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sábado, 12 de septiembre de 2009

Capitulo XXVII- CELEBRACIÓN.

Y después de un intenso día con torneos y luchas, ¿qué tal una celebración por todo lo alto?


NEO
Habían montado una buena los rebeldes, sobre todo con el pequeño Kai, campeón de la carrera de naves. La gente bailaba, bebía, se emborrachaban… y bueno, disfrutaban como podían.
Sonreí y entré en la nave a por un par de garrafas de cerveza que tenía en la bodega, espero que sigan allí y que el gato de Saya no se las haya enfundado…
Bajé a la bodega, me parecía algo extraño no ver a nadie por la Quimera, hace un rato estaba Kai y…. Saya, ya está, seguro que se le habían cruzado los cables y se lo ha cargado al fin. Busqué por todas partes, pero nada… se me ocurrió, que tal vez estuviesen en la sala de los trofeos. Me acerquen hasta allí encontrándome con la puerta entornada, oí murmullos, pero no los distinguía muy bien. Empujé la puerta con cuidado y asomé la cabeza.
-¿Hola?-Pregunté antes de quedarme asombrado por el panorama, todo estaba por los suelo, incluido el tesoro del Rayo, y…
-¿La ropa del Jefe?- Pregunté extrañado cogiendo la camisa entre mis manos.



SAYA
Tonteaba con Kai cuando escuché que se abría la puerta. Le tapé la boca a Kai con la mano y asomé la cabeza por detrás de la mesa. Vi a Neo sosteniendo la camisa de Kai entre sus manos. Me agaché en seguida antes de que me viese. Tuve que aguantarme la risa para no descubrir el pastel.



KAI
Neo entró y se encontró con el panorama, me reí por lo bajini y asomé la cabeza tras la mesa.
-Hola, Neo, ¿pasa algo? –le pregunté tranquilo.


NEO
Kai asomó la cabeza por detrás de una de las mesas de la sala.
-Esto…-Le señalé la camisa.
-¿Qué coño haces desnudo?-Le miré extrañado y acercándome un par de pasos. No quería imaginarme lo que estaba pasando.



KAI
-Yo no me acercaba más, compañero. Estoy desnudo, pero el problema no es ese, estoy con la parienta, desnuda también. –sonreí.


SAYA
¿Parienta? Será… Sonreí y me acerqué a su pierna derecha, incliné la cabeza y le propiné un mordisco en la ingle. Me aguanté la risa como pude sin hacer ruido.


KAI
Me mordí el labio inferior cuando Saya me metió el mordisco en la ingle.
-¿Sigues aquí, Neo? No pasa nada, puedes irte, ya lo recojo yo luego.



SAYA
Sonreí al ver su reacción. Me incliné de nuevo, esta vez haciéndole un chupetón en la otra ingle mientras le acariciaba los muslos con las uñas.


NEO
Puse los ojos en blanco y suspiré.
-Muy bien, que disfrutéis, esto… pero será mejor que recojáis esto antes de que lo vea Kara.- Abrí la puerta y cerré. Escuché la risa de Saya justo después de cerrar la puerta.



KARA
Cuando Neo cerró la puerta yo estaba justo frente a él, es decir, se giró y casi se chocó conmigo.
-Hola grandullón. –sonreí.
-¿Qué pasa? ¿Y esa cara?



NEO
Me encontré con Kara cuando me giré para salir de allí y dejar a los tortolitos que disfrutasen.
-Kara… ¿pasar? N-no pasa nada, morena, ¿qué va a pasar?-Sonreí nervioso, si entraba en ese cuarto seguro que se pondría furiosa, Kara era una maniática del orden.
-Vamos, salgamos fuera, voy a por unas cervecitas, ¿vienes?



KARA
Sonreí cruzándome de brazos.
-¿Qué pasa ahí dentro, Neo? ¿No habrás montado una fiesta privada? Espera… no tendrás ahí a una tía escondida, ¿verdad?



