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domingo, 6 de septiembre de 2009

Capitulo XX- EL RESCATE.

Capítulo laaaargo, no os quejaréis ^^

SAYA
La noche se me echaba encima, iba a paso ligero, pero el templo estaba más lejos de lo que pensaba. Había dejado atrás el reino del rayo y cada vez me acercaba más al de hielo. Sentía como la temperatura descendía según avanzaba.
Tuve que hacer un alto en el camino para descansar y abrigarme, ese frío me recordaba a Kai y la bronca que seguro me llevaría por irme sin decir nada. Ya se lo explicaré con más detenimiento, debía seguir adelante.
El paisaje acompañaba al frío, pronto la nieve se fue adueñando del terreno y mi paso se hacía más pesado.
La noche ya cubría prácticamente el cielo cuando avisté las puertas del templo. Era blanco y alto, con columnas adornando la entrada alrededor del portón principal. Subí las escaleras y agarré el gran pomo golpeándolo contra el metal para avisar a la gente de dentro.
Me abrieron en seguida, una mujer anciana, la que se ocupaba del mantenimiento del templo, no eran vagos ni nada estos sabios…
Entré y se encargó de mi bolsa de viaje.
-¿Están los ancianos sabios disponibles? Tengo noticias e información importante que transmitirles.- La pregunté a la mujer cuando se apoderó de mi bolso. La mujer no dijo nada, solo me señalo una puerta lateral que conducía a la sala de reuniones. Asentí y cuando la mujer se retiró me acerqué a la puerta y llamé con los nudillos de mi mano. Escuché una voz desde dentro que me cedió el paso. Abrí la puerta con cautela y asomé la cabeza, los sabios estaban sentados, cada uno en su respectivo sillón de cuero rojo fumándose una pipa, parecían todos iguales. Uno de los ancianos, con barba blanca extralarga, vestido con una túnica verde de terciopelo y zapatillas de andar por casa… joder, estos hombres no se complican la vida, me indicó que me acercara y me sentara en un sofá reservado para mí.
-Gracias.- Dije y acto seguido me senté. Miré a los hombres que me acompañaban en aquella sala, respiré hondo y abrí la boca para transmitirles el mensaje, pero el anciano de antes levanto la mano a la altura de su pecho para frenarme.
-Sabíamos que vendrías, Saya, te estábamos esperando.- Le miré mientras me hablaba, así que me esperaban. Me acomodé en el sofá y miré a los demás sabios que fumaban de su pipa o simplemente miraban la chimenea de la cual desprendía un calor agradable. Suspiré y le escuché.
-Y también sabemos a que se debe tu presencia entre nosotros. El consejo te escuchará dependiendo del lo que tengas que decirnos y elige bien tus palabras, ninfa, puede que tu teoría no nos complazca.- Como no, estos sabios siempre intentando controlar el mundo con sus manos, si se creen tan poderosos, ¿por qué no paran esto?
Asentí y como me dijo, intenté hacer mi teoría “placentera” para ellos.
-Acudo para haceros saber que Draco planea algo sumamente perverso, su hijo, James, ha secuestrado a todos los niños del planeta, no sé con que fin, pero seguro que para montar una guardería no es.- Miré a los ancianos, parece que el principio mi teoría les intrigó lo suficiente.
-Continúa.- Me incitó otro de los sabios, el más joven por así decirlo. Asentí de nuevo y dirigí mi mirada al suelo.
-Mi propio hijo fue victima de sus malvados actos, fue secuestrado y encerrado en una nave camino del reino de la oscuridad…- No pude terminar la frase, uno de los ancianos me interrumpió..
-El reino de la oscuridad fue destruido, tú misma peleaste en la batalla, viste morir a su gobernador.- Le miré y me quedé pensativa, acto seguido reanudé mi teoría.
-Si, es cierto lo que dice, yo participé y luché junto con mis seres queridos viendo como todo lo que creíamos que traería la paz en realidad sirvió para darnos cuenta que nos estábamos convirtiendo en unos monstruos, pero a lo que voy, lo que en verdad se ciñe el tema, es que no podemos quedarnos de brazos cruzados, debemos hacer algo, pararle los pies a esta dictadura. No fui elegida para ver como la gente a la que amo se va consumiendo en la oscuridad, mi hijo, mi marido, mi familia, fui elegida por vosotros para buscar una solución, pero necesito la ayuda del consejo para poder parar esto, yo sola no puedo.- Les miré suplicante, necesitaba una buena solución y rápido, pero tal y como iban las cosas, era difícil persuadir al consejo, eran sabios solo para lo que les interesaba.
-No te postres ante nosotros porque tú enemigo sea más poderoso que tú. Tu misión era sencilla, encontrar y aniquilar a James, pero ni eso has logrado hacer. Ahora no nos vengas con excusas y miedos sobre el tema de tu familia, los has metido en esto porque has querido, podrías haber permanecido al margen o haber cumplido con la misión asignada.- Bajé la cabeza impotente, me estaban echando a mi todo el peso de sus errores, de sus fracasos, de sus imposibles. Querer tanto poder y no tenerlo les habían corrompido, el egoísmo les había consumido y al retener tanta rabia dentro de ellos les hacía volverse contra su propia gente.
-Dentro de poco habrá un torneo, en ese torneo se rifa como trofeo algo muy valioso, algo que estuvimos buscando con ahínco hace casi siete años, un tesoro sagrado para el ganador, ya sean rebeldes, neutrales o civiles a las órdenes de Draco. ¿Qué creéis que pasaría si cae en manos de un civil o de un neutral? Que se acabaría toda esperanza de vida en este planeta, todo nuestra raza se extinguiría porque dependemos de la energía de esos tesoros, Draco está jugando con nuestras vidas como un niño con un peluche o un cochecito, somos sus marionetas y nos dejamos manejar por él… y solo porque no hay nadie que se atreva a plantarle cara.- Guardé silencio un momento y les miré seria.
-Para eso están los rebeldes, son grupos de personas, ya sean elementales o humanos, que se atreven a desobedecer las órdenes de Draco, ¿no es suficiente para ti, ninfa?- Miré al anciano, cerré los ojos y suspiré.
-Dentro de esos grupos rebeldes hay familias, niños asustados y esperando que cada vez que bajan a un reino a repostar o descansar no se vean en peligro, niños que desean volver a casa con sus padres, a su hogar. Pero ya no existen los hogares, ni la paz ni el bienestar, ya solo existe las guerras, el hambre y el terror. Hace apenas un día que escapamos de ser asesinados junto con más rebeldes, presos, casi matan a Kai, ¿creéis que eso me satisface? Lo único que pido es, que ya que vosotros tenéis el control y el poder sobre los ejércitos reales, movilizar esas tropas y enfrentarlas contra Draco.- Los ancianos se levantaron, me quedé sentada viendo como me ignoraban.
-Ya es suficiente, ninfa, hemos escuchado bastante, no movilizaremos las tropas para tu satisfacción. No pondré en peligro la vida de mil soldados para que tú puedas acostarte a gusto y dormir tranquila sin pesares ni remordimientos.- Me levanté y pegué un golpe contra la mesa central de la sala.
-¡No! ¡No es por mi propia satisfacción! ¡¿Es qué no le entienden?! Lo hago para salvar a millones de vidas inocentes, para que todo vuelva a ser como antes, ¡joder! No quiero tener que ver a mi familia en un campo de batalla. Si estuviera en mi mano poder parar esta pesadilla, lo haría encantada, pero no puedo hacerlo sola y no pienso sacrificar a mis seres queridos porque necesitéis al ejercito real por si se les ocurre atacar el templo.- Los sabios pararon de repente, ya sabía yo que había gato encerrado. Los muy canallas no movilizaban las tropas porque las tenían reservadas para su propia protección, ¿se creían que era idiota o que? Se giraron todos a una y se acercaron hasta la mesa, les miré seria y con el ceño fruncido.
-Muy bien, ¿qué deseas?- Sonreí en mi fuero interior, les tenía en mis manos, si yo iba y le contaba a Kai, siendo un rey, que su ejercito real está en manos del consejo y que solo se enfrentarían a Draco por su propio beneficio, se les caería el pelo, a todos, y les quitarían el rango de sabio, a dios a todo su poder.
-Deseo que el ejercito real esté listo para una posible guerra, que saneen las calles, cada rincón de cada pueblo, ciudad, reino e imperio si hace falta y las libere de posibles soldados a las órdenes de Draco, que las miles de familias aisladas en el bosque o en las calles sean acogidas aquí, en su templo, lejos de cualquier peligro y por mucho que os duela, devolverle a cada rey lo que le pertenece.- Miré a los sabios con firmeza, mi voz resonó en la habitación, triunfal y victoriosa.
-… Muy bien, Saya, tú ganas, nuestro juego ha llegado a su fin. Haremos lo que nos pides. Te damos nuestra palabra, si no es así…- No le di tiempo a terminar.
-Si no es así, volveré y no será una visita cordial.- Dicho esto, me dirigí a la puerta para salir de allí, mi cometido había sido cumplido y como esperaba todo había salido a la perfección.
-Una cosa, Saya, Draco posee a los niños porque necesita almas puras para hacer funcionar su arma definitiva. No creas que lo sabes todo, porque no sabes nada, solo eres una ninfa aterrada e insignificante y fracasarás.- Le miré antes de irme, me encogí de hombros.
-Puede, pero como bien a dicho, soy insignificante, ¿qué les importará al consejo que yo perezca en una batalla o que ahora mismo me fusilen en cuanto salga? Nada…- Por fin salí del cuarto, en la puerta me esperaba la anciana de antes con mi bolsa. La agarré y acto seguido salí del templo. Había conseguido mi propósito, al fin tendríamos protección y apoyo por parte del consejo. Me sentía liberada al poder pensar que mi hijo no tendría que vivir las catástrofes que se nos avecinaban… y que había esperanza.

