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sábado, 26 de septiembre de 2009

Capitulo XXXIX- EDI

Nos encontramos con un viejo amigo en el reino del Rayo, más coñas y más animación, ala...ya está todo dicho.


SAYA
Neo aterrizó en el reino del Rayo, tenía que repostar el combustible para la Quimera y ya de paso ir a ver a mi mejor amigo.
Kai no iba muy contento, le pregunté primero, pero es muy cabezota…
Estábamos ante la cada de Edward, antes de llamar miré a Kai.
-Te lo pregunto de nuevo… ¿Quieres que volvamos a la nave? No tenemos que hacer esto si tú no quieres, no quiero que pases un mal rato.



KAI
Le tapé los ojos con la mano mientras caminábamos.
-Cállate ya, pesada. –un niño pasó corriendo por delante de nosotros mientras huía de una niña cuando pasábamos por el centro de la ciudad. La niña se cayó a los pies de Saya. Me acerqué y la levanté.
-Arriba, pequeña. –la niña me miró sonrojada y salió corriendo de nuevo.
-Sigo dando miedo, eh.


SAYA
Sonreí mirando como ayudaba a la niña que se sonrojó. Me puse a su lado y le agarré del brazo dándole un beso en la mejilla.
-¿Miedo? Esa niña estaba sonrojada, no mostraba síntomas de miedo, más bien… fascinación.- Sonreí y me acerqué a la puerta de la casa de Edward
.


KAI
Sonreí.
-Entonces aún conquisto a las más jóvenes. –dije haciéndome el interesante, pasando mi mano por el mentón, ahora con barba.


EDWARD
Tenía que irme a buscar al pequeñajo al colegio, Xan estaba últimamente más vaga de lo normal y me tenía que encargar yo justo después de levantarme, qué rollo…
-¡Ahora vuelvo! –dije cerrando la puerta de casa, guardé las llaves en mi bolsillo y cuando fui a bajar el primer escalón del porche vi a unos metros de la casa a nada más ni nada menos que a Kai y a mi niña favorita.
Alcé las manos al cielo.
-¡Dios me premia con una ninfa después de todos estos años de esfuerzo! –la miré.
-¡Ven aquí, hermosa! –dije abriendo los brazos.



SAYA
Me giré y vi a Edward salir de su casa, sonreí ampliamente y corrí hasta él cuando me llamó.
-¡¡Edi!!- Cuando estuve a su altura, salté enganchándome a él como un mono a una rama.
-¡Grandullón!- Le cubrí de besos. Como me alegraba de verle, era uno de mis mejores amigos, como mi hermano mayor. Le abracé con fuerza y le di un pico.




EDWARD
-Guao, estás guapísima. –dije sin soltarla, la abracé con fuerza, posé mis manos bajo su espalda para sujetarla y poder mirarla.
-A ver, mírame. –realmente estaba muy guapa.
-Guaaaao, menudo pivonazo estás hecha, tus ojitos tienen un brillo especial… -palpé su trasero.
-Ui… esto… esto está… está más durito y… Uhhh, Saya, pero bueno…



SAYA
Sonreí y le miré, estaba muy cambiado, más mayorcito y atractivo. Me palpó el culo.
-Ey.- Me reí y subí sus manos a mi espalda.
-No te pases, ya sabes que Kai se pone muy celoso con estas cosas.- Susurré.
-Uuuuh.- Dije al notar sus prietos abdominales.
-Pero bueno, rubio.- Sonreí y miré a Kai.
-Jo, jo, Kai, tu no tienes esto.



KAI
Me crucé de brazos y desvié la mirada.
-Pché, porque yo los tengo más concentrados, no uno en cada extremo del cuerpo. –ya estaban toqueteándose otra vez, siempre lo hacían cuando estaba yo delante, qué mala hostia.



EDWARD
Me reí y luego miré a Saya.
-Oh, entonces eso significa que habéis vuelto… Ya me lo olía yo… Qué pena, pensaba ir a por ti en un día de estos. –dije a Saya.
-¡Ay, cómo te he echado de menos! –dije abrazándola contra mí como si fuese una niña.



