¡Busca por capítulos!

Dejad vuestros comentarios

Nos gustaría saber la opinión de los lectores de esta historia, por favor, dejad comentarios, y si tenéis alguna duda, no dudéis en preguntar ^^

Para el que no sepa hacerlo: Al final del capítulo hay un apartado donde pone "X comentarios", pinchad ahí y os dará la opción de comentar ;)

martes, 25 de agosto de 2009

Capitulo VII - Infiltrada.

¡¡Tacha!! Aquí tenéis queridos seguidores es capitulo número VII, espero que os esté enganzhando al igual que yo (da igual, solo tenemos un seguidor.... pero que triste)


NEO
Entré en la nave el último, estaba impecable, nuevecita, esplendorosa. Suspiré aliviado y me dirigí al puesto de mando, me senté en mi silla y agarré el timón con decisión.
-Bien, ¿todo el mundo está listo para despegar?-Dije, se notaba por mi tono que estaba más contento que unas castañuelas.
Miré a todos lados, nada… ni rastro de la arpía.
-Genial, maravilloso, así dan ganas de pilotar.- Encendí los motores y la nave despegó se elevó con gracia y en menos de 5 minutos, ya estábamos con destino a la Isla del Metal.


JIM
Estaba sentado en el borde de la nave, echándole un vistazo a mi agenda electrónica y pensando en mis cosas. Saya se había quedado en tierra por culpa de Neo, ¿por qué no la dejaba subir? ¿Qué mal le había hecho a él? ¿Y por qué me importaba a mí? Erika pasó por mi lado y la saqué la lengua.
-Salida, que lo único que querías ahí dentro era tocarme el paquete. –la recriminé.


ERIKA
Pasé al lado de Jim, me quedé mirándole cuando me soltó aquello. Sonreí y me incliné ante él.
-Jim, cielo, primero hay que tener paquete para poder tocar… “algo”.- Me levanté sin decir nada más y me encaminé a limpiar mis armas. Maldito gilipollas…


JIM
Me había llamado “cielo”, puaj.
-Para tu información, tengo mucho más aquí debajo de lo que tú nunca podrás llegar a aspirar. –dije, porque si hablábamos en ese tema lo más seguro es que superase a cualquiera de esta nave, cosa que no era muy difícil… Vale, eso tenía que decirlo en alto, definitivamente no sé fardar.
-Mira, nena, vete a un lado de la nave donde no pueda verte, sabes que me mareo fácilmente y verte la cara no me ayuda a frenar las náuseas.


ERIKA
Ni le miré, la vida me enseñó a no hacer ni caso de los que fardan de lo que carecen.
Me dediqué a limpiar las ametralladoras silbando y pasando de él completamente.
Miré a Kai que pasó casualmente por nuestro lado, me acordé de Saya y suspiré… no sé porque Neo fue tan cruel con ella… En fin…

SAYA
Tigre se tumbó entre las lonas de la bodega y cerró los ojos, pues le encantaba dormir. Sonreí y abrí la puerta en dirección al puente.
Allí estaban todos, Neo, como no, en el timón, Jim con su agenda, Erika con las ametralladoras, Kara sentada en su gran sofá de cuero y Kai andando de un lado a otro.
Me acerqué por detrás y le tapé los ojos.
-¿Quién soy?- Susurré en el oído de Kai sonriendo, procuré que mi voz sonara bajita para que el ogro de Neo no se liara a gritar.


KAI
Sonreí. Ya estaba a bordo, no quería ni saber cómo lo había hecho, pero Neo echaría humo en cuanto se enterase.
-Déjame pensar… -vacilé- ¿Mamá? No, sería un tanto imposible… ¿Ana? ¿Sara? ¿Carol? –me reí cuando sentí que se ponía tensa.
-Las manos de una ninfa son fáciles de reconocer. –dije mientras las apartaba de mis ojos con suavidad.

SAYA
Empezó a enumerar a varias chicas que no me sonaban. Carraspeé siguiéndole el juego.
Apartó mis manos con delicadeza y sonreí cuando dijo aquellas palabras.
No me separé, seguía de espaldas a mí, posé mis manos sobre sus costados y me puse de puntillas para tener más alcance de su rostro.
-No solo con las manos se sabe que soy una ninfa, también con los besos.- Le di un suave beso en la mejilla y acto seguido me retiré lentamente apartando las manos de sus costados acariciándole
.
KAI
Otra vez estaba con el mismo rollo, y se creía que no me daba cuenta. Suspiré y me separé.
-Espero que no te haya resultado difícil entrar.


SAYA
Se apartó y se giró, yo me escondí delante de él para que Neo no me viera, no quería que descubriera el pastel aún.
-Es como coser y cantar, además, tratándose de la misma nave y colándome en ella dos veces…- Me encogí de hombros y miré por encima de su hombro vigilando a Neo.
-Será mejor que vuelva a la bodega, no quiero que me vea todavía.- Sonreí y volví sobre mis pasos.