Me fui alejando del templo y adentrándome en el bosque, era demasiado tarde y debía descansar. Podría haberles pedido alojamiento al consejo, pero ya estaban demasiado cabreados y seguro que me habrían echado de una patada con sus sucias alpargatas.
Busqué un lugar para pasar la noche. Encontré una cueva abandonada, seguro que habitaba algún oso, sería viejo si vivía retirado y en un sitio tan frío.
Me “instale” en un lado cálido de la cueva y me senté en el suelo, suspiré y miré el cielo, empezaba a nevar.
Sonreí y poco a poco me fue venciendo el sueño…. Me despertaron uno pasos cerca de mi posición, no eran pasos de ningún animal, eran pasos humanos y al parecer civiles. Me puse alerta y vigilé a mi alrededor, pero no vi nada… Decidí salir y me planté delante del camino por donde había venido y el cual conducía al país del hielo y del rayo. Nada…. Suspiré aliviada y decidí que ya había descansado bastante y era el momento de largarse de allí. Me giré para retomar el camino, entonces fue cuando me choqué contra algo duro haciéndome caer al suelo.
Miré hacia arriba, tenía delante de mí a un soldado de Draco.
-Mierda…- Pude decir antes de que el soldado me agarrara por el brazo t me levantara con fuerza.
-Eh, suéltame gorila.- Me quejé, agarraba con tanta fuerza mi brazo que pensé que me lo iba a partir.
-Pero mira que tenemos aquí.- Le escuché decir cuando me levantó. Tenía una voz juvenil, no le pegaba nada con su físico. Me agarró más fuerte haciendo que gimiera de dolor. Le miré, tenía la cara cubierta con un pasamontañas negro.
-¿Qué hace una ratita tan lejos de su casa? No importa, te llevaré conmigo, seguro que nos divertimos. ¿Sabes? Me gustan las ratitas, y más cuando están asustadas.- Se mofó de mí, le miré con asco y con cara de dolor.
-¿Quién te ha dicho que yo esté asustada, pedazo de mierda?- No sé de donde saqué las fuerzas, pero le propiné una patada entre su piernas haciendo que me soltara y gritara de dolor. Cuando me soltó, agarré mi daga y se la clavé en el pecho apartándolo de una patada. Escuché voces, así que, decidí salir de allí. Corrí con todas mis fuerzas, pero la nieve me entorpecía, me escondí tras un árbol y me miré el brazo arremangándome. Tenía cinco marcas rodeando el contorno del antebrazo y parte del hombro.
- Qué bruto, joder.- Me froté el brazo y acto seguido volvía a estar corriendo. Escuché ladridos, genial, y encima llevaban perros rastreadores. Miré hacia atrás y los vi, cinco perros me pisaban los talones.
-Mierda, joder, ¡joder!- Aceleré como pude y justo cuando uno de los perros me iba a alcanzar, agarré una rama y me subí a un árbol. Los perros saltaban para intentar atacarme, ladraban sin parar, así alertarían a los soldados. Me subí a una rama de más arriba para escapar de las fauces de los canes. Los soldados no tardaron en llegar, no pude hacer nada, me tenían rodeada. Me bajaron del árbol y me esposaron.


