la prisa que pude para subir al puesto de mandos, y me di dos o tres veces en las rodillas con los escalones, ya podrían ser más anchos, coño.

Cuando por fin llegué y tuve vista del cielo abierto me dispuse a dar la primera orden.
-¡Jim…! –no pude continuar, Kai ya estaba como siempre usurpándome el puesto.
-¡Imbécil! ¡Eso es tarea mía! ¡Ya verás lo que hago cuando baje! –me ignoró totalmente, eso hizo que enfureciese más, y le di un golpe a la cristalera.



JIM

Era la tercera vez que atacábamos el mismo sitio, debían estar hartos de nosotros, qué se fastidien. Nada más llegar Kai decidió tender una emboscada, y cómo no, en vez de traer a Erika me traen a mí, ¡pero que yo no sé luchar! Pero claro, soy el único que sabe piratear el sistema militar, y claro, me necesitaban a mí. No tardaron ni diez minutos en localizarnos, de modo que no pude hacer más que meterles una mierda de virus que pronto arreglarían, sólo habría necesitado cinco minutos más, con cinco minutos habría bastado… A la mierda la preparación del formateador, tanto trabajo para nada, encima ahora tenía un chichón…

Bueno, nos encontrábamos corriendo destino a la nave, yo el último, como siempre, y los soldados me estaban dando alcance. De mala gana Kai se quedó atrás luchando permitiéndome escapar, y entré en la nave tirando del brazo de Erika, que ni se había inmutado tras ver al resto entrar.
-¡Vamos! ¡Nos siguen! –grité dirigiéndome a los cañones, acto seguido llegó Kai y empezó a gritar órdenes a cascoporro.
-¡Sí, señor! –grité poniendo a punto el cañón seis.

ERIKA

Todo el mundo se iba, armándose hasta los dientes, y como no, la buena de Erika se quedaba en la nave perdiéndose toda la juerga. Y encima se llevaban al pavo de Jim, que no tenía ni idea de cómo funcionaba una pistola… que vergüenza.

Pues nada, me senté en una de las sillas cruzándome de brazos enfurruñada, resoplé varias veces y miré a mis compañeros mientras se iban. Neo se giró y me miró antes de cerrar las compuertas, ¿a qué no sabéis lo que me dijo?, “no toques nada”.
Jo, pero que bordes eran todos, en seguida me dejaban sola y encima con indirectas. Me balanceé en la silla tarareando mientras esperaba.

Al los diez minutos, la compuerta se abrió de golpe despertándome, abrí los ojos como platos mirando a mi alrededor asustada.
-¡¿Qué coño pasa?!- Pregunté alterada, entonces fue cuando oí los disparos y los bombardeos. Jim se acercó y de un tirón me levantó de la silla donde me situaba.
-¡¿Vais a contestar?!- Miré a mi capitana y después a Kai, que me ordenó que me posicionara en los cañones, obedecí y agarré mis ametralladoras, abrí una de las mini ventanas y cargué las armas, apunté y me lié e tiros cargándome a casi 20 militares.



SAYA

Al principio todo estaba muy tranquilo, pues al colarnos, la nave estaba desierta, solo había una chica de unos 15 años dormida, no la consideré peligrosa así que, entramos y nos escondimos en la bodega.

A los diez minutos, todo empezó a cobrar vida, disparos, bombardeos, gritos… No me moví, miré a Tigre que estaba inmóvil entre las lonas. Suspiré y me agarré de las rodillas presionándolas contra mi pecho.
-Guerras…- Cerré los ojos y noté como la nave empezaba a elevarse a toda velocidad. Se escuchaban pasos y gritos en su interior… La tripulación había regresado.



NEO

Todo volvía a estar en calma dentro de la nave, de no ser porque Kara no paraba de chillarle a Kai. Puse los ojos en blanco apretando el botón del piloto automático, acto seguido me levanté y miré a Jim y Erika, que seguían es su puesto mirando embobados a los dos verduleros.
-Voy a comprobar el botín…- No me hicieron ni caso.- Vale… ignorarme.- Dije levantando un brazo levemente. Me acerqué a la puerta que conducía a la bodega y agarré el pomo girándolo y presionándolo hacia dentro. Hacía algún tiempo que esa puerta no funcionaba muy bien… Y la arreglaría algún día.
Una vez abierta, la peste que desprendía el pescado me abofeteó la cara.
-Puaj…-Puse cara de asco y bajé los escalones tapándome la nariz.
-Huele a huevos podridos… aj.- Me encaminé hasta abajo y abrí la segunda puerta corredera, la peste era más intensa, me dio una arcada y casi echaba la primera papilla que me dio mi madre.
Un ruido y un bulto llamaron mi atención, fruncí el ceño y me acerqué. Me quedé sin palabras cuando descubría una chica, era joven y hermosa, pero no podía fiarme de ella, seguro que era una espía. La agarré del brazo levantándola y mirándola a la cara.
-¡Tú! ¡¿Qué haces aquí?!-La pregunté gritándola y apretando el agarre en sus brazos. La chica me miró sin saber que decir.
-No hace falta que me lo expliques a mi, preciosa, se lo contarás al Jefe.-Esbocé media sonrisa y me la llevé conmigo al piso superior.