JIM
Me giré un poco y vi a Saya delante de Kai, volví a mi agenda. Rápidamente volví a girar la cabeza. ¿Saya? ¿Cómo había entrado? Guardé la agenda electrónica en mi bolsillo y me acerqué corriendo, parecía que estaba escondida.
-Saya, ¿cómo has entrado? –pregunté en bajo y disimuladamente, como si estuviese hablando con Kai.
-¿Y de quién te escondes? Oh, claro, de Neo… Ven, te ayudaré. –busqué en mis bolsillos y encontré el lápiz táctil de repuesto. Me encogí de hombros y lo tiré a la cabina donde estaba Neo.
-¡Ay, lo siento! ¡Se me ha escapado! –estaba en una posición en la que Neo no podía ver a Saya.
-Ve a mi camarote. –Susurré- Es la cuarta puerta de la derecha.
-¡No me regañes, ya lo limpio! –grité, llevando a Saya de la mano hasta el pasillo mientras Neo se ponía a gritar barbaridades sobre su cristal.


SAYA
Sonreí cuando Jim me ayudó a escapar de las garras del ogro de Neo.
-Vaya, estás hecho todo un aventurero, debería pensármelo y casarme contigo.- Bromeé y le seguí hasta su camarote.
-Pobre Kai, le hemos dejado ahí en medio…- Sonreí de nuevo esperando a que abriese la puerta de su camarote.



JIM
Sentí que mis mejillas ardían cuando dijo aquello. Sabía perfectamente que ella jamás pensaría ni siquiera en tener nada con un niñato como yo, pero la idea de saber que… Bah, esperanzas banas, no me iba a servir de nada. ¿Cómo iba una mujer como ella a tener algo que ver con un cerebrito como yo? No pegábamos, y ella tenía al Jefe, que ya era bastante hombre comparado conmigo. Suspiré ante mis reflexiones, esperé que no se percatase de ello y abrí la puerta de mi camarote haciéndola pasar.
-Es aquí. No es que sea muy acogedora llena de trastos por todas partes, pero es mejor que esa lúgubre bodega.


SAYA
Sonreí de nuevo y me acerqué, le agarré de la cara y deposité un fuerte beso en su mejilla.
-Muchas gracias, Jim, eres un tesoro.- Le miré y entré en el camarote.
-No te preocupes por mí, tú vuelve a tus cosas, yo me quedaré aquí hasta la hora de cenar.


JIM
Me quedé paralizado. No era un beso como en las películas, la verdad, pero me había hecho sonrojar de nuevo, así que me giré.
-No, mujer, no es ninguna molestia, si es todo un… placer. –logré soltar.
-¿Necesitas algo? ¿Agua? ¿Una cervecita? Pide por esa boquita. –qué vergüenza estaba pasando…

SAYA
Negué sonriendo.
-No, de verdad, ya me las apaño yo, me quedaré aquí, no tocaré nada de tus cosas.- Le acaricié la mejilla.
-Luego nos vemos.- Cerré la puerta y me senté en una de las sillas y sin darme cuenta me quedé dormida.


KAI
Caían ya las siete machacantes de la tarde. El sol entonces picaba, y decidí irme a las duchas, para refrescarme. El hielo era mi elemento, y si no mantenía mi cuerpo frío me sentía mal, y ahora sobrevolábamos las tierras volcánicas de la Isla del Metal, no tardaríamos en llegar al puerto.

Después de salir de mi cuarto sólo armado con la toalla cubriéndome la parte inferior del torso y el jabón en una mano, me dirigí a las duchas.


NEO
Justo cuando salía yo de mi camarote, salía Kai, sonreí, pues los dos nos dirigíamos a las duchas.
-¿Nos hemos puesto de acuerdo?- Sonreí.- Pero cada uno a una esquina, ¿eh?- Bromeé.
-Espero que no sigas cabreado por no dejar subir a bordo en la nave a… bueno… a Saya, pero te aseguro que será mejor sin ella, te lo prometo.- Dicho esto, me despojé de la toalla y me acerqué a una de las duchas.

KAI
Le miré de reojo y sonreí.
-Tranquilo, amigo, eso es agua pasada. Tenías razón, era un estorbo. –dije, mintiéndome a mí mismo, pero riéndome de él por dentro. Dejé la toalla sobre un taburete y abrí la ducha.



JIM
Después de todas las veces que me había subido la temperatura a lo largo del día lo mejor era darme una ducha fresquita, lo mismo caía enfermo.

Cuando entré en las duchas ya estaban allí Neo y el Jefe. Nunca me había gustado ducharme en público, pero necesitaba relajarme. Este cuerpo y sus hormonas nuevas me estaban machacando.
-Hola… -saludé con la cabeza gacha colocándome bajo una de las duchas, retirándome la toalla y dejándola a un lado.

NEO
Jim entró en las duchas después que nosotros.
-¡Ey, chaval!- Dije mirándole, sabía que no le gustaba nada ducharse junto con nosotros, no sé porque, pero le resultaba incomodo, así que, nada, cada uno a lo nuestro.



