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domingo, 16 de enero de 2011

CAPÍTULO ADICIONAL: "CUANDO NOS CONOCIMOS"

Para terminar por fin, aquí os dejamos con lo más esperado, como se conocieron Kai y Saya, la pareja más polémica de nuestra historia.
Está ambientada antes de que la guerra de los elementos diese comienzo, cuando Saya y Kai tan solo tenían entre dieciséis y diecisiete años.
Espero que os guste :)

SAYA
Un relámpago iluminó el oscuro cielo de la noche. Rápidamente, empezaron a formarse nubes de lluvia… iba a caer una buena, aun que a mí no me importaba para nada, pues en la aburrida vida de una ninfa el agua es lo más fundamental, así que, un poco de lluvia no iba a matarme…
Miré al cielo y suspiré. Cerré los ojos cuando noté las primeras gotas frescas caer sobre mi rostro… ese era el único contacto que podía tener, tan solo con la naturaleza, pues si era tocada por alguna persona dejaría de ser ninfa y en esos momentos me “necesitaban”… el tesoro no podía cuidarse solo…
Esperé un poco a que empezase a caer el chaparrón, debía ir a por hierbas medicinales. Cuando llovía era cuando las hierbas estaban más frescas y duraría mucho más…
Dejé a la pequeña Nidy en el templo, allí estaría segura hasta que yo llegase… esa niña era mi única compañía y no se separaba de mí ni un segundo. Me había rogado que la dejase acompañarme, pero era peligroso salir del Reino y adentrarse en el bosque de noche, a saber lo que podía encontrarse una… además, no tardaría mucho….
Salí del templo llevando colgado de mi hombro una pequeña bolsa hecha con corteza de árbol y embadurnada con gotas de jazmín, así las hierbas durarían más tiempo sin estropearse.
Me adentré en el bosque insegura, pues la misma advertencia que le había dado a Nidy también me percutía a mí… todas las noches salía fuera del templo y nunca me había pasado nada, ¿por qué esa noche tendría que ser diferente? ¿Por qué llovía? No, no lo creo…
Seguí caminando hasta encontrarme con un enorme árbol, el cual tenía unas raíces muy especiales, pues su sabía curaba las infecciones y sarpullidos producidos por alguna clase de alergia.
Me agaché dejando la bolsa a mi lado y retiré la falda de mi ligero vestido empapado dejando ver una pequeña navaja que llevaba ataba al muslo de la cual nunca me separaba.
Agarré la navaja y empecé a cortar las raíces con mucha delicadeza.
Estaba tan sumida en mi tarea que no me di cuenta de lo tarde que seme hacía. La lluvia aún seguía cayendo empapándome entera y lo único que se escuchaba eran las gotas caer sobre el suelo y sobre las copas de los árboles.
Suspiré y seguí cortando hasta qué…
Levanté la cabeza rápidamente cuando escuché unos pasos…
Me levanté sin soltar la navaja… tal vez sería Nidy… ojala sea Nidy…
Miré a mi alrededor atenta y agudizando el oído… los pasos se escuchaban cada vez más cerca y no solo pasos, también voces.
-Si, la he visto ir por aquí, lo juro, no os miento.- Cogí una bocanada de aire y me agaché para coger mi bolsa y largarme de allí en seguida.
-Mierda, mierda…- Guardé las raíces y me llevé la bolsa al hombro. Me levanté y me giré aun que solté un grito sordo cuando, delante de mí, se alzaban cuatro hombres adultos. Me rodearon antes de que yo pudiese hacer algo… sus miradas… me miraban como si fuese comestible…
-¿Veis? Os dije que la había visto meterse en el bosque…- El hombre que habló soltó una risotada frotándose las mano como si estuviese a punto de engullir un plato delicioso.
Los demás se rieron al unísono sin dejar de repasarme con la mirada… los muy cabrones eran Aquas, al igual que yo… ¿por qué querían hacerme daño entonces?
Hice ademán de escapar pero uno de los hombres se interpuso en mi camino y alargó la mano para agarrarme, pero interpuse la bolsa de las raíces entre él y yo… si llegasen a tocarme sin que yo les dejase… moriría…
-¡Dejadme en paz!- Grité intentando provocar algo de congoja entre alguno de ellos y así poder escapar, pero… eso les motivó más.
Se acercaron más haciendo que yo retrocediese hasta que mi espalda dio de lleno con el tronco del árbol… me habían acorralado.
-Vamos, nenita, solo queremos jugar un poco contigo, ¿ahora no eres tan chula, verdad?- Soltó otra risotada y alargó la mano para tocarme, pero yo fui más rápida y con la navaja le propiné un certero golpe en la muñeca haciendo que sangrase por ella.
-¡Hija de…!- El hombre se agarró la muñeca sangrante y volvió a mirarme.
-Pensábamos ser amables contigo, guarra, pero creo que te has pasado de lista, no seremos nada suaves contigo, muñeca…- Fruncí el ceño y empuñé la navaja.
-El que me toque juro que le mato.- Los hombres soltaron una risotada cachondeándose de mí… ¿qué podía hacer yo sola con cuatro tíos como castillos? No tenía ni idea de luchar y una simple navaja no les haría nada…
Uno de ellos golpeó la navaja con su mano mientras yo indagaba en mi mente buscando una solución a todo esto, pero, ahora sin navaja… estaba perdida.
-… dejadme… por favor… no podéis hacerme esto…- Retrocedí más, pero el árbol me lo impedía.
-Oh, lo sentimos nena, pero estas demasiado rica como para dejarte escapar, siendo ninfa o no…

KAI
Me resultaba bastante molesto tener que acudir a altas horas de la noche al Reino del Agua sólo para tener que mentar cuatro palabras inútiles con su rey, iba a ser imposible razonar con esa mala bestia que no tenía ni idea de gobernar un país, ¿por qué iba a tener que firmar una alianza con él? ¿Sólo porque mis antepasados lo hacían? Era absurdo.
Por suerte, la soledad era algo que me mantenía tranquilo, e ir solo por el bosque sin más compañía que mi espada me agradaba, no tenía que soportar ningún tipo de mortal molesto, me ponía enfermo.
Caminé largo rato atravesando el par de kilómetros que separaban mi reino con el del Agua. Mi escolta había insistido en acompañarme, pero me las sabría ver solo en una emboscada en el bosque, si es que esta se llegaba a dar, aunque, sinceramente, lo dudaba.
Alcé la mirada cuando me pareció oír unas voces. A estas horas en el bosque nadie podría tramar nada bueno, y menos bajo la lluvia, ¿quién se adentraba en un bosque de esa manera en noche cerrada?
¿Ninfas? ¿Hadas? ¿O simplemente alguien problemático? Esa última opción me parecía más acertada. Me importaba poco lo que tramasen, de modo que seguí mi camino. Mis pies frenaron en seco cuando oí una voz aterciopelada, tal vez casi mística, fantástica, que decía “El que me toque juro que le mato”. Giré la cabeza en dirección a la conversación, si no se trataba de una ninfa la propietaria de esa voz, había perdido toda capacidad de análisis.
Me acerqué a toda prisa, si era cierta mi intuición, y estaban atacando a una ninfa, sería mi deber impedirlo. Las ninfas son las criaturas más puras, nadie debía tocarlas, y mucho menos dañarlas, no mientras yo pasase vivo cerca…
Cuando pude localizar la escena, pude ver cuatro hombres bastante altos y grandes que tenían acorralada a su presa contra un árbol.
Alcé mi espada, y justo un momento antes de que uno pudiese rozarla, salí de mi “escondite” y de un solo golpe, me deshice de su cabeza, cayendo el cuerpo hacia un lado. Los compañeros de aquel tipo me miraron entre asustados y furiosos, no debieron reconocerme, porque se lanzaron a atacarme, uno de ellos con las manos, otro usó el agua de la lluvia para herirme.
Me cubrí con mi espada, y girándola, corté a uno de ellos en el pecho y al otro en el cuello.
El último vivo me miró acongojado y temblando. Le miré directamente a los ojos, en ese instante salió corriendo.
Miré a la muchacha acorralada en el árbol. Por su belleza y su color de piel podría haber averiguado casi enseguida que era la ninfa del agua, era más bella que cualquiera otra mujer que podría haber visto, en ese instante me permití perderme en su mirada por un instante, aunque enseguida la apartó.
La miré, parecía que no la habían llegado a tocar.
-¿Estás bien? No te han tocado, ¿no?

SAYA
Justo cuando pensaba que todo estaba perdido para mí, uno de mis atacantes cayó al suelo descabezado. Alcé la cabeza rápidamente, pero lo único que llegué a ver fue la hoja de una espada moverse velozmente acabando con aquellos que osaban hacerme daño.
Uno de ellos salió corriendo con cara de terror… ¿qué estaba pasando? ¿Qué había en el bosque?
Posé las manos sobre el tronco del árbol mirando los cadáveres de mis atacantes. Alcé la cabeza y cogí una bocanada de aire clavando mis ojos en mi salvador…
Era un muchacho joven, más o menos de mi edad o quizás más mayor… empuñaba una espada con un efluvio extraño…
Era muy atractivo, su semblante era serio y sus ojos…tenían una mirada penetrante y misteriosa… sentí que me estremecía cuando, por un momento, nuestras miradas se perdieron una en la otra…
Por una razón que desconocía, sentí que mi corazón se aceleraba de tal manera que podía escucharse por encima de las gotas que se estrellaban contra el suelo…
Suspiré y parpadeé un par de veces cuando me habló… al igual que su mirada, su voz también era penetrante e intensa…
-S-si, si, estoy bien… gra-gracias… muchas gracias por ayudarme….- Cogí mi bolsa aún con las raíces.

KAI
Miré el camino por el que el que había huido había desaparecido, después volví a clavar la mirada en la chica, parecía nerviosa, y era normal, acababan de atacarla.
-Ninfa del agua, ¿verdad? Te escoltaré hasta tu reino. –se notaba que no se podía tocar su piel sólo con mirarla, irradiaba una energía sobrenatural, era… fascinante.
Desvié la mirada.
-Vamos. –comencé a caminar, ahora tenía algo más de lo que hablar con su rey…

SAYA
Miré al chico cuando dijo lo de escoltarme… por una parte me tranquilizaba saber que iría acompañada, pero por otro lado…
-¿Qué? ¿Escoltarme? N-no, no hace falta, de verdad, seguro que tienes cosas que hacer y….- Le miré bien, con la oscuridad y la lluvia no me había fijado muy bien…
-Oh, Dios… pero… si eres el Rey del Hielo…- Tragué saliva y bajé la cabeza en señal de respeto.
-Lo… lo siento, perdonadme, no sabía que se trataba de vos…

KAI
Me detuve cuando inclinó la cabeza y la miré, ella me había reconocido…
-No te preocupes por eso, con los nervios cualquiera sabe quien soy, y lo extraño es que me conozcas. –me giré de nuevo.
-Y por lo de la escolta tampoco debes preocuparte, me dirigía a tu reino, no es ninguna molestia, y no me sentiré a gusto si sé que una ninfa corre peligro, de modo que te acompañaré de todas formas.

SAYA
Le miré y asentí.
-Si es así… entonces no puedo oponerme…- Le miré a los ojos, pero en seguida aparté la mirada… sentí otro estremecimiento…
Negué con la cabeza y le seguí camino del Reino.
Caminé detrás de él… irradiaba frío… pero no era un frío desagradable, al menos no para mí…
Le acababa de conocer, la verdad es que solo había oído hablar de él nunca le había visto hasta esa noche… le había reconocido por los ojos, todo aquel que le había visto decía que sus ojos eran… impactantes y aterradores… ¿Aterradores? A mi no me lo parecían…
Mantuve el silencio a lo largo del camino, tan solo me dediqué a seguirle… tenía cosas que hablar con mi Rey… no pregunté, pues no era de mi incumbencia…
Respiré hondo y tranquila cuando atravesamos las puertas del Reino.
Unos guardias se acercaron hasta nosotros armados y corriendo. Apuntaron con sus espadas a mi acompañante.
-No…- No sé por que coño lo hice, pero mi cuerpo se movió solo interponiéndose entre los guardias y el Rey del Hielo.
-… no… no es una amenaza, es el Rey del País del Hielo… quiere hablar con nuestro Rey… me… me ha salvado la vida…- Los guardias me miraron y acto seguido bajaron las armas.
-Está bien… os escoltaremos hasta nuestro Rey.

KAI
Los guardias no me reconocieron al entrar, o eran otros los que me vieron la última vez, o no se acordaban de mí y eran unos incompetentes, no me detuve a pensarlo, la ninfa se interpuso entre ellos y yo cuando sacaron sus armas, parecía bastante protectora para ser ella la que más protección necesitaba, ya que su deber era mantener seguro el tesoro de su reino, y yo sabía vérmelas por mí mismo, ¿pero ella?
Los soldados nos guiaron hasta el castillo, cuyas puertas se abrieron frente a nosotros.
Pasaron los guardias primero y se quedaron a unos metros del trono de su rey, se inclinaron mientras éste se levantaba.
Me acerqué y los guardias se apartaron.
-Aún no conozco la razón por la que me convocas a estas horas y tampoco me interesa saberlo, pero antes de empezar con la audiencia he de decirte que he tenido que salvar a tu ninfa porque no tenía ningún tipo de protección. –el rey alzó una ceja y se acercó hasta mí.
-¿Eso qué tiene que ver con lo que tenemos que hablar aquí? –dijo intentando parecer simpático. -Tiene que ver porque tu ninfa podría haber muerto ahí afuera y te habrías quedado con un tesoro desprotegido, eso me acarearía conflictos a mí también. –me crucé de brazos.
-Bueno, lo que mi ninfa haga o deje de hacer será cosa mía, ¿no crees? –negué con la cabeza, no tenía ni idea de la gravedad de la situación.
-No puedo consentir que te tomes tan a la ligera la protección de un ser sagrado y puro, y si lo haces, no creo que haya acuerdo entre ambos reinos. –soltó una risotada. -Vamos, no seas así, como se nota que eres un chico joven y lleno de furia adolescente. –fruncí el ceño.
-Eso sí que está fuera de lugar, no intentes evitar las responsabilidades. –me giré y miré a la chica.
-¿Puedes acercarte?

