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lunes, 31 de agosto de 2009

Capitulo XIV- LA ISLA DEL AGUA.

Damas y... damas, aquí os dejo el capitulo catorce, espero que os guste. Tensión, mucha tensión.


JIM
Estaba en la sala de los ordenadores, actualizando el sistema del antivirus. Pronto aterrizaríamos en la Isla del Agua, y no estaba de humor para ponerme a pelear con civiles. Era la tercera vez que el ordenador daba error, y le di una patada al panel de mandos.
-Eres una porquería. –Me quité los auriculares y los dejé sobre el teclado.
-Ahí te pudras. –Me crucé de brazos.
-Las mujeres me tenéis harto, muy harto.


NEO
Fui a buscar a Jim para avisarle de que nos íbamos a la isla, le encontré en la sala de los ordenadores liándose a hostias con la CPU.
-Ey, ey, ey, que el ordenador no tiene la culpa de que la arpía sea como es.- Me acerqué y posé una de mis manos en su hombro.
-Vamos, chico, Kai ha ordenado que nos reunamos en el puesto de mandos, y no tardes, que tengo que aterrizar.- Dicho esto, salí de la sala y me dirigí al timón. Aterricé en menos de tres minutos, sobre terreno seguro y firme. Abrí la compuerta principal y saqué la plataforma para que pudiesen bajar.


KARA
Yo me senté en una silla en la cocina con el deshumificador encendido.
-Pasadlo bien, yo me quedo aquí, vigilando y protegiendo a Quimera. –Me despedí con la mano.
-Traedme un souvenir.


SAYA
Neo aterrizó la nave y abrió la compuerta. Empezamos a salir, Kara se quedó en la nave junto con Jim y Erika que seguía en la cama.
Neo salió el primero, esperé a Kai junto a la puerta. Estaba muy nerviosa y no sabía lo que nos esperaba allí dentro.

KAI
Llegué junto con Saya, que parecía hecha un flan.
-Tranquila, ¿ves? No pasa nada, nadie ha venido a acribillarte. De momento… -dije con una voz tenebrosa.
-Venga, vamos, lo que más debe asustarte ahora es Neo, y mírale. –Dije señalándole con la mano.



SAYA
Puse los ojos en blanco y le miré.
-Neo me la…- Dejé la frase a medio terminar.
-Déjalo.- Bajé de la nave siguiendo a Neo. Me guardé la daga en el cinto de mi muslo, suspiré y miré a mí alrededor mientras caminábamos.


Nos adentramos en el bosque, todo estaba en calma, demasiado en calma para mi gusto. La vegetación se había adueñado por completo de las casas que había en las afueras. Me quedé plantada delante de un manantial que me resultaba familiar.
Neo y Kai me adelantaron mientras yo me esforzaba en acordarme por que me resultaba tan familiar. Me fijé en la gran cascada, entonces fue cuando mi mente se llenó de recuerdos.
Me sonrojé al recordarlo.


KAI
Me giré, Saya se había quedado atrás. Metí las manos en los bolsillos.
-¿Disfrutando del paisaje? –No sabía si estaba atenta, se sonrojó, miré en la dirección que miraba ella. Una cascada.
-Pues vale… ¡Saya, vamos!


SAYA
Kai me llamó y enseguida reaccioné. Me reuní con él sin decir nada.
Seguimos caminando hasta adentrarnos de lleno en la ciudad. Estaba en ruinas.
Abrí los ojos ampliamente y miré la ciudad.
-Está…- Di un paso adelante mirando las casas que ahora solo eran escombros con enredaderas. Había indicios de batalla, pero no habían restos, ni cadáveres.
-¿Y los cadáveres?-Pregunté.
-¿Qué coño ha pasado aquí?


KAI
Me fijé en el panorama, era algo desolador. No pude hacer otra cosa que pensar en mi reino, ¿habría corrido la misma suerte sin mí allí? Miré a Saya, más que dolida parecía asombrada. Después alcé la cabeza.
-Draco.


SAYA
Corrí hasta el palacio real, subí las escaleras y vi que el trono estaba vacío. Todo estaba abandonado. Un desierto. Giré la cabeza y miré atenta un pequeño altar que se situaba al lado de una pequeña charca. Me acerqué despacio t lo contemple con pesar.
-Este era mi templo, donde me encargaba de cuidar el tesoro….- Estiré un brazo y deslicé la mano por la piedra húmeda.
-Dios…- Susurré.


NEO
Vaya mierda de reino, estaba hecho una pocilga. Me rasqué la frente y me senté en una roca.
-¿Y para esto hemos bajado? ¿Para encontrarnos con… nada? Pues vaya mierda.- Carraspeé y dejé descansar mi fusil en el suelo, saqué una cantimplora y pegué un trago.



KAI
Me acerqué a Saya y posé una mano sobre su hombro.
-Lo siento… No pensé que pasaría esto, Saya. –me acerqué más a ella.
-¿Quieres… que te dejemos sola o algo?


SAYA
-No. No es nada.- Dije desinteresada. Aparté la mano del altar y me alejé un poco para verlo.
-En el palacio, el rey siempre escondía un baúl repleto de dinero y joyas, tal vez siga ahí. El muy desgraciado lo escondía muy bien.

NEO
Me levanté de un salto al oír la palabra “dinero”.
-¿A qué esperamos? Ese tío me caía bien, muy pero que muy bien.-Cogí el fusil y di un paso hacia el palacio. Un rugido hizo que me alertase y me quedase quieto.
-Eso no me ha gustado nada.- Cargué el fusil y miré atento.



KAI
Agarré el mango de la espada cuando oí eso.
-¿Qué clase de bichos a parte de tigres dientes de sable hay por aquí, Saya? ¿Zombies?


SAYA
Escuché el rugido, no me sonaba de nada.
-No lo sé, pero dudo que sean de esta isla.- Di un paso atrás y permanecimos en silencio. Solo se escuchaba nuestras respiraciones agitadas y alertas. Miré hacia mis pies, sentí un pequeño temblor. Fruncí el ceño y miré a Kai y a Neo.
-¡Atrás!- Una trampilla se abrió bajo mis pies haciendo que cayese dentro. La trampilla se cerró.
-Joder.- Miré en frente, el mismo rugido de antes retumbó bajo la trampilla, justo donde me encontraba yo. Una criatura negra y humeante se abalanzó sobre mí intentando clavarme los dientes. Saqué la daga y se la clave en la sien justo cuando lo tenía encima.

NEO
Todo pasó deprisa, de golpe y porrazo Saya ya no estaba. Se había colado por una trampilla.
Los rugidos eran más intensos y provenían de todas partes.
-Kai, será mejor que nos piremos de aquí.- De repente emergieron de debajo de la tierra criaturas nefastas que jamás había visto. Disparé contra todos los que venían hacia mí.
-¡Mierda!- Salían de todos lados.



KAI
-¡Saya! –grité cuando cayó a una trampilla. En pocos segundos Neo y yo estábamos rodeados por criaturas negras, lo más seguro es que estuviesen hechas a partir de la oscuridad. Desenvainé mi espada y la puse frente a mí.
-¿De dónde salen? –empecé a atacarlas, salían de todas partes.
-¡Neo! –uno de los bichos le iba a atacar por la espalda, pero con mi rapidez pude llegar a tiempo y cortarla en dos mitades. Me coloqué junto a Neo espalda con espalda.
-¿Qué hacemos? No voy a dejar a Saya ahí abajo.


NEO
No paraban de emerger, de todos lados, de la tierra, del agua, de entre los árboles. Me quedaba poca munición y no iba a dejar que Kai se encargara de todo.
-Será mejor que nos vayamos, Saya sabe cuidarse sola según me has dicho.- Disparé a otro que se lanzaba hacia nosotros.
-No podemos hacer nada, Kai. Si nos quedamos moriremos, pero si nos retiramos tendremos una oportunidad para sobrevivir. ¡Mierda! Me estoy quedando sin munición, Kai.- Golpeé a uno con el extremo del fusil.
-¡Vámonos!


SAYA
Tenía que andar agazapada, pues donde había caído era un canal de túneles.
Miré hacia atrás al ver a otra criatura correr hacia mí. Agarré el mango de la daga y la lancé incrustándose en uno de los ojos de la criatura. Respiré agitada y seguí adelante. Por lo visto, no había salida, pero si esos animales entraban tendría que ser por algún lugar.


KAI
Me estaba quedando sin fuerzas, no paraban de salir por todas partes.
-Neo… vete tú. –dije arrebatándole la cabeza a uno.
-Yo no dejaré aquí a Saya, sálvate tú. –me falló el brazo y uno de los monstruos se lanzó sobre mi brazo, cerrando sus fauces en él. Solté un pequeño gemido de dolor.


NEO
Utilicé el fusil como porra, golpeaba a las criaturas reventándoles la cabeza.
-¡Ni de coña! No voy a irme.- Uno de los bichos mordió el fusil sin llegar a romperlo, hice fuerza hacia fuera para que no llegasen sus dientes a mi rostro.
-¡Vámonos!- Agarré a Kai y empecé a correr.
-Saya se cuidará bien, no te preocupes por ella.


KAI
El brazo me dolía, me había clavado los dientes con fuerza y la herida era profunda.
-No, Neo, no voy a dejarla ahí. –hice fuerza para deshacerme de él, pero siempre me había superado en ese aspecto.
-¡Neo! –le empujé, pero lo único que logré con ello fue hacerme tropezar.
-Maldito humano egoísta.

NEO
Ayude a Kai, tenía el brazo machacado.
-No soy egoísta, son realista. No tenemos ni idea de donde se encuentra Saya en este momento. Adelante, ¿quieres ponerte a excavar para encontrarla? Muy bien, hazlo, pero no cuentes conmigo.- Le dejé ahí, no iba a jugarme el pellejo por una arpía.


KAI
Me soltó y pude deshacerme de él, en ese instante uno de los bichos saltó sobre mí, lo atravesé.
-¡Saya! –quizá si la oía sabría cómo sacarla de ahí. Volví al interior, buscando la trampilla por la que había caído. Corrí hacia ella cuando la divisé y la pisé, pero no hubo ninguna reacción.
-¿Qué? –seguí pisando fuerte cuando me acorralaron los bichos, alcé la espada de nuevo.
-¿De dónde salen? –repetí.


SAYA
No encontraba salida ninguna, solo me encontré con un callejón sin salida.
-Genial…-Me giré y vi a uno de los animales que corría amenazante hacia mí. No tenía escapatoria, así que, corrí hacia el monstruo y justo cuando este iba a saltar para morderme, derrapé pasando por debajo de él. El bicho se estampó contra la pared reventándose.
-Puaj…- Volví sobre mis pasos hasta la trampilla por la que había caído. No sabía como estaba ni Kai ni Neo.
-Mierda…- Golpeé la trampilla, pero esta no se abría. Respiré hondo, cogí aire y volví a golpear con todas mis fuerzas.


KAI
Ninguno atacaba, simplemente acechaban, yo giraba sobre mí mismo vigilándolos. Entonces saltaron. Alcé la espada sobre mi cabeza y sentí que el suelo desaparecía bajo mis pies, caí. Pude ver, antes de que se cerrara la trampilla, que los bichos se chocaron unos con otros. Caí boca abajo, sobre blando.
-¡Saya! Te he encontrado. –dije levantándome y tirando de ella.
-vale, ¿cómo salimos de aquí?


SAYA
Por fin se abrió la trampilla, pero en vez de yo subir, volví a bajar sintiendo una mole de músculos encima de mi. Me quejé, entonces fue cuando me di cuenta de que era Kai.
-Ohm… genial.- Me levanté y le miré seria, señalé la trampilla.
-Pensaba salir por ahí, pero veo que ya es imposible.- Puse los ojos en blanco.
-Déjalo.- Vi que estaba bien, eso me alivió, pero no duró ni cinco segundos. Dos bichos nos habían rodeado, cada uno en el extremo del túnel.
-Muy bien, esto mejora por momentos.


KAI
Por un segundo mi vista se volvió borrosa al mirar al bicho.
-Y que lo digas… ¿Sabes hacer torniquetes? No veo muy beneficioso desmayarme y dejarte aquí con el marrón, después me pegarías. –alcé el brazo malo enseñándole la herida, por suerte no era el brazo de la espada.
-Es que empiezo a ver cosas extrañas, ¿tú eras rubia o morena? –la miré, me miraba seria.
-Alivio la tensión, joder.


SAYA
Miré a Kai y sin pensármelo, le arranqué la manga ensangrentada vigilando de vez en cuando a los bichos. No atacaban, pero el olor a sangre les tenía alterados. Me manché las manos de barro y se lo embadurné sobre la herida, acto seguido me quité el cinto del muslo y se lo puse alrededor para que la herida dejase de sangrar.
-Apañado.- Le miré y agarré mi daga, la lancé contra uno de los monstruos clavándoselo en el cráneo.

KAI
Me hizo un torniquete con su cinto del muslo. Miré al monstruo que quedaba vivo, corría hacia nosotros, no esperé. Cargué con mi brazo bueno y lancé la espada haciendo que en el aire girase sobre sí misma hasta llevarse la cabeza del bicho por el camino. La espada se clavó en la pared, con la cabeza en el centro. Jadeé cansado.
-Menuda movida, ¿eh?


SAYA
Kai se cargó al último monstruo que quedaba. Suspiré más tranquila y miré la trampilla.
-A ver quien tiene cojones de abrirla de nuevo.- Sonreí cansada y miré a Kai.
-Haz los honores.- Le señalé la puerta.

KAI
La miré de reojo y después a la trampilla.
-Bien, hagamos algo que Saya no ha podido hacer. –la entregué la espada- Sujeta.
Miré a la trampilla.
-Quizá haya dos metros desde aquí, ¿no? –la miré. Me acerqué y medí mi altura y la suya con la mano, volví a coger mi espada y la dejé en el suelo.
-Súbete a mis hombros, así llegaremos. –me agaché.


