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martes, 8 de septiembre de 2009

Capitulo XXII - FINAL TRISTE.

Pues nada, este es nuestro último capítulo, espero que os haya gustado la historia...XD
Que no hambre, aún nos queda muuuuuuuucha guerra que daros, que disfutéis. ^^


SAYA
No podía creerme lo que acababa de suceder, Max y Kai se habían peleado, con lo unidos que estaban…
Ante todo, quise evitarle “sufrimiento” a mi hijo. Me lo subí a su cuarto y estuvimos arriba jugando y viendo cosas de su cuarto que él mismo me enseñaba. La verdad es que me lo pasaba muy bien junto a él.
Acabamos en su cama, tumbados los dos juntos, le tenía entre mis brazos acariciándole el rostro como a él le gustaba hasta que se durmió. Sonreí y le miré mientras dormía. Parecía tan indefenso, tan frágil, tan pequeño, no soportaba la idea de separarme de mi hijo una vez más.
Le acaricié la cabeza y le besé en la mejilla con delicadeza para no despertarle, acto seguido salí de su cuarto cerrando la puerta sin hacer ruido.
Me fijé que empezaba a anochecer, por lo que supuse que pasaríamos la noche aquí. Bajé, pero Erika y Jim habían vuelto a la nave, no soportaban el frío, Natty y Max no salían del cuarto, seguro que seguían discutiendo, y Kai… ni rastro de él. Se habría ido él también a la Quimera, sin despedirse, claro…
Me encontraba de nuevo en aquel castillo, sola, lo único que me ataba a ese lugar era mi hijo. Subí las escaleras y anduve por el pasillo con dirección a la última puerta, la habitación de Kai, y la cual, hace seis años, también me pertenecía a mí.
Abrí la puerta pero no entré, la eché un vistazo desde fuera. Todo parecía igual que antes, la cama en su sitio, el armario contra la pared, el pequeño balcón, su escritorio… Di un paso a delante, hacía mucho más frío allí dentro que en la casa en sí. Miré a mí alrededor y caminé hacia el balcón, me vinieron a la mente muchos recuerdos, a cual mejor, claro. Sonreí levemente acordándome de todo lo sucedido en aquél cuarto, me senté en la cama y contemplé el cuarto con detenimiento.



KAI
Estuve más de media tarde bajo la nieve, sintiendo como los copos fríos caían sobre mi piel. Poco antes de anochecer, Erika y Jim volvieron a la nave con Neo y Kara, yo seguí ahí. Las cosas se habían torcido tantas veces que ya me daba todo igual. Lo único que me importaba ahora, era asesinar a Draco, y volver a traer a nuestro mundo la paz que antes tenía.
La luna ya estaba alta en el cielo cuando me di cuenta de que había estado mucho tiempo fuera. Estaba cansado, así que decidí entrar en el castillo, para descansar un rato, y poder recoger un par de cosas para llevarme por la mañana, sin tener que ver a mi hermano y su mujer.
Cuando fui a abrir la puerta de la habitación, ya estaba abierta, solo tuve que empujarla. Entré y me percaté de que mi cama no estaba vacía, Saya estaba ahí.
Permanecí quieto, sin saber qué decir, no sabía exactamente qué hacía ahí.



SAYA
La puerta se abrió dejando paso a Kai, giré la cabeza y le miré. Me levanté y desvié la mirada sin saber que decirle ahora. Nuestra “relación” iba a trompicones y no sabía exactamente como actuar ahora. Le volví a mirar, pero no directamente.
-Solo… bueno, supongo que te marcharás en cuanto amanezca, lo más seguro es que yo siga dormida, así que… quería despedirme.- Respiré hondo, ¿y como coño me despedía yo ahora? “Que te vaya bien”, “ten cuidado”, “vuelve pronto”…
Me acerqué a él y le miré.
-Te deseo toda la suerte del mundo, y… vuelve, sano y salvo, por Kai.- Extendí la mano para estrecharla con la de él.


