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miércoles, 7 de octubre de 2009

Capitulo XLVI- INUNDACIÓN EN UN HOTEL

¡Aaaahhhh! ¡Agua! ¡Agua por todas partes, y yo no la bebo ni en botella! XDDD




NEO
Me levanté temprano, Kara seguía en la cama, durmiendo como un bebé. La tapé con la sábana y la besé en la comisura de los labios con suavidad para no despertarla. Se movió un poco, sonreí y me puse la camiseta para acto seguido salir del camarote. Fui a la sala de mandos y me senté en mi silla, el sol estaba saliendo, solo eran las ocho de la mañana. Mire el GPS, la señal de Draco seguía allí, en el mismo sitio, sin moverse, cosa que me parecía muy extraño.


JIM
No había dormido muy bien, acostumbrado a dormir con Erika ahora el tener la cama para mí solo se me hacía duro. A las ocho ya estaba en pie, y me acerqué al puesto de mandos, Neo ya estaba allí.
-Vaya, hoy estamos madrugadores. –dije acercándome.
-¿Sigue ese pelma por aquí?


NEO
Jim entró en la sala de mandos, sonreí y asentí.
-Si… pero hay algo que me escama… es la señal.- Dije mirando el GPS.
-¿A ti no te parece raro que desde que vinimos aquí esa señal no se ha movido de donde está? No sé… a lo mejor son imaginaciones mías, pero ¿crees que Draco está aquí?



JIM
Miré el GPS mordiéndome el labio inferior.
-Puede que lo haya defecado. –dije indiferente, podría haber pasado, Neo me miró.
-Oye, ¿qué quieres que le haga si el tío ese está suelto?


NEO
Le miré serio.
-No jodas…- Miré el GPS.
-Mierda… como se entere el Jefe nos mata, Jim, nos echa a patadas de aquí.- Suspiré.
-Y lo peor es Saya, nos matara, nos rajara por haberla forzado a besar a ese tío para después cague lo que ella le introdujo. No podría haberse aguantado el apretón, no.



JIM
-Bueno, cálmate, Neo, te va a salir una úlcera. –señalé el punto que marcaba la posición de Draco.
-Podemos precisar el lugar donde está el trasmisor, estará allí. Si sólo está el trasmisor aún nos queda James, no hay de qué preocuparse, y no tienes por qué decirles nada, simplemente di que le hemos perdido, que iremos a buscar a James, no es tan complicado. –dije ordenando las coordenadas en la pantalla.



NEO
-En el paro, me veo en el paro, tío…- Miré como Jim jugueteaba con los botones del GPS como si nada. Suspiré resignado.
-Muy bien, haremos eso, pero te lo aseguro, me veo en la calle vendiendo a la Quimera como chatarra.


JIM
-Deja de llorar y aparta. –moví su silla para colocarme frente a los mandos.
-Pareces una niña, haz algo productivo y busca la señal de James, anda, majo. –le di un GPS portátil.


NEO
Cogí el GPS portátil y me puse a teclear lo que Jim me decía. Estuvimos así parte de la mañana, intentando ubicar la señal de Draco en el radar. Preparé algo de café para Jim y para mí, para despejarnos un poco.
-¿Encuentras algo? Me duelen los dedos de teclear…- Me miró mal.
-Vale, vale, no me quejo…- Volví la mirada al GPS.



JIM
-Bingo. –dije sin mucho ánimo señalando la parte exacta donde se encontraba el trasmisor en un mapa aéreo.
-Parece un local, la verdad, puede que esté hospedado en un hotel del que no haya salido aún, quién sabe, no hemos estado mirando al radar cada segundo. –desvié la mirada.
-Además, si hubiese defecado esto estaría ya en el mar, no seguiría en una letrina. –le miré.



NEO
La verdad es que Jim me convenció. Asentí.
-Muy bien, ¿qué propones, socio?- Le miré entregándole el GPS.
-Si resulta que Draco no está y es su mierda la que porta el trasmisor, sabes lo que nos espera, ¿verdad?



JIM
-Eh, no soy perfecto, Neo. El error fue mío y lo asumo, tú no tienes de qué preocuparte. –agarré el GPS y me levanté.
-Descuida, no te van a echar por mucha mierda que haya que revolver, así que respira tranquilo. –salí de la sala de mandos, me pondría las botas y saldría a por el maldito trasmisor.



NEO
Suspiré y le seguí.
-Espera, no dejaré que te lo cargues todo tu solo… aunque nos cueste el despido, pero… ¿qué coño? Si no tenemos sueldo ni nada, que le den a Kai.- Seguí a Jim, me parecía egoísta por mi parte hacerle esto al chaval, así que, yo también me pringaría de mierda por él.



JIM
Me giré y le miré.
-Ya te he dicho que no nos va a despedir, tenlo por seguro y cálmate, te sulfuras demasiado, acabarás con una taquicardia. –seguí el camino, no tenía ganas de ponerme a echar broncas ni hacer nada que me forzase psicológicamente.



NEO
Asentí y respiré hondo para relajarme.
-Muy bien, en marcha campeón, a remover mierda.- Dije golpeándole el hombro con el puño. La idea me asqueaba, pero con tal de encontrar a ese hijo de puta estaba dispuesto a nadar en estiércol si hacía falta.