SAYA
Nos midió con la mano.
-¿Qué me suba a tus hombros? Vale.- Me acerqué y me subí con cuidado de no hacerle daño.
-Cuidadin, que te veo.- Me agarré a su camiseta y suspiré acojonada.
-Verás como acabamos en el suelo.


KAI
Me alcé, quizá demasiado deprisa, porque Saya se dio con la trampilla en la cabeza.
-… -ahogué una risa- Se siente. –canturreé.


SAYA
Me golpeé la cabeza con la trampilla, gemí de dolor llevándome las manos a la azotea.
-Bruto.- Se aguantó la risa, le di una colleja cuando se mofó de mí.
-Cabrón, ten más cui….- Me desequilibré e hice que Kai tropezase y cayese al suelo, yo encima de él con las rodillas a cada lado de su cabeza. Me quejé por el golpe. Le miré y me di cuenta en la posturita en la que nos encontrábamos. Sonreí y alcé una ceja.
-Se siente.- Canturreé.


KAI
Caímos los dos al suelo en una postura bastante comprometedora.
-Oh, genial. ¿Sabes? Esto es algo que contarle a nuestros nietos, ¿no crees? –la aparté de mi cara empujándola hasta mi vientre y me senté.
-Eso te pasa por rencorosa, casi nos matas a los dos.

SAYA
Me senté sobre su abdomen dejando que se incorporase.
-No seas imbécil, si no hubieras sido tan bruto no habría pasado esto.- Rechisté agarrándole del cuello de la camisa.
-La próxima vez date tú el porrazo.


KAI
-No lo quisieras. –la di un pico.
-Sufrirías por ello. “¿Estás bien, Kai? ¿Te has hecho daño, cielo?” –la imité en una antigua jerga que usaba cuando estábamos casados, pero con el niño, no conmigo…
La cogí de la cintura y la volví a besar.
-¿Qué tal si te levantas y nos largamos de aquí?


SAYA
Me imitó muy malamente seguido de un beso.
-Ja, ja, ja, que gracioso eres Kai.- Me levanté y me llevé las manos a la cintura.
-Si crees que con un beso se arregla el chichón que me ha salido, vas listo.


KAI
Sonreí maliciosamente ante sus palabras. Sin avisarla, la cogí a la altura de las rodillas y la alcé. No llegaba hasta la trampilla, pero era una distancia corta.
-¿Te subes a mis hombros, o te subo yo?

SAYA
Me agarró de las rodillas y me alzó.
-¿Tienes un casco a mano?- Me miró serio.
-Vale, vale…- Como pude, posé los pies en los hombros de Kai hasta erguirme por completo. Estiré los brazos y empujé la trampilla hacia fuera, cedió un poco, así que empujé con más fuerza.
-Ya… casi… está.- La trampilla se abrió del todo y me agarre a los salientes, me impulsé y salí al exterior. Vi una enredadera cerca de mí, en una roca, la desenrollé y se la lancé a Kai.
-Vamos.

KAI
Miré la enredadera que me había lanzado, ¿en serio pensaba que la necesitaba? Cogí carrerilla y di un salto hacia la pared, me impulsé con un pie y del impulso llegué al saliente al lado contrario, me ayudé con las manos a subir, aunque la herida del brazo se resintió, y me puse de pie.
-¿Qué tal si nos vamos de aquí antes de ser pasto de… bichos?


SAYA
Kai subió sin ayuda de la enredadera, como no.
-Se me olvidaba que estoy ante el hombre-mono. Anda, vamos.- Empecé a caminar con la esperanza de salir de allí lo antes posible.
Nos cruzamos de nuevo con la catarata, la di un último vistazo antes de seguir adelante. Seguro que Kai no se acordaba de lo que pasó allí, fue el lugar donde me quedé embrazada de Kai. Jr… es normal que su padre no se acordase, no le iban los sentimentalismos.


KAI
La abracé la cintura por detrás mientras la daba un beso en el cuello.
-¿Te crees que no me acuerdo, tonta? Si me acuerdo de lo pesada que eras de venir todos los días a verme después de que te salvé y del sitio donde te toqué por primera vez, ¿cómo no voy a acordarme de la noche que pasamos bajo esa cascada?

SAYA
Sonreí cuando me dijo aquello.
-Si, fue una noche increíble… aunque, nunca es tarde para mejorar.- Eso claramente era un desafío. A Kai siempre le han gustado los desafíos, era difícil que se resistiese a uno.
-¿Nos vamos?-Pregunté mirándole, me aparté despacio y acto seguido reanudé la marcha.


KAI
Qué capulla, cómo la gustaba torturarme y desafiarme. La seguí de cerca hasta situarme a su lado, la cogí de la cintura y ambos volvimos a la Quimera.



NEO
Ya tenía la nave en marcha cuando vi aparecer a Kai junto con la arpía.
Pero bueno, ¿esta tía no se moría nunca?
Esperé a que estuviesen a bordo para cerrar la compuerta y despegar la nave.


KAI
Cuando entramos en la nave me dirigí directamente a la sala de mandos y cuando entré le di un puñetazo en la cara a Neo. Kara, que estaba a su lado retrocedió con los ojos saliéndose de sus órbitas.
-¿Pretendías dejarnos ahí, cabrón de mierda?


NEO
Kai me propinó un puñetazo en la cara en cuanto entró. Me levanté y le agarré de la camiseta devolviéndole el puñetazo.
-Intentaba salvarte, idiota, pero tu estabas emperrado en salvar a Saya. No daba tiempo, por ti me hubiera quedado, pero por ella no.- Señalé a la arpía que me miraba con el ceño fruncido y los puños apretados.
-¿Vas a pegarme?- Agarré una de las pistolas de Kara y apunté a Saya, justo entre ceja y ceja.


SAYA
Neo le devolvió a Kai el puñetazo, apreté los puños y miré con rabia a Neo. Este se puso chulito y me apuntó con una pistola de Kara. Me acerqué hasta que el cañón se posó en mi frente.
-¿Y tú a dispararme?- Le pregunté en el mismo tono.



KARA
Todo se puso patas arriba. Neo agarró una de mis pistolas y apuntó a Saya, y si no fuera poco, ella le picó más. No sabía si Neo era capaz de dispararla, así que me acerqué con cuidado y puse mi mano sobre una de las de Neo.
-Eh, venga, Neo, no te pongas así. Tú no eres de los que mata por matar, venga, bájala. –le pedí.

NEO
Kara se acercó y me pidió que bajase el arma. La miré de reojo sintiendo como el cañón apretaba la piel de Saya. Me miraba sin miedo, no se inmutaba de nada, ni de lo que la dijese. Mantenía mis miradas firme y sin temblar… eso me desquiciaba más.
Hice ademán de apretar el gatillo, pero Kara tenía razón. Bajé la pistola sin dejar de mirar a Saya.
-Espero que lo pierdas todo.- Le devolví el arma a Kara y acto seguido volví a mi puesto despegando la nave.


KAI
Jamás había llegado a pensar que Neo fuese capaz de hacer eso, y menos delante de mí. Cogí a Saya por los hombros, sabía que no se iría tan pancha por su propio pie, así que la saqué de allí, sin mirar a lo que antes era mi amigo.


KARA
Respiré hondo un par de veces, el corazón me iba a mil. A veces Neo podía ser muy susceptible. Cuando conseguí calmarme, me acerqué a Neo y le abracé por el cuello, mirándole.
-No quiero que vuelvas a hacer eso, ¿vale? –se notaba en mi voz que lo que acababa de hacer me había asustado, ¿y a quién no le asustaría? El estar tan tranquilo y de repente verle en una escena de amenaza no era algo normal.

NEO
Kai se la llevó lejos de mi vista. Me senté en mi sillón y sentí como Kara me abrazaba por el cuello. Me miró.
-La próxima vez, esparciré sus sesos por la nave, y me da igual lo que me haga Kai después.- Dije serio mirándola.
-Por culpa de ella he perdido la amistad con Kai, desde que reapareció.


KARA
Le miré con tristeza, aunque no lo aparentase porque por fuera estaba enojado, lo más seguro es que por dentro se sintiese mal por perder a su amigo. Le acaricié la cara con cariño.
-No te sientas así… Yo aún no entiendo por qué la odias, ella al fin y al cabo no te ha hecho nada para que te pongas así.


NEO
Kara me acarició con cariño, la miré ante su pregunta.
-Esa mujer empezó a darme malas vibraciones en cuanto Kai me contó lo que había hecho con él. Egoísta, embustera y mezquina, yo la veo así. Manipula a Kai a su antojo, él piensa que le quiere, pero una persona así no es capaz de querer a nadie, solo a sí mismo. Y el remate fue, cuando la encontré en la bodega, no solo insultó y ofendió a Kai, sino que me atacó.- Miré a Kara y respiré hondo.
-Lo siento, pero no puedo cambiar de opinión respecto a ella.


KARA
Bajé la mirada un momento al suelo.
-Yo creo que deberías darla una oportunidad. –Le volví a mirar- A mí tampoco me caía bien, hablé con ella y me di cuenta de que no es como creemos que es. –le acaricie el pelo y suspiré.
-Lo siento… te-te dejo en paz. –Me separé de él- Me… voy a mi cuarto, no te canses conduciendo, ¿vale? –me dirigí a mi cuarto, esto se me escapaba de las manos y no era algo que me hiciese gracia.
Además estaba el tema de que ahora Neo me importaba de verdad, y empezaba a sentir cosas por él, y tampoco me gustaba, porque no sabía si podría llevar una relación estable sin que a los dos días él me dejase por cualquier burrada que me diese por hacer.

domingo, 30 de agosto de 2009

Capítulo XIII - Dragón frito

Aquí el capítulo más largo que hemos hecho... xD No os extrañéis por el nombre, ya lo comprenderéis.


NEO
La noche había teñido de negro el cielo por fin. Kara estaba tumbada en la cama desnuda y boca abajo. Yo la miraba desde la ventana, también desnudo. Sonreí y saqué la cabeza por la ventana para respirar algo de aire fresco. Ya se notaba el salitre en el ambiente, el mar estaba cerca, o lo más seguro, debajo de nosotros.
El país del Agua estaba cerca, pues la humedad era muy abundante.



KARA
Menuda tarde me había hecho pasar el piloto. Le miré, estaba totalmente desnudo junto a la ventana. Sonreí y cogí una sábana, levantándome y tapándome con ella, me acerqué y le tapé también.
-A ver que desconsiderada ve este cuerpo serrano e intenta quitarte de mi lado… -susurré besándole junto a la oreja.



NEO
Me giré y agarré a Kara por la cintura pegándola a mí. Sonreí y la besé por el cuello con suavidad.
-Tranquila, es muy difícil encontrar otras mujeres por aquí, y más flotando a por lo menos 5000 pies de altura.- Sonreí y la tapé con la sabana.
-¿Y tú? Una mujer como tu no debería esta a la vista de un simple piloto. ¿Qué pensará tu familia rica?-Bromeé y la besé con sensualidad, acariciando sus labios con los míos.
Un temblor en la nave hizo que nos desequilibrásemos y cayésemos al suelo. Agarré a Kara entre mis brazos para que no se golpeara.
-¿Estás bien?-Pregunté mirándola preocupado. Al ver que estaba bien, me levanté agarrándola a ella.
-¿Qué coño ha sido eso?- El temblor se repitió con mayor intensidad. Cogí mi pantalón y me lo puse deprisa y corriendo junto con las botas. Miré a Kara.
-Quédate aquí, voy a ver contra que nos hemos dado.


KARA
Hubo dos temblores que nos desequilibraron, en el segundo caí atravesada sobre la cama. Neo decidió ir a investigar dejándome a mí ahí.
-Sí, hombre, me voy a quedar yo aquí. –dije echando la sábana a un lado y cogiendo un vestido ligero del armario, algo fácil de ponerse. Me lo coloqué sobre el cuerpo sin ponerme nada más que las botas.
-Venga, vamos. –dije saliendo.


SAYA
Estuve inquieta toda la tarde, justo después de ir a ver a Tigre.
El ambiente estaba más cargado y notaba como las mareas subían. Estábamos cerca de mi antiguo “hogar”. La humedad era palpable, y más aún cuando una es una aqua, o era una aqua.
Cayó la noche, me encontraba en cubierta, tumbada sobre la parte más alta de la nave al aire libre contemplando las estrellas.
Me incorporé y miré en frente, la isla ya era visible desde mi posición. Me deslicé por el metal hasta aterrizar en el pequeño balcón por el que una vez casi perdemos a Erika.
Entré en la Quimera, entonces fue cuando un temblor me hizo agazaparme y agarrarme a unos tubos en la pared.
-¿Qué coño…?- El temblor se repitió una vez más, me sujeté con fuerza hasta que pasó.


JIM
Acababa de echarme a dormir cuando hubo un gran temblor que me hizo caer al suelo.
-¿Qué? ¿Qué pasa? –me pregunté a mí mismo algo desorientado. Me levanté y me asomé al pasillo aún con el pijama (es decir, en boxer) Saya estaba agazapada a un lado. Me acerqué a ella.
-Saya, ¿estás bien? –pregunté ayudándola a incorporarse.


SAYA
Me levanté cuando el temblor desapareció. Miré a Jim y me vi reflejada en el cristal del botiquín. Los ojos se me habían tornado a un color azul marino oscuro, parecían negros.
-Si…- Me acerqué a una de las ventanas y vi que el ancla se había enganchado entre unas calas, teníamos el mar alborotado justo debajo. Las olas rompían en los acantilados.
-… he vuelto…- Susurré.

JIM
La miré algo extrañado, sus ojos se habían vuelto de un color más oscuro.
-¿Estás bien, Saya? ¿Te has… hecho daño o algo?

SAYA
No apartaba la mirada de la isla, negué ante la pregunta de Jim.
-Estoy bien…-Señalé la isla.
-¿Tenemos que bajar ahí?- Pregunté tranquila.


JIM
Me asomé a la ventana y miré la isla. Parecía tenebrosa con el mal tiempo que hacía.
-Bueno… eso parece, aunque supongo que no saldremos hasta que mejore el tiempo. –dije rascándome la nuca y acto seguido bostecé.


SAYA
Me giré sin mirarle.
-Vuelve a la cama.- Antes de que se retirase, posé una mano en su hombro y clave mis ojos oscuros en los suyos.
-Otra cosa, Jim, no intentes volver a besarme.- Sonreí y salí a cubierta para disfrutar de la lluvia.

JIM
Me sonrojé cuando dijo aquello. ¿No le había gustado? Pues era la primera mujer que opinaba que no besaba bien. Me fijé que estaba en boxer.
-Oh, genial… -me llevé una mano a la cara y me fui a mi cuarto.


NEO
El causante de las vibraciones resultó ser nuestro ancla se había encallado entre unas calas y había hecho que la nave se parase. Estábamos a oscuras y no se veía nada allí abajo, lo más indicado era apagar los motores y mantener la nave en vuelo con los paneles de gravedad.
Fui al camarote de Kai para informarle.
-Kai, es en ancla, esta atrapada entre unas rocas marinas. Bajaría a quitarla pero no aguanto mucho tiempo bajo el agua y no conozco a nadie que se maneje bien en las profundidades.


KAI
Iba a salir para ver qué pasaba cuando Neo se presentó en mi puerta y me explicó todo eso. Me quedé unos segundos mirándole.
-Oye, ¿me estás tomando el pelo? ¿Sabías que tenemos una Aqua a bordo, Neo?


NEO
Mierda, era verdad, la arpía. Pues mira, al parecer iba a servirnos de ayuda.
-Muy bien, Kai ¿y por qué no la ordenas que baje y desenganche el ancla? Así conseguiremos estrellarnos.- Dicho esto volví al puesto de mandos.


KAI
Puse los ojos en blanco y suspiré.
-Sí, señor. –salí en busca de Saya. Estaba lloviendo, de modo que supuse que estaría fuera. Salí a la cubierta y en efecto, estaba allí, bajo la lluvia.
-Saya, necesitamos tu ayuda.


SAYA
Kai salió a buscarme, necesitaban mi ayuda, muy bien. No dije nada, solo asentí y le seguí.
-¿Qué pasa?-Pregunté al ver a Neo tan alterado.
-¿Qué necesitas de la arpía?- Miré a Neo con una sonrisa guasona en los labios.


NEO
La miré fulminante, que asco la tenía, pero era la única Aqua a bordo.
-Muy bien, déjate de chorradas y ayúdanos. Tienes que desenganchar el ancla de las rocas o todos nosotros acabaremos en el fondo del mar hechos uno atunes.- Era borde aposta, no la soportaba.

KAI

-Yo te ayudaré. –le dije a Saya- No es plan que vayas tú sola ahí abajo, quizá necesites ayuda. –dije revolviéndome el pelo mojado para retirar las gotas que había en él.
-Vamos a prepararnos para bajar.

SAYA

-¿Prepararnos? ¿Seguro que podrás seguir mi ritmo, Copito?- Sonreí y me quité los cinturones y el culot, quedándome con la camiseta y la braguita. Salí a la cubierta y me subí a la barandilla, miré hacia abajo, había por lo menos 80 metros de altura y las olas rompían fuerte.
-Pues nada, te espero abajo.- Me lancé de cabeza, caí a gran velocidad y choqué contra el agua sumergiéndome. Al principio era doloroso, el choque del cuerpo contra el agua, pero para mí, después, era gratificante.


KAI
-Genial, será kamikaze. –miré a Neo, alcé una de las bengalas acuáticas que había cogido antes de que Saya se tirase.
-Si necesitamos ayuda, lanzaré una, el único que puede ayudarnos a subir si pasa algo es Jim, a no ser que tú te sientas con fuerzas de bajar ahí abajo… Hasta ahora. –mordí la bengala y me tiré al agua de cabeza, siguiendo a Saya.


SAYA
Todo estaba oscuro ahí abajo, saqué la cabeza y vi como Kai se lanzaba. Justo enfrente estaba el ancla y la cala. Buceé hasta ella y me subí encima de la cadena del ancla esperando a que Kai se acercase. Mientras, no apartaba la mirada de la isla…. Parecía distinta y algo me empujaba a ir allí. Me quedé un largo rato mirándola.

KAI
Tenía algo de escozor aún en el cuerpo cuando me situé al lado de Saya. Me coloqué el pelo hacia atrás.
-El agua está más fría de lo normal por aquí, ¿no crees? –pregunté, alzando la voz, pues el mar estaba agitado. Acto seguido sonó un trueno que iluminó el cielo.
-De puta madre… -dije, si llegaba un rato hasta aquí, cosa muy improbable, nos quedábamos todos fritos.
-¡Vamos! –me sumergí en el agua.


SAYA
Asentí y me zambullí con él. El ancla estaba encajada y enredada entre las algas. Cogí mi daga y empecé a cortarlas rápidamente. Me di la vuelta y me metí entre las calas sin dificultad, pues cuando estaba en mi elemento podía ser como él.
Apoyé la espalda en una roca y con los pies y la fuerza de mis piernas intenté retirar otra de las piedras para soltar el ancla.
Giré la cabeza rápidamente…. Me pareció ver algo. Miré a Kai y le índiqué con la mano que subiera a la superficie conmigo.


KAI
Saya hizo señales de que subiésemos a la superficie. Asentí y comencé a nadar. Cuando alcancé la superficie y pude respirar me sentí aliviado. Con la mano, me retiré el agua de la cara para que no se metiese por ningún orificio, busqué a Saya con la mirada.

SAYA
Saqué la cabeza poco a poco. Miré a Kai y le hice señales de que se estuviese cayado con uno de mis dedos en mis labios. Miré tras él, una enorme aleta dorsal asomaba y se dirigía hacia nosotros.
Agarré el brazo de Kai con mucha lentitud y le acerqué.
-No te muevas.- Le susurré en el oído señalando a la criatura.
-Dame la bengala.- Me llevé a la boca el mango de mi daga sin dejar de mirar al monstruo que se acercaba.


KAI

Miré la aleta, ¿un tiburón?
-¿Crees acaso que la bengala lo asustará? –pregunté susurrando, sacando la bengala del bolsillo y entregándosela en mano.


SAYA
Sonreí y até mi daga a un extremo de la bengala con un alga.
-No, pero servirá para reventarle en mil pedazos, además, no es un tiburón, es un dragón.- Dije, le di un pico y me sumergí, buceé a gran velocidad y divisé al dragón, no es el típico escupe fuego, no, este era el más terrorífico. Su cuerpo está lleno de púas y al simple roce, te vas para el otro barrio. Son ciegos, por lo tanto cualquier movimiento crea una honda que la percibe enseguida, por eso hay que permanecer Inmóvil.
Le divisé delante de mí, era enorme, pero una cría al fin y al cabo. Sujeté la daga con una mano y la bengala con la otra, en cuanto la bengala rozara una de sus púas, ¡pum! En mil pedazos.
Así lo hice, el monstruo pasó por mi lado, me estuve quieta, aunque seguro que sabía que estaba allí. Le miré y justo cuando fui a clavarle la daga, este me percibió. Fue directo a por mí. Me moví rápido y acabé en su lomo clavándole la daga en toda la cabeza. El dragón saltó a la superficie como un delfín conmigo encima. Pude ver a Kai, abrí la bengala y dejé que cayera encima de las púas del Dragón. Salté a tiempo de evitar la explosión.


KAI
Casi no me enteré de lo que pasó después del pico. Vi como Saya salía disparada de bajo el agua montada sobre aquel dragón. Fue alucinante, parecía que lo había domado. Entonces vi como clavaba la bengala en el dragón. Abrí los ojos ampliamente y me sumergí lo más que pude cuando la explosión inició. Una vez finalizada, volví a subir a la superficie y busqué a Saya con la mirada.
-¡Saya! –la llamé, bajo el murmullo del agua furiosa.


SAYA
La explosión no llegó a afectarme, fue alucinante, El Dragón reventó como yo esperaba. Salí de debajo del agua y tomé una gran bocanada de aire. Jadeé y miré como el animal había quedado, hecho pedazos. Sonreí.
-¡¡¡WOOOOOO!!!- Chillé eufórica y excitada.
-¡Dios! ¡Ha sido alucinante!- Empecé a descojonarme sin parar y me acerqué a Kai.
-¿Has visto lo que he hecho? Pensaba que la iba a palmar, en serio, pero en realidad me ha dado tiempo a saltar.- Me eché el pelo hacia atrás y miré a Kai, la risa cesó, seguro que estaba cabreado.

KAI

Suspiré.
-Espero que te lo hayas pasado bien, pero tenemos que volver. –señalé con el dedo hacia arriba.
-A no ser que quieras que se vayan sin nosotros, claro, no creo que les importase mucho librarse de mí.

SAYA
Asentí y miré de nuevo la isla.
-¿Iremos allí? -Le pregunté mirando hacia la isla. Estaba como hipnotizada, hacía años que no volvía allí, a donde nací.
-Ya no soy una Aqua, no tiene sentido que yo pise esa tierra.

KAI
-Nadie pertenece a esa tierra de aquí, y no por ello no tenemos derecho a ir, ¿no crees? –nadé hasta ella y la agarré del brazo.
-¿Qué te parece si vamos subiendo? Siento que algo corre bajo mis pies y no me gustaría tener que arrancar tentáculos con los dientes.


SAYA
Sonreí cuando dijo lo de los tentáculos.
-Tranquilo, yo te protegeré.- Miré por última vez a la isla y acto seguido hice lo que me ordenó. Nadamos hasta el ancla por fin liberada. Me agarré a la cadena y extendí una mano a Kai para ayudarle a subir.

KAI

No necesitaba ayuda para subir, pero cogí la mano de Saya y me alcé hasta agarrarme con una mano en la cadena y la con la otra agarrar a Saya de la cadera. Pude ver en mi mano que el agua se estaba congelando en mi cuerpo, había una pequeña escarcha.
-Vaya, otra vez. –alcé la cabeza.
-¡Neo! ¡Sube el ancla! –grité, no me oiría de otra manera.


NEO
Al fin el ancla estaba liberada, escuché a Kai y empecé a subir la cadena.
-¡Seguro que tenéis buenas vistas desde ahí!- Sonreí y esperé que la cadena subiera del todo.

SAYA
Sonreí y bajé la cabeza. Una de mis manos rodeaba la cintura de Kai mientras que la otra se aferraba a la cadena. Nos subieron pero no al puesto de mando, sino a la sala de máquinas, donde guardaban en ancla. Allí nos esperaba Erika con un par de toallas y ropa seca.
Agarré una toalla y me la enrollé alrededor del cuerpo.


KAI
Cuando llegamos a la sala de máquinas me revolví el pelo para apartar el agua, convertida en pequeñas gotas de granizo por el frío de mi cuerpo. Cogí la toalla y me la puse en la cabeza mientras me quitaba la camisa para secarme.



SAYA
Erika dejó encima de una mesa la ropa para cambiarnos, Me sequé le pelo todo lo que pude y acto seguido me quité la camiseta. Erika se había ido y no había nadie más que Kai, así que, no me importaba, no había nada que no hubiese visto antes,
Agarré una camiseta blanca de tirantes, supongo que de Erika y me la puse, me quedaba algo apretada, pero al ser elástica…
-¿Te has asustado cuando me has visto encima de aquel bicho?- Le pregunté a Kai mientras me despedía de mis braguitas. Me puse un pantalón corto, un poco más grande y me giré para mirarle.

KAI
Cuando formuló aquella pregunta, un escalofrío recorrió mi espalda, el cual no hice notar, la miré, con su ropa seca, la quedaba pequeña
-No digas tonterías, ¿qué te hace pensar eso? –me quité los pantalones y cogí la camiseta negra que había en la mesa.


SAYA
Sonreí y me senté en la mesa.
-Que me alegro de que no te preocuparas, no quiero que lo hagas, nunca.- Le miré sinceramente.
-Además, ese Dragón no era gran cosa.- Me estiré y me bajé de la mesa, me acerqué a Kai y le di un beso en la mejilla alborotándole el pelo.
-Buenas noches, Copito.- Sonreí y me dirigí a la puerta.


KAI
-No me llames así. –dije peinándome con una mano. Definitivamente a esta mujer le afectaba la humedad. Terminé de vestirme y cogí todo. Subí las escaleras hasta los pasillos de los camarotes.

TIGRE
Caminaba por los pasillos cuando Saya y Kai regresaron de un trabajito. Era tal el alboroto que me era imposible conciliar el sueño. Me encontré de cara con Kai. Clavé mis ojos verdes en los de él.
-Espero que sepas cuidar de ella, sino, me la llevaré de aquí y muy lejos.- No quería ningún mal para ellos dos, pero eran muchas las veces que había visto a Saya llorar por él y no aguantaría ni una más.


KAI
Entrecerré los ojos cuando vi al gato y me amenazó.
-Tú no pintas nada en eso, Tigre. Eres amigo de Saya y punto, ella decide su destino, y si elige estar conmigo, tú no puedes apartarla de mi lado porque te sientas solo. Lo siento, pero es así. He estado sin ella seis años por su felicidad, y no voy a renunciar de nuevo, no al menos por ti. –le esquivé. No me gustaba mantener conversación con un animal, me sentía ridículo.
-Sé que sufres por Saya, pero no tienes ni remota idea de lo que he sufrido yo, así que te aconsejo que me dejes tranquilo de una vez. Yo estaba protegiendo a Saya desde mucho antes de que tú llegaras, así que no intentes ocupar mi puesto, ¿oído? –me tenía harto, siempre esperando a que cometiese un error para intentar arrancarme un brazo.



TIGRE

Kai me dejó las cosas claras, cosas que ya sabía de sobra.
-Se lo que has sufrido, y lo que estás sufriendo por ella, se te hace complicado y lo sé, Saya ha cambiado mucho desde que tú no estás a su lado. Con esto no te quiero decir que la culpa sea tuya de la separación, fue solo elección de ella, pero te puedo decir una cosa que ninguno de esta nave sabe. En esa isla hay algo que irrita a Saya, ten cuidado, su comportamiento puede cambiar esta noche, y mientras permanezcáis en la isla.- Le miré y acto seguido volví a la bodega.


