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viernes, 18 de septiembre de 2009

Capitulo XXXII- AL FILO DE LA MUERTE.

¡Qué se nos muere Kai, qué se nos muereeeeeeeeeeee! XD


KAI
Estaba en mi camarote vistiéndome. Me estaba atando el cordón del pantalón cuando oí a Saya moverse. La miré, no había pasado nada. Terminé de vestirme y salí a la cubierta dejando la puerta cerrada para que pudiese seguir durmiendo.
Me asomé por la barandilla. Al estar con el piloto automático, íbamos a una velocidad lenta y casi no corría la brisa. Me apoyé en la barandilla de espaldas a ella.



SAYA
Me desperté entrada la mañana, estaba sola en la cama y en el camarote. Me incorporé y me tapé el torso desnudo con las sabanas. Busqué mi ropa por el suelo, pero me acordé que la noche anterior fui a ducharme y Kai no perdió el tiempo en arrebatarme la toalla. Me senté en la cama y agarré mi bolsa con mis pertenencias. Busqué uno de mis pantalones vaqueros y algo de ropa interior. Me vestí y salí del camarote. Encontré a Kai en la cubierta, sonreí y me acerqué colocándome a su lado.
-Buenos días.



KAI
La miré.
-Buenos días, ¿qué tal has dormido? –dije cerrando los ojos para ver si corría un poco de brisa, la verdad es que había bastante presión el ambiente.
-Qué asco de ambiente.


SAYA
Sonreí y le miré.
-He dormido bien…- Me asomé por la barandilla apoyando los brazos en la barra de metal.
-Aunque… he soñado con Aleera…-Le miré de reojo.



KAI
La miré.
-Pero, ¿qué pasa? No será otro sueño premonitorio, ¿verdad? Mira que odio a esa tía y a todos los de su jodida raza. –me dio un escalofrío.
-Aún recuerdo cuando me mordieron.



SAYA
Bajé la cabeza.
-Yo también me acuerdo….-Dije tristemente.
-Esa vez casi te pierdo…-Le miré seria.
-No dejaré que esa tía se acerque a ti, yo te protegeré.- Sonaba un poco gilipollas, pero no iba a consentir perderle de nuevo.


KAI
Sonreí y la miré.
-Tranquila, no voy a dejar que una arpía me muerda. –me di en el músculo del brazo con la mano.
-Soy el hombre de hielo, ¿recuerdas?



SAYA
Sonreí levemente y le miré.
-Mi hombre de hielo.- Me puse frente a él y le rodeé la cintura con mis brazos apoyando la cabeza en su pecho. Cerré los ojos y me estremecí al recordar todo lo que sufrimos cuando Rukia le mordió aquella vez. Le introdujo el veneno e hizo que se fuera desangrando poco a poco. Tuve que ir al reino de la oscuridad para conseguir el antidoto…
Suspiré acariciándole la espalda.



KAI
La acaricié el pelo para que se tranquilizase mientras miraba al horizonte. La rodeé con mis brazos también. Había algo que me escamaba y no podía averiguar qué era, quizá sólo imaginaciones mías…



SAYA
Le miré, estaba muy serio.
-¿Te pasa algo?- Le pregunté acariciándole la barbilla con la punta de mi nariz.
-No quiero que te preocupes por nada, ¿de acuerdo?- Fruncí el ceño a posta en plan broma.
-Que serio te has puesto.


KAI
La miré.
-Sí, bueno. Es que tengo un mal presentimiento, me parece que… no sé, siento que somos observados, ¿tú no? –dije mirando hacia otro lado, notando la presencia de alguien más ahí.



SAYA
Miré a mí alrededor guardando silencio.
-……- Le miré seria.
-¿Tú crees que…?- Me separé sin dejar de mirarle.
-¿…el tesoro…?



KAI
Abrí los ojos con amplitud, la aparté sin brusquedad pero deprisa y fui a toda velocidad hacia la sala de los tesoros, sabía que no presentía algo cuando no había nada.
Bajé pisando las escaleras con fuerza una a una y abrí la puerta de un golpe.



