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lunes, 31 de agosto de 2009

Capitulo XIV- LA ISLA DEL AGUA.

Damas y... damas, aquí os dejo el capitulo catorce, espero que os guste. Tensión, mucha tensión.


JIM
Estaba en la sala de los ordenadores, actualizando el sistema del antivirus. Pronto aterrizaríamos en la Isla del Agua, y no estaba de humor para ponerme a pelear con civiles. Era la tercera vez que el ordenador daba error, y le di una patada al panel de mandos.
-Eres una porquería. –Me quité los auriculares y los dejé sobre el teclado.
-Ahí te pudras. –Me crucé de brazos.
-Las mujeres me tenéis harto, muy harto.


NEO
Fui a buscar a Jim para avisarle de que nos íbamos a la isla, le encontré en la sala de los ordenadores liándose a hostias con la CPU.
-Ey, ey, ey, que el ordenador no tiene la culpa de que la arpía sea como es.- Me acerqué y posé una de mis manos en su hombro.
-Vamos, chico, Kai ha ordenado que nos reunamos en el puesto de mandos, y no tardes, que tengo que aterrizar.- Dicho esto, salí de la sala y me dirigí al timón. Aterricé en menos de tres minutos, sobre terreno seguro y firme. Abrí la compuerta principal y saqué la plataforma para que pudiesen bajar.


KARA
Yo me senté en una silla en la cocina con el deshumificador encendido.
-Pasadlo bien, yo me quedo aquí, vigilando y protegiendo a Quimera. –Me despedí con la mano.
-Traedme un souvenir.


SAYA
Neo aterrizó la nave y abrió la compuerta. Empezamos a salir, Kara se quedó en la nave junto con Jim y Erika que seguía en la cama.
Neo salió el primero, esperé a Kai junto a la puerta. Estaba muy nerviosa y no sabía lo que nos esperaba allí dentro.

KAI
Llegué junto con Saya, que parecía hecha un flan.
-Tranquila, ¿ves? No pasa nada, nadie ha venido a acribillarte. De momento… -dije con una voz tenebrosa.
-Venga, vamos, lo que más debe asustarte ahora es Neo, y mírale. –Dije señalándole con la mano.



SAYA
Puse los ojos en blanco y le miré.
-Neo me la…- Dejé la frase a medio terminar.
-Déjalo.- Bajé de la nave siguiendo a Neo. Me guardé la daga en el cinto de mi muslo, suspiré y miré a mí alrededor mientras caminábamos.


Nos adentramos en el bosque, todo estaba en calma, demasiado en calma para mi gusto. La vegetación se había adueñado por completo de las casas que había en las afueras. Me quedé plantada delante de un manantial que me resultaba familiar.
Neo y Kai me adelantaron mientras yo me esforzaba en acordarme por que me resultaba tan familiar. Me fijé en la gran cascada, entonces fue cuando mi mente se llenó de recuerdos.
Me sonrojé al recordarlo.


KAI
Me giré, Saya se había quedado atrás. Metí las manos en los bolsillos.
-¿Disfrutando del paisaje? –No sabía si estaba atenta, se sonrojó, miré en la dirección que miraba ella. Una cascada.
-Pues vale… ¡Saya, vamos!


SAYA
Kai me llamó y enseguida reaccioné. Me reuní con él sin decir nada.
Seguimos caminando hasta adentrarnos de lleno en la ciudad. Estaba en ruinas.
Abrí los ojos ampliamente y miré la ciudad.
-Está…- Di un paso adelante mirando las casas que ahora solo eran escombros con enredaderas. Había indicios de batalla, pero no habían restos, ni cadáveres.
-¿Y los cadáveres?-Pregunté.
-¿Qué coño ha pasado aquí?


KAI
Me fijé en el panorama, era algo desolador. No pude hacer otra cosa que pensar en mi reino, ¿habría corrido la misma suerte sin mí allí? Miré a Saya, más que dolida parecía asombrada. Después alcé la cabeza.
-Draco.


