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martes, 22 de septiembre de 2009

Capitulo- XXXV- UNA MUERTE, UN REENCUENTRO.

Cargado de tristeza va este capi, pero no del todo trsiteza, también un reencuentro amistoso y el hogar, dulce hogar... ^^


KARA
Estaba con Tigre aún en la cubierta. Él estaba tumbado mientras yo le acariciaba la cabeza entre las orejas, medio tumbada sobre él. Era cálido y achuchable, se estaba muy a gusto con él.
Casi me estaba durmiendo cuando, después de mucho rato, me di cuenta de que Tigre no respiraba muy bien, estaría ya muy mayor, me daría pena que se pusiese enfermo. Le seguí acariciando largo rato, tampoco me apetecía levantarme, seguía con esa angustia en el pecho y prefería el aire


TIGRE
Me quedé con Kara largo rato. Estaba tumbada sobre mi costado acariciándome la cabeza. Apoyé la cabeza encima de mis patas delanteras y miré al cielo.
-Pronto me iré de este mundo…- Hice que resonara mi voz, de forma dulce y cálida, en la mente de Kara.
-Sé lo que sientes en estos momentos y lo que piensas, y sí…me falta muy poco, pero no tengo miedo…


KARA
Respiré fuerte cuando me trasmitió aquello.
-Va… va a ser durísimo para Saya. Bueno… nos afectará a todos… -le abracé el cuello, me daba mucha pena ahora que le había cogido cariño.


TIGRE
Me reí levemente.
-Conozco a Saya desde que era un mico, prácticamente, nos criamos juntos. La he visto crecer y la quiero como a una hija, aún siendo de distintas razas… Pero sé que no debo preocuparme, Saya será feliz con Kai y con el revoltoso de su hijo… Con eso puedo irme tranquilo…- Clavé mis enormes ojos en el rostro de la bella Kara.
-No quiero que lloréis por mí. Una sonrisa es más gratificante que derramar lágrimas.



KARA
Bajé la mirada.
-No puedo sonreír sabiendo que un amigo se va a morir. –me dio una punzada en el corazón y me llevé la mano al pecho con el puño cerrado.
-He… he visto morir a amigos y no es nada agradable, no podré sonreír cuando eso pase. –apoyé la cara en el costado de Tigre para que no me viese, ya que no quería ver una cara triste.



TIGRE
Rocé mi hocico en su mejilla suavemente.
-Haz un favor a este viejo tigre, ¿podrías traerme a Kai? Necesito hablar con él…- La miré dedicándola una sonrisa felina.
-Vamos, no te pongas triste, pequeña.



KARA
Asentí y me arrodillé frente a él, le agarré de las orejas y le besé en la cabeza. Suspiré y me levanté para ir a buscar al zopenco de Kai, no sabía que quería hablar con él, pero no era quién para preguntárselo



KAI
Kara me avisó de que Tigre me había hecho llamar. ¿Ahora qué quería ese gatito de mí?
Acudí a la cubierta, donde estaba tumbado, y me acerqué a él.
-¿Qué ocurre?



TIGRE
Alcé la cabeza lentamente mirándole.
-Acércate, Kai…- Le dije tranquilamente. Cuando se acercó, le miré a los ojos.
-Perdóname… siento mucho todo lo que has sufrido en este mundo. No quiero irme sin pedirte perdón por llegar a desconfiar de ti. Me equivoqué, eres un buen rey y quiero pedirte algo…- Tuve que parar, cada vez me costaba más respirar.
-Cuida de Saya… te necesita, no la abandones jamás. A mí me llenó la vida de esperanzas y sueños, me quedo tranquilo sabiendo que tú cuidarás de ella. Hazla sonreír, te aseguro que ganarás mucho más de ella…- Estiré una de mis zarpas y la coloqué encima de una de las manos de Kai.
-Nunca te rindas, Kai… y lucha por lo que amas…- Cerré los ojos y la dejé caer vencido por el cansancio. Dejé soltar el último aliento antes de abandonar aquel mundo…. Feliz.



KAI
No… no podía morirse, joder.
-Tigre… -me agaché y coloqué la mano sobre su cabeza.
-Tigre, eh, gatito, no puedes hacer eso, ¿qué le voy a decir a Saya? ¿Y a Kai? ¿Qué les digo si tú no estás? ¡Tigre! –di un puñetazo al suelo con fuerza, no contento con él di uno más, y otro… Sentí que me había hecho una buena herida y los nudillos me sangraban.
¿Cómo le iba a explicar yo ahora a Saya que su mejor amigo se había muerto? ¿Y qué le iba a decir a mi hijo cuando volviésemos? Ese gato había hecho mucho por nosotros, y ahora se va sin más, dándome consejos estúpidos, pues ya me los había dado antes y lo sabía de sobra, maldito…
Bajé la cabeza cerrando los ojos con fuerza.
-Maldito gato… - le miré, estaba totalmente inmóvil. Cerré los ojos de nuevo suspirando.
-Gracias por todo… -le acaricié la cabeza
.


