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martes, 11 de enero de 2011

Capítulo- XCVII - AYUDAME


DAVID
Me había levantado más temprano que los demás días, más temprano que Kai, más temprano que los cocineros que preparaban el desayuno… Tres días atrás Saya y el rey llegaron muy heridos de no se sabe dónde, no se lo dijeron a nadie, al menos a nadie que más tarde me lo contase a mí…
Miré la carta que tenía entre las manos.
Suspiré, tenía que entregársela, pero estaba dormida, tampoco era plan despertarla, y menos cuando tenía que descansar por las heridas. Tragué saliva, tenía que tenerla, joder, no podía dejarlo pasar… Resoplé alzando la cabeza al techo.
Sólo había una solución, y era pasarla por debajo de su puerta, ponía su nombre en el sobre, supuestamente había que respetar la intimidad, ¿no? El rey me parecía un hombre bastante serio como para cotillear en el correo de su mujer…
Suspiré armándome de valor, me agaché y colé el sobre por debajo de la puerta de la habitación de la reina y me giré yéndome a paso ligero por el pasillo.

SAYA
Fruncí el ceño a causa del dolor de los hematomas que aún tenía cuando me giré sobre la cama para cambiar de postura. La herida del hombro estaba cosida, por lo que lo llevaba vendado. Tardaría un poco en cerrarse del todo y me quedaría una bonita cicatriz… como no…
Las heridas que tenía en la cara tenían costra y se curaban con más rapidez. Abrí los ojos y miré la hora. Era bastante temprano, pero no podía dormir, no con ese dolor, por lo que me levanté para tomarme un calmante. Me llevé la mano al hombro masajeándomelo con cuidado para desentumecerlo. Me levanté de la cama con cuidado para no despertar a Kai que seguía dormido. Me fui al baño para tomarme los calmantes, pero antes de llegar, vi algo asomando por debajo de la puerta. Fruncí el ceño y me agaché para cogerlo. Era una carta y ponía mi nombre en ella… que raro… las cartas que llegaban eran para Kai y siempre las entregaban en mano… me imaginaba que esta vez la habían entregado así para no molestarnos.
Suspiré y me metí en el baño abriendo la carta para leerla, ya que era para mí.


CARTA PARA SAYA:



"Querida Saya:
Bueno, sé que suena algo... típico, pero no se me
ocurría otra cosa, lo siento... Como esto es una carta no me hace
falta dar ningún rodeo, así que te lo diré directamente: La
primera vez que te vi ya sentí algo extraño moverse dentro de mí, sentí
algo fuerte, como si supiese desde el principio que estaba destinado a
conocerte.
A medida que pasan los días me doy cuenta de que estás
hecha totalmente para mí, que nada hay entre los dos que pueda ser
incompatible. Tus ojos, tus labios y todo tu cuerpo son perfectos y me
haces estremecer cuando los veo, o los siento, tus ojos clavados en los
míos o tus labios sobre mi mejilla, deseando algún día recibirlos
sobre mis labios.
Puede que tú ahora no te des cuenta, porque... estás casada y es
tu marido lo único que nos impide estar juntos. De no ser así, yo ya te
habría hecho mi reina, mi propia reina, sé que te merezco, y tú me
mereces a mí.
Espero que puedas entenderlo, porque lucharé por tu amor, luchare si
hace falta contra quién sea para que seas mía, de eso no te quepa la
menos duda.
Siempre tuyo, D."


Abrí los ojos con amplitud cuando terminé de leer esa carta. Era de David y en ella se declaraba totalmente…
No me habría imaginado que ese chico se hubiese enamorado de mí…
Tenía que hacer algo, decía que iba a luchar por hacerme suya pero no tenía nada que hacer. Cerré los ojos y me senté en el suelo llevándome las manos a la frente.
-¿Qué has hecho, Saya?- Siempre metía la pata, me mostraba muy cariñosa y claro… pasaban estas cosas. Miré la carta de nuevo y resoplé. David estaba muy convencido de lo que tenía en mente y sabía lo que hacía… lo que no sabía era contra quién se enfrentaba. Si Kai encontraba esa carta, primero, le mataría a él y después me la liaría parda.
Me levanté del suelo con la carta aún en la mano, la cual guardé en el sobre. Lo mejor era quemarla… lo sentía mucho por David, pero perdía el tiempo si pensaba que iba a abandonar a Kai por estar con él.


KAI
Suspiré girándome en la cama, la herida del hombro me estaba jodiendo otra vez, y junto a ella la del brazo, que también tenía lo suyo. Saya y yo llevábamos así de jodidos tres días… Esperaba que para la boda estuviésemos bien, vaya dos cuadros nos íbamos a presentar sino…
Abrí los ojos al sentir la cama vacía, y es que Saya no estaba ahí.
Me senté en la cama frotándome el brazo. Vi la puerta del baño abierta, por lo que debía estar ahí. Miré el reloj, aún era muy temprano…
Me levanté de la cama y me asomé a la puerta.
-Saya, ¿estás bien?

SAYA
Escuché la voz de Kai y me alarmé. Si entraba y encontraba la carta se liaría una buena. Miré a todos lados y la escondí en el armario donde guardaba Kai su cuchilla de afeitar y esas cosas, ya la cogería más tarde.
-¿E-eh? S-si…- Carraspeé y cerré el armario cogiendo los calmantes.
-¡Si! Estoy bien, tranquilo… solo… solo iba a tomarme un par de calmantes para el hombro.

KAI
Asentí rascándome la nuca y me acerqué. Posé mi mano en su hombro bueno y deposité un beso en él.
-Entonces me voy a la cama un poco más, después deberías venirte tú también, sólo son las cinco. –salí del cuarto de baño y me volví a la cama.

SAYA
Le miré y sonreí levemente. Suspiré más tranquila cuando se marchó sin sospechar nada. Miré las pastillas y me metí dos de golpe. Cerré los ojos y tragué abriendo el armario, miré la carta. Esperaba que Kai no se afeitase hoy, pero por si acaso...
Cogí la carta y miré a mí alrededor buscando un sitio donde dejarla hasta que tuviese un rato libre para bajar a la sala de estar y quemarla.
Todo lo que había en el cuarto de baño estaba al alcance de la mano de Kai, así que no tendría otro remedio que guardarla en el cajón de mi mesilla.
Me escondí la carta entre la camiseta de tirantes y el pantaloncito corto del pijama. Me bajé la camiseta y salí del baño respirando hondo.
Miré a Kai y sonreí.
-Ya estoy aquí.- Me senté en mi lado de la cama y saqué la carta de espaldas a Kai. Abrí el cajoncito y metí la carta dentro.

KAI
Suspiré y alargué el brazo posándolo en su vientre, la atraje hacia mí, tumbándola sobre mi vientre.
Cogí un mechón de su pelo, el cual acaricié con suavidad.
-¿Te duele mucho? Puedo pedirle al médico que te mande algo más fuerte pero que no afecte al embarazo, algo deber haber.

SAYA
Me recosté sobre el abdomen de Kai y suspiré cerrando los ojos.
-¿Qué? Oh, no, no… tengo bastante con los calmantes…- Le miré y asentí.
-No te preocupes… estoy bien.- ¡Y una mierda! Por culpa de David tenía los nervios a flor de piel y si no me tranquilizaba Kai se daría cuenta…
Volví a apoyar la cabeza sobre la tripa de Kai y cerré los ojos de nuevo respirando hondo.

KAI
Me rasqué la frente echando la cabeza sobre la almohada.
-Está bien, como tú quieras. –acaricié su pelo bostezando.
-Si quieres, duérmete así, no me molestas, pero yo voy a seguir durmiendo un rato más… -cerré los ojos y me relajé acariciando el pelo de Saya, me gustaba saber que estaba ahí.

SAYA
Miré a Kai y asentí de nuevo.
-Claro… duerme…- Recosté la cabeza en el abdomen de Kai y agarré las sábanas para taparme con ellas. Pasé mi brazo bueno por encima del torso de Kai acariciándole el pecho y suspiré sin dejar de pensar en qué podía hacer con esto…
No podía contárselo a Kai… sabía cual sería su reacción y las cosas se pondrían peor. Debía solucionarlo yo sola, así que, después de quemar la carta hablaría con David y le dejaría las cosas claras.
Cerré los ojos e intenté relajarme dejando la mente en blanco, necesitaba descansar y no era plan el estar pensando en eso ahora.

DAVID
Desde las cinco de la mañana me había encerrado en el establo a hacer todo lo que tenía que hacer a lo largo del día entre limpiar a todos los caballos y las cuadras hasta darles la comida de todo el día, estaba impaciente por saber si Saya había leído la carta…
Debía saber lo que sentía por ella, sería engañarme a mí mismo si no lo sabía… Llegaron las nueve, hora a la que se levantaba Kai. Tampoco tenía muchas ganas de darle clase ese día, le daría un caballo y a montar, me encontraba muy nervioso…

SAYA
No pude dormir bien, solo cabezadas. Kai seguía durmiendo cuando decidí levantarme definitivamente. El calmante me había hecho efecto y las heridas no me molestaban tanto. Me senté sobre la cama frotándome la frente. No había podido conciliar bien el sueño por culpa de esa maldita carta que echaría al fuego en seguida.
Me levanté de la cama y me vestí con unos vaqueros y el jersey negro de Kai. Saqué la carta de mi cajón y salí del cuarto sin hacer ruido.
Vi a Kai Jr. salir de su cuarto ya vestido e ir derecho hacia los establos con David. Esperé un poco a que se marchase completamente y entonces bajé hacia la sala de estar. Por fortuna no había nadie y la chimenea estaba encendida. Entré y cerré la puerta detrás de mí.
Me acerqué al fuego y lancé la carta sin pensármelo dos veces. La miré mientras el fuego la consumía sin esfuerzo.
Suspiré una vez desapareció y me senté sobre uno de los sofás… un problemas menos… ahora faltaba la parte dura…

NATTY
Me levanté con la rasca, hacía fresquete esa mañana, y quería irme un ratito junto a mi querido fuego. Cuando me levanté de la cama me puse mi chaqueta y fui a la sala de estar, donde estaba la chimenea encendida.
Me estiré cuando abrí la puerta y vi allí a Saya, vaya, sí que había madrugado, debía ser por las heridas tan jodidas que había traído de cuando la habían secuestrado…
La sonreí y me acerqué, sentándome en el sofá que había al lado suya.
-¿Calentita junto al fuego?