SAYA
Entré en el castillo detrás de los guardias
Mi Rey y el Rey del Hielo empezaron a discutir por mi culpa… ¿cómo me las apañaba siempre para que la gente discutiese por culpa mía?
Miraba al suelo, sin decir nada, yo no tenía ni voz ni voto, aun que en la discusión estuviese… lo que no sabía era por qué seguía ahí dentro… debía estar en el templo con Nidy y con el tesoro…
Alcé la cabeza y miré al Rey del Hielo cuando me dijo que me acercase.
Di un par de pasos hacia delante y me puse a su lado.

KAI
Miré a la chica cuando se acercó y luego al rey.
-Cuando la encontré estaba acorralada contra un árbol por cuatro hombres que querían hacerla daño, si tuviese escolta o no hubiese salido del templo esto no habría pasado, ¿entiendes? Está muerta de miedo, porque, sinceramente, dudo que una ninfa Aqua tenga frío por un poco de lluvia. –la miré, cualquiera se llevaría un mal trago después de eso.
-Mi ninfa es sólo problema mío. –respondió simplemente y la hizo una señal para que se alejase.
-Pues si esa es tu última palabra me parece que tendré que considerarme seriamente si firmar esa alianza… -le miré desafiante, aunque sostuvo la mirada unos segundos, no tardó en apartarla.
Me giré para salir de allí.
-Buenas noches. –miré a la chica por última vez y salí del castillo, ya estaba bien, era lo último que podía esperarme de un rey…

SAYA
Miré a mi Rey y después al del Hielo, que se marchó del castillo cabreado…
Suspiré y le seguí hasta salir yo también cerrando las puertas a mi espalda. Miré al cielo, había dejado de llover.
Volví la mirada al muchacho que se dirigía hacia el bosque.
-Esperad…- Le detuve y me acerqué hasta que dar un metro de distancia de él.
-No toméis en serio lo que os ha dicho mi Rey… en el fondo tiene razón… él no tiene la culpa de que yo me hubiese metido en el bosque sin escolta… cualquiera de sus guardias me habría acompañado gustoso, pero…- Me encogí de hombros.
-Soy un espíritu libre y a veces no pienso…- Sonreí para aliviar la tensión un poco, aun que él no sonrió… que serio…
-Gracias de todas manera…- Bajé la cabeza algo sonrojada.

KAI
Suspiré.
-Deberías tener mucho más cuidado, hay gente muy demente que como objetivo en la vida tiene poder tocar una ninfa sin morir en el intento, no sé cómo puede haber personas así, pero las hay, así que, por el bien de todo, creo que deberías intentar aprender a defenderte, si es que no te gusta ir a todas partes con escolta ni quedarte quieta en un lugar. –la miré, no sabía si volvería a verla, pero tampoco era de importancia, no al menos, si no volvía a correr peligro.
-Ten cuidado. –me di la vuelta y me adentré en el bosque, esa ninfa no era como las que había conocido, era más libre, más salvaje y más natural, no viviría mucho si seguía habiendo descerebrados como los que había asesinado poco antes detrás de ella.

SAYA
Suspiré y asentí.
-Si… lo tendré…- Alcé la mirada y le miré mientras se marchaba por el bosque.
Me apenaba bastante que tuviese que irse después de haberme salvado la vida, pero… él debía estar en su reino y yo en mi templo cuidando ese tesoro…
No sabía por que, pero sentí que había surgido algo entre los dos y… aunque fuese una tontería pensarlo, a mí me gustaría que eso fuese verdad…
Seguro que esa no sería la última vez que le vería… lo presentía.
Sonreí y bajé la cabeza girándome para volver al templo, Nidy estaría preocupada por mí…
Cuando volví al templo, encontré a Nidy acostada en mis aposentos sobre mi cama. Sonreí y me acerqué. Agarré las sábanas y la cubrí hasta los hombros… la miré y suspiré borrando la sonrisa de mi rostro… me gustaría tanto acariciarla y besarla como si fuese mi propia hija… pero no podía…
Mi vida sería así, moriría siendo una ninfa intocable… jamás podría abrazar a mis amigos y no podía enamorarme… mientras el tesoro exista yo tendré que cuidarlo…
Me senté a los pies de la cama mirando al suelo… yo no había elegido esto, ni si quiera me dieron esa opción… no creo que ninguna de las ninfas de este mundo tuviesen esa oportunidad al nacer…
Cerré los ojos y me dejé caer sobre el colchón. Me tumbé de lado y me relajé, tenía que descansar después de mi pequeña “aventura”…y sobre todo por el encuentro con ese hombre…
Sonreí como una tonta cuando me acordé de su rostro mojado por la lluvia y esos ojos azules como el hielo… como me miraban…
Suspiré de nuevo y me tapé levemente con la sábana, esperaba conciliar prontito el sueño.

KAI
Cuando llegué al castillo, varios de los sirvientes me recibieron al entrar y me ofrecieron una toalla al ver que me había mojado en el viaje.
Con la toalla me sequé levemente el pelo mientras subía las escaleras hasta mi cuarto, debía descansar aunque fuese un par de horas para estar lúcido por la mañana, tenía trabajo que hacer, todo el papeleo de lo que suponía un nuevo mes.
Al entrar en la habitación me deshice del jersey negro mojado y lo dejé sobre una silla, a sabiendas de que ahí no se secaría.
Me deshice de toda mi ropa mojada y me puse un pantalón para dormir. Me asomé a la ventana apoyando mis brazos en el alféizar, miré el cielo que comenzaba a despejarse dejando ver la luz de la luna.
Suspiré cerrando la ventana y me tumbé sobre la cama. No se oía nada, todos estaban acostados a excepción de mi propia escolta, acoplada al otro lado de la puerta.
Al cerrar los ojos, lo primero que acudió a mi mente era la imagen de aquella ninfa, había supuesto un conflicto entre el rey del agua y yo pero, por suerte, así pude ver lo poco que le interesaba un ser tan sagrado como ella, debía plantearme muy bien si renovaría la alianza o si dejaba que el Reino del Agua se las apañase solo. Después de mucho pensar, la imagen de aquella ninfa no se borraba de mi mente… ni siquiera sabía cómo se llamaba…
Suspiré e intenté dormirme, aunque me costó con la imagen de ella rondándome la cabeza. Maldita sea, ¿por qué me pasaba eso? ¿Distraerme yo con una mujer? Era lo último que podía pasarme…
Al fin noté que el sueño iba apoderándose de mi cuerpo, al menos así me libraría de la imagen de aquella chica que ocupaba mi pensamiento…

SAYA
Al fin concilié el sueño, un sueño delicioso y gratificante… aun que… algo movido…
Esa noche soñé con él, con el Rey del Hielo… había influido mucho en mi vida y eso que le había conocido esa misma noche, pero… me sentía muy segura cuando estaba él a mi lado.
En ese sueño, yo me situaba como siempre sentada encima de la roca que había en medio del lago… pasaba el rato mirando el agua y jugueteando con los pétalos de las flores que caían sobre ella…
Estaba distraída, contemplando la naturaleza cuando le vi… él estaba allí… me miraba desde la orilla sentado en una rama de un árbol cercano… estaba lejos, pero podía distinguir con total claridad esos ojos azules, su mirada penetrante la cual causaba en mí estremecimientos y que se me erizase la piel.
Le miré sintiendo como mi corazón se aceleraba a medida que él clavaba su mirada en mí.
Cogí una bocanada de aire cuando le vi saltar de la rama y acercarse hacia la orilla. Saltó de roca en roca hasta que alcanzó la mía…
Le miré atenta hasta que se inclinó a mi lado, demasiado cerca de mi rostro, podía notar su aliento gélido sobre mí….
Todo sucedió muy deprisa, sin darme cuenta estaba entre sus brazos, notaba sus caricias y su piel fría, desnuda sobre la mía también desnuda. Mi corazón se aceleraba al igual que mi respiración que se acompasaba con la de él. Sus labios besaban los míos con pasión y locura, como si no tuviese control sobre su cuerpo… no quería que acabase, yo también perdía el total descontrol sobre mí cuerpo siguiendo el suyo como si dictase mis movimientos… me volvía loca por sus besos y sus caricias…
Me desperté jadeando y muy acalorada, sentía mis mejillas arder como nunca. Miré la cama, Nidy ya no estaba allí, lo más seguro es que se había marchado temprano para llegar al colegio a tiempo…
Tragué saliva y me incorporé sobre el colchón aún jadeando…
Nunca antes había tenido un sueño así y me gustaría que, algún día, se hiciese realidad… aun que era un sueño vano…

KAI
Me desperté temprano, había dado cabezadas a lo largo de la noche, sin borrar aquella ninfa de mi cabeza, maldita sea, ¿por qué la había conocido? ¿Por qué aparecía ahora en mi mente? Estaba claro que era culpa de mis malditas hormonas adolescentes. Aunque mi alma fuese adulta, mi cuerpo aún seguía siendo joven, nunca había tenido nada con una mujer, y sería esa la causa por la cual pensaba tanto en ella…
Me levanté suspirando y salí de la habitación una vez me vestí con ropa limpia, y me dirigí a mi despacho, donde tenía el papeleo que debía ordenar.
Oí un golpe de cristales caer y los horrorosos gritos de mis hermanos echarse la culpa el uno al otro de lo que fuese que hubiesen tirado.
Me levanté y de un golpe abrí la puerta.
-¡Necesito silencio! –ninguno de los dos obedeció y volví a entrar en el despacho. Menuda energía podían llegar a tener tan temprano…
Me concentré en los papeles, por suerte, la chica por el momento no volvía a interrumpir en mi mente…

SAYA
Me dediqué en todo el día a visitar enfermos y recoger más hierbas medicinales, lo mío era un no parar… y siempre estaba sola. No podía dejar que Nidy me acompañase, también tenía una familia que la necesitaba y cosas que hacer y Sharon… bueno, ella siempre estaba con sus entrenamientos para entrar en la guardia real…
Después de hacer unas cuantas visitas decidí ir a por algo de frutas…
Me encontré con un matorral lleno de fresas silvestres, la noche pasada había llovido, así que ahora estarían mucho mejor. Cogí unas cuantas y las metí en un canasto… se me había ocurrido una buena idea.
Me retiré a mi templo y metí un par de fresas dentro de un cuenco el cual envolví con un paño.
Me puse mi túnica y me tapé la cabeza con la capucha, tal vez así no me descubrían… no pasaría nada si me demoraba un par de horas.
Salí del templo y me encaminé al Reino del Hielo, no sabía como compensar al rey por ayudarme, así que… un detallito no vendría nada mal…
Cuando llegué allí, unos soldados me pararon el paso, aun que me dejaron pasar cuando vieron quién era y a lo que venía.
Uno de los sirvientes del rey me guió hasta el despacho donde estaba encerrado… vaya, no pretendía molestar… aun que, al sirviente se le iluminó la cara al verme entrar en el castillo, no sabía por que…
Paramos ante la puerta, el sirviente llamó dando un par de golpecitos sobre la tabla. Abrió e inclinó la cabeza levemente en señal de respeto.
-Mi señor, tiene visita.- Acto seguido, se retiró dándome a mí paso. Esperé a que la puerta se cerrase tras mi espalda, entonces fue cuando me quité la capucha dejando mi rostro al descubierto.
Incliné la cabeza y le miré de nuevo sonriendo.
-Siento molestaros, señor, pero… he venido a traeros esto…- Señalé el cuenquito con mi barbilla.- Si… si molesto puedo volver más tarde o… - Me encogí de hombros.

KAI
Tragué saliva cuando vi entrar a la ninfa, no habían pasado un par de horas desde que la había conseguido olvidar y se presentó en mi despacho…
Dejé la pluma con la que estaba escribiendo en la mesa y me levanté. Me fijé en que había venido con una capucha tapando su rostro, ¿acaso quería esconderse de algo o de alguien? Por supuesto; habría salido a escondidas.
-¿No crees que una ninfa no puede salir de su reino así por las buenas? –suspiré. Miré el cuenco que tenía entre las manos, ¿acaso quería agradecerme que la salvara con ello? Lo más probable es que fuesen yerbas medicinales.
La miré de nuevo.
-No molestas, supongo. –señalé con la mano una silla que había frente a mi mesa, nunca la usaba, nadie se reunía conmigo en mi despacho, pero por si acaso, la tenía a mi disposición.

SAYA
Le miré cuando se levantó.
-Oh, no, no, no hace falta que os levantéis, no voy ha estar mucho tiempo, veo que estáis ocupado, así que, os entrego esto y me voy.- Me acerqué hasta que llegué a su mesa, donde dejé el cuenquito.
-No… no sabía como agradeceros lo de anoche, así que… no sé, supongo que os gustarán, las he cogido esta mañana, así que, estarán frescas…- Le miré de nuevo… nuestros ojos se cruzaron, pero en seguida aparte la mirada sonrojada… acordándome de aquel sueño.
-Bueno… creo que será mejor que… me vaya…- Incliné de nuevo la cabeza y me retiré hacia la puerta.

