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viernes, 30 de octubre de 2009

2ª TEMPORADA-Capítulo- LI- ¿VUELTA A LA NORMALIDAD?

¡Ya estámos de vuelta, señoras y señores! Cargaditas de ideas... sentimos la tardanza, pero estábamos muy liadas y bueno... jejeje.
El primer capítulo de la 2ª temporada ya está aquí, espero que disfruten del espectáculo ^^



SAYA
Draco y James yacían bajo un montón de escombros, seguro que estaban en el infierno cumpliendo con sus condenas y sufriendo en brutal agonía por todo el mal que nos habían hecho pasar con su interminable tiranía.
Después de devolver la calma al mundo y de que las tropas de Draco fuesen retiradas por el consejo de sabios, cada uno volvió a su vida anterior.
Neo iba a volver a su aldea, tenía pensado reconstruir la Quimera, hacerla más resistente y con otras sorpresitas que no nos quiso contar, seguramente, Kara se iría con él, o tal vez volvería a su país junto con su hermano pequeño.
Erika iba a internarse en un hospital, cada día iba a peor y se lo notábamos todos, Jim deseaba ir con ella, pero Erika se lo impidió, así que….
Yo volví junto con Kai al reino del Hielo, estaba como loca por estar con mi niño y Kai tenía en mente volver a recuperar su lugar como rey…
Ha pasado un año desde que volvimos a casa y todo parece normal, ya no ves soldados de Draco atormentando las calles, no hay límites entre las fronteras, todo marchaba según lo previsto…


KAI
Aprovechando la distracción de Saya lancé una bola de nieve contra su pecho, que le dio de lleno, manchando su abrigo.
-Dos puntos para mí. –me agaché esquivando una bola que me lanzó Kai.
-Eh… uy, como te pille… -dije en señal de amenaza sonriendo y cargando otra bola.
Desde que volvimos llevábamos una vida mucho más tranquila, y Kai estaba contento de volver a tenernos con él. Había arreglado las cosas con Max y Natty ya no me pegaba cada vez que pasaba por mi lado.
De la boda habíamos hablado poco desde entonces, simplemente nos dimos tiempo para todo, ya nos preocuparíamos de ello más tarde, por ahora estábamos bien.


SAYA
Kai me lanzó una bola de nieve aprovechando mi distracción. Sonreí y contemplé como jugaba con mi hijo. Había cambiado mucho, era más cariñoso y no parecía tan frío y distante como antes… eso me hacía feliz…
Natty y Max se marcharon una temporada al reino de Fuego, la pobre de Natty tenía que pasar algunas temporadas en su reino si no quería morir de frío y a Max no parecía que le afectase el calor.
Metí mis manos dentro de los bolsillos de mi abrigo y me senté en una roca mirando a mis niños como se hacían jugarretas entre ellos.
Kai salió corriendo cuando el gamba de su padre le amenazó con una bola de nieve. Vino corriendo y se subió a mi espalda.
-Eso, tú cúbreme las espaldas.


KAI
Me acerqué a ellos con la bola de nieve en la mano.
-Cobarde… te escondes tras las espaldas de tu mamá, ya te vale… -intenté acertarle, pero me esquivó. Hice una mueca de enfado y entrecerré los ojos.
-¿Pierdo facultades o tú aprendes muy rápido? –di un pisotón en el suelo haciendo que retrocediese, me acerqué y di un beso a Saya.
-Hola, traidora. –aproveché para empotrarle la bola a mi hijo en la cabeza.


SAYA
Kai se acercó y me besó, aproveché para devolverle la bola de nieve que le había espachurrado a mi hijo en la cabeza, pero esta vez, se la estampé a él en toda la cara.
-¿Quién es el traidor ahora, papi?- Kai se rió al ver la cara de su padre, ahora parecía un nevadito, me empecé a reír yo también alejándome, sabía muy bien que intentaría vengarse.



KAI
Me quité la nieve de la cara y salí tras Saya, que salió corriendo junto con el crío, la atrapé y la hice caer conmigo encima.
-¿Crees que vas a escapar ahora? –no la dejé moverse aunque se retorciese.
-Eh, eh, no te pases, me vas a dar en… -toma, en todos los huevos…
-Me has dado una patada en… eso. –me limité a decir con el niño delante, me senté con la mano donde recibí el golpe.


SAYA
Me llevé la mano a la boca y me senté a su lado.
-Lo… lo siento, Kai, ha sido sin querer…- Intenté no reírme para que no se enfadase, pero no podía. Me volví a tumbar dejando que la risa fluyese, me tapé la cara descojonándome viva. El crío me vio y empezó a reírse también.


KAI
Les miré a los dos, incrédulo, malditos cabrones, me reí yo también.
-Seréis mamones, os reís de mi desgracia… -solté otra risotada, me lo contagiaban…
-A ver si con esto os divertís el resto de vuestra vida, malditos traidores… -les tiré nieve a los dos a traición.


SAYA
Me cubrí con la capucha de mi chaqueta cuando nos tiró nieve a Kai ya a mí. Le miré y le señalé con el dedo.
-Eh, no te pases Copito, que soy tu futura mujer y él es tu hijo…- El niño se rió cuando escuchó la palabra Copito, me lo contagió y empecé a reírme de nuevo mordiéndome el labio.


KAI
Me rendí, con esa familia no se podía hacer ya nada, desvié la mirada con una sonrisa aún en la cara negando con la cabeza mientras ellos se destornillaban.
Me levanté y cogí en brazos al crío haciéndole cosquillas.
-Anda que ya os vale… -le puse la capucha y le di un beso en la mejilla.
-Vámonos, se hace tarde.


SAYA
Sonreí y me levanté. Les seguí contemplándolos, Kai se agarraba a su padre con fuerza mientras le daba un beso en la mejilla.
Me mordí el labio aún sonriendo, me sentía afortunada teniendo una familia así… a veces había llegado a pensar que no me los merecía, son demasiados buenos para mí…
Sacudí la cabeza aún con la capucha puesta.



KAI
Esperé a Saya y posé la mano en su capucha mientras la besaba, Kai se tapó los ojos y sonreí.
-¿Tú también quieres? –empecé a hacerle de rabiar, pero se escondió en mi hombro, me reí y volví a besar a Saya cogiéndola de la cintura mientras entrábamos en el castillo.



SAYA
Entré junto con Kai, cerré el portón mientras el nene intentaba escaquearse de los besos de su padre. Me reí levemente y me quité la capucha y el abrigo. Lo colgué en el perchero quedándome con el jersey negro que me regaló Kai y el cuál antes era suyo. Me crucé de brazos y me senté en uno de los sofás contemplando la escenita.


KAI
Acabé con las manos de Kai en la cara para evitar que le diese más besos.
-Fale, fale, fya te defjo… -me soltó e hice que mordía al aire para asustarle, me sacó la lengua.
-¿Ah, sí? Pues ahora vas al suelo. –le dejé sobre el suelo mientras me iba al sofá al lado de Saya.


SAYA
Cuando Kai se sentó, apoyé la cabeza en su hombro agarrando su brazo con los míos. Sonreí y miré a mi hijo guiñándole un ojo. Se acercó y le senté en mis piernas.
-¡Ja! De tu padre podrás escapar, pero los besos de una madre son sagrados.- Empecé a besarle por toda la cara. No se quejó… que capullo, con tal de hacer de rabiar a su padre…


KAI
Le saqué la lengua y tiré de Saya hacia mí.
-Ahora no te hagas el chulo, mamá es mía. –la abracé con fuerza impidiendo que el niño pudiese abrazarla también, aunque lo intentó.
-No, no, no. Mía. –la di un pico.
-Y la voy a estar besuqueando todo el tiempo.


SAYA
Kai tiró de mí, el crió hizo pucheros intentando abrazarme.
-Eh, todos quietos, leches.- Dije levantándome. Miré al crío.
-Vamos, hombrecito, te llevaré a la cama, es tarde.- Le cogí en brazos y miré a Kai.
-
Papi también debería irse a la cama.


KAI
Desvié la mirada.
-Sí, mami, todo lo que tú mandes, mami. –sonreí y me levanté estirando la espalda.
-Vamos al sobre después de un largo día de no hacer nada. –sonreí mientras subíamos las escaleras, hice rabiar a Kai mientras subíamos y cuando Saya entró en el cuarto con él yo pasé de largo y me fui hacia el mío.


SAYA
Acosté al crío, como no, tenía que tararearle algo o contarle algún cuento. Como siempre, se quedó dormido antes de que pudiese acabar nada.
Le besé en la frente y le tapé con las sábanas. Salí del cuarto cerrando la puerta con cuidado.
Me dirigí a mi cuarto, sonreí y entré en el baño para cambiarme y ponerme el pijama.
Salí al rato con mi camiseta de tirantes blanca y un pantalón largo del pijama.
Me asomé un rato a tomar el fresco al balcón que había en nuestro cuarto.


KAI
Mientras Saya se puso el pijama yo me hice con mi pantalón para dormir negro. Salió al balcón y yo fui tras ella. La agarré de la cintura y la besé en el hombro.
-¿No tienes frío así de ligerita aquí fuera?



SAYA
Me reí y pasé mi brazo por detrás de su cabeza agarrándole de la nuca.
-¿Frío? No, no tengo frío.- Sonreí acariciándole el pelo de la nuca.
-Estoy acostumbrada a ti, soy inmune al frío.


KAI
-Uh… Pues tienes la piel de gallina… -dije pasando el dedo índice por su brazo. Miré al cielo, aún no era de noche completamente, pero es que aquí oscurecía muy lentamente. Aún el sol dejaba constancia de su presencia en el borde de la tierra con una tenue luz anaranjada, pero también asomaba la luna por el horizonte.
Cerré los ojos y apoyé la cabeza en la de Saya.


SAYA
Suspiré y agarré la mano de Kai, con la que me rodeaba la cintura mientras que la otra seguía en su nuca jugando con su pelo. Miré al frente, nunca había sentido tanta paz… el silencio no era incomodo y la presencia de Kai era agradable.
-Te quiero…


KAI
Sonreí.
-Lo sé. –sin abrir los ojos deposité un beso en su cuello con suavidad. Atardeceres como este en la nave no los habíamos tenido, o bien porque nos teníamos que liar a hostias o bien porque alguien gritaba por ahí o venía a molestar.
Viva la intimidad.


SAYA
Sonreí y encogí el cuello cuando me besó. Me giré y le rodeé el cuello con mis brazos. Froté mi nariz con la de él. Cerré los ojos y le besé con suavidad, deslizando mis labios fríos por los suyos helados, con calma y saboreando su esencia.


KAI
Coloqué las manos en su espalda mientras saboreaba sus labios con ganas. Había pasado el día entero con el crío y no había podido disfrutar de Saya tanto como en ese momento, cosa que agradecía.
Sonreí mientras nos besábamos y la mordí el labio con cuidado.


SAYA
Sonreí cuando me mordió el labio.
-No me muerdas…- Dije en un susurro y le volví a besar. Se notaba que nos habíamos echado de menos. Aparté del amor que sentíamos el uno por el otro, también estaba la atracción física, el deseo que llevaba al desenfreno. No podíamos estar un solo día sin acariciarnos ni besarnos.


