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viernes, 31 de julio de 2009

Capítulo IV - CUANDO TODO COMENZÓ

Sigue la historia, aquí os encontraréis una sorpresita :P


KAI
La Quimera había sufrido numerosos daños. Gran parte de la nave estaba destrozada, la sala de máquinas incendiada, había afectado a tres máquinas, y bajamos a tierra a base de usar las calderas, que iban mucho más lentas y la nave iba dando tumbos de vez en cuando. Como siempre, Jim echó la pota un par de veces y Neo estaba de un humor de perros por haberse quedado su “tesoro” en tan mal estado. La nación más cercana a nuestros pies era el País de la Naturaleza, donde habitaban los duendes y hadas, seres… pesados y ñoños. Aunque tenía un buen recuerdo de ese lugar, y fue donde Saya y yo nos declaramos, por así decirlo, aunque ahora ya daba igual, lo nuestro había acabado de la misma manera que empezó: repentinamente.

Aterrizamos en el puerto, a las afueras del bosque, donde era casi todo ciudad. Había muchas más naves, algunas de transporte, otras de mercancías… supuse que la única nave rebelde era la nuestra, pero había que mantenerse alerta por si las moscas. Neo no quiso separarse de Quimera ni un segundo, por lo que se quedó en la nave junto con Kara, custodiándola, mientras Jim y Erika se iban a por los materiales necesarios para repararla. Saya y yo fuimos a por provisiones. El estúpido del lobito nos siguió, ¿por qué no le pegaría un tiro? Ah, ya, porque luego Saya me lo pegaría a mí.


SAYA
Aterrizamos en un puerto para reparar la nave y reunir provisiones. Kara y Neo, al fin me aprendí los nombres, se quedaron dentro de la nave, Jim y Erika por otro lado y a mi, como no, me tocó ir con Kai, por si se me ocurría escaparme. Me tenía vigilada el muy desgraciado.
Menos mal que Tigre nos acompañaba, caminaba a mi lado derecho y de vez en cuando me lamía el brazo para que yo la acariciara el lomo o cualquier lado.
Suspiré mirando las demás naves intrigada. Giré la cabeza y miré a Kai. Su semblante era más serio que de costumbre, parecía más… ¿viejo? Me reí por lo bajo acariciando de nuevo el morro de mi lobo.
-¿Dónde vamos?- Le pregunté mirándole de reojo.



KAI
-A una tienda. –dije secamente, aunque bueno, mejor aumentar la información, o preguntaría más.
-Vamos a comprar provisiones y buscaré una herrería que arregle las armas que Jim no sabe arreglar. Después acamparemos en el bosque, hasta que arreglen la nave.



SAYA
Asentí ligeramente y le miré, sonreí y me acerqué dándole un beso en la mejilla.
-Gracias por ayudarme.- Dije simplemente, siempre que me salvaba la vida, nunca se lo agradecía, incluso estando como pareja, era uno de mis fallos.
-Pues nada, a por provisiones.


KAI
Y me lo agradecía ahora, ahora que ya me había olvidado, pues nada, que me de las gracias, ya se las tendría que dar yo por alguna otra cosa, aunque no fuese mi estilo pronunciar las palabras “por favor” y “gracias”.
Divisé una pequeña tienda en la cual había un escaparate con verduras y frutas.
-Bueno, en esta nación no se puede pedir carne. Neo enfurecerá. –entré seguido de Saya.
-Por cierto, el perro no puede entrar. –dije, antes de que ese… bicho entrase después de Saya.




SAYA
Entramos en una tienda de verduras y frutas, entró primero Kai y después yo. Vi que Kai se giraba hacia mí y miraba a Tigre.
-¿Perdón? ¿Los perros?- Sonreí.
-¿Entonces que haces tú dentro de la tienda?- Le empujé y le aparté entrando dentro de la tienda. Seguía siendo un gilipollas. Me hacía enfurecer de verdad. Caminé por uno de los corredores llenos de frutas y de verduras.