JIM
-De verdad, no hace falta que vengas. Además, sólo voy a verificar si el trasmisor está en un cuarto de baño, no voy a ponerme a buscar dentro de la letrina… -ni de coña iba a meter la mano en un váter.
Entré en mi cuarto y me puse las botas.
-Será mejor que vayas armado, sólo por si está allí.



NEO
Bajé al armero y agarré dos pistolas del calibre 50 y un par de cargadores. Me las metí dentro de los bolsillos interiores de mi chupa de cuero. Subí de nuevo a la sala de mandos y esperé a que Jim terminara de calzarse.


JIM
Llegué poco después que Neo a la sala de mandos.
-¿Nos vamos? –miré que iba bien armado, se notaba por como se colocaba la chaqueta de cuero. Se pensaba que nos íbamos a la guerra.
-Guao, tranquilo, Rambo, no creo que Draco siga allí.



NEO
Le miré.
-Prefiero prevenir antes que curar. Nunca se sabe, es mejor ir preparado por si las moscas.- Señalé las dos pistolas.
-Estas joyas nunca fallan, y te aseguro que te salvaran el culo si algo malo ocurre.



KARA
Me asomé a la puerta de la sala de mandos y me apoyé en el marco.
-¿Salvar el culo de qué? –pregunté a Neo, que le enseñaba a Jim un par del calibre 50.



NEO
Kara nos pilló infragantes, la miré y sonreí.
-Pues… je, je, je… verás…- Miré a Jim y acto seguido a Kara, no podía mentirle sobre esto.
-Vamos a ir al lugar donde creemos que está Draco, nos parece muy sospechoso que no se haya movido del mismo sitio en lo que llevamos aquí, así que, vamos a investigar un poco.



KARA
Les miré a ambos.
-¿Pensáis ir vosotros solos? –me acerqué.
-¿Es que no veis que podría mataros? ¿No visteis lo que paso la otra vez?



JIM
-Echa el freno, lo más seguro es que no esté allí, y si está nos largaremos a dar la voz de alarma antes de que sepa que estuvimos allí, puedes quedarte tranquila. –ella suspiró y yo me encogí de hombros.


NEO
Miré a Kara y la guiñé un ojo.
-No te preocupes, nadie puede vencer a tu Gordo.- Sonreí y me coloqué bien la chaqueta.
-En seguida volveremos.- Abrí la compuerta de la nave y salí seguido de Jim.


JIM
Llegamos hasta el punto, como supuse, era un hotel, y no muy barato.
-El tío se gasta el dinero del Estado es su propio beneficio, no le echa cara ni nada. –entramos, todo parecía muy elegante, desentonábamos.
-Guay…



NEO
Miré el hotel de hito en hito, era muy lujoso y parecía caro. Silbé cuando vi el techo y las escaleras y la gente que trabajaba allí, muy emperifollados.
-Joder, recuérdame cuando me retire como piloto que venga a trabajar a un sitio de estos.



JIM
-¿Para qué? ¿Para volverte un tío soso y pijo? Paso… -me acerqué a recepción seguido de Neo, no dejé que guardase muchas distancias, era él el que tenía las armas.



NEO
Me apoyé en el mostrador hasta que viniese el dueño o el botones, en su defecto. Me puse a tararear mientras miraba el techo del hotel.



JIM
La recepcionista se acercó a atendernos, era una sombra, genial, qué bien me caían…
-Disculpe, ¿ha estado hospedado o está hospedado aquí Draco?
-Lo siento, esa información es confidencial. –dijo con retintín.
-Genial…



NEO
Me giré y miré a la recepcionista.
-Oiga, no queremos hacer las cosas más difíciles, necesitamos esa información y me da igual que sea confidencial o no, es mejor que nos lo diga, sino, estaremos aquí tooooooda la mañana y le aseguro que el resto del día si es necesario.- Sonreí amablemente.
-Díganos si ha estado aquí, o si aún está, la habitación y déjenos subir o se arrepentirá de habérnoslo negado.- Dije con voz tranquila y amable, todo lo amable que pude.


JIM
Neo la amenazó, genial, ya verías la que se iba a montar… La recepcionista se agachó frente a Neo.
-Mire, me da igual si está aquí hasta seis meses, si me molestan puedo hacer que les echen, y le aseguro que no me voy a arrepentir de haberme negado, este es mi trabajo, usted tendrá el suyo, debe comprenderme. –dijo con una sonrisa picarona, desvié la mirada.



NEO
Asentí y la miré serio.
-Mire, solo la pido que hagamos las cosas pacíficamente o…- Enseñé las dos pistolas.
-Liarme a tiros y cargarme a todo el que se me ponga por medio.



JIM
Me llevé la mano a la cara, este tío iba a lo hecho, nos la íbamos a cargar… La recepcionista se quedó mirando las pistolas acongojada.
-El Señor Draco estuvo hospedado en la habitación quinientos dieciséis hace dos días, sólo pasó la noche aquí, no sé más… -respiraba fuerte.
-Vale, déjalo. –dije mirando a Neo, no diría su nombre en alto por si más tarde nos traía problemas.


NEO
Sonreí colocándome bien la chaqueta ocultando las armas.
-Muchas gracias por su colaboración y que pase un buen día.- Me giré junto con Jim.
-Ah, por cierto, una camisa preciosa.- Sonreí de nuevo y subí las escaleras con Jim.