KAI
-Has perdido la apuesta. –dije entre beso y beso.
-La primera que me ha besado esta mañana has sido tú, no yo. –la seguí besando sin dejarla hablar, tendría que apartarme.


SAYA
No me dejó responder. Sus labios sellaron los míos automáticamente. Se separó para poder coger aire, iba a replicar pero quedó claro que no quería que dijese nada, pues sus labios se pegaron a los míos de nuevo… pues nada… yo no me iba a negar… Seguí sus besos sin replicar nada.


KAI
Enredé mis dedos con los suyos, encerrando sus labios entre los míos sin dejarlos escapar un segundo. Noté algo helado caer sobre mi hombro, estaba empezando a nevar, eso significaba que debíamos entrar. Si Saya no tenía frío era una cosa, pero nunca la dejaba estar fuera con la nieve.
-Adentró. –dije sin soltarla las manos pero separando mis labios.


SAYA
Giré la cabeza, había empezado a nevar. Sonreí y cerré el balcón para que la nieve no entrase dentro del cuarto. Corrí las cortinas y miré a Kai. Me acerqué hasta ponerme delante de él. Coloqué mis manos, una a cada lado de sus costados desnudos acariciándole con suavidad. Acerqué mi rostro a su cuello rozándole la piel con la punta de mi nariz y seguidamente de mis labios.



KAI
Cerré los ojos y descendí mis manos hasta sus muslos, acariciando su trasero con la yema de mis dedos y ascendiendo por su espalda bajo la camiseta del pijama, acariciando sus omoplatos mientras buscaba sus labios con los míos.


SAYA
Le besé atrapando sus labios entre los míos. Le empujé levemente hasta que se sentó en la cama. Sonreí y me senté encima de él uniendo de nuevo sus labios y los míos. Le acaricié la espalda con mis dedos con suavidad notando como su piel se erizaba.
-Creo que el que tiene frío eres tú.- Sonreí y le mordí la oreja con cuidado.


KAI
-¿Yo frío? –la tumbé sobre la cama y la besé la garganta con delicadeza mientras recorría el borde de su camiseta con la mano, acariciándola el vientre, haciendo que su piel se erizase más.


SAYA
Sonreí y cerré los ojos mordiéndome el labio. Hundí el vientre cuando noté su mano recorrer mi piel.
-Si no es frío… ¿qué es?- Dije agarrándole de la nuca y besándole. Rodeé su cintura con mis piernas.


KAI
Sonreí acariciándola un muslo con mi mano y el vientre con la otra.
-¿Hace falta que lo diga? –busqué su lengua con la mía y la acaricié enredándolas.


SAYA
Sonreí y le acaricié el abdomen descendiendo mi mano hasta más debajo de su ombligo. Noté un bulto por encima del pantalón.
-Mmm…- Sonreí y me mordí el labio. Le besé con más ganas presionando su cintura con mis muslos.


KAI
Solté una pequeña risotada cuando se enteró de lo que se cocía y la besé con más energía, acariciando uno de sus pechos encima de la camiseta.



SAYA
No aparté mi mano de entre sus piernas, por encima de su pantalón. Seguí sus beso de forma fogosa jugando son su lengua. Jadeé por la falta de aire, pero en seguida volví a pegar mis labios con los suyos. Empecé a bajarle poco a poco el pantalón mientras el me subía la camiseta.


KAI
Retiré del todo su camiseta y comencé a besarla por todo el torso desnudo, sentí cómo se estremecía, la cogí de la nuca y la volví a besar en los labios acariciando sus pechos desnudos.
Respiré fuerte cuando noté la presión de sus piernas al pegarme más a ella, pero no me separé, es más, me pegué del todo a su cuerpo.


SAYA
Jadeé y le agarré de la espalda. Le besé el cuello acariciándole la piel con mi lengua. Le mordí con suavidad. Deslicé mis manos por su espalda hasta agarrar el extremo de su pantalón. Volví a buscar sus labios que los besé con ansia.


KAI
La ayudé a deshacerse de mis pantalones sin dejar de besarla y acaricié su torso bajando hasta la tira de su pantalón y deslizándolo lentamente hacia abajo, acariciando su piel.


SAYA
Levanté la espalda para poder deshacerme del pantalón quedándome con el tanguita. Respiré fuerte cuando mi pelvis rozó la de Kai. Le agarré de la nuca volviendo a besarle el cuello. Le mordí en el hombro dejándole una marca. Sonreí cuando vi que se quejó.


KAI
-Cada vez que salgo a la calle la gente me pregunta qué donde saco esas heridas, cuando les digo que me las haces tú creen que me pegas. –la besé con más fuerza. Siempre salía marcado de todas las veces que lo hacíamos.


SAYA
Me reí traviesa colocándome encima.
-No puedo evitar ser tan salvaje.- Le besé agarrándole del calzoncillo. Me deshice de él con suavidad liberando a la bestia de hielo.
-Y a ti te excita.- Le besé acariciando su lengua con la mía.


KAI
-Nadie ha dicho que no. –agarré sus nalgas con ambas manos mientras la volvía a besar.
Agarré la tira de su tanga, debía ser nuevo, sabía que esta noche había fiesta. Los deslicé con suavidad a lo largo de sus piernas y la besé de nuevo, encerrando su labio inferior entre los míos.


SAYA
Me incliné y le besé haciendo que penetrase con suavidad, respiré fuerte cuando empecé a moverme. Le agarré de las manos entrelazando mis dedos con los suyos apoyándolas en el colchón. Seguí moviéndome cerrando los ojos. Le besé con fuerza.