KAI
Puse los ojos en blanco y miré al lobo.
-Tú quieto ahí. –sabía que ese bicho no me odiaba, si no, no me habría “intentado” salvar aquella vez, hace mucho tiempo, y yo no es que le odiase, pero desde un principio, cuando aún estábamos casados, le había cogido rabia, no entendía muy bien por qué, pero ese bicho no me caía bien. Me acerqué a un puesto, cogí una manzana, la miré bien, estaba madura, de modo que la di un mordisco paseándome por los pasillos de la tienda.


SAYA
Me crucé con Kai por el pasillo de al lado por el cual iba él.
-¿Ahora te dedicas a robar fruta?-Pregunté con tono guasón. Me puse en frente de él y le miré a los ojos mientras mordía de su misma manzana. Sonreí y pasé de largo sin dejar de mirarle.
Se pensaba que me intimidaba, era cierto, pero yo también le intimidaba a él.
Salí de la tienda y le esperé apoyada en le marco de la puerta, que se las arreglara el mismo.




KAI
Mordió de mi manzana, entonces dejé de masticar el cacho que tenía en la boca, ¿qué tenía esa mujer en la cabeza? Tragué.
-¿Y tú te dedicas a robar de la fruta de otros? –pregunté mirando el mordisco. Ese mordisco cargado de… buah, paso. Se quedó mirándome, ¿qué? ¿Tenía monos en la cara o es que…? Oh, genial, me estaba…
-Esto ha sido por el beso, ¿a que sí? –salió de la tienda dejándome solo.
-Gracias. –dije con sarcasmo.


Al rato salí de la tienda con un buen saco lleno de frutas, ella esperaba en la puerta.
-¿Qué? ¿Nos vamos? –la puerta era tan pequeña que el saco no entraba bien, por lo que la di en la cabeza con él.
-Se siente. –dije canturreando.



SAYA
Al fin salió, cargado con un saco, al salir me golpeó la cabeza y encima se burló. Fruncí el ceño y cogí un tomate pocho, con moho y picado. Estaba en el suelo al lado de un canasto de tomates. Entrecerré los ojos y corrí hacia él espachurrándoselo en la cabeza. Todo el jugo del tomate le resbaló por la nuca y la cara, pasé por su lado y le miré sonriendo.
-Se siente.- Canturreé.


KAI
Me atizó con un tomate podrido en toda la coronilla y encima me hizo burla, como esperaba. Ella no se dio cuenta de que llevaba un plátano abierto en mi mano, el cual le espachurré en el centro de la cabeza.
-Te conozco demasiado, Saya, y no malgastes más fruta. –la miré bien, tenía un aspecto bastante cómico, no tuve otra que reírme.



SAYA
Como lo sabía, siempre guardaba algo para mí. Me plantó un plátano en toda la cabeza. Sonreí y me lo quité, estaba espachurrado.
-Kai.- Contesté sonriente. Acto seguido le hice la zancadilla haciendo que cayera hacia atrás, me subí encima de él y le restregué lo que quedaba de plátano en toda la geta.



KAI
-Oh, Dios, pareces una cría, mira como me has puesto. –dije limpiándome el plátano de la cara con la mano, se lo pasé por la frente y haciéndole marcas de indio.
-Vaya, ahora ya pareces una nativa del lugar. –dije levantándome del suelo y levantándola a ella, debíamos estar haciendo un ridículo espantoso.
-Anda, busquemos una fuente, o un manantial, que de eso aquí sobran. –dije quitándome un poco de plátano del ojo.
-Genial, ya verás como pase un mono por aquí si no me come la cabeza.



