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miércoles, 26 de agosto de 2009

Capítulo VIII - PREMONICIÓN

Ya está aquí el capítulo VIII, señores. Muahaha.



KARA
Eran ya las nueve de la noche, así que me dispuse a hacer la cena, de nuevo verdurita, como los últimos días. Era insufrible ver tanto verde por todas partes. Yo me había hecho una ensaladita campera, para compartirla con Erika, que sabía que le gustaba. A los demás les hice un plato de repollo, que se apañaran con ello.


A las diez ya tenía la cena en la mesa, sonreí ante el plato vacío de Neo y les llamé a cenar. Nunca tardaban más de dos minutos en aparecer todos, por suerte tenían un hambre feroz, y que es gustase mi comida era algo de agradecer.


KAI
Ya estaba la cena preparada, así que me coloqué la camisa blanca y salí del camarote para dirigirme a la cocina. Me senté en mi silla reservada, siempre a la esquina alejada de la puerta.
-Deléitame el paladar, Kara, ¿qué hay de cena? –divisé el plato en el centro de la mesa, quité el paño que había sobre él para mantenerlo caliente y vi el repollo.
-Oh… ¿otra vez? –dejé caer el paño de nuevo.



NEO
Kara nos avisó de que la cena ya estaba en la mesa. Puse el piloto automático y me levanté de la silla.
Entré en la cocina y les vi a todos en sus respectivos sitios, así que, les imité. Miré a Kara, siempre nos preparaba la cena y la comida, sonreí y miré mi plato… vacío.
-Emmm…. Kara, hermosa mía… no es por nada, pero… ¿y la cena?- Miré el perolo que estaba encima de la mesa… vacío.
-Hombre, muchas gracias por pensar en mí, un detalle.- Les dije a mis compañeros.



KARA
-No hables tanto. –ya sabía yo cómo iba a ponerse, por eso me resultaba tan divertido.
-Para ti no hay repollo, que estás hecho un roble, tú necesitas carne. –le coloqué un buen filete en el plato.
-Es uno de los pocos que quedan, así que ya puedes saborearlo bien. –le guiñé un ojo y me acerqué al fregadero.



NEO
Vaya, vaya, Kara me había preparado un enorme filete de lo que a mi me pareció era buey. Sonreí y asentí.
-Te aseguro que lo disfrutaré, y más siendo preparado por ti.- La devolví el guiño. Miré a mis compañeros que me miraban algo extrañados.
-¿Algún problema?- Dicho esto empecé a hincarle el diente al filete. Ya le daría las gracias a Kara luego y en privado.



JIM
Esto era injusto, nosotros teníamos que tragarnos ese repollo rehogado y… en fin, que Neo se estaba metiendo al cuerpo un filete de buey, ¿pero por qué?
-Kara, ¿qué preferencia tiene Neo? Lo digo porque nos has preparado repollo y a él… en fin, un pedazo de filete que no se va a tragar entero, ¿a qué se debe?


KARA
Le miré dejando el trapo en el fregadero.
-¿Alguien más a parte de él me ha dado una noche de infrenable y ardiente sexo? –pregunté simplemente, con tranquilidad, todos me miraron con los ojos abiertos y luego miraron a Neo.



NEO
Masticaba uno de los trozos de carne cuando Kara dijo aquello con mucha tranquilidad, la tripulación me miró, tragué y les miré.
-¿Qué? No soy de piedra, ¿vale? Además, no hay nada malo en tener sexo de vez en cuando.- Me metí otro pedazo de carne en la boca y sonreí para mis adentros mirando a Kara, la guiñé un ojo.
-En su punto, la carne está perfecta.



KARA
Me guiñó el ojo y le respondí con el mismo gesto.
-Ya sabes que tengo mucha mano con la carne, nene. –pasé por su lado, pasando la mano por su pecho de hierro.
-A ver quién friega hoy los platos, a lo mejor mañana preparo pasta. –dije recogiendo los platos.


