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jueves, 1 de octubre de 2009

Capitulo XLII- UN INTENTO NECIO DE EVITAR SUFRIMIENTO.

Mucho sufrimiento... ¡ay, que pena, penita, penaaaa, penaaaaa, pena de mi corazooooón!



NEO
Me desperté, miré el reloj, eran las once y media pasadas. Me froté los ojos y miré a Kara. Estaba tumbada a mi lado, con una mano en mi pecho. Sonreí y volví a cerrar los ojos agarrando su mano.


KARA
Suspiré y me arrimé más a Neo, se estaba mucho más a gusto durmiendo con él.
-¿Por qué llega la mañana tan pronto? –pregunté en un susurro, enredé sus piernas entre las mías bajo la sábana.



NEO
Sonreí y la acaricié uno de sus muslos bajo las sábanas.
-¿Y qué más dará que haya llegado la mañana?- Nos cubrí con las sábanas a ambos.
-¿Ves? Ya ha vuelto la noche.



KARA
Sonreí y le abracé con más fuerza.
-Me encanta la noche, porque puedo comerte enterito sin que nadie me vea, grr… -le pegué un mordisco en el pecho y acto seguido le besé.



NEO
Me reí cuando me mordió en el pecho.
-Au…- Sonreí y la besé deslizando mi mano por su muslo hacia su traserito.
-Mmm… me encanta tu culito de ángel.


KARA
-¿Sí? Pues yo de ángel no tengo nada, soy una diablesa. –posé las manos sobre su pecho y apoyé la cabeza en su cuello.



NEO
La abracé y la besé en la cabeza. La acaricié la espalda con la yema de mis dedos subiéndola levemente la camiseta. Sonreí apartándola el pelo de la cara.
-Uy… no me he dado cuenta de que he dormido junto a una vaquera.



KARA
Sonreí acariciándole el pecho.
-Creo que ya he rellenado el cupo de disfraces por este año, ¿no crees, grandullón? –le miré y le volví a besar, con ese hombre no se podía una quedarse quieta.



NEO
La agarré de la nuca mientras me besaba. Sonreí y me tumbé encima de ella agarrando uno de sus muslos, deslicé la mano hacia su cadera rozando la tirilla de su ropa interior.



KARA
Sonreí.
-¿A dónde quieres ir tan de mañana, vaquero? –pregunté pasando los brazos por su cuello y besándole, le rodeé la cadera con las piernas.
-Ajaja, ahora eres mío, y nada ni nadie te me va a arrebatar. –le volví a besar.
-Creo que estoy algo fumada.


NEO
Posé mi dedo índice en sus labios.
-Ssshh... Si hablas no puedo besarte.- La besé con suavidad e intensidad con mis manos surcando sus caderas y sus muslos.


KARA
Nos tiramos bastante más rato besándonos y dándonos caricias y mimos, hasta que un dolor punzante cortó la magia, me encogí con la mano en el vientre.
-Joder… -esa vez fue peor que las anteriores, y apendicitis no podía ser, el apéndice estaba más abajo, tenía que ser el estómago.


NEO
Kara se encogió con la mano en el vientre. Al principio pensé que la había hecho daño. Me retiré rápidamente y la miré.
-Kara… ¿qué te pasa?- Coloqué la mano encima de la que tenía ella en su vientre.
-…… ¿qué te duele?- Pregunté y la miré, no sabía que hacer, le dolía algo y no sabía el que, y dudo mucho que ella también lo supiese.



KARA
No articulé ni una sola palabra hasta que el dolor fue un poco más llevadero.
-Ah… -suspiré.
-No es nada importante, tranquilo… -respiré un par de veces, maldita sea. Me tumbé boca arriba para ver si el dolor cesaba así.
-Joder, ¿qué he comido?



NEO
-Si hubieses comido algo en mal estado, los demás también estaríamos como tú… no creo que haya sido nada alimenticio.- La miré y suspiré.
-Si ves que te encuentras muy mal, puedo buscar un hospital que aún siga e pie o… no sé, alguna enfermería…



KARA
Me dio un escalofrío cuando pronunció las palabras “hospital” y “enfermería”.
-Que no, Neo, tranquilo. –me senté despacio con la mano en el vientre.
-Ya te he dicho que no es nada importante, estoy bien, un par de días de dieta blanda y listo. –posé la mano en su rostro.
-De verdad, no te preocupes.