KAI
La miré mientras se alejaba hacia la puerta y miré el cuenco con curiosidad…
Retiré el pequeño paño que lo cubría y vi unas fresas frescas y muy rojas que debió haber recogido esa misma mañana como bien había dicho… ¿Fresas?
Alcé levemente una ceja y la miré de nuevo antes de que saliese.
-¿No quieres quedarte a compartirlas? –había comido de todo en mi vida, pero las fresas frescas era algo que se le había escapado a mi paladar, no me importaría probarlas, y ya que las había traído…

SAYA
Giré la cabeza y le miré. Esbocé media sonrisa y me acerqué, alargué la mano hasta el cuenquito y le arrebaté una fresa. Me la llevé a los labios pegándole un mordisco.
-Mmmm, muy buenas.- Sonreí y le miré.
-Gracias por compartirlas, que las disfrutéis.- Esta vez no aparté la mirada, aun que la suya intimidaba bastante.
-Será mejor que me marche ya.- Me alejé poniéndome de nuevo la capucha.
-Me alegro de volver a veros, majestad.

KAI
La miré cuando cogió una sola fresa, la manera de moverse, su gesto… Era grácil, flexible y sinuosa, como el agua, pura como el agua.
Se puso la capucha cubriéndose de nuevo y me quedaría otra vez solo con todo el papeleo, cosa que debía hacer con urgencia…
Asentí cuando fue a retirarse y volví a coger mi pluma cuando recordé algo y la miré.
-Eh, espera un momento. –me levanté cuando me miró.
-Aún no sé tu nombre, Ninfa del Agua.

SAYA
Antes de abrir la puerta, el rey preguntó por mi nombre. Me giré y le miré esbozando una sonrisa.
-Me llamo Saya, ¿puedo saber yo el vuestro?- Dije con voz angelical sin borrar la sonrisa de mis labios.
-Si no os molesta que os tuteé, claro.

KAI
Desvié la mirada a mi mesa cuando esbozó aquella sonrisa tan sincera y a la vez infantil. La miré de nuevo.
-La verdad es que aquí sólo mis dos hermanos me tutean, pero supongo que si no vamos a volver a vernos puedes saber mi nombre, y es extraño que no lo sepas… -me senté de nuevo en mi silla. -Como seis generaciones atrás desde mis antepasados, me llamo Kai.

SAYA
Le miré y solté una risotada.
-Lo siento, no me río del nombre, pero, solo he preguntado por el nombre no por las generaciones, pero bueno.- Me encogí de hombros.
-Supongo que no es malo saber algo más.- Le miré… era muy, muy serio… y muy diferente a los demás chicos de su edad que conocía.
Suspiré y miré al suelo.
-No sé por que, y no es de mi incumbencia, pero… ¿no os sentís solo aquí?- Le miré de nuevo con el semblante serio.

KAI
Me encogí de hombros y volví a coger mi pluma.
-La verdad es que me gusta la soledad, me da tiempo para pensar detenidamente en todo, no me gusta que nadie me distraiga con tonterías. Aquí saben eso y me dejan en paz. –continué con los informes, todos me decían que usase un maldito ordenador, pero prefería usar mi propia letra, nadie sabía igualarla y así me aseguraba de que nadie falseaba mis documentos.
-No, no me siento solo.

SAYA
Le miré y asentí lentamente.
-Ohm, pues vaya…- Madre mía, este hombre en vez de trabajar para vivir, vivía para trabajar… por lo visto no tenía ningún tipo de ocio.
-No me lo diga, y en sus momentos libres se dedica a practicar con la espada, ¿verdad?- Su silencio lo dijo todo.
-Me lo imaginaba, y… ¿no tiene ningún hobby o ninguna otra afición a parte de darle a la pluma y a la espada?

KAI
La miré alzando una ceja.
-No serás una periodista que quiere escribir una biografía ni nada por el estilo, ¿verdad? ¿Me has engañado? –no, era una ninfa, pero, ¿de verdad quería saber todo eso sobre mí? Nadie me había preguntado sin poder recibir nada a cambio, como una portada o una maldita exclusiva, mundo del corazón…
-Me gustan la espada y la pluma, sí.

SAYA
Fruncí el ceño extrañada.
-Y… ¿nada más? ¿Sólo eso?- Me encogí de hombros.
-Entonces… no llevará una vida muy “interesante”- Le miré y alcé las manos.
-No… no quiero decir nada malo con eso, bueno, ha-hay personas que no tienen aficiones y lo único que hacen es dedicarse a su trabajo, que tampoco es malo, cada uno a sus cosas yo…- Cogí aire y solté una risotada avergonzada.
-Lo siento… creo que será mejor que me vaya, ya he hecho lo que tenía que hacer, así que… ya no estorbo más.- Me giré y abrí la puerta.
-Espero que os gusten las fresas… adiós…- Cerré a mis espaldas y suspiré… tenía el corazón a mil por hora… me había puesto muy nerviosa…

KAI
Puse los ojos en blanco y seguí con lo mío, esa chica parecía algo nerviosa y muy activa, nada en comparación con lo asustada que estuvo la noche anterior. Esperaba que Hannah no la viese, o vendría preguntando sobre ella…
Miré las fresas, no estarían envenenadas… ¿o sí?
Dijo que las había recogido ella, si se las hubiese dado su rey las tiraría, pero las había recogido ella…
Suspiré, no sabía si llamar a un catador o…
Negué con la cabeza y cogí una fresa, por una vez, debía arriesgarme en la vida. La miré y le di un mordisco. Estaba muy dulce y tenía un sabor bastante intenso…
Cogí otra, sería lo más delicioso que había comido en la vida…

SAYA
Salí del castillo. Empezaba a anochecer. Miré al cielo, los últimos rayos del sol se escondían por detrás de las montañas nevadas del Reino del Hielo… nieve, nunca la había visto. Me agaché y cogí un montoncito entre mis manos. Estaba fresca, pensaba que estaría mucho más fría, pero resultaba agradable. Vi como se fundía entre mis manos, pero yo la regeneraba con mi agua haciéndola más abundante.
Suspiré y me levanté mirando de nuevo al cielo. Había empezado a nevar. Sonreí y me coloqué bien la capucha sobre mi cabeza. Eché un último vistazo al castillo y a la única ventana en la que se veía claridad y en la cual estaba… Kai, liado con sus papeles.
Sonreí de nuevo y me giré encaminándome a mi templo, me había demorado bastante…

KAI
Miré por la ventana, desde ahí podía ver el jardín nevado de nieve y la salida del castillo. La ninfa se había puesto en camino hacia su país de nuevo. Saya dijo que se llamaba…
Probablemente pronto me olvidaría de ello, pero bueno.
Seguí con el papeleo una vez acabé con todas las fresas, tendría que pedirlas, o ir yo mismo a buscarlas al Reino del Agua…

SAYA
Llegué algo tarde a mi Templo. Me quité la túnica llena de nieve y la sacudí dejándola encima de mi cama.
Me estiré y salí de mis aposentos en dirección al altar del tesoro, era hora de venerarlo un poco y cumplir con mi duro y asqueroso papel.
Cuando llegué allí, esperaba encontrarme el cristalito Agua Pura en su altar, pero… no fue así… el altar estaba vacío.
-¿Qué? ¿D-dónde está?- Me acerqué a toda prisa y lo miré con detenimiento, tal vez se había caído o… ¿lo habían robado? ¡No, por Dios! Para una cosa que tenía que hacer encima lo hacía mal… no…
-Joder, no… no puede ser, por favor…- Me llevé las manos a la cabeza y seguí rebuscando por los alrededores, el lago, mi habitación… pero nada… no estaba…
Lo único que me quedaba era informar a mi rey… me matarían por haberlo dejado ausente…
Me encaminé hacia el castillo… los guardias ya estaban allí esperándome… eso es que el rey ya estaba demasiado informado…
Me llevaron ante él, estaba sentado en su trono y en sus manos tenía… ¿qué coño hacía el con el tesoro en sus manos?
Incliné la cabeza y miré al suelo… ¿qué me esperaba ahora?
-Saya, Saya, Saya… ¿dónde has estado?- Alcé la cabeza y le miré.
-Yo… estaba en el bosque… estaba recogiendo fresas y… no sé, yo no he hecho nada malo… lo juro…- Bajé la cabeza de nuevo cuando mi rey se levantó de su trono.
-No, claro que no has hecho nada, ni bueno ni malo. ¿Sabes qué, Saya? Estoy muy harto de tus escapaditas, sé que llevas haciéndolo desde que tenías doce años, no cumples con tu deber como ninfa y a parte de irte, que es lo menos importante, dejas el tesoro indefenso… eso si que es grave y sabes cual es la condena si una ninfa deja de cuidar el cristal y lo roban, ¿verdad? ¿Qué crees que habría pasado esta noche, Saya?- Tragué saliva y le miré de nuevo.
-Sé muy bien cual es mi cometido… pero, mi señor… no podéis tenerme encerrada en el templo para siempre, necesito mi libertad, soy un… -Mi rey me frenó levantando la mano.
-¿Un qué? ¿Un espíritu libre?- Soltó una risotada y me entregó el tesoro.
-Las ninfas nunca seréis libres, eres mi esclava, Saya. Y como tal, algún día me cansaré de tus escapaditas y de ti, o…- Sonrió de manera cínica acercando su rostro al mío.
-O… ¿qué?- Repetí esperándome lo peor.
-Bueno, ya sabes que.- Se separó de mí y me dio la espalda acercándose de nuevo a su trono.
-Retírate, y que no se vuelva a repetir. Ya me encargaré yo de que no vuelvas a escapar.- Cogí aire y me retiré saliendo del castillo con el cristal entre mis manos. Me encaminé hacia el altar y me arrodillé ante él para depositar allí el tesoro.
Antes de colocarlo lo miré furiosa.
-Todo esto es por tú culpa…- Hice ademán de tirarlo, pero…
Suspiré y lo dejé en su sitio. ¿A quién quería engañar? La culpa de todo esto solo era mía…

KAI
Era noche cerrada, al fin Max se había dormido y Hannah ya estaba en su cuarto tranquilita, en esa casa, cuando esos dos se juntaban era un verdadero huracán.
Salí a la terraza de mi cuarto, esa noche nevaba poco.
Suspiré apoyando los brazos en la barandilla, no me gustaba nada la idea de tener que negociar con ese hombre, de ofrecerle protección, pero no se trataba de él solo, sino de todo su reino, seguro que pasaban penurias por culpa suya…
Tenía que averiguarlo por mí mismo… sí, eso haría.
Me acosté temprano, a la mañana siguiente saldría a primera hora, pasaría el día en el Reino del Agua.

SAYA
Me desperté bastante temprano, el sol apenas bañaba el reino cuando salí de mi cuarto y me dirigí al templo… después de la bronca que me echó mi rey, era mejor que ese día no saliese de allí para nada…
Subía la escaleras del templo cuando me di cuenta de que alguien me seguía, al principio pensé que sería Nidy o en su defecto el pesado de Niky, pero no fue así… era un guardia del rey… genial, ahora me ponían vigilancia las 24 horas, así me sería muy difícil escaparme… aún que… sería mejor que no lo volviese hacer… pero mi instinto me podía…
Suspiré y seguí subiendo las escaleras hasta que alcancé el altar.
Me acerqué hasta él y me arrodille delante para empezar con los rezos.
El guardia estuvo allí hasta que terminé, que fue bastante rato, la verdad.
Me levanté y le miré.
-Esto… sé que el rey te ha ordenado que me vigiles pero… me… bueno, me apetece darme un baño en el lago y…- Me encogí de hombros.
Noté que el guardia me repasaba con la mirada y después de ponía rojo.
Puse los ojos en blanco y me crucé de brazos.
-¿Hola? Te estoy hablando a ti, alelado.- Me miró parpadeando un par de veces, como si acabase de salir de un sueño… no quería imaginarme que tipo de sueño.
-Puerta…- Le señalé la salida. Menos mal que obedeció, sino, lo tendría crudo poder disfrutar de un momento de tranquilidad.
Salí a la parte trasera del templo, donde se abría un extenso lago terminando con una gran cascada. Suspiré y cerré la puerta del templo asegurándome de que el salidorro de mi guardia personal no echase un ojo mientras me daba un bañito… estos hombres…
Me deshice de mi vestido y le dejé caer al suelo dejando mi cuerpo completamente desnudo. Si quería disfrutar de mi baño debía hacerlo al cien por cien.
Caminé hacia el lago y me metí en él sumergiéndome. Buceé hasta alcanzar la cascada, donde me situé sintiendo como el agua caía sobre mis hombros.