SAYA
Giré la cabeza cuando la puerta se abrió. Al principio me puse nerviosa rezando por que no fuese Kai, pero respiré más tranquila cuando vi que se trataba de Natty. Volví la mirada al fuego y asentí apoyando la espalda en el respaldo del sofá sin apartar la mirada del fuego. Quería asegurarme de que esa carta… ¡Otra vez con la maldita carta! Ya la había quemado ¿no? Debía olvidarme ya de ello.

NATTY
Subí los pies al sofá acomodándome y abrigándome con la chaqueta.
-Me quedaría aquí todo el día si hiciese falta, qué calorcito… -sonreí cuando noté escalofríos por el cambio de temperatura fuera y dentro de la sala.
Miré a Saya, sus heridas estaban curándose aún.
-¿Qué tal andas con las heridas?

SAYA
Miré a Natty y sonreí levemente.
-Es una mierda, no duermo nada…- Solté una risotada.
-Creo que le pediré al medico del castillo que me sede a ver si duermo algo.- Recosté la cabeza sobre el respaldo blandito del sofá y cerré los ojos suspirando.

NATTY
Negué con la cabeza.
-Es una mierda, ¿eh? Pues dile a tu marido que te eche un buen polvo y te quite los males, joder, que para eso está. –me reí, ese soso…
-No sé, yo cuando tengo dolor de algo aprovecho que tengo a Max para olvidarme de ello, y créeme, que funciona. –volví a reírme quitándome las zapatillas y poniendo los pies en dirección al fuego.

SAYA
Me reí y miré a Natty.
-Ya, pero cuando a ti te duele algo, Max está como una rosa y puede tirarse el día entero echándote polvos bestiales…- Suspiré y miré al fuego de nuevo.
-Kai está incluso peor que yo, créeme.- Solté una risotada y cerré los ojos de nuevo.

NATTY
-Bah… Ese lo que tiene es mucho cuento. Siempre diciendo que es tan fuerte, que no le duele nada y dentro de la habitación estará agonizando por un arañazo en el brazo. Tú píllale desprevenido y ya verás qué rápido se cura. –sonreí satisfecha.
-Hazme caso, Saya… -me acomodé en el sillón.
-Si llevan la misma sangre, hazme caso que te quita hasta dolores futuros. –alcé las cejas.

SAYA
La miré y me reí de nuevo. Agarré un cogín y se lo lancé sin mucha fuerza dándola en el pecho con él.
-Cállate ya, guarrona. Deja de meterte con Kai, no sabes lo que le duelen las heridas.- Sonreí y negué con la cabeza.
-No está para echar polvos, te lo aseguro y si encima le pillo desprevenido es capaz de frenarme por el dolor.- Suspiré.
-No sabes como es.

NATTY
Suspiré encogiéndome de hombros.
-Pues cuánto lo siento… Te dejaría a Max, pero conociendo a Kai será mejor que ni te lo pienses, se liaría una buena… Es un celoso de mierda. –me recosté sobre el sofá.
-Pero vamos, que te haría un favor. –me reí.
-Oye, me quedaré dormida otra vez, qué gustirrinín.

SAYA
Sonreí y cerré los ojos cruzándome de piernas sintiendo el calor de la chimenea… el mismo calor que irradiaba David…
Abrí los ojos ampliamente y me levanté del sofá de un salto. Puse cara de dolor llevándome la mano al hombro y miré a Natty esbozando una sonrisa forzada.
-Esto… je-je… me voy a… bueno, a ver al medico. Que disfrutes de Dav… ¡quiero decir del fuego! Disfruta del calorcito… a Dios.- Salí de la sala de estar y suspiré nerviosa… casi metía la pata por culpa de esa chimenea.

NATTY
Fruncí el ceño cuando salió así.
-¡Vale! Cuando estés en el manicomio, llámame, te llevaré flores y cartas para que te entretengas… -suspiré y me tumbé en el sofá. Definitivamente, me iba a quedar ahí a dormir un rato más.


SAYA
Negué con la cabeza cuando escuché lo último que me dijo Natty al salir. Suspiré y me fui hacia la enfermería para que me curasen la herida del hombro y de paso me dijesen que tal iba el embarazo. Cuando volvimos a casa, hace tres días, temía por lo que le pudiese haber pasado al feto, pero al parecer estaba intacto, no había sufrido ningún daño.
Prefería someterme a un examen medico desde entonces para seguir la evolución del pequeño… tenía miedo de que tuviese alguna secuela o algo por el estilo. Subí las escaleras y me dirigí a la enfermería. El castillo estaba muy silencioso, daba hasta grima.

DAVID
Necesitaba saber si Saya había leído la carta, si al menos la había visto y no la había pillado Kai antes, me moría de la espera, debía asegurarme de que aún seguía dormida para cogerla y entregársela más tarde en mano o bien de que ya la había leído.
Me iba hacia su habitación cuando la vi subir las escaleras. Cogí aire y subí tras ella a paso rápido, me posicioné a su lado y cuando me vio la tapé la boca para que no dijese nada.
-No te asustes, sólo dime… ¿has… cogido la carta?

SAYA
Me sobresalté cuando David apareció de la nada y me tapó la boca con su mano. Le miré y suspiré apartando su mano de mi boca.
-Dios, David ¿qué no me asuste? Has aparecido de la nada, joder…- Me llevé la mano al pecho y le miré más tranquila.
-Si, he cogido la carta. Si, la he leído. No, no te correspondo, así que no vuelvas a mandarme ninguna carta más.

DAVID
Suspiré y negué con la cabeza.
-Saya… Lo que escribí… Sabía que te iba a chocar… Pero no podía retener más mis sentimientos dentro, sin decírtelo… -suspiré cogiéndola de una mano.
-Ahora estás confusa y lo entiendo, esto es algo fuerte, pero… Verás como puedo ganarme tu corazón. Sólo dame un poco de tiempo. –bajé levemente mi cabeza y posé mis labios sobre los suyos, sonrojándome a la vez.
Me separé y corrí escaleras abajo, al fin la había besado…

SAYA
Abrí los ojos como platos cuando me besó y echó a correr escaleras abajo después. Cerré los ojos y resoplé apretando los puños.
Oh, no, este no se iba ha ir de rositas ¿Confusa? ¿Qué se ganaría mi corazón? ¡¿Pero de que coño iban los hombres de hoy en día?! David era un fresco y pensaba que podía hacer lo que quisiese, ¡pues no señor!
Abrí los ojos y bajé las escaleras siguiéndole. Salí fuera cuando él lo hizo y le miré.
-¡David, ven aquí ahora mismo!

DAVID
Frené cuando Saya me llamó. Dios, qué vergüenza, y encima había salido corriendo… Me llevé las manos al pelo, echándomelo hacia atrás mientras me giraba.
¿Y si ahora me abofeteaba? No podría resistir un rechazo de ese tipo, iba a ser duro.
-Antes de que me pegues o algo… Todo lo que ponía en la carta era verdad, todo.

SAYA
Me acerqué a David y le miré frunciendo el ceño.
-Y yo todo lo que te he dicho arriba también es verdad y que te quede claro que no estoy confundida, para nada.- Negué con la cabeza.
-Olvídate de mi, David, no vas a conseguir nada, el beso que me has dado es lo único que tendrás, confórmate con eso. Voy a casarme y espero un hijo del rey, lo último que necesito es a un fresco detrás de mí destrozando mi vida.- Suspiré y le miré seriamente.
-Ya es suficiente, David… olvídate de mí.- Me giré y volví a entrar en el castillo cerrando la puerta.

DAVID
Negué con la cabeza, eso había dolido más que una negativa.
-¡No soy ningún fresco, Saya! ¡Te he dicho que te quiero y lo mantengo! ¡No voy a destrozarte la vida, lo juro! –suspiré bajando la mirada.
Negué con la cabeza y me giré para ir a los establos, Saya no entendía nada…

SAYA
Me apoyé en la puerta y le oí gritar esas últimas palabras. Cerré los ojos y suspiré, estaba segura de que no desistiría hasta conseguir lo que se proponía…
Eso complicaría mucho las cosas y no quería destrozar la vida de Kai, no quería a otro hombre en mi vida ¿por qué me hacía esto?
Me dejé caer hasta que acabé sentada en el suelo apoyando la nuca en la puerta aún con los ojos cerrados. Nunca antes me había dejado llevar por las dudas, estaba convencida de que quería a Kai y que ningún otro hombre podría sustituirle… entonces… ¿por qué empezaba a dudar ahora?

KAI
Me levanté cerca de las once, aunque me había despertado horas antes por los gritos de alguno, por suerte me había podido dormir de nuevo.
Me había sobrepasado a la hora de levantarme, y Saya llevaba despierta varias horas, su lado de la cama estaba frío.
Bajé las escaleras despejándome, había dormido mejor que otros días, por suerte.

MAX
Salí de mi cuarto en cuanto terminé de vestirme. Natty y las niñas ya se habían despertado hace rato. Me encontré con Kai bajando las escaleras, sonreí y posé mi mano en su hombro.
-Hola, dormilón.- Sonreí y la miré.
-¿Qué tal has dormido esta vez?

KAI
Miré a Max cuando nos cruzamos por el camino.
-Bueno, mejor que otros días, y hubiese sido mejor si no me hubiese despertado varias veces. –me rasqué la nuca.
-Tú también te acabas de levantar, por lo que veo.

MAX
Miré a Kai y sonreí rascándome la nuca.
-Si, un poco.- Solté una risotada y bajé las escaleras dirigiéndome hacia la cocina para papear algo, me sonaban las tripas.
Entré en la cocina y me acerqué al frutero sentándome en la encimera agarrando una manzana verde.
Miré a Kai mordiendo la manzana y sonreí.
-Veo que las heridas de la cara ya están desapareciendo.

KAI
Asentí dirigiéndome hacia la máquina de café, donde había buen café caliente y cargadito.
-Las de la cara no eran tan profundas, al parecer son las primeras en curarse. –cogí mi café y miré a Max.
-Esta mañana había uno armando jaleo ahí fuera, ¿sabes quién era?

MAX
Miré a Kai y me encogí de hombros.
-Pues… creo que era David, el profesor de Kai.-Pegué otro mordisco a mi manzana.
-Pero no me hagas mucho caso, estaba medio alelado.- Me encogí de hombros de nuevo y miré la manzanita verde.
-¿Tú has oído algo?

KAI
Fruncí el ceño.
-Sólo oí a alguien gritar, tenía demasiado sueño como para concentrarme en la voz, pero si ha sido él no me extrañaría nada, la verdad, es algo rarito y exagerado. –seguí con mi café.
-En fin… Tengo que preparar un par de cosas sobre la boda, pero tengo que encontrar a Saya antes.