KAI
¿Para qué tanto misterio? Si pretendía meterme miedo iba a necesitar más que un par de palabras en mi mente relacionadas con el comportamiento de Saya. Ella en sí no me daba miedo, lo que me daba miedo era lo que pudiera pasarle.
Suspiré y me arrasqué la nuca. Sería lo mejor que tuviese vigilada a Saya, así que fui a buscarla.


SAYA

Estaba fuera, la lluvia paró y el mar parecía un estanque.
No podía dejar de mirar la isla, algo me inquietaba, desde que llegamos. Parecía muy apagada, sin vida. La vegetación era muy abundante, pero…
Suspiré y me tapé con una manta que me había prestado Erika.



KAI

La vi de nuevo en la cubierta, tapada con una manta, mirando la isla a lo lejos. Parecía inquieta. Me acerqué, y rodeé sus brazos con los míos, apoyando la barbilla en su hombro.
-¿Tienes frío? Estás temblando.



SAYA

Kai se acercó por detrás y me abrazó.
-Un poco, pero se me pasará, tranquilo…- Me acomodé la manta sobre los hombros y apoyé la nuca en su pecho, cerré los ojos disfrutando de la brisa.



KAI

-Echas de menos la isla, ¿verdad? –sentía que a parte de frío tenía nervios, no sabíamos lo que encontraríamos al llegar. Ella fue desterrada, ¿y si teníamos algún problema?
-¿Por qué no vamos dentro e intentas dormir un rato? Te sentirás mejor.

SAYA

Suspire y abrí los ojos.
-Si…-Dije con la voz algo temblorosa. Seguro que esa noche tendría pesadillas.
Rodeé la cintura de Kai con mis brazos y apoyé la cabeza en su pecho mientras volvíamos dentro.
Le miré sin que él se diera cuenta, sonreí levemente y volví a apoyar la cabeza sobre su pecho. No me hubiera imaginado que estaría de nuevo así, agarrada a él.


KAI
Saya estaba rara. Nunca solía tener frío y parecía nerviosa. Algo me escamaba a mí también, en esa isla había algo que nos traería problemas.
Cuando llegamos a la habitación, me acerqué al armario y saqué una sábana. Yo nunca pasaba frío, por lo que en mi cama no había nada con que taparse, sólo la funda. Vi que seguía distraída, me acerqué y la alcé la cabeza para que me mirase.
-Todo irá bien. –deposité un suave y frío beso en su frente.


SAYA
Cerré los ojos y suspiré.
-Supongo que si.- Dije simplemente, seguía distraída, pues no podía quitarme de la cabeza esa rara sensación.
Me senté en la cama tapándome con la manta.
-Nunca había tenido frío, bueno, más bien no es frío… es inquietud.- Le miré.
-No quiero molestarte, seguro que estás cansado y quieres dormir.- Me levanté.



KAI
-No te preocupes. –la agarré de los hombros y volví a tumbarla. Me acosté a su lado, rodeándola con mis brazos.
-Intenta dormir aunque sea un poco, lo más posible es que mañana necesitemos energía, puede que haya soldados de Draco allí. –la acaricié el pelo, pasando mis dedos entre sus rizos.


SAYA
Me tumbó de nuevo y se acostó junto a mí. Me rodeó con sus enormes brazos y me acarició el pelo.
Me giré y apoyé la frente en su pecho, respiré hondo y cerré los ojos.


El sueño no duró mucho, me desperté cuando la luz del sol se filtraba por la ventana de Kai. Me levanté y me senté en el poyete de la ventana contemplando como los rayos iluminaban la piel pálida de Kai.

KAI
Empezaba a sentir el calor sobre la piel, el sol había comenzado a salir. Busqué a Saya con la mirada, estaba apoyada en la ventana. Me senté.
-¿Has podido dormir, Saya? –pregunté pasándome la mano por la nuca.


SAYA
Kai se despertó, le miré y negué. No había dormido nada desde que me tumbé junto a él
-Cabezadas, solo eso.- Me encogí de hombros bajando la cabeza.
-No te preocupes, me echaré un rato cuando volvamos.



KAI
Suspiré.
-Está bien. –me levanté.
-Voy a vestirme, después quiero que vengas conmigo a desayunar. Además de no dormir no puedes estar sin comer. –abrí el armario y busqué la ropa. La coloqué sobre la cama y me quité la camisa.
-Si ves que puedes dormir un rato ahora no hay problema, descansa.

SAYA
Negué de nuevo y me quedé ahí, subida en el poyete.
Le miré mientras se quitaba la camisa y se vestía. Me crucé de brazos sin decir nada.
-¿Cuándo piensas partir?


KAI
La miré de reojo mientras me cambiaba de pantalones.
-Partiremos todos cuando estemos preparados. –me acerqué y la di un beso corto, seguido de uno más largo.
-¿Tienes hambre?

SAYA
Le acaricié la mejilla con la yema de mis dedos.
-No mucha, la verdad.- Le miré a los ojos y suspiré.
-No me imaginaba que después de tanto tiempo me iba a afectar tanto el volver a la isla. Cuando… ni siquiera es mi verdadero hogar.- Aparté la mano de su mejilla con suavidad.



KAI
-Pero eso es porque… tu hogar está en el Reino del Hielo, con Kai, Max, Natty, conmigo… -posé la mano sobre su cara, que ocupaba toda su mejilla y parte de la frente.
-No tienes por qué tener miedo, estamos contigo… todos, ¿vale? No te va a pasar nada ahí abajo.


SAYA
Posé mi mano encima de la suya, sonreí ligeramente, sus palabras me aportaron algo de confianza.
-Si tú lo dices, te creeré.- Sonreí y me bajé de la ventana.
Me percaté de que encima de su mesa de estudio se hallaba su espada envainada. Me acerqué y la cogí. La desenvainé y miré el acero. Era ligera y fácil de manejar. La volví a envainar y se la entregué a Kai.
-¿Me enseñarás a utilizarla?



KAI
Cogí la espada cuando me la entregó y la colgué a mi espalda.
-¿Qué? ¿Desde cuándo te hace falta a ti una espada? –pregunté algo descolocado por la pregunta. Abrí la puerta para que saliese.


SAYA
Me encogí de hombros y le miré inclinando la cabeza levemente a un lado.
-Todos tienen armas y yo, bueno… peleo como una fiera salvaje, no sé… lo veo poco noble.-Salí antes que él y le esperé.
-Pero déjalo, no hace falta que me enseñes si no quieres.



KAI
-No, claro… puedo enseñarte, supongo que no supone ningún problema. Aunque te advierto que soy un profesor impaciente, así que no vengas con “profe, estoy cansada”, ni “ay, me he cortado con la espada, ¿puedo ir a curarme?” –sonreí.


SAYA
Le di un leve codazo en el abdomen.
-No te pases, profe.- Sonreí y le miré de reojo.
-¿Sabes lo que más me gusta de que tú seas mi profe? El que yo sea tu alumna, será una relación peligrosa.- me giré y le miré con cara inocente.
-¿Y si lo descubren mis papis?


KAI
Me reí.
-Bueno, iré a la cárcel, a ti no te pasará nada. –la giré, la cogí de la cintura y la empujé hasta la cocina.
-Las alumnas deben alimentarse bien, así que a desayunar. –cuando entramos por la puerta de la cocina, estaba allí Kara, semidesnuda, sentada sobre la mesa, con la cabeza entre las piernas. Alcé una ceja.
-¿Qué… haces?



KARA
Alcé la cabeza cuando Kai me preguntó.
-Humedad. Asquerosa y húmeda humedad. –me pasé la mano por el brazo.
-Se te pega como una lapa, es horrible, siento que me deshago, ¿cómo podéis vivir aquí? –me puse una coleta.
-¡Si tengo hasta bochorno! –le miré.
-Oh… no he preparado desayuno, os conformáis con cereales o café. –alcé mi taza.
-Lo ha hecho Neo, está muy aguoso, os recomiendo los cereales. –bebí un sorbo e hice una mueca.
-Sabe a agua de fregar.


SAYA
Sonreí, era muy normal, Kara era un Piro. Abrí la nevera y miré lo que había.
-Uuuuh, fresas.- Miré a Kara.
-¿Se puede?


KARA
-Coño, si quedan… -cogí una.
-Son tuyas. –salí de la cocina, cuando pasé por el lado de Kai me dio un escalofrío.
-Dios, tío, estás helado. –me fui a paso ligero.
-¡Neo! ¡Necesito calor humano!


SAYA
Saqué el cuenco con las fresas y lo puse encima de la encimera. Miré a Kara mientras se iba, sonreí cuando grito aquello.
-Parece que la capitana y el piloto congenian bien.- Agarré una fresa y la mordí.
-¿Quieres?-Le pregunté a Kai, sabía que era su fruta favorita.



KAI
-¿Me tomas el pelo? –me acerqué y cogí una.
-Hace siglos que no como de estas. –La mordí- ¿Sabes que las mejores se cultivan en el Reino del Rayo? –Me quedé callado un momento- Parezco una Maruja, ¿verdad?



SAYA
Me reí y asentí.
-Una Maruja muy atractiva.- Sonreí y cogí otra fresa.
-Voy a cambiarme, marujón, que tengas suerte con tus chismes.- le di un beso en la mejilla pringándosela de fresa.
-Uy, te he dejado marca.- Me reí y salí.



KAI
Sonreí cuando salió y me limpié la mancha en la mejilla con la palma de la mano. Cogí el cuenco y me comí otra fresa. Miré a todas partes, cogí una silla, la pegué a la encimera, me subí y dejé el cuenco sobre un armario alto.
-Son mías. –dije triunfal bajando de un salto.

sábado, 29 de agosto de 2009

Capitulo XII - RESIGNACIÓN.

Buenas noticias, compañeros, Erika y Jim... bueno, ya lo veréis vosotros, no voy a desvelar nada.
KUKUKUKUKU ^^


ERIKA
Kai, Saya y Kara estaban en medio del pasillo gritando y discutiendo. No les miré, me sentía avergonzada, agarré mi maleta y pasé de largo hacia la salida. No quería despedidas, no me las merecía, ni lamentos, ni nada de ellos, no los quería….Ellos habían sido mis amigos y sin embargo yo les engañé y les mentí.


JIM
Vi a Erika pasar por mi lado hacia la salida, sin mediar palabra. Dediqué una mirada fulminante a Kai y la seguí con mi maleta, ella no merecía eso, no ella. La respuesta por parte de Kai había sido injusta, ella era la única que nunca había cuestionado sus órdenes y se lo pagaba echándola de la nave, egocéntrico…

SAYA
Miré a Kai que se quedó quieto sin hacer nada. Suspiré cabreada y fui tras ellos.
-Espera, Erika, no tienes porque irte, Kai… no, no lo decía en serio. No puedes irte, no lo consentiré.- Me planté en la puerta de entrada.
-Además, Neo no ha aterrizado la nave, no podréis iros a no ser que saltéis y no creo que sea lo que queráis.



NEO
Erika y Jim salieron con las maletas hechas y con tristeza en su rostro.
La arpía les impidió salir, mira, algo que hace bien por primera vez.
-Hacedla caso, no pienso aterrizar, vosotros veréis.


JIM
Todos estaban de acuerdo en que nos quedáramos, excepto Kai. Miré nuestros amigos.
-Gracias, chicos, pero una orden es una orden. Todo queda en manos del Jefe, ¿verdad? –me fijé en que todos miraron a Kai- Te doy las gracias por ser tan considerado con nosotros, mira que librarnos de tener que aguantar tus estúpidas órdenes y tus cabreos monumentales… es algo que se agradece, la verdad. –dije con una sonrisa.
-Bueno, que… ya nos veremos. Aunque, no sé, quizá nos pillen los civiles de camino y nos enchironen o directamente nos frían a balazos. –me encogí de hombros.
-Neo, aterriza, anda. –le pedí tranquilo.


SAYA
-¡No!- Grité y les miré.
-Sé que no pinto nada aquí y lo único que hago es traer problemas, ni yo misma me considero de la tripulación, porque no lo soy. Sé que mis palabras entran por un oído y salen por el otro, pero, si puedo hacer algo por evitarlo… lo haré, aunque desafía al mismísimo demonio….


KARA
Alcé de nuevo la pistola, pero decidí guardarla, no fuera a ser que la armara gorda.
-Yo opino lo mismo. Estos chicos no se van de aquí, por encima de mi cadáver, y te aseguro, Kai, que antes de que eso pase el que será pasto de peces serás tú. –le amenacé, cabreada, siempre me sacaba de mis casillas.


KAI
Todos estaban en mi contra, ¿qué era el respeto para ellos? Kara y Neo me miraban como asesinos, Saya me desafiaba, Erika estaba con el alma por los suelos y Jim con una sonrisa triunfal. Apreté los labios con fuerza y lo mismo hice con los puños.
-Haced lo que os de la real gana. –escupí. Me fui a lo largo del pasillo, no podía soportar ni un minuto más rodeado de esos traidores.

SAYA
Como no el rey de Roma se había cabreado, parecía un niño, si no hacíamos lo que él quería se mosqueaba.
Suspiré y miré a Jim y a Erika.
-Eso es un sí, así que, dejad vuestras cosas en el camarote.- Sonreí.




JIM
Sonreí triunfal, sabía cómo reaccionarían todos ante mis palabras y cómo reaccionaría él ante sus miradas. Abrí la maleta, mostrándole a Saya que estaba vacía.
-Los elementales somos muy predecibles. –eché una mirada a Neo.
-Y los humanos más. –cerré la maleta sonriendo y volví para dejarla en mi cuarto.
-Ah, se me olvidaba. –volví sobre mis pasos y me coloqué delante de Saya.
-Iba a dártelo como despedida, por si no iba bien la cosa, pero como no nos vamos… te lo doy igual. –solté la maleta, la agarré de la cara con las manos, acercando su rostro al mío y la besé. Sus labios estaban fríos, y eso me desagradó, pero seguía siendo Saya, y la estaba robando un beso. Me separé sonriendo, volví a coger la maleta y me fui por el pasillo.


SAYA
Me alegraba tanto que se quedaran que no me di cuenta cuando los labios de Jim se posaron sobre los míos. Me estaba besando. Se separó y se marchó a su cuarto.
Carraspeé y miré a los demás.
- ¿Lo…. lo habéis visto? ¿Ha pasado de verdad?- En fin, Kai tenía razón, tenía un nuevo pretendiente… de 17 años…. Genial.


ERIKA
Sonreí aliviada, nos íbamos a quedar en la Quimera, Kai estaba mosqueado… que le den. Fui a darle un abrazo a Jim cuando me fijé que besaba a Saya. En ese momento me sentí rara, el corazón me dolió, me dolió ver a Jim besándose con Saya, ¿pero porqué? Jim y yo solo éramos buenos amigos, pero… supongo que el roce hace el cariño… ¡¿Pero qué digo?!
Sacudí la cabeza y seguí a Jim hasta mi camarote.




SAYA
Después de reaccionar sobre el reciente beso de Jim, decidí ir a ver a Kai, pues estaba de mal humor y necesitaba hablar con él.
Entré en su camarote abriendo la puerta con cuidado.
-¿Kai?... ¿Puedo entrar?- Pregunté con miedo. No quería que se pusiera como un energúmeno.

KAI
Después de todo aquello me fui al camarote y me senté en el alfeizar de la ventana, recapacitando sobre lo ocurrido. Pasaban de mí como de comer mierda, había quedado más que claro. Últimamente esto de la jerarquía era algo que se respetaba poco.
Saya se asomó y me preguntó si podía entrar. La miré con los ojos entrecerrados y volví la vista a la ventana.
-¿No celebras vuestra victoria con tus amigos?



SAYA
Estaba sentado en la ventana con cara de mala uva. Entré y cerré la puerta tras de mí y me quedé apoyada en ella.
-Sigues cabreado, ¿verdad?- Suspiré y me acerqué a paso lento por si le molestaba que yo estuviese allí. Me acerqué a la ventana y me apoyé en ella mirándole.
-Vamos, Kai, al haber aceptado les has hecho muy felices.- Sonreí para animarle un poco.


KAI
La miré de reojo.
-¿Y de qué sirve que sean felices un par de días si cuando la dé otro ataque posiblemente no podamos salvarla? ¿Serán felices entonces, Saya? –me levanté y me paseé por la habitación, inquieto.
-Cuando tomo una decisión uso la cabeza, ¿vale? Nadie quiere aceptar nunca que lo hago por el bien de todos.


SAYA
Me senté sobre la mesa y le miré mientras se paseaba de un lado a otro quejándose. Solté una pequeña risotada.
-Kai.- Una de las veces que pasó por mi lado, le agarré del brazo y lo arrimé a mí. Alcé la cabeza para poder mirarle.
-Yo cuidaré de ella, lo prometo, puede que ya no tenga poderes curativos, pero conozco un montón de recetas curativas, solo necesito hiervas medicinales.- Le acaricié el cuello con las manos.
-Sé que intentas hacer lo posible por ayudar a tu tripulación, me doy cuenta, pero ¿no te has preguntado que tal vez, si alejas a Erika de nuestro lado se podría poner peor? No tengo las misma experiencia que un medico, pero… por intentarlo.- Sonreí mirándole a los ojos.


KAI
Desvié la mirada resoplando. ¿Cuándo tendría yo razón para ella?
-Siempre te pones de parte de todos menos de mí, empiezo a pensar que te gusta torturarme psicológicamente. –dije mirándola de reojo.
-¿Es eso?


SAYA
Sonreí acompañado de una leve risilla.
-¿Psicológicamente?- Le giré la cara para que me mirara acercando su rostro al mío.
- No solo psicológicamente, nene.- Sonreí y me levanté apartándole con suavidad deslizando mis manos por su abdomen.
-Deberías ir a clases de yoga, te estresas mucho.- Esbocé media sonrisa.
-A no ser que quieras que sea yo la que te quite todos los males.- Me reí juguetona.



KAI
Esbocé una pequeña sonrisa.
-Pero que cabrona eres. –dije acercándome más, y encerrando sus labios entre los míos.
-¿A ti parece bonito distraerme de esta manera, ninfa traviesa? –la volví a besar.


SAYA
Sonreí de nuevo y le besé tirando de su labio inferior. Le miré a los ojos posando sobre sus labios mi dedo índice.
-Traviesa hasta la medula, nene.- Me aparté y me acerqué a la puerta.
-Pues nada, yo me voy, será mejor que me vaya a ver a Tigre.


KAI
Sonreí cuando se alejó, será calienta braguetas.
-Eh, espera un momento. –dije acercándome.
-¿Me vas a dejar ahora por un gato? –pregunté apoyando la mano sobre la puerta.
-Además, tengo que comprobar algo. –volví a besarla, saboreando sus labios.
-¿Quién a parte de yo te ha besado, Saya? –pregunté algo mosca, me figuraba quién, pero no quería imaginarlo.

SAYA
Se acercó y me besó agarrando mis labios con los suyos. Se separó y entonces fue cuando descubrió el pastel.
-Ups…-Sonreí inocente. Pensé rápidamente en algo para cambiar de tema.
-Oye, ¿sabes que Axel ha tenido gemelos?- Vaya mierda de tema.
-Uis... Pues… bueno… ¿aparte de ti?-Me encogí de hombros con la sonrisa infantil perfilando mis labios.
-Nadie.



KAI
-Saya… -advertí. Suspiré con los ojos cerrados.
-Si no fuera porque es un crío haría filetes de Sajonia con él, así que… procura que no vuelva a pasar. Más que nada porque… bueno… -la cogí de la barbilla- Porque no consiento que ningún niño ligue con mi ninfa. –la volví a besar.
-Por cierto, ¿besa bien?


SAYA
Joder, estaba mareada de tanto te beso ahora, te beso después.
-Eres muy celoso, Kai, en eso no has cambiado. Y si, besa muy bien.- Sonreí de forma rencorosa.
-¿Y qué es eso de TU ninfa?


KAI
-Es de lo más normal que sea celoso, Saya, ¿tú no te has dado cuenta de la clase de mujer que eres? Que como tú hay otras pocas en el mundo y son muy codiciadas. Aunque claro… es porque no te han visto a ti. –la besé, esta vez más prologando, saboreando sus labios.
-Y sí, eres MI ninfa. Como si no lo supieses tú ya. –sonreí.
-Por cierto, si besa bien… haré que lo olvides. –la agarré de la nuca con una mano y con la otra la agarré de la cintura. Jugueteé con sus labios entre los míos, sobre los míos, entrelazando nuestras lenguas… Me separé ligeramente, dejando que nuestras narices se tocasen.
-¿Cómo decías que besaba?

SAYA
Me besó de una manera en la que podría olvidar hasta mi nombre.
Jadeé con los ojos cerrados.
-Una cosa… ¿sabes a caso como me llamo?- Me reí por no llorar, este hombre me desarmaba.
-Puf…- Abrí los ojos y le miré, sonreía triunfal aún con su mano en mi cintura.
-Por que me estás agarrando de la cintura, por que sino, te aseguro que me habría desmayado.


KAI
Sonreí. La tenía comiendo de la palma de mi mano, y disfrutaba con ello de lo lindo. La volví a besar, a ver si era verdad que iba a desmayarse.

SAYA
Me besó de nuevo, a este hombre no se le gastaban los labios. Le seguí el beso enredando mis dedos en el pelo de su nuca. Justo cuando empezamos a dejarnos llevar por la excitación, paré.
Carraspeé y me separé.
-Pues eso, que pienses en lo que te he dicho, ¿vale? Pues ala, luego nos vemos.- Salí del camarote y me apoyé en la pared del pasillo jadeando aún por la falta de aire.
-Joder…- Sacudí la cabeza quitándome la tontería de encima, lo dicho, Kai y yo encerrados en el mismo cuarto es peligroso.
Respiré hondo y me encaminé a La bodega.



KAI
Cuando se separó de mí me quedé con los morros en posición. Sonreí cuando salió y la di una palmada en uno de sus cachetes mientras cerraba la puerta.
-Pero qué capulla es la tía… -murmuré.




KARA
Entré en la sala del timón, Neo había vuelto a su puesto y conducía la Quimera. Me acerqué y rodeé su cuello con mis brazos.
-Hola, hombretón, ¿a dónde nos llevas?



NEO
Miré el mapa de la capital cuando unos brazos cálidos me rodearon el cuello.
Giré la cabeza y sonreí al ver a Kara.
-No te lo imaginas, vamos al reino de la arp…. Saya.- Sonreí y la agarré de la cintura, la senté sobre mis piernas y la miré.
-O, si lo prefieres podemos tirar a todos por la borda e irnos tú y yo a donde desees.- Sonreí, era una broma, pero seguro que le gustaba.



KARA
Sonreí.
-Es muy tentador. –le agarré de la nuca y le besé con ganas.
-Mmm, creo que voy a caer en la tentación, pero no hace falta tirar a todos por la borda, porque al único sitio que vamos es a mi camarote. –dije levantándome y tirando de él por la camisa.



NEO
-Muy bien.- Me levanté con ella y antes de abandonar el puesto de mandos, pulsé el botón del piloto automático. La nave se dirigía al país del Agua, y yo… al camarote de Kara.

Capítulo XI - SECRETO

Se tuercen las cosas, lectores o.o Por cierto, esto es fanservice puro y duro xD


ERIKA
Entramos en la sala de entrenamiento, había todo tipo de armas allí. Desde un simple cuchillo hasta un bazoca.
Dejé que Jim pasara el primero, acto seguido le indiqué que me siguiera con la cabeza. Nos acercamos a la zona de tiro, empecé con algo sencillo, una pistola espía del calibre 35.
Me puse unas gafas amarillas y le entregué a él otras junto con los cascos.
-Ten, empezaremos con algo fácil.- Le entregué el arma en la mano.
-Es muy ligera y pesa muy poco, es normal, el cañón está hecho de acero. Bien, el gatillo, el retroceso y el cargador. Es lo más simple, ¿de a cuerdo? Apunta y dispara.-
Señalé con el dedo a una diana expuesta a unos tres metros de distancia.
-Intenta dar al centro, si puedes.- Sonreí y me aparté para dejarle su espacio.



JIM
Sonreí algo irónico cuando dijo lo de darle al centro.
-Vaya, qué curioso, yo pensaba que en las clases de tiro se intentaba dar al profesor entre ceja y ceja. –dije apuntándola entre los ojos y bajando la pistola mientras me reía. Me coloqué las gafas y miré la pistola, según las explicaciones recibidas anteriormente, debía cargarla, de modo que lo hice como otras veces había visto hacer a Kara. Miré a la diana, y alcé la pistola a la altura de mis hombros, con el cuerpo ligeramente girado hacia un lado, y apuntando con la mano derecha y sujetando la pistola por debajo con la izquierda. Apunté cerrando un ojo. Las manos me temblaban ligeramente por la tensión, y apreté el gatillo. Me fijé, y había dado casi un metro alejado del objetivo.
-Vaya… -fruncí el ceño.


ERIKA
Sonreí y me acerqué, me coloqué detrás de él y agarré una de sus manos para apartarle la pistola.
-Te pones muy tenso, es lo que hace que la pistola se desvíe, después, un consejo, mantén los dos ojos abiertos.- Mientras le miraba disparé dado en el centro de la diana, sonreí aún mirándole.
-¿Lo ves? Si te relajas, el arma hará todo lo que tú quieras.- Se la entregué y me aparté de nuevo.



JIM
Tragué saliva cuando Erika posó su mano sobre la mía. Entonces me fijé que hacía muchos gestos de ese tipo, como cogerme de la mano, ¿era su manera de ser o…? Escuché lo que me decía y se alejó un poco. Relajé los hombros y volví a alzar la pistola, esta vez con los ojos abiertos. Respiré profundamente y apunté al centro de la diana. Apreté el gatillo.
Esta vez el agujero fue dentro de la diana, pero en la segunda línea más cercana al centro. Al menos era mejor que fuera de la diana, ¿no?



ERIKA
Disparó, esta vez la bala se incrustó en la segunda línea de la diana.
-Bien, aprendes rápido.-Me acerqué y miré la diana.
-Pero sigues desviándote.-Le arrebaté la pistola y me puse delante de él apuntando a la diana, apoyé la espalda en su pecho para que adoptara la misma postura que yo. Me fijé, Jim me sacaba una cabeza, si que era alto.
Me encogí de hombros y apunté, disparé y acerté, todo eso a la velocidad de la luz.
-¿Qué te parece?



JIM
Se colocó delante de mí, pegándose a mi pecho. La miré algo confuso, ¿pero qué pretendía? Sentí como el corazón me aceleraba cuando apoyó su espalda sobre mí. Me empezaba a poner nervioso de alguna manera, quizá porque no sabía que quería de mí.
-Eh… es impresionante… -dije, algo inseguro, no me había fijado bien en su pregunta, así que no sabía si había respondido bien. Miré la pistola entre sus manos y llevé las mías hacia ella, para poder disparar. Al ver que no se alejaba, comprendí que esta vez me ayudaría a apuntar, así que expulsé aire sobre su pelo, esperando que no notase que no estaba del todo cómodo con esa postura. Seguro que notaba el ligero temblor de mis manos.


ERIKA
Sonreí cuando dijo que estaba impresionado. Le notaba algo tenso, agarró mis manos las cuales tenían el arma. Le temblaban, estaba muy nervioso.
Giré la cara y le miré con el ceño levemente fruncido.
-¿Estás bien, Jim? Te noto muy nervioso.- Solté una mano y la llevé a su mejilla.
-No te preocupes.- Sonreí, seguro que sabía exactamente a lo que me refería.
-Vamos, vaquero.