SAYA
Corrí hasta el palacio real, subí las escaleras y vi que el trono estaba vacío. Todo estaba abandonado. Un desierto. Giré la cabeza y miré atenta un pequeño altar que se situaba al lado de una pequeña charca. Me acerqué despacio t lo contemple con pesar.
-Este era mi templo, donde me encargaba de cuidar el tesoro….- Estiré un brazo y deslicé la mano por la piedra húmeda.
-Dios…- Susurré.


NEO
Vaya mierda de reino, estaba hecho una pocilga. Me rasqué la frente y me senté en una roca.
-¿Y para esto hemos bajado? ¿Para encontrarnos con… nada? Pues vaya mierda.- Carraspeé y dejé descansar mi fusil en el suelo, saqué una cantimplora y pegué un trago.



KAI
Me acerqué a Saya y posé una mano sobre su hombro.
-Lo siento… No pensé que pasaría esto, Saya. –me acerqué más a ella.
-¿Quieres… que te dejemos sola o algo?


SAYA
-No. No es nada.- Dije desinteresada. Aparté la mano del altar y me alejé un poco para verlo.
-En el palacio, el rey siempre escondía un baúl repleto de dinero y joyas, tal vez siga ahí. El muy desgraciado lo escondía muy bien.

NEO
Me levanté de un salto al oír la palabra “dinero”.
-¿A qué esperamos? Ese tío me caía bien, muy pero que muy bien.-Cogí el fusil y di un paso hacia el palacio. Un rugido hizo que me alertase y me quedase quieto.
-Eso no me ha gustado nada.- Cargué el fusil y miré atento.



KAI
Agarré el mango de la espada cuando oí eso.
-¿Qué clase de bichos a parte de tigres dientes de sable hay por aquí, Saya? ¿Zombies?


SAYA
Escuché el rugido, no me sonaba de nada.
-No lo sé, pero dudo que sean de esta isla.- Di un paso atrás y permanecimos en silencio. Solo se escuchaba nuestras respiraciones agitadas y alertas. Miré hacia mis pies, sentí un pequeño temblor. Fruncí el ceño y miré a Kai y a Neo.
-¡Atrás!- Una trampilla se abrió bajo mis pies haciendo que cayese dentro. La trampilla se cerró.
-Joder.- Miré en frente, el mismo rugido de antes retumbó bajo la trampilla, justo donde me encontraba yo. Una criatura negra y humeante se abalanzó sobre mí intentando clavarme los dientes. Saqué la daga y se la clave en la sien justo cuando lo tenía encima.

NEO
Todo pasó deprisa, de golpe y porrazo Saya ya no estaba. Se había colado por una trampilla.
Los rugidos eran más intensos y provenían de todas partes.
-Kai, será mejor que nos piremos de aquí.- De repente emergieron de debajo de la tierra criaturas nefastas que jamás había visto. Disparé contra todos los que venían hacia mí.
-¡Mierda!- Salían de todos lados.



KAI
-¡Saya! –grité cuando cayó a una trampilla. En pocos segundos Neo y yo estábamos rodeados por criaturas negras, lo más seguro es que estuviesen hechas a partir de la oscuridad. Desenvainé mi espada y la puse frente a mí.
-¿De dónde salen? –empecé a atacarlas, salían de todas partes.
-¡Neo! –uno de los bichos le iba a atacar por la espalda, pero con mi rapidez pude llegar a tiempo y cortarla en dos mitades. Me coloqué junto a Neo espalda con espalda.
-¿Qué hacemos? No voy a dejar a Saya ahí abajo.


NEO
No paraban de emerger, de todos lados, de la tierra, del agua, de entre los árboles. Me quedaba poca munición y no iba a dejar que Kai se encargara de todo.
-Será mejor que nos vayamos, Saya sabe cuidarse sola según me has dicho.- Disparé a otro que se lanzaba hacia nosotros.
-No podemos hacer nada, Kai. Si nos quedamos moriremos, pero si nos retiramos tendremos una oportunidad para sobrevivir. ¡Mierda! Me estoy quedando sin munición, Kai.- Golpeé a uno con el extremo del fusil.
-¡Vámonos!