NEO
La miré y negué sin decir nada. Sonreí ampliamente y miré a la puerta.
-El Jefe está desnudo con Saya, también desnuda, y será mejor que no les molestemos, solo eso… ¿Quién tiene hambre?



KARA
Sonreí.
-¿Lo dices en serio? –miré a la puerta, como si fuera a ver algo a través de ella, después le miré a él y solté una risotada.
-Qué fuerte. –le cogí de la mano y tiré de él.
-Anda, vámonos, dejémosles con su reconciliación.



ERIKA
Estaba dando un paseo junto con Jim. Agarraba su mano sin decir nada, estaba algo pensativa, la verdad, Jim había pensado que me había cabreado con él… ¿tan dura fui? Suspiré y miré nuestras manos entrelazadas, sonreí levemente.



JIM
Sonreí, respondiendo a Erika, me acerqué y la di un beso en la mejilla.
-¿Te apetece tomar algo? Todos están de fiesta, algo debe haber para nosotros


ERIKA
Le miré y suspiré.
-Jim… ¿fui muy dura contigo… en los vestuarios? No sé… pensaste que me había cabreado, no suelo enfadarme… seguro que te sentías fatal…- Bajé la cabeza afligida.



JIM
-Eh… -la cogí de la barbilla y la hice alzar la cabeza para mirarme.
-No seas tonta, el que la cagó fui yo. Me… me asusté sin motivo. Eres tan bonita que… -sonreí dejándolo en el aire, ya se lo había dicho antes.


ERIKA
Sonreí y sentí como me sonrojaba levemente. Le agarré de la mano con la que me había alzado la barbilla. Le miré y me acerqué hasta su rostro pegando sus labios con los míos.
-Quería estar segura, solo eso.- Sonreí y escuché la música desde lejos.
-Te debo un baile, ¿no? En la fiesta no pude bailar contigo por… bueno, olvídalo.- Le agarré de la mano y tiré de él.
-¿Acompañarías a un ángel a las puertas del cielo?-Sonreí y le miré.


JIM
-Será un placer, al cielo, al infierno, y a donde tú desees. –sonreí, repitiendo lo que dije la otra vez y la seguí.


ERIKA
Tiré de él hasta llegar donde se escuchaba la música. Había gente bailando y celebrándolo por todo lo alto. Le solté la mano y le miré.
-Dices que eres un buen “besador”, pero… ¿serás un buen bailarín?- Sonreí y le indiqué con el dedo que se acercara hasta mí.


JIM
Sonreí, la cogí de la mano y la besé. Después pasé mis manos a su cintura, agarrándola cerca de mí.
-No sé bailar muy bien, me vas a tener que enseñar.


ERIKA
Sonreí cuando me agarró de la cintura juntándome a él. Pasé mis brazos por detrás de su cuello acariciándole la nuca.
-Ohm, no te preocupes, yo te enseño.- Le di la espalda apoyándola en su pecho. Empecé a mover la cintura con suavidad siguiendo el ritmo de la música, que era lenta y sensual. Mientras movía la cadera le agarré de las manos llevándolas a mi cintura.
-No está mal, ¿eh?



JIM
No dejé de mirarla mientras se movía, era preciosa. Pegué mis labios a su oreja, y la acaricié el vientre con mis manos, era un baile bastante sensual comparado con lo que yo conocía.



ERIKA
Sonreí y cerré los ojos. Posé una de mis manos encima de las de él mientras recorría mi vientre. La otra la llevé tras su nuca pegando su rostro a mi cuello.
Seguí moviendo la cadera y el vientre despacio y con sensualidad.



JIM
Aspiré el olor de su pelo acariciando su vientre. Una de las manos llegó al borde de su camiseta, subiéndola levemente, pasando mi mano por su piel desnuda.
Nunca me había sentido así.
Cerré los ojos para disfrutar más del momento.