ALEERA
Tenía entre mis manos el tesoro del Rayo. Mi señor me ordenó que lo recuperase después que los rebeldes lo ganaran en su torneo. La puerta se abrió de golpe, sonreí enseñando mis largos colmillos cuando vi al rey del Hielo.
-¿Vienes a por esto?- Me reí melódicamente mirándole. Dejé el tesoro en la mesa y me acerqué al rey.
-Majestad, no he tenido la oportunidad de presentarme como es debido.- Incliné la cabeza agachándome levemente.
-Soy Aleera.- Le miré y me acerqué hasta él.



KAI
Era esa maldita chupa-sangre. Al final resulta que Saya tiene sueños premonitorios de verdad. Intentaba arrebatarnos el tesoro.
Se acercó a mí, y antes de que pudiera atacarme, la agarré del brazo, retorciéndoselo de manera que ella quedó de espaldas a mí y la empotré contra la pared.
-¿Dónde está tu jefe?



ALEERA
Me reí de nuevo.
-Eres agresivo. Y me dijo James que no eras moco de pavo.- Me giré y esta vez fue él el que quedó contra la pared.
-Siento la sangre correr por tus venas.- Le acaricié el cuello, me acerqué a él y le lamí la piel de su fuerte cuello. Sonreí y le mordí con fuerza saboreando su sangre.



KAI
No me dio tiempo a apartarme, era más fuerte de lo que creía y eso me pilló desprevenido. Cuando clavó sus dientes en mi cuello acudieron a mi mente todo el tiempo que tuve el veneno dentro de mi cuerpo, era insufrible.
Noté cómo su veneno pasaba a través de mi sangre. Otra vez no… ¿cómo pude dejarme vencer?


SAYA
Seguí a Kai, pero antes agarré una de las pistolas de Kara, estaban encima de su sillón. Corrí hasta la sala de los tesoros, allí estaba Aleera, mordiendo a Kai.
Fruncí el ceño y alcé la pistola a la altura de mis hombros, apreté el gatillo y la bala atravesó la sien de Aleera. Esta me miró y desapareció.
No sabía si la había matado, porque me sonrió con sus dientes y sus labios manchados de sangre, y con sus ojos centelleantes…
Me acerqué a Kai, tenía el cuello ensangrentado.
-Dios… te ha mordido….- Me desgarré la camiseta y le taponé las incisiones para que dejara de sangrar. Le miré asustada, otra vez por lo mismo no….


KAI
Saya ahora intentaba taponarme la herida, pero eso daba igual ahora, lo que importaba era el veneno, me mataría en cuestión de un par de días. Aún no me afectaba lo suficiente, pero podía notar cómo me hervía la sangre.
Me quedé con la mirada al frente, sin saber qué decir ni hacer.
-He… he fallado… -pude decir, aunque no era exactamente algo que pensaba soltar.



SAYA
Negué con los ojos encharcados de lágrimas.
-No, ha sido mi culpa, te dije que te protegería, debí de contarte lo que había soñado… lo siento, Kai….- Las lágrimas se desbordaron por mis mejillas. Seguí taponando la herida sin dejar de llorar. Lo había visto, había visto a Aleera en mi sueño, se llevaba el tesoro, había sido error mío no contarlo.
-Iré a por el antídoto, te lo traeré y te curaré, como la otra vez… no dejaré que mueras…


KAI
Agarré la mano que sostenía el tapón en mi cuello y la miré.
-Ni de broma pienses que voy a dejarte ir hasta allí sola otra vez, además, quizá ya no haya antídotos, ya no existe el Reino de las Sombras, ¿recuerdas? –noté el veneno arder en mi sangre y cerré los ojos.


SAYA
Le miré.
-Aleera me mordió en el combate, fui a la enfermería y me inyectaron el suero que contrarresta el veneno, puedo ir allí, puedo traerlo, Kai….- Cerré los ojos.
-No me digas que no haga nada, no puedo quedarme aquí sin hacer nada viendo como mueres….tú harías lo mismo por mí…



KAI
-Puede que tengas razón, pero no voy a dejar que vayas sola… -sentí una fuerte punzada en el brazo, me agarré la parte afectada con la mano contraria y me dejé caer al suelo, soltando un gemido de dolor ahogado.


SAYA
-¡Kai!- Grité cuando se dejó caer al suelo, me sentía desesperada. Me agaché y le ayudé a levantarse apoyando su brazo detrás de mi cuello.
-Vamos, te llevaré a tu cuarto.- Salimos como pudimos de allí. Andamos por el pasillo y llegué a su camarote, abrí la puerta de una patada y le ayudé ha llegar hasta su cama. Le tumbé como pude.



KAI
Cerré los ojos con fuerza cuando me dejó sobre la cama.
-Estoy bien… sólo ha sido un momento. –abrí los ojos respirando más deprisa de lo normal.
-Dile a Neo que vamos a donde tú digas, pero repito que no bajarás sola, ¿me has oído? –me callé cuando el dolor se repitió, pero intenté no alarmar a Saya.



SAYA
Le miré y asentí.
-Está bien, Kai…- Le acaricié la cara, su temperatura subía cada vez más.
-No te perderé de nuevo…- Le di un beso corto en los labios.
-Te quiero…- Susurré.



KAI
Sonreí.
-Lo sé. –la besé en la frente cerrando los ojos con fuerza.
-Vamos, ve a avisar a Neo, esto escuece un poco… -dije seguido de una leve risa, quería quitarle importancia.



SAYA
Salí del camarote corriendo y entré en el de Neo sin llamar, estaba en la cama desnudo y con Kara.
-¿Qué pasa es que en esta nave todos están sordos? ¿No habéis oído el disparo?- Miré a Neo.
-Necesito que me lleves a un sitio, no hay tiempo de dar explicaciones y si tienes alguna queja te la guardas para otro momento.



NEO
Saya entró en mi camarote sin llamar y sin nada, nos despertó a base de gritos y preguntas.
-Espera, para el carro. Entras en mi cuarto, sin llamar, gritando como una loca ¿y encima me ordenas mover la nave a donde a ti te de la gana? Se siente preciosa, pero paso.- Me di media vuelta en la cama.
-Cierra la puerta cuando salgas.


SAYA
Fruncí el ceño.
-¡Me cago en la puta madre que te parió!- Me acerqué y le agarré del cuello levantándolo y empotrándolo en la pared.
-¡Ya estoy harta de tus gilipolleces y que siempre te creas mejor que los demás! ¡Como no muevas la puta nave te arrancaré las pelotas y se las daré de comer a los tiburones! Ahora, ¡muévete!- Estaba cabreada, pero bien. Ya sabía lo que sentía Kai cuando le desobedecían.



KARA
Saya entró a lo bestia en la habitación, estuve por lanzarla una llama, pero tal y cómo venía lo único que pude hacer fue taparme y mirar cómo amenazaba a mi novio contra la pared. Me quedé un momento callada, estaba muy enfurecida, así que algo malo debió pasar.
Miré a Neo.
-Venga, hazla caso, grandullón.


NEO
Saya me agarró del cuello y me empotró en la pared amenazándome. No pude decir nada, era la leche, nunca había visto a Saya así.
-Está bien… lo siento, ¿vale? Pero… deja que me vista, por favor. No tardaré…-Miré a Saya agarrando el brazo con el que me había cogido el cuello.


SAYA
Respiré hondo y le solté.
-No tardes. La vida de Kai está en juego y no pienso dejar que la pierda…-Les miré.
-Aleera ha estado aquí, quería robar el tesoro, pero Kai la pillo con las manos en la masa, así que ella para ganar tiempo le mordió. Ahora, Kai se muere y necesito que lleves la nave hacia el lugar donde se celebraron los torneos para conseguir el antídoto…-Dicho esto salí del camarote.



KARA
-Oh… con que era eso. –dije relajándome.
-En fin, algún día tenía que pasar, con lo egocéntrico que es seguro que se ha creído que podía con esa. –dije indignada, ese tío me la traía floja con lo que estaba haciendo últimamente.



NEO
Me vestí, miré a Kara y suspiré.
-Te veo luego.-Me levanté y salí del camarote. Seguí a Saya hasta el puesto de mando y apagué el piloto automático una vez me apoderé del control de la nave.
-Muy bien, ¿dónde coño quieres que te lleve?