SAYA: Seguía en la bodega, todo estaba más tranquilo, suspiré aliviada hasta que me pillaron… Genial, perfecto.
-Oh, mierda.-Pude decir antes de que un chico moreno me agarrara del brazo y me gritara sin parar.
-Ey, tranquilo, macho… que yo solo…- No me dio tiempo a terminar la frase, pues me arrastró fuera de la bodega, miré hacia atrás por si a Tigre se le ocurría la genial idea de salir a ayudarme, pero solo asomó la cabeza y me miró gruñendo. Negué para que se mantuviera en su sitio, era mejor que no le descubrieran. Suspiré resignada y dejé que me llevara a ver a su “Jefe”.
-¡Bruto, suéltame, me estás jodiendo el brazo, mamón!- Grité con todas mis fuerzas intentando zafarme de su agarre, pero nada.
Llegamos a la primera planta y me dejó caer al suelo de rodillas agarrándome de los brazos para que no pudiera escapar.
-Joder, pero que gente más burra.- Dije por fin cuando su agarré de aflojó.


KAI: Cuando por fin estuvimos fuera de peligro y bastante alejados me senté en un banco empotrado en la pared, suspiré.
-Qué movida… -dije secándome el sudor de la frente con la manga de la camisa. Oí a Neo gritar en la bodega.
-Oh, genial, otra rata. –me arrasqué la rodilla, entonces oí una voz femenina, que me resultaba bastante familiar… Puse los ojos en blanco: una espía. Neo la dejó caer frente a mí de rodillas, ni que fuese un sacrificio.
-Bien, ¿algo que decir, o te mato ya? –dije sacando la espada de mi vaina.

SAYA: Estaba ante el jefe de la banda rebelde, no le ví la cara por culpa de la posición y porque mi pelo se venía hacia delante tapándome el rostro.
-Genial, y encima me quieren matar, me cago en la madre…- Suspiré eufórica revolviéndome para zafarme.
-¡Suéltame, cabrón, suéltame!- Me removí sin parar hasta que un brazo se me liberó, agarré la daga que tenía en el cinto de mi muslo derecho y se lo lancé a mi raptor rozándole la mejilla.
-Mierda…- Suspiré defraudada por fallar, aunque le había dejado una pequeña marca en la mejilla al mamón.
-Para que te acuerdes de mí.- Me eché el pelo hacia atrás y miré al tío que tenía en frente.
-Co-ño.- Fue lo único que logré decir, pues no me salieron las palabras al descubrir que el “Jefazo” era mi exmarido. Fruncí el ceño y le escupí en la cara.
-¡Cabrón!- Grité.


KAI: La espía hizo una herida en la mejilla a Neo, por lo que me levanté del banco de inmediato con la espada en mi mano, pero se calmó y no le hizo nada más, me miró. No pude hacer más que quedarme… helado.
-¿Saya? –pregunté asombrado. No podía ser otra que mi exmujer, ¿no?
-¿Qué ha…? –no me dio tiempo a continuar, me escupió en la cara y me insultó. Me limpié con el reverso de la mano.
-¡Qué coño haces!


NEO: La mujer intentó liberarse unas cuantas veces gritando y removiéndose sin parar, tenía fuerza la muy hija de puta. Logró liberarse y agarrando una pequeña daga, me la lanzó rajándome la cara. Me llevé la mano a la cara soltándola del todo. Después escupió e insultó a Kai.
Fruncí el ceño y la agarré del pelo por detrás amenazando su cuello con la misma daga que ella me había lanzado.
-¡Puta del infierno!- Miré a Kai con intenciones de decapitarla en cualquier momento.


Kai: -¡No! –grité, cuando Neo hizo ademán de cortarla el cuello.
-No, no es una espía, quieto. –le ordené, agarrándola del brazo sin apretar, la puse a mi lado mirando a Neo.
-Tranquilo, ya me ocupo. –busqué a Erika con la mirada- ¡Erika, ven!