NEO
Asentí ligeramente mirándola.
-Muy bien, Kara… no insisto más…- Bajé la cabeza, me estaba ocultando algo y no quería decirme el qué… esta mujer y sus secretos…
Me levanté poniéndome el pantalón.
-Será mejor que vaya a controlar los mandos…- Salí del camarote cerrando la puerta con cuidado.



JIM
Llevaba toda la noche en vela, no me gustó nada la escena que presencié y los nervios no me dejaban dormir. Estuve en la sala de ordenadores todo el tiempo, siguiendo la pista de Draco y James, que tomaron rumbos distintos, ¿qué tendrían entre manos?
Eché un trago al café frío que la noche anterior me había dejado Erika.
-Que solico estoy… -dije con vocecilla de pitufo, nadie me oía.



NEO
Bajé a la sala de ordenadores, donde estaba Jim, había pasado toda la noche allí, el solito.
-No te preocupes, hombrecito, tu amado Neo ya está aquí.- Dije imitando la vocecilla que puso Jim. Me reí y me acerqué hasta él, miré los monitores siguiendo el rastro de Draco y de James.


JIM
-Uy, qué chispa tiene, madre. –dije con retintín mientras se acercaba.
-Aún no se ha descargado el porno que me has pedido, lo siento. –dije apoyándome en la silla, poniéndome los auriculares.



NEO
Agarré el respaldo de su silla y la incliné hacia atrás provocando en Jim un respingo.
-Uy, que te caes.- Sonreí y le coloqué bien.
-¿Qué tal funcionan los transmisores?- Le pregunté, pero dudaba mucho que me oyese con los cascos en las orejas.



JIM
-Bastante bien, ya sabes que no fallo, Neo, soy una máquina. –de repente me acordé de lo ocurrido con Erika y me apoyé en el respaldo suspirando.
-Se han separado, no será fácil seguirles la pista.


NEO
Asentí y miré la pantalla de nuevo.
-Buen trabajo, venga, vete a descansar un rato, me quedo yo.- Le levanté de la silla con un brazo.
-Vamos, te morirás por estar con Erika, la has dejado toda la noche allí solita. Seguro que ahora esta tumbada en su camita, con su camisón transparente soñando contigo…Uuuuuh- Sonreí.



JIM
-No, creo que me estará esperando en lencería roja con pétalos en la cama diciendo: “Jim… hazme tuya”, va más con ella. –dije con sarcasmo mientras me quitaba las gafas y los auriculares y los dejaba sobre el escritorio.
-Neo… -le miré de reojo- ¿Alguna vez… la has dejado a medias?



NEO
Fruncí el ceño extrañado, le miré.
-No te entiendo… ¿a medias?- Me giré y le miré.
-¿A medias de qué?



JIM
Me llevé la mano a la cabeza negando.
-A ver qué día lo pillas a la primera. –le miré.
-Que si alguna vez Kara se ha quedado insatisfecha en la cama, joder. –acto seguido me puse rojo y desvié la mirada.



NEO
-Ohm…- Me senté en la silla y le miré pensativo.
-No, nunca la he dejado insatisfecha. ¿Te ha pasado algo con Erika?- Pregunté, pero no con curiosidad, sino para ayudarle.



JIM
Bajé la cabeza.
-Dos veces… y no sé si es por algo en especial o si simplemente soy inexperto. –suspiré.
-De momento no está molesta, pero si vuelve a pasar…



NEO
Suspiré.
-No te preocupes, eso es muy normal. Eres primerizo y bueno… con ese…bueno…- Señalé su entrepierna con la barbilla.
-Estás muy bien dotado…ya me entiendes. Oye, Jim, no te agobies, es muy normal que eso te pase, hasta que te acostumbres y aprendas a controlarte.


JIM
Suspiré.
-Bueno… gracias, Neo, eres un buen amigo, ojala fueses mi hermano mayor. –posé la mano en su hombro y sonreí. Salí de la sala de ordenadores.



NEO
Asentí y le miré hasta que se marchó. Me recosté sobre la silla y miré el panel del ordenador. Había dos señales a cada lado de la pantalla, separadas, una de Draco y otra de James.