SAYA
Escuché a Kara decirle a Kai que quería verle Tigre… ¿Tigre? ¿Ver a Kai?
No me fiaba mucho, así que, fui detrás de él a ver que pasaba.
Me quedé un tanto rezagada, a lo mejor tenía que hablar con él de algo importante… mejor no meterse.
Esperé un buen rato hasta que la voz de Kai llamando a Tigre me alarmó…. Algo había pasado. Salí a la cubierta y me los encontré allí a los dos. Kai delante de Tigre agachado y Tigre…
Mi respiración se agitó. Miré a Tigre, estaba inmóvil, no se escuchaba su respiración, su pecho no se movía… Mis ojos se llenaron de lágrimas dejándome caer de rodillas contra el suelo de la cubierta.


KAI
Giré la cabeza, Saya estaba allí, y lo había visto, joder… Me levanté y me acerqué a ella sin decir nada. Me agaché frente a ella y la hice apoyar en rostro en mi hombro, evitando que viese a Tigre, y la mantuve así, con mi mano buena en su cabeza y la otra rodeando sus hombros.


SAYA
No quería creerlo, no podía, no me lo creía… ¡No!
Contuve el aliento sintiendo como mi corazón se retorcía de dolor a la vez que palpitaba con fuerza.
-Está muerto… se estaba muriendo y no me lo dijo… ¡No me lo dijo!- Solté un alarido de dolor y rabia. Agarré con fuerza la camisa de Kai rompiendo a llorar. Me aparté y me levanté como pude, me acerqué a Tigre y me agaché ante él. Apreté los dientes y los puños sintiendo como las uñas se clavaban en mi piel de la impotencia.


KAI
Saya estaba destrozada y además rabiosa por no poder haber hecho nada. Adelanté dos pasos para ir con ella, pero supuse que lo que querría ahora era estar con su amigo. Bajé la mirada y retrocedí.
-Si me necesitas no estaré lejos. –entré en la nave, pero no caminé más allá, quería quedarme cerca para vigilar.


SAYA
Miré el cuerpo inerte de Tigre. No parecía estar muerto, solo dormidito, descansando.
Le acaricié el hocico con suavidad ascendiendo hacia su cabeza suave y peluda. Sonreí levemente cuando me vino a la memoria el día que le conocí, tan solo era un cachorro, abultaban más sus orejas que todo él. Muy peludo y blandito, me miraba de forma tierna con sus enormes ojos verdes dándome dulces lametones donde pillaba.
A medida que iba creciendo, más cariñoso se volvía.
Me reí al recordar cuando me “habló” por primera vez, pensaba que estaba loca, que una voz interior me hablaba… resultaba ser mi cachorro.
Las lágrimas se desbordaron por mis mejillas en abundancia. Me acerqué a Tigre y me tumbé sobre su costado, aún estaba calentito. Cerré los ojos y me encogí entre una de sus patas delanteras y su cabeza. Le acaricié el lomo y la cabeza con suavidad sin para de llorar.
-Te quiero, cachorro…


KAI
Miré a Saya destrozado, no podía verla así. Me apoyé en la pared intentando ocultarme y me llevé la mano al corazón, como si pudiese agarrarlo. Me dolía tanto verla sufrir que era físicamente notorio. Ahora no podía interrumpirla, estaba en su momento de duelo, así que me quedé donde estaba, aunque me matase no poder ayudarla, ese gato había significado mucho más para ella de lo que nunca podría imaginar



SAYA
Seguí acariciando a Tigre con os ojos cerrados y llenos de lágrimas. Empecé a sentir calidez en mi piel, como si me acariciaran, pero no había nadie más allí… Abrí los ojos y me quedé asombrada… El cuerpo de Tigre estaba lleno de luz… De repente su cuerpo se desvaneció creando en toda la cubierta un espectáculo de luces, como estrellas. Me levanté sintiendo esa calidez agradable a mi alredor. Me llevé la mano a la mejilla y cerré los ojos. Sonreí… Tigre se despedía de mí. Contemplé como las luces ascendían hacia el cielo negro de la noche y se perdían en el horizonte. Me apoyé a la barandilla y cerré los ojos un momento para después abrirlos y ver que mi más fiel amigo ahora descansaba en paz.



KAI
Salí cuando la cubierta se iluminó, Tigre había desaparecido, dejando a Saya sola, eso no se lo perdonaría nunca, el irse sin despedirse de ella.
Me acerqué y la abracé por detrás, intentado que mis brazos le fuesen de algún consuelo, aunque lo único que querría era olvidarse de todo.
-Lo siento, mi vida. –dije dolido.


SAYA
Me giré y me abracé a Kai. Él era lo único que tenía, mi apoyo…
Tigre se había ido, pero lo último que no querría es verme sufrir. Debía ser valiente, por él y por Kai.
No me salían palabras, lo único que deseaba ahora es abrazarme a Kai, cerrar los ojos y dejar que pasaran las cosas.


KAI
No me separé de Saya en ningún momento, lo único que la hacía falta ahora era alguien que la consolase, y aunque a mí no se me diera bien eso, debía intentarlo por ella, esperaría a que ella quisiese separarse para soltarla.
La acaricié el pelo y la di besos en la cabeza, susurrándola que no pasaba nada, que todo iría bien, que yo estaba con ella.
Eran palabras banas en un mar de lágrimas, no tenían sentido, pero quizá la ayudase saber que estaba a su lado.