SAYA
Le miré seria cruzándome de brazos.
-Si piensas que esto es un viaje de placer, te equivocas, me parece mentira que no te afecte en absoluto lo que le ha pasado a Kai, se supone que eres su amigo, ¿no?- Suspiré y desvié la mirada.
-Pierdo el tiempo intentando razonar con un orangután.- Me acerqué al mapa y señalé el lugar.
-Aquí, lleva la nave a este lugar, lo más rápido que puedas.


NEO
La miré cuando me insultó, decidí callarme, no era el momento de ponernos a discutir.
-Muy bien, lo que tú digas.- Apreté el acelerador de la Quimera a tope para ir tan rápido como ella deseaba.
-Kai es mi amigo, pero no me preocupo porque sé que saldrá de esta… siempre lo hace.



JIM
Había oído gritos, y fui a la sala de mandos, a ver qué se cocía, porque era Saya la que gritaba pero no oía a Kai. Entré, sólo estaban ella y Neo.
-¿Ha pasado algo? –pregunté entrando



SAYA
Miré a Jim cuando entró.
-Han intentado robar el tesoro que ganamos y Kai ha salido herido.- Dije simplemente, estaba muy ocupada diciéndole a Neo por donde debíamos ir.



JIM
Me metí las manos en los bolsillos mirando al suelo, no sabía qué decir. El Jefe no me caía bien desde hacía mucho tiempo, pero tampoco era plan de le pasase algo.
-¿Puedo hacer algo para ayudar?


SAYA
Suspiré.
-Si, necesito que te quedes aquí con Neo y le vayas diciendo las coordenadas de la zona donde estuvimos en los torneos… tengo que ver como está Kai.- Le miré.


JIM
Saya estaba muy preocupada, debía de estar realmente mal, y la verdad es que no sabía qué era eso tan malo que podría pasarle al Jefe para que estuviese ella así.
Asentí y me aparté de la puerta para que saliera.



SAYA
Salí y me dirigí a la cocina, abrí el congelador y saqué todas las bolsas de hielo que vi allí. Las metí en un cubo con agua tibia y un par de paños. Salí de la cocina y fui al camarote de Kai.
Entré con todo lo que había cogido y me acerqué hasta la cama donde estaba tumbado. Me senté en el suelo a su lado y abrí las bolsas de hielo con los dientes. Dejé que los cubitos de hielo cayeran en el cubo con el agua y acto seguido mojé los paños.


KAI
A medida que pasaban los minutos, el dolor se iba extendiendo. Ya ocupaba mi brazo y la parte derecha del torso, un dolor continuo. Saya llegó e hice lo posible porque no mostrar dolor, se preocuparía más.
Lo peor llegaría cuando el veneno llegase hasta el corazón, pero para eso tardaría un día más, y a mí me mataría de inmediato, no como a alguien que tiene un corazón normal.
La miré mientras preparaba hielo.
-No creo que eso funcione.


SAYA
Suspiré y me puse de rodillas ante la cama.
-Lo sé, pero al menos mantendrá tu cuerpo a una temperatura baja, y es lo que más necesitas ahora…- Puse una mano en su frente, estaba más cálido de lo normal. Agarré el paño y se lo pasé por el rostro y le cuello para refrescarle. Estaba sudando y era a causa del puto veneno.
-Neo a puesto la nave camino de la enfermería más próxima… pronto tendré el antídoto…



KAI
Sonreí y la acaricié la cara con la mano derecha, la que aún estaba bien.
-Tranquila. Sabes que no soy fácil de aniquilar, tengo mucha guerra que darte. –apreté los dientes por el dolor, pero no debió notarlo.


SAYA
Sonreí apenada agarrando su mano derecha. Cerré los ojos y dejé que las lágrimas se me escaparan. Le besé la mano apretándola contra mi mejilla. Estaba aterrada, no quería perderle, habían pasado tantas cosas que ya no sabía como iba a acabar esto.
Cogí una bolsa de hielo aún sin abrir y se la coloqué bajo la nuca acomodándola con la almohada. Seguí refrescándole con los paños mojados para evitar que se elevara su temperatura.


KAI
Cerré los ojos suspirando. Saya lo estaba pasando mal, y no me gustaba verla sufrir así. El dolor comenzó a acentuar en mi costado derecho de una forma insoportable, me encogí ahogando un grito mientras con mi mano buena me agarraba las costillas.
-Sal de aquí, por favor, Saya. –le pedí, solo sufriría más si me viese así.