JIM
Seguí a Neo por las escaleras, tenía una forma bastante peculiar de persuadir a una chica. Después de buscar por los tres primeros pisos decidimos coger el ascensor hasta la séptima planta y encontramos la puerta.
-Bueno, no está aquí, pero si se ha dejado algo será bueno, ¿no?


NEO
Miré la puerta y luego a Jim.
-Los cerebritos primero.- Señalé la puerta con la mano.
-Veamos que nos encontramos aquí… ¿Te imaginas que ahora abrimos la puerta y le encontramos haciendo cualquier gilipollez? No sé, ¿cómo vistiéndose de mujer?- Me reí levemente.



JIM
Solté una risotada.
-Sería divertido, sí, a la vez que traumático… ¿Te has parado a pensar que en realidad de ese tipo no sabemos ni donde vive? –saqué una tarjeta y la introduje en la confirmación láser, que hizo que se abriese la puerta, al mirarme Neo asombrado le expliqué.
-Soy un cerebrito, nada se me escapa. –guardé la tarjeta y entré.



NEO
Sonreí y entré detrás de él. No había moros en la costa, la habitación estaba desierta. Ningún indicio de Draco.
-Pues vaya, tanta mierda para nada… en fin…- Suspiré y vi la cama. Estaba como nueva, me acerqué y me senté. El colchón se movió como si estuviese vivo.
-Uuuuh… es un colchón de agua.- Me reí y me tumbé.
-Debería llevármelo, seguro que a Kara le encanta.


JIM
-No toques nada, se supone que no hemos estado aquí… -miré por todos lados, no había nada que nos pudiese interesar.
-Esto es peor que cuando eres del CSI y no encuentras nada en la escena del crimen, qué rabia… -me rasqué la nuca.
-¿Y ahora qué hacemos?



NEO
Me encogí de hombros.
-No lo sé, tú eres el experto, Jim. Yo solo soy el grandote que protege al cerebrito. Somos como el gordo y el flaco, Batman y Robin, Holmes y Watson… ya me entiendes.- Boté sobre el colchón.
-Oye, en serio, me lo pienso llevar, es cojonudo.


JIM
-Como se pinche te abro en canal… -dije cogiendo un abrecartas que había en el escritorio.
-En serio, ¿hay de estas cosas en un hotel normal? –hice como si lo usase de mondadientes.
-Creo que se me ha quedado algo entre los dientes… -me reí y lo dejé donde estaba.
-En fin, ya he tocado algo yo también, esto ya o lo desinfecto o me lo llevo, y a mí no es que me haga gracia… -lo llevé al baño.



NEO
Miré a Jim mientras se metía en el baño. Me tumbé sobre el colchón, se estaba muy bien ahí encima. Me fui a levantar, pero la cadena de mi cinturón se quedó enganchada en la tela del colchón.
-Pero…- Tiré del cinturón provocando que un chorro de agua me mojase la cara. Abrí los ojos ampliamente.
-Mierda…- Susurré para que Jim no me oyese.
-Joder, joder…- Intenté tapar el agujero, pero no se que coño hice que estalló otro agujero más, y otro, y otro, y orto… Parecía un colador…
-Dios… Jim me va ha matar….



JIM
Encontré algo de lejía en un armario, ahí había de todo. Desinfecté la mierda del abrecartas y vi loción de afeitar de marca con una cuchilla y todo.
-Me cago en… -me lo guardé en la bolsa.
-Esto es un chollazo. –se me cayó la lejía al suelo, abrí los ojos ampliamente.
-Joder… -susurré, entonces vi que la lejía chocaba con otro líquido: agua…
-Joder… -dije esta vez más alto, salí del baño, la cama estaba pinchada por todas partes.
-¡Asesino! –me acerqué corriendo por el charco del suelo.
-¡Pero tío! ¿Qué has hecho?


NEO
Jim me pilló. Miré el colchón y de nuevo a Jim.
-… ¡él me obligó!- Dije señalando la cama.
-Se me enganchó el cinturón… no es mi culpa… mierda…- La habitación estaba empapada, yo estaba empapado…
-¿Crees que al dueño del hotel le gustaran las piscina interiores?



JIM
-¿Piscinas interiores, Neo? –tiré de él para que se levantase, el cinturón hizo que se rajara la cama por la mitad y el agua salió con más presión.
-Oh, Dios, oh, Dios, ¡Neo! ¡Quítate esa mierda! –dije señalando el cinturón mientras me alejaba con las manos en la cabeza.
-Vamos a morir… Encima la lejía por el baño, el abrecartas en el suelo…



NEO
-¡¡Pero que dices, pervertido!! ¡No voy a quitarme el cinturón para que tú puedas verme en calzoncillos!- El agua nos llegaba por las rodillas.
-¡¿Cuántos litros de agua pueden entrar en una mierda de colchón?!


JIM
Le miré de reojo.
-Me están entrando ganas o de llorar o de ahogarte, maldito mamón, vámonos de aquí antes de que venga la pasma y nos meta en chirona. –agarré su cinturón y se lo quité, se quedó enganchado completamente al colchón, es más, de la tensión acabó casi al otro lado de la cama.
-…Joder, amor a primera vista. –Neo me miraba mal.
-¡No quiero verte en calzones, imbécil!