SAYA
Tenía que andar agazapada, pues donde había caído era un canal de túneles.
Miré hacia atrás al ver a otra criatura correr hacia mí. Agarré el mango de la daga y la lancé incrustándose en uno de los ojos de la criatura. Respiré agitada y seguí adelante. Por lo visto, no había salida, pero si esos animales entraban tendría que ser por algún lugar.


KAI
Me estaba quedando sin fuerzas, no paraban de salir por todas partes.
-Neo… vete tú. –dije arrebatándole la cabeza a uno.
-Yo no dejaré aquí a Saya, sálvate tú. –me falló el brazo y uno de los monstruos se lanzó sobre mi brazo, cerrando sus fauces en él. Solté un pequeño gemido de dolor.


NEO
Utilicé el fusil como porra, golpeaba a las criaturas reventándoles la cabeza.
-¡Ni de coña! No voy a irme.- Uno de los bichos mordió el fusil sin llegar a romperlo, hice fuerza hacia fuera para que no llegasen sus dientes a mi rostro.
-¡Vámonos!- Agarré a Kai y empecé a correr.
-Saya se cuidará bien, no te preocupes por ella.


KAI
El brazo me dolía, me había clavado los dientes con fuerza y la herida era profunda.
-No, Neo, no voy a dejarla ahí. –hice fuerza para deshacerme de él, pero siempre me había superado en ese aspecto.
-¡Neo! –le empujé, pero lo único que logré con ello fue hacerme tropezar.
-Maldito humano egoísta.

NEO
Ayude a Kai, tenía el brazo machacado.
-No soy egoísta, son realista. No tenemos ni idea de donde se encuentra Saya en este momento. Adelante, ¿quieres ponerte a excavar para encontrarla? Muy bien, hazlo, pero no cuentes conmigo.- Le dejé ahí, no iba a jugarme el pellejo por una arpía.


KAI
Me soltó y pude deshacerme de él, en ese instante uno de los bichos saltó sobre mí, lo atravesé.
-¡Saya! –quizá si la oía sabría cómo sacarla de ahí. Volví al interior, buscando la trampilla por la que había caído. Corrí hacia ella cuando la divisé y la pisé, pero no hubo ninguna reacción.
-¿Qué? –seguí pisando fuerte cuando me acorralaron los bichos, alcé la espada de nuevo.
-¿De dónde salen? –repetí.


SAYA
No encontraba salida ninguna, solo me encontré con un callejón sin salida.
-Genial…-Me giré y vi a uno de los animales que corría amenazante hacia mí. No tenía escapatoria, así que, corrí hacia el monstruo y justo cuando este iba a saltar para morderme, derrapé pasando por debajo de él. El bicho se estampó contra la pared reventándose.
-Puaj…- Volví sobre mis pasos hasta la trampilla por la que había caído. No sabía como estaba ni Kai ni Neo.
-Mierda…- Golpeé la trampilla, pero esta no se abría. Respiré hondo, cogí aire y volví a golpear con todas mis fuerzas.


KAI
Ninguno atacaba, simplemente acechaban, yo giraba sobre mí mismo vigilándolos. Entonces saltaron. Alcé la espada sobre mi cabeza y sentí que el suelo desaparecía bajo mis pies, caí. Pude ver, antes de que se cerrara la trampilla, que los bichos se chocaron unos con otros. Caí boca abajo, sobre blando.
-¡Saya! Te he encontrado. –dije levantándome y tirando de ella.
-vale, ¿cómo salimos de aquí?


SAYA
Por fin se abrió la trampilla, pero en vez de yo subir, volví a bajar sintiendo una mole de músculos encima de mi. Me quejé, entonces fue cuando me di cuenta de que era Kai.
-Ohm… genial.- Me levanté y le miré seria, señalé la trampilla.
-Pensaba salir por ahí, pero veo que ya es imposible.- Puse los ojos en blanco.
-Déjalo.- Vi que estaba bien, eso me alivió, pero no duró ni cinco segundos. Dos bichos nos habían rodeado, cada uno en el extremo del túnel.
-Muy bien, esto mejora por momentos.