SAYA
Me desperté al poco, eran casi las ocho, decidí que ya era el momento de reaparecer por la nave. Salí del camarote de Jim y vi que estaban en las duchas, ¿qué mejor momento para pillar al ogro infraganti?
Me desnudé y cogí una de las toallas que encontré en el baño antes de entrar en las propias duchas, asomé una poco la cabeza y les vi, a Kai, a Neo y al pequeño Jim. Sonreí y sin pensármelo atravesé el habitáculo húmedo y lleno de vapor de agua.
-Hola, chicos.- Dije mirándoles y dejando caer la toalla al suelo. Miré a Neo.
-Me alegro de verte, Neo, parece que no te librarás de mí ni en la ducha.


JIM
No… no… ¡¡¡NOOOO!!! ¡¡Todo menos esto, por favor, lo que sea!! ¡Una pierna, la entrepierna! ¡Pero ella no! ¿Por qué me seguía a todas partes? ¡¿¿Por qué??! La mente me estaba jugando una mala pasada. Cerré los ojos, los volví a abrir, ¡¡pero seguía ahí No sólo mi cara se sonrojó, es que sentía cómo me ardía todo el cuerpo, sí, todo. Quería morirme, ¿no podía resbalarme con el jabón y caer de cara? Cogí la toalla y salí lo más rápido posible de allí, resbalándome en el último tramo de las duchas, pero sin llegar a caerme. Me encerré en mi cuarto.
Quería morirme… ¿No podía haber sido Erika, o Kara? No, tenía que ser ELLA. Ahora sólo podía esperar la muerte en ese agujero.


NEO
Oh, no… ¡Oh, no!... ¡¡OH, NO!! ¡¡ELLA!! Saya, al arpía, había regresado y encima apareció en las duchas, como dios la trajo al mundo, en cueros, genial, y encima eso.
-¡Tú! ¡¿Sé puede saber qué coño hace en mi nave?!- Me sentía enfurecido, no solo porque hubiese vuelto, sino porque estaba delante de nosotros desnuda por completo como si nada.
-Eres una puta desvergonzada, solo te digo eso.- Salí de la ducha tapándome con la toalla, entré en mi cuarto y me lié a puñetazos con el armario de mi ropa descargando toda mi ira.
Era una pesadilla de mujer y no la aguantaba, pero claro, a la nenita no se le puede hacer nada porque sino el Jefe se mosquea y lía la de Dios es Cristo, ¿ayudar? Lo único que estaba haciendo era de nuestra vida un infierno, pero pronto se acabaría, juro que me la cargaré.



KAI
Saya irrumpió en las duchas tal y como Dios la trajo al mundo, yo no me moví, me echaba agua por el pelo cuando llegó, así que no me moví de donde estaba, de espaldas a ella, no había nada que no hubiese visto ya.
-¿No eres capaz de respetar los horarios? Mujeres mañana, hombres noche.


SAYA
Neo empezó a gritarme como un energúmeno hasta que decidió abandonar las duchas sonreí triunfante dirigiendo la mirada a Kai que estaba de espaldas a mí.
-Me sé el horario de memoria, solo venía a darle una sorpresita a Neo y que casualidad, estaba en la ducha.- Me acerqué y me apoyé en la pared en frente de él. El agua nos resbalaba a los dos por todo el cuerpo, le miré a los ojos.
-¿Te molesta que este aquí? Me iré si así lo deseas.- Dije sin apartar la mirada de sus rostro.


KAI
La miré cuando se puso frente a mí en la ducha.
-¿A ti te parece bien todo esto? Eso de irrumpir en una ducha mientras tres hombres se lavan… no es una acción de una buena chica. –dije cerrando la ducha y cogiendo mi toalla.
-Te has vuelto muy traviesa, ¿no crees?

SAYA
Cerró el grifo de la ducha y se tapó con la toalla.
-Kai, me parece bien, porque… nunca he dicho que sea una buena chica, ¿verdad?- Sonreí picarona arqueando una de mis cejas.
-Y si, las ninfas somos traviesas por naturaleza, como las musas.- Cogí la toalla y me la enrollé alrededor del cuerpo.
-Lo siento si mi manera de ser no te convence, pero así soy yo.


KAI
-No he dicho nada de eso. Te conozco lo suficiente como para saber que esto no lo has hecho sin querer. –dije alzando una ceja.
-¿O es que me crees tonto? –me coloqué la toalla y salí.
-Ya que estás aquí puedes ducharte. Ellos no pasaran por aquí en días gracias a ti. –salí de las duchas y me dirigí a mi camarote.


SAYA
Puse los ojos en blanco mientras me decía aquello, levanté la cabeza cuando preguntó si le creía tonto. Le miré haciendo evidente que si.
Se marchó a su camarote y yo hice lo mismo, pero como no tenía camarote, fui con Tigre a la bodega, allí terminé de vestirme a la espera de la hora de cenar, que lo más seguro es que no subiría con ellos, ya bastante les había hecho pasar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario