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viernes, 31 de julio de 2009

Capítulo III - LA ENCERRONA

Aquí el tercer capítulo, ¿lo estará leyendo alguien?

ERIKA
La chica nueva resultó ser la exmujer del Jefe, pues vaya, si que se llevaban bien. Ella le escupe y el mismo día se lleva el pobre un puñetazo en el labio, jo… En mi vida me casaré.
Me encontraba en lo que antiguamente se llamaba “el mástil”. Era la parte más alta de la nave, dónde veías todo el cielo y naves aliadas. Me encantaba subir hasta allí y hacer de vigía.
Limpiaba mis armas hasta que me llamó la atención una nave de vela negra, me levanté corriendo y apreté el botón de alarma. Me agarré a la barandilla y me dejé caer deslizándome por ella hasta llegar al puesto de mando.
-Es una nave mercante, seguro que de esas de trueque, querrá intercambiar algo.-Le comuniqué a mi capitana.



KARA
-¿Una nave mercante? Esas no traen más que problemas con ellas. –refunfuñé sentada en mi sillón de cuero, me levanté.
-Bien, intenta contactar con ellos antes que les de por tirarnos panfletos y pregúntales qué quieren.




ERIKA
Asentí y obedecía a mi capitana. Salí fuera, abriendo la compuerta principal. Corrí por el corredor hasta llegar a un pequeño balcón que permitía dejar paso a una pasarela.
Esperé hasta que les tuve a mi alcance. No me di cuenta, pero Saya se colocó a mi lado.
-¿Y tu de dónde sales?- La pregunté algo extrañada sin quitarle ojo a la nave vecina, muchas de esa naves podrían llevar espías y sin darnos cuenta abordarnos.




SAYA
La alarma sonó y me asomé por la ventana del camarote de Kai, avisté una nave muy familiar. La joven muchacha que me trajo hasta aquí salió a recibirles. No era buena idea, así que, decidí ir a echar un vistazo.
Me posicioné al lado de la niña y miré la nave.
-Es mercante…- Miré de nuevo a la chiquilla.
-No deberías haber salido.- La dediqué una sonrisa siniestra.
-Pero ya que estamos aquí, te encargarás de una cosita, es un favor pequeño, ¿esta bien?-Mi sonrisa seguía perfilando mis labios.
-Ve y llama a tu Jefe, tenemos trabajo.




ERIKA
Pero que tía más rara, primero me dice que no debería haber salido y ahora me comentaba que fuera en busca de mi Jefe, había trabajo dice.
Obedecí a regañadientes, pues no podía hacer otra cosa.
Entré de nuevo en le puesto de mando y avisé a mi Jefe.
-Señor, he avistado un barco mercante, les iba a echar cuando su ex…quiero decir, Saya, me lo ha impedido… ¿qué hacemos?



KAI
Suspiré. No le gustaba mi forma de mandar, pero en cuanto tenía ocasión se ponía a darle órdenes a mis súbditos, de puta madre. Me encanta esta mujer, qué colleja la iba a dar. Me levanté apartando la silla ruidosamente y seguí a Erika hasta donde estaba Saya. Volví a cruzarme de brazos.
-¿Se puede saber qué haces?



SAYA
Kai se presentó. No le entendía, primero me pregunta y me suplica que me quede para ayudarle y cuando lo estoy haciendo me llega con esa chulería.
No le miré, señalé la nave con la barbilla.
-¿Sabes que es eso?



KAI
La miré con ironía.
-No, Saya, soy un pobre retrasadito que no sabe qué es un barco de mercancías y trueques, no lo sé, lo siento, ¿me lo explicas tú? –le pregunté con sorna, ¿no era evidente? Llevaba seis años navegando y me había encontrado con decenas de esos, la mayor parte quedó arrasada y nosotros nos quedamos con sus tesoros, que era lo más divertido.