MAX
Asentí y le miré.
-Oh, claro, tranquilo, yo me quedo aquí con mi manzana.- Sonreí y le guiñé un ojo a Kai antes de que se marchase.
-Tú vete a preparar tu boda.- Suspiré y asentí.
-Si, si, una gran boda.- Canturreé mordiendo mi manzanita.

KAI
Fruncí el ceño mientras me dirigía a la puerta.
-No sé qué te pasa por la mente, pero te tendré vigilado de cerca, hermanito… -entrecerré los ojos y salí de la cocina, ahora debía encontrar a Saya. Supuse que podría estar en la enfermería, ahora se hacía revisiones a menudo a causa de la pelea del otro día, y lo prefería así, nos asegurábamos de que el niño estuviese bien. Me encaminé a la enfermería y llamé antes de entrar, me asomé.
-¿Se puede?

SAYA
Estaba en la enfermería. El medico me estaba curando la herida del hombro cuando entró Kai.
-Adelante, yo ya he terminado.- Miré al medico que me puso una venda limpia y asentí mirando a Kai.
Volví la mirada al medico mientras me vendaba el hombro y suspiré cubriéndome el torso desnudo con una sábana.

KAI
Me acerqué a la camilla donde estaba sentada Saya y posé mi mano en su espalda mientras el médico vendaba su herida. La mía estaba mejor y me dolía menos que a ella por el hielo, la suya parecía empezar a curarse, pero tenía aún pinta de doler.
-¿Qué hay de la revisión? ¿Cómo estás?

SAYA
Miré a Kai y sonreí levemente.
-Está todo bien, no te preocupes.- El medico se apartó cuando terminó de vendarme y salió para darme tiempo a ponerme el jersey. Me quité la sábana que me cubría y cogí el jersey poniéndomelo con cuidado. La herida me dolía un poco, ya que me habían cambiado las grapas.

KAI
Pasé al otro lado de la camilla, frente a ella, mientras se ponía el jersey. Una vez puesto, la cogí de la barbilla y la besé en los labios.
-Te has acabado levantando pronto, ¿verdad? –suspiré.
-Algo se podrá hacer con esa herida, no sé por qué tarda tanto en curarse, yo apliqué hielo…

SAYA
Bajé la mirada después de que me besase en los labios…
-No sé… el medico ha dicho que es normal que tarde un poco, la herida es profunda.- Le miré de nuevo y suspiré.
-Se acabará cerrando por si sola, no tienes por qué preocuparte.

KAI
Fruncí el ceño y la cogí de la barbilla.
-¿Te pasa algo? Cuando te he besado, parece que te ha disgustado algo… -me llevé la mano a los labios.
-¿Pincho? ¿Me afeito? –me remojé los labios.
-En serio, ¿pasa algo?

SAYA
Le miré y suspiré negando.
-¿Qué? No, no pasa nada… lo siento si ha parecido eso…- Negué con la cabeza y suspiré levantándome de la camilla.
-No te afeites, no pinchas.- Sonreí levemente y le acaricié la mejilla.
-No te preocupes, no pasa nada.

KAI
Suspiré encogiéndome de hombros.
-Está bien, lo que tú digas. –la besé en la frente y me separé levemente llevándome la mano al hombro, moviéndolo de arriba abajo.
-Tú que estabas despierta, ¿era, eh… Javier, el de los caballos, el que gritaba esta mañana?

SAYA
Miré a Kai y suspiré soltando una leve risotada.
-¿Javier? Se llama David.- Negué con la cabeza y resoplé.
-Si… era él…creo que una de las yeguas se le ha escapado o algo así… no sé…- Me encogí de hombros algo nerviosa.
-¿Por?

KAI
Puse los ojos en blanco.
-¿Otra vez? Es la segunda vez que se le escapa un caballo de la cuadra, y te recuerdo que la última vez casi te ataca. ¿Y si le da por saltar sobre Kai? Podría hacerle algo, ese chico es un irresponsable, no sé qué hace todavía aquí. –negué con la cabeza.

SAYA
Miré a Kai y suspiré.
-No te preocupes, Kai… ese chico sabe lo que hace…- Salí de la enfermería. No podía quitarme de la cabeza esa carta, lo que me había dicho David y ese maldito beso…
¿Por qué?
Sacudí la cabeza y me rasqué la nuca.

KAI
Suspiré cuando Saya salió de la enfermería. La pasaba algo que no quería contarme, se la veía más afligida que otras veces.
Salí detrás de ella y la cogí de la mano, no quería hablarle ahora de la boda, era un tema algo delicado, mejor dejarlo para más tarde.

SAYA
Bajé la mirada a mi mano cuando Kai la agarró. Suspiré y le miré.
-Creo que voy a echarme un rato… no me encuentro muy bien…- Hice una mueca y sonreí levemente después.
-Si… si necesitas algo, estaré en el cuarto…- Me giré para ir a la habitación.
¿Qué me pasaba? Me sentía mal, tanto física como psíquicamente… no tenía ganas de hacer nada, solo de pensar…

KAI
Dejé que se fuese a la habitación. No parecía encontrarse bien, pensé que sería por el embarazo, pero me olía algo mal.
Me rasqué la ceja y seguí caminando por el pasillo. Si las cosas seguían así, debía posponer la boda…

SAYA
Cerré la puerta del cuarto en cuanto entré. Cerré los ojos suspirando profundamente y los volví a abrir mirando la cama a la cual me acerqué. Me tumbé en ella, en todo el centro y encogí las piernas contra mi pecho.
Cerré los ojos, pero solo me venía a la mente la imagen de David. Me tapé la cara con las manos e intenté pensar en otra cosa… aun que… no sabría si podría…

KAI
Me dirigí hacia las cuadras. Ese tal David o como se llamase debía aprender que aquí se hacían las cosas bien o no se hacían, no podía permitir que cada dos días dejase que uno de los caballos de la cuadra se escapase.
Le vi sacando uno de los caballos, me dirigí hacia él.

DAVID
Vi al rey llegar a lo lejos, y por la cara de enfadado que llevaba ya lo sabía todo, joder, venía directo a zumbarme, seguro. A mí quién me mandará destrozar matrimonios reales…
Corrí hacia el interior del establo metiendo al caballo mientras cogía una herramienta para limpiar las herraduras. Salí y le apunté con ella.
-Está bien, si quieres pelea, pelearé, pero te advierto que soy bueno con esto.

KAI
Fruncí el ceño frenando cuando me amenazó con un metal. Me rasqué la sien.
-¿Cr-crees que voy a pelear contigo? –puse los ojos en blanco, ese chico estaba tonto perdido.
-A ver, Damián, o David, como sea tu maldito nombre, baja eso, quiero hablar seriamente contigo.

DAVID
Cuando se acercó alcé más la herramienta, apuntando a su barbilla.
-No, no me lo creo. Ya sé cómo eres, y sé que estás celoso, pero esta vez es con razón… -asentí.
-Sé muchas cosas de ti, sé que no haces feliz a Saya, sólo con peleas y disgustos. Yo soy capaz de hacerla feliz, y tú no me lo vas a impedir.

KAI
Entrecerré los ojos cuando dijo aquello. Lo procesé en poco tiempo, pero no comprendía el por qué pretendía que luchásemos.
Estaba enamorado de Saya, y quería luchar por ella, muy bien, pero yo no me iba a manchar las manos con un mozo de cuadra que no sabe ni cómo agarrar una herramienta.
Le agarré de la muñeca girándole, a lo que se quejó, y le di una patada en la espalda haciéndole caer de frente contra el suelo.
-No sé exactamente qué pretendes, pero dudo mucho que Saya te corresponda, así que déjala en paz, ¿de acuerdo? –tiré la herramienta al suelo.
-Un error más de este tipo o sobre los caballos y te echo a la calle por mucho que Kai me suplique que te quedes. –me di la vuelta y volví dentro. Era lo que nos faltaba ahora, que hubiese un tercer implicado en la relación…

DAVID
Me puse de rodillas cuando el rey se marchó. Pasé el reverso de mi mano por mi barbilla manchada. El rey era más fuerte que yo, no podía luchar contra él, y además estaba la negativa de Saya…
Fruncí el ceño bajando la cabeza.
Mi vida nunca había marchado tan bien hasta ahora y se estaba jodiendo… No, no podía rendirme ni… ni ponerme a llorar, ya no era un niño… Pero las lágrimas eran muy puñeteras y salían solas…

SAYA
Abrí los ojos lentamente cuando sentí algo húmedo en mi mejilla. Giré la cabeza y vi que se trataba de Ziper.
Sonreí levemente y le miré.
-Eh… ¿qué pasa, pequeño?- Miré la hora. Era casi la hora de cenar… ¿¿me había tirado toda el día en la cama?? Claro, Ziper quería salir, como todas las noches.
Suspiré y me froté la frente.
-Lo siento, bola de pelo, pero no tengo ánimos como para sacarte a pasear…- Ziper me lamió la mejilla y aulló levemente golpeándome el brazo con sus patitas.
-Ve con Kai jr. El te sacará un rato, anda.- Sonreí de nuevo y acaricié al cachorro entre las orejas. Pareció comprenderme, porque se bajó de la cama y se marchó de la habitación. Dejé caer la cabeza de nuevo sobre el colchó y miré hacia la ventana. El cielo estaba oscuro y la luna medio llena…

KAI
Cuando Saya despertó, por fin, no pareció darse cuenta de que estaba en la habitación, sentado junto a la pared de enfrente de la ventana. Suspiré, por un momento llegué a pensar que estaba realmente mal, llevaba todo el día dormida, y yo había estado esperando a que despertase al menos tres horas.
-¿Te encuentras mejor?

SAYA
Levanté la cabeza cuando escuché la voz de Kai en el cuarto. No me había dado cuenta de que estaba allí…
Suspiré y recosté la cabeza sobre el colchón de nuevo.
-No lo sé…- Cerré los ojos y me encogí sobre la cama tragado saliva. Había estado soñando con David… con Kai y con todo el sufrimiento que podría causarle si no paraba esto…

KAI
Me levanté de la silla donde estaba sentado y me recosté sobre la cama, acariciando su pelo, intentando que se relajase, pues parecía tensa.
La besé en la frente y acaricié su hombro con suavidad.
-No te preocupes por lo de David. –se lo dije sin rodeos, no era plan hacerla sufrir mientras lo decía, con eso quedaba todo claro.
-Él solito se ha delatado antes…

SAYA
Me giré para mirarle y sentí como las lágrimas se me escapaban de los ojos.
-Lo siento, Kai… y no quería que pasase…- Apoyé la cabeza en su pecho tapándome la cara con una de mis manos.
-Lo siento mucho… perdóname…- Empecé a derramar lágrimas intentando desahogarme. Me había estado comiendo la cabeza todo el tiempo sin poder dejar de pensar en que le diría. Mi cabeza estaba hecha un lío.