SAYA: Me reí divertida, pues la verdad es que me lo estaba pasando muy bien junto a él. Me levanté limpiándome el plátano de la frente, marcas indias dice.
Sonreí de nuevo quitándole un trozo de tomate del hombro.
-Si, será mejor.- Me miré la ropa, pues la camiseta negra la tenía manchada del tomate.
-Vaya por Dios, creo que me a salpicado cuando te lo he estrellado en la cabeza.- Me reí melodiosa volviendo mi mirada a le de él.
-Vamos, sobrevolando la zona he visto una fuente a pocos minutos de aquí. Está en una pequeña plazoleta, dentro de la ciudad.- Dije caminando hacia allí.
-Y para que veas que no soy rencorosa, limpiaré tu camisa.- Sonreí de nuevo y miré a Tigre.
-Ve a la nave, nos las arreglaremos solos, cachorro.- Mi lobo se acercó y me lamió lacara quitándome el resto del plátano, acto seguido se marchó hacia la nave.
-Ala, ya no te molestará, pero ten cuidado con lo que haces, yo también te vigilo.- Le miré sospechosa, seguro que notaría que iba de broma.
A los pocos minutos como dije yo, llegamos a la fuente de la plazoleta. Me acerqué y me lavé la cara con el agua. Cerré los ojos al sentirla tan fresca sobre mi piel, pues yo estaba hecha de ese elemento y no podía vivir sin el agua.
Me mojé la nuca retirándome el pelo hacia un lado.
-Dios… lo que daría por un bañito.- Dije para mí misma, pero seguro que Kai lo había escuchado. Me erguí y le miré.
-¿Ves? Una fuente.- Me llevé la mano al cinturón que se cruzaba con otro en mi vientre, con un movimiento ligero de los dedos, el cinturón se desprendió quitándome la capa de arriba que cubría mis pechos.
Me quedé con la camiseta de abajo que estaba manchada de tomate. Me miré una marca debajo del ombligo que seguro Kai reconocería, me giré levemente para que no se diera cuenta.
Pues esa marca era fatal para los dos, es la cicatriz que me dejó Rikki al atravesarme con su espalada y llevándose por medio al que sería nuestro primer hijo. Suspiré y me mojé la camiseta en la zona de la mancha dándole la espalda a Kai.
No quería que notase que me había puesto nerviosa y menos con temas que para él pertenecen al pasado, pero que para mí estaban presentes. Deslicé las yemas de mis dedos índice y corazón acariciando la cicatriz. Mis ojos se encharcaron por un momento recordando aquella escena.


KAI:
Cuando Saya se quitó la camiseta me dio una punzada en el corazón, pero intenté disimular, no me gustaba mostrar mis emociones, y estaba claro que aún me dolía lo que sufrimos ambos. Yo aún no estaba preparado para tener hijos, eso estaba claro, aún éramos muy jóvenes, yo solo tenía diecisiete años, pero simplemente me dolía el verle tan abatida y dolida. También el miedo de perderla había sido insoportable, y es lo que me dolía más cada vez que veía esa herida.
Suspiré apoyándome en el borde de la frente, cogí agua y me eché en la cara.
-…¿Te sigue doliendo? –le pregunté cuando vi que la rozaba. Entonces vi que sus ojos se encharcaban
-Eh, ¿estás bien? –le pregunté acercándome.



SAYA:
Kai me pilló, no se le escapaba ni una. Le miré de reojo.
-¿Eh?... n-no… no me duele… - Balbuceé a causa de los nervios, que para colmo descubrió también que tenía ganas de llorar.
-No es nada, Kai, tranquilo.- Me mojé la cara con el agua de la fuente secándome las lágrimas.
-Sensiblerías, y se que eso a ti no te gusta…- Miré su camisa.
-Trae, deja que te la limpie, no querrás dar imagen de jefe pirata guarro.- Sonreí levemente esperando a que me diera su camisa.