ERIKA
Le agarré del pelo de la nuca enredado mis dedos entre sus rizos rubios. Su mano se coló por debajo de mi camiseta acariciándome la piel. Hundí el vientre y sonreí agarrándole de la mano. Apoyé mi cabeza en el hombro de Jim respirando con fuerza.


JIM
Pasé mis labios por su oreja, bajando hasta su cuello, y deposité suaves besos en él.
Acaricié su vientre con mis dedos pulgares cerca de su ombligo y busqué sus labios con los míos.


ERIKA
Le arrimé hasta mí y le besé con pasión. Jamás había besado a nadie de esa manera. Me giré y pegué mi cuerpo totalmente al de él si dejar de besarle. Le agarré de la cadera, por encima de la tira del pantalón y las deslicé hacia arriba por debajo de la camiseta.



JIM
La seguí el beso, posé las manos en su espalda, pasándolas bajo la camiseta. Me separé levemente para coger aire, sonreí y la seguí besando, bajé mi mano e introduje los dedos a un par de milímetros bajo en pantalón.



ERIKA
Respiré muy agitada, le volví a besar mientras mis manos recorrían su torso y su espalda por debajo de la camiseta. Deslicé mis labios por su barbilla hasta su cuello. Le acaricié la piel dejando suaves besos sobre él.


JIM
Sonreí.
-Así que esto es bailar… Nunca me lo había pasado así bailando, la verdad. –dije casi en un susurro para no alertarla.
Bajé la cabeza y la volví a besar, abrazándola contra mí.



ERIKA
Le seguí el beso con intensidad agarrándole de la nuca.
-Jim…-Dije entre beso y beso.
-¿Por qué no vamos a un sitio más íntimo?- Le miré y sonreí


JIM
La miré, tragué saliva y asentí. La cogí de la mano y tiré de ella para alejarnos de allí.
-¿Adónde quieres que vayamos, princesa? –la volví a besar, sin soltarla la mano.



ERIKA
-Pues…-Le miré y sonreí mordiéndome el labio.
-Todo el mundo está celebrándolo a lo grande… utiliza tu imaginación.- Susurré acercando mis labios a su cuello.


JIM
Suspiré cerrando los ojos.
-¿Te… te parece bien… mi cuarto? ¿La cubierta? Debe estar todo vacío ahora. –la volví a besar.



ERIKA
-Dónde quieras. Solo quiero estar contigo.- Le acaricié el rostro mientras me besaba. Sonreí y le agarré de la mano y tiré de él hasta la nave.


JIM
Llegamos a la nave. No se oía ni un alma, debían estar todos en sus cuartos, incluido el hijo del Jefe. Me asomé a la cubierta, también estaba desierta. La saqué allí.
-Espérame aquí. –salí corriendo y me dirigí al trastero que teníamos cerca de la sala de los tesoros, y rebusqué entre los montones de tonterías que teníamos y encontré una hamaca. Corrí a mi cuarto y me hice con una manta por si acaso la usábamos.
Subí al rato y ella seguía allí.
-He pensado… en dormir aquí, ¿te parece bien?



ERIKA
Jim volvió dentro un momento, le esperé fuera, corría el aire y se estaba de maravilla. Sonreí cuando pareció de nuevo con una hamaca en los brazos.
-¿Y eso?- Sonreí y le miré.
-¿Quieres que durmamos aquí, los dos juntos?


JIM
Coloqué la hamaca algo alejada del borde y dejé la manta sobre ella.
-Bueno, esa era la idea.
La abracé y la besé, moviendo los labios con los suyos.



ERIKA
Sonreí y seguí su beso al compás de los suyo. Me separé y le miré.
-Túmbate en la hamaca.- Dije señalando la hamaca con la barbilla.



JIM
La agarré de la mano y tiré de ella hasta tumbarme en la hamaca, la tumbé encima de mí.