JIM
Todos estaban cenando en la cocina, bueno, todos menos el Jefe, que llevaba en la puerta toda la tarde, y bueno… menos Erika y yo, que estábamos en la cubierta, cenando sobre un mantel y con mantas encima, hacía bastante frío. Estábamos uno en frente del otro, no nos habíamos casi dirigido la palabra, casi por vergüenza. Bueno, ella había hablado más que yo, pero ahora estábamos callados.
La miré.
-Hace frío, eh… -me senté al lado de ella y sonreí tímidamente, no sabía si se sentiría incómoda.


ERIKA
Estábamos en la cubierta, como había dicho Jim, cenando a la luz de la luna. Hacía algo de frío, pero no me importaba. Noté a Jim algo cortado, bueno, ambos lo estábamos. Se acercó a mí diciendo que tenía frío, pero que chico.
-¿Tienes frío?-Sonreí y me arrimé a él apoyando la cabeza en su pecho, le rodeé la cintura con mis brazos y le di un beso en la mejilla.
-¿Mejor?



JIM
Suspiré y la rodeé los hombros bajo las mantas.
-Sí, mejor.
Incliné un poco la cabeza hacia delante y con la mano la acerqué más a mí.
-¿Te ha gustado la cena? Sé que no lo he preparado yo, pero… bueno, yo lo he elegido, pensé que te gustaría… ¿es así?



ERIKA
Me cubrí bien con la manta arropando también a Jim.
-Si, acostumbro a comer de todo.- Sonreí y le miré.
-Oye, Jim… no sé si querrás, pero…- Me mordí el labio nerviosa, no sabía como lo iba a interpretar o la reacción que tendría.
-Pues… verás…. ¿dormirías conmigo… esta noche?


JIM
-¿Dormir contigo? –me pareció algo raro que me pidiese eso… Era verdad que de alguna manera nos habíamos confesado nuestros sentimientos, pero… ¿Era necesario ir tan rápido?
Vale, quizá no se refería a eso… solo había dicho “dormir”, nada más. Eso no sería tan complicado, pero, ¿realmente creía en mí tanto ya? La miré.
-Claro… ¿es… por algo en especial? ¿Tienes miedo o… o simplemente quieres… que durmamos juntos?



ERIKA
Le miré y me sonrojé.
-No… no es por nada en especial… es solo que… quiero disfrutar de tu compañía.- Le miré y sonreí.
-Solo quiero dormir, no te he pedido que te acuestes conmigo ni nada de eso. Ni si quiera lo he pensado, lo juro.- Dije algo cortada, ¿yo? ¿Practicar el sexo? Creo que aún no.



JIM
Me alivió saber que no pensaba en eso, yo no tenía ni idea de cómo iba el tema, y quería pasar más tiempo con ella antes de… dar ese paso.
Sonreí y la acaricié la mejilla, quitando el pelo que quedaba, acerqué su rostro al mío y la besé con ternura. Sus labios eran tan dulces y cálidos que el frío no era ningún problema en ese momento. La mano que tenía en sus hombros, la bajé hasta su cintura y seguí besándola. Supuse que no tendría ningún problema, al menos yo, estaba en el cielo.



ERIKA
Me acarició la mejilla dulcemente antes de besarme. Sonreí y me arrimé más a él coN la intención de entrar en calor. Su mano agarraba mi cintura mientras que las mías recorrían su pecho, sentí como su corazón latía apresurado.
-¿Estás nervioso?