KAI
Por un segundo mi vista se volvió borrosa al mirar al bicho.
-Y que lo digas… ¿Sabes hacer torniquetes? No veo muy beneficioso desmayarme y dejarte aquí con el marrón, después me pegarías. –alcé el brazo malo enseñándole la herida, por suerte no era el brazo de la espada.
-Es que empiezo a ver cosas extrañas, ¿tú eras rubia o morena? –la miré, me miraba seria.
-Alivio la tensión, joder.


SAYA
Miré a Kai y sin pensármelo, le arranqué la manga ensangrentada vigilando de vez en cuando a los bichos. No atacaban, pero el olor a sangre les tenía alterados. Me manché las manos de barro y se lo embadurné sobre la herida, acto seguido me quité el cinto del muslo y se lo puse alrededor para que la herida dejase de sangrar.
-Apañado.- Le miré y agarré mi daga, la lancé contra uno de los monstruos clavándoselo en el cráneo.

KAI
Me hizo un torniquete con su cinto del muslo. Miré al monstruo que quedaba vivo, corría hacia nosotros, no esperé. Cargué con mi brazo bueno y lancé la espada haciendo que en el aire girase sobre sí misma hasta llevarse la cabeza del bicho por el camino. La espada se clavó en la pared, con la cabeza en el centro. Jadeé cansado.
-Menuda movida, ¿eh?


SAYA
Kai se cargó al último monstruo que quedaba. Suspiré más tranquila y miré la trampilla.
-A ver quien tiene cojones de abrirla de nuevo.- Sonreí cansada y miré a Kai.
-Haz los honores.- Le señalé la puerta.

KAI
La miré de reojo y después a la trampilla.
-Bien, hagamos algo que Saya no ha podido hacer. –la entregué la espada- Sujeta.
Miré a la trampilla.
-Quizá haya dos metros desde aquí, ¿no? –la miré. Me acerqué y medí mi altura y la suya con la mano, volví a coger mi espada y la dejé en el suelo.
-Súbete a mis hombros, así llegaremos. –me agaché.


SAYA
Nos midió con la mano.
-¿Qué me suba a tus hombros? Vale.- Me acerqué y me subí con cuidado de no hacerle daño.
-Cuidadin, que te veo.- Me agarré a su camiseta y suspiré acojonada.
-Verás como acabamos en el suelo.


KAI
Me alcé, quizá demasiado deprisa, porque Saya se dio con la trampilla en la cabeza.
-… -ahogué una risa- Se siente. –canturreé.


SAYA
Me golpeé la cabeza con la trampilla, gemí de dolor llevándome las manos a la azotea.
-Bruto.- Se aguantó la risa, le di una colleja cuando se mofó de mí.
-Cabrón, ten más cui….- Me desequilibré e hice que Kai tropezase y cayese al suelo, yo encima de él con las rodillas a cada lado de su cabeza. Me quejé por el golpe. Le miré y me di cuenta en la posturita en la que nos encontrábamos. Sonreí y alcé una ceja.
-Se siente.- Canturreé.


KAI
Caímos los dos al suelo en una postura bastante comprometedora.
-Oh, genial. ¿Sabes? Esto es algo que contarle a nuestros nietos, ¿no crees? –la aparté de mi cara empujándola hasta mi vientre y me senté.
-Eso te pasa por rencorosa, casi nos matas a los dos.

SAYA
Me senté sobre su abdomen dejando que se incorporase.
-No seas imbécil, si no hubieras sido tan bruto no habría pasado esto.- Rechisté agarrándole del cuello de la camisa.
-La próxima vez date tú el porrazo.


KAI
-No lo quisieras. –la di un pico.
-Sufrirías por ello. “¿Estás bien, Kai? ¿Te has hecho daño, cielo?” –la imité en una antigua jerga que usaba cuando estábamos casados, pero con el niño, no conmigo…
La cogí de la cintura y la volví a besar.
-¿Qué tal si te levantas y nos largamos de aquí?


