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sábado, 19 de septiembre de 2009

Capítulo XXXIII - LA PRIMERA VEZ

Uhhhhh, cargaditos de regalos vienen hoy los personajes con sus travesuras de adolescentes, jojojojojo... ^^

JIM
Cuando me aseguré de que el Jefe ya estaba bien, busqué a Erika por el pasillo, supuse que estaría en su habitación.
Me puse en frente y llamé a la puerta. Me humedecí los labios antes de hablar.
-¿Se puede?


ERIKA
Estaba tumbada en mi cuarto, encima de la cama limpiando las armas que solía utilizar. Escuché la puerta y la voz de Jim pidiendo permiso para pasar.
-… si… pasa….- Suspiré y me tapé con la sabana, pues estaba con una camiseta de tirantes y unas braguitas, no quería que se asustase al verme medio “desnuda”.


JIM
Pasé y cerré la puerta detrás de mí. Al mirarla me di cuenta de que se tapaba con la sábana y estaba seguro de que no era por vergüenza. Cerré los ojos y suspiré. Me acerqué, agarré la sábana y la retiré por completo de una sola vez.
Me senté a su lado mirándola.
-Tengo algo para ti.


ERIKA
Le miré cuando entró, volví la mirada a la metralleta que tenía entre mis manos y limpiaba con un trapo blanco.
-… ¿el qué?- Le pregunté mirándole de nuevo.

JIM
Saqué las pastillas que había en mi bolsillo, los enfermeros no habían podido darme otra cosa, pero esto al menos servía de algo.
-He conseguido esto para ti, sirven para que los ataques que te dan no sean tan fuertes ni continuos. Ahora que estás en fase crónica, te ayudarán mucho… -la cogí la mano y coloqué el bote en ella.
-Siento todo lo que te hago pasar, no sé por qué reacciono así, soy un imbécil.


ERIKA
Miré las pastillas y luego a Jim.
-No las necesito…- Se las devolví.
-Tengo de las mías, no necesito nada más…gracias de todos modos.- Bajé la mirada.


JIM
No lo entendía, ¿por qué las rechazaba? Era un medicamento que la ayudaría.
-Erika… ¿por qué no las coges? No hacen el mismo efecto que las tuyas… -bajé la mirada.
-Sigues enfadada…


ERIKA
-No estoy enfadada, no sé porque piensas eso, lo único que digo es que paso de empastillarme, con las mías tengo suficiente…- Dejé la metralleta en una funda y la coloqué debajo de la cama. Me tumbé sobre el colchón sin decir nada más.

JIM
Miré el bote de pastillas mordiéndome el labio inferior. Había bajado ahí a por ellas y no las quería… cerré los ojos. Las dejé en el suelo y me puse sobre ella, apoyándome con las manos a cada lado de su cabeza en el colchón y la miré.
-Necesito que me digas si me perdonas por mi inmadurez, Erika.

ERIKA
Le miré y suspiré.
-No tengo que perdonarte nada, Jim, es tu forma de ser y ya está… tal vez no estés tan preparado como yo en iniciar una relación… solo es eso…- Desvié la mirada.
-Por eso intento ser menos impulsiva cuando estás tú…


JIM
No dejé que siguiese hablando, la besé en los labios. No quería que ella se sintiese mal ni que nuestra relación se echase a perder. Se acabó el asustarse y el dejar marchar a Erika.
La agarré de la nuca mientras la besaba.

ERIKA
No me dejó terminar, me besó agarrándome de la nuca. A veces los tíos podían llegar a ser tan incomprensibles….
Le miré cuando se separó de mí.
-Jim… no tienes que hacerlo si tú no lo deseas de verdad, te esperaré lo que haga falta…


JIM
-No quiero que me esperes más… -bajé la cabeza.
-Eres tú la que más está aguantando, y no pienso dejar que lo nuestro se estropee porque yo sea un mierda y un cobarde. –la miré.
-Quiero hacer esto contigo, Erika, sólo si tú quieres…

ERIKA
Le miré.
-Jim, no eres un cobarde… si no te sientes preparado, lo entiendo, no puedo presionarte ni obligarte…- Cerré los ojos y suspiré.
- Claro que quiero hacer esto contigo, te quiero…


JIM
No parecía de humor para hacer nada a pesar de estar diciendo eso.
-No pareces muy convencida de ello… -dije mirando a otro lado.

ERIKA
Estos hombres… si no les demostrabas que ibas en serio no se lo creen.
Puse los ojos en blanco y le agarré de la nuca haciendo que sus labios se juntaran con los míos. Le besé de la misma manera que después del baile que se celebró después de los torneos. Enredé mis dedos en su pelo pegando mi cuerpo al suyo.