SAYA
Le miré.
-¿Qué...? ¿Por qué? No quiero dejarte solo…- No entiendo porque quería que me fuese, pero no lo iba a conseguir.
-No voy a irme, no quiero…


KAI
Menuda cabezota. Dios, el dolor no cesaba, me estaba matando. Quizá por cosas como esta muchos de los que habían contraído el veneno se habían suicidado antes de que les matase el veneno.
-Por favor, Saya, no quiero que me veas así. –el dolor se intensificó y grité, agarrándome la piel con las uñas. Esta vez era peor que la anterior… o al menos eso me parecía, la anterior vez me quedé sin fuerzas rápidamente y me desmayaba, ahora ni eso me libraba.


SAYA
-¡No! ¡No voy a irme! No voy a dejar que sufras esto tú solo, Neo no tardará en encontrar alguna enfermería…-Gritó de dolor, le agarré de la mano co fuerza.
-Aguanta un poco, Kai…



KAI
El dolor siguió por lo menos dos minutos más, dejándome agotado. Sudaba abundantemente a pesar del hielo, ese condenado veneno…
-Saya… lo siento… pensé que podría haberlo parado, pero… -tragué saliva, empezaba ya a sentirme débil. Aguantaría muy poco con esta mierda de corazón.



SAYA
Le sequé es sudor de la frente y el cuello.
-No eres tan fuerte como crees, Kai. Me dices muchas veces que cuente con la ayuda de los demás, pero eres tú el primero que no te dejas ayudar…- Suspiré y le miré.
-Pues esta vez te ayudaré yo, quieras o no.



KAI
Cerré los ojos. Esta vez no podía discutir con ella. Intenté tranquilizarme, quizá eso me ayudaría a ignorar en dolor. Me sentía tan vulnerable que si alguien nos atacaba, estaba seguro cien por cien que no podría protegerles.


SAYA
Seguí refrescándole sin decir nada. Solo rezando por que saliera de esta, que como se muriese yo iría detrás… No sé cuanto tardaríamos en encontrar la enfermería, pero lo que si está claro es que si veía empeoramiento en Kai, iría a buscarla por mi cuenta.



KARA
Entré en la sala de mandos y me crucé de brazos, apoyándome en el marco de la puerta.
Jim estaba con Neo en los mandos, mirando la pantalla de navegación. Suspiré.
-Esto ya no parece una nave, parecemos el batallón de rescate, nadie realiza su trabajo. Bah, si nunca he cobrado, no sé de qué me quejo. –me acerqué, apartando a Jim y poniéndome tras Neo.
-¿Qué buscamos exactamente?



JIM
Estaba mirando el mapa de navegación, guiando a Neo cuando Kara me apartó del sitio. Fruncí el ceño y me alejé hasta sentarme en el banco.


NEO
Miré a Kara de reojo y la señalé el mapa con la barbilla.
-Saya quiere que lleve la nave hacia donde se celebraron los torneos. Allí había una especie de ambulatorio y cree que allí podrán darle una cura para Kai… Es una estupidez, porque estará lleno de soldados de Draco, en cuanto la vean intentaran cargársela.- Respondí agarrando el timón con las dos manos.


KARA
Apoyé la barbilla en el hombro de Neo.
-Yo creo que no deberíamos complicarnos tanto la vida y dejar que ese tío palme de una vez, es un plasta y nos está jodiendo a todos. –no lo deseaba en realidad, no le odiaba tanto, pero lo que le pasaba ahora le estaba bien empleado.



NEO
La miré serio cuando dijo aquello. No dije nada, pero di a entender que había sido una burrada pensar eso. Volví la mirada al mapa y después al navegador.
-No sé donde puñetas puede estar la enfermería, ¿y si la han cambiado o se la han llevado? Tal vez llegamos allí y no encontramos nada, vete tú a saber…


KARA
Suspiré y me crucé de brazos.
-Vamos a morir todos por culpa de ese tío. –miré fuera, estaba lloviendo, qué poco me gustaba la lluvia, joder.
-¿Y si nos atacan? No conseguiremos curar al Frío y acabaremos enchironados, o peor, muertos, y no me hace ninguna gracia, si te soy sincera.