KAI:
Sabía que lo estaba pasando mal, y… aunque ya no estuviésemos casados, podía ser su amigo, ¿no? Me quité la camiseta, pero no se la di, la dejé apartada, para no marcharla a ella cuando la abracé, aún sentado en la fuente, hice que apoyase la cabeza en mi pecho, sabía que quería llorar, siempre lo sabía.
-Llora, no te avergüences por mí.



SAYA:
Se quitó la camisa y cuando fui a cogerla para lavársela, Kai la dejó apartada y me abrazó contra su pecho desnudo.
Me quedé atónita, pues no me imaginaba esa reacción en él. Mis manos pasaron a su espalda, una a la nuca y la otra a la altura de los omoplato. Mi respiración se agitó, cerré los ojos dejando que las lágrimas se me escaparan.
Apoyé la frente en su pecho, escuchaba su corazón, su palpitar, su piel, su olor…
Me vinieron a la mente tantas cosas, tantos recuerdos…Le quería, aún, le amaba.
Suspiré deslizando mis manos a lo largo de su espalda, me separé y le miré a los ojos.
Me quedé mirándole un par de minutos que para mí fueron eternos.
Cerré los ojos y me separé de él casi bruscamente y agarré la camisa.
-Perdemos el tiempo, te lavaré la camisa y nos marcharemos.-Mojé la zona dónde estaba la mancha y froté para que se disolviera.



KAI:
Como me imaginaba, Saya lo único que quería era desahogarse. En cuanto lloró un par de lágrimas en mi pecho se separó bruscamente y empezó a limpiar la camisa. No quería darme ninguna esperanza, pues no la había ya. Eran seis años los que llevábamos separados y no iba a cambiar la cosa ahora, y me dolía, pero lo aceptaba.
Suspiré y metí la mano en el agua, no estaba del todo fría, de modo que le bajé un par de grados con mi temperatura corporal, y bebí un poco, después me eché por la nuca y el pelo, que lo tenía lleno de tomate.
Se hizo un silencio incómodo mientras yo me limpiaba y ella lavaba mi camisa, pero a estas alturas de la vida, ¿quién lo iba a romper?
Antes sí, antes llegaba siempre alguien que hacía que esto no fuese más difícil, pero ahora estábamos solos, ¿rompería ella el silencio pidiendo que nos marcháramos, quizá?



SAYA:
Terminé de lavar la camisa de Kai que se lavaba el pelo y la nuca, yo también debía de lavármelo. Colgué la camisa en la rama de un árbol cercano y metí la cabeza bajo la fuente. Suspiré, pues estaba más fresca que antes, casi helada, seguro que había sido él, mejor, así se me refrescarían las ideas.
Me aparté de la fuente y eché la cabeza hacia atrás libre de plátano.
Agarré de nuevo la camisa y me acerqué a Kai.
-Ya está, impecable, algo mojada, pero limpia al fin y al cabo.- Se la entregué.
-A propósito… ¿Por qué me besaste?- Le miré a los ojos, sabía muy bien por que, pero desde entonces no me comentó nada y yo no pregunté si quiera.




KAI:
Menuda perlita me acaba de soltar. Seguro que era por rencor. Lo más seguro es que la hubiese gustado, nunca había rechazado mis besos, pero ahora que ya no había nada entre nosotros quizá la molestó.
-Pues… no lo sé, para darte suerte, llevarme suerte tuya, porque quizá no te volvía a ver, yo qué sé, son muchas cosas, no le tomes importancia, sabes que a veces hago cosas incoherentes.
Cogí la camisa y la eché a mi hombro, no me la iba a poner mojada, se arrugaría. Además, hacía una temperatura algo alta por la humedad concentrada, de modo que no me vendría mal.