SAYA
Kai hacía todo lo posible para consolarme, lo agradecía con creces, era lo que más necesitaba ahora. Las lágrimas fueron cesando poco a poco y fui tranquilizándome a medida que iba pasando la noche. No me moví de donde estaba, en brazos de Kai. No quería quedarme sola. Respiré más relajada y me sequé las lágrimas que se habían quedado en mis mejillas húmedas.


KAI
La cogí de la cara con suavidad cuando dejó de llorar e hice que me mirara.
-¿Quieres ir a la cama un rato? No me separaré de ti. –le susurré. Ahora que había estado alterada tanto tiempo, necesitaba descansar un poco.


SAYA
Le miré cuando me agarró de la cara. Asentí a su petición. Necesitaba tumbarme y relajarme. Sentía que la cabeza me iba a estallar de un momento a otro.


KAI
La besé en la frente, pasé el brazo por sus hombros y la llevé hasta mi camarote, la tumbé y me puse a su lado, la abracé y no me separé de ella el resto de la noche.


KARA
Cuando Tigre me dijo que fuese a buscar a Kai ya sabía que no volvería a verle. Me daba tanta lástima saber eso de repente que me fui directa a mi camarote sin decir nada a nadie, y Neo se había quedado sobado en el puesto de mandos, no le molestaría.
Estuve toda la noche en mi cama sin dormir, saber que aquel tigre que nos había salvado más de una vez y nos había ayudado a todos iba a morir me dolía muchísimo, y me hizo recordar todo aquello que sucedió en la guerra…
No me dormí, simplemente me abracé a mi almohada esperando a que llegase el día.


ERIKA
Me enteré de la muerte de Tigre, había sido un golpe muy fuerte para Saya… pobrecilla.
A mí también me afectó, pero no tanto como a ella. Tigre había demostrado ser un gran compañero y un buen amigo y ya no estaba…
Suspiré y me senté en la cama pensando en lo mal que debe de estar Saya. No pude evitar unas cuantas lágrimas en memoria de Tigre, no pudimos ni siquiera despedirnos de él.


JIM
Erika me había contado que Tigre había muerto de viejo. Pero… si me dijo que era muy longevo… Suspiré, los animales y su longevidad no era algo que estuviese a mi alcance. Estaba en la puerta de Erika, apoyado en la pared. Habría querido estar con ella, pero no habría sabido qué decir exactamente, había sido un golpe para todos.
Me quedé ahí quieto, pensando en lo irremediable.


ERIKA
Jim estaba apoyado en la puerta, le miré y extendí mi brazo para que se acercara y se sentase a mi lado mientras que con la otra mano me limpiaba las lágrimas.
-Siéntate conmigo…


JIM
Entré rascándome la nuca y me senté a su lado como ella dijo. La miré y la abracé, haciendo que apoyase la frente sobre mi pecho.


ERIKA
Suspiré y le rodeé la cintura con mis brazos.
-Se le echará de menos, al menos yo…- Le miré y sonreí tristemente.
-Era un buen amigo…


JIM
La miré entristecido y asentí. La besé en la frente y la volví a abrazar, con mis ojos empañados en lágrimas pero sin derramarlas, ahora la que necesitaba apoyo era ella.
Tenía razón, Tigre era un buen amigo y esto no sería lo mismo sin él.



NEO
Me había quedado dormido en el puesto de mandos, cuando me desperté, todo el mundo se había ido a dormir, pues vaya…
Me levanté y miré por el ventanal, sobrevolábamos uno de los mares más grandes y más cálidos del mundo, cerca del reino del Fuego. Puse rumbo hasta él. Seguro que a Kara le haría mucha ilusión visitar su reino de nuevo.



KYLE
Había intentado echar una cabezada por ahí, pero con tanto ruido no se podía ni cerrar los ojos.
Me acerqué a la sala de mandos ya que no podía descansar y allí vi al piloto. Me apoyé en el poyete y miré cómo pilotaba.
-Parece una tarea difícil.



NEO
Miré hacia un lado cuando escuché una voz. Era el tío al que había salvado en el bosque.
-Ohm, estás aquí.- Sonreí.
-No, no es difícil una vez que se le pilla el truco, además, llevo mucho tiempo pilotando.- Dije y puse el piloto automático, me levanté de la silla y me estiré.
-Bueno, el piloto se pira a dormir, buenas noches.



KYLE
-No problem, que descanses. –hice una seña de respeto con la mano, como si fuese un capitán.
Esperé el momento oportuno para ir a buscar la sala de los tesoros, en cuanto apareciésemos en tierra debía bajar con todo lo que pudiese


SAYA
No podía dormir a pesar de lo cansada que estaba y la panzada a llorar que me había dado. Me levanté de la cama apartando con cuidado el brazo de Kai el cual me rodeaba la cintura. Me incorporé y le miré, estaba roncando, sonreí levemente y salí del camarote. Tal vez el deambular y dar un paseo me relajaba algo más.


KYLE
Estaba por los pasillos cuando me crucé con la ninfa, que iba con cara de muerta. Quizá me preguntaría qué hacía por allí así que me preparé un par de respuestas en mi cabeza.
-Mi lady. –agaché la cabeza en señal de reverencia


SAYA
Me crucé con Kyle por el pasillo.
-Hola…- Sonreí levemente.
-¿No puedes dormir?- Le pregunté metiéndome las manos en los bolsillos.