SAYA
Me imitó muy malamente seguido de un beso.
-Ja, ja, ja, que gracioso eres Kai.- Me levanté y me llevé las manos a la cintura.
-Si crees que con un beso se arregla el chichón que me ha salido, vas listo.


KAI
Sonreí maliciosamente ante sus palabras. Sin avisarla, la cogí a la altura de las rodillas y la alcé. No llegaba hasta la trampilla, pero era una distancia corta.
-¿Te subes a mis hombros, o te subo yo?

SAYA
Me agarró de las rodillas y me alzó.
-¿Tienes un casco a mano?- Me miró serio.
-Vale, vale…- Como pude, posé los pies en los hombros de Kai hasta erguirme por completo. Estiré los brazos y empujé la trampilla hacia fuera, cedió un poco, así que empujé con más fuerza.
-Ya… casi… está.- La trampilla se abrió del todo y me agarre a los salientes, me impulsé y salí al exterior. Vi una enredadera cerca de mí, en una roca, la desenrollé y se la lancé a Kai.
-Vamos.

KAI
Miré la enredadera que me había lanzado, ¿en serio pensaba que la necesitaba? Cogí carrerilla y di un salto hacia la pared, me impulsé con un pie y del impulso llegué al saliente al lado contrario, me ayudé con las manos a subir, aunque la herida del brazo se resintió, y me puse de pie.
-¿Qué tal si nos vamos de aquí antes de ser pasto de… bichos?


SAYA
Kai subió sin ayuda de la enredadera, como no.
-Se me olvidaba que estoy ante el hombre-mono. Anda, vamos.- Empecé a caminar con la esperanza de salir de allí lo antes posible.
Nos cruzamos de nuevo con la catarata, la di un último vistazo antes de seguir adelante. Seguro que Kai no se acordaba de lo que pasó allí, fue el lugar donde me quedé embrazada de Kai. Jr… es normal que su padre no se acordase, no le iban los sentimentalismos.


KAI
La abracé la cintura por detrás mientras la daba un beso en el cuello.
-¿Te crees que no me acuerdo, tonta? Si me acuerdo de lo pesada que eras de venir todos los días a verme después de que te salvé y del sitio donde te toqué por primera vez, ¿cómo no voy a acordarme de la noche que pasamos bajo esa cascada?

SAYA
Sonreí cuando me dijo aquello.
-Si, fue una noche increíble… aunque, nunca es tarde para mejorar.- Eso claramente era un desafío. A Kai siempre le han gustado los desafíos, era difícil que se resistiese a uno.
-¿Nos vamos?-Pregunté mirándole, me aparté despacio y acto seguido reanudé la marcha.


KAI
Qué capulla, cómo la gustaba torturarme y desafiarme. La seguí de cerca hasta situarme a su lado, la cogí de la cintura y ambos volvimos a la Quimera.



NEO
Ya tenía la nave en marcha cuando vi aparecer a Kai junto con la arpía.
Pero bueno, ¿esta tía no se moría nunca?
Esperé a que estuviesen a bordo para cerrar la compuerta y despegar la nave.


KAI
Cuando entramos en la nave me dirigí directamente a la sala de mandos y cuando entré le di un puñetazo en la cara a Neo. Kara, que estaba a su lado retrocedió con los ojos saliéndose de sus órbitas.
-¿Pretendías dejarnos ahí, cabrón de mierda?


NEO
Kai me propinó un puñetazo en la cara en cuanto entró. Me levanté y le agarré de la camiseta devolviéndole el puñetazo.
-Intentaba salvarte, idiota, pero tu estabas emperrado en salvar a Saya. No daba tiempo, por ti me hubiera quedado, pero por ella no.- Señalé a la arpía que me miraba con el ceño fruncido y los puños apretados.
-¿Vas a pegarme?- Agarré una de las pistolas de Kara y apunté a Saya, justo entre ceja y ceja.


