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viernes, 28 de agosto de 2009

Capítulo X - ¿RECONCILIACIÓN?

Jejeje, solo por el nombre muchos se imaginarán ya qué pasa en este capítulo, eh. Muahaha...

KAI
Aún seguía atado a la cama. Podría haber congelado las esposas y haber escapado, pero para que Saya estuviese tranquila me mantuve quieto, y disfruté de mi descanso. Esta vez Saya no se libraría de mí tan fácilmente, antes tendría que apartarme a lo bestia y agredirme para poder liberarse de mis besos en cuanto llegase. No iba a dejar pasar más tiempo, iba a ser mía a su vuelta.


SAYA
Entré en el camarote y miré a Kai que seguía tumbado en la cama, suspiré y me acerqué.
-Justo donde te dejé.- Bromeé, sabía que estaría cabreado y me echaría la bronca, escondí la mano herida tras mi espalda, pero no pasaría desapercibido.



KAI
Estaba herida, ya sabía yo que quedarme en la nave no era la mejor idea. Congelé las cadenas con las muñecas y se soltaron, aunque las esposas se quedaron colgando en mis manos. Me levanté y me puse delante de ella en menos de dos segundos.
-¿Qué ha pasado? –pregunté cogiendo su mano con cuidado y destapé la herida, torpemente vendada.
-Dios Santo… -miré bien la herida- ¿No te duele o qué? –coloqué su mano sobre la mía y con la otra apliqué hielo.



SAYA
Se levanto lo más deprisa posible y se coloco delante de mí, agarró mi mano con cuidado y destapó la herida.
-No… no es nada, Kai….-Aplicó hielo en la herida.
-¡No!- Le agarré de la camisa y dejé escapar un gemido de dolor intentando retirar la mano.
-¡Kai!... Me… duele….


KAI
-Shh… -posé mi mano sobre la suya aplicando aún hielo, haciendo que poco a poco no sintiese la mano, por tanto, no sintiese el dolor. Besé su frente, intentando aliviarla.
-Tranquila, ya está. –dije, con los labios pegados a su piel.



SAYA
Jadeé, el dolor desaparecía poco a poco, dejé que el peso de mi cuerpo cayera sobre el de Kai.
-Lo siento, lo único que hago es crearte problemas.- Le miré.
-Un favor más y sé que me dolerá…- Me destapé la herida de la cintura.-… pero, ¿podrías hacerme un apaño?-Me subí un poco la camiseta para que no le estorbase, la bala me había rozado cerca de las costillas.


KAI
Sonreí, posé su mano mala sobre mi pecho, colocando la mía encima, mientras con la otra transmitía frío a la herida de su cadera. La besé en el pelo, pasando mi frío a su cuerpo, como sabía que a ella le gustaba. Siempre había curado las heridas de mi grupo, aunque no quisiese, y con Saya no había excepción. Es más, con ella siempre me empleaba más a fondo.



SAYA
Cerré los ojos y respiré hondo disfrutando de su frío. Me besaba la cabeza, sonreí y alcé el rozando su nariz con la mía aún con los ojos cerrados. Mi mano estaba curada del todo pero no la retiré. Le rocé los labios sonriendo.
-Te debo algo que empezamos antes de irme.- Abrí los ojos y como no, me encontré con los suyos, azules y plateados a la misma vez. Se lo debía por todo lo que hacía por mi y por lo que aguantaba por mi culpa, además, yo también deseaba que me hiciera suya. Seguí rozándole los labios, esos labios tan carnosos y fríos.


KAI
Hacía tanto tiempo que había anhelado este momento que ahora no sabía bien como reaccionar. Antes de nada, borré la distancia entre sus labios y los míos, besándola lenta y apasionadamente, deslizando mi mano por su cadera ya curada hasta su espalda. Mi beso empezó a coger forma, moviéndose sus labios al mismo tiempo que los míos, saboreándolos y aumentando la intensidad. Bajé mis labios por su clavícula de nuevo, deteniéndose en su cuello, acariciando su piel suave y besándola con intensidad.



SAYA
Sus labios se deslizaron por mi cuello impregnándolo de su frescor y su suavidad, mientras mis manos se introdujeron poco a poco bajo su camisa acariciándole el torso con la yema de los dedos. Surqué su abdomen notando sus curvas y la dureza de cada una. Le desabroché la camisa y se la retiré dejándola caer tras él al suelo.
Me retiré y le miré mientras le acariciaba el pecho incluida la marca que se dibujaba en el lado izquierdo que la tracé con la yema de mi dedo pulgar.
-Te he hecho sufrir tanto…-Acerqué mis labios y le besé justo en la cicatriz, acariciándola con suavidad mientras mis manos agarraban la tira de su pantalón.