JIM
Sonreí.
-Emocionado. –solté una pequeña risotada.
-Esto que nos está pasando nunca me había sucedido antes y… bueno… Me gusta bastante. –sonreí de nuevo.
-¿Te… apetece hacer algo?



ERIKA
Sonreí.
-Lo que tu quieras, mi me da igual con tal de estar contigo.- Le acaricié la cara con la punta de mis dedos mirándole a los ojos.
-Nunca me había fijado en el color de tus ojos, me gustan.- Sonreí y me quedé mirándole como una bobalicona.



JIM
Así que le gustaban mis ojos…
-Pues no son nada del otro mundo, son más del montón. –sonreí y miré al cielo.
-Además, no sé por qué buscas nada bonito en mí, para ver algo realmente bello solo has de mirarte al espejo. –eso había sonado a piropo… pero bueno, ¿qué importaba? Ahora estábamos en confianza, supuse que no la molestaría.




ERIKA
Sonreí cuando dijo aquello. Levantó la mirada al cielo y yo hice lo mismo.
-¿En que piensas?- Pregunté acariciándole el pecho por encima de la camiseta.


JIM
-En lo que ha cambiado todo desde la llegada de Saya. –la miré.
-El Jefe no está tan insoportable, Neo y Kara están… por así decirlo: saliendo. Y si no me hubiese encaprichado nunca por Saya… bueno, creo que nunca te habrías fijado en mí. Todo ha sucedido a raíz de su llegada, de una forma u otra. –sonreí mirándola a los ojos.


ERIKA
Le correspondí a la mirada y suspiré.
-Aún sientes algo por ella, ¿verdad? Puedes decírmelo, lo entiendo. Ella es mucho más… bueno… es más que yo y es normal que los hombres se sientan atraídos por ella o incluso por Kara, yo solo soy una niña.


JIM
Negué sonriendo.
-No, Erika. Me he olvidado de ella gracias a ti. A tu apoyo y… a ti misma. –la acaricié la mejilla.
-Lo que siento por ti es mucho más fuerte de lo que he sentido por Saya, pero no me di cuenta hasta que me besaste… ¿sabes? Es algo extraño, no sé si puedo explicarlo con palabras. –miré al horizonte. Nunca había estado así con una chica y era algo extraño y difícil.



ERIKA
Le miré y sonreí levemente. Apoyé la cabeza en su pecho y cerré los ojos disfrutando de su compañía. Me sentía muy bien a su lado, aún que había algo que me preocupaba y era sobre el tema de mi enfermedad… esto no duraría para siempre, mi vida se acabaría antes de lo esperado ¿y entonces qué? Si podía ahorrarle sufrimiento a Jim lo haría, ¿pero como?


JIM
Bostecé, no me aburría, pero había estado nervioso todo el día y eso había agotado mis energías.
-¿Qué te parece si nos vamos ya a dormir? Yo estoy un poco molido, ¿tú no?



ERIKA
Asentí y me levanté.
-Está bien.- Sonreí y esperé a que se pusiese en pie. Le agarré del brazo aún con la manta en los hombros.



JIM
Aún con la sonrisa en mis labios me levanté, cogiéndola de la mano y nos fuimos a su cuarto. Esa noche no sabía si podría dormir, estando con ella al lado… Pero bueno, si no podía, la miraría como dormía ella, nunca me había fijado en lo extremadamente guapa que era.



KAI
Saya no volvía. Dijo que saldría, pero no que estaría todo el día fuera. Ni siquiera dijo a dónde se marchaba, esta mujer siempre por libre, estaba harto. Cogí la espada y un par de pistolas por si se complicaba la cosa por el camino y me dirigí a la salida de la Quimera, debía ir a buscar a Saya.


TIGRE
Salí de la bodega después de dejar al hijo de Saya dormido en las lonas. Decidí ir a dar un paseo fuera de la nave. Me encontré con Kai, armado y dispuesto a irse, seguro que era a buscar a Saya. Me acerque a él y me coloqué a su lado.
-¿Quieres que vaya yo a buscarla?-Le pregunté.
-Puedo rastrear su olor, sería más fácil.



KAI
Antes de poder salir, Tigre se colocó a mi lado.
-No, quiero ir yo solo. Lo más seguro es que… haya pasado algo. Y necesito que te quedes aquí, cuidando de Kai. No quiero que me acompañe nadie, iré yo solo a por Saya, y no acepto un no por respuesta. –me coloqué la capucha, me camuflaría fácilmente si había enemigos por el camino, había empezado a nevar y mi ropa blanca me protegería de miradas indiscretas.



TIGRE
Se negó cuando le ofrecí mi ayuda, suspiré y me senté sobre las patas de atrás.
-Ten cuidado.- Dije antes de perderle de vista. Volví a la bodega convencido de que Kai estaba allí tumbadito en las lonas, pero no fue así.
-… Kai… ¿dónde se ha metido este pequeñajo?- Salí y le busqué por toda la nave, pero nada, su olor me conducía fuera de la nave.
-Oh, no…- Salí fuera y me introduje en el bosque corriendo.



KAI
Había caminado cerca de dos kilómetros, a una velocidad rápida. Me movía bien por la nieve, algo propio de los Fríos. Podría haber seguido las huellas de Saya, pero nevó después de que ella se fuese. Entonces divisé algo rojo en la nieve blanca. Me acerqué y vi que había gotas de sangre.
-Mierda…



KAI JR.
Seguí a mi padre através de la nieve. Vi que se paraba y se agachaba, había algo en el suelo, de color rojo…
-¿Eso es… es… sangre? ¡¿De mamá?!- Me acerqué corriendo y asustado.
-¡¿Dónde está mamá?! ¡Quiero a mamá!- Empecé a gritar medio llorando.



