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domingo, 4 de octubre de 2009

Capitulo XLIV- DOS MUJERES Y UN DESTINO.

Las cosas estan algo tensas y suma y sigue... esto me recuerda a la canción del Bustamante XD


ERIKA
Entré en la sala de tiro, me puse las orejeras y las gafas, agarré una caja llena de cargadores y una de las pistolas de tiro. La cargué y apunté. Empecé a disparar seguidamente desfogándome de la mala leche que me invadía ahora mismo. Había pillado al Jefe en un renuncio, se iba a besar con la tía esa de las invocaciones, ¿y qué pasa con Saya? ¿Es qué se había aburrido de ella? ¿Para él las mujeres son un entretenimiento, de usar y tirar?
Cargué de nuevo el arma y disparé unas cuantas veces más.


JIM
Busqué a Erika por todas partes, aún no la había visto en todo el día y quería verla. Oí tiros, por lo que estaría en la sala de tiro. Bajé y la vi disparando a mala leche. Llevaba las orejeras, de modo que no debió haberme oído. En un momento que estaba cargando la pistola, me acerqué, agarré sus dos cachetes y la besé en el cuello.
-Buenos días.



ERIKA
Me agarraron del culo, sabía de sobra que era Jim. Ahora no me apetecía nada que me viniese con mimos. Me quité las gafas y las orejeras. Le agarré de la pechera haciendo que apoyara la espalda en la mesa. Le miré seria, acto seguido le solté.



JIM
Por un momento pensé que me iba a pegar un tiro entre ceja y ceja cuando me tumbó en la mesa a lo bestia. Después me soltó. Me levanté con el corazón acelerado.
-vale… ya… te dejo tranquila… -salí de la sala de tiro, estaba de muy mala hostia y no quería tocarla más las narices o acabaría con algún agujero en el cuerpo.


ERIKA
Suspiré y volví a colocarme las gafas y las orejeras, agarré la pistola y la cargué.
Volví a liarme a tiros con la diana, que estaba hecha cachos
.


NEO
Estaba abajo, en la sala de máquinas, sudando sin parar y con la camiseta manchada de grasa. Me tumbé en el suelo, boca arriba, mirando los niveles del aceite y del combustible.
No me quitaba de la cabeza a Kara, ¿por qué me ocultaba las cosas? Estaba tan sumergido en mis pensamientos que no me di cuenta de que tenía un cúter en mis manos, se me resbaló y me corté en el antebrazo.
-¡Joder!- Grité levantándome, agarré un trapo y me taponé la herida.
-Mierda…



KARA
Parecía que esta noche había conseguido dormir un poco más, pero a cabezadas. Me vestí y busqué por la nave signos de vida, pero no encontré a nadie. Pasando por la puerta de salida oí un “joder” de Neo. Me giré y corrí hacia el piso de abajo, algo había pasado.
Fui tan deprisa que al llegar a la puerta casi me pasé, y al parar sentí que lo iba a echar todo. Le vi con el brazo sangrando, tapado por un trapo.
-¿Qué ha pasado? –pregunté bajando por la escaleras lo más deprisa que pude y me coloqué frente a él en pocos segundos, levanté el trapo y vi la herida.
-¿¿Qué pretendías hacer, Neo?? –al ver tanta sangre se me revolvió el estómago, pero contuve las ganas de vomitar.
-¿Qué ha pasado? –repetí.



NEO
Kara bajó cuando grité. Me preguntó que había pasado. No contesté ni dije nada, simplemente me tapé la herida para que no se infectara y que dejase de sangrar.
-No ha pasado nada.- Dicho esto, salí de la sala y me dirigí a la cocina, abrí el grifo del agua y metí el brazo bajo el chorro.



KARA
Neo pasó de mí como si no estuviese allí. Se fue sin decir más que “no ha pasado nada”. En ese momento sentí ganas irrefrenables de llorar, me mordí el labio, estaba perdiendo su confianza y me sentía morir. Suspiré reprimiendo las lágrimas y le seguí a mi ritmo. Cuando entré en la cocina estaba pasando su brazo bajo el agua del grifo. Fui hacia la sala de mandos y cogí lo necesario para curarle la herida. Volví a la cocina.
-Déjame curarte eso. –le pedí sin mirarle.



