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lunes, 17 de agosto de 2009

Jefe, cuéntanos la historia de los 5 reinos

Nos habíamos sentado alrededor de una hoguera, aquella noche era fría, y no teníamos nada que hacer con la calefacción de la Quimera, después de tantas batallas lo extraño es que siga de una sola pieza, y que aunque las pierda, luego se pueda arreglar. Está claro que Neo hizo un buen trabajo al construir esta tartana.

Como no, Saya y Kai se sentaban juntos, y Neo alejado del resto, que hombre más misterioso, en fin, decidí acercarme un poco a él, parecía tener algo de frío a pesar de la fogata, y con mi calor corporal, que a un par de metros ya calentaba, estaría mejor. No dijo nada, pero con su mirada ya me di cuenta de que me lo agradecía.

Estábamos completamente en silencio, y era muy aburrido, por suerte, Erika siempre tenía una palabra en la boca.
“Jefe, cuéntanos la historia de los 5 reinos”, le pidió a Kai. Acto seguido él la miró algo dudoso, pero Saya le incitó a que lo hiciese. Abracé mis piernas mirándoles a ambos, entonces Jim interrumpió cuando Kai iba a comenzar. “Pero desde el principio, desde que conociste a Saya”. Kai sonrió, “A Saya no fue a la primera a la que conocí”, respondió. Fue cuando empezó a narrar.

“La historia comienza mucho antes de lo que creéis. No fue hace seis años. La historia comenzó a escribirse cuando el Reino del Hielo y el del Fuego, que entonces eran países, no naciones, iban a aliarse.
El rey del Hielo, mi padre, iba a pactar con el rey del Fuego una alianza en la que sus tropas no volverían a atacarse por motivos elementales. Era mi primera salida oficial con mi padre, a penas unos años después de la muerte de mi madre. Tenía once años recién cumplidos cuando viajamos al País del Fuego. Recuerdo que lo pasé muy mal yendo hacía allí, el calor era insoportable, pero como era un niño fuerte y orgulloso no me quejé ni le dije a mi padre que diésemos la vuelta, como cualquier otro niño haría.

Cuando llegamos allí nos recibió el rey junto con su guardia personal, de la que también disponía mi padre tras nuestra. También estaba su hijo, el príncipe Axel con él.”


Vaya, tuve que reconocer que eso me sorprendió. El que el rey Axel, fuese príncipe algún día no era algo que entrase en mi mente, siempre le había visto como el superior de todo, pues yo nunca había conocido a su padre en persona, sin embargo sí que había luchado al lado del rey Axel.

“Él tenía un año menos que yo, y por supuesto, era mucho menos disciplinado, no porque fuese más joven, sino porque, mentalmente, no estaba tan preparado como yo.
Nada más ver a un niño de su edad entre tanto mayor, sonrió, haciendo que, aún teniendo algo de alma infantil dentro de mí, le respondiese. Nuestros padres decidieron no tenernos ahí “aburridos”, aunque a mí me interesase, y nos mandaron ir a jugar. En esos momentos, con ese niño, me sentí bastante… crío, por así decirlo, pero me sentía bien. Nunca había reído tanto desde que murió mi madre.
Decidió presentarme a la suya, enseñarme cómo una ninfa podía formar una familia, que entonces a mí se me antojaba imposible.”


En ese momento miró a Saya, y sonreí.
Así que el rey era hijo de una ninfa… de ahí que su rostro fuese tan… por así decirlo, bello.


“Me llevó hasta el Templo del Fuego, no muy alejado de su casa, y cuando llegamos, su madre, la ninfa, acababa de morir asesinada. No conseguimos ver al asesino, pero Axel corrió con ella, mientras que yo pude presenciar que, tras el robo de la Llama Eterna, el tesoro, una vez robado, hizo que el cielo se volviese negro, la temperatura bajase, todo oliese a muerte…

El Reino del Fuego había caído en la oscuridad tras el robo de su tesoro y así también el asesinato de su ninfa, el ser más importante después del rey.

Se creó una gran confusión cuando los reyes y sus tropas llegaron y el rey del Fuego, al ver a su mujer fallecida en el suelo, creyó que uno de los guardias de mi padre la había asesinado, y como venganza, lo atravesó a él.”


Todos estábamos totalmente en silencio, pero cuando pronunció esa frase es como si todo el bosque callara, guardando luto por Kai.

“Después de eso no me recuperé nunca. El ver como tus padres mueren frente a ti sin poder hacer nada te hace mucho daño. No con eso, yo ascendí al trono con once años, pues mi madurez ya había sido culminada, aunque mi hermana se negase a creerlo…”

Cuando mencionó a su hermana guardó silencio unos segundos, todos sabíamos que también había muerto.