SAYA
Neo le devolvió a Kai el puñetazo, apreté los puños y miré con rabia a Neo. Este se puso chulito y me apuntó con una pistola de Kara. Me acerqué hasta que el cañón se posó en mi frente.
-¿Y tú a dispararme?- Le pregunté en el mismo tono.



KARA
Todo se puso patas arriba. Neo agarró una de mis pistolas y apuntó a Saya, y si no fuera poco, ella le picó más. No sabía si Neo era capaz de dispararla, así que me acerqué con cuidado y puse mi mano sobre una de las de Neo.
-Eh, venga, Neo, no te pongas así. Tú no eres de los que mata por matar, venga, bájala. –le pedí.

NEO
Kara se acercó y me pidió que bajase el arma. La miré de reojo sintiendo como el cañón apretaba la piel de Saya. Me miraba sin miedo, no se inmutaba de nada, ni de lo que la dijese. Mantenía mis miradas firme y sin temblar… eso me desquiciaba más.
Hice ademán de apretar el gatillo, pero Kara tenía razón. Bajé la pistola sin dejar de mirar a Saya.
-Espero que lo pierdas todo.- Le devolví el arma a Kara y acto seguido volví a mi puesto despegando la nave.


KAI
Jamás había llegado a pensar que Neo fuese capaz de hacer eso, y menos delante de mí. Cogí a Saya por los hombros, sabía que no se iría tan pancha por su propio pie, así que la saqué de allí, sin mirar a lo que antes era mi amigo.


KARA
Respiré hondo un par de veces, el corazón me iba a mil. A veces Neo podía ser muy susceptible. Cuando conseguí calmarme, me acerqué a Neo y le abracé por el cuello, mirándole.
-No quiero que vuelvas a hacer eso, ¿vale? –se notaba en mi voz que lo que acababa de hacer me había asustado, ¿y a quién no le asustaría? El estar tan tranquilo y de repente verle en una escena de amenaza no era algo normal.

NEO
Kai se la llevó lejos de mi vista. Me senté en mi sillón y sentí como Kara me abrazaba por el cuello. Me miró.
-La próxima vez, esparciré sus sesos por la nave, y me da igual lo que me haga Kai después.- Dije serio mirándola.
-Por culpa de ella he perdido la amistad con Kai, desde que reapareció.


KARA
Le miré con tristeza, aunque no lo aparentase porque por fuera estaba enojado, lo más seguro es que por dentro se sintiese mal por perder a su amigo. Le acaricié la cara con cariño.
-No te sientas así… Yo aún no entiendo por qué la odias, ella al fin y al cabo no te ha hecho nada para que te pongas así.


NEO
Kara me acarició con cariño, la miré ante su pregunta.
-Esa mujer empezó a darme malas vibraciones en cuanto Kai me contó lo que había hecho con él. Egoísta, embustera y mezquina, yo la veo así. Manipula a Kai a su antojo, él piensa que le quiere, pero una persona así no es capaz de querer a nadie, solo a sí mismo. Y el remate fue, cuando la encontré en la bodega, no solo insultó y ofendió a Kai, sino que me atacó.- Miré a Kara y respiré hondo.
-Lo siento, pero no puedo cambiar de opinión respecto a ella.


KARA
Bajé la mirada un momento al suelo.
-Yo creo que deberías darla una oportunidad. –Le volví a mirar- A mí tampoco me caía bien, hablé con ella y me di cuenta de que no es como creemos que es. –le acaricie el pelo y suspiré.
-Lo siento… te-te dejo en paz. –Me separé de él- Me… voy a mi cuarto, no te canses conduciendo, ¿vale? –me dirigí a mi cuarto, esto se me escapaba de las manos y no era algo que me hiciese gracia.
Además estaba el tema de que ahora Neo me importaba de verdad, y empezaba a sentir cosas por él, y tampoco me gustaba, porque no sabía si podría llevar una relación estable sin que a los dos días él me dejase por cualquier burrada que me diese por hacer.

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