SAYA
Me contestó, pero no era lo que realmente sentía ni lo realmente era. Se echó la camisa al hombro, yo me puse de nuevo los cinturones dispuesta a seguirle.
Miré el suelo indecisa, levanté la cabeza y me acerqué de nuevo a él, muy cerca.
Cogí aire y me atreví a perderme en su mirada.
-Hazlo de nuevo.-Dije casi en un susurro, seguro que se negaría, pero me daba igual, al menos lo intentaría.
-Bésame de nuevo.- Quería sentir sus labios contra los míos una vez más, fríos y ardientes a la vez. Su lengua deslizándose junto con la mía.
Mi mano fue directa a su nuca que acaricié con suavidad enredando los dedos con su pelo. Respiré agitada, y sin pensármelo hice que se arrimara mí juntando por fin sus labios a los míos, que los besé con desesperación y pasión.



KAI:
Me pidió que la besase de nuevo. Esta mujer me mataría con el tiempo, ¿de repente estaba enamorada de mí de nuevo? No podía explicarme las reacciones de Saya, pero ante todo, seguí su beso, con la misma pasión, la había echado de menos. A ella, a sus labios, a su piel, todo su cuerpo puro y perfecto era ahora lo que más codiciaba, más que cualquier tesoro. Posé las manos en su espalda, moviendo mis labios al compás de los suyos, con pasión, con la respiración agitada, con mis manos aferrándose a su piel como se la necesitase para vivir.
Era una reacción poco propia de mí perder los estribos, pero no estábamos en peligro, no afectaría en absoluto, salvo que después ella se arrepintiese, que no lo vería extraño, pero lo respetaría. Yo hacía lo imposible porque ella fuese feliz.



SAYA:
Respondió a mi beso con la misma pasión que yo le brindaba, todas las células de mí cuerpo cobraron vida haciendo que sintiera un escalofrío por la espalda, desde el coxis hasta la nuca. Cada movimiento que hacía con los labios, yo le respondía con otro distinto, saboreándole. Me aparté un poco para coger aire, pero no duré nada sin volver a encerrar sus labios entre los míos apasionados y ardientes. Le agarré de la nuca y me quedé mirándole a los ojos sin apartar el rostro del suyo, nuestros labios se rozaban cada vez que jadeábamos.
-Esto… es un beso.-Sonreí y dicho esto, le volví a besar, pues habían pasado seis años, pero aún así no podía dejar de quererle, desearle. Quería beber de su cuerpo frío, que me acariciara, como lo hacía antes, que me sedujera como él solo sabía. Sentime suya, darle todo lo que quisiera…pues eso era, le pertenecía, solo a él. Atrapé su labio inferior entre los míos y tiré con suavidad, pues mis besos eran así. Le miré jadeando y aún pegada a su cuerpo perfecto y del que tenía ganas.



KAI:
¿Era esto definitivamente una reconciliación? A mí verdaderamente me gustaría que así fuese, que volviésemos a estar juntos, que cada vez que tuviese sed de sus labios bebiese de ellos, que cada vez que necesitase compañía, sus brazos me la diesen. Muchos años llevaba ya sin ello, y el que volviese a mí era una idea que realmente me tentaba. Acaricié su pelo, entrelazando mis dedos en él, para sujetarla de la cabeza mientras seguía besándola. Esos labios que tan loco me tenían desde hacía años, que se derretían en los míos al contacto, pues ella era como el agua, flexible y fría. Cuando nos separamos levemente para coger aire yo aún la tenía agarrada de la cabeza, no nos separamos más de dejar nuestras narices juntas, aún con los ojos cerrados sonreí.
-¿Sabes que este es el lugar donde nos besamos por primera vez? –pregunté, y la di otro beso, más corto.