KAI
La miré mientras me hablaba, decía cosas sin sentido, que quería despedirse, decía. Lo que quería era pedirme que me quedase, y no tenía valor, o su orgullo no la dejaba. Me extendió la mano para despedirse…
Bajé la mirada hacia su mano, saqué la mía del bolsillo y se la estreché mientras la miraba directamente a los ojos.


SAYA
Estrechó su mano con la mía, estaba helado, más de lo habitual. Me miraba a los ojos mientras tanto. Tragué saliva, esos ojos me descomponían enterita, eran penetrantes y parecía como si me estuviera leyendo por dentro, me atravesaba.
Como siempre, tuve que desviar la mirada, no podía aguantarla, me sentía incomoda.


KAI
Suspiré.
-¿Se puede saber qué pretendes, Saya? ¿Despedirte con un apretón de manos? –dejé en el aire lo que verdaderamente quería decir, ella me conocía bien como para saberlo, es más, si ella no ponía remedio a esa situación, sabía bien lo que hacer.


SAYA
Sabía muy bien lo que quería, ¿un apretón de manos entre dos personas que se aman incondicionalmente como despedida?
Volví la mirada hacia su rostro, aparté mi mano con suavidad de la suya.
-Si, pretendo despedirme con un simple apretón de manos, Kai. No hay más.


KAI
Solté una risotada, si pretendía que me fuese así estaba muy equivocada. Cuando soltó mi mano, llevé la mía a su cintura, y con la otra agarré su nuca, acercándola a mí, y encerrando sus labios entre los míos. Si iba a quedarse aquí, tendría una despedida como Dios manda.



SAYA
Como lo sabía, me agarró de la cintura y de la nuca terminando en un beso. Estaba muy frío, posé las manos en su pecho y le empujé hacia adelante para apartarle de mí sin brusquedad. Le miré seria.
-Ya has conseguido lo que querías, ¿no? Ahora suéltame.


KAI
Negué con la cabeza, no era eso lo que quería.
-¿Crees que vamos a ser felices los dos si no nos despedimos como realmente queremos, Saya? Vas a echarme de menos, y yo también, pero, ¿no te gustaría llevarte un buen recuerdo de todo esto?



SAYA
No me soltaba, intenté zafarme de su agarre. Era la primera vez que le rechazaba y no tenía ni idea de cómo iba a acabar esto, pero ante todo, quería evitar lo que tanto deseaba. Mi cuerpo decía una cosa y mi cabeza otra, por una vez en la vida, haría caso a mi cabeza.
-Es la despedida que quiero, si no te gusta ya puedes joderte.- Su mano se aferraba a mi cintura como un imán, la distancia era corta, y eso es lo que más me inquietaba.



KAI
La miré bien.
-Saya, lo que más deseas en este momento es hacer el amor conmigo, y te niegas, me gustaría saber por qué a veces eres tan increíblemente cabezota y orgullosa. –no la solté aunque ella forcejeaba, necesitaba saber qué era lo que la frenaba.



SAYA
-Lo que yo desee o deje de desear no es asunto de nadie, es problema mío…- No le contesté directamente, aun que él sabía de sobra que la respuesta era SÍ.
Forcejeé para que me soltara, pero nada, este tío se enganchaba como un mono a una rama.



KAI
La solté, definitivamente había dejado claro que no quería hacer nada, al menos eso era lo que pretendía, pero no la dejé salir, cerré la puerta y me apoyé en ella.
-Como comprenderás, también es problema mío.


SAYA
Me soltó, así la tensión desapareció poco a poco. Le miré, genial, ahora no me dejaría irme.
-¿Problema tuyo? No, no lo creo.