ERIKA: Joder, de repente una chica apareció a manos de Neo chillando e insultándole sin parar. Me giré y les miré cruzándome de brazos, la chica escupió al Jefe y le llamó cabrón. Pues vaya, no me estaba enterando de nada, pero bueno, por mirar. Entonces fue cuando la chica hirió a Neo y este, lleno de furia, la agarró del pelo e intentó rajarla el pescuezo.
Guay, al fin algo de diversión.
Kai lo impidió agarrándola del brazo con rapidez y posicionándola a su lado.
Lo bueno llegó ahora, si la diversión se había acabado lo peor fue cuando me llamó.
-Oh, no, señor, a mi no me la cargue.- Dije dando un paso hacia atrás con las manos levantadas a la altura del pecho.

KAI: Ahora, después de casi seis años después de divorciarnos, aparecía de la nada, tenía cosas que hablar con ella, Erika se negó a venir.
-Erika, aquí. Quiero que la lleves a mi camarote, ya, es una orden, no una sugerencia. –dije serio, a veces cuestionaban mis órdenes, y no me gustaba nada.


ERIKA: Me lo ordenó, serio y decidido. No podía hacer otra cosa que obedecerle.
De mala gana me acerqué a ellos y me coloqué en frente de la chica desconocida.
-Si, señor.- Agarré a la chica del brazo y la miré. Uuuhh, la forma que tenía de mirarme no me gustaba, era un “tócame y será lo último que harás en la vida”.
-A-acompáñame… ¿por favor?- Encogí los hombros mirándola de forma suplicante.


SAYA: ¿Pero de que iba esta gente? ¡¿De que iba Kai?! Vale, me salvó de que el bruto me rajara el cuello, pero seguro que el otro hubiera acabado con mi daga insertada en el agujero de su culo.
Le miré cuando me agarró y me colocó a su lado, me zafé de su agarre, pues no quería ningún contacto físico con él. Miré de nuevo a Neo dedicándole una pequeña amenaza con la mirada. Pues esto no quedaría así.
Kai llamó a una chica de su tripulación, era muy joven, de unos 15 o 16 años más o menos, al principio se negó, luego, y porque le repitió la orden Kai, se acercó a mí y me agarró del brazo. Y dale con agarrar, ¿tan peligrosa parecía?
Al final acepté pero antes miré a Kai con los ojos encendidos.
-Te daré tu merecido.- Acto seguido seguí a la joven a través de un pasillo largo. Llegamos al camarote de Kai y la chica abrió la puerta, entré y me giré para mirarla, pero cerró la puerta antes de decir nada, ¡y encima la cerraba con llave! Este se iba a enterar cuando estuviéramos a solas. Fruncí el ceño y tiré una de las cómodas que tenía al lado de la cama destrozándola. Me senté sobre la cama y suspiré dejándome caer sobre el colchón.

KAI: Al fin Erika decidió llevarse a Saya, me llevé la mano a la frente. De todas las mujeres que había en el mundo tenía que encontrarme con ella, casi prefería haberme cruzado con… yo qué sé, con cualquiera menos con ella. Me volví a sentar en el banco.
-Esa es Saya. –le dije a Neo, él conocía la historia, de modo que se quedaría más o menos como yo.
-…sigue con tus cosas. –le dije levantándome de nuevo, debía saber por qué estaba ella aquí.

JIM: Me dedicaba a anotar en mi libreta los desperfectos de la nave para luego arreglarlos cuando empecé a oír barullo, siempre estábamos en ese plan, de modo que los ignoré, me daba igual lo que estuviesen haciendo siempre y cuando luego yo no tuviese que arreglar nada, entonces vi un rallazo enorme en el casco, lo acaricié.
-Oh… pobre Quimera… Neo me mata si no te arreglo ya. –me metí el lápiz táctil entre los dientes y con la mano libre me agarré de la barandilla, saltando al otro lado, chocando contra el casco, me quejé. Lo examiné y tomé apuntes en la agenda tecleando con los dientes, entonces por encima de mí pasó Erika con otra chica, que tenía unas buenas piernas… se me cayó el lápiz de la boca.
-¿Qué? ¡Oh, mierda! ¡Yo no pienso bajar a por ti! –agarré la agenda con la boca y volvía subir.