ERIKA
Me tumbé encima de él acomodándome para no hacerle daño. Sonreí y le besé acariciándole la nuca con suavidad. Le miré y le di un beso corto seguido de otro igual de corto.
-¿Quieres dormir aquí?- Agarré la manta que había traído y nos tapamos con ella



JIM
-Yo dormiría en la casa de Draco si fuese contigo. –la abracé colocando la manta sobre ella y la besé con ternura.
-Te quiero.



ERIKA
Le abracé por la cintura y apoyé mi cabeza en su pecho tapándome con la manta.
-Yo también te quiero.- Miré al cielo, un cohete explotó provocando en el firmamento oscuro, colores llamativos.
-Fuegos artificiales.-Sonreí y abracé a Jim más fuerte.



JIM
No dije nada, cerré los ojos y disfruté del momento, abrazando a Erika, no necesitaba más en ese momento, sólo a ella.


NEO
Miré al cielo cuando lanzaron lo cohetes, sonreí y miré a Kara que estaba a mi lado.
-Son bonitos, ¿eh?-La acaricié la mejilla.
-Pero nada se compara a tu belleza.



KARA
Sonreí. Aquel día habían pasado muchas cosas, y lo único que pedía ahora era un poco de paz.
-Qué tonto eres. –le acaricié el pelo, estaba molida, e iba a caer redonda, lo que no sabía es cómo podía él estar tan bien con la paliza que se había metido.



NEO
Sonreí y la apoyé en mi pecho.
-¿Estás cansada? ¿Quieres volver ya? Deberías darte un bañito con agua calentita, relajarte y dormir de un tirón, necesito a mi capitana con fuerzas, no puedo apañármelas solo.- Sonreí y la aparté un mechón de la cara colocándoselo tras la oreja.



NEO
-Pues no estaría nada mal, piloto. Pero el baño quiero dármelo contigo. –le agarré de las manos y tiré de él, poniéndolas en mi cintura mientras íbamos camino al baño.



NEO
Sonreí y la seguí hasta la nave. Estaba todo en silencio, solo se escuchaba el murmullo de los rebeldes celebrando su triunfo.
Acompañé a Kara hasta los baños, la miré y la indiqué que pasara primero.
-¿Quieres que te frote la espalda?-Dije mientras me despojaba de mi camiseta y la dejaba sobre un banco de los servicios.



KARA
Sonreí y me quité la camisa, dejándola a un lado.
-Hay muchas cosas que se pueden hacer en la bañera, cariño. –le dije desabrochándome las botas.
-Mmm… qué bueno estás, jodido.


NEO
La miré y sonreí. Acto seguido, me senté y me desabroché las botas dejándolas apartadas. Me levanté y me quité el pantalón quedándome en calzoncillos, Miré a Kara, tenía un cuerpazo de ensueño, sus curvas me producían vértigos sin ni siquiera tocarla, y esas piernas, largas y firmes. Sonreí y aparté la mirada.
-Tú me dirás que quieres que haga, soy tuyo.



KARA
Me mordí el labio, vaya cuerpo. Le indiqué con el dedo que se acercara, y cuando estuvo frente a mí le di un pico.
-¿Qué tal si llenas la bañera mientras yo me deshago de esta ropa inútil?



NEO
Asentí y la di otro pico. En vez de meterme en las duchas, abrí el segundo cuarto de baño corriente y moliente, donde teníamos una bañera normal. Entré y abrí el grifo del agua caliente, esperé hasta que se llenó del todo y fui en busca de Kara.
-Ya está.- Sonreí.


KARA
Cuando llegó me pilló de espaldas, ya sin ropa y cogiendo las toallas, sonreí y fui hacia él.
-Vamos, entonces. –fui hasta el baño y dejé las toallas sobre un taburete. Ahí dentro hacía calor, y lo agradecía.
Me eché el pelo a un lado y entré en la bañera. El agua estaba caliente y sentaba muy bien.