KAI
De un solo paso, agarré sus muñecas tumbándola sobre la cama y poniéndome encima de ella, haciendo que me mirase directamente a los ojos, no iba a escaparse de mí.
-No te moverás de aquí, no hasta que me digas que me quieres, que no deseas que me vaya, que lo que deseas es que me quede a tu lado. No me iré hasta que me beses de manera que se nos agote el aliento. Tengo toda la noche, Saya.


SAYA
En un momento, me tumbó en la cama colocándose encima. Sentí como la adrenalina me subía desde los pies hasta la cabeza.
-¿Q… qué haces?- Pregunté, me había pillado por sorpresa.
-Kai… suéltame.- Dije con el aliento entrecortado. Tragué saliva desviando la mirada, si no tenía delante sus ojos parecía todo más sencillo… y una mierda.



KAI
Está mujer quería esquivarme y ya no sabía cómo. La cogí de la cara, dejando una mano libre suya, pero estaba seguro de que no la utilizaría para escapar, y la hice mirarme a los ojos.
-No me voy a ir de aquí hasta que lo digas, Saya, y sabes que lo quieres decir, sabes que quieres que te haga el amor toda la noche y después fugarte conmigo, pero no lo quieres hacer, por miedo a querer estar conmigo y dejar al niño aquí, solo, o por simplemente no querer volver conmigo porque tienes miedo a nuestras peleas constantes y que todo vuelva a ser igual que antes. ¿Me equivoco?


SAYA
Me hizo mirarle a los ojos, dio en el clavo con todo lo que dijo, pero aún así, no iba a dejar que me manipulara, mi deseo hacia él era enorme y de una magnitud increíble, pero no podía consentir lo que siempre pasaba, disputas, disputas y disputas.
Le miré sin saber que decir, él mismo lo había dicho.
-Las cosas no son tan sencillas como las pintas, Kai. Sí, es cierto que quiero que te quedes, pasar toda la noche contigo y que me hagas el amor, disfrutar de tu compañía y que nunca te alejes de mí, pero ya estoy harta, cansada de que este cuento de hadas se desvanezca cada vez que pensamos diferente o actuamos de otra manera que perjudique al otro, que no sepamos controlarnos, yo… son muchas cosas, Kai…



KAI
Ese fue mi límite. Me levanté despacio, dejándola libre. No era la primera vez que yo sufría para que ella fuese feliz, y era algo que no me gustaba de ninguna manera. Mi corazón era lo más débil que había en mi cuerpo, y no aguantaba más que ella me ignorase y me rechazase cada vez que lo nuestro volvía a tomar forma.
Nunca había llorado, nunca. Ni siquiera cuando vi morir a mi madre, ni a mi padre, ni a mi hermana. Nunca había llorado, pero mi corazón llevaba tanto tiempo haciéndolo que no sentía ganas de nada más que de llorar, pero mis ojos no saben llorar.

Desvié la mirada y sin dedicarle una sola palabra más, salí de la habitación y del castillo, para perderme por la nieve.


SAYA
Se levantó, me quedé asombrada cuando vi el dolor reflejado en su rostro, nunca le había visto así. Sentí que mi corazón se encogía y sangraba al mismo tiempo. Me incorporé y le miré mientras abandonaba la habitación, ¿y ahora que hacía?
Cuando cerró la puerta me di cuenta del daño que le había hecho, le había destrozado… Las lágrimas se escaparon de mis ojos como cascadas, me sentía miserable. Me tapé la cara con las manos llorando por él, por los dos.


KAI
Caminé por la nieve varios metros, no podía hacer otra cosa que seguir andando, mi cuerpo me lo pedía, andar por la nieve, huir de ese lugar lo más lejos posible. Al no mirar por donde iba, tropecé con una piedra y no hice nada por no caer cuan largo era al suelo. Me di la vuelta y me quedé tumbado boca arriba en la nieve, con los ojos cerrados. No me movería de allí en toda la noche. No quería saber nada de mí alrededor.