JIM
-Oh, ¡¿quieres parar ya?! –exploté. Me levanté. Kara estaba diciendo cosas horribles de Kai, y aunque fuese un maldito hijo de puta y un cabrón…
-Kai nos ha salvado a todos, Kara. Si no fuese por él, tú estarías amargada en tu casa, consumiéndote pensando en que todo es culpa tuya. –me miró con dureza y desvió la mirada.
-Si nunca hubieses llegado a la Quimera jamás habrías conocido a Neo, ¿no? –suspiré.
-Si Kai no nos hubiese enrolado a todos aquí, seguiríamos vagando sin rumbo por nuestra antigua mierda de vidas que teníamos, deberías estarle agradecida.


NEO
Miré a Kara y después a Jim. No dije nada, la cosa no iba conmigo, es verdad que Kara no paraba de desear que Kai la palmara… a veces podía llegar a ser muy desconsiderada con los demás…
Volví al timón y miré por el gran ventanal, se estaba creando niebla.
-Oh, genial….y encima el tiempo acompaña…



KARA
Miré mal a Jim cuando me chilló y salí de la sala de mandos. Completo idiota, era él el primero que le odiaba.



JIM
Me volví a sentar cuando Kara salió y miré fuera.
-Oh, genial, niebla. –me levanté y me coloqué al lado de Neo, posando la mano sobre su silla.
-No pinta bien, ¿llamo a Erika?



NEO
Negué.
-No, no hace falta, el GPS indica que estamos cerca, pero…-Me erguí en la silla y miré por el ventanal.
-Hay un grupo de soldados inspeccionando la zona, allí.-Señalé hacia el suelo.
-La niebla nos ocultará durante un par de minutos, el tiempo suficiente para bajar, coger la cura y largarnos de aquí.- Me retiré de la silla y me levanté.
-Voy a buscar a Saya, tal vez le interese ver esto…



JIM
Le miré.
-No. Déjame a mí. Quiero bajar con ella. Tengo… algo que hacer. –salí de la sala y me dirigí al camarote de Kai, abrí sin llamar. Lo que vi verdaderamente me aterrorizó.
Kai estaba agarrándose el pecho, tirando de la camisa, y retorciéndose de dolor. Saya estaba aterrada.
Cuando Kai se calmó pude ver que su piel estaba muy pálida, y sudaba abundantemente. Tragué saliva. Seguro que ahora no era buen momento para interrumpir, pero Saya querría salvar a Kai a toda costa.
La miré.
-Saya, ya estamos aquí, quizá quieras bajar ya. Yo te acompaño.



SAYA
Jim entró en el camarote, le miré y asentí.
-De acuerdo…-Volví a mirar a Kai, no quería dejarle solo, pero tenía que bajar a por el antídoto.
-No tardaré, te lo prometo…- Me levanté y me acerqué a mi bolsa, saqué un estuche negro y salí junto con Jim.
Fuimos a la sala de mandos y me asomé por el ventanal. Había soldados rodeando la enfermería, suspiré y miré a Jim.
-¿Piensas bajar conmigo?



JIM
La miré serio y asentí.
-Lo primero, quiero cuidar de ti, y… necesito bajar, quiero saber si puedo conseguir una cosa. –me agaché y saqué la pistola pequeña que llevaba en el tobillo.
-Intentaré serte de ayuda.



SAYA
Le miré sin decir nada.
-Tú verás…- Coloqué el estuche negro encima del banco al lado de la compuerta, lo abrí y lo extendí, estaba enrollado sobre si mismo. Me quité el cinto del muslo y lo empecé a llenar de cuchillas, cada una en su funda, hasta que estuvo del todo lleno. Me lo coloqué de nuevo y cerré el estuche ahora vacío.
Miré a Neo.
-No aterrices, mantén la nave en el aire…- Me asomé cuando abrió la compuerta, estábamos a una altura de casi 10 metros, me volví hacia Jim.
-Espero que sepas nadar.


JIM
Estaba algo asustado, pero debía ser valiente si quería coger lo que necesitaba, no sabía si en una enfermería lo tendrían, pero debía intentarlo.
Asentí, cogí aire, tomé impulso y salté.