NEO
De puta madre, ahora los pantalones se me caían.
-Muy bien, cerebrito, deja que el grandote trabaje ahora.- Saqué las dos pistolas y apunté a la ventana, disparé una sola vez haciendo que el cristal estallase en mil pedazos.
-Venga, por ahí.-Me asomé, estábamos en una séptima planta.
-Bueno… ¿has practicado alguna vez caída libre?- El agua nos llegaba por la cintura, al menos a mí…


JIM
-Ah, no, ¿estás loco? ¿Te crees que me voy a tirar a esta altura? No quiero morir aún, Neo, quiero despedirme de Erika, al menos. –sonaron golpes en la puerta, entonces se abrió y toda el agua salió a presión. Varios civiles nos apuntaron con sus rifles.
-¿Morir a balazos o espachurrado contra la acera? ¿Qué es peor?


NEO
Miré a los civiles y luego a Jim de reojo, deje que se me cayesen los pantalones y agarré a Jim.
-¡¿Será posible?! ¿Qué coñete tiene que hacer un hombre para conseguir un poco de intimidad? ¡Esta es nuestra noche de bodas, largo!- Miré a Jim de reojo.
-Coge una de mis pistolas…- Susurré.


JIM
Dios, qué vergüenza… Agarré una de sus pistolas preguntándome si lo que había dicho colaría, si estaban aquí era porque la recepcionista les había avisado.
Disparé a uno de los civiles en el cuello y otro nos devolvió la bala, que pasó entre la cabeza de ambos.
-Mami… -volví a disparar, esta vez a ciegas.



NEO
Agarré la otra pistola y disparé sin ni siquiera pestañear acertando de lleno en la cabeza de uno y en el pecho de otro.
-¡Eso os pasa por enfurecer a un recién casado!- Disparé al último que quedaba en pie, cayó fulminado al suelo.
-Joder, que bien se queda uno después de cargarse aun par de civiles.- Sonreí y me puse el pantalón, arranqué el cinturón de lo que quedaba de colchón y me lo abroché.
-¿Nos vamos, amorcito?



JIM
Me estaban dando ganas de desmayarme y todo, le señalé.
-No… me llames… amorcito… -apoyé la cabeza en el marco de la ventana, qué mal lo había pasado.
-Recuérdame que cada vez que salga contigo por ahí le recuerde a Erika todo lo que la quiero y que me despida de ella. –me pasé la mano por la frente.
-Vámonos.



NEO
Me reí y le miré.
-Blandengue.- Le di un golpe en el hombro con mi puño.
-Anda, cariñito, vayamos a ver a tu Erika.- Sonreí y salí de la habitación. Todo el que pasaba se asomaba al cuarto, Una mujer preguntó muy alterada que había pasado, sonreí y la miré.
-Ohm, esto es lo que pasa cuando se quieren hacer los molones con los colchones de agua, en realidad nos quieren ahogar.- Seguí a Jim por el pasillo hasta que salimos.



JIM
Salimos a la calle y a partir de ahí corrimos, no quería que nos alcanzasen.
-Dios, no quiero volver a un hotel… -le miré.
-¿Y tú querías una cama de agua? Mira lo que ha pasado. –aminoré el paso cuando divisamos la Quimera a unos metros.


NEO
Sonreí y le miré.
-No habría durado mucho, Kara es una piro, lo habría incendiado, o lo que es peor, seguro que el agua herviría cuando… ya sabes…- Le guiñé un ojo.


JIM
-Ohm… genial… -suspiré mientras entrábamos, me tenía que dar una ducha, pero antes quería pasar a ver a Erika. Con todo lo que había pasado me había dado cuenta de que quizá necesitase apoyo después de lo que pasó al anterior día, aunque no sabe que Kai y Saya lo arreglaron…
-Nos vemos… -me fui hasta el cuarto de Erika.



ERIKA
Me acababa de despertar, aún seguía tumbada en la cama mirando la luz que entraba por entre las rendijas de mi persiana. Me levanté y subí las persianas hasta arriba abriendo la ventana para que entrase algo de fresco, me asomé y miré la calle. Vi a Neo y a Jim venir juntos, suspiré y volví a tumbarme en la cama retirando las sábanas.



JIM
Me sacudí el pelo para que no resbalase tanta agua desde mi flequillo y me dispuse a llamar a la puerta. Dudé unos instantes, sabía que seguiría enfadada, pero finalmente llamé.


ERIKA
Llamaron a mi puerta, no me apetecía ver a nadie, respiré hondo y me tumbé boca abajo.
-No hay nadie…- Dije para que se enterasen, seguro que era Jim, pero no me encontraba con ánimos y menos pagar el cabreo con la persona inadecuada.


JIM
Suspiré.
-Cielo, déjame pasar, por favor… -le pedí, estaba aún enfadada y yo sólo quería que estuviese mejor.
-No haré nada que te moleste.



ERIKA
Suspiré y giré la cabeza mirando la ventana. No dije nada, que hiciese la que quisiera. Aún estaba enrabietada por lo que hizo el desgraciado de Kai y encima la tonta de Saya bailaba a su son… de verdad, estaba en una nave rodeada de gilipollas.



JIM
Suspiré, mejor era dejar que se calmase ella sola sin molestarla.
-Perdona, cuando tengas ánimos, avísame, tengo ganas de estar contigo… -miré la puerta como si estuviese ahí.
-Sé que ahora no ayuda mucho que te diga esto, pero Kai vino ayer suplicándole a Saya que le perdonase como una cría. No te molesto más, descansa. –me mordí el labio y me fui por el pasillo, le había afectado mucho más a ella que a Saya la infidelidad de Kai.