KAI
Jadeé flexionando las piernas para ayudarla con el movimiento y respiré fuerte mientras la besaba con fuerza. Apreté sus manos bajando mis labios por su cuello, sabía que eso la excitaba más, era su punto débil.



SAYA
Seguí moviéndome con más intensidad pero a un ritmo lento para que la excitación fuese más placentera. Me besó por el cuello, sentí como mi piel se erizaba de forma visible. Jadeé con más fuerza apretando mis muslos contra su cadera.


KAI
Jadeé con más fuerza y me senté con ella encima aún, agarrándola de la cadera y besándola con fogosidad, la agarré de la espalda, pasando mis uñas por ella sin dejarle marcas. La sujeté por la cintura e hice que se moviese con más intensidad.


SAYA
Pegué mi vientre a su abdomen sin parar de moverme. Dejé escapar un gemido cuando cambié el movimiento, más intenso y acentuado, con más velocidad. Le agarré de la nuca enredando su pelo entre mis dedos. Arqueé la espalda hacia atrás a causa de la excitación gimiendo de nuevo.



KAI
Tragué saliva conteniendo a penas el aliento mientras me movía. La miré y la besé para impedir que hiciese mucho ruido, aunque yo también necesitaba algo que acallase mis gemidos y jadeos.
Acaricié toda su espalda con mis manos, notando cómo se cubría de sudor a pesar de que hacía frío fuera, posiblemente se pondría enferma después de esto.


SAYA
Le besé sintiendo su aliento gélido introducirse por mi boca. Posé mis manos, una en cada ingle, y se las acaricié mientras seguía moviéndome agudizando las penetraciones. Le besé aunque eso no servía de nada para acallar mis gemidos.


KAI
Agarré sus dos cachetes con fuerza mientras gemía con sus labios pegados a los míos. Cerré los ojos con fuerza y aumenté el ritmo de las penetraciones.


SAYA
Tuve que taparme la boca con una mano cuando aceleró ahogando un gemido. Jadeé y presioné la piel de su pelvis con las yemas de mis dedos. Si me tenía que tapar la boca con lo gemidos “leves”, no me quería imaginar cuando llegase al orgasmo…


KAI
Gemí con fuerza y sonoramente, me mordí el labio casi hasta hacerme sangre y besé su cuello apasionadamente.



SAYA
Dios, este hombre iba a matarme de placer… Gemí seguidamente sin poder retenerme, aumenté la marcha a un ritmo considerado y a una buena velocidad, ideal para llegar a alcanzar el clímax… Me incliné hacia adelante agarrándole de los hombros levantando levemente el trasero para que las penetraciones fuesen más sentidas.


KAI
Con ese ritmo no pude hacer más que seguirla a la misma velocidad, jadeando fuerte. Sentí cómo todo mi cuerpo se estremecía al llegar al orgasmo, cerré los ojos apoyando la frente en su hombro e hice lo posible porque el grito que tenía en la garganta no saliese con tanta fuerza.



SAYA
Sentía que mi cuerpo ardía, note como el orgasmo aparecía poco a poco ascendiendo. Agarré las sábanas con fuerza para no dejarle señal a Kai y cerré los ojos poniéndome tensa cuando sentí que el orgasmo quería salir. Me tapé la boca y gemí dejando que aflorase el orgasmo sin que se me oyese demasiado. Jadeé y retiré mi mano relajándome.



KAI
No solté su cintura para evitar que se cayese y la besé en el cuello sonriendo.
-Somos unos traviesos. –deposité suaves besos a lo largo de su clavícula hasta que pude besarla en los labios y me tumbé con ella tumbada sobre mí. La acaricié la espalda sudorosa a pesar del frío y la besé en el pelo.



SAYA
Me reí por lo bajo mordiéndome el labio. Me acomodé sobre su pecho.
-Me gusta ser traviesa.- Dije dándole un leve toquecito en su nariz congelada.


KAI
Cogí la sábana y tapé nuestros cuerpos desnudos, últimamente Kai acostumbraba a entrar en la habitación sin llamar. Acaricié su espalda y su pelo hasta que me venció el sueño, adoraba esta situación en todos sus aspectos.



SAYA
Me tumbé a un lado cuando Kai se quedó dormido. Sonreí y le miré… le besé el la mejilla y me puse a su lado haciendo que sus brazos rodearan mi cintura. Miré hacia el balcón, la luna estaba llena y la luz se filtraba entre las finas cortinas haciendo que la habitación se iluminara tenuemente. Me quedé contemplando la luna hasta que me dormí en brazos de Kai.


KAI
Me desperté no muy tarde, el niño debía seguir dormido, no se oían gritos. Abracé a Saya y la besé en la nuca. No quise despertarla, pero no pude resistirme a darle besos por toda la nuca, la acaricié el vientre.



SAYA
Los besos y las caricias de Kai me despertaron, pero no me molestó, me encantaban sus caricias. Me encogí en la cama sonriendo.
-Mmm…- Hice ruiditos cuando su mano recorrió mi vientre haciéndome cosquillas.



KAI
-Buenos días. –la besé por el cuello.
-Hace un día espléndido para despertarse con cariños, eh. –la acaricié el vientre por debajo de la sábana.



SAYA
Encogí el cuello y me reí agarrándole de la nuca. Hundí el vientre cuando me acarició.
-Ración de cariños por la noche y también por la mañana…- Me mordí el labio.
-Esto mejora por momentos.


KAI
-Sabes que lo que más me gusta es que a ti te guste. –la besé en los labios con pasión mientras acariciaba bajo su ombligo con el pulgar.
-Te quiero, nena. –la volví a besar.