SAYA
Fui a ver a Kara, me había dejado algo preocupada. Fui a su camarote y llamé.
-¿Kara? ¿Puedo pasar?- Pregunté antes de abrir.


KARA
Estaba vistiéndome cuando Saya llamó a la puerta, ¿cómo es que ella venía aquí?
-Claro, pasa. –dije colocándome el jersey.


SAYA
Entré y la miré.
-Hola.- Sonreí y me acerqué.
-¿Cómo te encuentras? La otra noche me dijiste que no estabas bien…



KARA
-Ohm… -la miré y jugueteé con las mangas del jersey.
-Bueno, estoy bien, no creo que sea gastroenteritis lo que tenga, pero gracias por preocuparte. –sonreí, al fin y al cabo no parecía guardarme rencor.



SAYA
Sonreí y asentí.
-Kara… sé que no empezamos con buen pie, me centré tanto en el tema de Kai que no me di cuenta de todo lo demás… Me porté muy mal la otra noche y me siento avergonzada… Espero que puedas perdonarme.- Bajé la mirada.



KARA
-Tranquila, no eres la única culpable en todo esto, a veces puedo ser muy… bueno, odiosa. –suspiré.
-No te preocupes por eso, Saya, todo esto es… agua pasada. –sonreí.



SAYA
Sonreí y la miré.
-Si… necesitas alguna cosa, cuenta conmigo, a parte de tu compañera soy… tu amiga.- Me levanté dispuesta a irme. Amigas… hace mucho que no tenía amistades… solo a Eri, pero eso fue hace mucho tiempo…
-Bueno… será mejor que vaya a ver como está el Jefe… está con su brazo… como si hubiese perdido a un hijo…- Suspiré y abrí la puerta.
-Chao.



KARA
-Esto, Saya… Si… si necesitas algo, puedes contar conmigo. Intentaré ayudarte en lo que pueda, ¿vale? No soy una tía muy divertida, pero puedo ayudarte si necesitas algo. –sonreí.



SAYA
Sonreí y asentí
-Gracias, Kara…- La dediqué una última mirada y esboce una sonrisa amable antes de salir y cerrar la puerta. Me quedé allí, ante la puerta, antes de volver al camarote de Kai. Notaba algo raro en Kara… como si no me hubiese dicho la verdad de lo que le pasaba… a una persona se le notaba en seguida si estaba enferma o no…
Suspiré y me encaminé a la habitación con Kai, yo no era nadie para obligarla a contarme el problema…



KAI
Había ido a entrenar un poco con el saco, le dejé una nota a Saya en la encimera: “Estoy en el gimnasio”.



SAYA
Encontré la nota que Kai me había dejado… en el gimnasio, aún tenía el brazo jodido y ya estaba dándole a los golpes… estos hombres y su hombría.
Puse los ojos en blanco y bajé al gimnasio. Entré y le vi golpeando el saco con ímpetu. Me apoyé en la pared, al lado de la puerta y le miré sin decir nada.


KAI
Llevaba tan sólo diez minutos dándole al saco y el brazo izquierdo ya estaba resentido. Como suponía, la cura no había sido total y ahora el miembro se agotaba con más facilidad, y dolía a veces al forzarlo. Maldito hijo de puta…
Seguí dándole al saco hasta que sentí un temblor por todo el brazo y decidí frenar, cerré los ojos angustiado.



SAYA
Me acerqué y le agarré del brazo cuando vi que iba a empezar de nuevo con los golpes.
-Ey… tranquilo, todoterreno. No deberías forzar el brazo de esa manera…- Le miré.
-Descansa un poco, no te has recuperado del todo.



KAI
Suspiré y cerré los ojos.
-Sólo llevo diez escasos minutos… -la miré, me acerqué y la abracé. No eran muchas las veces las que necesitaba que me apoyaran con mimos, pero esta vez necesitaba que me abrazase.


SAYA
Correspondí a su abrazo con fuerza. Lo estaba pasando mal y necesitaba de mi apoyo para superar esto. Me separé levemente y le miré agarrándole de la cara con suavidad.
-Tranquilo, mi amor, todo saldrá bien. Intentaremos devolverle a tu brazo la movilidad de antes, pero con paciencia, Kai.- Sonreí y le senté en uno de los bancos. Me coloqué detrás y le sequé el sudor de la nuca. Me senté a su lado y le hice un masaje en el brazo izquierdo para que no le doliese tanto.