SAYA:
No sabía como explicar lo que sentía, lo que me hacía sentir aquel hombre, cada vez que me rozaba, con una mirada suya ya me tendría haciendo lo que él deseara.
¿Con una sonrisa? Mi mundo giraba en torno a él. ¿Con un beso? Sentía que había esperanza y la pasión que tan enjaulada he tenido durante estos seis años, salía a la luz a través de mis besos y mis caricias.
Me tenía agarrada de la cabeza para que la distancia fuera pésima entre sus labios y los míos. Sonreí cuando se acordó que en este mismo sitio dejé que me tocara.
-Si… nunca olvidaré, donde y como fue la primera vez que me besaste.- Le agarré de la espalda presionando suavemente mis dedos sobre su fría piel besándole de nuevo. Pues estar lejos de ellos me hacía sentir… mal.
-Sabes que siempre he sido tuya, lo sabes y te lo repito.- Le dije entre jadeos y mis labios fueron directos a su cuello, que lo rocé antes de depositar intensos besos sobre su piel, pues sabía que eso le volvía loco. La alarma de la Quimera interrumpió nuestro momento de besos y caricias. Me imagino que era para avisarnos de que nos reuniésemos para ver dónde acampábamos esta noche. Apoyé la frente en el pecho de Kai por un momento, suspiré y me separé lentamente de él.
-Te reclaman, Jefe.- Sonreí y me puse en camino. Giré la cabeza y le mire.
-Por si te quedas con la duda, sí, te quiero.- Volví la cabeza al frente y seguí caminado hacia la Quimera.


KAI:
Siguió besándome, agarrándome con ansia, y yo no me separaba de ella. Ambos seguíamos enamorados, y el separarnos fue, ahora lo entendía, un error. Ella había sufrido, yo había sufrido, y… Kai también había sufrido, no pasaron dos meses desde que nació cuando Saya decidió que nos separáramos, desde entonces no pasaba ni tres días seguidos con mi hijo. Ahora ese no era el caso, la alarma había sonado, y Saya se separó de mí. Me quedé callado y quieto mientras se fue alejando.
-…Yo… también. –dije, aunque dudaba que lo hubiese oído, lo había dicho muy bajo.


SAYA:
Sonreí cuando le escuché decir que el también me seguía queriendo, pues ya lo sabía, había insistido mucho en que me quedara en la Quimera con la excusa de que era importante para la misión y que podíamos colaborar ambos, pero… La verdad es que él quería tenerme cerca, aunque nunca lo dijese abiertamente. Se quedó quieto y callado, me giré y le miré.
-¿Pasa algo? ¿He dicho algo que no te gustara?-Pregunté con preocupación acercándome un par de pasos. Tenía miedo de meter la pata de nuevo y separarme de él.
-Si hay algo que he hecho o dicho que no te haya gustado… dímelo.- Le miré indecisa y dudosa, a lo mejor me había tomado muchas confianzas después de seis años, pero la verdad es que no me arrepentía de haberle besado.



KAI:
-¿Qué? No, no es nada. Eso sólo que… no sé, te has separado tan repentinamente que… -dije serio.
-Es igual, vayamos a la nave, nos necesitan ahora. –cogí el saco con las provisiones y me lo cargué al hombro, comencé a andar en dirección al puerto, me giré y la miré.
-¿Vienes?



SAYA:
Bajé la cabeza y miré al suelo, seguro que él esperaba algo más… Deseaba darle todo lo que él quería, pero no era el mejor momento, pues la tripulación nos esperaba… Bueno, a su Jefe. Suspiré y anduve hasta situarme a su lado.
-Pues claro que voy.-Sonreí alzando una de mis cejas juguetona.
-No eres capaz de apañártelas sin mí.-Mi sonrisa se ensanchó y le agarré del dedo índice un momento.
-Vamos.- Empecé a andar a su lado camino del puerto. Llegamos a los pocos minutos, Erika y Jim ya habían llegado hace rato y estaban junto a Tigre que permanecía tumbado en la sombra.
Al ver a Jim me acordé de que tenía que curarle la brecha y cambiarle la tirita.
Miré a Kai y le sonreí, acto seguido anduve hasta situarme al lado de Jim.
-¿Qué tal llevas la cabeza?-Le pregunté acercándome por detrás y en tono dulce, le agarré de la barbilla y le miré la frente despegándole con mucho cuidado la tirita.
-Vamos dentro, te lo curare con el botiquín.- Dije agarrándole de los hombros y entrando en la Quimera.