SAYA
Sonreí sin mirarle, pero que engreído era el pobre.
-¿Tú crees?- Le miré y luego el cielo.
-¿No lo hueles? Y que eres tan listo, deberías saberlo, ¿no?- Le pregunté en el mismo tono y pasando por su lado chocando mi hombro contra el suyo y apartándole.
-Esa nave no es mercante, es una nave enemiga, se huele la pólvora desde aquí, además lleva el sello de Draco en el casco, esta niña les a delatado la posición, si no hubiese salido y la hubieran visto ahora no se…- No me dio tiempo a terminar la frase, pues la nave que se suponía era mercante, nos disparó golpeando cerca de donde estábamos nosotros.
La chica cayó al suelo colándose por la barandilla y quedando colgada con el vacío a sus pies.
La agarré de la mano sujetándome a la barandilla mientras buscaba con la mirada a Kai.




KAI
Genial, lo que nos faltaba, una nave enemiga. Atacó e hizo que nos tambaleáramos, Erika cayó al suelo rodando hasta quedarse colgada. En el mismo instante que Saya la agarraba de una mano y se sujetaba con la otra, yo agarré su mano libre y tiré, haciendo un desequilibrio con Saya, pero la subí hasta el suelo.
-Quiero que bajes a la parte del casco y hagas una barrera con el viento, no será difícil ahora, vamos. –le ordené levantándola agarrándola desde los hombros. El barco se acercaba cada vez más a nosotros, esto iba a ser divertido.
Agarré mi espada, sujeta a mi cinto, y la desenvainé, haciendo que el hielo del arma refulgiese con los rayos del sol.
-Vamos al lío. –dije mirando a Saya.



KARA
Una nave nos atacaba desde unos metros al noroeste, había alcanzado la parte trasera de la nave y un motor había dejado de funcionar.
-Mierda. –maldije.
-Neo, quiero que vayas a los cañones, necesitamos que Jim vaya a arreglar ese motor, ve, ¡ahora! –salí con él, pero fui a mi puesto de mando y cogí mis pistolas, que las guardaba en un armario. Cuando las tuve en mis manos las hice girar y las di un beso.
-Os quiero, pequeñas. –cerré el armario con el codo y salí corriendo tras Neo.



ERIKA
Al final nos atacaron, Saya tenía razón y por mi culpa casi morimos los tres. Saya me salvó de una muerte segura junto con Kai que la ayudó a ella. Se lo agradeceré toda mi vida.
Kai me ordenó que fuera a la parte del casco y creara una barrera con mi poder del viento. Llegué hasta allí y colocándome en el medio abrí los brazos en cruz concentrándome. Pues no era nada difícil, noté como la energía llegaba a mis manos y salía al exterior. Cerré los ojos y le ordené a mi energía que se extendiera más allá de estas paredes, que atravesara el metal y el hierro del casco y que cubriera por completo la Quimera y a mis seres queridos.
No era difícil sacarlo a la luz, lo que era difícil es mantenerlo.



JIM
Como Kara me había ordenado, bajé a toda prisa a la sala de máquinas, la máquina uno estaba ardiendo.
-¡¡Oh!! ¡Mierda, re-mierda! –corrí hacia allí.
-Tú no, eres la más importante, no me hagas esto… -dije mirando los daños bajo el fuego, no podía hacer nada así, me alejé para no quemarme. Saqué de mi bolsillo un micro de oído y me lo puse.
-Neo, Neo, ¿estás ahí? ¿Me oyes? El primer motor está ardiendo, no puedo arreglarlo así, creo que tendré que encender una de las calderas, ¿pero qué hago con el fuego? Yo no puedo apagarlo. –dije nervioso.



NEO
Salí junto con Kara y Kai, estábamos intentando que los enemigos no pasasen, la pobre de Erika estaba sola creando la barrera que no duraría mucho tiempo.
Jim me llamó por el micro de oído.
-¿Qué el motor está en llamas? Joder, joder, joder, joder. Vale, Jim, escucha, no lo toques y sal de ahí, ahora voy yo.- Miré a Kai.
-Señor, tengo que retirarme, Jim me necesita, uno de los motores está en llamas y lo más seguro es que explote, tengo que bajar y apagar el fuego.- Miré a Kara.
-Cuida de él.- Salí corriendo en dirección a la sala de máquinas.
-Jim, no lo toques, quédate ahí voy en seguida.


