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lunes, 17 de agosto de 2009

Recuerdos... Y un trago de Absenta.

Una charla de vez en cuando no viene nada mal, y más si el tema interesa. Aquí os dejo una conversación entre Saya y Erika, recordar no es malo.



Parece que la nave marchaba bien, el trabajo de los mecánicos era excelente y baratos… quedaba muy poca gente honrada en este mundo de oscuridad y tinieblas.
Me encontraba en el mirador de la nave, al aire libre. La brisa de la noche arrastraba el intenso olor a mar, pues bajo nuestros pies, la marea y las olas rompían con violencia contra las paredes de los acantilados. Miraras donde miraras, todo era mar. Sonreí y cerré los ojos disfrutando de la humedad. Me tapé los hombros acoplándome encima una de las mantas del cuarto de Kai, seguro que no le molestaba.
Todo estaba en silencio, la tripulación estaba a sus anchas, algunos durmiendo ya, descansando o, por el humo que salía de la chimenea, tomando una baño. Miré como el huma salía blanco como la espuma por el tubo de la chimenea recién encerada e intocable, según Neo “¡no quiero ver ni una huella en la cubierta de mi nave!” Parecía un energúmeno cuando se trataba de su preciada nave. Sacudí la cabeza y me arrimé la boca de la botella de Absenta a los labios, levanté la cabeza y sentí como el ardiente licor se introducía por mi boca y se deslizaba por la garganta. Me la retiré levemente y dirigí la mirada de nuevo a la chimenea apoyando la espalda en la barandilla. Una sombra llamó mi atención y dirigí la mirada a la ventana que correspondía al camarote de Kai. Estaba asomado y miraba al cielo, la luz de la luna llena, una luna enorme y de circunferencia exacta, le iluminaba el rostro haciendo que su palidez de muñeco de porcelana se acentuara más. Suspiré y bajé la mirada a la botella, sonreí levemente y pegué otro lingotazo. En ese momento, Erika salió y se situó a mi lado dirigiendo la mirada a l mismo lugar que yo.



Parece que toda la tripulación estaba más relajada, Jim se fue a dormir al igual que Kara, pues estaban muy cansados y se lo merecían. Neo seguía a los mando de la Quimera comprobando las ultimas coordenadas para acto seguido abandonar su puesto e irse al sobre.
Salí fuera un rato, pues el airé que venía del sur era fresco y agradable. Tuve que coger mi chaqueta de cuero negro y ponérmela si no quería congelarme.
Me encontré con Saya nada más salir, Neo se había cabreado mucho al verla de nuevo en la nave, pero… esta chica era imparable, ya entendía por que al Jefe le gustaba y la odiaba a la vez. Sonreí y me situé a su lado. Se cubría con una manta, pues su indumentaria era algo… “ligera” y sostenía en una de sus manos una botella del licor más fuerte que había en la Quimera y que a Neo le daría algo como se enterase de que ella se lo está bebiendo. De la botella, dirigí mis ojos a su rostro, era muy guapa, fina y de piel suave. Sus labios eran perfectamente perfilados y tenía un suave tono morado que hacía parecer como si cada día se los pintara. A lo mejor era a causa del frío o de la Absenta… no creo, desde que la conocí, siempre los tiene así.
Me percaté de que algo llamaba su atención, sonreí picarona al descubrir que nuestra ninfa miraba al Jefe que estaba asomado a la ventana entretenido con los planos y el mapa.
-¿Por qué lo dejasteis?- La pregunté con la esperanza de no meterme en donde no me llaman. Saya me miró no sin antes dar otro buen chupetón a la botella.
-Es que… no puedo evitar la curiosidad, además, la forma en que le miras y te fijas en él… no sé… no es muy normal en una pareja separada.- No tengo ni idea de si había metido la pata o no, pero por el semblante de Saya, parecía que no.