KAI
-Saya… no sé si me voy a recuperar de esto, y… bueno, sé que no es el fin del mundo ni nada parecido… Pero, es algo… -bajé la cabeza.
-Tú me entiendes. –miré su mano, intentaba calmarme el dolor del brazo.


SAYA
-Ya… te entiendo…- Le acaricié el brazo y le miré.
Suspiré, no podía verle así de afligido, no estaba en su carácter…
-No sé que puedo hacer… lo único… que no todo está perdido, no sabemos como va ha salir esto. Pero la solución no es liarte a puñetazos con el saco, así te dolerá más.- Le agarré de mentón y apoyé mi frente en la de él.



KAI
Suspiré.
-Supongo que tienes razón, debo dejar que repose un poco, quizá con el tiempo se recupere un poco. –la acaricié la cara.
-Gracias, Saya… -la besé en la frente.



SAYA
Sonreí cerrando los ojos cuando me besó en la frente. Le miré.
-No tienes que agradecerme nada, sabes que lo hago porque te quiero y no me gusta verte sufrir… - Le limpié una gota de sudor que le resbalaba por la sien con mi mano.



KAI
Sonreí.
-De todas formas te agradezco que siempre estés conmigo y que intentes ayudarme… Siempre serás la luz en mi completa oscuridad… -la cogí de la cara ya besé con ternura. Amaba tanto a esa mujer que sería incapaz de odiarla alguna vez, de rechazarla, de abandonarla… Lo había intentado y había fracasado de manera rotunda, esa era la prueba definitiva.



SAYA
Le abracé haciendo que apoyase la cabeza en mi hombro. Le acaricié el rostro con cariño dándole un beso en la frente.
-Sabes que puedes contar conmigo para lo que sea.- Le acaricié su espalda desnuda en un intento de consolarle.


KAI
La acaricié la cara.
-Dime qué iba a hacer yo sin ti… -con toda la sinceridad del mundo podría decir que estaría totalmente perdido y sin ningún tipo de consuelo si ella algún día faltase.



SAYA
Le miré y sonreí.
-No hace falta que te lo diga, porque no me perderás jamás. Estaré siempre a tu lado, para lo que necesites.- Le besé suavemente.
-No pienses en eso…- Le volví a besar.



KAI
Sonreí y la volví a besar. Como la anterior noche, había vuelto a hacer que me olvidase de mis problemas, esta mujer tenía algo más mágico que cualquier otra ninfa y cualquier otro ser de la tierra.
-¿Sabes que deberías estar orgullosa de haber conquistado al hombre de hielo? Aunque bueno, yo me siento más afortunado que tú.



SAYA
Me reí y alcé una ceja.
-¿Qué si me siento orgullosa? Creo que me quedaría corta si digo que siento solo orgullo.- Sonreí acariciándole el mentón.
-Me siento muy afortunada, tengo el mejor tesoro que jamás podría llegar a desear una mujer.- No podía describir lo que sentía en ese momento, solo sabía que era feliz con Kai a mi lado
.


KAI
La cogí de la cara y comencé a besarla con ternura, en ese momento sentía casi más que nunca lo que quería a Saya y no quería ocultarlo. La acerqué más a mí, colocándola entre mis piernas para no dejarla escapar.



SAYA
Le acaricié la espalda y la nuca mientras me dejaba besar por sus labios. Si la única manera de que Kai se sintiese bien y no sufriera era estar conmigo, no iba a prohibirle ese placer. Al igual que yo, cuando me sentía mal o tenía miedo me refugiaba entre sus brazos, yo le brindaría del mismo modo.



JIM
Entré en el cuarto de Erika con cuidado de no despertarla. Cerré la puerta sin hacer ruido y me senté al lado de su cama. Estaba con la persiana bajada porque ya entraba el sol y estaba casi destapada por completo. Cogí la sábana y la tapé bien. Ya nos habíamos alejado del País del Fuego y hacía más frío.
Me quedé mirándola un buen rato.



ERIKA
Me desperté ya bien alcanzada la mañana. El sol se filtraba por las rendijas de las persianas iluminando la habitación. Me giré y vi que Jim ya había vuelto de estar toda la noche en la sala de ordenadores.
-Hola… ¿cuándo has vuelto? No me digas que has estado allí abajo toda la santa noche.