JIM
Asentí nervioso cuando me dio la orden de alejarme.
-Vale. –dije simplemente, después tosí, me dio una gran oleada de humo.
-Joder… -me alejé, vi como el fuego tocaba la tapa de la combustión.
-Oh… mierda, ¡mierda! –salí corriendo lo más rápido que pude, pero no acababa de llegar a la puerta cuando el motor explotó.
Creó una honda expansiva que me hizo desplomarme contra una de las columnas de metal, haciéndome una brecha en la frente. Caí inconsciente al suelo.



SAYA
Fue una trampa, una maldita trampa. Me tambaleé cuando el motor hizo explosión en la sala de máquinas.
-¡¿Y el chico?¡-Había oído decir que había un chico más en la sala de máquinas.
Los enemigos eran demasiado y llegaron a abordarnos, empezaron a entrar dentro de la Quimera a cascoporro.
-¡Mierda!-Grite lanzándome sobre uno.
-¡Se nos va de las manos!-Le rompí el cuello mientras miraba a mi alrededor, otra explosión hizo que cayese al suelo, pero esta vez no fue de dentro de la nave, sino de la nave enemiga. Pues volvió a disparar cerca de mi posición llevándose con el disparo media popa por delante.


KAI
Bajé corriendo al lado de Saya y la hice levantarse.
-Ten más cuidado. Quiero que vayas dentro y busques al tipejo ese. Si no está sal lo más rápido que puedas, y si está me llamas. Que no te maten. –dije mirándola a los ojos mientras introducía un micro de oído en su bolsillo.
-Ni se te ocurra salir herida de ahí, ¿entendido? –la tenía sujeta por la cintura, de modo que la acerqué más a mí, y la besé en los labios. Fue un beso breve pero se enteraría de lo que estaba hablando. La empujé dentro de la nave enemiga y corrí junto con Erika y Kara.



SAYA
Kai me agarró de la cintura y me ordenó que fuese a investigar en la nave enemiga.
Dios, que pesadilla de hombre, siempre con sus… ¿besos? ¿Me besó?
Me quedé un poco sin saber reaccionar hasta que me empujó dentro del barco enemigo.
-Este hombre me matará algún día.- Como él me ordenó, me adentré por los pasillos con la daga en mi mano. Parecía que toda la tripulación estaba arriba y que por el momento no me encontraría con nadie.
Me agarraron por detrás e intentaron ahogarme con un cuerda que la corté con la daga y esta fue a para al cráneo de mi atacante. Seguí por el pasillo, pues ya no andaba, más bien corría cargándome a todo el que se cruzaba en mi camino.
Llegué al camarote del capitán y abrí la puerta de una patada. Allí estaba, era él, James.
Sentado en una silla cubierto con su capucha negra, fui a avisar a Kai, pero él fue más rápido y me golpeó antes de encender el micro.
Me propinó un puñetazo en la cara haciéndome escupir sangre, antes de recuperarme me golpeó el estomago con la rodilla estampándome contra el suelo.
Intenté incorporarme algo mareada, lo veía todo borroso y la boca me sabía a sangre. Cuando le tuve en frente de mi, aproveché y le escupí una bola de sangre. James me agarró del cuello empotrándome contra la mesa partiéndola. Agarré la daga y se la clavé en un omoplato, chilló de dolor y yo acto que aproveché para darle un cabezazo quitándomelo de encima.
Cogí el micro y me lo puse en la oreja.
-¡Kai! ¡Está aquí, le tengo!-James me propinó una patada en la cara clavándome la daga en mi omoplato. Chillé de dolor soltando el micro.