NEO
-No.- Dije apartándome de ella.
-Ya me lo curo yo.- Salí de la cocina y me dirigí a mi camarote. Pasaba de verla la cara. Siempre ocultándome cosas, no confiaba en mí… yo tampoco podía confiar en ella…


KARA
No pude aguantar más las lágrimas. Las dejé caer por mis mejillas mientras me sentaba en una silla. Esto estaba empeorando y yo no sabía qué hacer. No podía meterme en un hospital, no me sentía con fuerzas, pero tampoco sabía qué era lo que me pasaba, no podía decirle lo que no sabía.
Apoyé los brazos en la mesa y la cara en los brazos, llorando como una gilipollas, todo era culpa mía. Quería ocultárselo para no preocuparle, y era esto a lo que me había llevado. Sentí de nuevo nauseas muy fuertes, y corrí al fregadero, empecé a vomitar.
Me eché el pelo hacia atrás, menudo plan…


NEO
Entré en mi camarote aún con el trapo en mi brazo.
Me acerqué a mi armario y agarré una cajita de metal donde tenía vendas y cosas de esas para desinfectar las heridas. Me vendé el brazo después de limpiarme el brazo sentándome en la cama. Respiré fuerte y le di un manotazo a la mesilla de noche tirando la lámpara haciendo que se rompiese en mil pedazos… Estaba harto de este juego y empezaba a cansarme.



KAI
Caminaba por el centro de la ciudad alerta, buscando a Draco por todas partes, pero ni rastro de él. Decidí volver a la nave a la hora de comer, no había desayunado y necesitaba comer algo. Entré en la nave y me vi de frente con Saya.
-Hola, mi reina, ¿no has salido hoy?


SAYA
Bajé a desayunar algo después de vestirme. Me encontré con Kai de frente, casi chocándome con él.
-…no…bueno, acabo de salir del cuarto, iba a desayunar algo…- Me había pillado algo desconcentrada.
-¿Qué tal estás? Me refiero a la pesadilla de anoche…



KAI
Vaya pregunta.
-Fue una pesadilla, nada más, estoy perfectamente. –miré la hora.
-Son casi las tres, no creo que debieras desayunar, ¿qué tal si comemos juntos? –pregunté colocando mi brazo derecho de forma que ella pudiera agarrarse a él e irnos hasta la cocina.



SAYA
Le miré y sonreí levemente.
-No voy a comer mucho, solo picar un poco, no tengo mucha hambre.- Entré en la cocina y abrí la nevera, agarré una manzana y le miré.
-Yo ya estoy servida.- La pegué un mordisco.


KAI
Me puse serio.
-¿Te pasa algo? –la primera palabra que me vino a la cabeza cuando dijo que no tenía hambre era “embarazo”.



SAYA
Negué encogiendo los hombros.
-No, ¿tendría que pasarme algo?- Miré la manzana.
-Soy yo la que se pregunta ¿qué te pasa a ti?- Le miré y salí de la cocina dejando la pregunta en el aire.



KAI
¿Cómo podía Saya olerse que me pasaba algo si ni siquiera había estado conmigo? Era verdad que cuando estaba con Génesis sentía algo… raro. Pero no podía revelárselo a Saya, eso la mataría, además de que no estaba seguro que era eso que sentía.
-Deberías comer más. –dije cuando salió.



SAYA
Me giré y asomé la cabeza de nuevo en la cocina.
-No, creo que con…- No terminé la frase, me fijé en su brazo izquierdo. Me acerqué y le arremangué, ya no había cicatriz. Pasé los dedos presionando levemente el músculo.
-… ¿cómo…? ¿Cómo te has curado?


KAI
-Oh… -me levanté bien la manga dejando el brazo completamente libre.
-Génesis me ha llevado ante la ninfa del Viento, me ha curado la herida, estoy como nuevo. –sonreí, me sentía mejor con mi brazo de nuevo en perfecto estado.


SAYA
Génesis… como no… tenía que ser ella…
Miré a Kai dedicándole una sonrisa.
-Me alegro de que te lo haya curado, en serio.- Tenía tantas ganas de espachurrar la cabeza de esa niña entre mis manos, y no era por haberle curado el brazo a Kai, eso lo agradecía, pero… sabía muy bien de que iba esa tía.
-Vaya, veo que Génesis está muy atenta contigo.