ERIKA
Puse los ojos en blanco y me levanté de la mesa.
-No lo soporto, sois unos ñoños, está bien echar un polvo de vez en cuando, pero no hace falta que lo vayáis pregonando por toda la nave.- Bufé y salí de la cocina en dirección a mi camarote, frené y asomé de nuevo la cabeza.
-Otra cosa, en vez de preocuparos de los polvos que echáis, deberíais preocuparos por Saya y su cena.- Definitivamente me fui al cuarto.


KAI
-No te pongas así, Erika. –no creo que me oyese, pero miré mi plato lleno y me levanté.
-Tampoco habría pasado nada si hubiese venido ella solita. –dije cogiendo el plato y llevándomelo con un tenedor y un botellín de agua en el bolsillo. Fui a la bodega, y vi a Erika en la entrada.
-Tranquila, ya me ocupo yo, aunque si quieres puedes llevarte al perrito de aquí, necesitará tomar el aire.



ERIKA
Kai se levantó con su plato y un tenedor, se metió una botella de agua en el bolsillo y salió con dirección a la bodega.
Justo cuando me pidió que me llevara a Tigre, este salía de la propia bodega.
-Está bien, vamos Tigre, me apetece algo de compañía que no sea humana.- Me situé a su lado y le agarré del pelo del lomo, salimos fuera, al balcón.


KAI
Me acerqué a ella, no parecía de humor. Me senté a su lado con el plato en la mano.
-Te he traído la comida, ya que no bajabas a por ella… -al ver que ni siquiera me miraba posé la mano sobre su hombro.
-¿Estás bien?



SAYA
Tigre había salido una rato a estirar las patas, yo me tumbé sobre las lonas quitándome los cinturones y quedándome más cómoda.
No tenía nada de apetito y me sentía sin ganas de hacer nada.
Suspiré y escuché unos pasos acercarse a la puerta de la bodega. Me tumbé de cara a la pared y de espaldas a la puerta.



KAI
-Eh, eh. –aparté su mano- No te pases, no soy ningún blando, Saya. Soy un caballero, a cambio de tu nuevo pretendiente yo me acuerdo de que estás aquí.
Me levanté y la tendí la mano.
-¿Por qué no vienes conmigo a un sitio mejor que este?


SAYA
Era Kai, se sentó a mi lado y posó su mano sobre mi hombro.
Me giré y le miré.
-Si, estoy bien, no tenía ganas de verle el careto al ogr…a Neo…- Dije sin terminar de pronunciar la palabra ogro. Sonreí levemente y vi que llevaba un plato de comida.
-¿La cena? Vaya, que considerado.-Sonreí ampliamente.
-Yo seré más traviesa, pero tu eres un blandito.-Dije presionando su duro abdomen con mis dedos con la intención de hacerle cosquillas.


KAI
-A un sitio mejor, hay cama y todo eso. –cogí el plato- Puedes ir comiendo por el camino, eh. –dije posando la mano en su espalda, para sacarla de la bodega. La llevé por los pasillos de la Quimera hasta la puerta de mi camarote y abrí.
-Pasa.



SAYA
Le miré extrañada y sonreí.
-¿Nuevo pretendiente? ¿Qué dices? Oh, lo dices por Jim…- Sonreí.
-Bueno, se le pasará la tontería.- Vi que me extendía la mano para que la agarrara.
-¿Dónde quieres llevarme?-Pregunté agarrando su mano y levantándome hasta situarme a su altura.



KAI
Esta mujer me iba a volver loco. ¿Ahora quería que durmiese con ella? Siempre estaba haciendo todo lo que ella quería sólo para hacerla feliz, ¿y estaba yo disfrutando de algo en esta vida? Cerré los ojos suspirando.
-¿Te parece bonito estar jugando conmigo así de esta manera? –suspiré.
-Anda, duerme tú aquí, no quiero molestarte.