KYLE
-La verdad es que… yo sin una cama donde dormir no soy capaz. Además… -señalé la luz que entraba bajo la puerta de una habitación.
-Ya casi es de día, poco me iba a importar ya. ¿Vos qué hacéis por aquí a estas horas?



SAYA
Suspiré y le miré.
-Pues… las pesadillas son infernales, me despiertan y después soy incapaz de conciliar el sueño de nuevo…- No iba a decirle que mi mejor amigo muerto y estoy así por ello, no le importaba, además, no le conocía.


KYLE
Asentí. Me acerqué y la besé la mano.
-Si puedo hacer algo por vos, no tenéis más que decírmelo, ya lo sabéis. –no podía hacer nada por ella, pero no estaba de más quedar bien.



SAYA
Le miré mientras me besaba la mano. No dije nada, no tenía ganas de asquear ni de ser desagradable. Sonreí levemente.
-Gracias…- Suspiré y me aparté.
-Bueno, prosiga su camino caballero.



KYLE
Asentí y pasé por su lado. Definitivamente no me molestaría hiciese lo que hiciese, de modo que seguí buscando sin preocuparme.


NEO
Habían pasado un par de días después de enterarme de la muerte del gatazo de Saya. Tanto Kara como Erika lo estaban pasando algo mal. Saya no levantaba cabeza aunque Kai estuviese a su lado y la animara… estas mujeres y los gatos…
Aterrizamos en el país del fuego. Yo y Kara nos encargamos de los alimentos mientras que Jim y Erika iban en busca de armamento y más cosas.
Kai me comentó que iría al palacio real a visitar a un viejo “amigo” y que seguramente a Saya le haría ilusión. Nos reuniríamos al anochecer en casa de Kara, nos iba a dar alojamiento por un día.


KARA
Estaba con Neo a la salida de la Quimera con mi mochila con cosas que había acumulado para casa a lo largo del viaje.
Hacía meses que no pasaba por allí y ya era hora, y al fin se la enseñaría a Neo. Siempre que habíamos pasado por aquí me había acercado yo sola.
Le miré mientras recogía.
-¿No crees que deberíamos recaudar dinero? Estamos casi secos y robar en mi país no me hace ninguna gracia.


NEO
La miré y me reí.
-¿Estás de guasa? La nave está repleta de tesoros, podemos venderlos y sacar una fortuna, para eso está.- Negué con la cabeza y la miré.
-No te preocupes, seré bueno mientras estemos en tú país.


KARA
Asentí sonriendo y di un salto para bajar el último tramo de rampa que me quedaba para llegar a tierra.
-Como se nota el calor, ojala le de un golpe de calor a Kai, le estaría bien empleado. –me acordé de mi querido Em.
-¡Oh! ¡Vamos, tengo que presentarte a Em! –le cogí de la manga y tiré un poco de él.
-Vamos, ¿qué te falta?



NEO
Sonreí y la seguí.
-Voy, voy…- Se notaba que estaba ilusionada y feliz, eso me hacía feliz a mí. La agarré de la cintura y la pasé detrás de mí hasta colocarla en mi espalda a caballito.
-Tu índica, yo camino.- Sonreí y la miré.
-¿Quién es Em?



KARA
Le abracé por el cuello cuando me cogió a caballito y señalé la calle por donde se iba a casa con un dedo.
-Es por allí. –le miré.
-Confía en mí, estoy segura de que te gustará. –sonreí mientras comenzaba a andar.



NEO
Caminé por la calle que ella me señaló.
-Vale, capitana, a conocer a ese tal Em.- Sonreí y caminé hasta que ella me dijera que parase o hasta que definitivamente nos perdiésemos.



KARA
Al fin divisé mi casa al final de la calle.
-¡Oh, oh! ¡Es allí! –me bajé, le cogí de la mano y tiré hasta que llegamos a la puerta.
-Ay, cómo lo hecho de menos, madre. Es tan rico… habrá crecido desde la última vez que le vi, seguro. Debe tener el pelo más largo, le dije que volvería pronto así que me echara mucho de menos… -dije mientras rebuscaba en la mochila las llaves de la casa.



NEO
La miré alucinado.
-Joder… cualquiera que te vea diría que detrás de esa puerta te espera un tío cañón.- Tragué saliva, creo que me empezaba a caer mal ese tal Em.
La miré mientras buscaba las llaves, me crucé de brazos y esperé.


KARA
Al fin las encontré.
-Queridas… siempre al fondo. –metí la llave correcta en la cerradura y la giré. La puerta se abrió, sonreí y me incliné.
-Pase usted a mi querido hogar. –le ofrecí, y acto seguido tiré de él hacia dentro. Dejé la mochila en el suelo y anduve por el pasillo.
-¡Em! ¿Dónde estás cariño mío? ¿Dónde está mi cosita favorita?



NEO
Entré cuando Kara abrió y me ofreció entrar. Dejó la mochila en el suelo y yo la mía junto a la de ella. La miré mientras iba por el pasillo buscando a Em.
Miré la casa, era muy bonita y perfecta para una chica como Kara, amante del orden. Sonreí y me acerqué a un armario donde había fotos de ella cuando era pequeña junto a su hermana y un chico que no conocía de nada.
Me llamó la atención una foto de ella vestida con un traje muy elegante y sexy. Sonreí y la dejé donde estaba.