SAYA
Le abracé y le besé en la mejilla.
-Bueno, nunca es tarde para probar, tigretón.- Me reí. Me subí levemente la camiseta hasta por encima del ombligo con un dedo.
-Este cuerpo se muere de ganas por probar tus rayitos.


EDWARD
-¡¡Ohh!! –grité como una nena cuando me enseñó su perfecta figura de ninfa.
-¡¡Pero qué súper divina!! –la agarré como si fuese un mono.
-Es mía, Kai, mía, no te la voy a devolver. –le saqué la lengua.



SAYA
Me reí y me abracé a él con mucha fuerza.
-Como te he echado de menos, Edward.- Sonreí y me bajé de sus brazos. Alcé la cabeza para poder mirarle a la cara.
-Dios, a parte de estar más bueno estás más alto.



EDWARD
-Es lo que tiene comer muchos petit suise. –marqué los músculos del brazo.
-Nah, es lo que tiene estar enamorado, ocupa mi tiempo junto con el pequeño Eddie, al cual tengo que ir a buscar… -abrí la puerta.
-Algodoncito de azúcar, amor mío, está aquí Saya, estoy algo ocupado, ¿puedes ir a por el crío?



XAN
Escuché la vos de Edward en la entrada, puse los ojos en blanco cuando dijo que fuera a buscar yo al crío, pero que morro le echaba el tío…
Bajé abajo y me encontré con Saya. Sonreí y la saludé con la mano.
-Hola, Saya, me alegro de verte por aquí…- Miré a Kai, sentí una punzada en el corazón cuando le vi. Desvié la mirada y miré a Edward.
-Claro, iré yo a por el crío, no te preocupes…- Esbocé una sonrisa forzada.
-Me alegro de volver a verte Saya, chao.- Dicho esto me fui calle abajo para ir a buscar al enano al cole.


KAI
Miré a esa arpía cuando salió de la casa, mi ira aumentó por segundos y sentí el impulso de saltar sobre ella y arrancarla la cabeza. Cuando pasó por mi lado a escasos metros la fulminé con la mirada aunque ella no me viese, di un paso al frente pero una mano se posó sobre mi hombro.



EDWARD
-Eyy, Kai, cuánto tiempo, eh. –intenté que se calmase esos humos. Mi mujer había cometido el error de vengar a su mejor amigo con la persona equivocada, y ahora Kai se la tenía jurada.
-Vamos dentro, os invito a algo.



SAYA
Saludé a Xan cuando salió, se fue en seguida y lo agradecí, pues Kai la fulminó con la mirada y ya me olía pelea… Edward le intentó calmar y nos invitó a entrar.
Me acerqué a Kai y le agarré de la muñeca.
-No, gracias Edi, pero tenemos que marcharnos ya, solo estábamos de paso, repostar y esas cosas, debemos irnos ya.- Le miré y luego a Kai que seguía mirando hacia el lado por donde se había ido Xan.
-Es una pena, pero ya pasaremos por aquí otro día que estemos menos ocupados.



EDWARD
-¿¿Quéee?? –bajé los brazos afligido.
-Jo, yo pensaba que te quedarías un ratito… -me giré con los brazos cruzados.
-Ahora me indigno. Ala, vete, no te ajunto.


SAYA
Suspiré echándome el flequillo hacia un lado.
-Lo siento, Edi, pero tenemos cosas que hacer…- Lo único que quería era irme de allí y llevarme a Kai, bastante mal lo estaba pasando ya y encima esa payasa de Xan se tomaba las cosas como si nada hubiera pasado.
-…Ya nos veremos….



EDWARD
-Bueeeeeno. Pero primero un besito de despedida. –la agarré de la cintura y la di un pico largo, después la abracé.
-Jo… te echo tanto de menos…



SAYA
Le abracé con cariño apoyando la cabeza en su enorme pecho. Sonreí y le miré.
-Yo también te echo de menos.- Le besé en la mejilla acariciándole la cara con dulzura.
-Cuídate, ¿vale, Tigretón?