KAI
Kai llegó corriendo y chillando. ¿Pero no había dicho a Tigre que procurase que nadie me siguiese? Le agarré y le tapé la boca, aún podría haber enemigos alrededor.
-Kai, tranquilo, hijo, no es de mamá, no es de mamá. No puedes gritar, cálmate. –cuando estuve seguro de que no volvería a gritar le destapé.
-¿Se puede saber qué haces tú aquí? No tenías que venir, tenías que quedarte en la nave.


KAI JR.
-Pero, yo quiero ir contigo a buscar a mamá.- Le miré suplicante.
-No quiero quedarme solo en la nave, quiero ir contigo.- Me abracé a su pierna medio llorando, no quería estar lejos de mis padres, les había estado buscando mucho tiempo y ahora se iban de nuevo, ¿por qué?


KAI
-Escucha, Kai. –posé la mano en su cabeza.
-No puedes acompañarme, puede ser peligroso, ¿cómo has llegado hasta aquí tú solo? Te llevaré a la nave… -le cogí de la mano y tiré de él, no podía dejar que él corriese peligro, no sólo no me lo perdonaría si le pasase algo, es que cuando Saya se enterase, estuviese bien o no, me mataría.



KAI JR.
-No, no quiero ir a la nave, quiero irme contigo, ¡no!-Empecé a patalear, no quería irme.
-Volveré a escaparme, lo haré, te seguiré y buscaré a mamá. ¡Tonto!-Le dije una palabrota, seguro que ahora vendría el capón.


KAI
Le miré.
-Kai, no puedo llevarte conmigo, tengo que ir a buscar a mamá… -me agaché y le miré a la misma altura- ¿Es que no lo entiendes? No puedo llevarte.



KAI JR.
Me crucé de brazos y le miré con los ojos llenos de lágrimas.
-¿No quieres estar conmigo?-Pregunté dejando escapar las lágrimas.
-¿No me quieres? Seré bueno, lo prometo, haré todo lo que me digas. Por favor, papá.-Me sequé las lágrimas con la mano.


KAI
Bajé la cabeza. No podía dejarlo ahora solo por ahí, si estaba conmigo estaba más seguro, pero, ¿quién sabía lo que nos encontraríamos más adelante? Le miré.
-No quiero que te separes de mí un solo centímetro. Harás caso de lo que yo te diga y no alzarás la voz, ¿de acuerdo?



KAI JR.
Asentí y me puse a su lado.
-Vale, haré lo que tú me digas.- Susurré y caminé a su lado sin hacer nada de ruido.


SAYA
Tenía la cabeza tapada con una bolsa negra, casi no podía ni respirar. Sentía que las muñecas me quemaban a causa del metal de las esposas que apretaban de manera que me hicieron heridas.
El frío no cesaba, eso me daba a entender que aún estaba cerca de la frontera entre el reino del rayo y del hielo. No sabía a donde me llevaban, lo único que percibía eran más pasos a mi alrededor. De vez en cuando sentía que me empujaban con el mango de algún rifle o algún tipo de arma.

Al poco de caminar y caminar sin saber a donde, escuché como una de mis raptores se paraba delante de mí frenándome.
-Bien, guapa, se acabó el paseo. Ahora nos vas a contar que le has hecho a nuestro compañero, al que hemos encontrado desangrándose en el bosque con una daga en el pecho.- Respiré hondo, todo lo que me permitía aquella bolsa negra. Me empujaron de nuevo, sentí que el terreno cambiaba, ya no lo notaba blando por la nieve y el musgo, el suelo ahora era duro, de piedra o acero. Seguí caminado hasta que me propinaron un golpe en la parte de atrás de las rodillas haciendo que cayese al suelo. Me quejé pero sin emitir ni un sonido, me levantaron de manera brusca e inhumana y me sentaron en una silla. Me quitaron la bolsa y por fin vi donde estaba, era un búnker, aislado y secreto. Estaba sola, bueno, con dos soldados cebollones. Uno de ellos se retiró dejando paso al otro que se acercó a mí me amordazó la boca.
-Que bien nos lo vamos a pasar mi colega y yo a tu costa, preciosa.- Sonrió y me agarró de la barbilla con brutalidad para que le mirase.
-Dinos, ¿qué hacías por el bosque tu solita? ¿A caso no sabes que en el bosque hay bandidos? Menos mal que hemos llegado antes. Contesta, rápido y claro.- Me quitó la mordaza para que hablara, pero en vez de eso, le escupí en la cara y le propiné un cabezazo. El soldado se retiró con la mano en la frente mientras su compañero se acercaba y me golpeaba en la cara tirándome de la silla.
-¡Será desgraciada! Te vas a enterar, nena.- Estaba desorientada, menudo mamporro me había soltado el gorila. El otro tío me agarró y me sentó de nuevo en la silla empuñando una navaja de sierra. Le miré y luego al cuchillo, tragué saliva mientras se acercaba a mí.
-Pórtate bien, o te juro que te cortaré a cachitos.