TIGRE
Caminaba por el bosque nevado, me gustaba el paisaje y más de noche, cuando la luna hace que la nieve reluzca con fuerza.
Justo cuando divisé el castillo, algo en el suelo llamó mi atención. Me acerqué corriendo al descubrir que era Kai. Le miré, estaba tirado en medio con los ojos cerrados.
-¿Qué haces aquí? Te diría que te puedes congelar, pero en tu caso…



KAI
Oí a Tigre, pero le ignoré. No tenía ninguna gana de hablar ni… ni pensar con nadie. Solo quería disfrutar de la nieve caer sobre mi piel de hielo, no quería otra cosa, y si le contaba lo sucedido, él siempre defendería a Saya, por lo que me mantuve en completo silencio.



TIGRE
No contestó, no quería molestarle, pero sabía que algo malo había pasado. Me tumbé a su lado sin tocarle, apoyé la cabeza en mis patas delanteras y cerré los ojos. Solo se escuchaba el rumor del viento gélido y mi respiración, que inevitablemente, era muy profunda. Entreabrí los ojos y miré a Kai, estaba inmóvil, moví una de mis zarpas hasta rozarle. Cerré los ojos con fuerza cuando su energía se trasmitió a mí. Sus pensamientos, sus sentimientos. Me aparté se un salto dejando escapar un rugido apenado. Le miré con las orejas gachas.
-¿P-pero… qué te pasa, muchacho?- Pregunté asombrado. Era demasiada la pena que guardaba aquel chico en su interior. Era tal el dolor que me transmitió que no pude reprimir las lágrimas.



KAI
-¿Sabes qué es lo que más desearía ahora? Olvidar a Saya. Ella lo intenta cada día, y es más fuerte que yo en ese aspecto, porque en estos seis años no he parado de pensar en ella, pero… -entreabrí los ojos- He sufrido bastante. Mi corazón no aguanta más eso, y a Saya no parece importarle. Lloraría si supiese hacerlo, pero como no es el caso… -eso último ya lo dije con sorna, quería dejar de sentir y pensar por un rato pero no podía.


TIGRE
Me senté sobre mis patas traseras aún con las orejas gachas y sin dejar de llorar. Gemí de pena y le miré.
-Ojala… pudiera hacer algo por ti, Kai.- Lo dije en serio y sincero. Me dolía el pecho cada vez que me acordaba de lo que había sentido a través de Kai. Me aporreaba la cabeza sus sentimientos y no podía parar.



KAI
Volví a cerrar los ojos. Con suerte, a la mañana siguiente me hallarían muerto en medio de la nieve, pero eso sería ya mucha suerte. Dejé mi mente totalmente en blanco, dejé de sentir y caí en la inconsciencia



TIGRE
Me tumbé a su lado, pero esta vez, cerca, para resguardarle del frío. Sabía que ese era su elemento, el hielo, pero hasta un elemental puede ser afectado por su elemento. Me tumbé haciendo que su cabeza se apoyara en mi lomo, le rodeé con una de mis zarpas y acto seguido dejé que el sueño se apoderase de mí.


KARA
El día anterior lo había pasado en la nave sola con Neo, hacía muchísimo frío y él había puesto la calefacción a máxima potencia, por él y por mí, que empezaba a notarme febril por la tarde, pero eso se arregló en seguida, porque puso un buen remedio, meternos ambos en la cama y… darnos calor corporal.
Había pasado la noche entera tapada con varios edredones y el cuerpo ardiente de mi Neo cubriéndome para no pasar frío. En definitiva: al final había sido bueno venir al País del Hielo.



NEO
Kara y yo estuvimos la mayor parte del tiempo en la sala de máquinas, encendí la calefacción al máximo, pero al no ser suficiente, pasamos a métodos más eficaces, para anular el frío no hay nada mejor que proporcionarse calor corporal…
Pasamos toda la noche en su cama, el uno junto al otro, durmiendo, haciendo el amor, durmiendo de nuevo, cuando nos despertábamos, al lío otra vez y así hasta que amaneció.


