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sábado, 29 de agosto de 2009

Capítulo XI - SECRETO

Se tuercen las cosas, lectores o.o Por cierto, esto es fanservice puro y duro xD


ERIKA
Entramos en la sala de entrenamiento, había todo tipo de armas allí. Desde un simple cuchillo hasta un bazoca.
Dejé que Jim pasara el primero, acto seguido le indiqué que me siguiera con la cabeza. Nos acercamos a la zona de tiro, empecé con algo sencillo, una pistola espía del calibre 35.
Me puse unas gafas amarillas y le entregué a él otras junto con los cascos.
-Ten, empezaremos con algo fácil.- Le entregué el arma en la mano.
-Es muy ligera y pesa muy poco, es normal, el cañón está hecho de acero. Bien, el gatillo, el retroceso y el cargador. Es lo más simple, ¿de a cuerdo? Apunta y dispara.-
Señalé con el dedo a una diana expuesta a unos tres metros de distancia.
-Intenta dar al centro, si puedes.- Sonreí y me aparté para dejarle su espacio.



JIM
Sonreí algo irónico cuando dijo lo de darle al centro.
-Vaya, qué curioso, yo pensaba que en las clases de tiro se intentaba dar al profesor entre ceja y ceja. –dije apuntándola entre los ojos y bajando la pistola mientras me reía. Me coloqué las gafas y miré la pistola, según las explicaciones recibidas anteriormente, debía cargarla, de modo que lo hice como otras veces había visto hacer a Kara. Miré a la diana, y alcé la pistola a la altura de mis hombros, con el cuerpo ligeramente girado hacia un lado, y apuntando con la mano derecha y sujetando la pistola por debajo con la izquierda. Apunté cerrando un ojo. Las manos me temblaban ligeramente por la tensión, y apreté el gatillo. Me fijé, y había dado casi un metro alejado del objetivo.
-Vaya… -fruncí el ceño.


ERIKA
Sonreí y me acerqué, me coloqué detrás de él y agarré una de sus manos para apartarle la pistola.
-Te pones muy tenso, es lo que hace que la pistola se desvíe, después, un consejo, mantén los dos ojos abiertos.- Mientras le miraba disparé dado en el centro de la diana, sonreí aún mirándole.
-¿Lo ves? Si te relajas, el arma hará todo lo que tú quieras.- Se la entregué y me aparté de nuevo.



JIM
Tragué saliva cuando Erika posó su mano sobre la mía. Entonces me fijé que hacía muchos gestos de ese tipo, como cogerme de la mano, ¿era su manera de ser o…? Escuché lo que me decía y se alejó un poco. Relajé los hombros y volví a alzar la pistola, esta vez con los ojos abiertos. Respiré profundamente y apunté al centro de la diana. Apreté el gatillo.
Esta vez el agujero fue dentro de la diana, pero en la segunda línea más cercana al centro. Al menos era mejor que fuera de la diana, ¿no?



ERIKA
Disparó, esta vez la bala se incrustó en la segunda línea de la diana.
-Bien, aprendes rápido.-Me acerqué y miré la diana.
-Pero sigues desviándote.-Le arrebaté la pistola y me puse delante de él apuntando a la diana, apoyé la espalda en su pecho para que adoptara la misma postura que yo. Me fijé, Jim me sacaba una cabeza, si que era alto.
Me encogí de hombros y apunté, disparé y acerté, todo eso a la velocidad de la luz.
-¿Qué te parece?



JIM
Se colocó delante de mí, pegándose a mi pecho. La miré algo confuso, ¿pero qué pretendía? Sentí como el corazón me aceleraba cuando apoyó su espalda sobre mí. Me empezaba a poner nervioso de alguna manera, quizá porque no sabía que quería de mí.
-Eh… es impresionante… -dije, algo inseguro, no me había fijado bien en su pregunta, así que no sabía si había respondido bien. Miré la pistola entre sus manos y llevé las mías hacia ella, para poder disparar. Al ver que no se alejaba, comprendí que esta vez me ayudaría a apuntar, así que expulsé aire sobre su pelo, esperando que no notase que no estaba del todo cómodo con esa postura. Seguro que notaba el ligero temblor de mis manos.