EDWARD
Desvié la mirada con los ojos llorosos. Después de tanto tiempo sin verla ahora se iba sin más…
-Vale, seré un chico fuerte y más grande que los demás por ti… -dije como si fuese un crío.


SAYA
Sonreí y le agarré de la barbilla para que me mirase.
-¿Quién es mi grandullón preferido?- Me reí y froté mi nariz con la de Edi.
-Volveremos, te lo prometo.- Le solté y volví con Kai.
-Chao.- Le guiñé un ojo.



EDWARD
-¡Te tomo la palabra! –dije sentándome en las escaleras del porche.
-Jo… lo bueno siempre es muy breve…- olisqueé en el aire pollo quemado.
-Mmm, pasadito, como a mí me gusta… -abrí los ojos de par en par.
-¡Ay, Dios! –Me levanté a toda prisa y entré- ¡Menudo desastre de mujer!


SAYA
Nos alejamos de la casa de Edward directos a la Quimera, Kai estaba muy serio, cabreado y rabioso. Me mantuve algo alejada sin decirle nada para no cabrearle más. En estos momentos, Kai daba miedo, sentí un escalofrío cuando le volví a mirar de reojo.


KARA
Iba a salir de la nave cuando me choqué con Saya.
-Me… lo siento, Saya. –la esquivé y seguí adelante para irme a la ciudad.
-Voy a por medicamentos, nos faltan pastillas de la cabeza, no sé cómo han volado tan rápido. –me fui sin esperar respuesta.


SAYA
Me choqué contra Kara.
-Uy…-Me dijo que iba a por pastillas, sobre todo las de la cabeza…
-Je, je, je… vuelve pronto y ten cuidado.- Dije sonriendo y entrando en la nave detrás de Kai que le pisé la bota haciéndonos caer al suelo, el de cara y yo encima de su espalda.


KAI

……
No tenía suficiente cabreo encima y ahora esto. Me levanté y me fui por el pasillo hacia el gimnasio, tenía que descargar de alguna manera.


SAYA
Me levanté con la mano en las rodillas, me las había dejado en el suelo de la nave, seguro. Fui a pedirle perdón a Kai, pero ya se había levantado y se marchaba por el pasillo aún más cabreado… y todo por mi culpa. Me senté en el suelo frotándome las rodillas, suspiré, Kai había hecho muchas cosas por mí y yo en cambio le jodía el día con la visita a casa de Edward y con mi torpeza… Era un desastre…


JIM
Había decidido enseñar a Erika mi ciudad natal, le había enseñado el centro de la ciudad y la base militar, que era lo más interesante de mi País.
Ahora estábamos en el mercadillo de los domingos en la plaza, paseando por los tenderetes de souvenirs y comida típica, cogidos de la mano.


ERIKA
Jim me enseñó su país, donde vivía, los lugares que a él le gustaba visitar… Era interesante conocer más cosas sobre su vida privada.
Pasamos por al lado de un tenderete de comida casera, olía de maravilla y me sonaron las tripas.
-Vamos a comer algo.- Le dije a Jim tirando de él levemente conduciéndole al tenderete.


JIM
La seguí hasta el puesto de comida, había empanadas y demás productos caseros, esperé a que eligiese mientras sacaba el dinero del bolsillo.


ERIKA
Me acerqué al tenderete y miré las raciones que tenían preparadas.
-Mmm… hay de todo.- Sonreí y vi que una anciana se acercaba a mí, sonrió y me preguntó que deseaba con amabilidad.
-Pues… póngame dos raciones de empanadillas y una de… ¿Qué quieres, Jim?


JIM
La miré y me reí cuando pidió dos raciones para ella sola.
-Una ración de empanada de atún, por favor, ¿cuánto es? –pregunté mientras la señora nos preparaba los pedidos.