SAYA
Le agarré de la nuca con fuerza mientras me besaba. Me dio un escalofrío que me recorrió todo el cuerpo haciendo que se me erizase la piel. Deslicé mis dedos a lo largo de su espalda, presioné mis dedos en su piel de hielo.
-¿Me quieres? No tanto como yo a ti…- Le volví a besar mordiéndole el labio inferior



KAI
-Ya sabes que no es verdad. –agarré la piel de su cuello con mis labios.
-Hoy nada nos interrumpe, ¿habrá estallado una bomba mientras dormíamos? ¿Estamos en el cielo? –no dejé de besarla, aunque lógicamente, ninguno de los dos podíamos ir al cielo…


SAYA
-Yo estoy en el cielo cada vez que me besas.- Bajé mis manos a sus cachetes.
-Y cada vez que mis manos aterrizan por casualidad en tu culito, hombre de hielo.- Sonreí juguetona.



KAI
Sonreí y la mordí el labio.
-Pues bájate de ahí arriba que yo te quiero aquí conmigo. –metí la cabeza bajo la sábana besándola el vientre, sabía que eso le haría cosquillas.



SAYA
-Nooo…- Intenté no gritar muy alto para alarmar a los demás.
-Kai… sal de ahí, me haces cosquillas y lo que no son cosquillas…- Me tapé la boca cuando tocó en cierto sitio.
-Ca-pullo…


KAI
Salí de debajo de las sábanas riéndome y la pegué a mí.
-No sabes lo divertido que es torturarte. –la besé abrazándola.
-¿Te ha gustado, quieres repetirlo? –alcé las cejas interesante.



SAYA
-No me tortures si sabes que me vengaré después y será peor…- Puse morritos y cara de niña buena.
-¿Repetir…el qué…?-
Pregunté con vocecita infantil.


KAI
-Oh, ¿no te has enterado? Habrá que repetirlo… -metí la cabeza de nuevo bajo la sábana, ella no sabía qué era la venganza a estas alturas de la vida, no sabía vengarse de mí cuando era yo el que tenía el control.



SAYA
-Kai…- Encogí las piernas, pero él me lo impidió. Me mordí el labio cuando volvió a tocar mi punto más íntimo.
-Joder, Kai…- Me quejé de nuevo.
-Te mataré…- Me reí intentando no hacer ruido.


KAI
-Mmm, debe ser que no lo hago bien, no te oigo gritar. –dije bajo las sábanas, era divertidísimo, sobre todo cuando alguien entraba y ella ponía la mano sobre mi cabeza para evitar que viesen que andaba por aquí abajo… Me entró la risa tonta.



SAYA
-Kai… sal de ahí…- Que cabrón era… le encantaba torturarme de cualquier manera. Me mordí el labio.
-Te mataré… lo juro…- Se me escapó un gemido, me tapé la boca.



KAI
Saqué la cabeza de debajo de la sábana.
-¿Qué me matarás? Si me tienes aquí a huevo, no te veo intentar matarme. –sonreí sin dejar de torturarla y me escondí de nuevo bajo las sábanas.



SAYA
-No….- Intenté evitar que volviese bajo las sábanas, pero no podía… Hizo que gimiese de nuevo.
-Oh… joder… Kai…- Le rodeé la cintura con mis piernas y me puse encima de él girando. Le agarré de las muñecas para inmovilizarle.
-Te vas a enterar tú…- Retiré las sábanas y bajé hacia su pelvis. Empecé a juguetear y a torturarle como el hacia conmigo.



KAI
-Ah, no, vale, Saya… -me tapé la boca desviando la mirada.
-Vale, nena, ha quedado claro que… -me mordí el labio.
-¿Y si entra alguien? Fíjate que panorama…



SAYA
Le miré esbozando media sonrisa.
-Ohm… debe ser que no lo hago bien, no te oigo gritar.- Sonreí y volví a la faena. Me daba igual que nos pillasen. Además, el niño estaría o bien dormido o desayunando…



KAI
Cerré los ojos.
-Te odio, eres una maldita rencorosa. –sonreí cuando recordé algo.
-Cascada, ¿sabes que estás haciendo honor a tu nombre? –contuve el aliento, seguro que me mordía.



SAYA
Entrecerré los ojos y le mordí haciéndole una buena marca. Le miré lamiéndome los labios.
-Kai, no soy como tú, en estos momentos no me molesta lo que me digas.- Sonreí maliciosamente. Le acaricié la entrepierna con mis manos suavemente.



KAI
Me mordí la mano cuando ella me mordió a mí. La miré cuando dijo aquello.
-Estate quieta… -cerré los ojos.
-Te odio con toda mi alma, ¿lo sabes? Voy a matarte. –la agarré de la cintura tumbándola sobre la cama, la besé el cuello sin dejarla escapar.


SAYA
Kai me tumbó sobre el colchón si parar de besarme en el cuello.
-¿Me vas a matar?... ¿Puedo elegir la forma de morir?- Me reí guiñándole un ojo.


KAI
Sonreí y la besé en los labios con pasión mientras acariciaba su vientre.
-¿Cómo desea mi reina morir? –la besé de nuevo el cuello.



SAYA
-Déjame pensar…- Miré al techo pensativa.
-… no puedo pensar con el estómago vacío.- Me levanté de la cama tapándome con la sábana. Busqué mi ropa por el suelo.


KAI
La agarré de la cintura.
-¿A dónde te crees que vas, muñeca? –la volví a sentar.
-Has empezado algo que ahora debes terminar, no puedes irte aún, ¿sabes? –la tumbé.
-Sabes que si te vas me voy a enfadar y de verdad… -entrecerré los ojos gruñendo.