JIM
Estaba hablando… más bien discutiendo con Erika sobre si una ametralladora con base de acero era más sólida y resistente que una recubierta de metal, cuando llegó Saya, la exmujer del Jefe, por detrás y me preguntó qué tal la herida.
-Oh, bien, está mucho mejor, ya no me duele nada. –dije sonriendo, aunque eso cambió cuando me cogió de la barbilla, y me sonrojé otra vez. ¿Por qué tenía que acercarse tanto? ¿Es que no veía bien desde 10cm más lejos? Me metió dentro de la nave sin darme opción y yo no rechisté, por lo menos no pelearía más con Erika.


SAYA
Entramos en la nave y me acerqué al botiquín después de quitarle la tirita de la frente a Jim. Cogí el agua oxigenada y una gasa, me acerqué y le miré la herida, pues ya tenía costra y la infección había desaparecido, sonreí y me retiré para mirarle a la cara.
-Tienes suerte, encanto, no hace falta que te cure nada ni que te lo tape, pues la herida se cicatriza rápido.- Me alivió, pues el día anterior la tenía algo chunga.
-Pues nada, vaya y yo que quería ser tu enfermera particular.- Sonreí de nuevo cariñosamente.



JIM
Estaba tan cerca de mí que no podía borrar el rojizo de mis mejillas, ¡¡aléjate!! ¡Es incómodo!
-Je, je… -me reí como un estúpido cuando dijo lo de enfermera particular.
-Siempre me curo muy rápido, me viene de familia. –dije levantándome del banco donde estaba sentado.
-Esto… muchas gracias por todo, si puedo hacer algo por ti…


SAYA
Negué con la cabeza ligeramente y sonreí.
-No, no hace falta que te molestes por mí, a sido un placer ocuparme de tu herida, de verdad, no necesito nada.- Sonreí de nuevo.
-No te preocupes, ya puedes irte si quieres.-Dicho esto, guardé la gasa y el agua de nuevo en el botiquín.
-Bueno… creo que si que puedes hacer algo, pero no por mí, sino por ti. Tener más cuidado.- Le guiñé un ojo y me dirigí a la cocina por si tenía que ayudar con los alimentos.



JIM
Asentí sonriendo.
-Descuida, tendré cuidado. –y acto seguido salí escopetado, no fuera a ser que volviese a acercarse tanto que… que me fui, y punto.


KARA
Estaba descargando el saco que Kai había traído de provisiones. Todo verdura y fruta, menuda porquería, estas hadas debían estar escuálidas. Empecé a ordenar todo en armarios y la nevera.
-Por suerte queda carne en el congelador… -dije para mí misma cuando entró Saya, la exmujer de Kai, que nos ayudó en la pelea.
-Oh, vaya, una inquilina. –dije metiendo una lechuga en el cajón de la nevera.


SAYA
Entré en la cocina, Kara, la capitana, ordenaba la fruta y la verdura que Kai había comprado en la tienda de antes.
-Si, eso parece, una nueva inquilina.-Dije sin mucho interés. No la conocía, solo de haberla visto y oído gritar como una verdulera.
-Creo que no nos han presentado.- Me acerqué y me coloqué a su lado pasándola la ristra de tomates y a continuación una caja de fresas. Sonreí levemente, pues a Kai le encantan.
Miré a la chica que se alzaba a mi lado.
-Soy Saya.- La extendí una de mis manos.
-Y sí, la exmujer de tu Jefe al cual le tiro tomates podridos a la cabeza.- Intenté aguantarme la risa.