ERIKA
No dije nada, y tampoco me sorprendió que Saya hubiese perdonado al hijo puta de Kai… yo le habría matado en el intento… Saya se lo ponía muy fácil y algún día acabará saliendo perjudicada de veras… Allá ellos…



KARA
Esperaba a Neo sentada en su butaca en el panel de mandos, cuando entró estaba empapado.
-¿Os habéis ido a bañar? –pregunté con una ceja alzada.



NEO
Me miré, estaba chorreando.
-Esto… no, verás, hemos ido al hotel donde supuestamente estaba Draco, pero al ir allí lo único que encontramos fue una habitación vacía. La cama era de agua y, bueno, el resto ya te lo imaginas…- Dije frotándome la nuca.


KARA
Le miré de arriba abajo haciendo una mueca de incredulidad.
-Qué cosas os pasan… -le miré a la cara.
-¿La sangre de tu camisa no será salsa de tomate, no? –me levanté y me aseguré de que no era suya, la camiseta no estaba agujereada y eran sólo gotas salpicadas.



NEO
-Ohm…no, no es mía, unos civiles asaltaron el hotel y nos pillaron a nosotros por medio, por suerte nadie está herido.- Sonreí y la miré.
-Voy a cambiarme…- Dije señalando el pasillo.


KARA
-Sí, anda, vamos a cambiarte. –dije agarrándole del brazo y tirando suavemente de él hacia el exterior de la cabina.
-Si llegas a venir herido es que soy capaz de rematarte. –dije agarrándome fuerte a su brazo.



NEO
Sonreí y la agarré de la cintura subiéndola a mi espalda, a caballito.
-¿Tú a mí? No serías capaz, porque soy tu Gordo, Grandullón, Osito mimoso… ya sabes.



KARA
Sonreí y apoyé la cabeza en él.
-Como te quiero, oso mimoso…



JIM
No mucho rato después de ducharme fui al cuarto de Erika de nuevo, esta vez abrí con cuidado y asomé la cabeza, estaba tumbada en la cama. Sin esperar la invitación entré cerrando la puerta. Me acerqué y me senté a su lado, en el suelo. La miré, me dolía que ella no me mirara a mí, bajé la cabeza y me quedé a su lado hasta que quisiese hablar.



ERIKA
Jim entró en mi cuarto, no me moví, ni me giré, no dije nada…
Suspiré y seguí dándole la espalda, no quería ver a nadie, ¿es que no lo entendía? ¿Era tonto? Cerré los ojos y seguí inmóvil.



JIM
Me mordí el labio.
-Te echo de menos… -pasaba de mí rotundamente, salí de allí antes de que me jodiese más el estar y no estar con ella al mismo tiempo.



KAI
Había traído los fresones que compró Saya, aún no estaban estropeados, así que entre ella y yo nos los comimos en un rato, hacía tiempo que no comíamos todos juntos y era algo raro, pero mejor nosotros dos solos. Sólo quedaba un fresón y metimos la mano en el cuenco los dos a la vez.


SAYA
Kai trajo lo fresones que le compré por la pérdida de sus sagradas fresas. Nos las zampamos en nada, miré el cuenco, solo quedaba una, Kai metió la mano a la vez que yo, le miré y entrecerré los ojos.
-Quieto, forastero, yo soy la mano más rápida del oeste.



KAI
Sonreí, la cogí y se la ofrecí poniéndola a la altura de su boca, cuando la mordió yo cogí la mitad de la fresa con mis dientes y me reí.


SAYA
Sonreí cuando se llevó la mitad del fresón por todo el morral… y nunca mejor dicho. Me tumbé sobre la cama chupándome los dedos, los tenía pringados por el jugo de las fresas. Coloqué mis pies encima de las piernas de Kai, le miré sonriendo.
-Ahora sé lo que se siente al ser tú.- Sonreí colocando mis manos detrás de mi nuca, le mandé un beso.



KAI
La miré de reojo.
-¿Insinúas por alguna casualidad de esta infame vida que soy un vago, o sólo me lo parece a mí? –a veces tengo tanta facilidad para hablar…


SAYA
Sonreí y asentí.
-Kai, admítelo, eres vago hasta para hablar.- Me reí levemente sentándome aún con mis piernas encima de las de él.
-Bueno… rectifico, eres vago para lo que quieres.- Le di un toqué en la nariz con el dedo.


KAI
-Pero qué morro tienes. Yo también puedo sentir lo que se siente al ser tú. –me tumbé boca abajo en la cama con las piernas dobladas hacia arriba.
-Quiero sexo con Kai, quiero sexo con Kai, quiero sexo con… ¡oye! ¡Quiero sexo con Kai! –me reí al ver la cara que puso.


SAYA
Le miré y me encogí de hombros.
-Pues a partir de ahora… ¡Quiero sexo con Brad Pitt! –Me reí cuando vi su cara.



KAI
La miré extrañado.
-¿Quién cojones es ese? O esa, a saber… conociéndote es hasta un animal, ¿no será primo de Willy?