NEO: Erika se llevó a la chica que resultaba ser Saya, la ex de mi Jefe. Me quedé tan atónito como él.
-Pero… ¿no se había marchado a hacer no se que? ¿Qué hace aquí? ¿Y en mi nave?-Estaba que echaba humo de la impotencia de agarrarla y estrujarla como el cuello de un pavo. Me crucé de brazos y respiré hondo.
-Está bien, no hace falta que me digas nada, pero ojo con ella, no me fío ni un pelo.-Dicho esto me volví mi puesto, lo único que me relajaba era tener entre mis manos el timón de mi nave. Pasé al lado de Jim y le miré extrañado, anotaba cosas en su libreta, lo más seguro que los daños recibidos en mi nave… ¡Quimera!
Me asomé y descubrí un arañazo de bala en todo el casco.
-Oh, joder… ¡Jim! Arréglalo, más te vale que después de cenar esto esté arreglado.- Le miré y volví a mi puesto sin mediar palabra.


JIM: Le miré con los ojos como platos cuando me dio esa orden.
-¡¿Qué?! ¿Estás loco? ¡Necesito pintura! ¡Y cera! ¡Y estar en tierra! ¿Crees que voy a ponerme a hacer malabares colgando de una cuerda? –como dijese que sí le mandaba a la mierda…


NEO: Está bien, el chico tenía razón, además, no era su culpa. Lo estaba pagando todo con él.
-De acuerdo, puede esperar hasta que repostemos en la siguiente cuidad, pero en cuanto aterricemos, ya puedes mover tu culo fofo y darle marcha al asunto. Si no, despídete de volver a bordo.- Cogí los mandos de Quimera apagando el piloto automático.

JIM: …No me dejaría subir a bordo, ¿podía hacer eso él? Coño, era su nave, ¿por qué no? Tragué saliva y corrí al almacén a por los materiales.

KARA: Todo el mundo estaba abajo liándola parda, así que decidí no bajar, ¿mojarme yo? Sí, hombre. Me senté en mi sillón mirando al horizonte, mi puesto era bastante aburrido sola aquí arriba. Vi a Neo dirigirse a la sala de mandos, así que bajé con él, me daría un poco de charla, aunque solo fuese un poco.

KAI

Cuando todos estuvieron entretenidos me adentré en los pasillos de la Quimera, dirigiéndome a mi camarote, donde todavía esperaría Saya, no creo que se hubiese atrevido a atravesar la puerta ni a inundar la habitación, no al menos de momento. Llegué y abrí la puerta, a sabiendas de que podría atacarme nada más abrir.
Entré y cerré con llave, no quería que se fuese sin darme explicaciones de lo que estaba haciendo aquí, cuando ella debería estar en el Reino del Hielo, o en su defecto en el del Agua, pero no aquí, no en esta nave, no pintaba nada aquí.
-Explícame sin rechistar qué haces aquí.


SAYA

Seguí tumbada sobre la cama de Kai esperando a que algo interesante pasase. Suspiré cuando oí que abrían la puerta y me incorporé mirando la puerta mientras se abría. Kai entró y cerró de nuevo, me fijé bien en donde dejaba las llaves, pues tarde o temprano se las quitaría.
Volví la mirada a su rostro… hummm, pues si que había mejorado, si.
Me levanté cruzándome de brazos.
-¿Qué te conteste?- Sonreí sin dejar de mirarle.
-Estoy aquí para investigar, ¿el qué? Eso es asunto mío, me metí en esta nave porque es la única que encontré desprotegida, solo había una chica, la que me ha traído hasta aquí, pero estaba roncando. No tenía ni idea de que tú, precisamente mi exmarido, era el “Jefazo”, así que lo siento si tanto te jode que esté aquí.- Le miré seria, pues no era quién para saber cual era mi misión.


KAI

Así que investigar, ya me gustaría saber a mí el qué tenía que investigar esta mujer. Pasé de un lado a otro del camarote, apoyándome en la pared.
-Muy bien, tú misma, pero no pienso moverme de aquí ni dejar que tú te vayas hasta que hables, así que nos podemos tirar aquí otros seis años, cosa tuya. –me encogí de hombros indiferente. Sabía su reacción, haría como que no la importaba, pero enseguida perdería la paciencia y empezaría a gritar. Como yo pasaré de lo que diga al final acabará cantando. Siempre ha sido así.


SAYA

Con que quería que le contara todo. Se paseó de un lado a otro del camarote hasta acabar apoyado en la pared, se encogió de hombros y pasó de mí olímpicamente.
-Veo que no te importa tanto cuando te haces el indiferente, Kai.- Me senté en la cama de nuevo apoyando los codos sobre mis rodillas.
-Además, no te interesa lo que yo haga aquí, me metí por error, pero me marcharé si es lo que deseas, no te estorbaré. Seguiré investigando en otro lado, no te preocupes.- Sonreí traviesa.
-Tampoco me interesa mucho lo que haces tú y tu mierda de tripulación.- Mi voz sonaba calmada y tranquila, no me dejaría caer en sus juegos de niño tonto.