KAI
Luchaba al lado de Kara, desmembrando y asesinando seguidores cuando Saya dijo que lo había encontrado.
-Kara, te dejo esto a ti, ten cuidado. –salí corriendo en dirección a la otra nave, llevándome por el camino la vida de otro seguidor que se cruzó entre mi espada y yo. Busqué a Saya por la nave, y cuando la encontré estaba en el suelo, con su propia daga clavada en el omoplato. Le vi, alcé mi espada en su dirección, evitando así que se acercase. Me agaché al lado de Saya sin dejar de vigilar al tipo y apliqué hielo a la vez que retiraba la daga.
-Así que tú eres James. –dije solamente.



JAMES
Una mujer entró en mi camarote, la había visto antes, pero no sé de que. Me giré con mi capucha tapándome el rostro levantándome hasta donde estaba ella. Fui más rápido, así que, sin pensármelo empecé a darle su merecido haciendo que sangrara por la boca. Sonreí malévolo y la propiné un rodillazo en el estomago.
Intentó comunicarse por un micro de oído, se lo arrebaté y con la misma daga con la que ella me hirió el hombro, la dañé a ella en el mismo punto. Le devolví la pelota.
Me reí cuando vi que gritaba de dolor, otro tío entro en escena, armado con una espada y con aspecto de cansado. Me retiré un par de pasos aún sonriendo.
-Si, soy James, los has adivinado, creo…- Sonreí de nuevo mirando a la chica que intentaba incorporarse.
-Ohm…ahora te recuerdo, eres la puta que se entrenaba conmigo en los campos de adiestramiento, por cierto, buen culo.- Me reí con ganas al ver sus caras.


KAI
Le miré con los ojos entrecerrados cuando dijo aquello, estaba, por supuesto, muy mal educado y consentido, ¿quién decía esas vulgaridades a esta edad? Puede que aún sea joven pero eso se pasaba de burrada. Me levanté ayudando a Saya, agarrándola de la cintura, la empujé con cuidado tras de mí.
-Ve a la Quimera, ya me ocupo yo. –dije agarrando la espada con ambas manos a la altura de mi cadera, apuntándole directamente a la cara.
-¿Le llevarías un mensaje a tu padre, muchacho? –al ver que asintió, sonreí.
-Dile que va a morir. –poco a poco me acerqué a la puerta haciendo que Saya me siguiese.
-Vete.


SAYA
Kai me ayudó a levantarme mientras me extraía la daga y me aplicaba hielo para cerrar la herida. Jadeé a causa del dolor colocándome a su lado.
Miré al infeliz que estaba frente a nosotros cuando dijo eso, cerré los puños con fuerzas y grite de ira acercándome con la intención de atacarle, pero Kai me tenía agarrada por la cintura, por lo que no pude hacer nada.
Me colocó tras él diciéndome que me marchara.
-¿Qué? Kai… no… no puedo irme y dejarte aquí solo, no, me niego rotundamente.-Miré de nuevo al criajo con asco y rabia.
-No voy a volver, me quedare contigo.- Le dije a Kai en un tono serio y decidido. No lograría sacarme de allí y él lo sabía.


JAMES
Que romántico y que ñoño, así que ese era Kai, sonreí e incliné levemente la cabeza cachondeándome de él.
-Oh, mis disculpas, su real majestad.- Le miré de nuevo riéndome.
-Y claro que le enviaré gustoso a ami padre ese mensaje, pero lo haría más gustoso si me llevara tu cabeza o, si no deseas morir, a la fulana que tienes detrás. Seguro que mi padre se lo pasaría bien con ella.- Sonreí y la miré.
-Yo lo comprobé.- Me reí cuando el reycito sacó su espada y me amenazó con ella.



KAI
Solté una risotada.
-Ya, verás, resulta que esta mujer es la reina, y mi… exmujer, así que te puedo decir de antemano que más fulana que tu madre no es… Yo lo comprobé. –miré a Saya de reojo.
-Saya, estás herida, quiero que te vayas e intentes ayudar al resto, aquí no puedes hacer nada, en cambio allí tenemos armas, que te den alguna de provecho. –la empujé fuera del camarote y cerré la puerta.
-¿Por dónde íbamos?