KAI
Me puse serio.
-Saya, antes pensaba que eran conjeturas mías, pero estás celosa, y mucho. –me cubrí el brazo.
-Yo soy el primero que se pone celoso aquí y no te pienso replicar nada, pero te digo que no tienes que preocuparte por nada.


SAYA
-¿Celosa? ¿Yo? ¿Por qué debería estar celosa?- Mordí de nuevo la manzana.
-Y tranquilo, no me preocupo… eso espero.- Le miré entrecerrando los ojos.
-Que te aproveche la comida, Kai.- Dije pasando mi dedo por sus labios.



KAI
La mordí el dedo.
-Mi comida eres tú. –deslicé mis labios por el dedo hasta soltarlo y sonreí alejándome.
-Aunque creo que no estás por la labor de dejarte comer, me zamparé mis fresitas. Me conformaré con desnudarte con la mirada. –abrí la nevera y mi bol de fresas estaba vacío.
-Mis… -la miré.
-Saya, eres una abusona, eran mis fresas.



SAYA
Le miré.
-¿Yo soy la abusona? Seguro, te recuerdo que no era yo la que hace un momento chupaba el dedo del otro. No he tocado tus fresas.- Me senté en una silla.
-No me creas si quieres.



KAI
Cerré la nevera.
-Se me ha quitado el hambre. –me senté a su lado. Miré su manzana. La agarré de la muñeca y pegué un mordisco a la pieza de fruta. Me crucé de brazos.
-Ahora me enfado y no respiro. –la saqué la lengua.



SAYA
Le miré cuando mordió de mi manzana.
-¡Eh! Es mía…- Me sacó la lengua, se la agarré con dos dedos.
-No soporto que nadie me saque la lengua.- Sonreí y le solté.



KAI
Me llevé la mano a la boca cuando me soltó la lengua.
-Perra… -le quité la manzana y me levanté.
-Pues ahora me la quedo yo. –la volví a sacar la lengua y me giré mordiendo la manzana.



SAYA
-Marica…- Me quitó la manzana.
-Pero bueno, es mi manzana, ladrón.- Me levanté y me puse en frente de él.
-Quiero mi manzana…- Como vi que no me la devolvía, me acerqué y justo cuando el mordía por un lado, yo mordí por el lado opuesto.



KAI
Refunfuñé y retrocedí.
-Quitaa. Mi manzana, ahora es mía, te jodes. –le di otro mordisco.
-Y no ze me cueztiona. –dije con la manzana en la boca. Me di la vuelta y salí de la cocina deprisa.



SAYA
Se piró con MI manzana.
-¡No huyas, capullo!- Le perseguí hasta ponerme de nuevo en frente de él, le empotré contra la pared, en vez de ir a por la manzana, le mordí en el pecho.


KAI
-¡Ay! ¡Quita! –dije encogiéndome.
-Mi pecho, joder… -dije quejándome.
-Pero bueno, ¿a ti te parece bien ir mordiendo pechos ajenos? Lo que me faltaba ya por ver. –le di la manzana.
-Ala, ala, toda tuya, toda tu ansia, cométela.


SAYA
Me devolvió la manzana.
-Mía…- Sonreí y le miré cuando me dijo, “cómetela”.
-¿Qué quieres que me coma, la manzana o quieres que siga por el pecho?- Sonreí y me separé con mi manzana.
-Te he vuelto a ganar.- Le guiñé un ojo.
-Nos vemos.- Dije canturreando mientras me iba por el pasillo.


KAI
Suspiré sonriendo.
-Touché. –alcé el dedo haciendo que disparaba. Me incorporé y me fui por el pasillo con las manos en los bolsillos.



ERIKA
Después de liarme a tiros en la sala de entrenamiento y de paso decorar el metal de la pared con un poco de gotéele, decidí ir a relajarme un poco. Me metí en las duchas con el agua caliente y el “hidromasaje” que me ofrecía una de las alcachofas de la ducha estropeada del fondo.
Salí al rato más calmada, notaba que mis huesos se resentían, sobretodo el de los brazos… Necesitaba tumbarme un rato.