KAI
Dejé el castillo a manos de Hannah, si no montaba una fiesta ese día la regalaría algo por responsable…
Llevaba desde temprano en el País del Agua, de antes de salir el sol, cuando el comercio empezaba a abrir sus tiendas. La gente parecía normal y corriente, como la de mi propio reino, pero claro, más sonrientes, los Fríos teníamos esa capacidad de ser tan… fríos.
A cada lugar donde me paraba a mirar, aunque estuviese cubierto por mi capucha, la gente me saludaba ofreciéndome sus mercancías. No parecían tan infelices como supuse con un rey tan irresponsable.
Recorrí la parte central del pueblo y el mercado hasta que la gente comenzó a llenarlo.
Odiaba la multitud, no me sentía a gusto, de modo que decidí ir por la zona del castillo y el templo, allí podría hablar con gente con más tranquilidad.
Cuando llegué al templo supuse que Saya estaría dentro, rezando a su cristal o cualquiera de las cosas que hiciesen las ninfas.
Me acerqué al lago para llenar mi cantimplora, se había vaciado después de toda la mañana. Cuando me asomé, pude ver a Saya de espaldas a mí, bañándose. Me escondí tras un árbol con los ojos abiertos como platos, menudo momento para aparecer…
Me asomé levemente. Era preciosa, tenía una silueta perfecta y mojada con el agua del lago y fusionando todos los colores parecía una verdadera obra de arte…

NIDY
Antes de ir al colegio quería visitar a Saya, el tonto del rey le había gastado una broma muy fea y quería saber si estaba enfadada.
-¡Saya! –la llamé pasando a su habitación, pero no estaba allí.
-¿Saya? –estaría bendiciendo el tesoro, me fui al templo y abrí con cuidado, pero tampoco estaba allí. Cerré la puerta del todo, para que ningún malo entrase a robar el tesoro, y bajé las escaleras dando saltos hasta que llegué al suelo.
Corrí hacia el lago, se me cayó la mochila antes de llegar. Cuando me agaché para cogerla, vi un señor escondido detrás de un árbol mirando hacia el lago, Saya se estaba bañando allí.
Me acerqué pisando fuerte, era un guarro, la estaba mirando.
Le miré, era tan alto como Saya.
-Bonitas vistas, ¿verdad? –le pregunté, imitando a Saya cada vez que un guarro la miraba.
El chico me tapó la boca con una mano.

KAI
Al poco rato de estar allí oí a una niña, no me había dado cuenta de que estaba allí hasta que la vi mirarme con mala leche.
Tragué saliva y la tapé la boca antes de que la ninfa oyese que estaba allí.
-Shh, shh, calla. –dije en susurros, la niña me mordió la mano, pero no la solté.
-Para, para, no quiero hacerte daño, para. –la niña se calmó, pero siguió mirándome enfurecida.
-Escucha, no digas nada, ¿vale? No estaba espiando a la ninfa, sólo comprobaba si… si bueno… si estaba bien, hace poco la atacaron, ¿sabes? –la niña bajó la mirada.
-Te voy a soltar… -la solté lentamente, pero se mantuvo callada.

NIDY
Me soltó después de decirme que sólo vigilaba que no hiciesen daño a Saya, era un chico bueno.
-Lo sé. –susurré como él.
-Yo también quiero protegerla, pero soy muy pequeña y no me deja ir con ella cuando sale… -la miré mientras se bañaba y luego volví a mirar al chico, señalé sus pantalones.
-¿Tienes una pistola?

KAI
Abrí los ojos como platos y me miré los pantalones, me cago en…
-¿Qué? –me entró un sudor frío por la espalda.
-Bueno… es por si la atacaban, tenía que protegerla, ya sabes… -miré por última vez.
-Me voy ya, creo que está a salvo contigo. Pero no la digas que he estado aquí, ¿vale? O se enfadará conmigo. –me alejé de allí, jodidas hormonas adolescentes y ausencia de ninguna mujer en mi vida, como odiaba mi cuerpo…

NIDY
Me encogí de hombros cuando el chico se fue y me acerqué al lago, me senté en la orilla.
-¡Saya! ¡Buenos días! –sonreí.

SAYA
Me giré y miré a Nidy echándome el pelo hacia atrás.
-¿Sé puede saber qué haces aquí? Deberías irte a clase, después tú madre me echará la bronca de que llegas tarde, vamos.- Señalé hacia fuerza del templo.
-Y no rechistes, sabes que me enfado mucho cuando no me haces caso a lo que te pido.- La miré de manera que supiese que iba en serio… esa niña seguía mis pasos y era algo que no quería… Nidy era demasiado buena para que fuese como yo.

NIDY
-Jo, nunca puedo estar contigo… -me levanté con la cabeza mirando al suelo y la miré con carita de corderito degollado.
-Sólo quería venir a ver si estabas bien después de que el rey te gastase esa broma, fue muy cruel… -me crucé de brazos.
-A él no le has dicho que se vaya a clase…

SAYA
Puse los ojos en blanco y me crucé de brazos.
-Él no es un niño pequeño como tú, el rey no necesita ir a clase, pero tú si.- Salí del lago… ni un baño podía darme a gusto. Agarré el vestido del suelo y me lo coloque por encima sin llegar a ponérmelo.
-Nidy, no quiero que te preocupes, ¿vale? Yo misma me he buscado la bronca, punto. Ahora, a clase, vamos, no me repetiré más.

NIDY
Abrí los ojos como platos.
-Ala… era el rey… -me llevé la mano a la boca, pues sí que era guapo el rey… y salido…
-Vale, voy a clase, haré todos los deberes para cuando termine de comer venir a verte. ¡Adiós! –agarré mi mochila y corrí hacia el bosque para volver al pueblo, aún tenía tiempo para llegar a clase.

SAYA
La miré algo extrañada. ¿Cómo qué “Ala… era el rey”? ¿A qué rey se refería Nidy?
Miré a mi alrededor tapándome bien con el vestido… sentía que me estaban vigilando… y eso que mi guardia estaba fuera…
Suspiré y me giré de nuevo al lago. Dejé caer el vestido y me lancé de cabeza al agua…
Estaba volviéndome paranoica…

KAI
Llegué por la tarde a mi reino, en cuanto alcancé la nieve me tiré en plancha boca arriba. Cerré los ojos, ¿qué me había hecho esa ninfa? Seguro que era una especie de conjuro, se decía que tenían una magia adicional que les proporcionaba hacer conjuros para encantar a los hombres…
Suspiré, por suerte me había conseguido calmar, no quería pensar que perdía la concentración por una mujer, eso es lo que llevaba a la ruina todo el trabajo, uno no se concentraba más que en su mujer, se acostaban, iban a dar una vuelta, cenaban juntos, así cualquiera tiene tiempo para trabajar…
-Creo que no volveré a ir a verla. –me llevé la mano a los ojos y me quedé un rato más tumbado sobre la nieve.

SAYA
Estuve toda la tarde en el lago, tan solo salí para comer alguna cosa.
Más tarde volví al templo para vigilar un poco el tesoro, después, me retiré e mi cuarto y esperé que Nidy volviese de hacer los deberes, me había comportado mal con ella antes y seguro que querría estar un rato conmigo… y yo con ella.
Suspiré sentada en la cama mientras me secaba el pelo con una toalla… esa era la aburrida vida de una ninfa. Bañarse, cuidar el tesoro y… cuidar el tesoro…

NIDY
Cuando terminé los deberes salí de casa escopetada sin decir más que: ¡¡Voy con Saya!! Mamá me dijo que esperase pero no quería, quería irme con Saya y estar toda la tarde en el templo.
Corrí con la chaqueta puesta hasta el bosque, quería llegar lo antes posible.
Entré en el templo.
-¡Saya! –sabía que no debía hacer ruido en el templo, así que me tapé la boca con las dos manos. Corrí hacia el cuarto de Saya y abrí la puerta, al entrar me tropecé y caí al suelo.
-Auuuuuu… -me senté con la mano en la rodilla y miré a Saya.
-Hola…

SAYA
Miré hacia la puerta cuando se abrió de golpe dejando paso a Nidy que cayó al suelo.
-Cuidado, nena.- Me acerqué hasta ella y posé mis manos encima de su rodilla, tocando tan solo su pantalón. Mi piel no podía entrar en contacto con la suya.
La miré y sonreí mientras que aplicaba en su rodilla dañada un calmante.
-¿Mejor?- Sonreí ampliamente mirándola con cariño.
-Ten más cuidado, Nidy, cualquier día te vas ha dar un mal golpe… - Trataba a Nidy como si fuese mi hija, aun que no lo era… pero ella desataba mi instinto maternal.

NIDY
Asentí cuando me curó el golpe que me había dado en la rodilla, sonreí.
-Ya estoy curada… -me levanté y me quité la chaqueta, la dejé encima de la cama de Saya. Me subí y me senté quitándome los zapatos del colegio, estaría allí hasta la noche, así que me puse cómoda.
-¿Qué vamos a hacer hoy, Saya? He terminado todos mis deberes.

SAYA
La miré y sonreí.
-Ya lo sé, y me parece bien. Podemos hacer muchas cosas, pero lo primero es lo primero.- Sonreí de nuevo y suspiré.
-No sé que quieres hacer tú.- Me encogí de hombros recostándome sobre la cama.
Cogí un cuenco lleno de cerezas, sabía que le encantaban a Nidy.
Se las ofrecí y sonreí.
-Toma, las he cogido todas para ti.

NIDY
-¡Si! ¡Cerecitas! –cogí el cuenco si rozar la piel de Saya, o dejaría de ser ninfa. Me senté con las piernas cruzadas y cogí una cerecita para comérmela.
-Hoy un chico me ha dicho que cuando sea ninfa quiere ser mi novio. Yo le he dicho que la ninfa eres tú, que yo no puedo. –me comí otra cerecita.
-Sólo si tú tienes novio… ¿Tienes novio?

SAYA
Solté una risotada y negué.
-No, Nidy, no tengo novio, ya lo sabes… no puedo enamorarme de nadie.- Agarré una cereza y la miré algo afligida antes de comérmela.
Suspiré y me encogí de hombros.
-Tampoco me afecta, yo paso de eso, mejor así.- Sonreí y me metí la cereza en la boca.

NIDY
Me tumbé boca abajo cogiendo otra cereza y miré a Saya.
-Pero parece que el rey del hielo quiere ser tu novio, ¿no? –cogí otra cerecita.
-Es muy guapo. –sonreí.

SAYA
Miré a Nidy sin saber que decir.
-¿El Rey del Hielo? ¿Cómo sabes que le he conocido? No te he dicho nada de eso…- Fruncí el ceño muy extrañada.
-Nidy… ¿de qué le conoces?- Algo me olía mal…

NIDY
-Oh… cuando fui a buscarte el rey me dijo que estabas jugando con el rey del hielo o algo de eso, y cuando vino esta mañana a protegerte le vi. –cogí la última cerecita y fruncí el ceño, ya no quedaban más…
-¿Quedan cerecitas?

SAYA
Fruncí el ceño y la miré.
-¿Qué? ¿Ha protegerme esta mañana? Nidy, ¿el Rey del Hielo ha venido hoy al templo?- Tragué saliva.
-¿Por qué no me lo has dicho?

NIDY
Abrí los ojos como platos, me dijo que no podía contárselo a Saya…
-¿El qué? ¿Dicho? ¿Hay cerezas o no? –me levanté de la cama y busqué más cerecitas, no quería que se enfadase con el rey del hielo, a lo mejor podía ser su novio…

SAYA
Miré a Nidy y la agarré de la manga haciendo que me mirase.
-Nidy, ¿qué ha pasado esta mañana? Cuéntamelo… Kai… quiero decir, ¿el Rey ha estado en el templo si o no?- La miré a los ojos… que estuviese era lo que menos me preocupaba, lo que más me preocupaba era que si había venido mientras yo estaba en el lago…

NIDY
Bajé la mirada al suelo.
-Bueno… no sé si era él, no me ha dicho quién era, sé que era un chico guapo con los ojos azules y tenía las manos muy frías… -bajé la cabeza, seguro que se enfadaba con él por mi culpa, por chivata.
-Pero no te estaba mirando mientras te bañabas, sólo te estaba protegiendo.

SAYA
-¿Protegiendo? No, Nidy…- Suspiré, genial… no solo los salidos de mi propio reino se las jugaban para poder verme que también él… seguro que me había visto entera…
-Joder…- La miré y saqué otro cuenco con cerezas.
-Toma, anda… come las que quieras, y si sobran, llévaselas a tu madre…

NIDY
La miré, estaba enfadada…
-Saya… ¿estás enfadada? No te enfades, no quería que te enfadases, ha sido culpa mía… -bajé la cabeza.
-No te enfades, porfi…

SAYA
La miré y negué.
-No me enfado, Nidy, pero… te tengo dicho que si ves a alguien cerca del lago o del templo me lo digas, sea quién sea, un rey o un mendigo, me da igual…- Suspiré y me froté la frente.
-Esté bien… no pasa nada… no estoy cabreada.- No, no estaba cabreada con ella, pero ese rey se iba a enterar de quién era yo.
Una cosa es que me salvase la vida y otra que me espiase mientras yo nadaba en el lago.

NIDY
Bajé la cabeza.
-Vale… ¿Quieres que me vaya ya a casa, Saya? Yo quiero estar contigo. Hoy es viernes, quiero quedarme a dormir contigo… -junté las manitas.
-Porfaaaaaaaas. –me acerqué y, sin tocar su piel, rodeé su cintura con mis bracitos.

SAYA
La miré y negué.
-No, Nidy, esta noche no, lo siento… vete a casa, mañana si eso te quedas…- La agarré de los hombros y la separé de mi sin brusquedad.
-Llévate las cerezas para tú mamá, anda…- Sonreí levemente y suspiré.

NIDY
Asentí triste y cogí el cuenquito de cerezas, salí del templo, mamá me regañaría por irme así y Saya no quería que me quedase…
Bueno, tendría cosas que hacer, cosas de ninfas, cosas que nunca haría porque no era ninfa. Me fui a casa, le daría las cerezas a mamá para que no se enfadase.

SAYA
Miré a Nidy mientras se iba
Estaba triste, pero esa noche no dormiría…
Tenía cosas que hacer, y una de esas cosas era enseñarle a ese rey a no mirar si no quiere perder los ojos…
Esperé a que fuese noche cerrada, cuando la cuidad estaba desierta y los guardias cansados de vigilar. Me levanté de la cama sin ni siquiera ponerme la ropa, tan solo iba con el culot y la camiseta de tirantes.
Salí del templo con cuidado de que mi guardia no me viese, por suerte estaba medio dormido.
Bajé las escaleras rápidamente y antes de llegar al suelo, me impulsé subiéndome a un árbol. Salté de rama en rama hasta introducirme en lo profundo del bosque. A partir de ahí fui caminando, ya no corría peligro.
Al cabo de media hora me encontraba en el Reino del Hielo, frente al castillo. Los guardias de Kai custodiaban las puertas, por lo que me resultaba muy difícil entrar por ahí. Alcé la cabeza y miré la ventana del despacho de Kai. Me acerqué hasta allí y salté hacia la pared rebotando a un árbol. Subí a la rama superior y alcancé la ventana. Estaba cerrada, pero eso me sirvió para ver que él no estaba allí. Giré la cabeza a un lado y vi un balcón… ¿sería su cuarto?
De un salto me situé sobre la repisa del balcón. Salté sobre el suelo sin producir ningún ruido, ya que iba descalza. Caminé hasta la puerta y la abrí sin hacer ruido. Entré y cerré a mis espaldas. Kai estaba tumbado sobre la cama… el muy cabrón, iba de santito, pero era igual que los demás. Me acerqué hasta la cama y agarré la almohada que tenía a su lado y sin pensármelo dos veces se la lancé a la cara.
Ahora se enteraría de que conmigo no se jugaba.

KAI
Noté que algo me golpeaba la cara. Con un acto reflejo, agarré a mi atacante de la ropa y lo tumbé debajo de mí, no sin agarrar mi espada, que reposaba a mi lado en el colchón, cualquiera se fiaba.
Coloqué el filo de la espada sobre el cuello de mi atacante encerrándolo entre mis piernas. Cuando mis ojos se adaptaron a la poca luz pude ver que era la ninfa.
-¿Tú? -¿¿por qué me seguía a todas partes??

SAYA
Kai me agarró y me tumbó sobre la cama posicionándose él encima de mí. Me amenazó el cuello con su espada. Le miré a los ojos enfurecida y jadeando de impotencia.
-A ver quién corta primero.- Dije sujetando mi daga. No se había dado cuenta, pero, cuando me agarró, yo cogí la navaja que reposaba en el cinto de mi muslo y amenacé con ella su pecho.
-Si, yo, y no te librarás de mí hasta que no me digas que coño hacías esta mañana en mi templo mirándome mientras tomaba un baño, eres tan cerdo como los demás, pensaba que eras diferente, y una mierda, eres igual…

KAI
Fruncí el ceño y me aparté de encima de ella.
-¿Es que acaso te interesa que sea distinto a los demás? ¿Para qué quieres que sea diferente? ¿Y desde cuándo me tuteas? –me levanté, no me había fijado en que estaba en pijama, ¿se había venido en pijama hasta aquí?

SAYA
Me levanté de la cama y le miré atónita.
-¿Qué? Ah, no, no, no, a mi me importa una mierda como seas, lo que quiero saber es por que estabas hoy en el templo, odio que me miren a escondidas y más en un momento tan íntimo como lo es nadar en el lago para mí, ¿acaso vengo yo a ver como te estás duchando?- me crucé de brazos.
-Y si, te tuteo, he perdido todo el respeto que sentía por ti.

KAI
-Te recuerdo que te salvé la vida, me lo debes, no tienes ningún derecho a reprocharme nada, y me estás acusando de algo de lo que no tienes pruebas, así que ya puedes salir de mi cuarto si no quieres que te arresten por intentar asesinar al rey. –me acerqué a la ventana. Cualquiera podía entrar por ahí, debía tener más cuidado con eso…

SAYA
Asentí y le miré acercándome.
-Si, me salvaste la vida y te lo agradezco, pero eso no te da derecho ha espiarme y no me digas que no tengo pruebas por que si que las tengo.- Alcé las cejas.
-La niña a la que le has contado tú pequeño secretito, se llama Nidy y resulta que ella te ha visto esta mañana, estabas ante el lago cuando yo estaba allí, ¿qué casualidad, no? Ella misma me lo ha dicho. ¿Esas pruebas le valen a su alteza real?

KAI
Maldita niña, nunca me habían gustado los niños, eran unos traidores y no se podía contar con ellos.
Suspiré y abrí la ventana, sin mirarla di un paso fuera, en la terraza.
-Lárgate de aquí antes de que llame a los guardias, vamos, no quiero verte aquí. –la miré, esperaba que con eso y la mirada valiese.

SAYA
Le miré y alcé las cejas.
-¿Y ya estás?- Suspiré, ni si quiera se disculparía…
Le miré cabreada y me acerqué a la ventana retirando la puerta con fuerza, el cristal se desquebrajó al golpearla con tanta fuerza.
Le dediqué una mirada desafiante mientras guardaba mi navaja en el cinto.
-Ni se te ocurra volver ha hacerlo…- Me subí a la repisa y de ahí salté al árbol. Bajé de rama en rama con agilidad hasta el suelo. Alcé la mirada y le miré de nuevo. Resoplé y negué con la cabeza.
Eché a andar hacia el bosque, pero la voz de alarma de los guardias me sobresaltó. Eché a correr introduciéndome en el bosque… lo que me faltaba…

KAI
Maldita sea, una niña bocazas. Era la única vez que había cometido una imprudencia así y me habían pillado con todas las de la ley, no volvería a fiarme ni de un niño ni de una mujer en mi vida, sólo me traería problemas.
Suspiré cuando vi a los guardias alarmados por ver a una intrusa en los jardines.
-¡Soldados! –me miraron y les indiqué con una negación de la cabeza que la dejasen, era lo que faltaba, que encima la tuviese en mis mazmorras…

SAYA
Seguí corriendo por el bosque con miedo de que los soldados de Kai me alcanzasen, ya lo que me faltaba…
Miré hacia atrás, pero por suerte ya no me perseguían, o me habían perdido de vista o…
Jadeé a causa de la carera. Cogí aire tragando saliva intentando recuperarme, si me veían tan agitada levantaría sospechas…
Respiré hondo y seguí el camino, eso si, caminando.
Ese maldito idiota… ahora sabía a que rey se refería Nidy esta mañana… protegiéndome dice, ¡y una mierda!
Me sentía furiosa, sobre todo porque ni siquiera se había molestado en pedirme perdón ni nada, se dedicaba a cambiar de tema y evitaba responder a mis preguntas… iba de sincero pero en realidad era un mentiroso…
Suspiré mientras alcanzaba mi reino. Entré en el Templo sin que nadie me viese, menos mal, ahora mismo no estaba de humor como para aguantar las réplicas de mi señor…
Entré en mis aposentos y me tiré encima de la cama resoplando, ahora me temblaba todo el cuerpo de los nervios acumulados…
Agarré mi almohada y cerré los ojos intentando relajarme, aun que, dudaba conseguirlo…

KAI
Me senté en mi cama, ahora pensaba que era un salido como todos los que la habían espiado… en parte tenía razón, la había estado observando, pero no era porque quería verla desnuda, era sólo que… sus movimientos, sus gestos y todo en general me… me fascinaban.
Cerré los ojos y me llevé las manos a la cara, no quería volver a verla, perdía la concentración de todo lo que tenía en mente hacer.
Me acosté de nuevo y esperé poder dormirme, una mujer no me quitaría el sueño… ¿o sí?

SAYA
Pasaron dos o tres días después de lo sucedido con Kai, no me apetecía verle, pero… tal vez me había pasado con él… ¿pero por qué pensaba así en él? No se había disculpado y encima me hacía sentirme a mi culpable, ¿por qué?
La verdad es que si que me sentía culpable, le puse en evidencia cuando podía haberle dicho las cosas de otra manera y no tan… furiosa…
Era mejor volver y pedirle perdón… aun que en realidad no se lo merecía, pero… así dejaría de sentirme tan mal…
Salí del templo ya bien entrada la tarde, tuve que despistar a mi guardia de nuevo para poder escaparme… dichoso rey y sus leyes…
Llegué al Reino del Hielo. Tuve que colarme por la ventana, ya que los guardias personales de Kai no me dejarían pasar después de la que lié la última vez que estuve allí… lo que no sabía era si Kai mandaría que me arrestasen, pero debía arriesgarme…

KAI
Había estado ordenando papeles de a lo largo del mes, cuando estuve a punto de terminar me quedé dormido sobre ellos, no aguantaba tanto papel, letra ni puñetas después de varias semanas igual, no había ido a hacer otra cosa más que tener problemas con la ninfa del agua…
Otra vez pensando en ella, y es que cada cosa que pudiese pasarme por la cabeza me hacía pensar en ella otra vez, menuda tortura…
Pero al menos podía dormir tranquilo un poco, aunque fuese sobre la mesa del despacho…

SAYA
Encontré a Kai en su despacho, dormido sobre la mesa… vaya, ahora no era el momento adecuado… después de tanto papeleo estaría cansado…
Suspiré y le miré mientras dormía… la apariencia no tenía nada que ver con su personalidad...
Abrí la ventana de nuevo dispuesta a salir, era mejor dejarle descansar…
Salí y cerré la puerta sin hacer ruido y bajé por el árbol hasta el suelo. Miré a los guardias, por suerte no me habían pillado, mejor irse de allí antes de que eso sucediese.

KAI
Mientras dormía, creí que Saya entró por la ventana y se quedó mirándome mientras dormía… Abrí los ojos y la vi ahí, sentada frente a mí, se puso roja cuando la vi ahí, observándome.
Los dos nos quedamos quietos, mirándonos, sin saber qué hacer ni decir.
Tragué saliva y ella desvió la mirada. Cogí aire y me acerqué, la cogí de la cara y comencé a besarla de forma apasionada, y ella no se apartó, me agarró de la nuca y siguió mi beso con fogosidad. Los dos nos tumbamos sobre la mesa sin dejar de besarnos.
Fue entonces cuando abrí los ojos de repente, seguía tumbado sobre la mesa de mi despacho.
Me incorporé y miré a mí alrededor, ella no estaba allí…
Suspiré y miré la ventana, no estaba bien cerrada. Me levanté y la cerré bien, uno de los lados estaba húmedo… Saya había estado allí. Me llevé la mano a los labios y negué con la cabeza.
-¿Qué coño ha pasado?

SAYA
Seguí caminando por el bosque, pero no me dirigí al templo, la verdad es que no me apetecía nada volver allí, así que, me quedé merodeando por el bosque…
Aún estaba cerca del Reino del Hielo, la zona de ese bosque estaba llena de nieve, la cual noté fresca bajo mis pies.
No sabía por que, pero el Reino del Hielo me parecía mucho mejor que el del Agua…
Al menos Kai parecía ser un rey que sabía gobernar, no como el mío… él miraba por su propio bien, mientras que Kai miraba principalmente por su pueblo…
Estuve toda la tarde en el bosque, hasta la noche por lo menos, aún seguía sin querer volver al templo, me sentía bien allí…

KAI
Después de conseguir acabar todo el papeleo, salí con mi caballo a pasear por la nieve, no avisé a nadie, no me apetecía que me siguiesen.
Mi caballo negro destacaba en la nieve, cualquiera podía verme. Entré por el bosque, no atravesaría la los límites entre los dos reinos. Ya tenía una decisión tomada, pero no iría todavía a comunicárselo al rey del agua, quería tomarme un par de días libres, para olvidarme de todo aquello.
Cayó la noche sobre mí casi sin darme cuenta, y cuando di la vuelta para volver, a lo lejos vi a Saya mirando la nieve. Suspiré, si quería acabar con eso debía enfrentarme a ella, no huir.
Frené mi caballo a unos metros de Saya.

SAYA
Estaba sentada sobre el suelo mirando la nieve y desconectando un poco del infierno de mi vida… Suspiré y giré la cabeza cuando escuché que alguien se acercaba. Retrocedí rápidamente cuando vi un caballo negro acercarse hasta mí… mierda, no soportaba a esas bestias.
-¡No! ¡Aparta, fuerza de aquí!- El animal no iba solo… Kai iba montado sobre su lomo.
-Dios… que susto…- Me levanté y me aparté del animal subiéndome a la rama de un árbol.
Miré a Kai, pero enseguida desvié la mirada hacia el suelo.

KAI
Ambos nos miramos y desviamos la mirada acto seguido, acaricié la grupa de mi caballo.
-No te ha hecho nada, ¿se puede saber qué tienes en contra de él? –el caballo movió la cabeza y miró a Saya, yo rehusé un momento, pero después la miré también.

SAYA
Le miré de nuevo cuando él me miró.
-Ya sé que no me ha hecho nada, pero… no me gustan los caballos… me traen malos recuerdos…- Bajé la mirada de nuevo, eso si, no bajé de la rama. Sabía que si ese animal me rozaba sería capaz de salir corriendo…
-Yo… quería pedirte perdón por como me comporté la otra noche… te humillé y no era correcto tratar así a un rey…

KAI
Desvié la mirada.
-Estoy de acuerdo, no es manera de dirigirse a un rey… -me bajé del caballo suspirando. -Pero supongo que en tu caso tenías derecho a estar enfadada. –acaricié las crines del caballo mirándola.

SAYA
Salté de la rama al suelo situándome frente a él.
-Pues claro que tenía derecho a estar enfadada, ¿cómo te sentirías tú si te pillase bañándote en el lago desnudo?- Alcé una ceja… no pude evitar imaginármelo desnudo bajo la catarata, mojado y… Me sonrojé levemente y bajé la mirada al suelo.
-Bueno… olvídalo… es una tontería…

KAI
El tono de piel que alcanzó al estar sonrojada era algo que la hacía realmente más bella. Carraspeé desviando la mirada de nuevo.
-Voy a firmar el tratado de alianza con tu rey, pero no por él, sino por vuestro reino, sé que necesita nuestra ayuda. Por lo tanto, ahora tienes derecho a atravesar la frontera sin tener que pedirle permiso a tu rey.