SAYA
Salimos de la bodega y me condujo hasta tu cuarto.
-¿Quieres… que duerma en tu cama? ¡Quiero decir! En tu cuarto…. Pero….-Sentí como me ponía roja por momentos, intenté controlarme respirando hondo.
-¿Tú donde dormirás?-Pregunté y me atreví a mirarle.
-Duerme….duerme conmigo.



KAI
Puse los ojos en blanco y la cogí de la muñeca.
-No me refería a eso, Saya, tú dormirás aquí, digas lo que digas, ya está bien de desobedecer las órdenes del Jefe. –la hice entrar de nuevo.
-No está bien que un hombre deje que una mujer duerma en una sucia bodega. Así que tú dormirás en mi cama y no se hable más. –esbocé una ligera sonrisa.
-Anda… -supliqué.



SAYA
Cerré los ojos y suspiré.
-No, es mejor que vuelva a la bodega, tienes razón, debería dejar de jugar contigo.- Abrí la puerta y salí del camarote para volver a la bodega.
Kai tiene razón, no `podía seguir comportándome de esa manera, y menos con él. Ya era bastante dolor el que le estaba causando con mi mera presencia que para colmo jugara con sus sentimientos.



KAI
Me puse serio. Esta mujer era muy pesimista y siempre se echaba las culpas a ella misma, siempre. La cogí del brazo, pegándola al marco de la puerta, clavando mis ojos en ella.
-Vas a obedecer esta orden, Saya. Vas a dormir en este cuarto te guste o no, no pienso dejar que cojas una mala infección por dormir ahí. –aflojé el brazo.
-Lo siento, a veces me sacas de quicio… -me aparté.



SAYA
Negué.
-No, Kai, por mucho Jefe que seas…. No quiero….- Deje la frase a medio terminar.
-Déjame volver a la bodega, me da igual que sea polvorienta y que yo sea una mujer.- No le miré, no podía, me sentía mal por dentro. El pecho me dolía y sentía mucho pesar dentro de mí. Me acordé de la máquina que tenía Kai en el pecho, de ayuda para su corazón que tanto mal había pasado. Cerré los ojos y me mordí el labio negando.



KAI
La miré, estaba asustada, desvié la mirada.
-Mira, lo siento, ¿vale? No me gusta que te eches las culpas de todo lo que ocurre, sólo me faltaba que te culpases del cambio climático. –me relajé un poco y me alejé.
-Instálate… yo… voy a dar una vuelta por la nave. –dije alejándome por el pasillo. No estaba en mi naturaleza perder los estribos, pero Saya hacia que me enfadase de verdad.


SAYA
Se puso serio y me agarró del brazo apoyándome con fuerza en le marco de la puerta, me miró a los ojos y me ordenó que me quedara en su cuarto. Aflojó el agarre de mi brazo, me lo froté cuando se apartó.
-….- No me salieron palabras, estaba…acojonada.



KAI
Me calmé mientras daba un garbeo por la cubierta. No sabía cómo había podido ponerme así, y más con Saya, que era… bueno, mi exmujer, joder, no era para tanto. El estar acumulando tanto dentro de mi cuerpo no era bueno.

Cuando la noche ya había cubierto el cielo por completo decidí acercarme a mi camarote, a disculparme con Saya, cosa que tampoco era normal en mí.
Cuando entré estaba dormida, de modo que me senté a su lado y esperé. La miré. Hacía tiempo que no la veía dormir. Era tan hermosa… Yo no veía en ella a una ninfa, veía a mi mujer, y con eso ya me parecía la más bella de todas las mujeres del mundo, y no podía remediarlo. Estiré mi mano hacia su rostro y acaricié su mejilla con el dorso de mi dedo índice. Su piel era suave y fría, como siempre.