JIM
Tragué saliva, entonces ella se giró y puso su mano en mi mejilla. Sentí que el color huía de mi cara, ¿no se daba cuenta de lo que hacía?
Asentí ante sus consejos y volví a tragar, agarrando la pistola firmemente entre sus manos. Mi vista estaba algo nublosa, así que cerré los ojos con fuerza y los volví a abrir, intentando enfocar. No veía bien la diana, la veía moverse y borrosa. Cogí aire, y casi sin apuntar, apreté el gatillo. El agujero negro estaba colocando justamente en el centro de la diana. Solté las manos de Erika con la boca abierta.


ERIKA
Disparó y vi como le daba al centro de la diana. Sonreí y me aparté.
-Vaya…-Le miré impresionada.
-Has… atravesado la pared.- La bala perforó el cemento y el metal, Jim tenía mucha fuerza, un poco más y se carga la pistola.
-¡Ha sido increíble, Jim!- Chillé contenta guiñándole un ojo.
-Pero… ¿Cómo lo has hecho?- No me lo podía creer, pero allí estaba, el agujero en la pared. Le miré de nuevo, pero la sonrisa había desaparecido, me llevé la mano al pecho y empecé a jadear, me faltaba el aire y cada vez me encontraba peor.
Tosí y me tapé la boca con las manos, cuando las retiré, me fijé que había sangre.

-Es mejor que lo dejemos para mañana.-Tosí de nuevo y me fui directa a los lavabos.


JIM
Sonreí. Había dado en el blanco. Cuando se separó de mí pude recobrar el ritmo normal de mi corazón y una respiración natural.
-Guao… -dije, ella también me sonrió, entonces empezó a toser.
-Eh, Erika, ¿estás bien? –pregunté con el corazón en un puño, acercándome a ella.
-Erika… -la llamé, cuando se fue a los lavabos. Sentí que el corazón me volvía a acelerar, me asusté, ¿qué la pasaba? La seguí a toda velocidad, era más rápido que ella y la agarré del brazo para ayudarla.
-Erika, ¿qué te pasa?


ERIKA
Estaba apunto de alcanzar el lavabo cuando sentí que Jim me agarraba del brazo. Tenía los labios manchados de sangre, saqué de mi bolsillo un pañuelo y me los limpié dándome otro ataque de tos. Respiraba con dificultad y jadeaba emitiendo leves pitidos que salían de mi garganta, el mismo sonido que emite una persona asmática.
Me agarré a la camiseta de Jim asustada y temblorosa tapándome la boca con el pañuelo.
-En mi cuarto…. En el cajón, al lado de mi cama…- Tosí de nuevo antes de terminar la frase, me dolía el abdomen y me quemaban los pulmones.
-Hay…hay un bote de pastillas…tráemelas…. Por favor, Jim.- Me dejé caer al suelo apoyándome en la pared.



JIM
No podía jurar quién estaba más asustado de los dos, pero me daría un aire si le pasaba algo malo a Erika. Tragué mientras se sentaba en el suelo respirando con dificultad. Intenté mantener la calma, pero las lágrimas acudieron a mis ojos. Me agaché e intenté colocarla con la espalda ligeramente inclinada, de esa manera el aire entraba mejor en los pulmones, y acto seguido salí a toda velocidad hacia el camarote de Erika. El camino se me hizo eterno, y los seis segundos que tardé en llegar se me hicieron horas. Con rapidez abrí el cajón, arrancándolo de su sitio, y cogí uno de los varios botes similares que había en él. Salí corriendo de nuevo hacia los servicios, limpiando la lágrima que había derramado con el dorso de la mano.
Derrapé a la entrada y caí al lado de Erika de costado. Rápidamente me incorporé con ayuda del pie, abrí el bote y saqué una pastilla.
-Venga, Erika, tómatela. –dije rogándola y metiéndosela yo mismo en la boca.


ERIKA
Jim obedeció de inmediato, no era justo que ahora que lo estaba pasando mal empezará yo a fallarle. Los ojos se me inundaron mientras Jim iba en busca de mi medicamento.
Me agarré del pecho con fuerza intentando respirar lo más tranquila posible, pero no podía, el aire, el oxígeno me quemaba al introducirse dentro de mí. Tosí sin parar hasta que Jim volvió y me entregó las pastillas.
Me tomé una sin agua y sin nada. Cerré los ojos y me apoye en la espalda con las piernas encogidas contra mi pecho. Escondí la cara entre ellas respirando más calmada.



JIM
No sabía ya qué hacer. Estaba encogida, y sabía que en estos casos lo mejor era alejarse y dejarla respirar cuanto necesitase. Tenía los ojos empañados y no sabía reaccionar. No pude moverme del sitio, y miré como se iba recuperando poco a poco, con el corazón encogido.


ERIKA
Jim estaba muy asustado, levanté la cabeza y le miré. Le sonreí y alargué una de mis manos para acariciarle la mejilla. Solo llegué a rozarla, pues se me cerraron los ojos y me sentí cada vez más débil.
Me desmayé en el acto a causa de la perdida de sangre y de que ese ataque me había dejado agotada. Me desplomé en el suelo.



JIM
Oh, no, no por favor, eso no podía estar pasando.
-¡Erika! –grité, reteniéndola entre mis brazos, despejé su frente del flequillo que lo cubría para verla los ojos, cerrados.
-¡Erika, responde! –estaba desesperado, no sabía cómo hacerla reaccionar. Alcé la cabeza.
-¡¡Neo, Kara!! ¡Ayuda! –chillé, mientras las lágrimas caían sin problema por mi cara.
-Erika, vamos… -le rogué.


NEO
Los gritos de Jim me alertaron desde la cubierta. Corrí cagando leches hasta encontrarme con el panorama. Jim tenía a Erika entre sus brazos sin sentido.
-¿Qué coño pasa?- Corrí hasta ellos y miré a Erika, la tomé el pulso, lo tenía muy débil. Miré a Jim con el horror en mi cara.
-¿Qué le pasa a Erika?- Pregunté nervioso mientras la daba leves palmaditas en las mejillas.
-Erika, ey, preciosa, despierta…- Erika abrió los ojos lentamente, la cogí en brazos y me levanté.
-La llevaré a su cuarto, avisaré al Jefe, tú quédate con ella mientra tanto.-Le dije a Jim entrando en el camarote de Erika y tumbándola en su
cama.


JIM
Obedecí a Neo, con las lágrimas en los ojos y asentí energéticamente, queriendo morirme. Cuando Neo salió de la habitación miré a Erika, parecía medio muerta. Me acerqué y me arrodillé a su lado, la cogí de la mano.
-Erika, ¿cómo te encuentras? ¿Qué te pasa?


ERIKA
Me llevaron a mi cuarto, creo que fue Neo el que me cogió en brazos, me pareció escuchar su voz.
Estaba tumbada en mi cama, Jim agarraba mi mano y me miraba con los ojos llenos de lágrimas. Me giré y le miré, le sequé las gotas que se deslizaban por su mejilla con cuidado.
-Jim… lo siento, creo que no te lo he contado todo.-Mi voz sonaba débil y agotada. Cerré los ojos, nunca le había contado esto a nadie, pero era el momento de decírselo, sobretodo a Jim, era mi mejor amigo y no quería ocultárselo.
-Jim…tengo cáncer en los pulmones…-Abrí los ojos y le miré.
-Está en fase agresiva… como ya has visto abajo, eso era solo una secuela de los ataques que me dan….- No quería que se preocupara por mí, presioné su mano con fuerza y sonreí levemente.
-Siento haberte asustado.



JIM
Se me caía el alma a los pies. Erika estaba muy enferma y no había sido capaz de contárnoslo a nadie, ¿cómo podía haber ocultado esa enfermedad? Llevaba años con nosotros, era imposible no haberse dado cuenta. Apreté su mano contra mi mejilla.
-¿Por qué no nos lo has contado nunca? –pregunté angustiado y dolido a la vez.


ERIKA
Le miré triste y froté el reverso de mi dedo en su mejilla.
-Porque… Kai no me habría aceptado, si lo hubiese sabido, el Jefe jamás me abría enrolado en la Quimera por débil. Lo mantengo en secreto por que… solo es problema mío y no quiero agobiar a nadie más… perdóname… -
Cerré los ojos y una lágrima me resbaló desde el filo del ojo hasta la funda de la sábana.



JIM
Me sequé las lágrimas con la palma de la mano.
-Eres una total inconsciente, ¿lo sabías? –le sequé la lágrima con un dedo.
-Eso no se puede hacer, es un suicidio. Eres una incrédula macabra. –dije con rabia, ¿cómo podía arriesgar su vida de esa manera?
-A partir de ahora te cuidaré, no dejaré que esto vaya a peor, y no te vas a oponer, ¿me has oído bien?


ERIKA
Le miré, estaba rabioso, ¿tanto le importaba?
Me mordí el labio y me incorporé, antes de que él se diera cuenta, ya estaba abrazándole. Hundí la cabeza en su pecho agarrándome a él con desesperación. Había sufrido tanto en silencio, la gente me rechazaba, y justo ahora, encuentro a Jim, la persona más maravillosa del mundo.
Le miré, y aunque no le gustase, le llené de besos por toda la cara, sonreí por la cara que ponía él.
-Gracias, Jim.



JIM
Me abrazó y acto seguido me llenó de besos, la miré con el ceño fruncido.
-No intentes arreglarlo así, señorita, lo digo muy en serio. –estaba jugando con fuego, ¿no se daba cuenta?
-A partir de ahora te vas a cuidar más, y si salimos de la nave no voy a separarme de ti, seré tu sombra, Erika. Y ahora… descansa antes de que lleguen estos dos histéricos perdidos, porque Kai te echará la bronca.


ERIKA
Me quedé sin habla. Kai no sabía nada de mi enfermedad, y seguro que me echaba de la tripulación por mentirosa y por débil.
-No quiero irme de la Quimera….- Le dije aterrada, Kai era muy estricto con sus leyes y seguro que no tendría ni una pizca de piedad ni aunque se lo suplicase.
-El Jefe me echará a patadas, Jim….



KAI
Neo me había avisado de que Erika se encontraba mal, y me hizo llamar. Sólo me puse los pantalones, no me dio tiempo a otra cosa, me metió prisa. Salí a paso ligero hacia el camarote de Erika.
-¿Qué pasa aquí? –entré, Jim estaba con ella, que no parecía estar ya mal. Crucé los brazos sobre el pecho.
-¿Y bien?



JIM
Antes de que Erika terminara de hablar, Kai ya estaba allí. Tragué saliva cuando esperó a que le diésemos una explicación. Me acerqué al oído de Erika.
-Cuéntaselo, debe saberlo. –le susurré- Tranquila, no dejaré que te eche, nadie lo consentirá, pequeña. –la besé en la mejilla y me aparté un poco para dejarla espacio.



ERIKA
Kai entró en el camarote, Jim se apartó un poco dándome ánimos, sonreí levemente y dirigí la mirada hacia Kai.
-Jefe….estoy enferma… nunca lo he contado, ni a mi familia ni siquiera a usted cuando decidió enrolarme en la Quimera….- Bajé la cabeza y respiré hondo.
-Padezco una enfermedad que está en fase agresiva…-Le miré y decidí soltárselo.
-Cáncer de pulmón…


KAI
Asentí seriamente aún con los brazos cruzados.
-No sólo me has mentido, sino que nos has tenido a todos engañados, Erika. –respiré hondo- Muy a mi pesar no puedo dejar que sigas en esta nave, no nos conviene a ninguno.



JIM
Fruncí el ceño.
-Qué egoísta eres a veces, Jefe. –dije, casi con asco.
-Erika ha estado sufriendo todo este tiempo en silencio, lo único que necesita es que la ayudemos con su enfermedad, no hace daño a nadie. Y además, no tenéis por qué ninguno de vosotros ocuparos de ella, porque yo la cuidaré. –dije serio.
-Erika no se va de la Quimera. –sentencié.



ERIKA
Mis ojos se encharcaron cuando Kai me dijo lo que ya me esperaba. Abandonaría la Quimera por mentirosa.
Jim salió en mi defensa… cuidaría él de mí cuando se supone que soy yo la que debe cuidarle. Bajé la cabeza triste.
-Lo siento, Jefe… no quería preocupar a nadie, lo juro, de verdad. Es problema mío y no necesito que se involucre nadie por mí.




JIM
La miré, dolido, se estaba rindiendo.
-No digas estupideces. Ya he dicho que cuidaría de ti, y lo haré. –miré a Kai decidido.
-Erika debe permanecer con nosotros, perderás mucho si la dejas ir, no sólo perderás a una excelente tiradora que os libra más de una vez de acabar hechos un colador… -tragué saliva- También perderás al único hacker que sabe el funcionamiento entero de esta nave y que puede infiltrarte en archivos del Estado, tú elijes, Jefe.



ERIKA
¿Qué? Jim se había vuelto loco, pensaba abandonar la Quimera si me echaban.
-¿Pero qué dices Jim? No seas tonto…- Le miré nerviosa.
-No voy a consentir que pierdas la tripulación por mi culpa y mi egoísmo.- Miré a Kai que permanecía de pie con los brazos aún cruzados.



KAI
Les miré atento. Si Erika se marchaba, Jim también. Ambos eran una gran pérdida para la Quimera, pero no podía mantener a una enferma en mi nave, y no era justo para ella vivir sin médicos ni medicamentos apropiados. Si Jim se marchaba con ella, haría bien en cuidarla como es debido.
-Muy bien, recoged vuestras cosas. –salí del camarote.


ERIKA
Asentí y me levanté de la cama. Una punzada atravesó mi corazón. Miré a Kai.
-Señor… deje que Jim se quede, no necesito ayuda, se apañármelas sola... -Abrí una de mis maletas y empecé a meter ropa dentro.
Tragué saliva ahogando las ganas de llorar, no tenía donde ir, ni familia ni nadie con quien estar, pero eso a Kai le importaba una mierda.