SAYA
-No, no, Kai, no puedes dejarme así…- Me echó del camarote cerrando la puerta. No era la primera vez que ese hombre me dejaba fuera de algún tema.
Me sentí impotente, no sabía que hacer, es verdad que en la Quimera había más gente que necesitaba ayuda, pero Kai…
Suspiré y me di la vuelta.
-Pues ahí te quedas.- Dije marchándome corriendo.



JAMES
Kai echó a la mujer, bien, un estorbo menos, pero me hubiera gustado llevármela de trofeo cuando acabara con el reycito.
-No, ¿por qué la echas? Nos estábamos divirtiendo.- Me reí burlón.
-Te felicito, pues es una autentica tigresa, pero una lástima que sea tu exmujer.- Agarré mi espada, la hoja era negra como el carbón, pues mi elemento era la sombra.




KAI
-Oh, descuida, estoy en proceso de recuperarla, dame tiempo. Y ahora, ¿qué tal si mandas a tus soldaditos detener el ataque? Mi amigo se cabreará mucho con los desperfectos de la nave, y no te gustaría que te arrancase la cabeza antes de llevarle el mensajito a tu padre, ¿no? –pregunté, cambiando de posición con la espada, girando sobre mí mismo.
-Te explico, tienes dos opciones: Retiras a tus soldados y le llevas el mensaje a tu padre o te mato aquí y luego a tu tropa, tú eliges, soy generoso.



JAMES
Me lo pensé un momento.
-Si, eres muy generoso, pero verás, deja que te explique yo a ti. Mi trabajo consiste en atacar y matar a todos los rebeldes que no acepten la ley de mi padre. Si hay alguno que mientras le desmembramos cambia de opinión, pues se salva, ¿ves? Así son las cosas. No puedo retirarme, pero tampoco voy a dejar que me mates.- Dicho esto, envestí contra él alzando la espada por encima de mi cabeza. Seguro que él se apartaría o pondría su espada entre nosotros, así que, esperé el momento indicado para descubrir su punto débil.



KAI
Se abalanzó sobre mí con rapidez, pero yo era más veloz aún, por lo que apoyé mi pie derecho a mi izquierda, haciendo una finta, me agaché cuando estaba a punto de darme de lleno en el hombro y moví mi espada haciendo un arco. Con el movimiento, rápido y certero, conseguí de un corte limpio arrebatarle su brazo derecho, que cayó al suelo sangrando. No bajé la guardia y me giré con la espada en alto, vigilándole.
-Eres un niño, no puedes contra mí.


JAMES
Fue más rápido que yo, se agachó antes de que la hoja de mi espada se incrustara en su hombro. Maldije por la bajo cuando su espada me arrancó el brazo de cuajo dejándome manco.
Me aparté de él chillando dolorido, tiré mi espada al suelo y le miré con asco.
-¡Maldito cabrón, arderás en el infierno junto con esa puta!- Me desvanecí utilizando mi poder de sombra. Uno a uno, mis soldados fueron retirándose de nuevo al interior de mi nave. Esto no quedaría así, acabaría con todos los rebeldes, y sobre todo con ese rey de pacotilla
.


SAYA
Justo cuando yo salía, los soldados enemigos entraban en su respectiva nave.
No lo entendía, ¿se habrían rendido? ¿Kai había logrado vencer a James?
Miré el pasillo por dónde entraban los soldados y por el que había salido yo, no me lo pensé dos veces, volví dentro en busca de Kai.