SAYA
No reaccioné, más bien me alejé un par de pasos de él y bajé la cabeza.
Asentí cuando dijo que iba a dar una vuelta por la nave, fue lo único que logré entender de todo lo que me había dicho.
Cerró la puerta, me acerqué a la cama y me tumbé a un lado para intentar relajarme.
Parece que el cansancio y el mal estar hicieron que conciliara bien el sueño, pues me dormí en seguida, no me di cuenta de cuando volvió Kai.



KAI
De repente se incorporó gritando. Lo más seguro es que hubiese soñado una pesadilla. Me aparté ligeramente para no molestarla mientras se recobraba. Parecía asustada, así que pasé mi mano por su pelo para calmarla.
-Tranquila.



SAYA
No sé cuanto tiempo estuve dormida, pero lo que si recuerdo es que lo estaba pasando mal.
Abrí los ojos de golpe y me incorporé chillando. Mi corazón iba a mil y jadeaba sin parar cerrando los ojos con fuerza. Miré a mí alrededor y me pareció distinguir a Kai, pero entre el pelo y las lágrimas no lograba enfocar.



KAI
La acaricié el pelo acercándola más a mí, para que se sintiese mejor. Siempre había preferido el frío de mi cuerpo a unos brazos cálidos.
-Tranquila… -dije de nuevo, pasando mi mano por su espalda- No pasa nada, ha sido sólo una pesadilla.


SAYA
Si, era Kai. Respiré hondo y me aparté el pelo de la cara.
Le miré, le molestase o no, tuve que abrazarle, era un impulso.
-Kai…-Dije con alivio.- Dios… ha sido horrible.- Hundí la cara en su pecho presionando las manos en su espalda.
-Perdóname, Kai, lo siento.- No me separé, le abracé más fuerte temiendo que desapareciese de un momento a otro.



KAI
Seguí abrazándola, ya tenía que haber soñado una barbaridad para estar tan asustada, ella era muy valiente como para sufrir por cualquier tontería. La cogí de los hombros y la separé un poco de mí y mirarla a los ojos, intentando leer en ellos. No estaba asustada, estaba aterrorizada. La acaricié la cara con la palma de mi mano, con mi rostro a escasos centímetros del suyo. No estaba muy seguro de su reacción, pero posé mis labios sobre los suyos con cuidado, transmitiéndola mi frío, como hacía antes.


SAYA
No había fuerza en el mundo que pudiera separarme de él. Agarré su camisa aún entre sus brazos. Respiré más tranquila al sentir su frío, me aliviaba de veras. Me aparté un poco y le agarré de la cara mirándole bien, convenciéndome de que aquella pesadilla no era real. Suspiré aliviada y volví a apoyar la cabeza en su pecho.



KAI
Me devolvió el beso, como era de esperar, nunca se resistía a mí. Posé mi mano sobre la parte baja de la espalda mientras la seguía en aquel beso desesperado, echándola lentamente hacia atrás, posando su espalda sobre el colchón. Bajé mis labios lentamente por su clavícula mientras acariciaba sus caderas.



SAYA
Me miró a los ojos, estábamos muy cerca el uno del otro, cosa que agradecí y cuando posó sus gélidos labios sobre los míos fue el éxtasis perfecto.
Me transmitió su frío, me separé para coger algo de aire expulsando bao. Sentí mis labios helados, cerré los ojos y esta vez fui yo la que le besó, con más fuerza que antes agarrándole de la espalda hacia mí.



KAI
Otra vez, me había pedido perdón por jugar conmigo, pero lo estaba haciendo otra vez, si no hubiese querido besarme se habría apartado, pero estaba otra vez con la misma historia, ¿cuántas veces más iba a hacerlo? ¿Hasta que no quisiese ni verle la cara o hasta que me diese un ataque de histeria y me pusiese a cargarme a todo ser viviente que pasase por mi lado?
Me separé de ella sentándome a un lado de la cama.