KARA
Estaba con el ánimo por los suelos, Neo no me había vuelto a hablar en todo el día y yo no me había atrevido a ir tras él. Fui hacia la habitación de Erika, era la única que podría ayudarme ahora, y no quería dormir sola… que Jim se jodiese.
Llamé y me asomé.
-¿Puedo pasar?



ERIKA
Llamaron a la puerta, al principio pensé que sería Jim, pero vi que era Kara cuando esta asomó la cabeza.
Sonreí y asentí.
-Claro, pasa, pero no te asustes, estoy desnuda, acabo de salir de darme un baño
.


KARA
Entré y cerré la puerta. Me acerqué a su cama y me senté esperando a que ella se vistiese para hablar. Me senté con la espalda apoyada en la pared y las piernas encogidas mientras ella se ponía la ropa.


ERIKA
Me vestí en un momento, me acerqué y me senté a su lado, la miré bien. No tenía buen aspecto, las ojeras eran muy marcadas y estaba algo pálida. Me fijé que sus labios estaban cortados y su mirada era triste.
-Kara… ¿qué te pasa?- La pregunté apoyando mi espalda en la pared a su lado.


KARA
Bajé la cabeza.
-No lo sé, Erika… Sé que estoy enferma, pero no sé qué me pasa, y como no lo sé no quiero decirle nada a Neo, pero tampoco quiero ir a un hospital, no tengo fuerzas para meterme a un sitio de esos… -apoyé la cabeza en mis rodillas
.


ERIKA
Bajé la cabeza y suspiré.
-Ya, lo entiendo, Kara. Pero… es mejor que te vean especialistas y profesionales para saber que es lo que tienes. No puedes estar así, a Neo le harás más daño si ve que empeoras, llegará el día en que se hartará, entrará por aquella puerta hecho un energúmeno y te dejará las cosas bien claras.- La miré.


NEO
Abrí la puerta del cuarto de Erika de un golpe, había visto a Kara entrar en él. Miré a Erika serio.
-Fuera.- No dijo nada, se levantó y salió a toda prisa. Volví la mirada hacia Kara, me acerqué a ella y la agarré como un saco de patatas sobre mi hombro, salí del cuarto y me dirigí al mío. Quería hablar con ella y ese no era un buen lugar. Entré y la deposité encima de la cama, cerré la puerta de un golpe y miré a Kara.
-Muy bien, no te moverás de este puto cuarto hasta que no me cuentes que coño te está pasando, si estás enferma tengo derecho a saberlo, eso creo, ¿no?


KARA
Le miré mareada por tanto movimiento.
-Cielo, es obvio que estoy enferma. –dije desganada y cansada.
-Claro que estoy enferma… -desvié la mirada.
-No sé lo que me pasa, no me siento nada bien, no duermo, no como… -noté los ojos humedecerse.
-Estoy… estoy muy mal… pero tengo miedo, Neo, no puedo ir a un hospital pero no puedo curarme… Tengo miedo… -una lágrima se deslizó por mi mejilla.


NEO
Desvié la mirada.
-Lo que más me jode de todo esto es que… cada vez que he querido ayudarte, siempre me has rechazado con tus escaqueos. ¿A caso no confías en mí?- Suspiré echándome el pelo hacia atrás desesperado.
-Kara, tienes que ir a un medico, que te ayude, no puedes estar así, te hace daño y me mata el verte en este estado.- Me acerqué arrodillándome en frente de la cama al lado de Kara. La agarré de la mano y apoyé la cabeza en su rodilla.
-Por favor, Kara, te lo suplico… sé que no te gusta, pero deja que te vea un medico.- Dije casi desesperado, dejé que mis lágrimas hiciesen lo demás.



KARA
-Eh, no, no, por favor… -me agaché a su lado y le cogí de la cara.
-No, Neo, por favor, no llores, no puedes hacerme esto… -le abracé, apoyando su cabeza en mi pecho, me mataba verle llorar, me superaba.
-Te lo pido, no puedes llorar, por favor… -lloré en su pelo, me partía en dos.


NEO
La abracé con fuerza hundiendo la cara en su pecho.
-No puedo verte así… me rompe el alma.- La agarré de la cara y la miré. La limpié las lágrimas con mis dedos pulgares. Pasé una mano tras su cintura y la otra a su nuca, la besé casi desesperado.