JIM
Miré a Kai con rabia cuando salió.
-¡Tienes que tener un par de huevos retorcidos para dejarnos así a los dos! –grité, incluyéndome, pues no iba a dejar a Erika sola.
-¡Que no te hayas quedado satisfecho en la cama no es nuestra culpa, cabrón! –estaba enfurecido, ¿cómo podía dejarnos marchar así? No comprendía a ese hombre.


NEO
Kai les había echado de la Quimera, no lo iba a consentir después de saber que Erika estaba así de enferma.
-Kai, colega, no puedes dejar que se vayan, hay muchos peligros ahí fuera. Erika está muy enferma, no durará ni tres segundos en el bosque o vete tú a saber. Jim no sabe cuidar de sí mismo, vamos.-Me planté en frente de él y le miré.
-Eres muy egoísta, a Saya no la echas de la Quimera por que no te sale de las pelotas, pero en cambio a Erika que necesita nuestra ayuda, que siempre te ha sido fiel, nunca ha rechistado ni ha hecho de tu vida un infierno, a ella si que la echas encantado de la vida. ¿Pues sabes que te digo? Que por muy rey, Jefe que seas, esta es mi nave y no dejaré que la abandonen.- Le miré y acto seguido me dirigí al puesto de mandos para mantener la nave en el aire.



KAI
Le seguí.
-Tú no tienes ni idea, Neo. Esa chica está muy enferma, y aquí no podemos cuidarla. Necesita un hospital y medios para curarse, nosotros no tenemos ni idea de su enfermedad. Lo mejor será que la llevemos a un hospital y se quede allí. –dije serio, lo de Saya había sido un golpe bajo, y no tenía motivos él para decir nada, quería que se fuese.
-Esta será tu nave, pero es mi tripulación, y si no obedeces mis órdenes, me estás traicionando, Neo.


NEO
Me planté delante de él, cara a cara.
-Pues mira, tal vez es hora de que alguien de esta maldita tripulación te baje del pedestal en el que crees estar. Es mi nave y son mis reglas, por que seas un rey no significa que mandes sobre mí, no soy un elemental, soy humano y los humanos no tenemos rey. No pienso aterrizar, si así lo deseas, te jodes. Pero no pienso dejarlos por ahí, ahórrate tus sermones de santurrón, te tengo calado desde el principio.-
Volví a mi puesto y le di velocidad a la nave.



KAI
Entrecerré los ojos y me acerqué.
-Sigue soñando, Neo. En esa nave no soy tu rey, soy tu jefe. –escupí las palabras, parecía que nadie en esa jodida nave iba a respetar mi decisión, sólo lo hacía por Erika, y ninguno quería ver más allá de lo que sus absurdas y cortas mentes llegaban a alcanzar. Salí de allí, dirigiéndome a mi camarote para acabar de vestirme.



SAYA
Jim y Erika recogían sus cosas, hacían la maleta. Me había enterado de todo, no era difícil saber que Kai les había echado a los dos de la tripulación. Erika padecía de cáncer, una enfermedad la mayoría de las veces, mortales.
Kai apareció por el pasillo hecho una fiera. Le seguí y entré en el camarote detrás de él.
-Kai, ¿en qué coño estás pensando dejándoles marchar? No puedes hacer eso, por favor, reconsidéralo. Erika está muy mal, yo puedo ayudarla, tengo medicamentos, medicinas que pueden hacer que el cáncer se calme un poco….



KAI
Me giré al oír las palabras de Saya.
-¿Tú también? ¿Pero es que no podéis comprender que no podemos ayudar a esa niña? ¿Es que no os cabe en la cabeza, Saya? ¡Erika se muere! Se muere, y no ha sido capaz de decírnoslo a ninguno de nosotros, solo para estar en esta nave. Me ha traicionado engañándome así, y Jim quiere irse con ella, así que ahí queda la cosa. –no supe si dejar que respondiese o no, lo siguiente sería un grito y no me apetecía escuchar más por hoy. Me giré y entré en el camarote agarrando mi camisa.

SAYA
Le seguí con tranquilidad, no quería machacarle, se nota que estaba sufriendo por Erika.
Me crucé de brazos apoyándome en la pared y suspiré.
-Kai, lo único que quiere Erika es ser parte de la tripulación. Sabes que si sale ahí fuera no durará. Deja que me ocupé, si vemos que se pone peor… la llevaremos donde tú quieras.-Le miré con cara suplicante.
-Por favor…



KAI
La miré mientras me ponía la camisa blanca.
-¿Por qué os cuesta tanto acatar una decisión, por qué? ¿No te das cuenta de que si la llevamos ahora a un hospital estará mejor allí que aquí, sin nada que pueda curarla? Ya no eres ninfa, Saya, no tienes poderes curativos, y mi hielo no sana un cáncer. –me abroché la camisa y agarré la espada, metiéndola en mi cinto.
-Tenemos que aprender a afrontar las cosas. –salí de la habitación, y en ese momento sentí un cañón apuntándome a la sien.
-Kara…


KARA
-No sé por qué me extraño, ¡los Fríos siempre habéis sido unos cabrones! –le grité con el arma entre las manos.
-¿Cómo se te ocurre dejarla a su suerte, mamonazo? ¡¿No ves que nos necesita?! Te aseguro que si ellos se van de esta nave yo te tiro por la borda en cuanto superemos un kilómetro de altura, tenlo claro, fresquito.



SAYA
Genial, Kara apareció y apuntó la sien de Kai con la pistola. Me puse entre los dos apartándoles. Miré a Kara con el ceño fruncido.
-Baja el arma, Kara, no te lo repito otra vez.- Dije seria mirándola decidida. Si ella apretaba el gatillo estaba asegurada que la que iba a hacer caída libre iba a ser ella.



KARA
La miré aún con la rabia por dentro, ese cabrón estaba siendo injusto. Bajé el arma aún mirando a Kai. Alcé la mirada y vi llegar por el pasillo a Jim y Erika con sus respectivas maletas.



JIM
Cuando aparecimos por el pasillo, Kara, Saya y Kai estaban allí, parecía que habían tenido una disputa. Clavé la maleta en el suelo y les miré.
-Ya estamos listos.

viernes, 28 de agosto de 2009

Capítulo X - ¿RECONCILIACIÓN?

Jejeje, solo por el nombre muchos se imaginarán ya qué pasa en este capítulo, eh. Muahaha...

KAI
Aún seguía atado a la cama. Podría haber congelado las esposas y haber escapado, pero para que Saya estuviese tranquila me mantuve quieto, y disfruté de mi descanso. Esta vez Saya no se libraría de mí tan fácilmente, antes tendría que apartarme a lo bestia y agredirme para poder liberarse de mis besos en cuanto llegase. No iba a dejar pasar más tiempo, iba a ser mía a su vuelta.


SAYA
Entré en el camarote y miré a Kai que seguía tumbado en la cama, suspiré y me acerqué.
-Justo donde te dejé.- Bromeé, sabía que estaría cabreado y me echaría la bronca, escondí la mano herida tras mi espalda, pero no pasaría desapercibido.



KAI
Estaba herida, ya sabía yo que quedarme en la nave no era la mejor idea. Congelé las cadenas con las muñecas y se soltaron, aunque las esposas se quedaron colgando en mis manos. Me levanté y me puse delante de ella en menos de dos segundos.
-¿Qué ha pasado? –pregunté cogiendo su mano con cuidado y destapé la herida, torpemente vendada.
-Dios Santo… -miré bien la herida- ¿No te duele o qué? –coloqué su mano sobre la mía y con la otra apliqué hielo.



SAYA
Se levanto lo más deprisa posible y se coloco delante de mí, agarró mi mano con cuidado y destapó la herida.
-No… no es nada, Kai….-Aplicó hielo en la herida.
-¡No!- Le agarré de la camisa y dejé escapar un gemido de dolor intentando retirar la mano.
-¡Kai!... Me… duele….


KAI
-Shh… -posé mi mano sobre la suya aplicando aún hielo, haciendo que poco a poco no sintiese la mano, por tanto, no sintiese el dolor. Besé su frente, intentando aliviarla.
-Tranquila, ya está. –dije, con los labios pegados a su piel.



SAYA
Jadeé, el dolor desaparecía poco a poco, dejé que el peso de mi cuerpo cayera sobre el de Kai.
-Lo siento, lo único que hago es crearte problemas.- Le miré.
-Un favor más y sé que me dolerá…- Me destapé la herida de la cintura.-… pero, ¿podrías hacerme un apaño?-Me subí un poco la camiseta para que no le estorbase, la bala me había rozado cerca de las costillas.


KAI
Sonreí, posé su mano mala sobre mi pecho, colocando la mía encima, mientras con la otra transmitía frío a la herida de su cadera. La besé en el pelo, pasando mi frío a su cuerpo, como sabía que a ella le gustaba. Siempre había curado las heridas de mi grupo, aunque no quisiese, y con Saya no había excepción. Es más, con ella siempre me empleaba más a fondo.



SAYA
Cerré los ojos y respiré hondo disfrutando de su frío. Me besaba la cabeza, sonreí y alcé el rozando su nariz con la mía aún con los ojos cerrados. Mi mano estaba curada del todo pero no la retiré. Le rocé los labios sonriendo.
-Te debo algo que empezamos antes de irme.- Abrí los ojos y como no, me encontré con los suyos, azules y plateados a la misma vez. Se lo debía por todo lo que hacía por mi y por lo que aguantaba por mi culpa, además, yo también deseaba que me hiciera suya. Seguí rozándole los labios, esos labios tan carnosos y fríos.


KAI
Hacía tanto tiempo que había anhelado este momento que ahora no sabía bien como reaccionar. Antes de nada, borré la distancia entre sus labios y los míos, besándola lenta y apasionadamente, deslizando mi mano por su cadera ya curada hasta su espalda. Mi beso empezó a coger forma, moviéndose sus labios al mismo tiempo que los míos, saboreándolos y aumentando la intensidad. Bajé mis labios por su clavícula de nuevo, deteniéndose en su cuello, acariciando su piel suave y besándola con intensidad.



SAYA
Sus labios se deslizaron por mi cuello impregnándolo de su frescor y su suavidad, mientras mis manos se introdujeron poco a poco bajo su camisa acariciándole el torso con la yema de los dedos. Surqué su abdomen notando sus curvas y la dureza de cada una. Le desabroché la camisa y se la retiré dejándola caer tras él al suelo.
Me retiré y le miré mientras le acariciaba el pecho incluida la marca que se dibujaba en el lado izquierdo que la tracé con la yema de mi dedo pulgar.
-Te he hecho sufrir tanto…-Acerqué mis labios y le besé justo en la cicatriz, acariciándola con suavidad mientras mis manos agarraban la tira de su pantalón.


KAI
-Shh… -no quería que empezase a disculparse en ese momento, no. Ese momento estaba destinado a hacerla mía, y no quería que se estropease por nada del mundo. Acaricié sus brazos mientras me besaba en el pecho, la llevé hasta la cama y la tumbé, apoyando mis manos sobre el colchón. Y besando sus labios con fogosidad, ya con ansia. Habían sido seis años de separación, y ahora pasaba factura. Bebí de sus labios como si fuesen a salvarme de la muerte, acaricié su cuerpo como si de ello dependiese la vida, como si necesitase de su piel para vivir. Acaricié su vientre con la mano, besándola con fuerza.





SAYA
Me tumbó en la cama con cuidado mientras buscaba alocado mis labios. Sonreí y cerré los ojos notando sus caricias en mi vientre.
Mis manos, mejor dicho, mis uñas, recorrieron su espalda de arriba abajo. Le besé el cuello hasta llegar a su oreja que se la mordí traviesa.
Flexioné una de mis piernas hacia arriba colocándole justo entre ellas, mi respiración empezó a agitarse y sentí como mi cuerpo reaccionaba según él quisiera, al igual que antes.
La respiración se transformó en jadeos a causa de la excitación.
Me mordí el labio echando la cabeza hacia atrás sintiendo sus caricias.



KAI
Ya era toda mía, se había entregado a mí por completo y era algo que realmente me gustaba, el volver a tenerla bajo mi poder, haciendo que estuviese a mi merced. La besé de nuevo, pegando mis labios a los suyos con fuerza, agarrando sus muñecas contra el colchón. Bajé una de mis manos por su cintura, y la introduje bajo su camiseta, jugueteando con su lengua.





SAYA
Arqueé el cuerpo hacia delante al notar una de sus manos se introducía bajo mi camiseta, incluso dejé escapar un leve gemido clavándole las uñas en la espalda.
Una de mis manos estaba inmovilizada contra el colchón, sonreí y le besé con fuerza introduciendo mi lengua dentro de su boca en busca de la suya. Jadeé más fuerte aprisionándole la cintura con mis muslos.


KAI
Introduje ambas manos bajo su camiseta, haciendo que subiese hasta dejarla sin ella, la tiré a un lado de la habitación sin dejar de besarla. Rodeé su cintura con mis brazos, pegando su cuerpo al mío, y acariciando su espalda con mis gélidos dedos, haciendo que se erizara su piel.


SAYA
Me despojó de la camiseta y me pegó a él completamente su cuerpo gélido y duro como el mármol. Hice que se sentara y me puse encima rodeándole la cintura con mis piernas. Le besé presionando sus labios entre los míos mientras mis manos acariciaban su pecho y su abdomen bajando hasta que encontré el cordón de su pantalón. Sonreí y le miré picarona.
-¿Qué pasa si tiro de este pequeño cordón?- Pregunté en tono juguetón y arqueando una de mis cejas.


KAI
Sonreí maliciosamente y la volví a besar con ansia, moviendo los labios alrededor de los suyos, entre ellos, pasando por su rostro y su cuello. Pasé mi mano por dentro de la parte trasera de su culot.



SAYA
No me contestó, me quedó muy claro que iba a lo hecho. Sonreí y tiré del cordón mientras le besaba y tiraba de su labio inferior.
Me atreví a mirar, me quedé un momento callada, después le miré a él.
-No recordaba que fuera tan… bueno…-Sonreí y le besé dejando la frase en el aire.
La fogosidad crecía dentro de mí demostrándola en cada beso y caricia que le ofrecía.