ERIKA
Le miré y sonreí, agarré mis dos bandejas y esperé a que Jim pagara.
-Te haré un regalo para compensarte.- Le guiñé un ojo y me senté en un banco que había libre en la plaza. Abrí la primera bandeja y esperé un poco a que se enfriaran.


JIM
Me senté al lado de Erika y empecé a comer mi ración de empanada, mirando como ella esperaba a que se enfriasen las empanadillas, me reí. Cogí una.
-Son frías, nena, ¿no ves que las tienen al aire libre? –pegué un bocado a una riéndome.


ERIKA
Le miré y sonreí.
-Mejor prevenir que curar.- Agarré una simulando que quemaba, la mordí y me llevé la mano a la boca.
-Uy, me he quemado la lengua.- Sonreí y miré a Jim.
-¿Ves? Debería haberla soplado antes.


JIM
Sonreí y la cogí de la barbilla.
-Tú tranquila, que para curarte la lengua ya estoy yo. –la besé acariciando su lengua con la mía, acercándola más a mí.



ERIKA
Le seguí el beso, pero tuve que parar, sonreí.
-Jim… como me sigas besando se me va a quitar el hambre.- Dije aún cerca de su rostro. Besaba de infarto y si encima lo hacia de aquella manera que tanto me gustaba…púes… ¡puf!…


JIM
Sonreí y me separé.
-Mis disculpas, la dejo comer, señorita. –pegué otro mordisco a mi empanada aún sonriendo, me encantaba estar con ella, y además en este sitio, era como si fuese mi novia oficial para todos, porque muchos allí me conocían y me miraban riéndose, sabiendo que Erika era mi chica.


ERIKA
Terminé mi primera ración y fui a por la segunda. Tenía mucha hambre y yo era de buenas tragaderas, siempre me preguntaba Kara: ¿Pero dónde coño echas todo lo que comes?
Desde siempre he sido una chica con un metabolismo muy raro, todo lo que como no me engorda.
Miré a Jim y sonreí. Se había dejado perilla, estaba mucho más guapo y le notaba más maduro. Me mordí el labio contemplando a aquel hombre que tenía sentado a mi lado.


JIM
Me estaba mirando y sonreí, entonces vi a lo lejos una melena rubia que casi me mata.
-¿Qué tal si terminamos de comer mientras caminamos? –me levanté y tiré de ella para que me siguiese.


ERIKA
Me levanté cuando Jim tiró de mí.
-S-si, claro.- No sabía que pasaba, estaba muy nervioso y miraba hacia atrás sin parar.
-Jim… ¿qué pasa?



JIM
Sonreí cuando divisé la melena que nos seguía más cerca.
-Corre. –la agarré de la mano y tiré mientras echaba a correr, se le cayeron las empanadillas sobrantes, pero yo me reí mientras escapábamos de aquella chica.




ERIKA
Le seguí corriendo a su lado. No sabía de quién huíamos, pero me lo estaba pasando bien. Corrimos entre la gente con cuidado de no llevarnos a nadie por delante. Una de las veces tuve que saltar por encima de un tío que hacía malabares en la calle tirando los bolos que sostenía.
-Lo siento.- Dije riéndome, seguí corriendo junto a Jim.


JIM
Me reí de nuevo cuando casi se carga a un malabarista en plena faena. Divisé un callejón y corrí hacia allí, tiré de ella para escondernos y me di cuenta de que era muy estrecho cuando entramos, solo cabíamos los dos juntos y bastante apretados, empecé a reírme cuando pasó de largo.


ERIKA
Me escondí junto con Jim en un estrechísimo callejón, me reí junto a él, no sabía de qué, pero la carrera que nos habíamos llevado los dos era para grabarlo. Cogí aire y le miré apoyando la espalda en la pared y agarrándole de la camiseta.
-Vale, ahora dime porque corríamos.-Le dije entre jadeos.