ERIKA
Sonreí cuando dijo que estaba impresionado. Le notaba algo tenso, agarró mis manos las cuales tenían el arma. Le temblaban, estaba muy nervioso.
Giré la cara y le miré con el ceño levemente fruncido.
-¿Estás bien, Jim? Te noto muy nervioso.- Solté una mano y la llevé a su mejilla.
-No te preocupes.- Sonreí, seguro que sabía exactamente a lo que me refería.
-Vamos, vaquero.



JIM
Tragué saliva, entonces ella se giró y puso su mano en mi mejilla. Sentí que el color huía de mi cara, ¿no se daba cuenta de lo que hacía?
Asentí ante sus consejos y volví a tragar, agarrando la pistola firmemente entre sus manos. Mi vista estaba algo nublosa, así que cerré los ojos con fuerza y los volví a abrir, intentando enfocar. No veía bien la diana, la veía moverse y borrosa. Cogí aire, y casi sin apuntar, apreté el gatillo. El agujero negro estaba colocando justamente en el centro de la diana. Solté las manos de Erika con la boca abierta.


ERIKA
Disparó y vi como le daba al centro de la diana. Sonreí y me aparté.
-Vaya…-Le miré impresionada.
-Has… atravesado la pared.- La bala perforó el cemento y el metal, Jim tenía mucha fuerza, un poco más y se carga la pistola.
-¡Ha sido increíble, Jim!- Chillé contenta guiñándole un ojo.
-Pero… ¿Cómo lo has hecho?- No me lo podía creer, pero allí estaba, el agujero en la pared. Le miré de nuevo, pero la sonrisa había desaparecido, me llevé la mano al pecho y empecé a jadear, me faltaba el aire y cada vez me encontraba peor.
Tosí y me tapé la boca con las manos, cuando las retiré, me fijé que había sangre.

-Es mejor que lo dejemos para mañana.-Tosí de nuevo y me fui directa a los lavabos.


JIM
Sonreí. Había dado en el blanco. Cuando se separó de mí pude recobrar el ritmo normal de mi corazón y una respiración natural.
-Guao… -dije, ella también me sonrió, entonces empezó a toser.
-Eh, Erika, ¿estás bien? –pregunté con el corazón en un puño, acercándome a ella.
-Erika… -la llamé, cuando se fue a los lavabos. Sentí que el corazón me volvía a acelerar, me asusté, ¿qué la pasaba? La seguí a toda velocidad, era más rápido que ella y la agarré del brazo para ayudarla.
-Erika, ¿qué te pasa?


ERIKA
Estaba apunto de alcanzar el lavabo cuando sentí que Jim me agarraba del brazo. Tenía los labios manchados de sangre, saqué de mi bolsillo un pañuelo y me los limpié dándome otro ataque de tos. Respiraba con dificultad y jadeaba emitiendo leves pitidos que salían de mi garganta, el mismo sonido que emite una persona asmática.
Me agarré a la camiseta de Jim asustada y temblorosa tapándome la boca con el pañuelo.
-En mi cuarto…. En el cajón, al lado de mi cama…- Tosí de nuevo antes de terminar la frase, me dolía el abdomen y me quemaban los pulmones.
-Hay…hay un bote de pastillas…tráemelas…. Por favor, Jim.- Me dejé caer al suelo apoyándome en la pared.



JIM
No podía jurar quién estaba más asustado de los dos, pero me daría un aire si le pasaba algo malo a Erika. Tragué mientras se sentaba en el suelo respirando con dificultad. Intenté mantener la calma, pero las lágrimas acudieron a mis ojos. Me agaché e intenté colocarla con la espalda ligeramente inclinada, de esa manera el aire entraba mejor en los pulmones, y acto seguido salí a toda velocidad hacia el camarote de Erika. El camino se me hizo eterno, y los seis segundos que tardé en llegar se me hicieron horas. Con rapidez abrí el cajón, arrancándolo de su sitio, y cogí uno de los varios botes similares que había en él. Salí corriendo de nuevo hacia los servicios, limpiando la lágrima que había derramado con el dorso de la mano.
Derrapé a la entrada y caí al lado de Erika de costado. Rápidamente me incorporé con ayuda del pie, abrí el bote y saqué una pastilla.
-Venga, Erika, tómatela. –dije rogándola y metiéndosela yo mismo en la boca.