JIM
Me estaba liando… Pero bueno, esto era lo que queríamos ambos, aunque estuviese un poco asustado por hacerlo mal, pero ella me perdonaría… supongo.
Mientras seguía su beso acaricié sus hombros con mis manos, descendiendo por sus brazos hasta llegar a su cintura.
Esperé hacerlo bien y estar yendo a un buen ritmo, aunque ella no se cortaría ni un pelo si me pasaba, eso estaba bien.

ERIKA
Sabía que esta era mi primera vez, pero no me asustaba, había vivido cosas más fuertes que hacer el amor con mi chico.
Seguí besándole bajando por la barbilla hasta su cuello. Le agarré del mentón e hice que alzara la cabeza, sonreí y le pasé la punta de mi lengua por el contorno de su cuello.
Mi mano libre se coló por debajo de su camiseta acariciándole el pecho y el abdomen.


JIM
Contraje el abdomen cuando me acarició, la piel se me erizaba cuando me besaba. Cuando me estaba besando en el cuello, yo volví a sus labios acariciando su vientre con mis dedos, ascendiendo hasta por debajo del pecho, bajé también con mis labios hasta su cuello, acariciando su piel con besos cortos.

ERIKA
Agarré el extremo de su camiseta con las manos, se la fui deslizando hacia arriba hasta arrebatársela del todo. La dejé caer al suelo volviendo a besarle con más intensidad.
Le miré y le agarré una de sus manos, la que tenía bajo mi camiseta, y la llevé hasta uno de mis pechos. Respiré agitada agarrándole de la nuca.


JIM
Vaya… no se cortaba ni un pelo, parecía que el que iba despacio era yo. Sin dejar de besarla, acaricié su pecho con delicadeza, nunca lo había hecho antes… Em… vaya de nuevo.
Me atreví a tocarla con más pasión y garbo, no creo que la importase, lo más seguro es que la gustase, si no, ¿por qué me habría colocado la mano ahí?
La besé también con más pasión, y acaricié uno de sus muslos con la otra mano libre, menos mal que el nerviosismo estaba siendo reemplazado por la excitación.

ERIKA
Se le notaba tenso, y más cuando coloqué su mano en uno de mis pechos.
La respiración se transformó en jadeos cuando empezó a acariciarme de aquella forma. Mis manos se deslizaron por su espalda y seguí bajando hasta la tira de su pantalón.
Estaba muy tenso y yo debía, es más, era mi obligación ayudarle a relajarse. Pasé mis manos a su torso y las bajé hasta su ombligo. Le besé con fogosidad introduciendo las manos dentro de su pantalón y su calzoncillo.


JIM
Vale, como era de esperar, le tocaba a ella. Seguro que notaba que aún estaba algo tenso, pero la dejé hacer, no debía dejarme llevar por el pánico. Bajé mis labios hasta su cuello, besándola con intensidad, quizá la había dejado una buena marca.
Pasé mis dos manos por debajo de su camiseta, acariciándola el torso y los pechos, y la volví a besar en los labios, buscando su lengua con la mía.


ERIKA
Seguí aliviándole la tensión proporcionándole placer sin retirar las manos de dentro de su pantalón.
Jadeé hundiendo el vientre cuando sus manos me acariciaron. Le besé entrelazando mi lengua con la de él.


JIM
Jadeé, nunca había estado con una chica, y sabía que si seguía por ese camino no aguantaría mucho rato. Agarré su camiseta y la retiré despacio hasta dejarla a un lado. Qué cuerpo…
Di besos cortos por su cuello bajando hasta la clavícula mientras acariciaba sus caderas.


ERIKA
Noté que estaba bastante erecto, así que, retiré mis manos desabrochándole el pantalón. Agarré la tira y fui bajándoselo hasta que estuvo libre de ellos.
Se le apreciaba un enorme abultamiento bajo el calzoncillo. Me mordí el labio acariciándole la espalda mientras me besaba el cuello.


JIM
El momento se acercaba y esperaba hacerlo bien. Hasta entonces, la seguí besando y acariciando, su piel también estaba erizada, aunque no parecía nerviosa, menuda suerte. Y era ella la joven, si llego a ser yo a saber qué me habría dicho Neo.
Pasé la mano por su vientre descendiendo hasta que llegué al extremo de su ropa interior. Tragué saliva y se la retiré con cuidado.
El corazón me iba a mil, me iba a dar una taquicardia cuando ella me quitase los calzoncillos.

ERIKA
Le ayudé a quitarme las braguitas. Flexioné las piernas y levanté levemente la parte de los riñones y los glúteos para que pudiera quitarme la ropa con más facilidad. Al levantarme, rocé su entrepierna con mi vientre presionándola levemente. Me quedé algo cortada cuando noté su… exuberante… gran… “amigo”.