Erika empezó a bombardearme con preguntas sobre la relación que tuvimos Kai y yo. Sonreí, al parecer me había pilado mirándolo. A esta cría no se le escapaba ni una. Sonreí de nuevo después de dar otro trago, giré sobre mi misma y miré de nuevo a la luna. Me lo pensé antes de decir nada.
¿Qué quieres saber exactamente?- Pregunté mirándola de reojo, le contaría lo que quisiera, si no era muy íntimo, claro está. Asentí y la miré.
-Está bien, te lo contaré desde el principio.- Hice memoria de cómo empezó todo, desde que nos asignaron la misión hasta el día de hoy, iba a ser una noche muy larga.
-Como sabes, Kai me salvó de unos babosos de mi propio elemento, estaba en el bosque recogiendo hierbas medicinales, trabajo de ninfas.- Vi que el semblante de Erika mostraba intriga y atención, sonreí y proseguí con el relato.
- Yo me veía capaz de cualquier cosa, sola y sin nadie más, pues así me crié. Mi padre nos abandonó después de que mi madre diera a luz a mi hermana pequeña y…. de que mi hermana mayor se matase montando en caballo, pero bueno, esos son cosas que no vale la pena recordar, son tristes y… lo que quiero contarte es para levantarle el ánimo, no socavártelo.- La miré, abrió la boca para decir algo, pero no dijo nada. Permaneció callada y escuchando.
-Como te decía, recogía flores y otras hierbas para después crear medicinas y otros productos. Sin darme cuenta, me alejé demasiado de la ciudad adentrándome en el bosque. No me aterraba el bosque en sí, lo que me daba pánico eran los bandidos, los ladrones… en este caso…. Los violadores de niñas. Me acorralaron e intentaban tocarme y hacer lo que quisieran conmigo, pero Kai llegó antes, su fría espada atravesó la espalda de los atacantes librándome de ellos. Me quedé temblorosa en el suelo sin quitar la mirada de los muertos. ÉL se acercó a mí y me extendió la mano para ayudarme a levantarme. Sus ojos eran de hielo y se clavaron en los míos dejándome fuera de juego….- Miré a Erica de nuevo que sonreía alucinada, asentía sonriendo.
-Si, se lo que piensas, fue amor a primera vista, por parte mía… claro, para entonces, Kai era un chavalín de quince años que solo pensaba en su reino y no quería nada de compañía.- Suspiré y me acordé de su mirada, cuando se cruzó con la mía, de todas las veces que me miraba y me intimidaba, aún seguía haciéndolo.
-Después de eso, me las apañaba para escaquearme del templo del agua e ir a visitarle, pues me rompía el alma verle en su trono, solo y triste. Aunque, para descubrir lo que Kai siente en un momento determinado es algo chungo, es demasiado insensible.- Me reí levemente y bebí de la botella de nuevo para después reanudar la historia.
-Estuve visitándole durante dos años enteros, haciéndole compañía e intentando ser su amiga, pero… no lo conseguí y dijo cosas que me dolieron bastante, después…dejé de ir a verle. No quiero enrollarme, iniciamos la búsqueda de los tesoros y parece que algo surgía entre los dos, la confianza crecía y el espacio que había entre los dos se fue estrechando hasta que… bueno, acabamos casándonos. Aun que en la ceremonia saliese por patas.- Erika se quedó boquiabierta y alucinada por lo que acababa de soltarla.
-No sé que me pasó… supongo que el miedo o la inseguridad de atarme a alguien… toda mi vida e estado sola y la idea de compartir mi vida con un hombre, era algo… que para mí era inalcanzable. Al final me casé y me convertí en reina, al poco tuvimos al pequeño Kai.- Me mordí el labio al recordar lo que le molestaba a Kai que el crío le sacara de sus casillas.
-En resumen… la relación entre Kai y yo siempre a sido la misma: hoy nos cabreamos pero mañana ya estamos compartiendo el lecho de nuevo, era una rutina. La razón de porque me separé de él en definitiva, fue porque… sin darnos cuenta, fuimos separándonos poco a poco y a desconfiar el uno del otro. Kai se centraba en su pueblo y en su titulo como rey, se olvidó por completo de que también, aparte de rey, era padre de una familia que cada vez iba desapareciendo en el olvido… hasta que decidí cortar por lo sano.- Me quedé un rato en silencio mirando las enormes letras de la botella cuya vocal “A” estaba medio borrada. Erika no dijo nada suspiró y miró hacia la ventana, Kai ya no estaba, seguro que lo habría escuchado todo y me esperaba una buena reprimenda.
-Será mejor que te vayas a dormir, Erika.- Dije cerrando la botella y estirándome haciendo que la espalda me chascara.



Vaya historia me había contado, pues si que vivieron cosas alucinantes el Jefe y Saya.
-Vaya… no sé que decir, hombre, es una buena razón que dejaras al Jefe por que no os prestaba atención ni a ti ni a vuestro hijo, pero…nada, déjalo.- Bostecé y me di media vuelta camino de mi cuarto.
-Kai es bueno y te sigue queriendo y tú también a él, es idiota el hacerse los fuertes, es mejor dejarse llevar por los impulsos. Seréis más felices.- Dicho eso me metí en la Quimera camino de mi camarote. Los adultos eran algo misteriosos nunca pensé que se complicarían tanto la vida, no pienso casarme nunca, o señor, nunca.

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