SAYA
Sonreí, este se iba a cagar.
-Pues no, listo, es un pedazo de hombre, esta buenísimo, tiene unos abdominales duros y prietos, un culito redondito y respingón, unos brazos grandes y fuertes. Me vuelve loca, es rubio de ojos azules, mirada penetrante, en fin… me lo imagino desnudito, mojadito en una cama, solo para mi…- Le miré sonriendo.


KAI
-Ya, bueno, pero ese “rubio”, no tiene nada que hacer con este morenazo de ojos azules como el hielo, mirada penetrante, brazos enormes, pecho y abdominales de infarto, piernas atléticas, sonrisa deslumbrante… en fin, que si lo prefieres tuyo es, pero mira lo que pierdes…



SAYA
Le miré y sonreí, estaba celosillo, no fallaba nunca.
-Solo es imaginarme ese culito entre mis manos, ¡dios! Se lo mordería y me quedaría con el pedazo en la boca.- Me tumbé de golpe mordiéndome el labio.
-Dios, que polvazo…


KAI
-Si piensas que me voy a poner celoso de una simple descripción vas mal encaminada. –me estiré bostezando, marcando con el estiramiento toda la espalda, pronto dejaría de hablar de ese tal “Brad Pitt”.


SAYA
Le miré de reojo mordiéndome el labio...
-Dios es solo pensar en esos músculos prietos y esos brazos bien marcados, todo sudadito quitándose la camiseta dejando su torso y su espalda al aire…



KAI
La miré de reojo.
-¿Hablas de mí? –sonreí pícaramente y me levanté para comenzar a vestirme.


SAYA
Sonreí y le agarré por detrás sentándole de nuevo. Me senté detrás de él y empecé a besarle por el cuello suavemente acariciándole el pecho con la yema de mis dedos.
-Tú eres el único hombre que necesito.- Le susurré rozándole la oreja con mis labios mientras seguía acariciándole el pecho.



KAI
Sonreí y la agarré de las manos.
-¿Quién ha cedido ahora? –eché la cabeza hacia atrás y la besé mientras me tumbaba en el colchón.


SAYA
Apoyé la espalda en la pared mientras seguía besándome. Le acaricié el cuello con una mano mientras que con la otra le acariciaba el abdomen.
-Siempre cedo cuando se trata de ti, fiera.- Le volví a besar.


KAI
-Me alegro de que te hayas olvidado ya del “Batt Prid” ese, no soportaría que te tuviese, eres mía. –la abracé con fuerza contra mí mientras la besaba, era solamente mía y agradecía al ser supremo que fuese que me la diera para mí, era mucho más de lo que nunca llegué a codiciar.



SAYA
Sonreí agarrándole de la nuca.
-Me gusta cuando te pones tan posesivo.- Me reí juguetona besándole la barbilla.
-Pero que sepas que tú también eres mío.- Bajé mis labios por su cuello y su clavícula.


KAI
-No me parece nada malo, eso significa que tú también eres posesiva, supongo… -tenía sus pechos en toda la cara.
-Hola, ¿me echabais de menos? –me reí.



SAYA
Me reí y le agarré de la barbilla para que me mirase.
-Cielo, mi cara esta aquí arriba.- Llevé una de mis mano a su entrepierna, alcé la ceja.
-Uy, creo que el pequeño Kaito también me echa de menos.



KAI
-Ya estás gritando a los cuatro vientos lo que quieres, ¿eh? –la pegué un mordisco en el cuello tirando de su piel.
-Eres una pillina y una gata malvada que sólo quiere sexo a todas horas, ¿te parece bonito?



SAYA
Sonreí.
-Ya, pero no soy yo sola la que quiere sexo.- Me aparté de golpe haciendo que Kai se diese de cara con el colchón. Me reí y me levanté tapándome con la sábana.



KAI
Me apoyé con los codos sobre la cama mirándola.
-¿Tú te puedes creer que esta es manera de tratarme? Vergüenza te tendría que dar. –agarré de la sábana con la que se tapaba y tiré hacia la cama.
-¿A dónde crees que ibas, forastera? –la besé.



SAYA
Le miré agarrando la sábana de manera que no pudiese destaparme.
-No, no, no más sexo. Así no tendrás motivos para decirme que quiero sexo a todas horas, pero bueno, ¿qué te piensas que soy?


KAI
-Pues mi chica, ¿quién voy a pensar que eres? –la volví a besar.
-Si estás pensando en una ramera, te puedo asegurar que tú puedes hacer el amor cien veces mejor que una de lujo y gratis. –posé las manos en sus muslos.
-¿Qué pensabas que te llamaba?


SAYA
-Nada, no pensaba nada, solo en hacerte el amor... pero no.- Me crucé de brazos.
-Y no me ablandarás con nada, ni con tus besos, ni con tus caricias… ni con tus miradas… ni……- Me mordí el labio.
-Dios… no se como lo haces, pero es imposible resistirme a ti….



KAI
-El encanto viril que uno tiene. –sonreí.
-Tú también eres irresistible… -la besé de nuevo, tumbándola debajo de mí, pasé las manos por su pelo mientras jugaba con sus labios, se notaba que ambos estábamos disfrutando.



SAYA
Le agarré de la espalda, este hombre me volvía loca, era demasiado para mí, me hacía disfrutar de verdad. Le besé jugueteando con su lengua, su aliento gélido hacía que se me erizara la piel de una manera sorprendente. Sentí un escalofrío haciéndolo notar dejando escapar un intenso jadeo.