“Pasó el tiempo, y ya con quince años, volviendo de una misión en solitario en el País del Agua, me topé cerca del Templo del Agua con unos bándalos atacando nada más y nada menos que a la ninfa. Hacían ademán de tocarla, y la lanzaban piedras.
Yo acababa de hacer una pequeña alianza con ese país, y no veía justo que después de ver eso no hiciese nada, y la salvé.
Después de eso estuvo yendo a verme, dándome las gracias, durante casi dos años, que se cansó de que la ignorase.”


En ese momento Saya puso los ojos en blanco y acto seguido sonrió, estaba claro que ella era esa ninfa.


“Dos días después de que ella dejase definitivamente de ir a verme, muy enfadada conmigo, recibí una carta directa del Sumo Sacerdote, que me convocaba en su templo. Cuando llegué, encontré allí nada más ni nada menos que a la propia Saya, y a mi mortífero enemigo: Axel. Junto a ellos había otras dos personas que no conocía; un chico del elemento rayo llamado Edward y una niña del Viento llamada Eri.”

Vaya, así que la reina también estaba metida en el ajo. La de cosas que habían pasado sin que yo supiese nada…

“El Sumo Sacerdote nos hizo saber, que cinco elegidos de los cinco reinos, estaban destinados a librar el mundo de los Sombra, que eran los que querían acabar con la paz y conquistar todo.
Esos cinco elegidos debían ser:
-El rey: El que los cuidaría.
-El príncipe: El que los guiaría.
-La ninfa: La que los protegería.
-El soldado: El que los mantendría unidos.
-La sabia: La que les mostraría la verdad.
Por supuesto, yo era ese rey, Axel el príncipe, Saya la ninfa, el soldado era Edward y la sabia era Eri.
A ninguno nos sentó bien la idea, y algunos nos negamos, pero poco a poco, algo nos convenció de seguir adelante, y partimos en el viaje.

El camino no fue nada fácil, y no sólo porque había complicaciones por todas partes: también estaba el problema de que yo quería asesinar a Axel, el hijo del asesino de mi padre. Con el tiempo… aprendí que él no era el culpable, sino su padre, pero alguien se me adelantó, y lo envenenó, matándolo.

A Axel no le afectó mucho, él sabía que pasaría, no me preguntéis cómo, yo tampoco lo sé.

Pasaron muchas cosas desde entonces, algunas que es mejor no recordar…”


Saya desvió la mirada en ese momento, debió ser algo que pasó con ella, o con ambos.

“Cada uno tomó su camino después de que, por así decirlo, todo se estabilizase una vez muertos dos líderes del Reino de las Sombras. Primero uno, y después su antecesor… Entre todas esas muertes, se llevaron a mi hermana por medio, y a algunos conocidos por el camino.
Entonces comenzó la guerra. Todos los países nos aliamos contra el País de las Sombras, luchando codo con codo. En esos momentos, los cinco reinos ya éramos una hermandad, y los reinos inferiores nos apoyaban en la batalla.

Hubo muchas pérdidas en esa batalla, por parte de nuestro bando y del otro, pero al fin vencimos, quedando como Sombras solo los renegados y algunos que ya estaban en nuestro bando.

Después de aquello, cada cual siguió su camino. Nos casamos con nuestras respectivas parejas, formamos una familia… y aquí estamos ahora. No seguimos todos en contacto, pero seguimos siendo amigos. El destino nos unió como elegidos para salvar el planeta y como amigos…
Ahora tenemos un nuevo enemigo, que resulta ser también Sombra, por lo que creo que la profecía no se refería a la guerra de hace seis años, sino a esta batalla, aunque no cuente con ellos para luchar estoy seguro de que de alguna manera, juntos acabaremos con Draco”

Todos nos mantuvimos en silencio. Kai había dicho algo… profundo, y era muy extraño en él, es como si se hubiese ablandado así de repente, se dio cuenta de ello y pronto volvió su semblante serio, ya decía yo…

“Pues nosotros, aunque no entremos en ninguna profecía, te ayudaremos, Jefe”, dijo Jim poco más tarde para romper la tensión, y acto seguido sonrió.

-Bueno… -dije tras unos segundos- No es que quiera romper el momento bonito ni nada de eso, pero tengo hambre, ¿podemos cenar ya? –acto seguido comenzaron a reírse, y al fin cenamos.

1 comentario:

  1. Esceso de información, esceso de información, neuronas sobrecargadas, reiniciando sistema....

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