SAYA
Le miré y sonreí levemente asintiendo.
-Ohm… me parece bien, bueno… yo no sé de esos temas, pero supongo que será bueno…- El caballo relinchó, cosa que me hizo retroceder… ¡como odiaba a esos animales!
Miré a Kai y solté una risotada avergonzada.
-Te parecerá ridículo que le tenga tanto miedo a eso…

KAI
Miré al caballo y le acaricié el hocico.
-La verdad es que me parece algo extraño que alguien le tenga miedo a un simple herbívoro que como mucho puede encabritarse, pero nunca iría a atacar. –el caballo se alejó de allí buscando alguna zona sin nieve en la que hubiese algo de hierba.
-Todo el mundo tiene miedo a cosas diferentes.

SAYA
-Si, bueno… lo curioso es… que yo antes no le tenía miedo a un caballo, es más, me encantaba montar, pero… ocurrió algo que hizo que mis sentimientos hacia ellos cambiasen repentinamente…- Me senté sobre la nieve, ahora que el animal se había alejado me sentía mejor.
Miré a Kai indicándole que se sentase a mi lado.

KAI
No me sentí muy seguro de sentarme a su lado, pero lo hice, aunque guardando las distancias. La nieve debajo de mí se sentía más fría que en cualquier otra parte, por algo era mi elemento, el frío.
Cogí un puñado de nieve que moldeé con una mano.

SAYA
Le miré cuando se sentó a mi lado, aun que un poco apartado, no se fiaba del todo de mí.
-Tranquilo, puedes confiar en mí, no muerdo.- Sonreí cuando me miró, pero en seguida apartó la mirada. Me reí levemente mirando la nieve.
-Verás, yo tenía una hermana pequeña, la verdad es que soy la mediana. Mi hermana mayor se llama Sharon y esta estudiando para poder entrar en la guardia personal de mi rey, yo nací ninfa y, bueno, ya sabes el resto…- Suspiré y le miré de nuevo.
-Mika, era mi hermana pequeña. Mi madre, ella y yo, solíamos ir al valle y montar a caballo, nos sentíamos libres, sobre todo yo que tenía que estar todo le día metida en el templo, lo cual no me permitía ver a mi familia…- Miré al suelo de nuevo.
-Salimos al valle, como cada tarde… me acuerdo de que, yo tenía nueve años y Mika unos siete… íbamos cada una en su respectivo caballo, pero… decidimos parar para que los animales descansasen un rato… Mika no quería bajar y mi madre la obligó y el caballo se asustó… para colmo… yo me puse en medio y eso provocó que el caballo se encabritase tirando a Mika de la montura… cayó contra el suelo… muriendo en el acto…- Me quedé en silencio un momento recordando lo sucedido… el suelo ensangrentado y mi madre gritándome…
-Mi… mi madre se puso como loca gritándome mientras sujetaba entre sus brazos a mi hermana… al cavo de un año, ella cayó enferma y murió… Sharon prometió que cuidaría de mí, pero… se centró tanto en sus cosas que… se olvidó por completo de que tenía una hermana pequeña…

KAI
Bajé la mirada a la nieve, Saya se estaba abriendo a mí sin yo hacer nada, quizá no tenía mucha gente con la que hablar, ser ninfa debía ser tan duro como lo era ser rey, poca libertad, pocos amigos y poco tiempo para hablar…
-Debe ser duro que tu madre te culpe de la muerte de tu hermana cuando tú no hiciste nada, creo que hasta fue más culpable ella que tú, pero supongo que cada uno tendría su punto de vista. –mire al caballo que se alejó más, por aquí todo estaba cubierto de nieve.

SAYA
Le miré y asentí.
-Si, supongo que si…- Suspiré y me tumbé sobre la nieve llevando mis manos tras la nuca.
-¿Sabes? Yo en realidad no quería ser ninfa, pero… es algo que no se puede elegir, se nace siéndolo… pero… hay veces que me pregunto, ¿por qué yo? Mi carácter, mi forma de ser no concuerda nada con ser ninfa… una ninfa debe ser responsable y saber cuidar de su tesoro, pero yo… yo no quiero cuidar de ningún tesoro…- Suspiré y miré al cielo.
-Veo a muchas mujeres con su familia, sus hijos y su marido… el saber que pueden ser tocadas cuando quieren, que las besen… eso es algo que yo nunca podré tener.- Me encogí de hombros.
-¿Qué le voy ha hacer?- Sonreí alzando las cejas.

KAI
La miré cuando sonrió, ¿cómo podía expresar así lo contrario de lo que sentía?
-Cambiarlo. –dije simplemente.
-Hay ninfas que no nacen con ese destino, tú naciste así pero puedes cambiarlo y lo sabes. No tienes por qué ser toda la vida ninfa, en cuanto tu reino quede sin ninfa, nacerá otra que te sustituirá, aunque claro, deberían ser razones fuertes las que tienes para dejar de serlo. Búscalas. –me levanté.
-En cambio mi destino no puedo cambiarlo, debo ser rey, y aunque nazca otro mil niños más, ninguno de ellos será rey, no puedo abdicar, no a menos que esté discapacitado para reinar. –la miré.
-Aunque a mí me gusta lo que soy.

SAYA
Me levanté y le miré entrecerrando los ojos.
-¿En serio? Pues no lo parece… no sé lo que es ser rey, pero…- Me encogí de hombros.
-Olvídalo, no soy nadie para juzgar nada.- Sonreí sacudiéndome la nieve del vestido.
-Y sobre lo de cambiar mi destino… si que podría cambiarlo, pero para ello tendría que encontrar un hombre que esté dispuesto a estar conmigo siempre… eso permitiría que me tocase sin matarme…- Me reí de nuevo y le miré.
-Hasta entonces, tendré que esperar, tal vez un año o tal vez… toda mi vida…- Suspiré y bajé la cabeza.
-Bueno… creo que será mejor que me marche ya…- Me giré para marcharme.
-Me ha gustado la conversación, a ver cuando se repite.- Me reí de nuevo y me marché introduciéndome en el bosque.

KAI
Metí las manos en mis bolsillos y la vi mientras se marchaba por el bosque.
-No seas infeliz, no merece la pena. –me acerqué a mi caballo y lo agarré de las riendas. Cuando me miró la guiñé un ojo y me subí al caballo, le hice ir al trote y me adentré en la parte del bosque que iba hacia el reino.

SAYA
Me giré cuando me habló. Sonreí cuando me guiñó el ojo… bajé la cabeza sin dejar de sonreí algo colorada…
Me giré y seguí caminando hacia mi reino…
Me sentía muy bien después de haber hablado con él… nadie me había escuchado antes como lo había hecho Kai… no era tan malo… era mi defecto, juzgaba a las personas sin conocerlas primero…
Llegué a mi templo alcanzada bien la noche, mi guardia me vio, pero no me dijo nada… seguro que después iría a chivarse al rey… pues vaya…
Entré en mi habitación y me senté en la cama quitándome el vestido lleno de nieve.
Me puse la camiseta de tirantes y el culot, no me apetecía hacer otra cosa que dormir.

KAI
A la mañana siguiente, antes de que mis hermanos estuviesen en pie, salí solo camino al reino del agua, con todos los papeles de la alianza firmados y en regla, no iba a perder más tiempo.
Atravesé todo el bosque, pero antes de ir al castillo, me detuve en el templo, Saya aún no estaba despierta, todo estaba muy tranquilo.
Me acerqué, el guardia que había en la puerta estaba dormido. Saqué de mi bolsillo un cacho de papel que me quedó de los informes y escribí una nota que pasé por debajo de la puerta; “Sé feliz”.
Salí de allí y acudí al castillo, esperaba no tardar mucho en salir de allí.

SAYA
Me desperté bastante tarde, hacía días que no dormía muy bien y el cansancio me había vencido. Me senté sobre la cama y miré el reloj, eran más de las doce de la mañana, pues si que era tarde…
Me levanté estirándome y dirigiéndome al armario a por algo de ropa limpia, me daría un baño y después a mis tareas…
Me fijé que había algo bajo la puerta, un pedazo de papel. Me acerqué algo extrañada, tal vez seria un pedazo de hoja del cuaderno de Nidy. Me agaché y colé los dedos por el quicio de la puerta agarrando el trocito de papel entre mis dedos. Me levanté y miré el papel, había algo escrito… ¿”Se feliz”?
Abrí la puerta y saqué la cabeza para ver si podía ver al dueño de ese papel, pero nada…
Suspiré y cerré de nuevo la puerta aún con el papel en mi mano el cual dejé encima de la mesilla. Acto seguido me dirigí al lago, así me despejaría un poco…

KAI
Al final tardé más de tres horas en terminar la audiencia con el rey del agua, era un cabezota y un irresponsable, tendría que hablar con el consejo de sabios para que le echasen del puesto…
Salí del castillo, no volvería a pasar por allí de no ser que tuviese algo muy importante, y posiblemente no volvería a este reino, no si no eran causas políticas, no quería volver a encontrarme con Saya, o me temía que mis expectativas de mantener siempre la cabeza fría se irían a pique.

SAYA
Nada más terminar de nadar me puse el vestido, sin ni siquiera secarme. Salí del lago y me dirigí al templo. Vi a Kai pasar por allí, seguro que había ido para hablar con mi rey. Sonreí y me giré.
-Hola, llanero solitario.- Me acerqué y le entregué el papelito que había encontrado esta mañana bajo la puerta.
-Ya lo intento, gracias por recordármelo, pero lo tengo muy presente.- Señalé la nota con mi barbilla.
-Lo que has puesto en el papel, ya lo intento todos los días.

KAI
Saya apareció desde el lago, la miré.
-No lo he puesto en duda en ningún momento. Tampoco te he pedido que lo intentes, sino que lo seas. –recogí todas mis cosas y me las cargué al hombro.
-Me voy, y no voy a volver por aquí a no ser que sea importante, así que espero que cumplas lo de la nota. –esbocé media sonrisa.
-Sé feliz. –le guiñé el ojo y me encaminé de nuevo al bosque, pretendía cumplirlo, por mi propio bien.

SAYA
Le miré algo confusa.
-¿Qué? Espera un momento…- Caminé detrás de él hasta que le alcancé. Me puse delante de él y me crucé de brazos.
-Dices que quieres que sea feliz…- Me acerqué demasiado a él, nuestros rostros se quedaron a pocos centímetros, y no me importó.
-¿Por qué te empeñas tanto en que sea feliz?- Le miré a los ojos y esa fue la primera vez que la mantuve, no la retiré para nada.

KAI
Desvié la mirada esa vez yo, ya que ella no lo hacía.
-Porque tú puedes serlo sin ningún problema más que el idiota de tu rey se enfade contigo, cosa que le durará dos días. –la miré.
-No es que me empeñe en que seas feliz, pero tienes derecho a serlo, y no lo estás siendo.

SAYA
No aparté la mirada de él, tragué saliva y cogí aire.
-¿Y a ti que te importa mi felicidad? No significo nada para ti, ¿o si?- Alcé las cejas.
-Si soy feliz o no, creo que solo me incumbe a mí, viendo las circunstancias en la que nos encontramos…- Suspiré y me separé dándole paso.
-No te preocupes por mi felicidad, de eso solo me encargo yo.

KAI
-De eso estoy seguro. –la miré de reojo mientras pasaba por su lado una última vez. Aparté la mirada y seguí por el bosque. Llegué a pensar que para que ella fuese feliz podría serlo a mi lado, ambos felices… pero no podía permitírmelo, y ella, al parecer, tampoco.

SAYA
Bajé la mirada al suelo cuando se marchó.
Una parte de mí no quería que se fuese… deseaba que Kai fuese el hombre que me sacase de la esclavitud de ser una ninfa, pero la otra parte sabía que no era lo correcto, pues él no deseaba tal cosa… quería que yo fuese feliz, pero… no de la manera que yo deseaba…
Suspiré y le miré mientras se iba.
-Tú también tienes derecho a ser feliz…- Me giré y me marché hacia el templo, tenía cosas que hacer.

KAI
Tragué saliva cuando me habló, ¿yo? ¿Derecho a ser feliz? Yo no tenía derecho a eso, sólo a hacer feliz a mi pueblo, a mí no me importaba seguir así como estaba durante toda mi vida, me gustaba la soledad, y si alguna vez necesitaba una mujer, ya la buscaría, pero una que no tuviese el problema de no poder ser tocada…
Maldita sea, esa fascinación que sentía por ella me traía de cabeza…

SAYA
Volví al templo y me dediqué todo el día a hervir yerbas medicinales y crear medicinas para los ancianos y enfermos que había en el reino. Aún así, no podía quitarme de la cabeza a Kai… su empeño por que yo fuese feliz… ¿feliz?
Cuando realmente me sentía feliz habían sido estos últimos días a su lado, desde que le conocí no podía pensar en otra cosa… no podía quitarme de la cabeza la idea de ser tocada por él… pero no podía…
Si pensaba así, eso significaba que yo… no, no podía ser… yo era ninfa y como tal me estaba prohibido enamorarme de nadie… debía ser otra cosa… él era el único que me había escuchado, mi único “amigo”… por así decirlo…
Intenté distraerme con las yerbas, pero ni eso podía evitar que pensase en él… ¿qué me había hecho ese hombre?

NIDY
Cuando volví del colegio me acerqué a ver a Saya, aunque no sabía si querría jugar, ella ya era mayor para estar jugando con una niña, según me había dicho mi mamá. Llamé a la puerta y entré, me asomé y la vi centrada en sus yerbas medicinales, algún día yo también aprendería a usarlas.
-Hola… -cerré la puerta entrando.