KARA
¿¿Dónde estaba?? Me metí en todas las habitaciones pero ni rastro de mi querida cosita. Volví donde estaba Neo.
-¿Ha pasado por aquí? –ni me molesté en esperar, lo vi en el sofá del salón.
-¡¡Ay, mi cosita!! –corrí hacia él y lo cogí en brazos.
-Mi querida bolita de pelo, ¿cómo no has venido a recibirme? –abracé con fuerza a mi gato negro mientras maullaba y me daba lametones en la cara.
-Sí, mami ha venido a verte… -le besé en la cabeza, como había echado de menos a ese pequeñajo.


SEIN
-Parece mentira que quiera más al gato que a su hermano, ¿eh? –pregunté al tiarrón grande que estaba frente a la puerta del salón mirando a Kara. Le extendí la mano.
-Sein



NEO
-¿Un gato? ¿Esa es tu “cosita”?- Me encogí de hombros. Un chaval se acercó a mí y me extendió la mano.
-Hola, soy Neo.- Se la estreché.
-¿Siempre se comporta así con el gato?



SEIN
Me rasqué la cabeza frunciendo el ceño.
-A veces mi hermana da vergüenza ajena, sí, pero sólo se comporta así cuando lleva tiempo sin verlo, en diez minutos ya se habrá olvidado de él. –le miré de abajo a arriba, era un gran armario empotrado.
-Qué grande, ¿eres el novio de mi hermana?



NEO
Le miré, era clavado a su hermana. Sonreí.
-Si, soy su novio. ¿Vives aquí solo? ¿Cuántos años tienes?- Le miré extrañado.



SEIN
Le miré sorprendido cuando asintió a lo de que era su novio. Le di un par de palmadas en el brazo.
-Pues te compadezco, tío. –y era verdad, para soportar a Kara… tela.
-Vivo solo, si no cuentas al gato y la tortuga que hay en mi cuarto y tengo dieciséis. –puse cara de asco mientras veía a mi hermana espachurrar al gato.


NEO
Me reí cuando vi que Kara achuchaba al gato de una manera asombrosa.
-Por Dios, Kara, le sacaras los ojos de las orbitas al gato como sigas así…- Suspiré y miré a Sein.
-Que peligro tiene.



KARA
Me acerqué a Neo y le di a Em.
-Cógelo, ya verás qué rico. –Em bufó a Neo.
-Ui… -miré a Sein.
-¡Hola! –dije contenta y acto seguido le abracé



SEIN
-¡Quita tus zarpas de encima mía después de haber abrazado al gato! –dije intentando separarla de mí, me estaba llenando la cara a besos, ¿desde cuándo era tan cariñosa conmigo?
-¿Qué le habéis hecho en esa nave?



NEO
Me quedé contemplando la escena.
-No hemos hecho nada, lo juro.- El gato me miraba con sus ojos verdes de una manera asesina, me bufó y maulló.
-Creo que paso de coger a tu minino, a mi me van más los perros, ¿sabes?



KARA
Besé a mi hermano por toda la cara y le abracé, también le había echado mucho de menos. Después de mucho forcejear le solté.
-Vale, ya te suelto, soso. –sonreí y cogí a Em dejándolo en el suelo para que dejase de bufar a Neo.
-Bueno… este de aquí es el plasta de mi hermano, este es mi novio. –dije alternando a ambos con las manos. Sonreí ampliamente.
-Qué guay, parecemos una familia.



SEIN
Me acerqué a ella y le di un par de capones en la cabeza.
-Definitivamente; hueco. –miré a Neo.
-¿Te quedarás a cenar? Tengo que salir a por la cena y es para calcular.



NEO
Sonreí y miré a Sein.
-Ohm… pues, no sé, depende de lo que diga Kara, es la que manda.- La miré y luego al chiquitín.


KARA
-Pues claro que te quedas, gordo. –le cogí de la cara y le besé.
-Venga, vamos a por la cena, anda, canijo, que conociéndote te habrías ido a cenar cualquier porquería.


SEIN
-Sí, esa era la idea. –miré a Neo.
-Me has caído bien, no como todos los pánfilos que pasaban por aquí antes de que Kara se fuese con vosotros. Espero que nos llevemos bien. –le di un toque en el hombro y salimos.


NEO
Sonreí y le miré.
-Tú también me caes bien, Sein.- Les seguí. Cerrando la puerta de la casa.
Me alegraba de ver a Kara tan feliz, se notaba que echaba de menos este lugar.



SAYA
Llegamos al país del fuego, nos separamos en grupos de dos y a mí me tocó ir con Kai, me quería tener vigilada. Últimamente estaba algo decaída por la reciente muerte de Tigre, no sonreía apenas y hablar… palabras cortas.
Le seguí sin decir nada, mirando al suelo y con las manos en los bolsillos.