JIM
La miré.
-Era mi ex. –volví a reírme.
-Cuando me fui tuve que elegir entre ella y el barco, y me daba palo encontrarme con la chica que había dejado colgada… Pero ha sido divertido. –saqué la empanada que me había sobrado envuelta dentro del bolsillo.
-Aquí tienes, por las empanadillas perdidas.


ERIKA
Sonreí y cogí aire.
-Pobre chica.- Le miré cuando sacó la empanadilla, sonreí.
-La cogería con mis manos, pero…- Le miré, estábamos apretados en uno contra el otro. Mis manos estaban en su pecho agarrándole de la camiseta.
-Estoy un poco atascada.



JIM
Sonreí y la besé antes de salir y poder liberarnos del poco espacio que había.
-Hay que ver que mal señalizado está esto, ¿eh? –le dije, señalando el callejón.


ERIKA
-Si, cambia de tema, la culpa será de la señalización, ¿no?- Sonreí y aparté mis manos de su pecho para poder acercarme más a él y quedar totalmente pegados.
-No tienes tú cuento ni nada, pillín. ¿Querías tenerme aquí atrapada, eh?


JIM
-Eh, no sabía que era tan estrecho, no soy ningún aprovechado. –dije, cruzándome de brazos y subiendo la cabeza.
-Me indigno, me siento indignado.



ERIKA
Sonreí y le miré.
-¿Con qué indignado, eh?- Le empecé a besar por el cuello metiendo las manos bajo su camiseta.
-¿Ahora te sientes indignado?-Pregunté depositando intensos besos en su cuello acariciándole el abdomen.



JIM
-Oye… -me reí sonrojado.
-Que nos están mirando todos… -dije girándome para que no me viesen la cara.
-Termina de comerte esto, que nos tenemos que ir, anda… -dije cerrando los ojos.
-¡Stop! –la separé.
-No juegues conmigo, muñeca, que te veo…



ERIKA
Me reí juguetona y le miré.
-Está bien.- Encerré su labio inferior entre los míos y tiré suavemente.
-Tú te lo pierdes.- Salí del callejón con la empanada en la boca.



JIM
Me mordí el labio y la seguí. La enganché del culo y la besé en el cuello mientras caminábamos.
-Ala, camina si puedes. –la pegué un mordisco en el cuello.



ERIKA
Me enganchó del culo, pegué un leve respingo. Cada vez que sus manos iban directas a mi culo, soltaba una pequeña descarga… empezaba a pensar que lo hacía a posta.
Me mordió el cuello, sentí un escalofrío recorrerme todo el cuello.
-Después no te quejes si dices que te torturo mientras hacemos el amor…- Susurré para él solo.


JIM
Sonreí y la cogí de la cintura mientras nos íbamos hacia la nave, creo que no la dejé terminar de comer porque me estaba ganando el postre con su cuello.
Cuando entramos por la puerta, Kara pasó por nuestro lado casi derribándonos y se fue al interior.
-Ala, qué compañerismo.


ERIKA
Jim se estaba jugando mucho intentando excitarme con sus besitos en el cuello… este se iba a enterar quién era yo en cuanto entrásemos en la Quimera… aunque no fue así.
Kara pasó por nuestro lado, iba muy nerviosa y con una bolsa de la farmacia en la mano.
-Uy… No tenía muy buena cara… Debería ir a ver que la pasa.- adiós a nuestro momento de relax.



JIM
La solté.
-Claro, ve con ella, tranquila. Yo iré a practicar unos tiros, ¿vale? –la di un pico y me marché. Ella era muy buena chica y quería ayudar a Kara, no iba a reprochárselo.


ERIKA
Asentí y fui a ver a Kara que se había encerrado en su camarote. Llamé con los nudillos a la puerta.
-¿Kara? Soy Erika… ¿puedo pasar?- Pregunté, a lo mejor no tenía ganas de ver a nadie y no era plan el ir yo a molestar.



KARA
Erika llamó a la puerta, miré el test de embarazo que había comprado y lo escondí.
-Pasa, Erika. –dije sentándome sobre él.