KARA
Pasé las manos bajo los edredones, buscando a Neo, cuando pude rozar su mano, la agarré y entrelacé mis dedos con los suyos, acercándome más a él. Ya no tenía frío, pero me gustaba mantenerle lo más cerca posible de mí, para saber que no se había ido.
Seguía con los ojos cerrados, pero estaba despierta.


NEO
Sentí como la mano de Kara buscaba la mía, sonreí y la acerqué a mí agarrándola por la cintura. Pasé el otro brazo por sus hombros hasta que estuvo pegada a mí del todo. La di besos dulces y suaves por todo su hermoso rostro como si fuera de cristal. Bajé por su cuello hasta acabar en su hombro.


KARA
Sonreí cuando empezó a besarme hasta el hombro, habíamos estado así toda la noche, y había sido fantástico.
Pasé una pierna al otro lado de su cuerpo para tumbarme sobre él y mirarle de frente, sonreí y le entrecerré mis labios con los suyos.



NEO
La agarré de la nuca enredando mis dedos es su cabello. Mi mano libre se deslizaba por su espalda desnuda mientras la besaba apasionado. Esta mujer era veneno para mí, debía de ser masoquista porque me encantaba su veneno. Sonreí y la miré, acto seguido volví a besarla agarrando con fuerza sus labios.


KARA
Sonreí de nuevo, me encantaba estar así con él, pero había cosas que hacer.
-Eh, tigre… -dije entre beso y beso, después coloqué el dedo en sus labios.
-Tenemos que poner en marcha la Quimera, o no podremos salir hoy de aquí. –sé que le había cortado el rollo, a mí también me lo había cortado, pero debíamos salir de ahí.
Me senté sobre él tapándome con uno de los edredones.


NEO
Sonreí y la miré.
-Muy bien, mi capitana, tus deseos serán ordenes para ti.- Sonreí y me senté agarrándola de la cintura. La besé por última vez y me levanté cogiéndola en brazos. La deposité en el colchón con cuidado y acto seguido fui a vestirme.



JIM
Esa noche había vuelto a dormir junto a Erika, sólo que esta vez se lo había pedido yo, había puesto la excusa del frío, pero ella sabía que no sólo era eso.
Cuando me desperté, la tenía rodeada de la cintura con un brazo y de espaldas a mí. Sonreí al percibir el aroma de su pelo en mi cara y deposité un beso en su nuca


ERIKA
Me desperté cuando sentí los labios de Jim en mi nuca. Sonreí y me giré. Estaba adormilada, así que, no abrí los ojos. Le rodeé la cintura con mis brazos y apoyé la cabeza en su pecho. Ya no hacía tanto frío, pero me gustaba que estuviese tan cerca de mí.


JIM
Acaricié su pelo, entrelazando mis dedos entre su cabello pelirrojo, me encanta. Aspiré el aroma de su pelo, como hacía ahora cada día, entonces abrí los ojos.
-Oye, Erika… no estoy seguro de algo… -la alcé la cabeza agarrándola de la barbilla.
-No sé si lo nuestro es… serio, así que te lo voy a pedir: ¿Quieres salir conmigo?


ERIKA
Le miré algo confundida.
-¿Quieres que sea tu novia?- Pregunté mirándole a los ojos. Nunca antes había tenido una relación seria, solo rollos y poco más. Sonreí sin saber que decir.



JIM
-Bueno… sí… Me gustas mucho, Erika. Quiero que seas mi novia. –sonreí algo sonrojado.


ERIKA
Sonreí cuando me lo dijo tan directo.
-Sí, claro, tú también me gustas mucho. Me parece bien.- Sonreí y le abracé.


JIM
Correspondí a su abrazo y la tumbé sobre mí, acto seguido la besé en los labios. Estaba tan contento que el frío no me importaba.