KAI
Saya me seguía, parecía tan apagada como los anteriores días, no sabía cómo animarla, aunque quizá el ver a Eri y Axel le animara un poco.
La miré mientras caminábamos.
-Eh, tienes que intentar animarte, pequeña. –pasé mi brazo por sus hombros y la besé en la sien.
-Tigre me pidió que te cuidase, y creo que él no habría querido que sufrieses. No, ¿qué digo? Estoy seguro de que lo único que quería es que tú seas feliz, princesa. –la cogí de la barbilla.
-Tienes que ser feliz por él.



SAYA
Le escuché y le miré sin mediar palabra. Ahora mismo la felicidad me importaba poco, el saber que había muerto, sin decirme nada y sin poder evitarlo me hacía sentir más triste.
Bajé la cabeza aún con la mano de Kai en mi barbilla.



KAI
Suspiré, no había nada que pudiera hacer, era un desastre para esas cosas. La solté para que caminase a gusto y seguí el camino con las manos en los bolsillos. La temperatura de allí me hacía sudar y me desagradaba muchísimo, pero podría soportarlo por un tiempo.
Sabía perfectamente el camino al Castillo del Fuego, donde vivían nuestros viejos amigos Axel y Eri.
Miré de reojo a Saya de vez en cuando pero seguía con la misma cara.



SAYA
Seguí caminando al lado de Kai, noté que de vez en cuando me miraba, yo le respondía a las miradas alzando la cabeza y mirándole. Me acerqué más y saqué una de mis manos del bolsillo de mi pantalón. Agarré la suya con dulzura y le miré.
Estaba haciendo unos esfuerzos grandísimos por verme feliz y bien. Una sonrisa no le vendría mal.
Sonreí mirándole.



KAI
Sonreí a su vez y la besé en la cabeza.
-Si no quieres sonreír de verdad no tienes por qué hacerlo, Saya. –dije, no quería obligarla a hacer algo que no quería.
-Ya estamos casi, ¿crees que tendrás fuerzas para hablar con ellos o prefieres que vaya yo solo?


SAYA
Le volví a mirar y después al castillo.
-No… voy contigo…- Dije casi en un susurro.
-No quiero que tú y Axel os liéis a leches y la pobre de Eri se lo cargue todo…- Suspiré sin soltar su mano.


KAI
Al fin llegamos a las puertas del castillo. Me paré a unos metros mirando a los soldados que custodiaban la puerta. Pude ver las diferencias entre ellos y los míos. Mis guardias siempre estaban quietos, no se distraían y se mantenían alerta, estos estaban hablando y riéndose, pura falta de disciplina.
Nos acercamos y fue cuando se incorporaron a sus puestos. Me miraron, estos eran nuevos.
-Quisiera una audiencia con el rey.
Los dos se miraron
-¿Tiene cita previa? –me preguntó uno.
-No. –los dos me miraron mal. Sabiendo que era un Frío y no tenía cita ya se olían algo raro.
Uno de ellos sacó un comunicador del bolsillo.
-Señor, hay aquí un Frío y una… y una ninfa que desean verle. –dijo uno mirándonos de reojo, entonces el guardia soltó el comunicador por los gritos que pegaba Axel al otro lado, cerré los ojos suspirando.


SAYA
Nos acercamos a la puerta, me quedé un poco apartada y vi como Kai se dirigía a los guardias que reaccionaron de una manera un tanto cómica y más cuando escuchamos la voz de Axel gritar por el comunicador.
Sonreí mordiéndome el labio, menuda le esperaba a Kai.



AXEL
Me comunicaron que un Frío y una ninfa esperaban ante las puertas de mi castillo y mis estúpidos guardias no les dejaban entrar.
Les eché una buena reprimenda y me dirigí hasta allí a toda velocidad. Abrí la puerta y me encontré con Kai de cara. Sonreí y extendí los brazos.
-¡¡Kai!!- Me acerqué y le abracen con fuerza.
-¡Por la madre de Cristóbal Colón! Pero si es Kai.- Le pasé el brazo por detrás de los hombros y le froté el pelo con el puño.
-¡Ayyy! ¡Cabecita loca! Pero si se a pelao…ois, así estás más guapo.


KAI
Intenté quitármelo de encima.
-¡Quita! ¡No me toques con esas confianzas, Llamitas! –lo aparté de mí y me alejé. Tanto contacto físico con un tío, puaj.
-Guárdate las manitas en los bolsillos, churrasquito. –me revolví el pelo que me había despeinado.


AXEL
Me reí y me crucé de brazos mirándole.
-Sigues siendo un muermo, Kai…y un timidín…- Esta última frase lo dije poniendo la voz afeminada.
-Es lo que más me gusta de ti, tontín.- Sonreí y miré a Saya que se reía de nosotros.
-Wooo, joder, Kai, veo que no pierdes el tiempo ¿eh? Pero que pedazo de mujer, ¿eres Saya?- Me acerqué hasta ella sonriendo y la abracé.


KAI
-Ehhhhh. –me acerqué y le di un empujón, él sabía que iba de cachondeo, pero me encantaba provocarle.
-¿Qué vas a hacer tú, eh? ¿Qué quieres hacer tú con mi mujer? –le provoqué subiéndome una manga hasta la altura del codo.


AXEL
Kai me apartó y se puso delante de Saya, se arremangó en señal de amenaza. Solté un grito muuuuy femenino.
-¿No irás a pegar a una jovencita, verdad?- Sonreí.
-Vamos, no os quedéis ahí, entrad.- Le indiqué con la mano.
-Estáis en vuestra casa.- Entré después que ellos y cerré el portón.
-Veréis cuando se entere Eri
.