KAI
-Shh… -no quería que empezase a disculparse en ese momento, no. Ese momento estaba destinado a hacerla mía, y no quería que se estropease por nada del mundo. Acaricié sus brazos mientras me besaba en el pecho, la llevé hasta la cama y la tumbé, apoyando mis manos sobre el colchón. Y besando sus labios con fogosidad, ya con ansia. Habían sido seis años de separación, y ahora pasaba factura. Bebí de sus labios como si fuesen a salvarme de la muerte, acaricié su cuerpo como si de ello dependiese la vida, como si necesitase de su piel para vivir. Acaricié su vientre con la mano, besándola con fuerza.





SAYA
Me tumbó en la cama con cuidado mientras buscaba alocado mis labios. Sonreí y cerré los ojos notando sus caricias en mi vientre.
Mis manos, mejor dicho, mis uñas, recorrieron su espalda de arriba abajo. Le besé el cuello hasta llegar a su oreja que se la mordí traviesa.
Flexioné una de mis piernas hacia arriba colocándole justo entre ellas, mi respiración empezó a agitarse y sentí como mi cuerpo reaccionaba según él quisiera, al igual que antes.
La respiración se transformó en jadeos a causa de la excitación.
Me mordí el labio echando la cabeza hacia atrás sintiendo sus caricias.



KAI
Ya era toda mía, se había entregado a mí por completo y era algo que realmente me gustaba, el volver a tenerla bajo mi poder, haciendo que estuviese a mi merced. La besé de nuevo, pegando mis labios a los suyos con fuerza, agarrando sus muñecas contra el colchón. Bajé una de mis manos por su cintura, y la introduje bajo su camiseta, jugueteando con su lengua.





SAYA
Arqueé el cuerpo hacia delante al notar una de sus manos se introducía bajo mi camiseta, incluso dejé escapar un leve gemido clavándole las uñas en la espalda.
Una de mis manos estaba inmovilizada contra el colchón, sonreí y le besé con fuerza introduciendo mi lengua dentro de su boca en busca de la suya. Jadeé más fuerte aprisionándole la cintura con mis muslos.


KAI
Introduje ambas manos bajo su camiseta, haciendo que subiese hasta dejarla sin ella, la tiré a un lado de la habitación sin dejar de besarla. Rodeé su cintura con mis brazos, pegando su cuerpo al mío, y acariciando su espalda con mis gélidos dedos, haciendo que se erizara su piel.


SAYA
Me despojó de la camiseta y me pegó a él completamente su cuerpo gélido y duro como el mármol. Hice que se sentara y me puse encima rodeándole la cintura con mis piernas. Le besé presionando sus labios entre los míos mientras mis manos acariciaban su pecho y su abdomen bajando hasta que encontré el cordón de su pantalón. Sonreí y le miré picarona.
-¿Qué pasa si tiro de este pequeño cordón?- Pregunté en tono juguetón y arqueando una de mis cejas.


KAI
Sonreí maliciosamente y la volví a besar con ansia, moviendo los labios alrededor de los suyos, entre ellos, pasando por su rostro y su cuello. Pasé mi mano por dentro de la parte trasera de su culot.



SAYA
No me contestó, me quedó muy claro que iba a lo hecho. Sonreí y tiré del cordón mientras le besaba y tiraba de su labio inferior.
Me atreví a mirar, me quedé un momento callada, después le miré a él.
-No recordaba que fuera tan… bueno…-Sonreí y le besé dejando la frase en el aire.
La fogosidad crecía dentro de mí demostrándola en cada beso y caricia que le ofrecía.


KAI
Sonreí de nuevo, posé las manos alrededor de su cabeza y la volví a besar, haciendo que se tumbase de nuevo, y bajé el culot hasta la altura de los tobillos, después lo retiré del todo moviéndolo con el pie. La besé con ímpetu y fogosidad. Bajé mi mano hasta la ropa interior y la liberé de ella, quedando ella tal y como vino al mundo. Sonreí sin dejar de besarla.

SAYA
Me desnudó en un momento, me reí cuando apartó el culot con el pie. Yo misma le bajé su pantalón dejando todo su cuerpo de mármol desnudo.
Me acomodé en el colchón apoyando la cabeza en la almohada y flexionando las rodillas hacia dentro.
Mi pecho subía y bajaba acompañado de mis jadeos y los gemidos.
Le besé y mis manos fueron directas a su dos cachetes, una mano en cada uno. Presioné la piel con la yema de mis dedos y junté mi vientre con su abdomen haciendo también que nuestras pelvis se rozasen.