KAI
Sonreí de nuevo, posé las manos alrededor de su cabeza y la volví a besar, haciendo que se tumbase de nuevo, y bajé el culot hasta la altura de los tobillos, después lo retiré del todo moviéndolo con el pie. La besé con ímpetu y fogosidad. Bajé mi mano hasta la ropa interior y la liberé de ella, quedando ella tal y como vino al mundo. Sonreí sin dejar de besarla.

SAYA
Me desnudó en un momento, me reí cuando apartó el culot con el pie. Yo misma le bajé su pantalón dejando todo su cuerpo de mármol desnudo.
Me acomodé en el colchón apoyando la cabeza en la almohada y flexionando las rodillas hacia dentro.
Mi pecho subía y bajaba acompañado de mis jadeos y los gemidos.
Le besé y mis manos fueron directas a su dos cachetes, una mano en cada uno. Presioné la piel con la yema de mis dedos y junté mi vientre con su abdomen haciendo también que nuestras pelvis se rozasen.


KAI
No pude soportar más la espera, agarré sus muslos mientras la besaba con fuerza y poco a poco penetré, haciéndola mía de nuevo. Jadeé, y noté como el bao salía de mi boca cuando por un momento dejé de besar a Saya. Sonreí, pasando una mano tras su cuello y besándola con fogosidad mientras volvía a penetrar, con más intensidad.



SAYA
Solté un gemido intenso cuando me penetró poco a poco, jadeé con fuerza tensando los muslos y arqueando todo el cuerpo.
Le miré y vi como sus ojos de tornaban en un color plateado, el azul apenas se apreciaba. Las únicas veces que le he visto así es cuando se cabreaba de verdad o cuando estaba demasiado excitado, como ahora.
Le agarré de la nuca y le besé introduciendo de nuevo la lengua. El beso no duró mucho, pues los gemidos iban en aumento y necesitaba aire para respirar.



KAI
Solté un jadeo sordo, cerrando los ojos con fuerza. Aunque mi frío mantenía mi cuerpo a una temperatura baja, el sudor comenzó a salir por los poros de mi cuerpo, porque en mi interior la temperatura superaba la de un Piro. Jadeé con fuerza, aumentando la intensidad, y dejando que mi frente se apoyara en la de ella.



SAYA
Gemí de nuevo encogiendo una de mis piernas, el sudor me resbalaba por el vientre.
Moví la cadera junto con la de Kai, le agarré de la espalda y le besé cuando apoyó su frente en la mía. Mientras le besaba, le sequé el sudor de la frente con la yema de mis dedos.
Sonreí y me acerqué a su oído.
-Te quiero…-Susurré y le miré a los ojos jadeando.



KAI
Tragué saliva para poder hablar, y aún así mi voz sonó algo ronco, al tener la garganta seca.
-Lo sé… -ella sabía lo que significaba, porque yo no tenía por costumbre decir esas palabras que ella me acababa de dedicar.
-Ya sabes que yo también. –dije, aunque sabía que no era necesario, gemí apretando los dedos contra el colchón.


SAYA
Sonreí ante lo que me dijo. Era lo típico que me decía él, sabía muy bien lo que significaba.
Un brutal gemido salió de mi garganta haciendo que me agarrara con fuerza a sus hombros levantando la cabeza y cerrando los ojos con fuerza.
Jadeé impresionada por lo que me acababa de suceder. El gemido se repitió varias veces más.
Le clavé las uñas sin darme cuenta, estaba muy excitada.



KAI
Jadeé con fuerza, dejando que las gotas de sudor de la nuca cayesen sobre el pecho de Saya, la besé, agarrando su labio inferior entre los míos. Hacía tanto que no estaba con una mujer que sentía que no tardaría en llegar al éxtasis. Excitado, cerré mis dientes alrededor de la piel de su cuello.



SAYA
Gemí de nuevo con fuerza. Cerré los ojos con fuerza cuando me mordió.
-¡Ey!...-Grité y le agarré del pelo echándole la cabeza hacia atrás. Le acaricié el cuello con la punta de mi lengua jadeando.



KAI
Sonreí maliciosamente cuando me agarró del pelo y tiró hacia atrás para apartarme. La miré cuando jugueteaba con su lengua en mi cuello. La mordí el labio inferior jadeando, no faltaba mucho para que llegase al cénit. Gemí con fuerza.



SAYA
Estaba juguetón, me mordió el labio sonriendo como él lo hacia.
Le agarré del pelo, empapado por el sudor, y le besé jadeando más deprisa, al compás de su movimiento. Cerré los ojos y me mordí el labio, estaba a punto de llegar al orgasmo.



KAI
Mi cuerpo echaba humo, podía sentirlo. La besé fuerte pasando los dedos por su ombligo y penetrando fuerte, jadeé un par de veces y al fin llegué al éxtasis, soltando un fuerte gemido, en ese momento Saya también llegó, sonreí y apoyé la frente en la suya, respirando deprisa.


SAYA
Jadeé varias veces y tragué saliva. Estaba sudando, seguro que se habían calado las sábanas.
Sonreí y le agarré de la cabeza haciendo que la apoyara en mi pecho.
Le acaricié el pelo secándole las gotas de sudor, me acerqué y le besé en la frente. Le abracé acariciándole la espalda.
-Dios… como te echaba de menos.- Dije entre jadeos.


KAI
Sonreí. Como si no lo supiese.
-Y yo… -dije con la garganta seca, tragué saliva y la besé.
-Yo sí que te he echado de menos.




KARA
Habíamos estado escuchando todo desde que Saya se fue al camarote del Jefe. Bueno, en realidad fue de casualidad, gritaban demasiado y desde la cubierta se les oía. Me reí.
-No se cortan en gritar, eh.



NEO
-¡Puaj! Se me ha revuelto el estómago.- Dije asqueado encendiendo el piloto automático. Lo último que deseaba era escuchar a esa arpía cachonda perdida.
-Prefiero un concierto de orquesta antes de escuchar a esa tía.- Me levanté y miré a Kara.
-Me piro a dar una vuelta.



KARA
Sonreí, era una clara invitación, y no pude negarme a seguirle. Miré a Jim, que estaba sentado en el borde de la nave con la cabeza gacha, suspiré y seguí a Neo.



JIM
Me sentía miserable, pequeño al lado de toda la tripulación. Mi corazón estaba roto por culpa de Saya. Ni siquiera habían ocultado sus gritos de pasión mientras se manifestaban su amor de la manera más física que hay. Suspiré, bajando la cabeza. No tenía ninguna posibilidad… Pero entonces, ¿Por qué Saya me trataba así? ¿Es que sentía debilidad por ayudar a la gente o simplemente era así con todo el mundo? Encogí las piernas y las abracé por las rodillas, mirando las nubes que sobrevolábamos.


ERIKA
Me acerqué a Jim por detrás y le abracé rodeándole la cintura. Se notaba que lo estaba pasando fatal.
Le acaricié la cabeza con una de mis manos mientras le apretaba contra mí con la otra.
-Jim… lo siento…- Dije lo más sincera posible. Era una crueldad por parte de Saya, pero era inevitable que compartiesen su amor si seguían enamorados.
No solté a Jim, seguí abrazándole hasta que me dijera algo que demostrara que le molestaba mi presencia, tampoco era plan el estar yo ahí jorobando.



JIM
Erika intentó consolarme de nuevo, posé mi mano sobre la suya que tenía rodeando mi cintura y sonreí sin ganas.
-Tranquila… estoy bien. –mentí, no quería que ahora ella también se sintiese mal por verme así. Suspiré cerrando los ojos y la miré.
-De verdad, estoy bien. –dije con una sonrisa algo forzada.



ERIKA
Le miré cuando me dijo que estaba bien, me levanté y le agarré de la mano.
-Ven conmigo, anda.-Dije tirando de su mano levemente.
-Quiero que conozcas a alguien.- Le guiñé un ojo y esperé a que se levantase.
Lo estaba pasando mal, después de escuchar… aquel rito de iniciación.
Tenían muy poca consideración con los que servíamos aquí, no estaban solos en la nave, joder.



JIM
La miré y la hice caso, no tenía nada mejor que hacer. La seguí hasta donde quisiera llevarme, y vi al enorme tigre dientes de sable de Saya. ¿Me quería presentar al gato? Me quedé a unos metros tras ella, no me fiaba de los animales con colmillos saliendo de su boca aun siendo herbívoros.


ERIKA
Jim me siguió hasta la bodega, allí se encontraba Tigre. Jim se puso detrás de mí, sonreí y saqué de mi bolsillo una manzana roja.
Tigre se levantó, tuve que alzar la cabeza para mirarle a la cara, pues era enorme.
-Hola, Tigre, te he traído esto.- Le enseñé la manzana y este me dedicó una sonrisa felina gruñendo de contento.
-Sabía que te pondrías contento.- Me acerqué a Tigre agarrando la mano de Jim y acercándole a él también.



TIGRE
Erika entró en la bodega, desde que Saya había vuelto con el rey estaba más aburrido que una ostra.
Me levanté cuando mi nueva amiga me enseñó la exquisita manzana roja.
-Gracias, Erika.- La contesté mentalmente.
Miré al chico que estaba detrás, estaba asustado.
-Tranquilo chico, no pienso hacerte nada, como le dije a tu capitana, no me va la carne.- Me metí en la mente del chico para comunicarme con él.
-Soy Tigre.



JIM
El tigre me habló mentalmente. Asentí, ya sabía que era herbívoro, estos animales tienen los colmillos simplemente para defenderse de las amenazas y proteger a los suyos.
-Yo soy Jim. –contesté en un tono grave y aún alejado. Miré a Erika, parecía que se había hecho amiga del animal.
-¿No te aburres tú solo aquí?


TIGRE
Me senté sobre mis patas traseras y miré al chico que no se atrevía a acercarse.
Solté una risotada mientras Erika me introducía en la boca la dulce manzana.
Como muestra de gratitud, la lamí en la cara con suavidad.
-¿Qué si no me aburro? Desde que Saya anda de aquí para allá, estoy más solo que la una.- Canturreé las ultimas palabras tumbándome boca arriba como un perro.
-No tienes por que temerme, soy más pacifico que una mosca, joven. Yo ya soy demasiado mayor para andar jugueteando y asustando a los demás.- Cerré los ojos cuando Erika me rascó la panza.



JIM
-¿Joven? –repetí extrañado, metiendo las manos en los bolsillos y apoyándome en una columna.
-Pero, ¿cuántos años tienes? ¿Sois muy longevos los tigres dientes de sable? Sé poco sobre vosotros, la verdad. –ahora me sentía mejor, aunque fuese un poco. El ponerme a hablar para saber más cosas de la vida y conocer era algo que siempre me mantenía ocupado.




TIGRE
Clavé mis enormes ojos verdes en aquel muchacho, sonreí enseñando mi interminable fila de dientes blancos y afilados.
-Pues tengo más de 300 años, una edad muy avanzada.- Ronroneé y me tumbé boca arriba apoyando el hocico en mis patas delanteras.
-Acércate, Jim, quiero verte más de cerca, prometo no hacerte daño.



JIM
Tragué saliva sonoramente. No tenía mucho miedo, pero ver esas grandes fauces impresionaba a cualquiera. Si a Erika no la había hecho daño aún, ¿por qué tendría que hacérmelo a mí? Me acerqué y me fijé en sus enormes ojos verdes, era impresionante.


TIGRE
Se acercó no muy convencido, se puso en frente de mí algo tembloroso. Alargué una de mis zarpas y la posé encima de una de sus rodillas mirándole a los ojos.
-Jim, ¿qué te preocupa? Ser tan joven y en cambio sufriendo tanto. Seré viejo, pero no me engaña el corazón lujurioso de un muchacho de 17 años. Puedo ayudarte, si tú me dejas.- Pestañeé una vez pero no aparté la mirada de él.



JIM
Levantó la zarpa, por un momento pensé que me atravesaría la cara con ella, pero no fue así. Bajé la cabeza ante su comentario.
-No es algo que tenga solución, Tigre. Además, lo mejor es que me olvide de este asunto, no tiene sentido seguir pensando en ello. –dije intentando esbozar una sonrisa para Erika.



ERIKA
Miré a Jim que al final se abrió ante Tigre. Parece que congeniaban bien, incluso el animal se ofreció para ayudarle con el tema de Saya. Jim me sonrió tristemente, yo le devolví la sonrisa y me acerqué a él pasándole el brazo tras la cabeza. Le acaricié la nuca con suavidad mientras Tigre nos contemplaba.
-No te preocupes Jim, nosotros te apoyaremos en lo que sea, sobretodo yo.


JIM
Sonreí de nuevo.
-Gracias, pero… creo que debo solucionarlo yo solo. No hice bien al encapricharme de Saya. –me rasqué la cabeza encogiéndome de hombros.
-No suelo elegir bien a las chicas. De todas formas, soy un pirata, encontraré un tesoro que me interese más que las mujeres.



TIGRE
Sonreí y aparté la zarpa de su rodilla.
-Uuh, las mujeres, son algo imprescindible en la vida de un macho. No hay tesoro que las alcance. Son las de mi raza y… puf.- Ronroneé y miré a Erika.
-Oye, ¿qué te parecería si está hermosa joven te enseñara un par de técnicas de tiro? Así te desahogarías y te olvidarías de todo. ¿Qué mejor compañía que la de Erika?



JIM
Sonreí, esta vez de verdad. Erika se había vuelto una mejor amiga ahora que me veía decaído, y era algo que agradecía, estaba muy atenta, y Tigre era un ser fascinante además de simpático.
-No me parece mala idea. ¿Me enseñarías? –le pregunté a mi amiga.



ERIKA
Miré a Tigre y después a Jim. Entrecerré los ojos pensativa, suspiré y asentí con energía.
-Pues claro, dalo por hecho.- Sonreí y me levanté.
-Bien, manos a la obra, hay mucho por hacer y muy poco tiempo. De aquí a mañana ya será un estupendo tirador.- Agarré de nuevo la mano de Jim y tiré suavemente.
-Gracias Tigre, muchas gracias por todo, de verdad.