JIM
Tragué sonoramente cuando pasó aquello y clavé las uñas en el colchón. Vale… el condón, ¿dónde estaba el condón ahora? …Bolsillo, pantalón… ¿Pantalón?
Miré al suelo, ahí estaba mi pantalón… Para no ser muy cantoso, fui dándola besos por el vientre mientras intentaba alcanzar el pantalón, cuando lo pillé, agarré el bolsillo y saqué uno de los preservativos, el otro se cayó al suelo.
Jim, hemos practicado esto, ahora no puede salirte volando. Subí a sus labios de nuevo, y abrí el paquete sin mirar, menos mal que eran buenos.
Besé su cuello con pasión mientras me colocaba el preservativo, aunque me costó lo suyo.


ERIKA
Jim se quitó el calzoncillo e intentó ponerse un preservativo. Sonreí y miré mientras luchaba por ponérselo.
-¿Quieres… qué te ayude?- Pregunté acariciándole la nuca.
-Puedo ser de gran ayuda…- Sonreí picarona y le miré.


JIM
Me puse rojo cuando me ofreció su ayuda.
-Creo que al menos esto puedo hacerlo yo… -dije colocándolo bien al fin, ¡qué complicado es el sexo, coño!
Tragué saliva y la miré. Me acerqué y la besé.

ERIKA
Me reí juguetona mientras me besaba.
-Pero que mono eres cuando te poner rojo…- Le besé en los labios rodeándole el cuello con los brazos.
Le rodeé la cintura con mis muslos acomodándole entre mis piernas.


JIM
Apoyé los brazos sobre la almohada besándola con intensidad. Me atreví a intentar penetrar a la primera. Por suerte creo que lo hice bien. Ella no estaba nada tensa y se notó cuando pude penetrar limpiamente. Jadeé separándome de sus labios por un instante e intenté mantener un ritmo continuo, cada célula de mi cuerpo trabajaba en ello.

ERIKA
Contuve la respiración cuando penetró, dicen que la primera vez suele doler, yo no sentí un dolor exagerado, solo una molestia que pasó en seguida cuando Jim penetró por segunda vez. Empecé a jadear alto sintiendo el placer que experimentaba mi cuerpo, un placer primerizo.
-Oh, Jim…- Dije agarrándole de la espalda, me encantaba aquella sensación, lo que provocaba en mí, deseaba más. Mi cuerpo acumuló tanta excitación que lo manifestó provocándome los gemidos. Cada vez que sentía una oleada de placer se lo hacía saber a Jim con un gemido seguido de otro más intenso. Me mordí el labio inferior agarrando las sabanas con fuerza mientras seguía jadeando y gimiendo sin control.


JIM
Esta sensación no podía describirse, Neo no me había dicho que era así, era mucho mejor de lo que yo creía… Pude advertir que ella también estaba disfrutando bastante por sus… ejem, manifestaciones vocales.
Yo también solté varios… gemidos, por así decirlo, me salían solos.
Sabía que esto era demasiado bueno como para durar mucho, en seguida iba a terminar con mi primera vez y no quería que acabase nunca.

ERIKA
Le agarré de la nuca y la espalda dejándome llevar por sus movimientos. Intentaba ahogar mis gemidos, pero no podía, era mucho lo que mi cuerpo sentía en aquel momento. Jadeé presionando mis dedos en su piel sin llegar a hacerle daño.
-Jim… no… no voy a aguantar….- Gemí de nuevo de forma brutal. Estaba a punto de llegar al orgasmo y se avecinaba una gorda…


JIM
Seguí jadeando junto a su oído, no podía frenar ahora, y encima ella también iba a llegar… Esto era mucho mejor de lo que había visto en mis sueños, y era bueno…
-Erika, yo… -no me dio tiempo a terminar porque llegué al orgasmo y tuve que cerrar la boca para no armar un escándalo.

ERIKA
No aguantaba más, Jim era muy bueno y llegaba de lujo a mi punto. Eché la cabeza hacia atrás, cerré los ojos con fuerza y dejé que el orgasmo saliese desde mi pecho y subiese por mi garganta hasta por fin liberarse con un potente grito que dejé escapar sin pensar en lo que dirían los demás, era mi momento junto con Jim y no lo destrozaría nadie.


KARA
Estaba con Neo en el puesto de mandos, yo leía un libro mientras él se quedaba medio dormido al volante, de vez en cuando le daba una patada a la silla.
Entonces oí un grito y abrí los ojos como platos, bajé el libro de mi vista y miré a Neo.
-Gordo, ¿has oído eso? –juraría que había sido… ¿¿¿Erika???