SAYA
Escuché la voz de Nidy. No la miré, estaba ocupada metiendo la infusión de las yerbas dentro de una bolsita especial para las medicinas.
-Ahora no tengo tiempo para jugar, Nidy, ve a casa.- Dejé la olla caliente encima de la mesa cerrando la bolsita y metiéndola dentro de una cesta. Acto seguido me senté en el suelo y cogí mi navaja. Empecé a quitarle las espinas a una planta especial, cuya sabia era buena para las enfermedades respiratorias.

NIDY
Bajé la cabeza y asentí.
-No pasa nada… ya vendré otro día… -abrí la puerta para marcharme y salí cerrando la puerta, mamá tenía razón, Saya ya no tenía edad para jugar conmigo.
Me fui de allí hasta mi casa, Saya estaba rara desde que la atacaron los asquerosos malos.

SAYA
Miré a Nidy mientras se iba… no estaba cabreada, pero tenía cosas que hacer y no era el momento de ponerme a jugar al escondite.
Estuve hasta la noche hirviendo yerbas y preparando más medicinas. Cuando terminé, me fui a vender las medicinas y a curar a los enfermos que me necesitaban… más de una vez me había distraído… no podía sacarme de la cabeza a Kai, ¿por qué?
Llegué de madrugada al templo, no me sentía cansada, pero me estaba totalmente prohibido salir de allí, así que, fui a mi cuarto y no salí de allí en toda la noche… en la cual también soñé con Kai…

KAI
Pasaron varios días, me sentía distraído aún. Redactaba cosas incoherentes, ya había recibido varios avisos de los sabios sobre mi rendimiento, era horrible esa situación, pero poco a poco se me iba pasando, por suerte.
Pasaron dos meses hasta que pude olvidarme de Saya por completo y pude volver totalmente a mis quehaceres al cien por cien, sólo había sido un capricho pasajero, sólo eso.

SAYA
Habían pasado dos meses desde la última vez que vi a Kai… en esos dos meses no puede olvidarme de él… me había encoñado mucho con él y no era bueno, faltaba a mis tareas y no lograba fabricar bien las medicinas…
Ni si quiera le prestaba atención a Nidy, la cual dejó de venir a verme…
Más de una vez se me ocurrió la idea de ir a verle, pero… seguro que estaba muy liado con sus cosas y no era plan de molestarle…
Estaba en el bosque recogiendo frutas… vi las fresas y se me ocurrió algo. Recogí unas cuantas y fui directa al Reino del Hielo.
Parece que le gustaban las fresas que crecían por ese territorio… suponía que le gustarían.
Llegué al castillo y me colé por la ventana que daba a su despacho, el cual estaba vacío… su cuarto también estaba vació así que me quedaba tan solo el salón del trono.
Bingo. Le encontré sentado sobre su trono… parecía muy aburrido, pues estaba muy solo.
Me acerqué por detrás y miré el techo del palacio con el cuenquito de fresas entre mis manos.
-Vaya, la verdad es que no me había fijado en tu castillo, pero… es muy bonito.- Le miré cuando estuve a su altura.
Sonreí y le ofrecí el cuenquito de fresas.
-¿Cuánto tiempo, no?

KAI
Abrí los ojos como platos al ver a Saya.
¿Por qué? ¿Por qué cuando me había olvidado por completo volvía a aparecer? ¿Me estaba castigando la vida con esa tortura?
-¿Qué haces aquí y cómo has entrado sin que los guardias te dijesen nada? ¿Has vuelto a entrar por la ventana? Contesta.

SAYA
Le miré y alcé una ceja sentándome en las escaleras que daban al trono.
-Ohm, yo también me alegro de verte.- Suspiré y asentí..
-Vengo a verte, no, no me ha visto ningún guardia y si, he entrado por la ventana, ¿contento?- Le miré y solté una risotada.
-Te estresas demasiado, vaquero.

KAI
Suspiré llevándome la mano a la cara, otra vez con los mismos ataques, no podía mantenerme alerto a todo con ella delante o en mi mente.
-La verdad es que mi vida es muy ajetreada, no es fácil ser rey, cuando más tranquilo estoy es ahora y porque no hay nadie, si viniesen a pedir consejo estaría más ocupado.

SAYA
Le miré y sonreí frunciendo el ceño.
-¿Consejo? No lo entiendo mucho, ¿qué es eso de que te piden consejo? Se supone que de eso se encarga la junta de sabios, ¿no?- Ladeé la cabeza sonriendo.
La verdad es que me intrigaba bastante la vida de un rey, y más un rey como Kai… sentía mucha curiosidad por saber como gobernaba.

KAI
Suspiré apoyándome en el respaldo del trono, parecía muy curiosa.
-La gente puede pedir permiso a aquel que desee, pero la gente de mi país confía en mí y cuando quiere hacer cambios en el país o tiene nuevas ideas para mejorarlo recurre a mí directamente según el día que sea, hoy me toca estar aquí, y rara vez viene alguien, supongo que estarán contentos con lo que tenemos aquí, ¿no crees?

SAYA
Sonreí ampliamente bajando la mirada al suelo.
-La verdad es que tu reino me gusta mucho, he tenido el placer de visitarlo y me gusta…- me encogí de hombros y volví a mirarle.
-No sé, es elegante pero sin excesos y la gente pasea por la calle sin importarle nada… me refiero que… en mi reino no puedes pasear por la calle sin encontrarte a algún mendigo o gente desamparada… aquí no, todos son iguales y todos tienen las mismas cosas…- Asentí.
-Me gusta mucho este sitio… me siento libre.

KAI
La miré.
-Vaya, es bueno saberlo, supongo que eso quiere decir que he hecho un buen trabajo como rey, digo yo. –me acomodé en mi trono.
-He tenido seis años para ello, supongo que no lo he hecho del todo mal, además, mi padre me lo dejo bastante fácil.

SAYA
Le miré y asentí de nuevo.
-Eso es bueno, si te consideran un buen rey eso significa que te serán fieles y pueden contar contigo para lo que sea.- Suspiré y tragué saliva.
-¿Cómo era tú padre?- Le miré. Esperaba no incomodarle con mi pregunta…

KAI
La miré cuando me preguntó sobre mi padre.
-Bueno… físicamente era igual a él, por lo que ya puedes imaginarlo, sólo que con el pelo corto, una elegante barba y buen porte. Como rey creo que era el mejor. Siempre atendía a sus subordinados, tenía un gran ejército, todos le querían… Como padre se lleva la peor parte, porque si era el mejor rey, debía estar siempre en ese mundo, por lo que cuando era niño nunca jugó conmigo, desde que nací me enseñó todo lo que haría de mayor, cuando él faltase. Me enseñó a ser ahora lo que soy, pero toda mi infancia la pasé sin padre prácticamente.

SAYA
Le miré mientras me relataba como era su padre. Era gratificante escucharle hablar de esa manera… me sentía como una gatita siendo acariciada por su amo… que cosas…
Sonreí de nuevo y bajé la mirada.
-Bueno, puede que no ejerciera como padre, pero… te enseñó a ser como eres ahora y quieras o no estaba a tu lado guiándote…- Le miré de nuevo.
-Creo que a eso se le podría llamar ejercer como padre…- Suspiré.
-No todo es jugar y hacer el tonto con tus padres, eso está bien, pero creo que la educación y la manera de enseñarte a que seas buen hijo y buen rey es algo importante, ¿no?

KAI
-No he dicho en ningún momento que no ejerciese como padre, sino que era la parte que peor se le daba, de eso se encargaba mi madre. Él lo único que hacía de mí era un heredero, pero de vez en cuando nos llevaba a sitios a mí y a mis hermanos, nos enseñaba cosas… Y muchas veces me llevó con él a actos importantes… -suspiré, el último acto al que fui con él acabó asesinado.

SAYA
Me encogí de hombros.
-Bueno, al menos tú tenías un padre que estaba a tu lado, el mío se largó en cuanto Mika nació, así que…- Suspiré y solté una risotada levantándome.
-Bueno, no estoy aquí para rayarte más la cabeza con mis cosas, ten.- Le ofrecí el cuenquito con las fresitas.
-Espero que te gusten más que las últimas que te traje.- Sonreí de nuevo mirándole.

KAI
Miré el cuenco, había vuelto a traerme fresas, con lo que me habían gustado…
Cogí el cuenco suavemente sin rozar su piel.
-Creo que sería previsor que llevases unos guantes, te sería más fácil hacer entrega de algo a la gente. –cogí una fresa y me la metí en la boca.

SAYA
Aparté las manos suavemente cuando cogió el cuenco. Le miré y esbocé una dulce sonrisa.
-Ohm, no te preocupes, siempre tengo cuidado de que no me toquen.- Asentí y bajé las escaleras. -Bueno, ya no te molesto más, espero que disfrutes de las fresas.- Le dediqué una última sonrisa y caminé hasta la ventana la cual abrí. Me subí a la repisa y salté al suelo de manera ligera sin hacer nada de ruido cuando mis pies tocaron el suelo.
Me marché hacia el bosque camino de mi reino.

KAI
Miré el cuenco y luego por donde se había marchado. Esa chica siempre estaba sonriente, era un don que tenía, a pesar de mi mal genio de siempre ella siempre estaba sonriéndome…
Me encogí de hombros y seguí comiendo las fresas que me había traído, eso que dicen de que a un hombre se le conquista con el estómago al final iba a acabar siendo cierto.

SAYA
A partir de ese día, decidí ir a visitarle todos los días. Le notaba muy solo y, bueno, un poco de compañía no le vendría mal.
No quería incordiarle, tan solo quería ganarme su amistad y que aprendiese a confiar en los demás, aún que… él se mostraba indiferente y cada vez que intentaba abrir una conversación él lo evitaba poniendo la escusa de que tenía trabajo… estos hombres…
Como cada día, fui a verle un rato.
Estaba en su despacho con papel para arriba papel para abajo.
Le miraba sentada en una silla… se estresaba con cualquier cosa…
-¿Por qué no te sientas y descansas un poco?

KAI
Coloqué la última fila de papeles en el cajón correspondiente y busqué la carpeta con los archivos. -Porque tengo que tener todo en orden, si no lo tengo en orden, se me acumulará el trabajo. –saqué la carpeta y la coloqué sobre la mesa.
-Hoy quería ir a entrenar, pero me falta tiempo por culpa de esto.

SAYA
Me levanté y me acerqué a la mesa mientras Kai ajetreaba con los informes.
-Joder… veo que tienes un follon de cojones…- Asentí y miré los papeles… tenía mucho trabajo, pero para eso estaba yo allí, para animarle un poco.
-Oye, Kai, ¿por qué no contratas a alguien que te eche una mano con el papeleo? Así tendrías más tiempo para hacer lo que quieras.- Me encogí de hombros.
-No sé, puede ser una solución.

KAI
Asentí buscando los informes a lo largo de la carpeta.
-En efecto, es una gran solución que he ido planteándome a lo largo de los años, pero desde que la última vez que lo hice se filtró un archivo muy importante no me fío de nadie que no sea yo mismo. Eso supone más trabajo, el resto de los reyes tiene cuatro o cinco personas haciéndoles este trabajo, pero no me fío de nadie. –saqué las últimas cuentas y las coloqué a un lado.


SAYA
La miré y alcé las cejas.
-¿Ves? Ese es tu gran defecto, Kai, no todas lar personas son iguales. Qué te haya pasado una vez no significa que todas las personas a las que contrates van a ser igual, debes aprender a confiar más en los demás, nene.- Suspiré y miré la mesa.
-Si yo entendiese de esto, te echaría una mano, pero no sé como hacerlo, lo siento…

KAI
-No quería pedírtelo si supieses, son mis tareas, estaré bien. –al coger la pluma el tintero se volcó sobre los papeles.
-No, no, mierda… -coloqué el tintero derecho y alcé el papel para ver si se había salvado algo del documento, pero sólo había un pequeño pedazo en la parte inferior, y eso sólo no servía de nada.
-Genial. –dejé el papel sobre la mesa llena de tinta y me acerqué a la puerta, mandé a uno de mis soldados que ordenase traer algo para limpiar aquello.

SAYA
Miré a Kai cuando el tintero cayó sobre sus documentos…
-Vaya…- Me mordí el labio sin decir nada más, tan solo le miré, estaba el pobre de los nervios.
Suspiré y miré el documento posando mi dedo índice sobre él. Poco a poco, dejé que el agua saliese de mi interior en un pequeño chorro el cual limpió la tinta que empañaba el informe.
No quedó la letra clara del todo, pero… por lo menos se podía leer. Posé mi mano sobre el papel mojado y empecé a absorber la humedad para secarlo.
-No te agobies tanto, mira, ya está.- El papel no quedó como nuevo pero al menos libre de tinta.

KAI
Miré a Saya cuando me llamó mientras cogía el trapo que me traían.
-¿Cómo has hecho eso? –me acerqué y miré el papel. Las letras estaban emborronadas, pero podía leerlas y pasarlo a limpio.
-Vaya… no sabía que los Aqua pudieseis hacer este tipo de cosas… -la miré y me senté de nuevo con la pluma en la mano izquierda para poder reescribir el documento, al fin y al cabo me había venido bien que estuviese allí.
-Te debo una.