KAI
Llevábamos cerca de dos horas caminando, era de noche y no se veía nada en la linde del bosque. Kai iba agarrado a mi mano todo el rato, callado y sin hacer ni un solo ruido, como le había ordenado. Supuse que estaría cansado, por lo que le cogí en brazos cuando divisé unas huellas.
-Debe ser por ahí. –las huellas eran irregulares y torpes, como si el que las hubiese hecho no viese por dónde iba. Cerca estaba el enemigo, y se había llevado a Saya.
-Vale, hijo. Mamá está bien, ¿vale? Pero seguramente corramos peligro si no vamos con cuidado, así que… -saqué una de las dos pistolas de mi mochila y se la enseñé.
-Esto servirá para protegernos. No quiero que se lo digas a mamás cuando la encontremos bajo ningún concepto, ¿de acuerdo? –se la entregué.
-Si nos ves en peligro y yo no puedo hacer nada, aprieta el gatillo apuntando a los malos sin miedo.


KAI JR.
Papá me entregó una pistola, como las de la tele, pero está era de verdad.
-¡Qué guay!... pero… mamá no me deja utilizar estas cosas, como se entere me va a castigar.- Le mire con la pistola en mis manos.



KAI
-Bueno, pequeño, no te preocupes, si mamá se entera, la culpa será para mí, así que no temas. Pero ten mucho cuidado, no es un juguete. -tenía miedo de que a mi hijo le pasase algo, no podía hacer otra cosa que darle un arma para tener más ayuda.
Las huellas nos llevaron hasta una especie de base con paredes blindadas. Agaché a Kai, escondiéndonos los dos tras un árbol.
-Escucha, -dije entre susurros- mamá debe estar ahí. No quiero que te pongas nervioso, sabes que debemos guardar silencio, ¿de acuerdo?


KAI JR.
Nos agachamos bajo un árbol. Asentí y me tapé la boca.
-Yo te esperaré aquí, no me moveré, lo prometo.- Me metí entre el tronco y unos matorrales.
-Os espero aquí.


KAI
Tuve que considerar eso.
-No, tú te vienes conmigo. No puedo dejar que te quedes aquí tú solo. Estarás más seguro si vas pegado a mí. Aquí pueden acorralarte y no me arriesgaré. Entraremos los dos, y debes estar siempre detrás de mí. Si ves algo, sin gritar, me avisas, y yo me encargo. –me levanté y miré a la puerta. Había un tipo apoyado, mirando en distintas direcciones. Saqué un silenciador de lo coloqué en la pistola. Apunté a la frente del tipo, y sin dudar a penas un par de segundos, disparé. Sólo sonó el chasquido y la caída del civil sobre la nieve.
-Vamos. –tiré de la muñeca de Kai y ambos entramos en el fuerte.
Las paredes también eran blindadas en el interior, ¿qué harían si había un tiroteo? No se lo esperaban. Recorrimos varios pasillos despacio y alerta, no encontramos ningún enemigo. Yo no vi nadie por el frente y Kai no vio nadie a nuestras espaldas.


KAI JR.
Entramos en el sitio donde estaban los malos, miraba detrás de nosotros por si acaso nos atacaban, pero no. Me quedé quieto al escuchar un grito, el grito de una mujer.
-¿Mamá?-Miré a mi papá y le agarré de la mano con fuerza.


KAI
Le pegué a mí con cuidado. Saya estaba ahí, eso estaba claro, y no estaban haciendo nada bueno con ella.
-Tranquilo, pulga, no ha sido mamá. Ella está bien, de verdad. –divisé a tres civiles cruzando hacia otro lado unos metros por delante de nosotros. Coloqué a Kai rápidamente detrás de mí cuando nos vieron.
-Corre, corre. –dije retrocediendo y disparándolos. Acerté a uno, pero las armas de fuego no eran lo mío, así que no pude concentrarme en disparar a los otros dos. Oí a alguien gritarnos por detrás, venía otro corriendo.
-Kai, dispara, ¡dispara!


KAI JR.
Un soldado venía por detrás.
-… ¿qué… qué dispare?- Agarré la pistola y la levanté, vi como el hombre se acercaba a mí corriendo muy deprisa. Apunté y apreté el gatillo como en la serie de la televisión. En hombre cayó al suelo, le salía sangre. Solté la pistola y me quedé quieto mirando la sangre.
-P-papá…- Volví a escuchar otro grito.



KAI
Pude acabar con otro cuando casi estábamos al final del pasillo, pisé al que había matado Kai y tropecé, pero gracias a eso acerté al otro. Kai estaba a mi lado, asustado y casi llorando. Estaba viendo la sangre. Le agarré y le estreché contra mi pecho.
-No mires, hijo, no mires, no pasa nada, ¿vale? Era malo. –le acaricié la cabeza.


KAI JR.
Asentí y le miré.
-E-estoy bien, papá.- Le agarré de la camiseta asustado, había matado a un hombre.



KAI
-Eh, tranquilo, peque, no ha pasado nada. –le besé en la cabeza, intentando calmarle.
-Esto no debe saberlo mamá, ¿vale? Si no, se preocupará mucho. –le acuné entre mi brazos.
-Si no lo hubieses hecho puede que estuviésemos muertos los dos.


KAI JR.
Asentí le miré.
-He…he sido muy valiente, ¿verdad?- Le miré intentando no mirar al hombre muerto.



KAI
-Claro, claro que sí, hijo, has sido muy valiente, más valiente que yo. Venga, dame eso. –cogí la pistola del suelo y la guardé.
-Ya no te hace falta, ¿vale? –me levanté y le cogí en brazos abrazándole.
-Lo has hecho muy bien. Ahora iremos a salvar a mamá.


KAI JR.
-Vale.- Me agarré a mi papá cuando me cogió en brazos.
-T-tenemos que salvar a mamá.