NEO
Me estaba quedando medio sopa, menos mal que Kara me avisaba dándome patadas en la silla, cuando escuché un grito procedente de los camarotes. Me giré en la silla y miré a Kara… ahora me acordaba, Jim y Erika… no habían perdido el tiempo, ¿eh?
Esbocé media sonrisa y miré a Kara.
-Ohm, eso….ha sido Tigre, tiene una indigestión el pobre.


KARA
-No, grandullón, eso ha sido Erika. ¿Pero no la has oído? Ha sonado a… a orgasmo, joder. –en ese momento caí en la cuenta de que ella y Jim estaban muy acaramelados.
-Oh… -miré a Neo.
-Tú lo sabías y no me has dicho nada, granuja.

NEO
Sonreí rascándome la nuca.
-No busques más, morena, yo soy el culpable… je, je, je…- La miré y sonreí de nuevo.
-No te preocupes, se lo están pasando muy bien.


KARA
-Neo, cielo… son… críos, Jim hace dos días que descubrió su cosita, y Erika habrá descubierto el sujetador hace un año escaso… ¿Cómo…? Dios… -le miré.
-¿Cómo permites que pase esto? Se supone que querías a Jim como un hermano, ¿no? Le habrás dado condón, al menos.


NEO
Sonreí y me levanté.
-No seas exagerada, Kara. Jim tiene diecisiete años, es mayorcito y bueno, Erika… está muy espabilada para la edad que tiene.- Me estiré y la miré con un ojo cerrado.
-Y no te preocupes, le di un par de preservativos, no hay peligro, déjales que disfruten, están en su derecho.- Me acerqué a Kara y la agarré de la cintura.
-Quiero irme ya a descansar, pero… hay un monstruo en el armario que no me deja dormir… ¿Vienes conmigo?


KARA
Desvié la mirada.
-Tienes miedo a un monstruo en el armario y sin embargo no me tienes miedo a mí… -le miré de reojo.
-Eso no es normal, eh. –me levanté.
-Veamos qué clase de monstruo te ataca del armario. –le agarré del culo mientras nos íbamos.

SAYA
Los primeros rayos del sol hicieron que me despertase… la verdad, es que no había dormido mucho en toda la noche, entre la preocupación y el haber estado sentada en el suelo me había provocado alguna lesión en la espalda. Pero aún así, no quise moverme, estaba a gusto, dentro de lo que cabe, ni siquiera abrí los ojos.
Aún tenía la mano de Kai entre las mías, estaba más fresquita, cosa que agradecí. Aún seguía dormido, por lo que no me moví de mi sitio.

KAI
Sentí a Saya moverse a mi lado, o al menos palparme la mano, había sido suficiente para despertarme, ya estaba bien.
Abrí los ojos y la miré. Seguía en el suelo. Tonta.
-Ahora tendrás lumbago. –dije con la voz algo ronca por estar recién despierto.


SAYA
Seguí sin abrir los ojos cuando Kai me habló. Se había despertado y por su tono de voz parecía más animado.
-….no me importa…- Dije con un hilo de voz. Seguí inmóvil.

KAI
No es que tuviera la misma fuerza ya, pero me eché a un lado y tiré de ella con suavidad sin moverla del todo para incitarla a tumbarse a mi lado.
-Ven, necesitas descansar.


SAYA
Sentí que Kai tiraba levemente de mí para que me tumbase en la cama a su lado. Levanté la cabeza y le miré. Sin decir nada, me levanté y me tumbé a su lado de cara a él. Estiré un brazo y le acaricié la mejilla con la yema de mis dedos.

KAI
Cerré los ojos cuando me acarició.
-¿Lo ves? No hay quien pueda conmigo, voy a seguir dándote la vara. –la besé en la frente, juntándome más a ella, como si pudiese protegerla entre mis brazos, posiblemente volvería a llorar.


SAYA
Le agarré de la cara y le acaricié el rostro con suavidad y ternura.
-No se que habría hecho si no hubiese llegado a tiempo…- Cerré los ojos apoyando la frente en su pecho sin dejar de acariciar su cara.

KAI
La abracé y la acerqué más a mí, hasta que su cara quedó a la altura de mi cuello.
-No pienses en eso e intenta descansar, debes tener la espalda como si hubieses dormido sobre un palo apoyada por el coxis. –le acaricié los hombros.


SAYA
Cerré los ojos y suspiré. Me alegraba de que estuviese bien, el peligro ya había pasado y era lo que más tranquila me tenía. No podía borrar las imágenes de la noche anterior, me hacía estremecerme de dolor. Le rodeé la cintura con mis brazos y alcé la cabeza para mirarle, sonreí levemente y volví a bajar a cabeza apoyándola en su hombro.

KAI
Le acaricié el pelo hasta que volví a quedarme dormido, supuse que ella también lo había hecho, así que nos quedamos así bastante rato, quizá más del mediodía, qué más daba.

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