SAYA
Le miré y me reí.
-No me debes nada, solo te he echado una mano.- Sonreí de nuevo y le miré mientras reescribía el documento… si pudiese tocarle le haría un masaje para que se tranquilizase un poco…
-¿Ves? No viene nada mal tener a una ninfa como ayudante… perdón, ya me cayo…- Me llevé un dedo a los labios para guardar silencio, ahora necesitaría concentración…

KAI
Después de dos horas había acabado todo el trabajo, Saya no se había ido, me miraba trabajar y de vez en cuando me decía alguna cosa.
Miré por la ventana, era de noche, serían las ocho, miré a Saya que seguía en mi despacho.
-Yo voy a ir a entrar un poco con la espada, si quieres, puedes quedarte, pero creo que deberías irte ya. –me levanté de mi silla.

SAYA
Le miré y asentí.
-Está bien, creo que será mejor que vuelva ya.- Me estiré desperezándome.
-Pues nada, que te vaya bien con el entrenamiento, así descargas un poco de mala leche.- Me acerqué a la ventana.
-Después de tanto trabajo no viene mal descargar un poco.- Sonreí.

KAI
La miré cuando se fue hacia la ventana.
-No pretendo echarte, pero, ¿no crees que te meterás en un lío si cada día vienes aquí a verme? No sé, son conjeturas mías, quizá no te importe, pero podrían sancionarte gravemente, entonces ya no podrías volver de ninguna de las maneras.

SAYA
Le miré antes de saltar al suelo y me encogí de hombros.
-Si, bueno, podrían sancionarme… eso es si me pillan, y no creo que lo hagan.- Solté una risotada. -Y no solo vengo a verte, vengo a hacerte compañía, que no es lo mismo, ¿o me negarás que no te sientes mejor ahora que vengo a verte?- Sonreí y le guiñé un ojo.
-Ya nos veremos, vaquero.- Salté hacia el suelo y corrí en dirección al bosque.

KAI
Suspiré y cogí mi espada, no podía seguir así, esa atracción y fascinación que sentía por ella debían ser sólo producto de las hormonas y de que era la única persona que estaba conmigo en mis largas tardes de trabajo.
Bajé al patio principal y comencé a entrenar en mi particular campo de entrenamiento, era lo que realmente me gustaba, la espada.

SAYA
Volví a casa sobre las nueve. Había bastante gente por la calle y los mercados, bueno, mejor, así los guardias estarían ocupados vigilando que no robasen. Entré en el templo pasando por delante del altar del tesoro, el cual reposaba allí… todo en orden…
Pasé a mis aposentos y me cambié de ropa, ya que la que llevaba estaba llena de nieve.
Después de terminar de vestirme, salí a los mercados, me apetecía caminar un poco por mi reino para variar… eso si… sin dejar de pensar en Kai… me daba pena dejarle allí solo de nuevo…

KAI
Eran las once de la noche, no había tenido tiempo de entrenar a lo largo del día, por lo que ahora estuve bastante tiempo.
Me había quitado el jersey por el sudor y tenía calor. Suspiré pasando mi muñeca por mi frente mientras alzaba la mirada al cielo. ¿Estaría siendo cómplice de lo que hacía Saya? Tampoco es que hiciese nada malo mientras su tesoro estuviese bien, lo único era que como ninfa, era un verdadero caso…
Cogí mi espada y entré de nuevo en el castillo, hora de dormir.

SAYA
Estuve hasta tarde caminando y mirando las cosas de los mercadillos, me lo pasé bien, la verdad, eso me distrajo un poco y me desconecté de algunas cosas que me rondaban la cabeza…
Volví a mi templo pasada la media noche, ya era hora de que fuese a descansar un poco, mañana sería otro día.
Antes de meterme en la cama recé al cristal… la tarea más importante de una ninfa. Aunque saliese todos los días, nunca me olvidaba de rezar al tesoro, no podía faltar a eso.

KAI
Me levanté la mañana de mi diecisiete cumpleaños, Saya no dejaba de venir a verme, últimamente había cometido más errores por su presencia que a lo largo de mi vida.
Me vestí y salí hacia la sala del trono, me había cruzado con mis dos hermanos, pero ninguno se acordó de mi cumpleaños, tampoco es que me interesase una felicitación, sólo que se acordasen de mí por una vez al año…
Aunque no es que pudiese hablar yo mucho, al igual que ellos, yo no pasaba a verlos a lo largo del día, si nos cruzábamos, buenos días, sino, no nos veíamos.
Me senté en el trono, no había nadie, por lo que me quedé sentado esperando.

SAYA
Me levanté temprano, antes de ir a ningún sitio decidí hacer primero mis tareas. Fui al templo y recé al cristal, después de eso tuve que ir a casa de una mujer, pues su hija pequeña tenía un fuerte ataque de neumonía y tan solo mis medicamentos podían hacerla algo.
Salí bastante tarde, casi al medio día.
Regresé al templo y dejé mis cosas dispuesta a escaparme un rato e ir a ver a Kai.
Dicho y hecho, a la media hora me encontraba en el Reino del Hielo trepando hacia la ventana. Me introduje dentro del castillo encontrándome con Kai sentadito en su trono.
-Felicidades, su real majestad.- Sonreí y me senté en las escaleras.

KAI
Miré a Saya cuando entró en la sala del trono, suspiré.
-Vaya, alguien recuerda que soy humano y cumplo años. –me levanté, tenía que poner un cojín a ese trono, era muy incómodo estar toda la mañana ahí sentado.
-Supongo que serás la única en todo el día que me felicitará.

SAYA
Fruncí el ceño extrañada.
-¿Y tus hermanos’? ¿O el personal? ¿No te felicitan?... que consideración.- Le miré y suspiré.
-Bueno, creo que eso es bueno, así me siento afortunada de ser yo la primera y la última en felicitarte.- Sonreí de nuevo.
-Te he traído algo, no son fresas, lo siento, pero no he ido hoy a buscar más, pero, espero que esto te guste igualmente.- Saqué del bolsillo de mi pantaloncito corto una cajita, la abrí y saqué una cadena.
-Toma, es para que puedas colgar tu espada en el cinto de tu pantalón.

KAI
Fruncí el ceño cuando me ofreció un regalo, era una cadena para la espada.
-Vaya… ¿es por mi cumpleaños? –cogí la caja con la cadena.
-Hace años que no recibo uno, si te soy sincero, te sentirás afortunada de ser la única que se acuerde de mí. –cogí la cadena y me la coloqué en el pantalón, no estaba mal para llevar la espada encima.

SAYA
Sonreí y miré la cadena.
-Te queda muy bien.- Asentí mirándole de nuevo.
-¿No vas ha hacer nada por celebrar tu cumpleaños? Es decir, celebrarlo o alguna cosa…- Me encogí de hombros y me senté sobre las escaleras.

KAI
-Nada de nada, paso de las fiestas, ya lo sabes, no me gustan. –volví a sentarme apoyando la barbilla en mi mano apoyada en el posa brazos.
-El día que te roben el tesoro por no estar vigilando me gustaría verlo, ¿sabes? Eres muy irresponsable con eso. –colgué mi espada en la cadena.

SAYA
Le miré y me crucé de brazos.
-No te preocupes por el tesoro, está bien, a parte de tenerme a mí como vigilante, también están los guardias…- Suspiré.
-No soy irresponsable, solo que no quiero meterme allí en el templo y tener que cuidar de un cristal, solo eso…

KAI
-La verdad es que ese es tu trabajo y tu misión, has decidido esperar a que aparezca el hombre de tu vida para irte con él, ¿no? Pues hasta entonces creo que deberías dedicarte a conservar tu puesto antes de que te destierren. –miré por la ventana, había empezado a nevar otra vez.

SAYA
Le miré y alcé una de mis dejas.
-Si tanto te gusta ese trabajo por mí puedes quedártelo, a mí nadie me dio a elegir esto, joder…- Me crucé de brazos mirando al suelo.
-No quiero ser ninfa, odio ser ninfa… quiero ser una mujer como todas las demás… ¿es mucho pedir?- Le miré un momento antes de volver la mirada al suelo.
-Tú no puedes decir nada, no sabes lo que esto…

KAI
-Sé lo que es ser rey, y es una responsabilidad, la tuya es muy importante y te la tomas a risa cuando tu país está en peligro por tu incompetencia, es lo que yo pienso, eso, y que últimamente no haces más que distraerme, deberías estar más atenta al Agua Pura que a mi vida personal, pruébalo, quizá tu rey te recompense. –me recosté sobre el respaldo, ya estaba cansado de verla allí día sí y día también.

SAYA
Le miré y me levanté.
-Ohm, con que es eso lo que piensas, eres un egoísta, yo vengo aquí todos los días para hacerte compañía y no te pudras aquí solo sentado en tú pomposo trono. Soy la única que te ha felicitado en tú cumpleaños, la único persona que piensa en ti a parte de ti mismo… tan solo te ofrecía mi amistad y lo único que haces tú es soltar desprecios…- Negué con la cabeza y me dirigí hacia la ventana… era una tonta, sentí que mis ojos se humedecían.
-No te preocupes, no volveré a distraerte, así te dedicarás cien por cien a tu asquerosa vida de rey amargado.- Ni le miré, salté por la ventana y me fui de allí con el corazón encogido…
Había sido muy frío conmigo, tan solo quería acercarme a él y conseguir su confianza o su amistad…


KAI
Salió por la ventana.
-Espero que sea así. –dije intentando que me oyese, no tenía nada mejor que hacer que tener que soportarla más, ya me había costado lo mío sus distracciones. Era verdad que me había ayudado y que me había hecho compañía, pero sabía que me gustaba la soledad.
Suspiré, de repente se quedó todo en silencio…

SAYA
Seguí caminando por el bosque camino del templo. Kai había resultado ser un maldito borde sin tacto ninguno…
Encima me sentía como una maldita tonta… estaba llorando por él, por lo que me había dicho… yo tan solo era una molestia para él… solo eso… mis ideas de que hubiese sido él el hombre que me sacase de mi esclavitud se habían ido al traste…
Me metí en el templo sin ni siquiera mirar el tesoro, no tenía ganas de nada ni ganas de ver a nadie.
Entré en mi cuarto y me tumbé en la cama tapándome con la sábana… maldito Kai… le odiaba…


KAI
Me quedé toda la tarde sentado en mi trono, me sentía extraño y algo culpable por decirle eso a Saya de esa manera, se había ido bastante afectada, y por su tono de voz, creí que hasta había llegado a llorar. Quizá no había sido lo bastante considerado con ella, después de hacer lo que hacía por mí aunque yo no lo hubiese pedido.
Joder, ¿por qué me sentía así? Nunca había sentido ese remordimiento y ahora era un asco.

SAYA
Pasaron semanas desde que pasó lo que pasó. Tal como dije, no volví al castillo de Kai, no quería verle, no después de haberse comportado de esa manera…
Le hice caso y me dediqué a cuidar mi tesoro… aun que no muy atenta, me sentía demasiado afligida para centrarme en algo…
Salí a por yerbas medicinales, Nidy había insistido en acompañarme, pero la verdad es que a mi me apetecía estar sola.
Cuando volví vi que había mucho revuelo cerca del templo… ¿Qué había pasado?
Me acerqué hasta el templo, donde encontré al rey… joder… me esperaba lo peor…
El rey me miró furioso, no me soltó un bofetón porque le estaba prohibido tocarme, porque sino…
Abrí los ojos ampliamente cuando vi que el altar estaba vacío, esta vez no era una broma… lo habían robado.
Miré a mi rey el cual me hizo una seña de que le siguiese. La gente me señalaba y me llamaban de todo…
Bajé la cabeza y seguí a mi rey escoltada por un par de guardias armados.
Cuando salimos pudimos ver que el cielo se oscurecía y la vitalidad de las plantas y los árboles desaparecían… los lagos dejaban de fluir con su viveza y el agua de la cascada dejó de caer…
Seguí a mi señor hasta el castillo donde me recibió con un buen sermón. Estaba bien informado de mis escapaditas y de mis visitas al rey del Hielo, aun que no le dio mucha importancia a esto último.
Como me esperaba, el castillo por no cuidar del tesoro y dejar que lo robasen era la muerte…
Aun que, no sé que circuito se le estropeo en la cabeza a mi señor, porque lo único que hizo fue desterrarme… bueno… creo que preferiría la muerte en todo caso.
Salí del castillo escoltada de nuevo por los guardias personales del rey. Me acompañarían hasta el templo para que recogiese mis cosas y luego me marcharía lejos de allí…
Cuando llegué allí, encontré una carta encima de la mesilla. La cogí algo extrañada y la abrí para leerla a continuación.
Era una carta de la junta de sabios, ¿querían que me reuniese con ellos en su templo? ¿De qué iba esto? ¿Por qué me necesitaban a mí?
Me encogí de hombros, aun que nada segura…
Recogí mis cosas y salí del templo, ni si quiera me dejaron despedirme de Nidy… mejor así, la ahorraría un mal trago.
Salí del Reino del Agua… ¿y ahora dónde iba?
Miré la carta de nuevo… ¿esto iba en serio?
Suspiré, tenía que ir allí, pues era el único lugar que me quedaba.
Me acomodé la mochila al hombro y me puse en marcha… a ver que me encontraba allí.

KAI
Cuando decidí subirme a mi cuarto, mis guardias trajeron una carta para mí, lo que me faltaba ahora…
Subí a mi cuarto y abrí la carta, era del consejo de sabios. La leí detenidamente, se me convocaba allí con urgencia. Suspiré, debía ser algo muy importante para decir que se me necesitaba allí, quizá era una convocatoria de reyes. Pues esperaba no tener que verme con el idiota del rey del fuego, al que tenía en mi lista negra.
Empaqueté un par de cosas y salí con mi caballo negro camino al consejo de sabios, en la parte sur del continente.
En el camino pensé en lo que había pasado con Saya, ¿estaría bien?
Suspiré, era hora de olvidarse de ella de una maldita vez, al fin podría trabajar tranquilo y en soledad.