SAYA
Me dejé caer lentamente sobre el colchón besándole desesperada y agarrándole de la nuca.
Cerré los ojos cuando sus fríos labios acariciaron mi cuello y sus manos recorrían mis caderas que automáticamente se movieron como si él dictara lo que quería que hiciese mi cuerpo.
Sin venir a cuento, las imágenes de mi pesadilla invadieron mi mente haciendo que se me cortara el aire.
Miré a Kai que seguía acariciándome con ternura.
-Kai… espera, para por favor…- Dije entre jadeo por la excitación y el miedo.



KAI
-¿Se puede saber qué tenía tan importante ese sueño para que no dejes de pensar en ello? –le pregunté, con la rabia aún por dentro, podía creer que esta vez no estaba jugando conmigo, pero me costaba creerlo.


SAYA
Me senté a su lado y le miré. Noté la decepción en su rostro, le acaricié la mejilla.
-Los siento, Kai, no puedo quitarme de la cabeza la pesadilla… nunca había tenido una de esa manera. De verdad, no deseo otra cosa que hacer el amor contigo…. – Me puse roja por lo que acababa de decir, ¿y que más dará?
Le agarré de la cara y le miré.
-Esta vez no estoy jugando, lo juro.- Le miré con sinceridad y apoyé mi frente en la de él.



KAI
Me quedé unos segundos callado. Yo no solía tener sueños, de ninguna clase, pero suponía que debía haberlo pasado mal. Aún así era un sueño.
-Saya, sólo era un sueño. Eso es todo, nada más. No es real, es un producto de la imaginación, no le ha pasado nada a Kai.



SAYA
Suspiré y sacudí la cabeza, solo el recordarlo me causaba dolor.
-¿Cómo reaccionarías tú si ves a la persona que más amas morir delante de tus propias narices sin poder hacer nada?- Se me encharcaron los ojos cuando le pregunté aquello.
Quería que sintiera lo que sentía, que supiera lo que sé… pero era muy difícil.


KAI
La miré algo confuso. Con que un sueño premonitorio según ella.
-Saya, tengo que bajar como todos, no puedo quedarme aquí descansando mientras el resto se parte la espalda trayendo cosas aquí. Y ya te he dicho que sólo era un sueño. Si eres un oráculo lo mismo… no, ni eso. Saya, es una tontería.


SAYA
Le miré, pensaba que eran con nuestro con quien iba el sueño.
-… Kai no tiene nada que ver en el sueño, no es a él al que veo morir… sino a ti.- Ese sueño era diferente, como si hubiese viajado por un momento al futuro.
-Kai, es difícil de explicar, pero… cuando lleguemos a la isla del Metal, prométeme que no bajarás de la nave, que te quedarás aquí, por favor.- Seguro que me diría que no, que él era el Jefe y que nadie le ordenaba nada.



KAI
La miré a los ojos. Realmente parecía preocupada, pero era sólo una paranoia.
-Saya, no puedo quedarme aquí porque sí, ¿es que no entiendes que me necesitáis ahí abajo? No tienes de qué preocuparte. –me levanté.
-Pronto pararemos, y bajaré con vosotros, ¿vale?



SAYA
-¿Una tontería, Kai? ¿Eso crees?- Me froté a cara.
-Quédate en la nave, solo hoy, por favor, hazme caso. Si después resulta que estoy equivocada, pues… confía en mi, ¿vale?- Me levanté y me pude ante él, le alcé la cabeza para que me mirara.
-Confía en mí.



KAI
La miré a los ojos. Realmente parecía preocupada, pero era sólo una paranoia.
-Saya, no puedo quedarme aquí porque sí, ¿es que no entiendes que me necesitáis ahí abajo? No tienes de qué preocuparte. –me levanté.
-Pronto pararemos, y bajaré con vosotros, ¿vale?



SAYA
Se levantó, no lograba convencerle, suspiré y bajé la cabeza.
-Está bien… te haré caso, solo son tonterías, de verdad.- Le miré y sonreí. Me acerqué de nuevo hasta pegarme del todo a él, mi vientre con su abdomen. Le acaricié la nuca y le besé con suavidad al principio, poco a poco fui intensificándolo hasta tumbarlo el la cama tal y como me tenía a mí antes. Me puse encima sin dejar de besarle.