SAYA
Me quejé como una niña pequeña cuando me volvió a tumbar en la cama.
Sonreí dejando que se tumbase encima de mí, acomodándole entre mis piernas. Alcé una ceja cuando noté un bultito rozar uno de mis muslos.
-Uuuh… veo que he obtenido más resultados yo al torturarte.- Me reí.



KAI
-Como si yo no hubiese hecho nada… -la besé por el torso, iba a enterarse por qué no debía torturarme a mí.
-Has sido muy mala conmigo, te vas a enterar…



SAYA
Sonreí cerrando los ojos y mordiéndome el labio.
-¿Tan mala he sido, alteza?- Me reí de nuevo juguetona.



KAI
La besé en los labios.
-Has sido muy mala, y debo imponerte un castigo severo. –la besé con fuerza atrapando sus labios mientras agarraba sus muslos.



SAYA
-¿Y qué castigo es ese, mi rey?- Pregunté entre beso y beso. Posé mis manos encima de las suyas cuando me agarró de los muslos. Sonreí.
-No sea muy duro conmigo, mi señor… solo jugaba un rato.- Me reí de nuevo.


KAI
Sonreí y la besé el cuello, separé ligeramente los labios, aunque la rocé la piel mientras hablaba.
-¿Por qué no debía castigarte, eh? –la mordí.



SAYA
Me dio un escalofrío cuando me mordió en el cuello.
-Pues… porque…- No me salían razones a causa de la desconcentración que me provocaba cuando me besaba por el cuello y me acariciaba por otros sitios.
Cerré los ojos dejándome llevar por él.



KAI
Seguí besándola, descendiendo por la clavícula. Separé ligeramente sus piernas y penetré poco a poco.
-Sé que te encantan mis castigos. –la besé con pasión.


SAYA
Eché la cabeza hacia atrás dejando escapar un ligero gemido. Respiré agitada arqueando la espalda. Deslicé mis dedos por los muslos de Kai ascendiendo de nuevo hacia sus cachetes. Me mordí el labio sintiendo como penetraba despacio causándome placer. Gemí de nuevo jadeando levemente.


KAI
Seguí a un ritmo constante sin dejar de saborear su cuerpo con mis labios y mi lengua. Acaricié sus pechos mientras besaba sus labios.



SAYA
Jadeé con más fuerza sintiendo sus frías manos en mis pechos. Seguí el movimiento de su lengua con la mía sin parar de jadear y gemir. Me separé levemente para coger aire y le miré esbozando media sonrisa.
-Si es este… es el castigo que me impones…- No pude terminar la frase, un gemido me interrumpió. Jadeé.
-… intentaré esforzarme… para hacer más travesuras y me castigues… más a menudo.- Le volví a besar con fuerza agarrando bien sus labios.



KAI
Esto de tener que castigarla era lo que más parecía gustarle, tenía que tener cuidado la próxima vez o no dejaría de hacerme putadas.
Intensifiqué los movimientos a medida que pasaba el tiempo.


SAYA
Kai intensificó las penetraciones haciendo que llegase al orgasmo muchísimo antes que él… un par de segundos antes. Dejé que terminase de llegar al clímax estimulándole con caricias y besos en el cuello, no me parecía justo que yo hubiese acabado y él no…


KAI
Parecía que ella estaba más excitada que yo, ya que acabó antes, pero no tardé mucho en seguirla. Sonreí respirando profundamente y la besé.
-Se acabó el castigo.


SAYA
-Ha sido un castigo muy duro… mucho.- Sonreí y le besé. La puerta se abrió de golpe dejando entrar a Kai Jr. En un intento de taparme, me giré a un lado tirando a Kai de la cama. Me tapé con las sábanas.
-
Hijo… ¿q-qué tal?


KAI JR
-¡¡¡Hola!!!- Grité abriendo la puerta del cuarto de mis papis. Sonreí y me subí a la cama de un salto.
-Hola, mami.- La di un beso en la mejilla, me asomé al otro lado de la cama.
-Papi… ¿qué haces en el suelo?


KAI
Miré a mi hijo desde el suelo tapándome con las manos.
-Tu madre y yo jugábamos en la cama y me he caído, ya sabes por qué te decimos que no saltes. –sonreí falsamente.


KAI JR
-Ohm… ¿y qué haces en pelotas picada?- Señalé sus manos.
-Te estás tapando el gusanillo.- Me reí tumbándome en la cama.
-Que guarro, estás desnudo delante de una chica…- Me reí con ganas.


KAI
Me senté tapándome con un cojín.
-Niño, sal de aquí, nadie te ha dejado entrar, largo, o te beso. –me levanté y le empujé fuera de la cama mientras me tapaba con un trozo de sábana libre.


KAI JR
Sonreí ampliamente, enseñando mis perfectos dientes blancos. Agarré la sábana y tiré para destapar a mi papi.
-No voy a irme, mami me deja estar aquí.- Me tumbé entre las piernas de mi mami apoyando la cabeza en su tripa.
-Tú has estado con ella toooooooda la noche, ahora me toca a mí.


KAI
Le miré con los ojos entrecerrados y le empujé de nuevo fuera de la cama abrazando a Saya.
-Lárgate, niño pesado, no te aguanto. –me hice el dormido rodeando la cintura de Saya.


KAI JR
Cogí aire inflando los mofletes. Me crucé de brazos.
-No te hagas el dormido.- Me subí de nuevo a la cama y le di una patada en su enorme culo. Me abracé a una pierna de mi mami.