KARA
Le agarré de la nuca y le seguí el beso. No podía vivir sin él, si le perdía era yo la que estaba perdida.
-Lo siento, lo siento tanto… ¿podrás perdonarme?



NEO
-No tengo nada que perdonarte, Kara, nada.- La volví a besar más calmado sentándola en la cama. La acaricié la mejilla con suavidad mirándola. Apoyé mi frente en la de ella.
-Intenta descansar un poco, ya hablaremos cuando te encuentres mejor.- La di un beso corto.
-Te quiero, Kara.



KARA
Sonreí.
-Yo también te quiero… mucho… -le abracé y tiré de él para hacer que se tumbase a mi lado. Me encogí entre sus brazos, no quería moverme en todo el día de su lado, lo quería conmigo.


NEO
Me tumbé a su lado y la rodeé con mis brazos. Escuchaba su respiración, le costaba lo suyo… fuera lo que fuera lo que le pasaba a Kara, estaba muy claro que la hacía polvo. La arrimé a mí como si fuese una cura tenerla entre mis brazos, la besé en la frente y después en la mejilla. Deposité pequeños besos por su rostro y su cuello.



JIM
Me fui a mi cuarto para cambiarme después de un día entero dando una vuelta por todo el pueblo, ni rastro de Draco, el radar debía tener algún defecto.
Me puse una camiseta de tirantes y un pantalón corto, me quería echar un rato en la cama.
Erika se había enfadado y lo había pagado conmigo, me sentía molesto. Me eché encima de la cama boca arriba y me puse los auriculares con música, cerré los ojos intentando conciliar el sueño.



KAI
Estaba en la cubierta de la nave, miraba por todas partes, pero nada. Estábamos ahí quietos sin hacer nada, ni rastro de Draco, ¿dónde se había metido ese mal bicho?
Miré mi brazo y decidí que debía probarlo.
Cogí mi espada y comencé a hacer movimientos con ella, estaba en plena forma.


GÉNESIS
Aún me sentía fastidiada por culpa de la niña esa que entró en el templo en el momento inoportuno… pero bueno, no era el fin del mundo, ya lo intentaría en otra ocasión.
Salí a pasear un rato, mis compañeras estaban ocupadas enseñando a las más jóvenes y a mí no me necesitaban para nada. Me adentré en el bosque hasta encontrarme con la nave de Kai, era enorme, nunca antes había visto una tan cerca. Sonreí y caminé por su alrededor contemplándola, llamaba mucho mi atención.


KAI
En una de las veces que daba una estocada vi a Génesis paseando alrededor de la nave. ¿Es que me había seguido hasta aquí? Guardé la espada y me asomé.
No pude evitar mirarla detenidamente. Era tan hermosa y fascinante…


GÉNESIS
Después de contemplar un rato la nave, decidí volver al templo. Caminé hacia el bosque echando una última mirada a la nave roja. Me percaté de la presencia de Kai arriba, en un pequeño balcón. Le miré y sonreí, le saludé/despedí con la mano y acto seguido me introduje en el bosque.


KAI
Desvié la mirada cuando me miró, estaba metiendo la pata pero bien con este asunto. Nunca me habían interesado las mujeres hasta conocer a Saya, aparece Génesis y no sé cómo reaccionar…
Mis padres me enseñaron de todo en la vida, salvo a cómo reaccionar en este tipo de situación.



SAYA
Salí a la cubierta, Kai estaba allí.
-Kai…- Me acerqué.
-Voy a dar un paseo por la ciudad, estar todo el tiempo en la nave me está abotargando un poco…- Sonreí, estaba algo despistado.
-… no me demoraré mucho tiempo…



KAI
Miré a Saya.
-Oh, voy contigo, ¿puedo? –dije acercándome a ella.



SAYA
Me encogí de hombros.
-Claro… puedes venir conmigo.- Dije asintiendo con la cabeza. Kai y yo no éramos la típica pareja de dar paseos y menos de dar paseos agarrados de la mano ni nada de eso, además… desde que vinimos aquí, hay algo que nos está distanciando…



KAI
Asentí y fui con ella, metí las manos en los bolsillos y la seguí, iría a donde me llevase, en esos momentos no quería saber de nadie más que de ella.
-¿Qué tal te ha ido el día? –pregunta estúpida y ñoña entre muchas.