KAI
-Sí, tranquilo, no te preocupes. –no le solté en todo el trayecto. Pude ver una luz al final del pasillo. Cerca de allí había un barril, me acerqué y metí a Kai dentro.
-Quédate aquí y no hagas ruido, voy a buscar a mamá. –le volví a besar en la cabeza y le dejé bien escondido, me fui hacia la luz.


KAI JR.
Me metió en un barril para que me escondiera.
-Vale…- Susurré y me encogí sin hacer ruido.



KAI
Había otro civil vigilando la puerta, le disparé en la sien y cayó redondo. Me acerqué a la puerta y giré el pomo, estaba cerrada con llave, por lo que lo congelé y di una patada, tirando la puerta.
Alcé la pistola a la altura de mis hombros.


SAYA
Me seguían golpeando y haciéndome preguntas incoherentes y por culpa de la desorientación, no llegaba a comprender del todo.
Al no responder, los soldados perdían cada vez más la paciencia, me agarraron y me arrodillaron en el suelo, no sabía lo que me iban a hacer, tragué saliva e intenté guardar la compostura. Uno de los soldados me agarró por delante subiéndome la camiseta por la espalda. El otro se acercó a mí con un hierro al rojo vivo, el la punta había una inscripción, una especie de “D” mayúscula ardiendo como una tea. Jadeé, sabía muy bien lo que me iban a hacer. Cogí aire y solté un alarido cuando el hierro se posó sobre mi piel quemándome. Grité de nuevo cuando lo apartó y cuando lo arrimó de nuevo Chillé de dolor, entonces fue cuando la puerta salió disparada. Los soldados se giraron para ver que ocurría. Vi a Kai que les apuntó con unas pistolas.
-Kai…- Dije dolorida.



KAI
Fruncí el ceño cuando vi lo que estaban haciendo con Saya. Lancé un grito de guerra y empecé a disparar a bocajarro con las dos pistolas, dejándolos a los dos hechos un colador. Cuando al fin cayeron al suelo, solté las pistolas y corrí hacia Saya. La desaté con rapidez y la abracé por la cabeza.
-¿Cómo se te ocurre? ¡¿Cómo se te ocurre hacer esto?!


SAYA
Kai mató a los guardias que me tenían presa, se acercó a mí y me desató. Respiré con más tranquilidad cuando me abrazó, pero empezó a chillarme.
-N-no…no podía hacer otra cosa, Kai… yo… lo siento… lo siento.- No quise moverme, me dolía a horrores el hombro derecho y cada vez que hacía algún simple movimiento me ardía la piel. Agarré la camisa de Kai mientras me abrazaba.
-Perdóname, Kai… he sido una gilipollas…- Las lágrimas, entre el dolor y el cabreo de Kai, se desbordaban por mis mejillas.



KAI
-No es la primera vez que haces este tipo de gilipolleces, no se te ocurra volver a hacerlo, ¿me he explicado bien? –la besé en la frente y luego en los labios, aliviado porque estuviese bien.
-Vámonos, antes de que traigan a toda la guardia. –cogí una de las pistolas y la otra se la entregué.
La cogí en brazos y salí.


SAYA
Me levanté como pude, pero antes de que pudiera poner los pies en el suelo, Kai ya me había alzado en brazos.
-Kai… puedo andar.- Entonces fue cuando vi a Kai salir de un barril.
-¿Pero que coño hace aquí el crío?-Miré a Kai y luego a mi hijo.



KAI
-Cuando vine a buscarte le dije a Tigre que se quedase con él, pero se le debió escapar y vino conmigo, ahora no hay tiempo para explicaciones. –saqué a Kai del barril con una mano y lo dejé en el suelo. Sin soltarle la mano, empecé a correr por los pasillos, con Saya en brazos a pesar de sus quejas y tirando del niño, pues yo era más rápido.



NEO
Estaba bajo las sábanas de la cama de Kara jugando con ella y en pelota picada cuando se me ocurrió ver la hora. Eran casi las tres de la madrugada y el Jefe no había vuelto todavía.
-Oye, ¿no crees que Kai está tardando mucho? No estaba a la hora de la cena, ni después. ¿No te parece raro?


KARA
Me reí mientras salía bajo las sábanas.
-¿Qué? –le miré mientras hablaba.
-Eh… Bueno, estará dando una vuelta o… -me puse seria- Quizá haya ido a buscar a Saya. –sonreí.



NEO
Me puse serio.
-Oh, no, esa tía aquí otra vez, no.- Me tapé la cabeza con la almohada tumbándome boca abajo.


KARA
Sonreí besándole la nuca y agarrándole una de las nalgas con una mano.
-No te sulfures, grandullón. –le quité la almohada y le di besos en la mejilla.
-No seas tonto.




NEO
Sonreí y me di la vuelta tumbándola sobre mí, la acaricié la espalda y los cachetes del culo.
-Es imposible sulfurarme contigo aquí, nena.- La mordí la oreja y la besé el cuello.
-Pero, no sé, me preocupa, sobre todo Kai.


KARA
Le acaricié el flequillo, apartándolo de su frente.
-¿Qué es lo que te preocupa? El Jefe es muy fuerte, y sólo ha ido a buscar a Saya, ¿qué puede haberle pasado?



NEO
Suspiré y la miré.
-Supongo que nada, Kai es fuerte, tienes razón.- Sonreí y la besé agarrándola de ambos lados de su trasero presionando la piel con mis dedos.