KAI
Le miré mal.
-Bah, me voy a desayunar, tanto pasteleo me produce escalofríos, brr… -me levanté poniéndome la ropa, el niño sólo quería competir, en cuando saliese por la puerta saldría detrás de mí.


KAI JR
Papá se levantó y se marchó. Miré a mi mami y sonreí.
-¡¡¡¡Bien!!!! ¡¡He ganado!!- La abracé con fuerza sonriendo. La victoria era mía.


KAI
Le saqué la lengua al salir y bajé las escaleras para ir a desayunar algo, cogí un par de piezas de fruta y las coloqué en una bandeja, se las subí a Saya.
Cuando volví a entrar Kai seguía ahí.
-Niño, fuera de mi habitación, fus.



KAI JR
Papá entró de nuevo en la habitación.
-Ñaaaa… no voy a dejar a mi mami en manos de un rey feo como tu.- Abracé de nuevo a mi mami.
-Mamá necesita un príncipe guapo como yo.


SAYA
Cuando Kai se marchó a desayunar, yo aproveché para vestirme.
Mi hijo aún seguía en el cuarto, no me molestaba en absoluto.
Kai volvió a entrar con una bandeja llena de fruta.
-Mmm… que rico…- El niño se abrazó a mí. Me reí viendo la batalla que se traía el padre con el hijo.



KAI
-Deja a mamá desayunar, ahora te toca recibir mimos de papi. –le hice rabiar lanzándole besos y corrí tras él por la habitación, le alcancé y empecé a hacerle cosquillas.
-No escaparás, mereces un castigo por desafiar a tu padre, mocoso.


KAI JR
Chillé cuando vino a por mí. ¿Mimos de mi padre? ¡¡Nooo!!
Me agarró y empezó a hacerme cosquillas. Me reí con ganas retorciéndome.
-Suéltame, tramposo…- Me reí de nuevo, me saltaban las lágrimas y todo.
-¡Para, papá!- Me retorcí en la cama.
-¡Me haré pis encima!


KAI
-¡Ah! –le solté, cuando lo decía iba en serio.
-Niño, me tienes quemado, como te mees encima te congelo los cayumbos. –me senté al lado de Saya y cogí una pera.
-¿Has desayunado, enano?


KAI JR
Respiré hondo cuando me soltó. Le miré y asentí.
-Si, hace más de una hora que he desayunado.- Justo cuando iba a morder la pera, moví mi mano derecha y le congelé la fruta.
-Mira, un helado de pera.


KAI
Le miré con el ceño fruncido.
-¿Te he enseñado para que me jorobes, pulga? –absorbí el frío para descongelar la fruta.
-¿A qué te congelo los huevecillos?


KAI JR
Me reí.
-Es diver…- Congelé de nuevo la pera.
-Uy, se me fue la mano…- Me reí de nuevo. Cogí un melocotón y me bajé de la cama.
-Ya me voy, viejo.- Le saqué la lengua y me fui.



KAI
Me llevé la mano a la boca cuando mordí la pera congelada.
-¿Me ha llamado viejo? –creé una bola de nieve y la lancé hacia su cabeza, pero cerró la puerta y dio ahí.
-Maldito crío. –volví a descongelar la pera, ya no debía ni saber bien.


SAYA
Me reí y le miré.
-Venga, cascarrabias, no te pongas así.- Posé una fresita en sus labios.
-¿Eh?, abre la boquita.


KAI
Puse los ojos en blanco sonriendo y mordí la fresa, acto seguido cogí a Saya de la cintura y la hice tumbarse conmigo en la cama.



SAYA
Sonreí y me tumbé con él. Le di otra fresita, no fallaba, cuando estaba cabreado lo mejor eran las fresas.
Cerré los ojos, estaba muy a gustos en esos momentos. Un temblor hizo que me levantase de la cama junto con Kai.
-¿Qué ha sido eso?- Miramos por la ventana. A lo lejos de veía humo. Abrí los ojos ampliamente cuando vi algo caer del cielo y colisionar contra el suelo. Primero vino el sonido sordo, después las explosión. Miré atenta, entonces fue cuando una sacudida hizo que nos desequilibrásemos y cayésemos al suelo. Intenté levantarme, pero otra sacudida más me derribó de nuevo.
-¡¿Qué es eso?!


KAI
Tragué la fresa.
-¿Qué ha sido eso? Aquí no hay terremotos. –me acerqué a la ventana, se repitió el temblor.
-Joder, ¡Kai! –le llamé para que se reuniese con nosotros.



KAI JR
Me agarré a una columna del pasillo cuando noté que el palacio temblaba.
-¡¡Papá, Mamá!!- Les llamé tapándome la cara con la manga. Tenía miedo.
-¡¡Papi!!


KAI
Miré a Saya y salí al pasillo, Kai estaba abrazado a una columna. Corrí hacia él y le cogí en brazos, ocultando su rostro en mi hombro.
-Vale, hijo, tranquilo, no pasa nada. –fui hacia el cuarto de nuevo con Saya.



SAYA
Miré hacia el techo, se desquebrajó desde la ventana hasta la puerta del cuarto. Vi que Kai iba a entrar junto con el niño.
-¡¡No!!- Grité, parece que eso alarmó a Kai y evité que pasara al cuarto justo cuando el techo se derrumbó. Me quedé en el cuarto cubriéndome la cabeza, no paraban de caer trozos del techo.



KAI JR
-¡¡Mamá!!- Grité cuando el techo de la habitación de mis padres cayó al suelo. No podíamos pasar al cuarto y mamá estaba encerrada.
-¡¡Mami!!