KAI
-No pasas dos segundos bajo mía y ya estás sufriendo cambios de temperatura bruscos, ¿qué te pasa? ¿Tienes frío… o calor? –sonreí y la volví a besar, sus labios estaban fríos, pero su aliento cálido…
Acaricié su garganta con la yema de los dedos.


SAYA
Sentía como mi piel se ponía de gallina cada vez más. Enredé mis dedos entre el pelo de su nuca con suavidad.
-No lo sé… noto como me hierve la sangre…- Eché la cabeza hacia atrás cuando me acarició el cuello, mi respiración se intensificó.
-… pero tú haces que se congele… y me gusta…- Me mordí el labio inferior frotando suavemente una de mis piernas con las de él.



KAI
-Es el efecto que crea el hombre de hielo… -deslicé mis labios suavemente por su garganta y deslicé las yemas de mis dedos por su pecho, llegando hasta su ombligo por encima de la sábana que agarré con cuidado para ir retirándola.



SAYA
Arqueé la espalda levemente cuando sentí sus dedos sobre mi vientre. Deslicé la mano que tenía en su nuca hacia abajo, a su espalda, notando como se le marcaban los músculos. Encogí una de mis piernas cuando empezó a retirar las sábanas que me cubrían parte del cuerpo.



KAI
Sonreí.
-¿De qué tienes vergüenza, de que te vea desnuda? –agarré su cintura con ambas manos y la besé, jugando con sus labios.



SAYA
Respondí a su beso de la misma manera, jugando con sus labios. Sonreí.
-Lo hago por ti… creo que ya has visto demasiado.- Le besé con más energía como si fuese a arrancarle los labios de un momento a otro. Le acaricié el pecho con ambas manos notando como a él también se le erizaba la piel.



KAI
-Creo que no hay nada en ti que me canse de ver. –continué el beso por el cuello, acariciando su vientre, la piel de ella y la mía se erizaron al mismo tiempo. Pocas veces la mía se podía erizar, pues nunca tenía frío, pero con esta mujer cualquiera no se pone con la carne de gallina.



SAYA
Me besó por el cuello, sonreí y aproveché para morderle la oreja con suavidad… para rabiarle un poco… Recorrí su prieto abdomen con mis manos hasta llegar a su ombligo, deslicé las manos hacia la parte más baja de su espalda acabando finalmente en ambos cachetes de su duro culito.


KAI
-Tus manos son muy traviesas, Saya. –sonreí mientras la volvía a besar, acaricié sus muslos suavemente dejando que también se erizasen por la suavidad con la que lo hacía.
-No me irás a pegar otra bofetada, ¿verdad? –sonreí.



SAYA
Me reí levemente y alcé los brazos por encima de mi cabeza, le miré arqueando una ceja.
-No puedo garantizarte nada… si no te fías, átame las manos.- Le agarré el labio inferior tirando de él suavemente.
- A no ser que te quieras arriesgar, claro…


KAI
-Contigo cualquiera se arriesga, pero lo intentaré. –entrelacé mis dedos con los suyos, posando nuestras manos sobre la almohada mientras la besaba entrelazando nuestras lenguas.


SAYA
Rodeé su cintura con una de mis piernas haciendo que nuestros torsos se tocaran. Deposité intensos besos bajo su barbilla rozando su piel fría con mi lengua y mi aliento entrecortado.


KAI
Si quería morir, la mejor manera sin duda sería esta. Acaricié su rostro con una mano besándola mientras con la otra acariciaba sus pechos con suavidad. Bajé la mano por su cadera desnuda y acaricié su pierna sin separarme de sus labios.


SAYA
Pegué un leve respingo cuando sentí su mano helada acariciar mi cadera descendiendo por mi pierna. Un escalofrío recorrió mi espina dorsal de arriba abajo haciéndome jadear.
-Nunca he estado con otro hombre, pero… te aseguro que ninguno podría hacerme sentir placer como lo haces tú…- Dejé escapar un leve gemido sintiendo sus caricias.



KAI
-Te aseguro que puedo decir lo mismo de ti. –respiré fuerte cuando nuestros vientres se rozaron de nuevo. La besé otra vez, y otra más… no paré de besarla, sus labios me tenían hechizado, totalmente cautivado.



SAYA
Recorrí su espalda con mis uñas sin llegar a causarle daño. Presioné su piel con mis dedos sintiendo como la excitación se apoderaba de mi cuerpo y de mi mente cada vez más. Kai me trataba con suavidad y de forma apasionada, eso me hacia sentirme lujuriosa y le codiciaba cada vez más.
-Eres mío, solo mío…- Dije antes de volver a besarle con pasión



KAI
-Todo tuyo, mi reina. –susurré agarrándola de la nuca, encerré sus labios entre los míos con pasión, entonces agarré su pierna que reposaba sobre el colchón y la coloqué alrededor de mi cintura junto a la otra.
Jadeé entre beso y beso y penetré despacio.


SAYA
Jadeé presionando su cintura con mis piernas. Le agarré del pelo de la nuca mientras recorría uno de sus costados con mi otra mano. Hundí el vientre cada vez que chocaba con el de Kai, respiré fuerte besándole con desesperación.