ERI
-¡¡¡¡AHHHHHH!!!! –grité emocionada cuando vi a Saya en la puerta del castillo. Corrí hacia ella y me tiré encima abrazándola.
-¡¡Saya!!– estaba tan contenta de verla que no calculé bien y las dos caímos al suelo, ella de espaldas y yo encima.
-Como te he echado de menos… -dije sin dejar de abrazarla.



SAYA
Eri me sobresaltó cuando gritó y corrió hasta mí. Me abrazó haciendo que cayese al suelo con ella encima.
-¡Eri!...- Grité mientras caíamos. Cerré los ojos con fuerza cuando sentí el golpe en mi trasero y en los codos cuando los apoyé en el suelo.
Eri se aferraba a mí con fuerza gritando de contento.
-Eri… me-me alegro de verte, pero… me estás aplastando…



ERI
Me quité de encima suya tirando de sus brazos para sentarla delante de mí y la volví a abrazar.
-Por fin venís a vernos, pensé que nos habíais olvidado. –dije muy emocionada mientras la abrazaba contra mí sin soltarla.


SAYA
Sonreí rendida, esta chica era imparable, la rodeé con mis brazos.
-Es imposible olvidarse de ti, Eri…- Dije como si fuera obvio. Miré a Axel y a Kai que nos contemplaban como dos idiotas.
-¿Algún problemas, alelaos?


AXEL
Eri se lanzó en plancha sobe Saya.
-¡Ala!- Se metieron un trompazo contra el suelo, sonreí y me crucé de brazos viendo como mi mujer achuchaba a Saya.
-No, ningún problema, solo que estoy presenciando un achuchamiento algo lésbico entre mi mujer y su mejor amiga.- Saya me lanzó una de sus botas a la cara.
-¡Bestia!


ERI
-Cerdo degenerado, ¿no tenías otra cosa que pensar más que en una escena lésbica? –me levanté ayudando a Saya.
-Además, no sé quién debería decir nada, cuando tú estás intentando ligarte a Kai, como siempre.


AXEL
Miré a Eri.
-¿Perdona? Para que sepas, Kai es mucho más afeminado y atractivo que tú.- Agarré la bota que Saya me había lanzado y la miré.
-¡Oh! ¡¿Es de Prada o Chanel?!



KAI
Le di un capón en medio de esa cabezota que tenía.
-Vuelve a llamarme afeminado y la bota te la tragas. –dije pasando por su lado yendo dentro, como él nos había indicado antes.
Los dos críos de Axel venían justo de frente y casi no les dio tiempo a rodearme para pasar por mis lados y gritar los dos a la vez.
-¡Perdón! –se fueron a lo largo de la calle mientras Eri les llamaba.


ERI
Los gemelos pasaron por los lados de Kai, casi atropellándolo, y salieron corriendo a la calle.
-¿¡Pero a dónde vais ahora!? –pasaron de mí. Suspiré.
-En fin, ya volverán, mejor si no están ahora, podríais salir heridos, entrad. –empujé a Saya dentro del castillo pasando por el portón.


AXEL
Le indiqué que entraran a la sala de estar.
-Sentaos donde queráis, es vuestra casa.- Sonreí y cuando entraron todos cerré la puerta para tener más intimidad.
-Bueno, ¿qué os trae por aquí?- Pregunté sentándome en mi sofá sentando a Eri encima de mis rodillas.


SAYA
Entré en la sala de estar y me senté en uno de los sofás que encontré alrededor de una mesa circular y plana. Me crucé de brazos poniendo una de mis piernas encima de la otra.
-Estamos de paso…- Dije, la verdad es que no sabía que hacíamos aquí.


KAI
Me senté al lado de Saya.
-Os parecerá poco motivo el venir a veros, desagradecidos. –dije sentándome como lo hacía antes en mi trono, con el codo apoyado en el pasamanos y la cabeza en la mano.


AXEL
Me encogí de hombros.
-Hombre, pues no sé, siempre estás de aquí para allá. Es muy raro en ti hacerme una visita…- Sonreí y les miré.
-Me alegro de veros, en serio.


ERI
-¿Cuándo habéis vuelto juntos? –pregunté entusiasmada. Si habían venido los dos juntos a vernos y no estaban peleando sólo podía decir una cosa: Reconciliación.
-Contádmelo, ¿cómo paso? –dije, parecía una marujona, pero no me importó.



SAYA
Sonreí levemente cuando Eri preguntó de esa manera tan directa. Bajé la cabeza algo sonrojada.
-Bueno…simplemente pasó…- Miré a Eri.
-Kai y yo somos como el color blanco y el color negro, somos diferentes, pero sin la unión de esos dos tonos… no existirían los colores…- Sonreí de nuevo.
-O como el Yin y el Yang… se necesitan mutuamente para que haya equilibrio… Supongo que somos así… no nos soportamos, pero tampoco podemos estar separados…- Guardé silencio.