KAI
Me quedé totalmente quieto cuando Saya gritó, cubrí la cabeza de Kai.
-¡¡Saya!! –dejé al niño en el suelo, por suerte el pasillo aún no parecía desestabilizarse.
-Aléjate de la habitación. –miré en el interior.
-¡Saya! ¡Saya responde! –aún caían cachos del techo y había una polvareda muy espesa, tosí atravesando el humo y pasando por encima de los escombros.
-Saya, háblame, ¿dónde estás? –busqué con las manos, un pedazo cayó, me aparté, aunque me rajó la camisa y el brazo.
-Joder… -cerré los ojos.
-¡Saya!


SAYA
El palacio se derrumbaba con nosotros dentro. Me alejé todo lo que pude esquivando los pedazos de techo que caían sobre mí. El cristal de la ventana estalló a cusa de la onda expansiva de la explosión ocurrida hace un momento. Me agaché, uno de los cristales voló cerca de mi cabeza provocándome una raja en el pómulo.
Escuché la voz de Kai llamándome.
-¡Kai! ¡Aléjate de aquí! ¡Estoy bien!- De repente el palacio dejó de temblar y los pedazos de techo dejaron de caer… Todo se quedó en silencio, miré hacia la ventana y vi como el humo de la explosión desaparecía.


KAI
Todo paró, aunque no me fié.
-¿Saya? –disipe el humo que había frente a mí con la mano. Seguí avanzando y encontré a Saya ilesa al lado de la ventana.
-Saya… -la abracé posando la mano en su cabeza.
-¿Estás bien? –pregunté mirándola.


SAYA
Kai me encontró. Le abracé y le miré.
-Si, estoy bien… -Le miré el brazo, estaba herido.
-Veo que tu no estás tan bien…- Suspiré.
-¿Qué a pasado? Esa explosión…


KAI
-No lo sé… -miré a la puerta.
-Kai debe estar asustado, y debemos salir de aquí antes de que esto se derrumbe. –la cogí de la mano y empecé a salir pisando los escombros, tiré de ella para que no se quedase atrás.
-Kai, ¿estás bien?


KAI JR
Miré a papá y asentí limpiándome las lágrimas.
-Papi… -Le abracé.
-¿Qué pasa? ¿Son los malos?


KAI
-No pasa nada, Kai. –le cogí en brazos y le besé en la cabeza para calmarle.
-Salgamos de aquí, iremos a un lugar seguro. –con mi mano libre cogí la mano de Saya y recorrimos los pasillos destrozados del castillo. En ese momento lo que más me importaba era poner a salvo a mi familia, pero el ver cómo se destruía mi hogar en el que había nacido y vivido toda mi existencia era algo desolador. Hice ademán de no mirar las paredes desquebrajadas ni nada heredado de mis antepasados destrozado, lo importante era cuidar de Saya y Kai.


SAYA
Salimos del castillo, estaba prácticamente destruido por las sacudidas. La gente corría y gritaba consumidos por el pánico, ¿qué había pasado?
Seguí a Kai, eché un vistazo al castillo cuando salimos. Frené en seco.
-Kai… mira.- Señalé el palacio. Las paredes que aún quedaban en pie estaban invadidas por unas estrías negras que creían a lo largo del edificio. Miré las demás viviendas… estaban igual que el palacio…



KAI
No podía mirar, el corazón me iba a estallar del dolor que sentía ese momento. Cerré los ojos con fuerza. No sólo mi palacio estaba en ruinas, todo mi pueblo lo estaba también. Agarré con fuerza la tela del pantalón de mi hijo apretando los dientes. No sabía si sentía más furia o dolor.


SAYA
Miré a Kai, le agarré de la mano con fuerza.
-Kai… tenemos que ayudar a esta gente. Hay que llevarles al refugio.- La gente de la cuidad se acercó a su rey pidiendo ayuda… se me partía el alma… Había niños con estrías negras en la piel, les había dado de lleno la sacudida y en el suelo yacían personas sin vida.



KAI
Abrí los ojos, mi gente me pedía ayuda y yo no sabía qué hacer. Le entregué a Kai a su madre y miré a los ciudadanos, estaban por lo menos peor que nosotros, heridos y llorando. Suspiré y cogí a un crío que lloraba con estrías negras en un brazo.
-Atención. –dije en alto para que la gente me oyese.
-Por favor, debe haber organización. Iremos todos al refugio, no os separéis, y si encontráis gente por el camino haced que se una a la marcha. –empecé a andar en dirección al refugio, aunque no sabía si acabaría llenándose, mucha gente había muerto.



SAYA
Agarré al crío en brazos y escuché las palabras de Kai. La gente se puso en marcha tal y como su rey les había ordenado. Les seguí junto con mi hijo.
Había mucha gente herida y la mayoría muerta…
Llegamos al refugio, no se llegó a llenar, habían perecido muchos pueblerinos, la mayoría de los que quedaban vivos estaban cubiertos de estrías negras… Me acerqué a un anciano con el brazo cubierto de las manchas negras, decía que no le dolía, pero se sentía muy débil… como todos a los que pregunté…


KAI
Hice lo posible por reunir al máximo de gente, convoqué a todos los médicos disponibles y empezaron a atender a la gente. Me acerqué a Saya.
-Voy a buscar supervivientes con un grupo que ha salido ileso, intenta que la gente no entre en pánico. –la besé en la cabeza y salí con el grupo.


SAYA
Asentí y le miré.
-Ten cuidado…- Le miré hasta que marchó. Suspiré y me reuní con mi hijo, que estaba tratando de consolar a una niña con media cara marcada por esas cosas negras…
Algo me decía que era obra de los sombras, pero… ya nos encargamos de Draco y de James… no podían ser ellos…