ERIKA
Le agarré de la nuca cuando me besó. No me creía lo que estaba pasando entre los dos. Hace un par de semanas no podíamos ni vernos y ahora éramos novios. Le miré y le acaricié la cara.



JIM
Sonreí y la volví a besar, acariciando su espalda con las yemas de mis dedos.
-Eres lo mejor que me ha pasado, Erika. –la volví a besar, encerrando sus labios entre los míos.



ERIKA
Sonreí y me tumbé en la cama colocándolo encima de mí. Le besé agarrándole de la espalda.
-Que casualidad.- Sonreí volviéndole a besar.


JIM
Seguimos dándonos besos y caricias un buen rato, hasta que nos dimos cuenta de que la nave comenzaba a moverse, eso quería decir que nos marchábamos.
-Bueno, creo que deberíamos levantarnos, no debe de ser muy pronto. –dije quitándome de encima de ella sonriendo.
-Leche, qué frío. –volví a tumbarme tapándome.


ERIKA
Me reí cuando se levantó y tuvo que tumbarse de nuevo por el frío. Le abracé apoyando su cabeza en mi pecho. Le besé en la frente.
-Nadie nos va ha echar de menos, Jim, ¿por qué no nos quedamos un rato más?



JIM
Sonreí, la idea era más que tentadora, la abracé por la cintura y nos quedamos así un buen rato más.



KAI
Por desgracia logré despertarme entrada la mañana, ya estaba el sol alto, y la nieve estaba más baja. Tigre seguía a mi lado. Me levanté y miré al castillo, no sabía si acercarme a despedirme de mi hermano.



TIGRE
Abrí los ojos y levanté la cabeza cuando vi a Kai despierto. Le observé un momento antes de levantarme junto a él.
-Espero que te encuentre con fuerzas para afrontar lo que te espera.- Dicho esto le miré y me giré en dirección al bosque.


KAI
Suspiré. Como mínimo debía despedirme de mi hijo. Me encaminé, a mi pesar, en dirección al castillo.
Subí al cuarto de Kai, que estaba todavía en la cama. Me acerqué silenciosamente, no quería despertarle. Me agaché a su lado y posé la mano en su cabeza, echando el flequillo hacia atrás para besarle en la frente.
-Sé bueno. –susurré mientras me levantaba.



MAX
Pasé por al lado del cuarto de mi sobrino. La puerta estaba abierta, me asomé y vi a mi hermano despidiéndose de su hijo.
-¿Ya te vas? Pues que te vaya bien, pero si le pasa algo tú hijo espero que no me recibas de nuevo con un puñetazo, no soy su niñera.



KAI
No miré a Max. No tenía ninguna gana de hablar con él, ni con nadie, así que pasé por su lado sin ni siquiera mirarle, y me dirigí a la sala de entrenamiento, donde tenía mis armas personales
.


MAX
No me dijo nada, se marchó sin ni siquiera mirarme a la cara, gilipollas egocéntrico… Miré a mi sobrino que dormía como un ángel y acto seguido cerré la puerta sin hacer ruido. Pasé por el cuarto de mi hermano, vi a Saya dormida en la cama, suspiré y cerré la puerta también.



KAI
Abrí la sala, todo seguía igual, no debían de pasar mucho por ahí. Paseé por la sala, las espadas seguían en su sitio. Me acerqué a un par de katanas y las guardé en mi cinturón. Me quedé un buen rato ahí quieto, no volvería, al menos en mucho tiempo.



SAYA
Me desperté y miré la hora. Me levanté y mire a mi alrededor. Aún me sentía mal por lo de anoche y Kai no había vuelto, seguro que ya se había marchado. Salí del cuarto y fui al de mi hijo, me asomé y vi que seguía dormido. Cerré y miré el pasillo, no tenía ni idea de lo que hacer. Me dirigí hacia el piso de abajo con dirección a la calle, a lo mejor un paseo me refrescaba las ideas.