KAI

Aún estaba en la fase de “no me importa”, pero pronto empezaría a cabrearse, odiaba estar encerrada. En diez minutos la tendría cantándome lo que buscaba, aunque en realidad no fuese nada, lo más seguro es que acabásemos hablando de cualquier otra cosa relacionada con el cotarro. Por el momento decidí sacar otro tema.
-¿Hace cuánto no vas a ver al niño? –le pregunté, para empezar a mosquearla, más que nada porque le había cambiado de tema, aunque ahí su reacción ya era una incógnita para mí.



SAYA

No dijo nada, más bien se dedicó a cambiar de tema. Suspiré y le miré.
-Hará cosa de un mes, antes de venir al Reino de la tierra… En su cumpleaños, cosa que tú no apareciste, estuvieron, Max, Natty, Axel, Eri, Edward, Xan, sus hijos, pero su padre no…- Bajé la cabeza rascándome la nuca y suspiré resignada.
-No intentes atacarme con el tema del niño, Kai, le tengo más atendido que tú. Yo solo le he dejado solo un mes, ¿tú cuanto?- Le miré de nuevo esperando ver su reacción.



KAI

Vale, pensé que se cabrearía por cambiarle de tema, no que me echase en cara todo lo que hacía mal con el crío, era lo que me faltaba por oír.
-Pues no le veo desde navidades, porque veo absurdo acudir a una fiesta con globitos y pasteles cuando el niño ni siquiera se acordó de mí, lo más seguro. Cuando le vi la última vez no quiso estar conmigo más de diez minutos, de modo que ya le daré su regalo cuando vuelva por allí. –dije cruzándome de brazos, no sé qué hacía dándole explicaciones a ella.



SAYA

Desde navidades… Me levanté y me puse delante de él a una distancia prudente.
Le miré a través del flequillo, tragué saliva, no sabía como iban a salir las cosas, si acabaríamos discutiendo o… Miré la cama de reojo y sacudí la cabeza, ¿pero en que estaba pensando?
-¿Q-qué quieres saber?- Quería acabar ya con esto de una vez y largarme.
-Y deprisa, sabes que no me gusta estar encerrada, y menos contigo.- ¡Tonta!



KAI

Se acercó y por fin cayó, se saltó la parte de gritar, por suerte. Me preguntaba qué quería saber.
-Sólo saber qué información buscas. –dije, y luego caí en las segundas intenciones de su frase “no me gusta estar encerrada, y menos contigo”, que veía a ser lo mismo que “no quiero quedarme mucho rato porque sé que te quiero echar un polvo pero no”. Sonreí casi riéndome, se daría cuenta, pero como esperaba su respuesta no suponía que me interrumpiese en mis pensamientos.



SAYA

Sonrió de una manera un tanto extraña y que conocía bastante bien, puse los ojos en blanco y resoplé.
-Hombres…-Me crucé de brazos y apoyé la espalda en la misma pared que él, a su lado.
-Bien, la cosa es sencilla, me envía la junta de sabios. Según me dieron a entender Draco a metido a un espía en una de las naves del los grupos rebeldes, no sé quién es, pero estoy segura de que podría ser su hijo.- Le miré de reojo y proseguí.
-Me enviaron a mi por petición de Axel, él me conoce y sabe de sobra como soy en estos temas.-Sonreí levemente arqueando una ceja.
-Con esta ya son 13 las naves en las que me he infiltrado como polizón y es en esta en la única que me han cazado.- Respiré un par de veces y me concentré.
-Yo conozco al hijo de Draco, coincidimos una vez en los campos de adiestramiento. Él se preparaba, como no, para seguir los pasos de su “buen” papi, yo, para acabar aquí, bueno… no precisamente aquí, pero… tú ya me entiendes.- Le miré de nuevo, sabía perfectamente que esa misión le intrigaría lo suyo.



KAI

Me lo explicó todo, como yo quería desde un principio. Si yo no conocía a mi exmujer nadie la conocía. Me llevé la mano a la frente reflexionando, entonces se me ocurrió una idea. Ella se había infiltrado ya en trece naves y nunca había sido descubierta, la enviaba el consejo de sabios, que por suerte estaba del lado rebelde, y… de este modo no tendría que chincharme por ver más veces al niño que yo.
-De acuerdo, me gusta. Te quedarás con nosotros. –dije pasando por su lado hacia la puerta. Sabía que protestaría y se pondría hecha una fiera, por lo que prefería no tener que escucharla. Abrí.
-No me des las gracias, sé que lo deseas. –dije cerrando de nuevo con llave.