NEO
Sonreí y entré detrás de ella. Me quité el calzoncillo y me metí en la bañera con ella.
-Se está bien, ¿eh?- Sonreí y la agarré apoyando su espalda en mi pecho. La mojé los hombros pasando la esponja con suavidad, la deslicé por toda su espalda los hombros hasta el cuello.


KARA
Cómo me mimaba este hombre, a este paso me iba a volver una consentida. Cogí la esponja que tenía en la mano y la dejé caer al agua. Cogí sus manos y con ellas rodeé mis hombros.
Alcé un pie en el agua y lo dejé fuera, sonreí, me encantan mis pies.



NEO
La acaricié los brazos empapándoselos con el agua caliente. Sonreí cuando sacó un pie fuera del agua. La besé en el cuello apartándola el pelo. Lo que quería esta mujer era que la mimasen, yo no podía decirle que no.
La abracé por la cintura acercándola a mí sin dejar de darle besos en el cuello.



KARA
Sonreí de nuevo, con tanto mimo y calor me estaba quedando frita. Cogí un poco de espuma y se la eché en el pelo.
-Hola, Papá Noel. –acto seguido se la coloqué de barba.
-Ajá, ahora sí. Quiero un hombre por Navidad.



NEO
Me reí quitándome la espuma de la cara.
-Anda, mujer de Dios, será mejor que salgamos ya, te pondré el pijamita y te meteré en la camita.- La miré y me levanté dispuesto a salir.



KARA
-Oye, guapo. Soy tu chica, no tu hija. –me levanté y salí.
-“Te pondré el pijamita” –le imité- Para tu información, hoy pensaba dormir en pelotas, así que de pijamita nada. –cogí la toalla y comencé a secarme.



NEO
Me reí de nuevo y la agarré de la cintura con la toalla por medio.
-Mi chica, ¿eh?- Dicho esto la besé en los labios.
-Me parece una buena idea que duermas desnuda, yo pensaba hacer exactamente lo mismo.- Sonreí y la empecé a secar el pelo.
-Ya sé que no eres mi hija, pero me gusta cuidar de ti.


KARA
-Sí, pues puedes cuidar de mí de una manera que no me trates como a una cría. Estoy cansada, no gilipollas, grandullón. –le di un toque en la nariz.



NEO
Me froté la nariz cuando me dio el toque.
-Au…-La miré y me tapé con una de las toallas.
-Encima que quiero cuidar de ti, te quejas, pero mira que eres rara.



KARA
-Oh, vale, venga, ayúdame. –me coloqué la toalla alrededor del cuerpo.
-Me voy a ir a mi cuarto, y tú vas a tener que conseguir que me duerma, es una tarea difícil, soy una niña traviesa. –me fui hasta mi camarote, dejándole con el berenjenal.


NEO
Puse los ojos en blanco y la seguí poniéndome los calzoncillos antes. Entré en su camarote, algo me decía que iba a ser una noche muy larga.
-Kara, no me apetece jugar, solo quiero que descanses, hoy ha sido un día muy duro, estoy cansado y tengo el hombro destrozado. Así que, se buena y a la cama.


KARA
Le miré de soslayo.
-La primera que no quiere jugar soy yo, cielo, estoy hecha un asco y lo único que quiero es tumbarme en la cama. –me quité la toalla y busqué ropa en el armario para dormir.
Cuando tuve puesto mi camisón me tiré a la cama en plancha.
-Ay… qué a gusto… -le miré de reojo.
-¿Duermes conmigo, rey?



NEO
Suspiré rascándome la nuca.
-No hace falta que me lo preguntes, sabes que sí. Siempre duermo contigo.- Me acerqué hasta la cama y me tumbé a su lado. Estaba molido y el notar un colchón bajo mi espalda era un placer. Sonreí y la abracé.


KARA
Me abrazó y yo a partir de ahí no me moví, por lo que a penas tardé un minuto en sobarme. Estaba tan cansada que el siguiente día no prepararía ni el desayuno ni la comida.

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