KARA
Le seguí el beso, bajando por su barbilla y su cuello cuando sonó el aporrear de las compuertas.
-¿Esos pueden ser ellos? –me levanté y empecé a vestirme.





NEO
Suspiré cuando la puerta sonó.
-Y encima no me dejaran hacer el amor con mi chica a gusto.- Me tumbé boca abajo tapándome la cabeza con la sabana. Gruñí y me levanté para vestirme.


KARA
-No seas tonto, grandullón, acabamos de hacerlo, y cuando quieras repetimos. –le agarré de la barbilla y le besé antes de salir a abrir la compuerta.
-¡Vamos! Podrás comprobar si Kai está bien. –salí corriendo hacia la compuerta y desactivé los cerrojos.



NEO
La seguí dándome tiempo solo a ponerme los pantalones.
Llegué hasta ella y abrí la puerta, no sé porque, pero no me fiaba de nada.
-Espera, deja que abra yo.



KAI
Al fin abrieron la puerta. Ya tenía a Saya en tierra, y sostenía a Kai en mis brazos, medio dormido.
-Menos mal, pensé que no abriríais. –entré mientras Kai se revolvía en mis brazos para bajarse, y lo dejé en el suelo.




NEO
Abrí la puerta y vi a Kai junto con Saya y su hijo.
-Kai, joder, eres tú, perdona.- Me hice a un lado para que entraran. Miré a Saya, tenía un aspecto desastroso, estaba llena de moratones y heridas.
-¿Qué coño os ha pasado?



KAI
-Ahora no estamos para hablar, Neo. Vamos a la cama, mañana os lo explicaré y todo eso. –me pasé la mano por el pelo mojado y me dirigí a las duchas.



SAYA
Cogí a Kai en brazos y me lo llevé al camarote de su padre. Entré y le tumbé en la cama, se quedó dormido en un momento. Me senté en una silla y suspiré cansada. Al apoyarme en la pared me rocé en el hombro sintiendo la quemazón, me tapé la boca para no chillar.
Me levanté y me acerqué a un espejo que tenía Kai cerca del armario. Me miré, las heridas de la cara eran lo de menos, me giré y me revisé la del hombro… Tenía una marca en forma de D, la insignia de Draco. Fruncí el seño, ahora tenía su marca, me habían marcado como mercancía. Respiré fuerte varias veces reprimiendo las lágrimas.


KAI
Terminé de ducharme, me había sentado bastante bien. Subí a mi camarote, lo más seguro es que ahora me esperase la bronca monumental de Saya, y no me hacía ninguna gracia. Abrí, Saya estaba mirando la nueva herida que la marcaba. Me acerqué a ella, pareció no darse cuenta, pero coloqué mi mano sobre el hombro bueno de Saya.
-Puedo aliviarte el dolor.



SAYA
Kai se acercó a mí y posó su mano sobre mi hombro bueno. Sin decir nada, me quité la camiseta para que me viera la marca.
-Me lo merezco ¿no? Por hacer gilipolleces.- No le miré, estaba de espaldas a él sujetándome el pelo para que no tocara la quemadura.


KAI
Acerqué mi mano a la herida, sin llegar a posarla. Empecé a aplicar hielo.
-Pues no creo que nadie merezca esto, sinceramente, pero la imprudencia que has cometido te hará ver que no tienes que volver a hacerlo. –la herida estaba curada, aunque quedaba una pequeña marca. No se notaba mucho. La giré y la besé en la frente.
-Hoy no te resistas, duermes aquí.



SAYA
Me separé y le miré, me puse la camiseta.
-No puedes decirme nada, no sabes porque lo he hecho, y no es ninguna imprudencia. Kai, no soy una cría, sé que tengo mis errores, como hoy, pero ya lo último que te faltaba es encerrarme en un cuarto y encadenarme. Pues gracias a esta imprudencia he descubierto lo que planea Draco y lo que tenía oculto el consejo, pero supongo que eso no te interesa.


KAI
-Te aseguro que puede interesarme, Saya, pero ahora mismo tengo tal peso en el cuerpo que no me apetece más que acostarme. No quiero ningún tipo de discusión ahora, te lo pido por favor. –cogí a Kai y lo coloqué en el centro, tapándolo.
-No pretendo encerrarte, sólo quiero que duermas en una cama con tu hijo y conmigo. –me acerqué a la puerta y la abrí.
-No estás encerrada, no te prohíbo que estés entre estas cuatro paredes, sólo te pido que duermas aquí.



SAYA
Le miré y negué.
-Duerme tú con él. Yo no estoy en condiciones de conciliar el sueño.- Dicho esto miré a mi hijo y luego a Kai, me dirigí a la puerta y salí.
-Lo siento…

KAI
-Sí, seguro que lo sientes. –cuando salió cerré la puerta y volví a la cama, dejando a Kai a un lado y quedándome yo al otro.
No sabía si podía dormir, pero si Saya intentase al siguiente día además recriminarme algo lo tenía claro.

4 comentarios:

  1. ¿Es normal que un niño de 6 años sepa utilizar una pistola? ¿Y es normal que mate a alguien? O_o

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  2. Es normal que si un niño quiere salvar a su madre y la única manera de hacerlo es así y su padre le enseña, lo intente, al menos en una historia como esta, ¿vas a criticar de manera negativa cada capítulo, Christian? ¬¬ xD

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  3. Hay que ver, Christian, es una historia fantastica, aquí hasta un perro puede bailar ballet vestido con un tutú y con ricitos rubietes en la cabeza... la imaginación es libre, macho XD

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  4. Es que yo soy muy negativo -D

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