ERIKA
Entré y la miré sonriendo.
-Hola.- Me acerqué hasta ella y me senté a su lado.
-¿Estás bien? Me ha parecido verte algo baja de ánimos y nerviosa cuando has entrado.


KARA
Guay, Erika me había pillado. Al menos no sabía lo que yo temía, pero… tenía que contárselo a alguien para que me ayudase, y precisamente a Neo no creo que le sentase bien saber que podría estar embarazada…
Suspiré y saqué la caja ligeramente aplastada de debajo de mí y se la enseñé.



ERIKA
Me entregó una cajita donde ponía en letras grandes y azuladas: “Test de embarazo”.
Miré a Kara y de nuevo a la cajita.
-Vaya… - Suspiré.
-¿Te lo has hecho ya?- Me refería al test, una no sabe a ciencia cierta si está embarazada hasta que no se ve el resultado.


KARA
Negué.
-Pensaba en si hacérmelo ahora o más tarde… -bajé la cabeza.
-Pero… es que es imposible, tomo la píldora, y no me he saltado ninguna… Pero es que últimamente no me encuentro bien, y no encuentro otra explicación… -la miré.
-¿Y si lo estoy? ¿Qué le voy a decir a Neo? “Oye, mira, me he quedado embarazada aún tomando la píldora”… -me llevé la mano a la frente.


ERIKA
Miré el test.
-No te angusties, Kara, no creo que estés embarazada. Tomas la píldora y es un buen anticonceptivo…- La miré.
-Para evitar más angustia y más mal estar, toma.- Abrí la caja y saqué el test.
-Háztelo y veamos el resultado, pero tu tranquila, seguro que es una falsa alarma.



KARA
Me mordí el labio y negué.
-No, lo siento, necesito estar sola… -lo volví a guardar.
-¿Querías algo? –dije intentando parecer más animada, debía olvidarme del tema al menos un momento.


ERIKA
Guardó el test de nuevo, suspiré y la miré cuando me preguntó.
-Pues… verás, quería darle una sorpresita a Jim, pero…- Me puse algo roja.
-¿Me prestarías… algo de tu lencería atrevida?



KARA
Abrí los ojos con amplitud cuando me propuso eso.
-Yo… bueno… esto… vale. –me levanté y me acerqué al armario, abrí el primer cajón.
-Ahí tienes para elegir, aunque te aconsejaría blanco… -me crucé de brazos. Ella sabría qué iba a hacer con ese chico ya a estas tempranas edades, era cosa suya.



ERIKA
Elegí uno sencillo, sujetador y culot blanco.
-Este mismo. Tal vez no lo utilice ahora, pero puede que para más adelante…- Sonreí y la miré.
-Gracias… otra cosa, cuando tengas el resultado, avísame, no es bueno hacer estas cosas sola.- Sonreí y me dirigí a la salida.



KARA
La seguí hasta la puerta.
-Gracias, Erika. –la abracé.
-Gracias por intentar ayudarme, yo sólo soy un desastre y tú, que eres más pequeña, eres más madura que yo…



ERIKA
Sonreí y la miré.
-No te preocupes, cuenta conmigo.- Salí del cuarto aún con el remordimiento en mi cabeza. No me gustaba dejarla sola y menos así, lo estaba pasando mal y encima no se lo contaba a Neo por miedo…
Suspiré y me dirigí a mi camarote a dejar el regalito de Kara y acto seguido fui a ver a Jim.



KARA
Miré el test otra vez y me mordí el labio.
-Venga, va, que sea lo que tenga que ser.
Entré al baño y cinco minutos después estaba con el dichoso test en la mano, esperando a que saliese el resultado. Estaba casi segura de que no lo estaba, pero… dichoso cuerpo mío, siempre haciendo de las suyas y… ¡¡ah!! ¡Que sale el color!
Me fijé con el test a pocos centímetros de mí.
Estiré los brazos tumbándome sobre la cama.
-¡Yuhu! ¡Viva los test negativos!

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