JIM
Apoyé la cabeza en su cama.
-Muy bien, no te lo digo. –sonreí y me encogí de hombros.
-Tú has dormido mucho, debe ser porque no oías mis horribles ronquidos ni soportabas mis patadas.


ERIKA
Me apoyé en el costado y le miré.
-No has descansado nada, debes estar hecho una mierda.- Giré sobre la cama y me levanté.
-Duerme un poco, anda, descansa hasta que te llame para ir a comer.



JIM
-¿Dormir? ¿Para qué? –me levanté.
-Ya dormí ayer, además, estoy bien. Si duermo diez minutos ahora no me servirá de nada, princesa. –sonreí.
-Estoy bien, en serio, ¿por qué no te vistes y preparamos hoy la comida nosotros?



ERIKA
Me puse el pantalón mientras me hablaba, le miré.
-¿Tú me ayudaras a preparar la comida?- Esbocé media sonrisa.
-¿A caso sabes cocinar?- Dije acercándome a mi armario quitándome la camiseta por el camino.



JIM
-Bueno… no sé, pero puedo ayudarte, soy un poco patoso para las armas, pero creo que puedo hacer un poco de pasta o freír carne, no creo que sea tan peligroso, ¿no? A mí con que no me hagas acertar a una diana con un cuchillo.


ERIKA
Me terminé de vestir y me giré para mirarle.
-Vaya, yo pensaba ponerte contra la pared, coger los cuchillos y jugar un rato a lanzarlos alrededor de ti, pero si no quieres…- Sonreí.



JIM
La miré pensativo.
-Mmm, no, la idea no me tienta mucho, la verdad, aprecio demasiado mi vida como para ponerla en peligro de esa forma, gracias. –sonreí y abrí la puerta.
-Las damas primero.



ERIKA
Salí del camarote.
-Pues vaya, tú te lo pierdes, pensaba darte un premio como recompensa si aguantabas.- Me encogí de hombros caminando delante de él.



JIM
Solté una risotada mientras la seguía.
-Sé que me la darás de una forma u otra, así que prefiero no arriesgarme, nena. – sonreí malicioso.


ERIKA
Me giré y le miré.
-¿Tan seguro estás de que te lo daré, rubio? No te confíes tanto, muñequito de trapo.- Me giré de nuevo y seguí caminando haciéndome la dura.



JIM
Sonreí y la seguí.
-Pensaba que era un peluchito. –dije a su oído.
-Y sé que me lo vas a dar, tan seguro como que soy rubio. –la besé en la oreja



ERIKA
Sonreí.
-Sé de uno que se va ha volver moreno. Y no miro a nadie.- Dije canturreando mientras entraba en la cocina.


JIM
-Mmm… interesantes tus palabras, vayamos a comprobarlo. –entré tras ella y me senté en la encimera.
-¿Qué se cocina?



ERIKA
Abrí la nevera y miré que es lo que podía preparar.
-Hay carne, pimientos…Uuuuh.- Agarré los pimientos y los puse encima de la mesa, acto seguido me agaché bajo la encimara en la que Jim estaba sentado para coger las patatas.
-¿Me harías el favor de apartar tus largas piernas de en medio? Necesito coger las patatas y me obstaculizas.



JIM
-Por supuesto, Madame. –abrí las piernas para que pudiese abrir el armario, seguramente prepararía un guiso.


ERIKA
Saqué las patatas y un cuchillo, se lo ofrecí a Jim.
-¿Sabes pelar patatas?- Le pregunté señalándole las papas con la punta del cuchillo.



JIM
-Claro. –cogí el cuchillo.
-Pero apártate, podría sacarte un ojo con esto. –dije señalándola con el cuchillo a una distancia prudente.
-Soy peligroso… -entrecerré los ojos y me eché el flequillo sobre los ojos.



ERIKA
-El único peligro que hay aquí es el cuchillo y el que te cortes tú como sigas haciendo el tonto.- Me reí cuando se echó el flequillo sobre los ojos.
-Pero mira que te gusta dar la nota.- Sonreí.



JIM
-Eso no es verdad. –me coloqué el flequillo.
-Lo que me gusta es hacerte reír. –empecé a pelar las patatas.