SAYA
Salté justo después que Jim. Caímos en un lago, nadé hasta la superficie y busqué a Jim con la mirada. Él ya estaba fuera del agua, nadé hasta alcanzar la orilla y me situé a su lado.
La enfermería estaba justo pasado el pequeño bosque que se abría ante nosotros. Miré a Jim, parecía asustado.
-Si tanto te asusta esto, deberías quedarte aquí y esperarme.



JIM
La miré seguro.
-No. Ahora estoy aquí y no voy a echarme atrás por mucho miedo que llegue a tener. –me sacudí el pelo mojado y eché a andar.



SAYA
Le agarré del brazo cuando empezó a caminar.
-¿Dónde vas, aventurero? Deja que vaya yo primero.- Le miré y pasé por delante de él.
Caminamos a través del bosque hasta avistar la enfermería. Me agazapé agarrando a Jim para que me imitase. Pude divisar a tres guardias, dos a cada lado de la puerta de la enfermería y uno deambulando por los alrededores. Al lado de la enfermería había aparcado un camión.
Giré la cabeza y miré a Jim.
-Quédate aquí, y no te muevas, cuando yo te diga sal…-Dicho esto caminé agachada y vigilé de que los soldados no me viesen. Cuando tuve oportunidad, corrí hasta colocarme detrás del camión. El soldado que deambulaba caminó hasta colocarse de espaldas al camión, saqué de mi funda una de mis cuchillas y se la lancé incrustándola en su nuca. Le agarré antes de que cayese al suelo. Le deposité yo misma sobre el piso sin hacer ruido. Miré a Jim y le indiqué que se acercara hasta mí.


JIM
A la señal de Saya asentí y con sigilo me situé a su lado. Definitivamente, pensaba pasar desapercibida, me alegraba saberlo. Me sequé el sudor de la frente y sostuve la pistola en mis manos. Si tenía que usarla no habría problema, llevaba incorporada un silenciador.
La miré. Parecía segura de lo que hacía, pero aún así pude ver la preocupación en sus ojos por Kai, debían estar pasándolo mal ambos. La acaricié el hombro para infundirla ánimos, aunque en ese momento no necesitara de mi cariño.


SAYA
Le miré de reojo y sonreí levemente.
-Espera mi señal…- Susurré. Me puse en pié y de un salto agarré la el techo del camión con las manos. Me impulsé hacia arriba consiguiendo subirme encima del camión. Me agazapé y agarré dos cuchillas del cinto, miré y las lancé hacia los guardias que cayeron fulminados al suelo. Asomé la cabeza por el lado en el que estaba Jim y le indiqué que saliese ya.
Salté al suelo y corrí hasta la puerta de la enfermería. Me asomé por un agujero en el cristal de la ventana, los enfermeros estaban en el suelo, de rodillas y con las manos en la nuca. Dos soldados más les apuntaban con fusiles mientras un tercero rebuscaba entre los armarios de las medicinas.
Miré a Jim y miré su pistola, sonreí y me levanté poniéndome de cara a la puerta, cogí aire y la derivé de una patada.
-¡Jim, dispara!


JIM
Cuando Saya me dio la señal, me asomé, y sin tomarme mucho tiempo y haciendo caso a los consejos de Erika, disparé a uno de los civiles que tenían a los enfermeros como rehenes.
El otro que portaba arma fue a dispararme pero fui más rápido y le di en el brazo, haciendo que soltara el arma. La segunda bala paró en su frente.
El que estaba rebuscando en el armario se giró y disparé varias veces, haciéndole caer, hecho un colador.
Bajé el arma y me dejé caer de rodillas casi en shock, madre mía…
Cogí aire varias veces.
-Despejado…


SAYA
Asentí y entré en la enfermería. Ayudé a los empleados a levantarse, ninguno estaba herido, para alivio mío. Empezaron a darnos las gracias, resulta ser que los soldados no estaban de servicio, solo buscaban “algo” con lo que divertirse, ¿y que mejor que una enfermería repleta de medicamentos?
Al menos ya estaban a salvo.
Miré a Jim y le ayudé a levantarse, se había quedado en estado de shock. Pedí el antídoto que necesitaba, por fortuna lo tenían.
-Jim, ¿tú no tenías que pedir algo?- Le miré.
-Te espero fuera…- Salí cerrando la puerta. Me apoyé en la pared y me dejé caer aliviada. Tenía la cura que podía salvar a Kai.