KAI
En cuanto todos los enemigos comenzaron a entrar a la nave yo me dispuse a salir corriendo, me choqué con un par de ellos, y a otro par me los llevé por delante. Cuando llegué a la superficie Saya venía de frente. La nave se estaba alejando de la Quimera.
-¡No! ¡Saya, salta! –para no perder más tiempo, envainé la espada en mi cinto, corrí al lado de Saya, la agarré de la cintura, subiéndola a mi hombro como un saco de patatas y salté a la Quimera, sólo pude agarrarme con una mano, estábamos colgando. Respiraba fuerte por el cansancio.
-Saya, con cuidado súbete a la nave. –dije agarrándola bien para que no cayese al vacío.



SAYA
Me encontré con Kai que me subió a su hombro y saltó hacia la Quimera.
Nos quedamos colgando, Kai se sujetaba con una mano jadeando de cansancio.
Me erguí agarrando la plataforma de la nave, y con todas mis fuerzas logré subir.
Alargué los brazos y agarré las manos de Kai.
-¡Vamos Kai! ¡Sube!- Le ayudé a subir tirando de él hasta que por fin acabamos encima de la nave.
Le miré temblorosa por el esfuerzo y porque él estaba tumbado encima de mi cuerpo, le miré a los ojos y sonreí, acto seguido le abracé por la cabeza cerrando los ojos aliviada.



KAI
Tiró de mí y acabé encima de ella, estaba jadeando del agotamiento, me miró a los ojos y me abrazó por la cabeza. No le di mucha importancia, ni buena ni mala, estaba agotado. Me dejé abrazar y apoyé la cabeza en su pecho suspirando aliviado, estábamos a salvo. No tardé mucho en recuperarme, y me levanté ayudándola a ella. Miré alrededor.
-¿Todos bien? –pregunté a mis compañeros.



NEO
Bajé a la sala de máquinas en busca de Jim, por Dios, que la explosión no le hubiera pillado.
Me quedé de pie, frente al primer motor, pues estaba destrozado y carbonizado. Tosí, pues había mucho humo y casi no se podía ni respirar.
-¡Jim! ¡Contéstame!-Seguí rebuscando entre los escombros.
-¡Mierda, Jim! ¡¿Dónde estás?!-Sonaba desesperado, pues no le encontraba hasta que una mancha en una columna llamó mi atención. Me acerqué y lo toqué.
-Sangre… ¡JIM! ¡Joder, JIM!-Retiré un pedazo de metal y al fin le encontré, estaba lleno de hollín y con la ropa medio quemada. Me agaché y le cogí entre mis brazos. Me levanté y salí de allí.
Llegué al puesto de mando y le tumbe en el banco tosiendo.
-¡Jim, venga, despierta!-Le zarandeé levemente, pero no reaccionaba, había inalado demasiado humo.
-No, joder… ¡Vamos Jim! ¡Despierta, no me hagas esto!-Le arranqué la camiseta y presioné su pecho varias veces para después hacerle el boca a boca.
-¡Vamos, Jimy, tu puedes, no nos dejes!


JIM
Había inhalado muchísimo humo después del golpe, estaba fatal, no podía ni moverme. Entonces oí la voz de Neo buscándome. Quería llamarle, pero no podía siquiera abrir los ojos, y la respiración me iba lenta, sentía que iba a morirme. Me levantó del suelo, y al salir pude inhalar un poco de oxígeno, pero mis pulmones estaban saturados de humo y seguía igual. Sentí que volvía a tumbarme, e intentó reanimarme, fue cuando pude respirar, y empecé a toser escandalosamente pero sin abrir los ojos. Inhalé todo el oxígeno que pude para recuperarme y abrí los ojos lentamente. Me dolía la cabeza a horrores, pues tenía una herida.
-Gracias… -dije con voz totalmente ronca.

NEO
Me alivió el ver que se reanimaba, empezó a toser cuando le hice le boca a boca de una manera atroz. Me senté a su lado, en el suelo, ya que él estaba tumbado en el banco.
-Menos mal, chico, me has asustado.-Dije limpiándome la cara con la manga de mi camiseta.
-Pensaba que no lo lograrías.-Sonreí y le revolví el pelo de manera cariñosa.
-Me alegro de que no te dieras por vencido, chaval. Sabes que aún te necesito.-Me levanté y le miré dedicándole una sonrisa.