ERIKA
Jim obedeció de inmediato, no era justo que ahora que lo estaba pasando mal empezará yo a fallarle. Los ojos se me inundaron mientras Jim iba en busca de mi medicamento.
Me agarré del pecho con fuerza intentando respirar lo más tranquila posible, pero no podía, el aire, el oxígeno me quemaba al introducirse dentro de mí. Tosí sin parar hasta que Jim volvió y me entregó las pastillas.
Me tomé una sin agua y sin nada. Cerré los ojos y me apoye en la espalda con las piernas encogidas contra mi pecho. Escondí la cara entre ellas respirando más calmada.



JIM
No sabía ya qué hacer. Estaba encogida, y sabía que en estos casos lo mejor era alejarse y dejarla respirar cuanto necesitase. Tenía los ojos empañados y no sabía reaccionar. No pude moverme del sitio, y miré como se iba recuperando poco a poco, con el corazón encogido.


ERIKA
Jim estaba muy asustado, levanté la cabeza y le miré. Le sonreí y alargué una de mis manos para acariciarle la mejilla. Solo llegué a rozarla, pues se me cerraron los ojos y me sentí cada vez más débil.
Me desmayé en el acto a causa de la perdida de sangre y de que ese ataque me había dejado agotada. Me desplomé en el suelo.



JIM
Oh, no, no por favor, eso no podía estar pasando.
-¡Erika! –grité, reteniéndola entre mis brazos, despejé su frente del flequillo que lo cubría para verla los ojos, cerrados.
-¡Erika, responde! –estaba desesperado, no sabía cómo hacerla reaccionar. Alcé la cabeza.
-¡¡Neo, Kara!! ¡Ayuda! –chillé, mientras las lágrimas caían sin problema por mi cara.
-Erika, vamos… -le rogué.


NEO
Los gritos de Jim me alertaron desde la cubierta. Corrí cagando leches hasta encontrarme con el panorama. Jim tenía a Erika entre sus brazos sin sentido.
-¿Qué coño pasa?- Corrí hasta ellos y miré a Erika, la tomé el pulso, lo tenía muy débil. Miré a Jim con el horror en mi cara.
-¿Qué le pasa a Erika?- Pregunté nervioso mientras la daba leves palmaditas en las mejillas.
-Erika, ey, preciosa, despierta…- Erika abrió los ojos lentamente, la cogí en brazos y me levanté.
-La llevaré a su cuarto, avisaré al Jefe, tú quédate con ella mientra tanto.-Le dije a Jim entrando en el camarote de Erika y tumbándola en su
cama.


JIM
Obedecí a Neo, con las lágrimas en los ojos y asentí energéticamente, queriendo morirme. Cuando Neo salió de la habitación miré a Erika, parecía medio muerta. Me acerqué y me arrodillé a su lado, la cogí de la mano.
-Erika, ¿cómo te encuentras? ¿Qué te pasa?


ERIKA
Me llevaron a mi cuarto, creo que fue Neo el que me cogió en brazos, me pareció escuchar su voz.
Estaba tumbada en mi cama, Jim agarraba mi mano y me miraba con los ojos llenos de lágrimas. Me giré y le miré, le sequé las gotas que se deslizaban por su mejilla con cuidado.
-Jim… lo siento, creo que no te lo he contado todo.-Mi voz sonaba débil y agotada. Cerré los ojos, nunca le había contado esto a nadie, pero era el momento de decírselo, sobretodo a Jim, era mi mejor amigo y no quería ocultárselo.
-Jim…tengo cáncer en los pulmones…-Abrí los ojos y le miré.
-Está en fase agresiva… como ya has visto abajo, eso era solo una secuela de los ataques que me dan….- No quería que se preocupara por mí, presioné su mano con fuerza y sonreí levemente.
-Siento haberte asustado.



JIM
Se me caía el alma a los pies. Erika estaba muy enferma y no había sido capaz de contárnoslo a nadie, ¿cómo podía haber ocultado esa enfermedad? Llevaba años con nosotros, era imposible no haberse dado cuenta. Apreté su mano contra mi mejilla.
-¿Por qué no nos lo has contado nunca? –pregunté angustiado y dolido a la vez.