KAI
No pude soportar más la espera, agarré sus muslos mientras la besaba con fuerza y poco a poco penetré, haciéndola mía de nuevo. Jadeé, y noté como el bao salía de mi boca cuando por un momento dejé de besar a Saya. Sonreí, pasando una mano tras su cuello y besándola con fogosidad mientras volvía a penetrar, con más intensidad.



SAYA
Solté un gemido intenso cuando me penetró poco a poco, jadeé con fuerza tensando los muslos y arqueando todo el cuerpo.
Le miré y vi como sus ojos de tornaban en un color plateado, el azul apenas se apreciaba. Las únicas veces que le he visto así es cuando se cabreaba de verdad o cuando estaba demasiado excitado, como ahora.
Le agarré de la nuca y le besé introduciendo de nuevo la lengua. El beso no duró mucho, pues los gemidos iban en aumento y necesitaba aire para respirar.



KAI
Solté un jadeo sordo, cerrando los ojos con fuerza. Aunque mi frío mantenía mi cuerpo a una temperatura baja, el sudor comenzó a salir por los poros de mi cuerpo, porque en mi interior la temperatura superaba la de un Piro. Jadeé con fuerza, aumentando la intensidad, y dejando que mi frente se apoyara en la de ella.



SAYA
Gemí de nuevo encogiendo una de mis piernas, el sudor me resbalaba por el vientre.
Moví la cadera junto con la de Kai, le agarré de la espalda y le besé cuando apoyó su frente en la mía. Mientras le besaba, le sequé el sudor de la frente con la yema de mis dedos.
Sonreí y me acerqué a su oído.
-Te quiero…-Susurré y le miré a los ojos jadeando.



KAI
Tragué saliva para poder hablar, y aún así mi voz sonó algo ronco, al tener la garganta seca.
-Lo sé… -ella sabía lo que significaba, porque yo no tenía por costumbre decir esas palabras que ella me acababa de dedicar.
-Ya sabes que yo también. –dije, aunque sabía que no era necesario, gemí apretando los dedos contra el colchón.


SAYA
Sonreí ante lo que me dijo. Era lo típico que me decía él, sabía muy bien lo que significaba.
Un brutal gemido salió de mi garganta haciendo que me agarrara con fuerza a sus hombros levantando la cabeza y cerrando los ojos con fuerza.
Jadeé impresionada por lo que me acababa de suceder. El gemido se repitió varias veces más.
Le clavé las uñas sin darme cuenta, estaba muy excitada.



KAI
Jadeé con fuerza, dejando que las gotas de sudor de la nuca cayesen sobre el pecho de Saya, la besé, agarrando su labio inferior entre los míos. Hacía tanto que no estaba con una mujer que sentía que no tardaría en llegar al éxtasis. Excitado, cerré mis dientes alrededor de la piel de su cuello.



SAYA
Gemí de nuevo con fuerza. Cerré los ojos con fuerza cuando me mordió.
-¡Ey!...-Grité y le agarré del pelo echándole la cabeza hacia atrás. Le acaricié el cuello con la punta de mi lengua jadeando.



KAI
Sonreí maliciosamente cuando me agarró del pelo y tiró hacia atrás para apartarme. La miré cuando jugueteaba con su lengua en mi cuello. La mordí el labio inferior jadeando, no faltaba mucho para que llegase al cénit. Gemí con fuerza.



SAYA
Estaba juguetón, me mordió el labio sonriendo como él lo hacia.
Le agarré del pelo, empapado por el sudor, y le besé jadeando más deprisa, al compás de su movimiento. Cerré los ojos y me mordí el labio, estaba a punto de llegar al orgasmo.



KAI
Mi cuerpo echaba humo, podía sentirlo. La besé fuerte pasando los dedos por su ombligo y penetrando fuerte, jadeé un par de veces y al fin llegué al éxtasis, soltando un fuerte gemido, en ese momento Saya también llegó, sonreí y apoyé la frente en la suya, respirando deprisa.


SAYA
Jadeé varias veces y tragué saliva. Estaba sudando, seguro que se habían calado las sábanas.
Sonreí y le agarré de la cabeza haciendo que la apoyara en mi pecho.
Le acaricié el pelo secándole las gotas de sudor, me acerqué y le besé en la frente. Le abracé acariciándole la espalda.
-Dios… como te echaba de menos.- Dije entre jadeos.


KAI
Sonreí. Como si no lo supiese.
-Y yo… -dije con la garganta seca, tragué saliva y la besé.
-Yo sí que te he echado de menos.