KAI
Cuando me hice con las armas decidí marcharme. Pasé por los pasillos, armado con nuevas espadas. Al salir vi a Saya, en ese momento me dio una punzada en el corazón y no la miré. Fui hacia la puerta sin dirigirle la palabra.



SAYA
Vi a Kai, no sabía si decirle algo, pero tenía que actuar ya.
-Kai…- Le llamé antes de que saliese por la puerta. No le miré directamente.
-…….. Yo……..lo siento….-Seguro que estaba harto de escuchar siempre lo mismo, pero tenía que intentarlo.


KAI
Saya me llamó y me paré frente a la puerta. Dijo que lo sentía… ya, ahora lo sentía.
-Sí, bueno… Ya sé lo que pasa aquí. Sólo quieres olvidarme, y no volver a verme más, y yo lo único que hago es fastidiarlo, así que lo mejor es que no volvamos a vernos. –salí por la puerta, no quería volver allí en mucho tiempo, y no quería volver a verla. Esa era la última vez que sufría por culpa suya.



SAYA
-No, espera, Kai….-Le seguí.
-Me arrepiento de todo lo que te e hecho pasar, todo el sufrimiento que te he causado, de jugar con tus sentimientos, me arrepiento, de verdad. Si no quieres perdonarme lo entiendo, pero….no digas que me quiero olvidar de ti porque no es cierto, jamás me podré olvidar de ti, nunca….



KAI
Me giré.
-Pues tal vez deberías hacerlo, Saya. Nunca nos hizo bien estar juntos, desde el principio hemos sido incompatibles, tú misma lo has dicho muchas veces: Somos muy diferentes. Tú te quedarás aquí, con nuestro hijo, como debe ser, yo me iré a mi nave a acabar con nuestro peor enemigo, como debe ser. –volví a girarme y caminé a paso ligero, quería irme sin verla llorar, no podría perdonármelo si la veía llorar.



SAYA
Me puse delante de él.
-Sé que lo he dicho muchas veces, pero tengo miedo, como tú has dicho, hemos pasado por mucho juntos, somos diferentes y tenemos nuestras broncas pero no puedo olvidarme de ti ni aunque esté al borde de la muerte, no me pidas eso…- No lo soportaba, no quería que se fuera, le miré, noté como mis ojos se humedecían, pero no iba a llorar, si podía ahorrarle sufrimiento, lo haría.


KAI
Desvié la mirada cuando se colocó en frente de mí.
-Quizá deberías hacerlo, yo ya no aguanto más todo esto. Nunca he sido tan… vulnerable desde que te conozco, y eso se acabó. A partir de ahora… seré el mismo de antes de conocerte. Así que, apártate, ninfa. –la esquivé. Haría lo posible por olvidarla, aunque me llevase toda la vida, lo haría. Me encaminé a la nave por el camino de nieve.



SAYA
Negué y corrí hasta él y le abracé por detrás.
-No puedes volver a ser el de antes, no te dejaré, hombre de hielo.- Le abracé con más fuerza.
-Perdóname, por favor.

KAI
Intenté no dudar, agarré sus manos con frialdad y las aparté de mi cintura.
-No sé por qué quieres que te perdone ahora. En cuanto me vaya será como estos seis años. Tú estarás en casa con Kai y yo en la nave con mi tripulación. Llevamos dos vidas distintas. –sentía que el corazón me dolía dentro de aquella máquina que lo hacía funcionar. Por última vez, eché a andar y me fui, lejos del castillo.



SAYA
Al final se marchó y yo no pude hacer nada por evitarlo. Me quedé allí, viendo como se marchaba hasta que desapareció. Me apoyé en un árbol y me dejé caer hasta sentarme en el suelo de nieve. Escondí mi rostro entre las piernas y dejé que mis lágrimas mojaran la nieve a mis pies.

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