KAI
Desvié la mirada golpeando en el pasamanos con las uñas, ¿cómo se había dado cuenta?
-Sí, eso mismo… -dije sin mirarla, acto seguido gritó



ERI
Pegué un grito de entusiasmo y acto seguido me tapé la boca.
-Perdón, perdón, es que me hace mucha ilusión que volváis a estar juntos. Si no, no seríamos los de siempre. Vosotros juntos, Edward con Xan, yo con este hombre de aquí… -dije posando la mano sobre su cabeza.
Sonreí ampliamente.
-Me alegro muchísimo. –sonreí aún más cuando les vi mirarse de reojo, abracé el cuello de Axel emocionada.


SAYA
Miré a Eri.
-Eri, te agradecería que no volvieses a hacer eso, no es asunto vuestro si hemos vuelto o no, yo no me meto en vuestra vida privada.- Me levanté y salí de la sala de estar.


ERI
Me quedé callada cuando Saya salió de la sala de estar de repente, ¿por qué ese cambio tan brusco?
-Sa… -no terminé de llamarla, ya estaba fuera.


KAI
Saya se enfadó de repente, al principio no parecía haberla importado, pero después…
-Disculpad un segundo. –salí tras Saya y me paré a su lado.
-¿Qué ocurre? –le pregunté, con un tono suave, por si también estaba enfadada conmigo.



SAYA
Salí fuera.
No estaba cabreada, solo molesta.
Kai salió también para ver lo que me pasaba.
-Nada… no es nada, solo que me incomodan las preguntas de Eri, siempre es tan directa que me saca de quicio…- Suspiré.



KAI
Suspiré.
-Sabía que no era una buena idea venir tan pronto, no estás preparada para esto aún, necesitas más tiempo… Será mejor que nos vayamos. –dije, era por su bien, aunque me habría gustado charlar más tiempo con ellos, era Saya la que estaba sufriendo.
-Nos despediré y nos iremos, tranquila. –me di la vuelta y me dirigí de nuevo a la sala.



SAYA
Me giré y le frené.
-No… espera, no hace falta que nos vayamos ya… se que te hace ilusión hablar con ellos, quédate un rato… yo voy a dar un paseo para despejarme… Luego nos vemos…- Le miré, acto seguido me dirigí hacia la salida.


KAI
Suspiré frotándome la sien.
-De acuerdo, pero ten cuidado. –salió del castillo. Me llevé las manos a la nuca suspirando, la había cagado al traerla tan pronto. Volví a la sala de estar.
-Lo siento, Saya está un poco mal, Tigre murió hace un par de días y no se siente cómoda


ERI
Me dio una punzada en el corazón cuando dijo que Tigre había muerto, pobre animalillo. Saya estaba hecha polvo y no había sido capaz de verlo, y por eso se había ofendido tanto. Bajé la cabeza.
-Yo… tenía cosas que hacer… Supongo que estaréis bien si os dejo solos, eh. –sonreí y me levanté de las piernas de Axel.
-Pasadlo bien, si necesitáis algo, avisadme. –besé a Axel en la mejilla y salí de la sala de estar.


AXEL
No dije nada cuando Saya salió de esa manera, supongo que lo estaba pasando mal.
Suspiré cuando Kai nos contó lo de Tigre, miré a Eri cuando se despidió y salió de la sala de estar. Kai se volvió a sentar, me froté la frente y le miré.
Estuvimos hablando de poca cosa, la mayoría de la conversación se centró en la dictadura de Draco y lo que tenía planeado hacer. Como no, le ofrecí mi ayuda, pero Kai seguía siendo un orgulloso y la rechazó… este chico…


SAYA
Caminé por las calles del reino del fuego sin saber a donde ir. No me di cuenta de donde había acabado, estaba en una calle llena de mercados, mucha gente paseando y comprando artilugios y cacharros de esos…
Me sentía más relajada después de haber salido del castillo de Axel, necesitaba entretenerme con lo que fuera…
Me metí entre la gente mirando los tenderetes sin mucha atención. Me paré delante de un puesto donde vendían cosas de viaje, reliquias… Seguro que Kai había pasado un bochorno espantoso, no estaría mal pedirle perdón y de paso regalarle alguna cosilla.


DARK
El incompetente de James no había logrado su objetivo, como no, tenía que ser yo el que debía encargarse del trabajo sucio.
Draco era otro idiota que no sabía hacer las cosas a derechas, así que, ya me encargaría yo de recuperar ese tesoro del que siempre me están hablando.
Ese tesoro estaba a bordo de una nave llamada Quimera, cuyo capitán es el rey del hielo, uno de los cinco elegidos…
Esto promete… Divisé en los mercados del reino del Fuego a la ninfa que les acompañaba, les había seguido hasta aquí sin que ellos se enterasen.
Parecía tan insignificante y delicada… pero mejor no fiarse de las apariencias, de momento me intrigaba su pasado, descubrir que relación tenía con el tesoro y si era necesario matarla.
Fui de frente hacia ella cuando terminó de comprar en una de las tiendas, iba distraída, por lo que no se daría cuenta de que yo era un sombra. Justo cuando la tenía en frente, choqué mi hombro con el de ella, me pidió perdón, yo solo la miré de reojo y seguí mi camino. Pronto empezaron a invadirme la mente sus recuerdos, sus pensamientos y sus sentimientos, ya la conocía.
Saya, la ninfa, una de los cinco elegidos… esto será pan comido.

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