KARA
Habíamos estado escuchando todo desde que Saya se fue al camarote del Jefe. Bueno, en realidad fue de casualidad, gritaban demasiado y desde la cubierta se les oía. Me reí.
-No se cortan en gritar, eh.



NEO
-¡Puaj! Se me ha revuelto el estómago.- Dije asqueado encendiendo el piloto automático. Lo último que deseaba era escuchar a esa arpía cachonda perdida.
-Prefiero un concierto de orquesta antes de escuchar a esa tía.- Me levanté y miré a Kara.
-Me piro a dar una vuelta.



KARA
Sonreí, era una clara invitación, y no pude negarme a seguirle. Miré a Jim, que estaba sentado en el borde de la nave con la cabeza gacha, suspiré y seguí a Neo.



JIM
Me sentía miserable, pequeño al lado de toda la tripulación. Mi corazón estaba roto por culpa de Saya. Ni siquiera habían ocultado sus gritos de pasión mientras se manifestaban su amor de la manera más física que hay. Suspiré, bajando la cabeza. No tenía ninguna posibilidad… Pero entonces, ¿Por qué Saya me trataba así? ¿Es que sentía debilidad por ayudar a la gente o simplemente era así con todo el mundo? Encogí las piernas y las abracé por las rodillas, mirando las nubes que sobrevolábamos.


ERIKA
Me acerqué a Jim por detrás y le abracé rodeándole la cintura. Se notaba que lo estaba pasando fatal.
Le acaricié la cabeza con una de mis manos mientras le apretaba contra mí con la otra.
-Jim… lo siento…- Dije lo más sincera posible. Era una crueldad por parte de Saya, pero era inevitable que compartiesen su amor si seguían enamorados.
No solté a Jim, seguí abrazándole hasta que me dijera algo que demostrara que le molestaba mi presencia, tampoco era plan el estar yo ahí jorobando.



JIM
Erika intentó consolarme de nuevo, posé mi mano sobre la suya que tenía rodeando mi cintura y sonreí sin ganas.
-Tranquila… estoy bien. –mentí, no quería que ahora ella también se sintiese mal por verme así. Suspiré cerrando los ojos y la miré.
-De verdad, estoy bien. –dije con una sonrisa algo forzada.



ERIKA
Le miré cuando me dijo que estaba bien, me levanté y le agarré de la mano.
-Ven conmigo, anda.-Dije tirando de su mano levemente.
-Quiero que conozcas a alguien.- Le guiñé un ojo y esperé a que se levantase.
Lo estaba pasando mal, después de escuchar… aquel rito de iniciación.
Tenían muy poca consideración con los que servíamos aquí, no estaban solos en la nave, joder.



JIM
La miré y la hice caso, no tenía nada mejor que hacer. La seguí hasta donde quisiera llevarme, y vi al enorme tigre dientes de sable de Saya. ¿Me quería presentar al gato? Me quedé a unos metros tras ella, no me fiaba de los animales con colmillos saliendo de su boca aun siendo herbívoros.


ERIKA
Jim me siguió hasta la bodega, allí se encontraba Tigre. Jim se puso detrás de mí, sonreí y saqué de mi bolsillo una manzana roja.
Tigre se levantó, tuve que alzar la cabeza para mirarle a la cara, pues era enorme.
-Hola, Tigre, te he traído esto.- Le enseñé la manzana y este me dedicó una sonrisa felina gruñendo de contento.
-Sabía que te pondrías contento.- Me acerqué a Tigre agarrando la mano de Jim y acercándole a él también.



TIGRE
Erika entró en la bodega, desde que Saya había vuelto con el rey estaba más aburrido que una ostra.
Me levanté cuando mi nueva amiga me enseñó la exquisita manzana roja.
-Gracias, Erika.- La contesté mentalmente.
Miré al chico que estaba detrás, estaba asustado.
-Tranquilo chico, no pienso hacerte nada, como le dije a tu capitana, no me va la carne.- Me metí en la mente del chico para comunicarme con él.
-Soy Tigre.



JIM
El tigre me habló mentalmente. Asentí, ya sabía que era herbívoro, estos animales tienen los colmillos simplemente para defenderse de las amenazas y proteger a los suyos.
-Yo soy Jim. –contesté en un tono grave y aún alejado. Miré a Erika, parecía que se había hecho amiga del animal.
-¿No te aburres tú solo aquí?