NEO
Quimera estaba echa papilla, le faltaba media popa y los tres motores principales destrozados. Al menos el panel de gravedad aún funcionaba y podía mantenernos en el aire.
Después de hablar con un mecánico del puerto y llegar a un acuerdo, entré dentro de la Quimera y bajé a la cocina, pude distinguir la magnífica figura de Kara ante la nevera colocando las verduras.
A su lado estaba Saya, ala cual no tragaba después de rajarme la cara y de que su lobo intentara descuartizarme.
Entré cuando Saya se acercaba a la mesa donde comíamos para abrir una bolsa llena de frutas, portaba en sus manos un cuenco de cristal grande, seguro que era para guardar las frutas ahí.
Pasé por su lado golpeándola el hombro y empujándola, sin darme cuenta, también di al cuenco, que se le cayó de las manos rompiéndose en mil pedazos cuando chocó contra el suelo.


KARA
Genial, Saya acababa de romper uno de los pocos cuencos que teníamos, justo el de cristal. Refunfuñé y me agaché a limpiar los cristales.
-Genial, muchas gracias, era un cuenco hecho especialmente para mí, fue un regalo de un amigo, ¿sabes cuánto lleva conmigo ese cuenco? –dije mirándola mientras recogía los pedazos rotos, me levanté y los dejé caer sobre el fregadero.
-A la mierda todo. –dije de mala leche.



NEO
Me agaché y ayudé a Kara a recoger los trozos de cristal que había por el suelo. Miré a Saya con el ceño fruncido.
-Si vas a estar aquí solo para molestar, mejor que te largues. Ya has hecho mucho por nosotros, y casi todo es joder, sobre todo al Jefe con tu mera presencia.- Dije aquellas palabras con frialdad mostrándola crueldad para que se marchara de una vez, pues no soportaba que se andará por mi nave como si nada.
Kara había demostrado ser una buena capitana y saber llevar el asunto con firmeza y sin desmoronarse.
Jim era un espléndido hacker, un gran operador y un magnifico manitas de la electrónica.
Erika, ser una buena francotiradora y salvarnos el culo en más de una ocasión.
Pero ella, ¿qué había hecho ella por nosotros?
-No sirves para nada en esta nave, así que, ya sabes preciosa.- Sonreí de forma malvada y me volví hacia la nevera.


SAYA
Neo me dedicó unas palabras llenas de rencor y crueldad. Le miré a los ojos mientras me soltaba su discursito de si debería estar aquí o no, que si era su nave, que no hacía nada por ellos, bla, bla, bla.
-¿Has terminado?-Le pregunté una vez que se giró hacia la nevera, esbocé media sonrisa y cuando se giró para contestarme, le propiné un puñetazo en la nariz haciendo que la sandía que portaba en las manos volara por los aires y acabara en su cabeza aplastada. Me reí viendo como los pipos de la sandía recorrían su cara dura.
-Pues mira, si que hago algo por ti, exfoliarte el careto.- Me reí y salí de la cocina dejando a Neo con la sandía reventada en su cabeza… Pobre sandía.

6 comentarios:

  1. Chicassss vuestra historia esta genial!! me encanta!!! Y sobretodo la peraja Kai/Saya que es de las difíciles! weno nada deciros que sigais asi que lo estais haciendo estupendamente y que aqui teneis a vuestra fan number 1!!! xDDD bsss

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  2. Genial, yo tengo otros métodos de exfoliación facial, pero también puedo probar con eso. Guay!!!!

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  3. mmm yo no soy de exfoliarse, pero creo que una sandia en la cabeza es... no se ¿ no atrae a las moscas? -_-

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  4. Ayyyy, Christian, cuanto tienes que aprender XD
    Una sandía atrae a las moscas si está pocha, pero como no es el caso a Neo le va a dejar la piel hidratada y tan suave como el culito de un bebé ^^

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  5. No necesita cremitas hidratantes como el resto de los mortales, he ahí la enseñanza de por qué debes tirarte una sandía a la cabeza de vez en cuando :p

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  6. Creo que si me la tiro a la cabeza ma va a doler... >_<

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