ERIKA
Sonreí y agarré un pimiento colocándolo encima de una tabla de madera. Empecé a cortarlo por la mitad con cuidado mientras vigilaba a Jim de que no se cortara.
-Nunca me has contado algo sobre tu familia.


JIM
Cuando pronunció esas palabras el cuchillo me resbaló de la mano y me despellejé parte del dedo pulgar.
-¡Ah! Joder… -solté el cuchillo en un autoreflejo, me bajé y fui al lavabo, metí la mano bajo el agua.



ERIKA
Jim se cortó.
-Ten más cuidado…- Dije acercándome a él.
-A ver... déjame ver lo que te has hecho.- Le agarré de la mano y le miré el dedo.
-Voy a por una tirita, mantén la herida bajo el agua.- Salí de la cocina y me acerqué al botiquín, por suerte había tiritas para dar y tomar. Cogí una y volví a la cocina junto con Jim.
-Dame la mano…- Le puse la tirita con mucho cuidado alrededor del pulgar.
-Ya está.


JIM
No aparté la mirada del fregadero mientras volvía. El tema de mi familia era algo que aún no había superado y no quería hablar de ello, el pensar en eso después de tanto tiempo me había hecho perder el control.
-Perdona, ya sigo… -volví a la encimera a cortar.



ERIKA
Le miré, estaba muy raro y fue a partir de lo que le pregunté, sobre su familia… seguro que se había cortado por eso…
Volví ante la mesa sin decir nada.
-Mi… mi madre murió cuando yo era tan solo un bebé… Prácticamente, me crió mi padre.- Seguí cortando pimientos.
-Él fue quien me enseñó a disparar tan bien. Una simple niña de cinco años y ya francotiradora.- Sonreí apenada al acordarme de mi padre.
-…Sé fue a la guerra contra los sombras… estuve esperándole desde los nueve años ha que volviese, pero no lo hizo… si estaba muerto, ni siquiera me trajeron su cuerpo…- Bajé la cabeza suspirando.
-Ni siquiera sé si aún está vivo…



JIM
Seguí cortando patatas, entonces paré y la miré.
-Lo siento mucho, debe ser duro perder a alguien que quieres tanto y que ni siquiera sepas sobre él.



ERIKA
Le miré y sonreí.
-No te preocupes, sé que mi padre sigue vivo en algún sitio y le encontraré pronto. Siempre veo el lado positivo de las cosas.- Limpié el cuchillo con el que cortaba los pimientos.
-Y si resulta que está muerto y no le encuentro… con que me quede el recuerdo de lo mucho que me quería me vale.



JIM
Sonreí.
-Eres muy optimista, eso es bueno, y si tan segura estás de que tu padre sigue vivo, estoy seguro de que así es.



ERIKA
Sonreí y le miré, le agarré de la mano.
-¿Te sigue doliendo?- Le pregunté acariciándole el dedo con cuidado.



JIM
Aparté el dedo por instinto cuando me dolió al tocarlo.
-Bueno, mejor esto a habérmelo rebanado de una tajada. –dije avergonzado, ella tan tranquila lo había cortado todo y yo me había cortado a mí mismo el dedo, hay que ser cazurro…


ERIKA
Sonreí.
-Para ti los cuchillos se acabaron.- Le acaricié la mejilla.
-Pobrecito mi osito de peluche que se ha hecho pupa.- Le besé en los labios.
-No te preocupes, mami cuidará de ti.



JIM
-Tranquila, no es nada, es sólo que escuece un poco, en nada se me pasará. Quiero ayudarte, prometo no volver a cortarme. –dije, quería ser de ayuda y no quedarme de brazos cruzados, como siempre.



ERIKA
Asentí. Dejé que me ayudase, aunque una de las veces casi se quema y una de las patatas salió volando por la ventana de la Quimera, vamos… por la borda.
Yo no le daba importancia, es más lo de la patata fue cómico, nos reímos los dos a gusto.
Al final nos quedó un plato bastante sabroso de patatas fritas con pimientos. Lo probé, estaba de lujo.
-Muy bien, pequeño chef.



JIM
-Ha sido gracias a mi maestra. –pasando la mano por su cintura y besándola en la cabeza.
-Bueno, ¿qué? ¿Llamo a comer?