KAI
Jadeé con fuerza cada vez que me acariciaba y me besaba con pasión. La cama ya hacía ruidos en el somier por culpa del desgaste que le estábamos haciendo, se enteraría medio barrio, ¿pero a quién le importaba? Todo el mundo en esta nave se dedica a esto sin que a nadie le importe.
Besé su cuello con fuerza mientras lo acariciaba con mis manos, era su punto débil.



SAYA
Jadeé recorriendo con mis dedos su espalda, de arriba abajo, presionando su piel con ansia.
Gemí rozando su pelvis con mis caderas. Rodé sobre la cama colocándome encima, esta vez fui yo la que empezó con los besos intensos en su cuello mientras deslizaba mis manos por su abdomen, descendiendo por su ombligo y acariciando por fin su pelvis con suavidad.


KAI
En un momento acabamos tornando los puestos y acabó encima de mí. Gemí cuando acarició mi pelvis, ella también sabía mi punto débil. Cerré los ojos y los volví a abrir mirándola con furia.
-Maldita torturadora.



SAYA
Sonreí y me incliné hacia delante, le besé introduciendo mi lengua en busca de la suya mientras movía la cadera con suavidad sin apartar las manos de su pelvis.
-Sabes que te gusta…- Gemí.



KAI
-Y tú sabes que también me rabia. –la mordí el labio con cuidado y continué besándola con fogosidad.
-Me vuelves loco. –dije entre beso y beso.
-Te odio… -esta vez la agarré de las caderas apretando mis dedos en su piel.



SAYA
Me reí pícaramente cuando dijo que me odiaba.
-No te creo…- Le besé con fuerza deslizando mis manos por sus costados. Bajé mis labios por su pecho dejándole una buena marca. Moví la cadera más intensamente haciéndome gemir de forma audible.


KAI
Cerré los ojos tragando saliva y busqué sus labios agarrando su cara con ambas manos.
-Créeme… no sabes cuanto te odio en este momento.


SAYA
-¿Y por qué me odia su alteza real?- Jadeé seguido de un gemido. Apoyé las manos en la almohada agarrando la funda con fuerza. Gemí cerrando los ojos con fuerza notando como empezaba a sudar.



KAI
-Porque me haces perder el control de una manera sobrenatural. –la besé mientras posaba las manos en su espalda, agarrándola y girando de nuevo hacia el otro lado, colocándome encima de nuevo. Encerré sus muñecas entre mis manos.



SAYA
Me acomodé sobre el colchón, le agarré de la nuca y le volví a besar.
-Vamos, hombre de hielo, veamos que sabes hacer.- Jadeé sin parar de mover la pelvis, aumentando la velocidad de las penetraciones.



KAI
Si seguía con ese ritmo pronto acabaría con la diversión, y sospechaba que ella andaba por el mismo camino. Jadeé con fuerza siguiendo sus movimientos, eché la cabeza hacia atrás, el sudor ya caía por mi cuello.


SAYA
Gemí sin importarme quien me oyese, estaba disfrutando y no me lo quitaba nadie.
Estaba chorreando, el sudor se deslizaba por mi nuca empapando la almohada. Jadeé arqueando la espalda y hundiendo el vientre.


KAI
La besé el cuello de nuevo, con fiereza y dejando alguna que otra marca, cualquiera que nos viese pensaría que nos hemos estado dando una paliza. Cerré los ojos con fuerza, estaba llegando al cénit y quería que ella me acompañase.



SAYA
Gemí varias veces seguidas, con intensidad. Me tenía el cuello señalizado por todas partes y tardaría lo suyo en desaparecer, Kai era un bruto cuando quería.
Sentí que pronto llegaría al clímax, cerré los ojos jadeando sin parar. Eché la cabeza hacia atrás cuando sentí que me llegaba el orgasmo. Le agarré de la espalda, presionando su piel con mis dedos dejando que el orgasmo saliese.



KAI
Ella llegó antes que yo, cosa muy extraña, pero no tardé más de dos segundos en seguirla apretando los dientes. Respiré varias veces y me tumbé a su lado pasándome la mano por la nuca sudada.
-A este paso… vamos a batir un récord.


SAYA
Sonreí y me tumbé sobre mi costado, mirando a Kai.
-¿Hay algo malo en eso?- Le rodeé la cintura con un brazo apoyando la cabeza en su pecho.
-Solo hacemos ejercicio…



KAI
Alcé una ceja.
-Oh, con que para ti esto es ejercicio… -sabía perfectamente que no se trataba de eso, pero adoraba picarla.
-Pues nada, yo ya estoy en plena forma, creo que puedo dejar el ejercicio…




SAYA
Me empecé a reír, me incorporé sentándome sobre el colchón.
-Si, claro, admítelo, esto es como una droga, tanto para mí como para ti, será imposible que lo dejes.- Dije poniéndome la ropa interior y mi camiseta.



KAI
-¿Ya te vas, reina? ¿Echas el polvo y te escaqueas? Qué poco romántica. –me tumbé de nuevo echando mis manos tras la nuca.


SAYA
Me crucé de brazos pensativa.
-Pues… si, echo el polvo y me escaqueo, ha sido un placer.- Sonreí agarrando mi pantalón. Me acerqué y le di un beso en los labios.
-Voy a darme una duchita.- Le di un pico y me separé. Abrí la puerta y salí.



KAI
Negué con la cabeza, a Saya le gustaba más picarme a mí que yo a ella. Suspiré y agarré mi ropa para vestirme yo también.

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