SAYA
Caminábamos por el pueblo, por la plaza mayor, por así llamarla. Había más gente paseando y montando mercadillos.
Miré a Kai cuando me preguntó. Me reí levemente sin querer ofenderle.
-Ohm, muy bien, he hecho de todo.- Sonreí y volví la cabeza al frente.



KAI
La miré de reojo.
-Qué sosa eres, mujer. –volví a mirar al frente.
-Pues yo he hecho menos que tú. Entrenar el brazo, pelear contigo… Cosas por el estilo, un día aburrido en general.



SAYA
Me di la vuelta y empecé a caminar hacia atrás para poder mirarle. Coloqué mis manos tras mi espalda.
-Pues, no sé, ¿te apetece hacer algo para que lo que queda de día no sea tan aburrido?



KAI
-No estaría mal, la verdad. Estoy… estoy algo deprimido por la reciente pérdida de mis fresas, ¿cómo podrías compensarme?


SAYA
Sonreí.
-Pobrecillo…- Me giré y miré a todos lados, vi un puesto de frutas.
-Mmm… ya se que podemos hacer.- Le agarré de la mano y tiré de él levemente hacia el puesto de frutas. Había un tendero con cara de buena persona. Miré a Kai.
-Tú espera aquí, no tardo.- Sonreí de nuevo y le solté la mano. Me dirigí al tendero, a los pocos minutos estaba ante Kai con un bol tapado con una especie de servilleta roja.
-Espero que esto sea de tu agrado.- Lo destapé.
-No son fresas, pero espero que te gusten los fresones
.


KAI
-Oh, vaya, menuda recompensa, gracias. –cogí uno y lo mordí. No era lo mismo que una fresa, pero casi igual.
-Si tú no has sido, ¿quién ha tenido huevos a robarme las fresas?



SAYA
Me encogí de hombros.
-No lo sé.- Caminé a su lado mientras disfrutaba de sus fresones. Miré su espada de reojo.
-Con que… ¿has estado practicando, no? ¿Y ya no se te resiente el brazo, no te pesa la espada ni nada?- Pregunté para asegurarme de que le habían dejado igual que antes.



KAI
Asentí y miré mi antebrazo.
-Ya estoy como nuevo, ha sido una suerte que Génesis quisiese ayudarme, no puedo vivir a gusto sin usar mi brazo izquierdo. –la cogí de la cintura y la junté conmigo.
-Siento preocuparte.



SAYA
Le miré extrañada.
-Preocuparme, ¿por qué? Me alivia saber que ya estás bien.- Dije jugueteando con el cordón de su espada. Me jorobaba saber que Génesis estaba metida por medio, pero he de admitir que ha hecho algo bien.



KAI
-Sí, bueno, es por estar así… quiero decir, por no estar bien cuando tenía el brazo mal, a veces no sé cómo actuar, no siempre me encuentro en esas situaciones. –me rasqué la nuca.


SAYA
Suspiré y miré al suelo.
-Bueno, todo el mundo se deprime por algo… alguna vez… no somos perfectos al fin y al cabo.- Sonreí y le miré.
-Solo tienes que verme a mí, soy un desastre…- Bajé la cabeza de nuevo.


KAI
-¿Por qué dices eso, tonta? –la acerqué más a mí y la besé en la cabeza.
-Anda, tonta, tonta, tonta… -la revolví el pelo.
-Que eres mu tontaa.


SAYA
Aparté su mano de mi cabeza cuando me revolvió el pelo.
-Estate quieto, anda, graciosillo.- Me separé levemente.
-Tú sigue con tus fresones y deja mis paranoias en paz…- La verdad es que me repateaba que se comportara así después de saber que…
Suspiré y volví a lo mío.



KAI
Suspiré y cogí otro fresón. Esta situación no me gustaba ni un pelo. Génesis hacía que me comiese la cabeza y Saya no paraba de machacarme con ello.
-Tonta.



SAYA
-No soy tan tonta como piensas…- Le dije sin mirarle.
-Solo me lo hago para que tú estés más tranquilo haciendo lo que te da la gana.- Me giré y le miré.
-Y me empiezo a cansar de hacerme la idiota.- Dicho esto volví sobre mis pasos.
-Se acabó el paseo por hoy…- Volví hacia la nave.
No podía más, me sentía como una gilipollas comportándome como si nada pasase, siempre era la misma rutina…



KAI
La miré con el ceño fruncido mientras se alejaba.
-¿Se puede saber qué te pasa ahora, Saya? –la seguí, no tenía idea de por qué sacaba ese tema ahora.
-Estás muy rara, Saya, ¿qué te ocurre?