ERIKA
Le miré triste y froté el reverso de mi dedo en su mejilla.
-Porque… Kai no me habría aceptado, si lo hubiese sabido, el Jefe jamás me abría enrolado en la Quimera por débil. Lo mantengo en secreto por que… solo es problema mío y no quiero agobiar a nadie más… perdóname… -
Cerré los ojos y una lágrima me resbaló desde el filo del ojo hasta la funda de la sábana.



JIM
Me sequé las lágrimas con la palma de la mano.
-Eres una total inconsciente, ¿lo sabías? –le sequé la lágrima con un dedo.
-Eso no se puede hacer, es un suicidio. Eres una incrédula macabra. –dije con rabia, ¿cómo podía arriesgar su vida de esa manera?
-A partir de ahora te cuidaré, no dejaré que esto vaya a peor, y no te vas a oponer, ¿me has oído bien?


ERIKA
Le miré, estaba rabioso, ¿tanto le importaba?
Me mordí el labio y me incorporé, antes de que él se diera cuenta, ya estaba abrazándole. Hundí la cabeza en su pecho agarrándome a él con desesperación. Había sufrido tanto en silencio, la gente me rechazaba, y justo ahora, encuentro a Jim, la persona más maravillosa del mundo.
Le miré, y aunque no le gustase, le llené de besos por toda la cara, sonreí por la cara que ponía él.
-Gracias, Jim.



JIM
Me abrazó y acto seguido me llenó de besos, la miré con el ceño fruncido.
-No intentes arreglarlo así, señorita, lo digo muy en serio. –estaba jugando con fuego, ¿no se daba cuenta?
-A partir de ahora te vas a cuidar más, y si salimos de la nave no voy a separarme de ti, seré tu sombra, Erika. Y ahora… descansa antes de que lleguen estos dos histéricos perdidos, porque Kai te echará la bronca.


ERIKA
Me quedé sin habla. Kai no sabía nada de mi enfermedad, y seguro que me echaba de la tripulación por mentirosa y por débil.
-No quiero irme de la Quimera….- Le dije aterrada, Kai era muy estricto con sus leyes y seguro que no tendría ni una pizca de piedad ni aunque se lo suplicase.
-El Jefe me echará a patadas, Jim….



KAI
Neo me había avisado de que Erika se encontraba mal, y me hizo llamar. Sólo me puse los pantalones, no me dio tiempo a otra cosa, me metió prisa. Salí a paso ligero hacia el camarote de Erika.
-¿Qué pasa aquí? –entré, Jim estaba con ella, que no parecía estar ya mal. Crucé los brazos sobre el pecho.
-¿Y bien?



JIM
Antes de que Erika terminara de hablar, Kai ya estaba allí. Tragué saliva cuando esperó a que le diésemos una explicación. Me acerqué al oído de Erika.
-Cuéntaselo, debe saberlo. –le susurré- Tranquila, no dejaré que te eche, nadie lo consentirá, pequeña. –la besé en la mejilla y me aparté un poco para dejarla espacio.



ERIKA
Kai entró en el camarote, Jim se apartó un poco dándome ánimos, sonreí levemente y dirigí la mirada hacia Kai.
-Jefe….estoy enferma… nunca lo he contado, ni a mi familia ni siquiera a usted cuando decidió enrolarme en la Quimera….- Bajé la cabeza y respiré hondo.
-Padezco una enfermedad que está en fase agresiva…-Le miré y decidí soltárselo.
-Cáncer de pulmón…


KAI
Asentí seriamente aún con los brazos cruzados.
-No sólo me has mentido, sino que nos has tenido a todos engañados, Erika. –respiré hondo- Muy a mi pesar no puedo dejar que sigas en esta nave, no nos conviene a ninguno.



JIM
Fruncí el ceño.
-Qué egoísta eres a veces, Jefe. –dije, casi con asco.
-Erika ha estado sufriendo todo este tiempo en silencio, lo único que necesita es que la ayudemos con su enfermedad, no hace daño a nadie. Y además, no tenéis por qué ninguno de vosotros ocuparos de ella, porque yo la cuidaré. –dije serio.
-Erika no se va de la Quimera. –sentencié.



ERIKA
Mis ojos se encharcaron cuando Kai me dijo lo que ya me esperaba. Abandonaría la Quimera por mentirosa.
Jim salió en mi defensa… cuidaría él de mí cuando se supone que soy yo la que debe cuidarle. Bajé la cabeza triste.
-Lo siento, Jefe… no quería preocupar a nadie, lo juro, de verdad. Es problema mío y no necesito que se involucre nadie por mí.




JIM
La miré, dolido, se estaba rindiendo.
-No digas estupideces. Ya he dicho que cuidaría de ti, y lo haré. –miré a Kai decidido.
-Erika debe permanecer con nosotros, perderás mucho si la dejas ir, no sólo perderás a una excelente tiradora que os libra más de una vez de acabar hechos un colador… -tragué saliva- También perderás al único hacker que sabe el funcionamiento entero de esta nave y que puede infiltrarte en archivos del Estado, tú elijes, Jefe.



ERIKA
¿Qué? Jim se había vuelto loco, pensaba abandonar la Quimera si me echaban.
-¿Pero qué dices Jim? No seas tonto…- Le miré nerviosa.
-No voy a consentir que pierdas la tripulación por mi culpa y mi egoísmo.- Miré a Kai que permanecía de pie con los brazos aún cruzados.



KAI
Les miré atento. Si Erika se marchaba, Jim también. Ambos eran una gran pérdida para la Quimera, pero no podía mantener a una enferma en mi nave, y no era justo para ella vivir sin médicos ni medicamentos apropiados. Si Jim se marchaba con ella, haría bien en cuidarla como es debido.
-Muy bien, recoged vuestras cosas. –salí del camarote.


ERIKA
Asentí y me levanté de la cama. Una punzada atravesó mi corazón. Miré a Kai.
-Señor… deje que Jim se quede, no necesito ayuda, se apañármelas sola... -Abrí una de mis maletas y empecé a meter ropa dentro.
Tragué saliva ahogando las ganas de llorar, no tenía donde ir, ni familia ni nadie con quien estar, pero eso a Kai le importaba una mierda.


JIM
Miré a Kai con rabia cuando salió.
-¡Tienes que tener un par de huevos retorcidos para dejarnos así a los dos! –grité, incluyéndome, pues no iba a dejar a Erika sola.
-¡Que no te hayas quedado satisfecho en la cama no es nuestra culpa, cabrón! –estaba enfurecido, ¿cómo podía dejarnos marchar así? No comprendía a ese hombre.


NEO
Kai les había echado de la Quimera, no lo iba a consentir después de saber que Erika estaba así de enferma.
-Kai, colega, no puedes dejar que se vayan, hay muchos peligros ahí fuera. Erika está muy enferma, no durará ni tres segundos en el bosque o vete tú a saber. Jim no sabe cuidar de sí mismo, vamos.-Me planté en frente de él y le miré.
-Eres muy egoísta, a Saya no la echas de la Quimera por que no te sale de las pelotas, pero en cambio a Erika que necesita nuestra ayuda, que siempre te ha sido fiel, nunca ha rechistado ni ha hecho de tu vida un infierno, a ella si que la echas encantado de la vida. ¿Pues sabes que te digo? Que por muy rey, Jefe que seas, esta es mi nave y no dejaré que la abandonen.- Le miré y acto seguido me dirigí al puesto de mandos para mantener la nave en el aire.



KAI
Le seguí.
-Tú no tienes ni idea, Neo. Esa chica está muy enferma, y aquí no podemos cuidarla. Necesita un hospital y medios para curarse, nosotros no tenemos ni idea de su enfermedad. Lo mejor será que la llevemos a un hospital y se quede allí. –dije serio, lo de Saya había sido un golpe bajo, y no tenía motivos él para decir nada, quería que se fuese.
-Esta será tu nave, pero es mi tripulación, y si no obedeces mis órdenes, me estás traicionando, Neo.


NEO
Me planté delante de él, cara a cara.
-Pues mira, tal vez es hora de que alguien de esta maldita tripulación te baje del pedestal en el que crees estar. Es mi nave y son mis reglas, por que seas un rey no significa que mandes sobre mí, no soy un elemental, soy humano y los humanos no tenemos rey. No pienso aterrizar, si así lo deseas, te jodes. Pero no pienso dejarlos por ahí, ahórrate tus sermones de santurrón, te tengo calado desde el principio.-
Volví a mi puesto y le di velocidad a la nave.