JIM
Sonreí agotado, yo no me rendía tan fácilmente, un poco de humo no me mataría.
-Oye… -tosí- ¿Quién te crees que soy? Yo no me dejo matar por una mierda de explosión. –solté una pequeña risotada que hizo que me diese un ataque de tos.
-Mejor… que salga al aire libre… a pillar oxígeno, ya sabes… -dije respirando a bocanadas, intenté incorporarme pero me mareé enseguida y lo dejé.
-Oye, macho, ¿me echas una mano?



NEO
Jim se hacía el fuerte, sonreí y vi como intentaba incorporarse.
-Ey, cuidadín, no quiero que te despeñes por conseguir algo de aire…- ¿Aire? Se me ocurrió algo.
-Espérame aquí, ¿de acuerdo? No tardo.- Salí fuera y a los dos minutos volví acompañado de Erika.
-Aquí le tienes, ya sabes lo que te he dicho fuera, necesita “aire”.- Me alejé un poco para dejarla espacio. Si la idea que se me había ocurrido funcionaba, Jim se recuperaría en seguida.


ERIKA
Después de crear la barrera que el Jefe me mando crear, volví a la parte superior. Todo estaba hecho añicos, la nave daba pena… Mi barrera no había dado resultados…
Estaba afuera, tomando un poco de aire fresco y recuperándome de toda la energía gastada ahí, abajo.
Todos parecíamos estar bien, salvo Saya, pues la habían herido en todas partes… pobrecilla, tendré que enseñarla tácticas de tiro.
Kara, como siempre con ganas de más, esa chica no se saciaba jamás. Neo, seguro que tirándose de los pelos por los desperfectos en Quimera.
Miré al Jefe, era el único que no tenía mal aspecto, él y yo.
Sonreí y bajé la cabeza, entonces vi como Neo se acercaba a mí, venía negro y con la ropa casi carbonizada.
-¿Qué te a pasado?- Pregunté algo extrañada.
-Te as puesto muy moreno, ¿no?- Intenté aguantarme la risa, pero no pude y solté una pequeña carcajada.
Entonces fue cuando me habló de Jim, es verdad, Jim se encontraba en la sala de máquinas y hace nada había explosionado. Por suerte estaba bien.
Seguí a Neo, pues quería que fuese dentro junto con Jim, que estaba sentado en el banco con peor aspecto que el de Neo.
-Puf…. Estáis guapos los dos.- Sonreí y miré a Neo.
-Tranquilo, yo me encargo de todo.- Me gire hacia Jim y le agarré de los hombros sentándome a su lado.
Coloqué una de mis manos en su espalada a la altura de su omoplatos y la otra en su pecho, justo en la caja torácica cerca del diafragma y los pulmones.
Deje que la energía fluyese con facilidad, pues era algo sencillo, más sencillo que crear una barrera enorme.
Sonreí y miré a Jim, pues lo que estaba haciendo era limpiarle los pulmones de todo el humo tóxico que había inhalado.



JIM
Esta vez se había portado bien conmigo. Se levantó y sonrió, fue cuando me pidió algo a cambio, ya sabía yo que no podía ser tan perfecto. Sonreí, esta chica no tiene remedio. Entonces decidió dejármelo pasar.
-Gracias de nuevo. Te lo compensaré. –dije, no era de los que faltaban a su palabra, soy un pirata.
Salió fuera, miré a Neo.
-Gracias por salvarme. –busqué entre mis bolsillos por si había sobrevivido la cera especial.
-Ten. –le lancé la cajita.
-Es una cera especial para la nave, no hace falta pintar ni pulir, es como mágica o un anuncio: una pasada y listo. Me lo dieron en el País de la Naturaleza.


NEO
Erika hizo lo que la pedí, mi idea funcionó a la perfección y Jim se salvó. Me crucé de brazos y sonreí cuando me lo agradeció. Me lanzó una cajita de cera, sonreí y la atrapé sin dificultad en mi mano.
-Una pasada y listo, ¿eh?- Sonreí y me acerqué hasta él, le revolví el pelo.
-Ve cúrate esa herida, esta un poco fea.- Dicho esto salí a fuera para comprobar como estaban los demás.



SAYA
Toda la tripulación estaba bien, pero a mi me preocupaba el chico que estaba en la sala de máquinas. Vi como Neo, creo que se llamaba, iba en busca de Erika y ambos entraban. Escuché pronunciar el nombre de Jim, me imagino que ese era el chico.
Al poco salieron los dos, Erika seguida de Neo. Caminé hasta el interior de la Quimera y le encontré sentado en el banco lleno de hollín.
-¿Qué te a pasado? ¿Estás bien?- Pude percibir la sangre que le caía por la frente.
-Uy, eso tiene mala pinta.- Vi el botiquín en la pared al lado del puesto de mando, me acerqué y saqué algodón y agua oxigenada. Volví con Jim y me arrodille delante de él.
-Veamos.- Le examiné la frente.
-Por suerte no tendré que darte puntos.- Le dediqué una de mis sonrisas y acto seguido abrí el bote de agua oxigenada y mojé un pedazo de algodón.
-Te escocerá un poco, pues la herida está algo infectada, pero se sanará.- Le froté suavemente el algodón por la brecha limpiándole la herida y quitándole la sangre.
Una vez limpia y curada, se la tapé con una tirita.
-Pues ya está.- Sonreí y le coloqué el pelo de modo que la tirita no le molestara.


JIM
Alguien se acercaba a la sala de mandos. Oh, no, era la chica de las piernas bonitas, ¿se habría dado cuenta de que la miraba?
-Eh… sí, ya estoy bien… -balbuceé. Vi que buscaba algo en el botiquín, ¿iba a curarme? Ay, no, por Dios, siempre me ponía nervioso cuando una mujer se me acercaba tanto. Como no, en toda la cara se me plantó. Era muy, muy guapa, más guapa que Kara… jo… Sentí como mis mejillas se tornaban en un color rosado. Mierda, ¿ya me estaba poniendo rojo? ¡Qué es la exmujer del Jefe! Si fuese una mujer… disponible podría sonrojarme todo lo que quisiese, pero ella no…
-Po-por suerte no ha llegado al hueso, jeje, soy un poco torpe a la hora de salir corriendo de explosiones… -genial, es la estupidez más grande que había dicho, un diez.


SAYA
Sonreí ante las palabras del chico.
-No pasa nada, tu eres malo corriendo y yo soy torpe…puffff, ni te lo imaginas.- Me levanté y vi que el chico estaba sin camiseta, me extrañé.
-¿Y tu camiseta?- Busqué a mi alrededor. Sonreí y la encontré en el suelo.
-Uy… está algo rota.- Sonreí de nuevo y la dejé encima del banco.
-Pues nada, Jim, cuídate esa herida, ¿eh? Mañana miraré que tal va y te cambiaré la tirita.- Le guiñé un ojo acariciándole la mejilla.
-Luego nos vemos.- Salí fuera con los demás.



JIM
Dijo que estaba sin camiseta, me miré, ¿¿cuándo me la había quitado?? Disimuladamente coloqué mis manos delante de mí de forma que no se me viese, sonreí.
-Me-me cuidaré, gracias. –sonreí, me guiñó un ojo y me acaricio la mejilla… ay, ay, ay, ay… Me puse más rojo, Dios Santo…
Salió y yo me abofeteé la cara con ambas manos.
-Dios, Jim, calla, calla, no pienses imposibles, ¡¡dios!! –me tumbé de un golpe en el banco.
Era tan guapa, su figura era tan perfecta… ¡¡NO!! Dios, que alguien me mate…

1 comentario:

  1. Genial!!!! me encanta!!! "no, es que soy retrasadito mental y yo..."
    simplemente genial.
    Petición doble: más coñas y más acción todo junto, please.

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