SAYA
-No me ocurre nada, no tendría que ocurrirme nada, ¿no?- Seguí caminando.
-Solo que veo como mi “marido” y una sacerdotisa intercambian miradas como si se comiesen por los ojos, y no solo una vez, Kai, te he pillado más veces. No te he dicho nada porque no estoy segura de que coño está pasando aquí, pero no me pidas que finja comportarme como si esto no estuviese pasando, porque no puedo…



KAI
Fruncí el ceño.
-¿De qué estás hablando, Saya? No nos miramos de ninguna manera, estás paranoica. –dije parándome en el camino.
-Te estás pasando con los celos, Saya.


SAYA
Me giré y le miré.
-Será eso, que me lo imagino todo, estoy paranoica…- Miré al suelo.
-Bueno, pues si tan celosa crees que estoy y tan paranoica parezco, será mejor que no te acerques a mí si no quieres que me siga inventando cosas…- Volví a girarme y esta vez no le miré dijese lo que dijese
.


KAI
Fui a decir algo, pero preferí callarme. Retrocedí.
-Muy bien, vete por ahí. –me di la vuelta y me perdí de nuevo entre las calles. Que siguiese inventando historias imposibles.


SAYA
Me daba rabia que me mintiese y encima en mi propia cara. Negaba lo evidente cuando yo no era la única que le había visto…
Estaba a pocos metros de la nave cuando me crucé con Génesis… no me apetecía verla, pero ya que estaba iba a darla las gracias por lo del brazo de Kai.
-Génesis…- La llamé, se giró y me miró.
-Yo… quería darte las gracias por haber ayudado a Kai… le curaste el brazo y te lo agradezco, en serio.- La sacerdotisa sonrió de forma victoriosa, no me gustó ni un pelo.



GÉNESIS
Vaya, vaya, vaya, me encontré con la esposa de Kai, me dio las gracias y todo… que ingenua era la desgraciada.
-Ohm, de nada, me siento orgullosa de haber hecho algo que su propia mujer fue incapaz de hacer por él.- La miré, se quedó de piedra.
-Reconócelo, Kai no se siente feliz del todo contigo, no le das lo que necesita, al final acabará en mis brazos.



SAYA
Eso me puso aún más de mal humor. La miré cuando me dedicó aquellas palabras… tenía razón en parte, pero por otra…
-… ya… lo sé.- Dije simplemente, me giré con intención de marcharme. Cerré los puños y justo cuando ella se iba a marchar, me giré y estrellé mi puño en su mejilla haciendo que se tambalease.
-Zorra…- Me di la vuelta y me marché.


GÉNESIS
Me golpeó… nunca me habían pegado, nunca… me tambaleé y casi caí al suelo. Pero que mujer más burra y bestia. Me llevé la mano a la mejilla, la tenía inflamada y dolorida. La miré mientras se marchaba… no dije nada, me introduje en el bosque camino del pueblo.


KAI
Llevaba un par de horas caminando y reflexionando… quizá Saya tenía razón, últimamente se me iba mucho la cabeza con el tema de aquella sacerdotisa y…
¿Qué sentía por ella? ¿Por qué me sentía de forma diferente a su lado? Debía comprobarlo, yo amaba a Saya…
Empezaba a confundirme. ¿Por qué sentía el impulso de seguirla? ¿De mirarla? ¿Es que… me estaba encaprichando de aquella sacerdotisa? No… no era posible. Yo quería a Saya, AMABA a Saya. Era el amor de mi vida y ninguna mujer más cabía en mi corazón que ella, pero aún así… Quizá era una prueba que debía superar, un obstáculo en mi vida, ¿qué era Génesis para mí?