ERIKA
Sonreí y le miré.
-Si, será mejor que bajen ya a comer, estarán que devoran.- Mientras Jim iba a buscar a la peña, yo puse la mesa. Abrí uno de los armarios para buscar los vasos cuando sentí un dolor punzante en el pecho, un dolor que se repetía desde hace mucho tiempo. Empecé a respirar con rapidez sintiendo como me quemaban los pulmones. Cerré los ojos e intenté controlarme, tosí varias veces tapándome con lo primero que pillé, el trapo de la cocina. Cuando lo retiré pude ver mi saliva impregnada de sangre. Respiré hondo hasta que sentí que el dolor cesaba.



JIM
Volví después de dar la voz de alarma.
-Cada día están más sordos, estos viejos… -vi que Erika sostenía el trapo de la cocina con sangre.
-¡Erika! –corrí hacia ella.
-¿Qué ha pasado? –la miré por todas partes, pero no tenía heridas.
-Ha sido un ataque, ¿verdad?



ERIKA
-No pasa nada… Jim… estoy bien…- Le miré y sonreí levemente.
-Tranquilo…- Respiré cerrando los ojos, aún sentía que me ardía el pecho, pero el dolor desaparecía poco a poco.


JIM
-Joder… -la senté en una silla colocando la espalda de modo que los pulmones recogieran bien el oxígeno, me agaché frente a ella, se notaba la pronunciada preocupación en mi rostro.



ERIKA
Le miré y le acaricié la frente retirándole el flequillo.
-No me mires así, no estés preocupado, Jim… estoy bien…- ¿A quién quería engañar? Me estaba muriendo y lo único que hacía es darle más esperanzas a Jim…
Tendría que acabar con esto de raíz, antes de que Jim perdiera la cabeza totalmente por mí.



JIM
Suspiré afligido.
-Quiero ayudarte, Erika, encontraré la manera de pararlo, te curaré, lo juro. –la agarré la mano y la besé casi con desesperación.
-Te lo prometo.



ERIKA
-Lo… lo que deberías hacer es alejarte de mí… olvidarme… Lo único que te traerá esto, son problemas…- Me levanté como pude dispuesta a salir de la cocina. Le iba a hacer mucho daño, pero era la manera más eficaz para evitar que sufriese al verme… así.



JIM
Me levanté seguido de ella.
-Erika, no digas tonterías, esto no me trae ningún problema, yo te quiero, y quiero cuidar de ti. Vayamos a tu cuarto, allí estarás más a gusto… -me acerqué a ella.



ERIKA
Me aparté cuando se acercó.
-No, Jim… no quiero tu ayuda, no necesito tus cuidados. No quiero que estés cerca de mi… déjame sola… no me sigas, por favor.- Salí de la cocina a toda prisa, sin llegar a correr, pero a paso ligero. Mis ojos empezaron a empañarse y a derramar lágrimas. No consentiría que Jim me viese morir poco a poco, prefiero que me odie antes de que sufriese por culpa de mi enfermedad.


JIM
Me quedé quieto en la puerta de la cocina. Dijo que no quería mi ayuda, que no me necesitaba… Tenía que tener algo en mente, ella no me apartaría así.
-¡Erika, espera! –la seguí, quería que me explicase el por qué de este cambio de opinión.



ERIKA
Entré en mi cuarto y cerré antes de que Jim me diera alcance. Me apoyé en la puerta para prohibir que pasara.
-Déjame, Jim…



JIM
-No, Erika. –apoyé la mano en la puerta.
-Quiero que me expliques por qué haces esto ahora, ¿qué he hecho mal? ¿Es porque no te he contado nada de mi familia? ¿Por qué no quieres mi ayuda?


ERIKA
-No has hecho nada, Jim… soy yo…- Cerré los ojos apoyando la nuca en la puerta, las lágrimas se resbalaban por mi rostro cayendo al suelo.
-No quiero que me veas de esta manera… Sabes que esto no durará para siempre, mi vida tiene un límite y no tengo remedio…- Me senté en el suelo aún apoyada en la puerta.
- Jim… olvídame… no me hables, no me mires, haz como si no estuviese… es lo mejor para ti, de verdad…


JIM
Respiré fuerte de la impotencia. Cerré el puño y lo estampé contra la puerta.
-¡No! ¡No quiero! Erika, te quiero, no puedo olvidarte, no me pidas eso. ¡No voy a rendirme! ¿Por qué te rindes tú? Tenemos que ser fuertes, Erika, saldrás adelante, lo sé. Yo voy a ayudarte, mi vida, lo juro, te curarás… -mi voz comenzó a temblar y las lágrimas acudieron a mis ojos.
-Por favor, Erika, tienes que creer, yo creo en ti, y sé que vas a vivir, lo sé, pero tienes que ayudarme, yo sólo no puedo si tú no crees… -una lágrima se atrevió a bajar por mi rostro mientras apoyaba la cabeza sobre la puerta.