JIM
Intenté calmarme, necesitaba la medicina. Me acerqué a los enfermeros.
-Me… me preguntaba si… si tenían algo para el cáncer de pulmón. –Erika no quería ser hospitalizada y lo comprendía, esos sitios estaban plagados de civiles, pero si podía ayudarla de alguna forma…
-Lo que sea, algo para calmarlo, algún medicamento para disminuirlo, lo que sea… -las lágrimas acudieron a mis ojos por la desesperación, necesitaba encontrar algo para ella, lo que fuese…



SAYA
Esperé a Jim fuera. Me guardé la inyección del antídoto en uno de mis bolsillos. No podía esperar a llegar a la nave, seguro que Kai lo estaba pasando mal. Cerré los ojos y suspiré impaciente. Miré de nuevo a la puerta por si se abría y salía Jim… pero nada.


JIM
Salí por la puerta, cabizbajo y con las lágrimas ya secas, miré a Saya.
-Siento la tardanza, Saya, vámonos ya. –sonreí y corrí hacia donde se suponía que la nave venía a buscarnos, no quería que Saya notase que había llorado, ya era bastante vergonzoso de por sí haberme puesto a llorar delante de los enfermeros.


SAYA
Me levanté y le seguí, ya era hora de salir de allí, no me apetecía tener que toparme con más soldados.
Nos introducimos en el bosque en busca de la nave, seguía a Jim de cerca. Frené y miré hacia arriba, Neo nos lanzó una cuerda para trepar por ella. Dejé que Jim fuera el primero, miré hacia atrás para asegurarme de que nadie nos seguía y me dispuse a trepar por la cuerda hacia el interior de la nave.


JIM
Nada más subir me agaché para coger de la mano a Saya y ayudarla a ascender el último tramo, sabía que tenía prisa por curar a Kai.
-Vamos, iré contigo.


SAYA
Subí a la nave con la ayuda de Jim. Le miré.
-No, será mejor que vaya yo sola. Kai no quería ver a nadie, ni siquiera a mí…- Bajé la cabeza y fui al camarote de Kai a paso ligero con la jeringuilla en la mano. Abrí la puerta rápidamente y entré cerrándola detrás de mí.
-Lo tengo, Kai…-Me acerqué y me arrodillé en el suelo al lado de Kai. Le arremangué y busqué la vena de su brazo, destapé la jeringuilla con la boca y acto seguido le clavé la aguja con mucho cuidado atravesando la piel y la vena. Le introduje el líquido con lentitud para que no fuese molesto. Aparté la jeringuilla una vez administrado el antídoto dejándola encima de la mesilla. Miré a Kai y empecé a masajearle el brazo con suavidad para que la cura se extendiera más rápidamente.
-Ya está, Kai, te dije que lo conseguiría…- Estaba sofocada.



KAI
Intentaba dormir por el cansancio que me provocaba la pérdida de sangre, pero el dolor no me dejaba conciliar el sueño. Entonces entró Saya. Estaba algo desorientado, pero pude ver como me ponía el antídoto, aunque la oía distante.
Cerré los ojos mientras el remedio iba por mis venas, a los pocos minutos conseguiría dormirme y cuando despertase estaría mucho mejor.
-Lo lograste.



SAYA
Sonreí aliviada y le agarré de la mano con fuerza. Dejé caer la cabeza sobre el colchón acariciándole el brazo con mi mano libre. Ya estaba a salvo, se iba a salvar. Sonreí con los ojos cerrados besándole la mano.
No sé cuanto tiempo estuve ahí sentada, a su lado, pero lo único que me reconfortaba era el saber que estaba bien, que se recuperaría.


KAI
No era la primera vez que me pasaba, y tampoco era la primera que se repetía esta escena. La había hecho pasar un mal trago. La acaricié el pelo con los dedos como pude antes de caer en un sueño profundo, con ella a mi lado, me sentía… seguro

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