KAI
Entrecerré los ojos y me acerqué.
-Sigue soñando, Neo. En esa nave no soy tu rey, soy tu jefe. –escupí las palabras, parecía que nadie en esa jodida nave iba a respetar mi decisión, sólo lo hacía por Erika, y ninguno quería ver más allá de lo que sus absurdas y cortas mentes llegaban a alcanzar. Salí de allí, dirigiéndome a mi camarote para acabar de vestirme.



SAYA
Jim y Erika recogían sus cosas, hacían la maleta. Me había enterado de todo, no era difícil saber que Kai les había echado a los dos de la tripulación. Erika padecía de cáncer, una enfermedad la mayoría de las veces, mortales.
Kai apareció por el pasillo hecho una fiera. Le seguí y entré en el camarote detrás de él.
-Kai, ¿en qué coño estás pensando dejándoles marchar? No puedes hacer eso, por favor, reconsidéralo. Erika está muy mal, yo puedo ayudarla, tengo medicamentos, medicinas que pueden hacer que el cáncer se calme un poco….



KAI
Me giré al oír las palabras de Saya.
-¿Tú también? ¿Pero es que no podéis comprender que no podemos ayudar a esa niña? ¿Es que no os cabe en la cabeza, Saya? ¡Erika se muere! Se muere, y no ha sido capaz de decírnoslo a ninguno de nosotros, solo para estar en esta nave. Me ha traicionado engañándome así, y Jim quiere irse con ella, así que ahí queda la cosa. –no supe si dejar que respondiese o no, lo siguiente sería un grito y no me apetecía escuchar más por hoy. Me giré y entré en el camarote agarrando mi camisa.

SAYA
Le seguí con tranquilidad, no quería machacarle, se nota que estaba sufriendo por Erika.
Me crucé de brazos apoyándome en la pared y suspiré.
-Kai, lo único que quiere Erika es ser parte de la tripulación. Sabes que si sale ahí fuera no durará. Deja que me ocupé, si vemos que se pone peor… la llevaremos donde tú quieras.-Le miré con cara suplicante.
-Por favor…



KAI
La miré mientras me ponía la camisa blanca.
-¿Por qué os cuesta tanto acatar una decisión, por qué? ¿No te das cuenta de que si la llevamos ahora a un hospital estará mejor allí que aquí, sin nada que pueda curarla? Ya no eres ninfa, Saya, no tienes poderes curativos, y mi hielo no sana un cáncer. –me abroché la camisa y agarré la espada, metiéndola en mi cinto.
-Tenemos que aprender a afrontar las cosas. –salí de la habitación, y en ese momento sentí un cañón apuntándome a la sien.
-Kara…


KARA
-No sé por qué me extraño, ¡los Fríos siempre habéis sido unos cabrones! –le grité con el arma entre las manos.
-¿Cómo se te ocurre dejarla a su suerte, mamonazo? ¡¿No ves que nos necesita?! Te aseguro que si ellos se van de esta nave yo te tiro por la borda en cuanto superemos un kilómetro de altura, tenlo claro, fresquito.



SAYA
Genial, Kara apareció y apuntó la sien de Kai con la pistola. Me puse entre los dos apartándoles. Miré a Kara con el ceño fruncido.
-Baja el arma, Kara, no te lo repito otra vez.- Dije seria mirándola decidida. Si ella apretaba el gatillo estaba asegurada que la que iba a hacer caída libre iba a ser ella.



KARA
La miré aún con la rabia por dentro, ese cabrón estaba siendo injusto. Bajé el arma aún mirando a Kai. Alcé la mirada y vi llegar por el pasillo a Jim y Erika con sus respectivas maletas.



JIM
Cuando aparecimos por el pasillo, Kara, Saya y Kai estaban allí, parecía que habían tenido una disputa. Clavé la maleta en el suelo y les miré.
-Ya estamos listos.

1 comentario:

  1. ¿¿¿¿Os vais a cargar a mi personaje favorito???? El segundo es Kai, por si os da por matarle y eso...

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