ERIKA
-… es una estupidez creer en mí, Jim… No debí besarte aquel día, así, todo esto no habría pasado…- Escondí la cabeza en mis rodillas.
-Lo siento….



JIM
-Erika, me da igual lo que digas ahora. Yo sólo sé que te quiero y que no voy a dejar que dejes las cosas así. No creas que me va a doler menos si intento olvidarme de ti, porque no va a ser así.


ERIKA
Levanté la cabeza y me incorporé. Abrí la puerta sin mirar a Jim.
-Eres un cabezón, lo hago para que no me veas de esta manera, no por placer… pero no lo entiendes…



JIM
-Sí que lo entiendo, Erika, por supuesto que lo entiendo, pero no va a cambiar nada a bueno si haces esto, sólo vamos a sufrir más los dos, y si es un sufrimiento que nos podemos ahorrar no sé por qué no lo quieres intentar. –me limpié las lágrimas.
-Si quieres dejarme no voy a apuntarte en la sien para que no lo hagas, pero el amor que hay entre los dos es lo que nos hace seguir adelante a ambos, me dolerá mucho más si me dejas, y a ti también.


ERIKA
Bajé la cabeza.
-¿Y qué pasará… si no logro curarme y… muero? Será un infierno para ti… y quiero evitarlo, ahora que estoy a tiempo…



JIM
La abracé con fuerza.
-En primer lugar: no vas a morir. Y en segundo lugar: yo te quiero, ahora y siempre, y si te vas no vas a ahorrarme ningún dolor dejándome ahora, ¿es que no puedes entenderlo tú tampoco?



ERIKA
Cerré los ojos dejando aflorar mis lágrimas. Abracé a Jim hundiendo el rostro en su pecho.
-Tengo miedo, Jim… no quiero morir… Siempre me hago la fuerte, pero en realidad estoy aterrada… miedo de que me dé otro ataque y… Dios…



JIM
La besé en la cabeza dejando escapar más lágrimas.
-Por eso no podemos dejarnos ahora, princesa, nos necesitamos el uno al otro, no podemos separarnos.



ERIKA
Agarré con más fuerza a Jim temblando de miedo. Esto se me iba de las manos, no quería morir, pero no se puede frenar lo inevitable… No había cura contra el cáncer, no iba a salvarme… lo veía inútil…
Lo único que me aliviaba era Jim… pero tampoco quería que sufriese por ello… le quería tanto…


JIM
-Se acabó el sufrir, Erika. Quiero que te olvides de que tienes cáncer, no tienes cáncer. –no podía decirle que se olvidase de su enfermedad, pero no podía dejar que sufriese para siempre.
-Tú piensa que sólo es un asma, que tomas unos medicamentos para frenar ataques de asma que hacen que te duela el pecho, sólo eso. Si no piensas en que puedes morirte… -se me cortó la voz y seguí derramando lágrimas- Si no lo piensas será más fácil…



ERIKA
-Ojala fuera tan sencillo… pero no es así, no puedo dejar de pensar en algo que me lleva haciendo daño desde los cuatro años… No puedo hacer lo que me pides… esto no es un simple asma…



JIM
-Si piensas en que vas a morir no serás feliz… -no quise separarme de ella ni que viese mis lágrimas, eso sólo empeoraría la situación.


ERIKA
Suspiré.
-Jim… te agradezco esto, pero… me gustaría estar sola un rato…- Me separé sin mirarle.
-Por favor… sal…


JIM
Tragué saliva y me fui a paso ligero, esto me superaba y ya no sabía qué hacer, me veía en su funeral y yo más tarde cortándome las venas o tirándome por un barranco, no podía, ahora que la había conocido de verdad, vivir sin ella.

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