GÉNESIS
Llegué al pueblo, aún mantenía mi mano en mi mejilla… aquella desquiciada mujer me había enfurecido de verdad… nunca me habían pegado, es más, siempre he sido el modelo a seguir de las demás chicas, la envidia del pueblo…
Caminé por la calle algo más tranquila… ¿por qué se me estaba haciendo imposible conquistar a Kai? Siempre he tenido a los hombres que yo he deseado, incluso ellos mismos se me ofrecían… No iba a parar hasta que Kai suplicara por mí…
Hablando del rey de Roma… Divisé a Kai caminando en mi dirección, esta era mi oportunidad para dejar claro que esa mujer, su esposa, era una víbora. Me acerqué hasta él a paso ligero y cuando le tuve en frente, me abracé a él.
-…m-mi señor…- Dije con voz lastimera.


KAI
Alcé los brazos cuando Génesis sin verla yo, apareció y me abrazó, parecía asustada.
-Gé-Génesis… ¿qué haces? –la cogí de los hombros y la separé de mí, tenía el moflete hinchado.
-¿Qué te ha pasado?



GÉNESIS
Le miré sintiendo como mis ojos se humedecían.
-Yo… me encontré con su esposa… estaba muy cabreada… no sé que la pasaba. Sé acercó a mí y empezó a gritarme y a insultarme, sin venir a cuento, me golpeó en la cara…- Me tapé la cara y empecé a llorar.
-Me dijo cosas horribles…


KAI
-Eh, tranquila. –posé mi mano en su hombro.
-Esta vez Saya se ha pasado mucho, no tenía por qué ponerse así, está… está muy celosa, no te lo tomes muy a pecho, ella no es así. Esa ninfa… -la miré y la ofrecí un pañuelo para que se secase las lágrimas.
-No te preocupes, hablaré con ella.



GÉNESIS
Cogí su pañuelo y me sequé las lágrimas.
-No quiero crearle problemas con su esposa… tampoco es para tanto… Iba muy cabreada… pero tampoco es plan de que se ponga a pegarme como si nada…- Suspiré y me senté en un banco y le miré.
-No puedo meterme en esto… no me incumbe… pero… sería mejor que hablase con ella, solo para ver que la pasa conmigo…


KAI
-Tranquila, si de todas formas tengo que hablar con ella, cree que le estoy siendo infiel, y eso demuestra la poca confianza que tiene en mí, y eso quieras que no duele. Voy a hablar con ella. –me giré y caminé dirección a la nave, ya estaba bien que no sólo se pusiese celosa, es que además en vez de pagarlo conmigo lo pagase con Génesis, ¿qué había hecho ella? Sólo estaba ayudándome.


SAYA
Entré en la nave dando un portazo al abrirla y después al cerrarla. Neo se asustó dando un respingo en la silla, fue a preguntarme pero yo le ignoré, no me apetecía hablar con nadie. Bajé las escaleras y me metí en la bodega, empecé a andar de un lado a otro eufórica, le pegué una patada a un bidón mandándolo a la otra punta, agarré un cacharro de cristal y lo estrellé contra la pared rompiéndolo en mil pedazos…
Me dejé caer al suelo, sentándome en las lonas, jadeé de impotencia hasta romper a llorar.



KAI
Pasé a la nave a paso ligero, cerré la compuerta de un portazo, Neo se asustó sobresaltado, le miré y señaló las escaleras hacia la bodega. Obedecí y bajé.
Saya estaba en las lonas, llorando… En ese momento todas las ganas de chillarla y llamarla de todo se esfumaron como si nunca hubiesen estado, ¿por qué lloraba?
-Saya…



SAYA
Levanté la cabeza y vi a Kai de pie frente la puerta de la bodega. Me levanté de un salto y antes de que él pudiese dar un paso hacia delante, yo cerré la puerta de una patada.
-¡Vete de aquí!


KAI
Me quedé parado cuando me cerró de un portazo, no quería ni verme la cara. Subí de nuevo las escaleras y me dispuse a abandonar la nave, di otro portazo al salir.
No sé por qué había sido benévolo con ella, sólo porque la había visto llorar, maldita engreída…
Fui hacia el bosque, pasaba de encontrarme con nadie.

NEO
Me quedé alucinado ante el espectáculo que me habían montado aquellos dos. Portazos por aquí, golpes por allá… ¡Qué la nave es mía, cojones! ¡El que después se mata por repararla soy yo!
Suspiré y seguí a lo mío, cada día estaba más convencido de que a todos les faltaba un tornillo.

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