KAI
Se me cayó el alma a los pies cuando empezó a llorar, no pensé que tendría esa reacción…
-Eh, shh… -posé mi mano tras su cabeza y la besé en el pelo.
-No tienes que disculparte, Saya, no hay nada por lo qué disculparse, y si lo hubiese, no sería culpa tuya. –la abracé contra mi pecho, por esto se había metido en la cama, y por eso no me había dicho nada, me ponía siempre tan energúmeno cuando se trataba de otros tíos que ella ya no quería contarme nada, tenía toda la razón del mundo…
Cerré los ojos con mis labios en su pelo.
-No te preocupes, mi vida. –además de todo eso, no tenía derecho a replicarle nada, yo le había sido infiel…

SAYA
Le miré y negué con la cabeza.
-No, si que ha sido mi culpa. Me mostré demasiado cariñosa con David sin darme cuenta de lo que podría pasar…- Cerré los ojos de nuevo enjugándome las lágrimas que caían por mis mejillas. -Me siento mal… y encima he dejado que esta mañana me besase, lo entenderé si te sientes cabreado.- Apoyé la cabeza sobre uno de mis brazos sin abrir los ojos
.

KAI
Bajé la mirada y la cogí de la barbilla para que me mirase.
-Escucha. Tú no tienes la culpa de que alguien se enamore de ti, seas cariñosa o no con alguien, eso no se puede controlar… Y más tratándose de ti. –sonreí levemente y la besé en la frente.
-No voy a culparte de nada, simplemente ha pasado y ya está, ¿de acuerdo? No quiero que te sientas así, con quien debo estar enfadado es con él, porque te ha molestado, pero no contigo.

SAYA
Abrí los ojos levemente llevándome la mano a al frente. No solo estaba así porque me hubiese besado… estaba así porque dudaba, nunca antes había dudado. Tenía las ideas bastantes claras de a quién quería… pero ahora no…
David era un chico tierno, romántico y especial. Me sentía segura a su lado e incluso me había atrevido a montar a caballo con él cosa que con Kai no me atrevía aún.
No quería hacerle daño a Kai.
-Lo siento mucho, Kai…

KAI
Negué con la cabeza y la abracé contra mi pecho.
-No te disculpes, de verdad, no tiene caso. –la besé en la cabeza de nuevo y la acaricié la espalda intentando calmarla.
-No merezco que te disculpes tanto por algo por lo que no has tenido la culpa, ¿no? En realidad me merezco que me hagas más perrerías, así que deja de llorar, por favor.

SAYA
Negué con la cabeza y le miré de nuevo.
Kai no sabía lo que decía. Él no se merecía que le hiciesen esto y mucho menos yo. Había demostrado ser una débil dejándome llevar por las dudas.
Me limpié las lágrimas y le miré.
-No te mereces esto, Kai.- Le acaricié la mejilla con la yema de mis dedos y negué de nuevo.
Giré la cabeza hacia el otro lado y cerré los ojos dejando caer la mano con la que acariciaba su mejilla.

KAI
Suspiré.
-Saya, después de lo que te he hecho sufrir yo a ti, esto es lo mínimo que podía merecerme, pero si ni siquiera… bueno, le has correspondido. Lo que me merecería es que me dejases, eso sí que lo merecería, después de todo lo que te he hecho, y deja de disculparte y decir cosas de esas, de verdad. –la besé en la mejilla.
-Deberías comer algo.

SAYA
-Tú y yo somos distintos, Kai. Tú sientes de una manera y yo de otra y aún que haya sido un mísero beso ya me siento mal. Que te estoy traicionando y por eso estoy así, porque tengo miedo de poder llegar a sentir algo por David…- Le miré a los ojos.
-No quiero sentir nada por él… ayúdame…

KAI
Esa parte ya no me gustó tanto, cuando me pidió que la ayudase a no sentir algo por David…
-¿Cómo se supone que quieres que te ayude en eso, Saya? –desvié la mirada.
-Yo no puedo controlar eso, Saya. Si sientes algo por él yo no puedo evitarlo, y no debería hacerlo, si pudiese. –la miré.
-Sé cómo te sientes, cielo… Y no puedo ayudarte en eso.

SAYA
Bajé la mirada suspirando.
Me tumbé del lado contrario a Kai y cerré los ojos agarrando las sábanas y tapándome con ella hasta la cintura.
-Ve a cenar tú… a mi no me apetece bajar ahora…- Apoyé la cabeza encima de mis brazos y cerré los ojos suspirando profundamente.


KAI
Suspiré y la besé en la cabeza.
-Te quiero, ¿vale? Eso no va a cambiar pase lo que pase. –me levanté de la cama.
-Te traeré algo aunque sea para que piques más tarde, llevas todo el día sin probar bocado. –me acerqué a la puerta y la miré antes de salir, la situación no era tan leve como pensaba, Saya lo estaba pasando fatal porque se sentía culpable, todo era culpa mía, por ser siempre tan celoso.
Suspiré y salí cerrando la puerta.

SAYA
Respiré hondo intentando relajarme. Esperaba quedarme otra vez dormida, no me apetecía comer nada, el estómago se me había cerrado por completo. Tal vez estaba exagerando, pero nunca antes me había visto en este situación, ni si quiera me lo había podido imaginar.
Ahora sabía lo que sintió Kai la vez que vio a Génesis. Ella era todo lo contrario a lo que era yo… al igual que David era todo lo contrario a Kai…

DAVID
Esa noche no quise entrar a dormir en el castillo, me hice con una manta y me quedé en la cuadra junto con los caballos. Me había precipitado, ahora Saya estaría en problemas por mi culpa, no había considerado lo que pasaría si se enteraba el rey…
Dios, era un verdadero estúpido…
Suspiré echándome la manta encima, recostándome sobre el heno del establo.

KAI
Había dormido junto con Saya esa noche, aunque ella seguía inquieta con la situación, no podía evitar sentirme mal por ella… Yo ya había vivido eso, y era muy frustrante saber que la persona a la que más amas sufre por ese tipo de cosas, aunque yo intentaba que eso no me molestase, era Saya la que realmente me preocupaba.
Salí temprano de la habitación, no había dormido bien.
En esos momentos Saya necesitaba a alguien con quién hablar sobre ello, pero yo no era el más indicado, y tampoco le iba a ir diciendo a le gente lo que ocurría para que alguien ayudase a Saya.

Suspiré y me fui a la sala de estar para dejar tranquila a Saya.

SAYA
Sentí que Kai abandonaba la cama temprano. Abrí los ojos un momento pero volví a cerrarlos en seguida. No tenía ganas de levantarme, aún.
Me cubrí con la sábana hasta los hombros y me encogí sobre la cama. Había dormido del tiró, pero aún así había tenido sueños… como los odiaba.
Suspiré y me acomodé en el colchón. No me levantaría hasta mucho más tarde.

DAVID
Preparé temprano los caballos, llevaba un par de días sin poder dormir bien, de modo que tenía unas buenas ojeras, pero prácticamente me daba igual…
No había pensado en mis actos y ahora había metido la pata, por mi culpa Saya estaría enfadada conmigo y el rey tenía ganas de asesinarme… Suspiré y saqué los caballos, pronto saldría Kai a montar.

SAYA
Los gritos de Kai Jr. en el jardín me hicieron despertarme. Miré el reloj y vi que eran casi las doce de la mañana. Suspiré y me levanté estirándome. Ya era hora de que bajase a comer algo y a despejarme un poco… no podía quedarme en la habitación para siempre, no estaba en mi naturaleza esconderme.
Me puse de pie y me dirigí al cuarto de baño para darme una ducha. Me quité el jersey y las braguitas en cuanto entré tirándolas al suelo. Encendí el grifo del agua caliente y me metí en la ducha cerrando la mampara en cuanto el agua estuvo a una temperatura ideal.
Cerré los ojos suspirando notando como el agua me relajaba los músculos y me despejaba. Alcé la cabeza echándome el pelo hacia atrás mientras el agua caía sobre mí en abundancia.
Me había pasado toda la noche pensando en lo mismo y ya era hora de actuar. Yo quería estar con Kai, así que, le dejaría las cosas bien claras a David.

KAI
Estuve pensando en lo que me había dicho Saya… “ayúdame”. ¿Por qué no podía hacerlo? Ella siempre me había ayudado aunque no se lo hubiese pedido, siempre me había apoyado y había estado a mi lado, y mientras ella sufría, yo no era capaz de ayudarla… Pues se acabó.
Me levanté del sofá y subí las escaleras del castillo con decisión, no quería que Saya se sintiese sola en esto, intentaría ayudarla, aunque en esos momentos no supiese cómo hacerlo.
Entré en la habitación, pero Saya ya no estaba en la cama, se había levantado. Oí el agua correr de la ducha, por lo que me dirigí al baño y abrí la puerta. Negué con la cabeza ante si cortarme o no, pero, ¿para qué?
Suspiré y abrí la mampara con suavidad, para no asustarla.
-Saya…

SAYA
Giré la cabeza cuando escuché la voz de Kai.
-¿Qué?- Le vi asomar la cabeza con la mampara medio abierta.
Cerré el grifo para poder escucharle y le miré.
-¿Pasa algo?- Le pregunté algo extrañada.
Sonreí levemente y negué con la cabeza.
-No te preocupes, me siento mejor que ayer.

KAI
Negué con la cabeza varias veces, aún con la mano apoyada en la mampara.
-No, Saya, no es eso. –suspiré bajando la mirada y luego la volví a mirar.
-Escucha… sé que lo estás pasando mal, por mucho mejor que estés que ayer. Quiero ayudarte, Saya. Me lo pediste y yo te lo negué, pero no lo mereces. Quiero ayudarte, déjame ayudarte. –la cogí de una mano.
-Haré lo que sea posible, lo imposible, por ti.

SAYA
Le miré mientras hablaba. Suspiré bajando la mirada a su mano, que agarró la mía. Volví a mirarle y sonreí. Abrí la mampara y salí de la ducha agarrando una toalla que me puse sobre el cuerpo sin ni siquiera enrollarla en torno a la cintura.
Le miré y rodeé su cintura con mis brazos apoyando la cabeza en su pecho.
-Gracias.- Cerré los ojos y sonreí de nuevo
.

KAI
La abracé con fuerza. En esos momentos, sí, decía que la iba a ayudar, lo malo era… que no sabía cómo, pero encontraría la manera de hacer que Saya dejase de sufrir con el tema y que los dos pusiésemos estar tranquilos de una maldita vez.
-Voy a hacer que todo esto acabe, Saya, haré lo que haga falta. –la besé en la cabeza, y dejé mis labios posados en ella.

SAYA
Abrí los ojos aún abrazada a Kai.
-Lo único que quiero es que estés conmigo y que me recuerdes todos los días lo mucho que te quiero.- Alcé la cabeza y le miré a los ojos.
-No te pido nada más…- Negué con la cabeza y cerré los ojos posando mis labios con suavidad sobre los suyos.

KAI
La cogí de la cara siguiendo su suave beso y la miré a los ojos acariciando sus mejillas con mis pulgares.
-Por supuesto, te recordaré lo mucho que me quieres y lo tanto que te quiero yo a ti. –la volví a besar, pegando su cuerpo desnudo al mío. La había pillado en mitad de la ducha, pero tenía que decírselo, esperaba que ahora se sintiese mejor…

SAYA
Posé mis manos en su espalda mientras me volvía a besar.
Ahora me sentía como una estúpida ¿Cómo se me ocurría pensar en otro cuando tenía a Kai? Ningún otro hombre podría hacerme sentir como lo hacía él. Cada vez que sus carnosos y fríos labios me besaban hacían que tuviese escalofríos por todo el cuerpo y sus manos sobre mi piel lograban que me olvidase de todo y me centrase solo en entregarme a Kai.
Me había dejado llevar por simples tonterías y ahora me sentía como una tonta…una niña indefensa entre los brazos de Kai.

KAI
La miré apoyando mi frente en la suya.
-Cuando termines de ducharte quiero que bajes a comer algo, ¿entendido? –la cogí de la barbilla y posé mi otra mano en su vientre.
-Recuerda que a parte de ti alguien más tiene que comer. –sonreí y la volví a besar.
-Te esperaré abajo.

SAYA
Asentí y sonreí dulcemente cuando me ordenó que fuese a comer algo.
-De acuerdo, dame cinco minutos y bajaré en seguida.- Asentí de nuevo y le di un beso corto antes de que se marchase.
Ahora me sentía mucho mejor sabiendo que Kai estaba conmigo. Me ayudaba bastante el mero hecho de que me diese un beso o me dedicase una sonrisa. Eso ya era suficiente para mí.

KAI
Bajé a la cocina y mandé que preparasen un buen plato de pasta para Saya, ya que era su comida favorita, y para animarla debía hacer cosas que a ella le agradasen y gustasen. Llevaba todo el día anterior sin comer, tendría hambre. Yo comería con ella, para estar los dos juntos, mientras Kai andaba por ahí a su bola, como siempre, ese niño era tan independiente...

SAYA
Me terminé de dar la ducha y me vestí con uno de los vestidos de mi armario para bajar a comer a continuación. Bajé las escaleras y me dirigí a la cocina donde estaba Kai y las cocineras que inclinaron la cabeza levemente cuando me vieron.
Sonreí algo avergonzada, aún no estaba acostumbrada a que me tratasen de esa manera tan cortés…
Me acerqué a Kai y sonreí.
-Ya estoy aquí, como te he dicho, cinco minutos.

KAI
-Vaya, pensé que tardarías más, no le ha dado tiempo aún a preparar la lasaña. –me encogí de hombros.
-Es igual, esperamos un poco. –la agarré de la cintura y la besé en los labios antes de que se sentase. Las cocineras se rieron por lo bajini al verme besar a Saya, negué con la cabeza.

SAYA
Escuché las risitas de las cocineras cuando Kai me acercó a él y me besó. Sonreí mirándole cuando negó con la cabeza. Apoyé la frente en su pecho posando mis manos tras su espalda.
-Lasaña, que rica.- Sonreí de nuevo y alcé la cabeza para mirarle acariciando su espalda de arriba abajo. Fui a besarle de nuevo pero mis tripas me interrumpieron antes de poder hacer nada. Las cocineras se rieron haciendo que soltase una risotada.

KAI
Sonreí y miré a las cocineras.
-Señoras, por favor, ustedes a la comida. –se volvieron a reír siguiendo a lo suyo. Retiré una silla dejando que se sentase Saya y después me senté yo a su lado.
-Se ve que el servicio cada vez tiene más sentido del humor… -dije mirando de reojo a las cocineras, que seguían riéndose. Puse los ojos en blanco y miré a Saya.
-Ignóralas.

SAYA
Me senté en la silla y miré a las cocineras que intentaban aguantarse la risa. Debía ser que les parecía extraño ver a Kai tan cariñoso conmigo. No me extrañaba, ellas tenían en mente una imagen completamente diferente de Kai a le que tenía yo, no las culpaba. Desde que conocía a Kai, nunca le había visto mostrarse “amable” con el servicio.
Sonreí negando con la cabeza y miré a Kai.
-No es malo tener un buen sentido del humor.- Me encogí de hombros y miré a las cocineras.

KAI
Miré a las cocineras de reojo.
-Ya, pero una cosa es tener buen humor y otra es reírse de sus reyes… -intentaron calmarse y siguieron a lo suyo.
Negué con la cabeza y miré a Saya.
-¿Por dónde iba? –me acerqué y la volví a besar mientras las cocineras se daban codazos para callarse las unas a las otras.

SAYA
No podía concentrarme en besar a Kai. Las cocineras no paraban de mirarnos de reojo y reírse disimuladamente.
Bajé la cabeza y sonreí mirando a Kai.
-¿Por qué no dejamos los besos para un poco más tarde?- Susurré y le di un beso en el cuello acariciándole después la piel con la punta de mi nariz. Sonreí y le miré de nuevo.

KAI
Sonreí y asentí.
-Está bien. Ahora vuelvo. –me levanté y me acerqué a las cocineras, que seguían riéndose. Posé mis manos en la cintura de dos de ellas, que se irguieron al instante.
-Señoritas, a lo suyo si no quieren un recorte en sus sueldos. –sonreí y ellas agitaron la bechamel más rápido.
Me di la vuelta y volví a sentarme.

SAYA
Miré a Kai cuando se acercó a las cocineras que se irguieron enseguida. Sonreí y alcé las cejas cuando vi que se ponían a trabajar sin rechistar con una simple frase de Kai.
Suspiré y le miré cuando se sentó de nuevo.
-Las tienes a raya.- Solté una risotada y miré a las cocineras que estaban rojas como el tomate que estaban utilizando para la carne picada. No pude reprimir otra risotada. Tanto las cocineras como las doncellas se deshacían en cuanto veían a Kai, y era muy normal…

KAI
Al rato (largo) nos sirvieron la lasaña recién hecha, y, tal y como las pagaba, la hacían muy buena, por eso estaban allí. Suspiré y miré a Saya.
-Pues nada, toca llenar el buche. Cómete todo lo del plato sin rechistar. –esbocé media sonrisa y empecé a comer, estaba bastante caliente, pero era como mejor sabía.
Las cocineras se retiraron de la cocina, aún rojas.

SAYA
Miré a Kai cuando me mandó que me comiese todo el plato.
Sonreí y asentí poniendo cara inocente.
-Si, papi.- Dije con voz infantil. Me reí levemente y suspiré mirando a las cocineras mientras se marchaban aún con las mejillas coloradas.
Negué con la cabeza y miré a Kai alzando las cejas.
-Como sigas así creo que veremos más de un reguero de bragas por el palacio.- Me reí de nuevo y partí la lasaña para que se enfriase un poco.

KAI
Miré la puerta por donde se habían marchado las cocineras.
-Anda, anda, no seas exagerada. –seguí comiendo.
-Sé que tengo mi sex apile y tengo locas a un par de chicas, pero no es para tanto como para encontrarse bragas por ahí. –negué con la cabeza.
-Además, tú no quieras saber cuántos hombres hay por aquí que fantasean con hacerte guarradas, que es peor…

SAYA
Alcé las cejas mirando la lasaña y asentí con la cabeza.
-Oh, claro que lo sé.- Le miré y sonreí encogiéndome de hombros.
-Qué fantaseen lo que quieran, es lo único que podrán hacer.- Pinché un pedazo de lasaña y me lo llevé a la boca, aún quemaba lo suyo, pero no era para tanto.

KAI
Cuando tragó la agarré de la barbilla y la besé con suavidad.
-Es que… antes nos han interrumpido. –dije en bajo y la volví a besar, acariciando suavemente sus labios.
Sonreí mirándola y volví a mi comida.

SAYA
Le miré cuando se separó y alcé una ceja algo perpleja.
No dije nada, tan solo volví la mirada a mi plato con las mejillas ligeramente coloradas… como odiaba que me pillase desprevenida… lo odiaba y me gustaba a la vez…
Le miré de reojo mientras me metía en la boca otro pedazo de lasaña… él tan contento…

KAI
Terminamos de comer, aunque era temprano para la comida, pero era por Saya, no había comido y se notaba que tenía hambre, más que nada por su rugido de antes podía saberlo.
Dejé los platos en el fregadero y me apoyé ahí, me crucé de brazos.
-¿Y bien? ¿Ha comido bien la señora?

SAYA
Kai dejó los platos en el fregadero cuando terminamos de comer. Le miré levantándome de la silla y acercándome hasta él. Ahora que estábamos solos debía aprovechar a mimarle un rato.
Me puse frente a él y me encogí de hombros.
-Si, bastante bien, aun que aún me queda el postre.- Le miré a los ojos y posé mis manos pecho ascendiéndolas por su cuello hasta su nuca. Le besé en los labios como a él le gustaba, sin interrupciones, ya que estábamos solos.

KAI
Sonreí cuando me besó y posé las manos en su trasero mientras lo seguía a su ritmo, acariciando su trasero y ascendiendo por su espalda.
Sonreí y la volví a besar, ahora que estábamos solos no la iba a dejar que se escapase tan fácilmente.

SAYA
Le agarré del pelo de la nuca con mis dedos dejándome llevar por su beso. Me agarré a u chaqueta con la otra mano pegándome completamente a él.
La puerta de la cocina se abrió y escuché la voz de Kai Jr. Giré la cabeza y le vi en la puerta con una mueca de asco en su cara.
Como no, se marchó de nuevo gritando: “¡No, besos no!”

KAI
Me reí cuando Kai salió corriendo al vernos besarnos. Miré a Saya negando con la cabeza.
-Seguro que cuando crezca un poco es de los que no paran de besar a todas las chicas guapas que pille… -me encogí de hombros.
-Me encargaré de que no sea así. –entrecerré los ojos y sonreí, la volví a besar.

SAYA
Me reí levemente antes de que Kai volviese a besarme.
Kai Jr. aborrecía los besos ahora porque era un crío, pero tal y como había dicho Kai, en cuanto creciese un poco no podría dejar de pensar en otra cosa que en camelarse a todas las chicas que quisiese.
Seguí disfrutando de los labios de Kai, separándome tan solo para coger aire. Posé una de mis manos en su mejilla jugueteando con sus labios antes de besarlos por completo

DAVID
Estaba buscando a Kai, me dijo que iba a por un vaso de agua, por lo que me dirigí a la cocina. Cuando abrí, no vi a Kai, sino a Saya besándose con el rey… En esos momentos sentí que el alma se me caía a los pies…
Cerré los ojos y cerré la puerta sin hacer ruido, apoyando mi espalda en ella.
Tenía que aceptar que Saya no era para mí, pero… la quería.


KAI JR
Salí del baño y fui corriendo hacia fuera, pero vi al profe en la puerta de la cocina.
-Uy…- Frené y me acerqué hasta él.
-¡Ya estoy, profe!- Sonreí y le miré… pero él estaba muy triste.
-Profe… ¿estás bien?- Seguro que había visto a mi Mamá besando a mi Papá y no le gustaban los besos como a mí.
-A ti tampoco te gustan los besos ¿a qué no?- Negué con la cabeza.

DAVID
Tragué saliva bajando la cabeza y negué con la cabeza. Miré a Kai y esbocé una leve sonrisa para que no se preocupase.
-No, los besos son un asco… -posé mi mano en su cabeza y eché a andar.
-Venga, vámonos fuera, tenemos que limpiar un poco las cuadras…

KAI JR
Sonreí y asentí agarrando la mano de David.
-Venga, vamos, profe.- Tiré de él para salir fuera y limpiar las cuadras. Los caballos eran unos marranos y había que limpiarlos muy bien.

KAI
Por un momento vi la puerta cerrarse, eso quería decir que alguien había entrado, y como pensaba tenía que ser David… No quise decirle nada a Saya, eso sólo la preocuparía y no era justo.
La miré y sonreí.
-¿Te gusta el postre o a lo mejor prefieres algo más dulce?

SAYA
Le miré y alcé las cejas.
-Ohm, ¿es qué hay algo que sea más dulce que tus labios?- Sonreí mordiéndome el labio inferior.
-Si lo hay dame un poco.- Le di un beso corto seguido de otro más.
¿Algo más dulce que los labios de Kai? No lo creía.

KAI
Sonreí y seguí dándola besos, hice que se inclinase y seguí besándola, con más pasión, con mis manos en lo más bajo de su espalda.
Besé su barbilla y su cuello levemente, después volví a subir a sus labios y la miré.
-Tú eres más dulce que mis labios.

SAYA
Cerré los ojos cuando sus labios rozaron mi cuello. Sonreí y le miré.
-Entonces yo soy tu postre.- Le agarré de la chaqueta y le besé por la barbilla dándole un pequeño mordisco sin llegar a hacerle daño. Le miré y seguí descendiendo mis labios por su mandíbula hasta su garganta donde le mordí de nuevo tirando de su piel levemente.

KAI
Sonreí juntándome completamente a ella. Era lo mejor de las reconciliaciones, siempre nos mostrábamos más cariñosos, demostrando lo mucho que nos habíamos echado de menos.
La miré y la di un beso corto.
-Contigo nunca me sacio, siempre quiero más.

SAYA
Sonreí mirándole a los ojos colocando mis manos en su espalda para poder pegar mi pecho al de él
-Que casualidad, a mi me pasa lo mismo contigo.- Encerré su labio inferior entre los míos y tiré con mucha suavidad y lentitud.
-Será que no tenemos término medio.- Esbocé media sonrisa mirándole.

KAI
Me encogí de hombros.
-Eso debe ser, no tenemos término medio. –sonreí y la besé de nuevo, sus labios me atrapaban, no podía evitarlo, era como un imán que había entre los dos y tiraba para juntarnos, y cada vez que queríamos separarnos, de nuevo nos juntábamos.
Sonreí con sus labios pegados a los míos.
-Parecemos dos adolescentes.

SAYA
Me reí y bajé la cabeza.
-Esta bien, ya paro.- Sonreí y le miré.
-Tendrás cosas que hacer, así que mejor me estoy quietecita.- Me separé de él sentándome en la mesa.
-Seré buena.- Le miré con cara de niña buena.

KAI
Fruncí el ceño y me acerqué a ella.
La cogí de la barbilla y la miré a los ojos.
-¿Se puede saber quién ha dicho que tengas que parar? –alcé las cejas y sonreí.
-La verdad es que lo único que tengo por hacer estos días es preparar la boda… Y eso lo tengo que hacer contigo.

SAYA
Le miré y me encogí de hombros.
-Ohm, pues tú dirás.- Sonreí y asentí.
-Aun que, no creo que tengamos mucho que hacer ¿no? A no ser que tú tengas algo en mente.- Alcé las cejas.

KAI
Me encogí de hombros.
-Le pediré a James que nos case él, por eso no hay problema. Podemos casarnos en el mismo jardín, yo tengo traje, tú supongo que también… -miré al techo pensativo.
-Como será una boda íntima una lista de invitados no hace falta, tengo ya los anillos… Oh, la luna de miel. –sonreí.
-Tenemos que reservar.

SAYA
Alcé las cejas sorprendida cuando empezó a planear las cosas. Me reí y me encogí de hombros.
-Joder, si ya lo tenías todo previsto ¿para que me necesitas a mí?- Le miré y solté una risotada. Le agarré de la mano y tiré de él hasta colocarle entre mis piernas, ya que yo estaba sentada encima de la mesa.
Rodeé su cuello con mis brazos y le miré.
-¿Y dónde piensa llevarme de luna de miel, mi señor?

KAI
Sonreí alzando las cejas, rodeé su cintura con mis brazos y me acerqué a su oído.
-¿Es que no recuerdas que nos íbamos a ir al maravilloso País de las Hadas? –sonreí y la besé en la oreja.
-No sé si lo recuerdas, estuvimos allí el día de mi cumpleaños y te dije que te llevaría allí. –la besé en la mejilla y después la miré.
-Estaremos todo el día paseando por los recuerdos de cuando nos dimos nuestro primer beso. –sonreí.

SAYA
Asentí conforme al plan.
-No me parece mal.- Le di un beso en los labios y le miré sonriendo después.
-Me gusta.- Sonreí de nuevo y alcé una ceja.
-Tú estarás paseando todo el día por los recuerdos, pero yo estaré todo el día haciéndote el amor y mil guarradas más.- Solté una risotada.

KAI
Solté una risotada frunciendo el ceño.
-Luego soy yo el poco romántico, guarra. –sonreí y la besé de nuevo.
-Eso también me gustaría, lo de estar haciendo el amor todo el día y mis guarradas más. –la mordí el labio.
-Pues si te gusta el plan, dicho está.

SAYA
Me reí cuando me llamó guarra… era la segunda vez que me insultaba, creo que le estaba cogiendo gustillo el muy…
-¿Cuánto tiempo estaríamos allí?- Acaricié su barbilla con la punta de mi nariz dándole de vez en cuando leves besos en la garganta.

KAI
-Eso lo tendremos que elegir los dos. La verdad es que nos meremos un tiempecillo sin que nadie nos esté tocando las narices cada dos días. –la miré.
-Puede que… No sé, ¿una semana? ¿Dos? ¿Cuánto te gustaría estar a ti sin el estrés del resto del mundo?

SAYA
Le miré y suspiré.
-Creo que una semana tendremos bastante, me gustaría quedarme un poco más, pero tampoco quiero separarme mucho tiempo de Kai… sé que se quedará en buenas mano, pero…- Me encogí de hombros.
-El deber de madre.- Sonreí.

KAI
Suspiré.
-Supongo que tienes razón, tampoco es plan dejar al niño abandonado, aunque él no se pase a saludarnos y se tire todo el día fuera de casa. –me encogí de hombros.
-Ni se enterará de que nos vamos. –esbocé media sonrisa.
-En fin… ¿Quieres que nos quedemos aquí toda la tarde o prefieres subir a la habitación y hacer las cosas bien? –esbocé media sonrisa pícara.

SAYA
Le miré y alcé las cejas.
-Uuh, ¿qué cosas, Kai? Por qué se pueden hacer muchas cosas en una habitación, como cambiar las cortinas, o colocar la ropa, o… vale, ya me cayo.- Solté una risotada y me bajé de la mesa.
-Tú me dirás que quieres hacer.

KAI
Posé mis manos sobre su cintura mirándola a los ojos.
-¿Tú qué piensas que quiero hacer contigo en una habitación, Saya? –esbocé media sonrisa y la besé en los labios, esta vez con más pasión, atrapando sus labios entre los míos.
Apoyé mis manos en su espalda y la atraje hasta mí.

SAYA
Posé mis manos en su pecho cuando me atrajo hacía sí. Había veces en las que Kai era muy impulsivo y me dejaba totalmente descolocada… ¿qué se le iba ha hacer?
Separé mis labios de los suyos cuando terminó de besarme y mantuve los ojos cerrados sintiendo un escalofrío recorrerme la espalda de abajo hacia arriba.
Solté el aire que había retenido y me relamí los labios instintivamente. Abrí los ojos y le miré.
-No lo decía en serio…- Dije casi sin aliento.

KAI
Solté una risotada.
-¿De verdad? –la agarré de la espalda e hice que se inclinase mientras la besaba de nuevo. Bajé mis labios por su cuello, besando su piel con suavidad, poco a poco desde la barbilla hasta la clavícula.

SAYA
Cerré los ojos agarrándome a su nuca cunado hizo que me inclinase.
Abrí la boca levemente cogiendo una bocanada de aire mientras sus labios fríos recorrían mi cuello. Eso hizo que empezase a sentir como mi cuerpo subía de temperatura, tanto por fuera como por dentro. Presioné mis dedos sobre la piel de su nuca cuando mi piel se erizó visiblemente y dejé escapar varios jadeos. Empezaba a sentirme excitada y eso que solo me estaba besando por el cuello, pero eso era suficiente como para entregarme entera a él.

KAI
La abracé contra mi pecho con fuerza pasando mi lengua despacio hasta su barbilla. La miré, se notaba que ya estaba excitada, eso era bueno. Sonreí.
-Entonces… ¿te gustaría subir? –sonreí y le di un beso suave en los labios.
-Te subiré en brazos. –sonreí de nuevo.

SAYA
Le miré a los ojos con mis manos aún aferradas a su nuca.
-Ya que has empezado esto… es mejor que lo termines…- Susurré, se notaba por mi tono de voz que estaba excitada, y es más, yo misma lo notaba. Estaba ardiendo y no deseaba otra cosa que poder sentir el tacto de la piel de Kai sobre la mía…

KAI
Agarré sus piernas para alzarla y la volví a besar.
-No se hable más. –deposité un beso en su garganta y caminé fuera de la cocina, esperaba no encontrar a nadie por el camino.
Caminé por las escaleras hasta llegar a la habitación. Me acerqué a la cama y la dejé con suavidad sobre ella, besando su cuello.

SAYA
Me recosté sobre la cama y cerré los ojos suspirando mientras Kai seguía con el cuello. Deslicé mis manos lentamente hasta sus hombros y retiré su chaqueta con suavidad dejándola caer por sus brazos. Una vez le despojé de la chaqueta, le miré a los ojos y empecé a juguetear con sus labios de manera sensual rozándolos con mis labios o mi lengua, que al igual que el resto de mi cuerpo, estaba ardiendo.
A esto era a lo que me refería cuando le pedí ayuda. No pensar en nada más que en sentirle a él, en probar sus labios y sus caricias evitando que pudiese centrarme en cualquier otro hombre que no fuese él.

KAI
La miré y acaricié su cuello, descendiendo lentamente mi mano hasta el final de su vestido, acariciando su muslo con la yema de mis dedos. Quería por encima de todo que disfrutase y que se olvidase de todos los problemas, de todo, y de todos…
Aventuré mi mano bajo el vestido, ascendiendo por su piel, pasando por cada centímetro hasta llegar al ombligo.

SAYA
Eché la cabeza hacia atrás levemente jadeando de manera acompasada sintiendo la mano de Kai bajo el vestido. Se me encogió el estómago haciendo que pegase un pequeño respingo cuando me acarició por la ingle y siguió subiendo hasta que finalmente llegó a mi ombligo. Encogí el vientre y le miré mordiéndome el labio inferior.
Agarré su camisa y empecé a desabrochársela besando sus labios con fuerza mientras jadeaba.


KAI
Me coloqué entre sus piernas, pasando mi otra mano hasta su muslo, haciendo que rodease mi cintura con sus piernas. La besé en el cuello con intensidad, llegando a morder levemente.
La miré y la besé de nuevo el los labios, acariciando sus piernas con mis manos y clavando levemente la yema de mis dedos.

SAYA
Gemí apretando mis labios con fuerza contra los de Kai mientras terminaba de quitarle la camisa. La dejé caer al suelo y llevé mis manos a sus hombros por los cuales fui bajando con las uñas hasta la parte de los riñones. No le arañé con mucha fuerza, pero si que le dejé marca en la piel, sin llegar a dañarle.
Encogí una de mis piernas haciendo que mi muslo se rozase con la piel de su costado y su cintura.
KAI
La miré y llevé mi mano suavemente hasta su tanga, acariciando su parte íntima. Sabía que a ella le gustaba, o al menos eso pensaba, no es que lo hiciese a menudo. La besé en los labios sintiendo su cuerpo caliente junto al mío, podía notar su excitación y la mía.

SAYA
Sentí que la mano de Kai se introducía de nuevo bajo mi vestido, pero esta vez llegaba más allá. Dejé escapar un gemido más intenso cuando empezó a acariciarme mi sexo de esa manera tan suave que hizo que me excitase bastante más y seguro que él mismo lo podía notar…
Jadeé intensamente besando sus labios como podía, ya que no podía reprimir algún que otro gemido debido a las caricias.

KAI
Esta vez introduje la mano por debajo del tanga, quería hacerla disfrutar más que otros días, y por lo que parecía, no iba mal encaminado, notaba su calor y oía sus jadeos.
La besé en los labios con intensidad sin parar de mover mi mano para excitarla, sentía su aliento en mi boca, ardía por dentro.

SAYA
Mi cuerpo entero se estremeció y la temperatura creció aún más sintiendo como la mano de Kai me acariciaba sintiendo sus dedos fríos entre mis piernas. Mi cadera empezó a contonearse suavemente siguiendo los movimientos de la mano de Kai. Gemí y mordí el labio inferior de Kai tirando de él después.
Estaba sintiendo mucho placer, más que nunca, y no era justo para Kai.
Llevé mis manos hasta el cinturón de su pantalón y lo quité en un momento tirándolo al suelo. Agarré el botón del pantalón entre mis dedos y lo desabroché lentamente. Besé los labios de Kai entre gemido y gemido mientras introducía mi mano bajo su pantalón notando su sexo totalmente erecto.
El estaba igual de excitado que yo y no era junto que yo disfrutase y él no. Le acaricié con suavidad el bulto de entre sus piernas y retiré el calzoncillo levemente para poder meter mi mano.

KAI
Cerré los ojos cogiendo aire cuando ella también quiso imitarme. La miré jadeando y la besé con fuerza, agarrando uno de sus muslos con una mano y estimulando su sexo con la otra.
La besé en la barbilla, en la garganta, todo mientras ahogaba mis jadeos contra su piel.

SAYA
Cerré los ojos con fuerza y gemí agarrando el pelo de su nuca con la mano que me quedaba libre, ya que con la otra no paraba de acariciar la entrepierna de Kai. Lo sentía muy erecto y más caliente que el resto de su cuerpo, pero no estaba tan caliente como lo estaba yo, ya que le era imposible.
Deslicé mi mano de arriba abajo en torno a su sexo sin parar de gemir. Hacía mucho que no hacíamos una cosa así y no sabía por que. Por mi parte sentía mucho placer.

KAI
Gemí con fuerza, esto no era lo cotidiano en nuestras relaciones, por eso me sentía más excitado que de costumbre. Cerré los ojos apoyando la frente en su pecho mientras con mi mano libre iba despojándola de su vestido.
La besé con energía, usando mi lengua con la suya.

SAYA
Tiré el vestido al suelo cuando Kai me lo arrebató. Le besé enredando mi lengua con la de él, la sentía más fría que de costumbre.
Me encargué de bajarle los pantalones por completo mientras que seguía acariciando su sexo más intensamente. Gemí con más fuerza, pareció más un grito y encogí el vientre sin poder dejar de contonear mi cadera y mi pelvis.
Miré a Kai jadeando y agarrándole de la nuca con mi mano libre.
-Kai… no voy a aguantar… mucho más.-Solté un grito de placer justo después de terminar la frase. Me estaba matando de placer y era lo malo, que por mucho que quisiese aguantar, el orgasmo llegaría en seguida. Kai me acariciaba en la zona más sensible de mi sexo con mucha suavidad, sabía donde y como tocarme para volverme loca, por lo que intenté causarle a él la misma sensación estimulando, al igual que él, la zona más sensible de su sexo.
Ahora que estaba sin pantalones, aproveché y llevé mi otra mano a su pelvis acariciándole con la yema de mis dedos.

KAI
Cerré los ojos cogiendo aire y apretando las sábanas con mis uñas. Saya iba a acabar, pero estaba seguro de que acabaría antes que ella, era inminente. Apoyé la frente en su hombro y lo besé.
Entonces sentí que no podía más y dejé escapar el orgasmo, me había adelantado, pero no paré de mover mi mano, no iba a dejarla a medias.

SAYA
Kai acabó ante, no pensaba que estaría más excitado que yo. A mi me faltaba bien poco, las caricias de Kai no cesaban y eso me excitaba más y más.
Gemí cerrando los ojos con fuerza y echando la cabeza hacia atrás. Clavé mis uñas en la espalda de Kai, por la zona de los riñones, dejando fluir el orgasmo, que fue mucho más intenso y largo que los que había tenido anteriormente con sexo normal y corriente.
Respiré con fuerza aún con los ojos cerrados y relajé mis manos dejándolas apoyadas en la espalda de Kai.
-Madre Santa…- Dije casi sin aliento.

KAI
Apoyé mis manos a cada lado de su cabeza cogiendo aire y sonreí.
-Puedes llamarme Kai. –la besé en la mejilla tumbándome a un lado.
-Vaya… -la miré- No pensé que fuera a ser así. Ha sido… muy excitante. –sonreí sin dejar de mirarla.
-¿Te ha gustado?

SAYA
Le miré y me reí levemente cogiendo aire.
-¿Tú que crees?- Solté una risotada apartándome el flequillo de la frente, la cual estaba sudando. -Te vas superando.- Sonreí y bajé la mirada a mi tanga, el cual agarré por las tirillas de la cadera y me lo bajé hasta quitármelo. Tendría que ponerme otro, ejem… limpio.
Miré a Kai de nuevo y alcé las cejas.
-¿Y a ti?

KAI
Solté una risotada mirándola.
-¿Tú qué crees? –posé mi cabeza en una de mis manos, bajo mi nuca.
-Pues no pensé que pudiésemos superarnos después de diez años juntos, siempre se aprende algo nuevo. –sonreí mirándola.
-Aún tenemos mucho por delante, podemos sorprendernos.

SAYA
Le miré y asentí.
-Si, si no te rajas, claro.- Me encogí de hombros y me senté sobre la cama. Cogí el vestido y me tapé con él sin llegar a ponérmelo.
Me levanté para coger la rompa interior limpia.
Nunca hacíamos nada distinto cada vez que hacíamos el amor, siempre era lo mismo. Más de una vez quise juguetear con Kai, pero siempre me frenaba, así que…

KAI
Alcé las cejas y negué con la cabeza.
Me senté en la cama pasándome la mano por el pelo.
-Eso lo dices porque te has quedado con ganas de más. –esbocé media sonrisa levantándome para vestirme, ya que estaba totalmente desnudo.

SAYA
Esbocé media sonrisa y me giré frente a él cuando se acercó para vestirse.
-A lo mejor el que tiene ganas de más eres tú ¿te recuerdo quién ha sido el primero en llegar al orgasmo?- Alcé las cejas y sonreí de manera traviesa.
-Reconócelo, eres un vicioso.- Le di un golpecito suave en su entrepierna y me giré para coger la ropa.

KAI
Le devolví el golpe en el trasero cuando se giró.
-De acuerdo, yo reconozco que soy un vicioso… Cuando tú reconozcas que te excitas sólo con verme desnudo. –esbocé media sonrisa y me puse los calzoncillos.
-Lo que no sé es cómo has tardado tanto con lo excitada que estabas ya en la cocina…

SAYA
Le miré cuando me giré con la ropa interior limpia.
-¿Pero qué dices? Yo no me he excitado en la cocina.- Me puse el tanguita y después el vestido.
-Y si he aguantado tanto es porque no estoy tan salida como tú que en cuanto te rozo se te pone durilla.- Sonreí mirándole mientras se vestía.

KAI
La agarré de la parte de adelante del vestido, atrayéndola a mí.
-Ya, eso habría que verlo, tú puedes disimularlo mejor. –la di un pico.
-¿Qué tal si dejamos el tema de quién está más salido? Los dos nos hemos dado placer el uno al otro, lo hemos pasado bien, y ya está. –me encogí de hombros.
-¿O te arrepientes?

SAYA
Le miré y sonreí.
-Oh, no, no me arrepiento.- Negué con la cabeza. Me giré y abrí la puerta para salir.
-¿Cuándo me he arrepentido yo de algo bueno que hemos hecho?- Le miré y sonreí.
-Aquí te quedas, Copito.- Salí del cuarto y cerré la puerta aún sonriendo.
Hacía mucho que no le llamaba Copito… seguro que se cabrearía conmigo…

KAI
Entrecerré los ojos mirándola cuando me llamó Copito, como cogiese de nuevo la racha… Como le gustaba picarme, era como un juego de niños.
Suspiré y terminé de vestirme. Entonces vi por la ventana a David, que montaba a caballo con Kai, pero parecía que iba de funeral con la cara que ponía, aunque cuando Kai se giraba cambiaba totalmente de parecer…
Suspiré, no podía hacer nada si él lo pasaba mal.

SAYA
Cuando yegua abajo, vi que había un grupo de seis chicas en el recibidor. Todas idénticas y vestidas de la misma manera. Por el pelo y el calor que desprendían las seis tendrían que ser del Reino del Fuego… pero… ¿qué hacía ahí?
Me acerqué y escuché que buscaban al rey. Alcé las cejas y me fijé en que eran doncellas o ayudas de cámaras. No sé porque me olía que Axel tenía algo que ver en esto…

KAI
Bajé las escaleras después que Saya y cuando iba a llegar al recibidor vi a seis chicas que aparentaban ser doncellas. Me quedé quieto en las escaleras, no eran de mis empleadas y… eran Piro…
Abrí los ojos ampliamente y retrocedí. Entonces me puse a pensar y… Suspiré.
Axel…
Bajé las escaleras y me puse al lado de Saya.
-¿Quiénes son?

SAYA
Miré a Kai y me encogí de hombros.
-No lo sé, pero son para ti…-Las chicas se giraron y miraron a Kai. Rápidamente, y sin darme tiempo a reaccionar, las seis se engancharon a Kai como garrapatas. Una de ella me empujó, sin mucha fuerza, pero lo bastante como para alejarme de ellas.
-Joder…- Las miré bien. Iban vestidas como doncellas, pero el vestido era muy, muy escotado y bueno… lo demás ya ni me fijé.
-Oh, majestad, somos vuestras nuevas doncellas y ayudas de cámaras. No se preocupe por nada, nosotras nos encargaremos de usted, le ayudaremos a vestirse a bañarse…- Una de ellas gritó como loca agarrándose al brazo derecho de Kai.
-¡Ah, yo me encargo de frotarle la espalda!- Otra más gritó y se agarró al otro brazo.
-¡Pues yo los brazos!
-¡Y yo el pecho!- Otra más se abrazó a él rodeando su cintura con sus brazos.
-¡Pues yo me encargo de las partes bajas!- Abrí los ojos como platos y las miré.
-¿¿Qué??- Agarré a la licenciada que se le iba a lanzar encima y la miré.
-Quieta parada, nena, tú no le vas a frotar en ningún lado, al igual que las demás.- Miré a las otras cinco chicas y alcé las cejas.
-Soltad a mi marido, por favor.- Esbocé una sonrisa forzada.

KAI
Sin casi darme cuenta, las seis chicas me rodearon y empezaron a engancharme a varias partes de mi cuerpo.
-Eh, esto… -cuando la última fue a engancharse del sitio que había dicho…
-¡Eh! ¡Ahí no! –por suerte Saya la frenó y pidió que me soltasen.
Asentí.
-Sí, la verdad es que prefiero el NO contacto físico… -me separé suavemente de ellas, alejándome hacia el lado de Saya.
-No sé quiénes sois, pero me parece que os habéis confundido de sitio… -una de ellas negó con la cabeza.
-No, señor, estamos aquí para usted, para servirle. –fruncí el ceño y habló otra.
-Somos… Un regalo. –sonrió tan feliz…
-Ya… -me pasé la mano por la barbilla.
-Por casualidad… ¿No os enviará el rey del Fuego? –las seis asintieron.
-Ya… Lo suponía. –miré a Saya.
-Creo que voy a tener unas palabritas con Axel, ¿me disculpáis? –me giré y me fui hacia la sala de estar para llamar a Axel, se la iba a cargar.

SAYA
Las seis miraron a Kai cuando se alejó para llamar a Axel. Suspiraron emocionadas ignorando que yo estaba allí.
-Madre mía, no me imaginaba que el Rey del Hielo estuviese así de bueno…- Dijo una de ellas mordiéndose el labio inferior y abanicándose con la mano.
-Si, la verdad es que el Rey Axel ha hecho bien en enviarnos, lo único es que no sabía que estaba casado.- Dijo otra más mirándome de reojo y con recelo.
-Se suponía que nos han mandado aquí para que el rey disfrutase ¡Bah! Da igual que esté casado.- Puse los ojos en blanco y carraspeé. Las seis se giraron para mirarme.
-Disculpadme un segundo…- Dije con cara de mala hostia y seguí a Kai.

KAI
Me apoyé en la pared marcando el número del castillo de Axel y pegué el auricular a mi oreja esperando a que él lo cogiese, en menuda me había metido ahora, seis doncellas que querían bañarme…
Carraspeé cuando sonó que descolgaban el teléfono.
-Axel, mi querido amigo Axel. –dije en un tono que él notase cómo iban las cosas.

AXEL
Estaba intentando poner tontorrona a Eri cuando sonó el teléfono.
-Será posible…- Cogí el teléfono quitándome la sábana de la cabeza.
-Digameeeeeee.- Escuché la voz de Kai.
-Anda, Kai, que alegría escuchar tu voz ¿qué tal machote? ¿Qué? ¿Has recibido ya mi regalo de bodas? Espero que sepas aprovecharlo ¿eh? Tú ya me entiendes.- Alcé las cejas y asentí.

KAI
Fruncí el ceño.
-Axel, ¿crees que he puesto tono de “Gracias por el regalo”? Noo, he puesto tono de “¿Qué coño tienes en la cabeza a parte de mujeres en pelotas, Axel? –suspiré.
-Esas tías quieren bañarme y frotarme todas las partes del cuerpo. No sé si lo recuerdas, pero es un regalo de BODA, en las bodas, la gente se compromete entre otras cosas a serse fiel, ¿sabes? ¿O esa parte no la conoces? –sonreí forzosamente mirando de reojo a la puerta.

AXEL
Me reí negando con la cabeza.
-¿Y qué pasa si quieren frotarte el cuerpo? Mucho mejor, eso es que son una chachondas. Oh, venga, Kai, date un caprichito, ya que no haces una despedida de solteros como Dios manda, al menos diviértete con ellas, seguro que están dispuestas a dejarse frotar también.- Solté una risotada.
-Además, si tienes miedo a que Saya te abra la cabeza, cosa que hará, no te preocupes, pon la escusa de que es una despedida de soltero y solucionado. No le serás infiel si te diviertes antes de casarte.

KAI
Me llevé la mano a la frente suspirando.
-Veo que no entiendes nada y sigues en tu quinta de liarlo todo, ¿eh? Voy a devolverte tu regalo, si quieres líos quédatelos, no me los pases a mí. –me incorporé para volver a la sala.

ALEX
Hinché los mofletes cuando se puso tan borde.
-Jopelas, Polito…- Suspiré.
-Eres un desagradecido y un sosaina. - Negué con la cabeza y bufé.
-Pues nada, devuélvemelas, asqueroso. Pero que sepas que las sospechas de que eres gay van en aumento, ningún tío sería capaz de rechazarlas ¿¿Tú las has visto?? No, supongo que no: “Oh, solo tengo ojos para Saya”- Imité su voz y le saqué la lengua, aun que él no pudo verme.

KAI
Puse los ojos en blanco.
-Pues precisamente están tan buenas que no entiendo cómo puedes haberte desecho de ellas, hombre, es una gran pérdida… -miré a la puerta y suspiré.
-Está bien, seré justo. Les daré un pequeño periodo de prueba, si se portan bien y no la lían se quedan, pero a la mínima las tienes allí facturadas como las maletas, ¿entendido?

AXEL
Sonreí y asentí enérgicamente.
-Ok, ya verás como no te arrepientes. Se portarán bien, muy, muy bien. Son bastante obedientes.- Sonreí ampliamente y suspiré.
-Pues nada, Polito de Limón, te dejó que tengo que hacer cosas íntimas, así que, me alegro de haber hablado contigo, en serio. ¡Oh, a propósito! Ten cuidado con Lucrecia, es mejor que no duermas desnudo.- Asentí.
-Hasta otra, chao.- Colgué el teléfono y volví a lo mío.

SAYA
Miré a Kai apoyándome en el marco de la puerta y cruzándome de brazos. Aún seguía hablando con Axel, aun que… pareció aceptar el “regalo” de Axel… genial…
-Con qué tendré que pasarme el día entero espantando a esas pelirrojas salidas…- Asentí y me separé de la puerta.
-De puta madre…- Negué con la cabeza y me alejé por el pasillo. Las doncellas me abuchearon cuando me vieron a mí y no a Kai. Puse los ojos en blanco y me fui hacia el piso de arriba, así resistiría la tentación de matarlas…

KAI
Suspiré llevándome la mano a la frente.
¿Qué tendría que hacer para tener contento a todo el mundo? Nada, no se podía, era imposible. Salí y las doncellas me miraron sonrientes.
-Vale… Os podréis quedar en un periodo de prueba, ya que sois un regalo… Pero no quiero nada de obscenidades contra mi persona, y eso incluye no tocarme, no necesito ninguna ayuda de cámara, ¿entendido? –las doncellas sonrieron asintiendo como niñas buenas, ya verías si no tardaban cinco minutos en arrancarme la ropa.
-Bien… entonces… -señalé el pasillo del servicio.
-Por ahí están las habitaciones del servicio, buscaos una. –asintieron aún sonrientes y pasaron por mi lado, sentí como todas me desnudaban con la mirada, estas Piro estaban más salidas…
Suspiré y subí las escaleras, intentaría razonar con Saya para que no se enfadase por la decisión.