TIGRE
Me senté sobre mis patas traseras y miré al chico que no se atrevía a acercarse.
Solté una risotada mientras Erika me introducía en la boca la dulce manzana.
Como muestra de gratitud, la lamí en la cara con suavidad.
-¿Qué si no me aburro? Desde que Saya anda de aquí para allá, estoy más solo que la una.- Canturreé las ultimas palabras tumbándome boca arriba como un perro.
-No tienes por que temerme, soy más pacifico que una mosca, joven. Yo ya soy demasiado mayor para andar jugueteando y asustando a los demás.- Cerré los ojos cuando Erika me rascó la panza.



JIM
-¿Joven? –repetí extrañado, metiendo las manos en los bolsillos y apoyándome en una columna.
-Pero, ¿cuántos años tienes? ¿Sois muy longevos los tigres dientes de sable? Sé poco sobre vosotros, la verdad. –ahora me sentía mejor, aunque fuese un poco. El ponerme a hablar para saber más cosas de la vida y conocer era algo que siempre me mantenía ocupado.




TIGRE
Clavé mis enormes ojos verdes en aquel muchacho, sonreí enseñando mi interminable fila de dientes blancos y afilados.
-Pues tengo más de 300 años, una edad muy avanzada.- Ronroneé y me tumbé boca arriba apoyando el hocico en mis patas delanteras.
-Acércate, Jim, quiero verte más de cerca, prometo no hacerte daño.



JIM
Tragué saliva sonoramente. No tenía mucho miedo, pero ver esas grandes fauces impresionaba a cualquiera. Si a Erika no la había hecho daño aún, ¿por qué tendría que hacérmelo a mí? Me acerqué y me fijé en sus enormes ojos verdes, era impresionante.


TIGRE
Se acercó no muy convencido, se puso en frente de mí algo tembloroso. Alargué una de mis zarpas y la posé encima de una de sus rodillas mirándole a los ojos.
-Jim, ¿qué te preocupa? Ser tan joven y en cambio sufriendo tanto. Seré viejo, pero no me engaña el corazón lujurioso de un muchacho de 17 años. Puedo ayudarte, si tú me dejas.- Pestañeé una vez pero no aparté la mirada de él.



JIM
Levantó la zarpa, por un momento pensé que me atravesaría la cara con ella, pero no fue así. Bajé la cabeza ante su comentario.
-No es algo que tenga solución, Tigre. Además, lo mejor es que me olvide de este asunto, no tiene sentido seguir pensando en ello. –dije intentando esbozar una sonrisa para Erika.



ERIKA
Miré a Jim que al final se abrió ante Tigre. Parece que congeniaban bien, incluso el animal se ofreció para ayudarle con el tema de Saya. Jim me sonrió tristemente, yo le devolví la sonrisa y me acerqué a él pasándole el brazo tras la cabeza. Le acaricié la nuca con suavidad mientras Tigre nos contemplaba.
-No te preocupes Jim, nosotros te apoyaremos en lo que sea, sobretodo yo.


JIM
Sonreí de nuevo.
-Gracias, pero… creo que debo solucionarlo yo solo. No hice bien al encapricharme de Saya. –me rasqué la cabeza encogiéndome de hombros.
-No suelo elegir bien a las chicas. De todas formas, soy un pirata, encontraré un tesoro que me interese más que las mujeres.



TIGRE
Sonreí y aparté la zarpa de su rodilla.
-Uuh, las mujeres, son algo imprescindible en la vida de un macho. No hay tesoro que las alcance. Son las de mi raza y… puf.- Ronroneé y miré a Erika.
-Oye, ¿qué te parecería si está hermosa joven te enseñara un par de técnicas de tiro? Así te desahogarías y te olvidarías de todo. ¿Qué mejor compañía que la de Erika?



JIM
Sonreí, esta vez de verdad. Erika se había vuelto una mejor amiga ahora que me veía decaído, y era algo que agradecía, estaba muy atenta, y Tigre era un ser fascinante además de simpático.
-No me parece mala idea. ¿Me enseñarías? –le pregunté a mi amiga.



ERIKA
Miré a Tigre y después a Jim. Entrecerré los ojos pensativa, suspiré y asentí con energía.
-Pues claro, dalo por hecho.- Sonreí y me levanté.
-Bien, manos a la obra, hay mucho por hacer y muy poco tiempo. De aquí a mañana ya será un estupendo tirador.- Agarré de nuevo la mano de Jim y tiré suavemente.
-Gracias Tigre, muchas gracias por todo, de verdad.

1 comentario:

  1. Este capítulo me ha gustado más que el quinto. Joe! con el walkey (Eri sabe de lo que hablo) me recuerda a la típica tortuga sabia de las fábulas XD.

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