KAI
De repente cambió de idea y me tumbó besándome… ¿Qué pretendía, que bajase la guardia? Si estaba tan desesperada por dejarme dentro de la nave quizá debía hacerla caso, al menos para que se quedase tranquila, además, no me vendría mal quedarme por aquí descansando. Dejé que hiciese, no sabía que pretendía, pero me hice el distraído.



SAYA
Si conocía bien a Kai, se dejaría hacer, pues no es tonto, pero al igual que yo, muy poco obediente.
Tan deprisa como pude, le esposé a la cama y me aparté hasta quedar agazapada a los pies de la cam.
-No me fío ni un pelo de que me hagas caso, y no voy a consentir, sea verdad o no, que te metan dos tiros por muy macho que te creas.- Me levanté y le miré.
-Guárdame rencor si quieres…



KAI
Me había atado a la cama, ¿qué tenía en mente?
-¿¿Se puede saber qué haces?? ¡Pensé que habías cambiado de idea! –mentí. Probablemente no picaría, porque estaba gritando, y no era algo que yo hiciese con normalidad.
-¿No podemos llegar a un acuerdo? –dije poniéndome cómodo en la cama.



SAYA
Se le veía venir, estaba encantado porque le hubiese atado a la cama.
-¿A un acuerdo? Hummm… déjame pensar.- Le miré, estaba tumbado en la cama como un rey.
-No, mira, tal y como estás me deja más tranquila, tú relájate.- Sonreí más calmada y salí cerrando la puerta… con llave.


KAI
Me puse serio en cuanto salió. La muy hija de puta me había cerrado con llave, no se fiaba nada de mí.
-¡No te pases, Aqua! –grité. Miré las esposas, ¿de dónde coño las había sacado? ¿Dónde había estado ella las noches que Kai se quedaba dormido en la cama? No quise ni imaginármelo.



SAYA
Le escuché gritar, ahora sabía lo que se sentía cuando la dejaban a una encerrada… vale, lo admito, me había pasado con las esposas, pero era algo “divertido”.
Me reuní con la tripulación.
-Escuchadme, Kai se encuentra algo… indispuesto y lo más seguro es que no podrá acompañarnos en la isla del Metal, por eso me ha pedido que sea yo la que os acompañe. Kara estará al mando, según Kai.- Les dije a todos, Neo ni me miró, se dedicó a aterrizar la nave. Erika me miró algo extrañada por el tema de la indisponibilidad de Kai.
-¿Qué? Todos somos humanos.



KARA
Saya llegó junto a nosotros cuando íbamos a aterrizar y nos dio una serie de datos que yo consideraba bastante raros. Sus motivos tenía el Jefe para quedarse en la nave, pero que me dejara a mí al mando fuera de la nave me hacía sentir importante así que no pregunté.
-Kai no es humano. –dije acercándome a Neo.
-Muy bien, ya que estoy al mando… Erika, ve con Saya y haced una lista de las armas de la sala de máquinas que necesitemos. Jim, ve a la cocina y mira para cuánto tiempo tenemos provisiones. Hop.



ERIKA
Asentí y conduje a Saya a la sala de máquinas donde se encontraba el armero.
Teníamos muchas armas, pero andábamos escasos de munición.
-Bien…- Miré a Saya y la di un cuaderno de apuntes.
-Anota lo que yo te diga… 5 cajas de munición para fusibles, 3 del calibre 50 para las gemelas de Kara, ¿qué más?.... 4 cajas del calibre 65 para las ametralladoras y por último… torpedos de 2 metros y del número 7. Ya está.- Saya lo anotó todo al pie de la letra.
-Algún día te enseñaré a manejar alguna de estas joyas.- Sonreí y subimos de nuevo a la cubierta junto a Kara.

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